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Carlos Giménez y la creación de la Fundación Artistas por la Vida, por Juan José Bartolomeo, Caracas, 19 de julio de 2023

 





En 1992 muy poco se sabía aún respecto al VIH, llamado por todos Sida, cuando en abril se produce la impactante e inesperada muerte de un joven y muy querido actor de teatro, formado en Rajatabla, Jorge Luis Morales, quien, grabando escenas de la telenovela El Desprecio de RCTV, recibió un balde de agua fría por exigencias del libreto lo que le ocasionó una neumonía.

Fue llevado al hospital y tratado inadecuadamente por el personal de salud y administrativo de una reconocida clínica privada de Caracas, al ser detectado positivo VIH, a pesar de lo famoso que era. Pocos días después murió y, debido a su fama, su muerte tuvo una gran repercusión en todos los medios de comunicación social de todo el país, no siempre en forma positiva.




Carlos Giménez, que había sido su mentor y lo había dirigido muchas veces en Rajatabla, muy impactado por su muerte y por la forma en que había sido tratado en el hospital simplemente por tener sida, nos convoca con urgencia a la directiva de la Casa del Artista para proponernos la que es, para mí, su obra más maravillosa: la creación de una Fundación de Asistencia  Humanitaria a las personas con Sida, una fundación de ayuda no sólo para las personas del gremio artístico que tuvieran VIH sino para cualquier persona que padeciera la enfermedad,  y para sus familiares.

Carlos propone acompañar a las personas enfermas de SIDA con asistencia psicológica, médica y ofreciendo los medicamentos que existían para paliar la enfermedad a menor costo (la enfermedad  no tenía cura y los remedios, importados, eran carísimos) o gratis según la situación económica de la persona enferma.

Se aprobó de inmediato.

En apenas unos días Carlos movilizó a gran cantidad de actores y actrices que se reunieron en la Casa del Artista y acordaron ser parte de la Fundación Artistas por la Vida.

Carlos, con la humildad que lo caracterizaba, sugirió a Orlando Urdaneta para presidente, Conchita Obach para gerente y como directivos a Mimí Lazo, Eva Ivanyi, Dr. Luis Parada, Dilia Waikarán, Tania Sarabia, Elias Pérez Borjas y Mirtha Pérez. Como Coordinador General me elige a mí, quien en ese entonces era director de la Casa del Artista. Todos aceptaron.

A la Fundación se le asignó oficinas en el piso 3 de la Casa del Artista y se le dotó con todo lo necesario para que empezara a funcionar.

Fue con ese entusiasmo y empuje de Carlos Giménez que nació la Fundación Artistas por la Vida, que durante muchísimos años le dio no sólo medicinas sino amor, dignidad y esperanza a las personas que tenían Sida que acudían a nuestras oficinas buscando ayuda.

La Fundación fue creciendo y se crearon talleres y foros; folletos con información sobre la enfermedad fueron llevados a liceos y universidades; se reparten preservativos a las salidas de las estaciones del metro, teatros y cines, porque en aquellos años se creía que la enfermedad sólo le daba a los hombres homosexuales y a las personas que se inyectaban drogas.

Gracias a la amistad que Carlos Giménez tenía con el presidente de la República, Carlos Andrés Pérez, la Fundación logra firmar un convenio con el Ministerio de Sanidad para crear una Farmacia. La demanda de ayuda era abrumadora, estremecedora, inimaginable.






Con la llegada del inolvidable Jorge Borges, una de las manos derechas de Carlos, logramos la publicación de la revista A×V.  Conchita Obach sustituye a Orlando Urdaneta como presidente, Jorge es designado gerente y Gladys Aparicio (también del equipo de Carlos) coordina todo en oficina. 

La fuerza, carisma, esencia humanitaria de Carlos Giménez permitió arrancar, dar forma y fortalecer a tan noble causa. Su labor fue más allá de las tablas y le debemos mucho.

El 28 de marzo de 1993 Carlos Giménez murió de SIDA pero su gran, espectacular obra siguió brillando durante muchísimos años más. Treinta años después, ¡qué falta que nos hace Carlos!

 

© Juan José Bartolomeo

Ex Coordinador General de la Fundación Artistas por la Vida y ex Director General de la Casa del Artista.

Fuente fotos: Juan José Bartolomeo



CARLOS GIMÉNEZ, LA CASA DEL ARTISTA Y EL FITC por JUAN JOSÉ BARTOLOMEO, Caracas, junio 2023

 




Carlos Giménez, María Teresa Castillo, Juan José Bartolomeo y Miriam Fletcher, Casa del Artista



Juan José Bartolomeo, Elisa Lerner; José Antonio Abreu, presidente del Conac; presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez;
 presidenta de la Casa del Artista, Mirla Castellanos; María Teresa Castillo, presidenta del Ateneo de Caracas y del FITC;
Carlos Giménez, fundador del FITC y presidente de la Fundación Rajatabla, entre otras personalidades. Casa del Artista.









Vi el post donde me etiquetaron pidiendo material del FITC. Lamentablemente no guardé nada y no existían redes sociales en aquellos años. Lo que sacaron en la prensa y fotos de algún fotógrafo como Rolando Streuli se quedó en los archivos de la Casa. Dudo los conserven.

Lo cierto es que la Casa del Artista fue un proyecto presentado por Alfredo Sadel a Amador Bendayán y originalmente era una casa hogar para artistas. Eso se modificó a un centro de mejoramiento profesional y presentaciones teatrales que recaudaran recursos para apoyar con becas y salud a los trabajadores culturales de todas las disciplinas. Se recibió en comodato un edifico y un lote vecino donde se construiría una clínica y otra sala grande, un cine y más salones de uso múltiple. Se recibió un cascarón en pleno cambio de gobierno en 1989/90 en una guerra fuerte que era contra Blanca Ibáñez y Jaime Lusinchi pero que nos caía directamente a nosotros. Nadie quería ir. 

José Antonio Abreu y María Teresa Castillo, que eran visionarios, apuestan por apoyar el proyecto y logran que Carlos Andrés Pérez apruebe recursos para culminar la obra. Así llega Carlos Giménez a la directiva, representando al Conac.

Hubo un salto al éxito y se reunió el mundo cultural en pleno con la tv y radio cubriendo todos nuestros eventos. Se abrieron las salas Juana Sujo y Doris Wells. Llegaron Román Chalbaud, Isaac Chocrón, el maestro Rafael Briceño, doña Amalia Pérez Díaz, Yolanda Moreno y Carlos Marques como asesores y directivos, con Mirla Castellanos de presidenta.

Se incluyeron las 2 salas en la grilla del FITC de 1990, aún sin estar completamente equipadas, para recibir todo lo posible en equipos y promoción del festival. Quiero decir aquí que ésa fue una función muy importante del FITC: dotar a las nuevas y viejas salas de teatro de los recursos técnicos de que carecían. Además de la promoción que hacía que, acabado el festival, el público supiera de nuestra existencia y acudiera a nuestras funciones.

En nuestras salas recibimos al Teatro de arte de Moscú con la pieza El jardín de los cerezos de Chejov... y en ruso, con traducción simultánea y equipos de la primera actriz América Alonso.

También recibimos Tambores en la noche del Teatro di porta di Roma, El tren de Chile y varias obras venezolanas con un homenaje a José Pepe Tejera con función única de El coronel no tiene quien le escriba.

Charlas, foros y las visitas de Cristine Chapineau, la Diosa francesa de la Danza o de la directora del festival internacional de teatro de Colombia, Fanny Mickey, marcaron a la Casa como centro importante. 

En la Casa se presentaban Fausto Verdial con Orlando Urdaneta en Pares y Nines o Mimí Lazo con El aplauso va por dentro, Flor Núñez con Tengamos el sexo en paz, Tania Saravia, Orlando Urdaneta con Divorciarme yo? y piezas fabulosas de Carlos como Despertar de primavera o El campo con Karl Hoffman y Francis Rueda,  también  grupos de danza o populares del país: no teníamos fechas libres para seguir programando. Éxito total.

La Casa creció y se volvió en lugar respetado. Se creó el Premio Nacional del Artista, que la gente del Oscar americano se sorprendió al ver que era multidisciplinario; la Orden Alfredo Sadel de las Artes... y pasos gigantes para la creación de la clínica.

Y Carlos Giménez y el FITC fueron determinantes para que todo esto fuera posible...

 

©Juan José Bartolomeo

Director general de la Casa del Artista 1987- 2001


Este artículo forma parte del libro “EL FITC DE MARÍA TERESA Y CARLOS ERA UNA FIESTA”, de próxima aparición.