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Y ASÍ PASÓ... UN TALENTO IGNORADO

 


 


El Taller Permanente de la Ópera de Caracas, hoy tristemente extinto, era mucho más que una academia: era el sueño latente de todo aspirante a cantante. Un lugar donde las voces se pulían y los futuros se tejían con notas altas.

 

Para ser parte de el, se requería algo más que ganas. Se necesitaba ganar la audición, y así lograbas tener asignado un maestro de Técnica Vocal y otro de Repertorio, y te abría además las puertas a un mundo de conocimientos: Idiomas, Historia de la Cultura, Análisis de la Ópera, Actuación, etc. Quienes no superaban la prueba solo podían ser oyentes, y probar suerte de nuevo.

 

El jurado, compuesto por los rostros más severos y sabios de la técnica vocal de aquel entonces, presidía ese rito. Su veredicto no solo definía un cupo, sino que podía sellar una promesa en un futuro cercano: cantar en las grandes producciones de la Ópera de Caracas.

 

En la segunda audición del Taller, entre la marea de nerviosismo y esperanza, apareció una joven muy especial. No pasaba desapercibida. Su nombre:  INÉS SALAZAR. Esbelta, de pelo negro azabache, con una mirada muy penetrante que parecía ver a través del nerviosismo. Armando Africano, con su don natural y simpatía, se acercó a ella de inmediato. Y en pocos minutos, ya había desentrañado su historia, mientras ella, entregaba la partitura de lo que iba a ser su presentación.

 

Cuando llegó su turno, el tiempo se detuvo. No recuerdo qué pieza cantó, pero sí la densidad del aire que creó. Fue algo difícil, audaz, una muestra de talento que robó la atención de todo el público, forzado a un silencio sepulcral, pues aquello no era un concierto; y estaba prohibido aplaudir.

 

Armando y yo, cómplices, nos colábamos en la sala de deliberación del jurado con excusas triviales, buscando un indicio, un eco de aprobación. Queríamos escuchar lo que nuestros corazones ya sabían: Inés debía quedarse.

 

Afuera, la ansiedad era palpable. Para esos jóvenes, era el único camino hacia una carrera profesional. Yo estaba seguro de que quedaría. Había visto otros casos con menos atributos y habían quedado elegidos.

 

Al final de la tarde, la Directora Isabel Palacios junto al jurado, aparecieron en el escenario. El momento de la verdad había llegado. Mi vista estaba fija en Inés, lista para celebrar su triunfo. Lentamente, los nombres fueron cayendo. Uno a uno. Y la lista terminó. Inés no fue nombrada.

 

El silencio que siguió fue más ruidoso que cualquier aplauso. Armando corrió hacia ella. Sus hermosos ojos ya estaban vidriosos, empañados por lágrimas de tristeza y frustración. Tratamos, con palabras vacías, de levantarle el ánimo, de hablarle de una próxima oportunidad. Ella, con una gentileza desarmante, nos dio las gracias. Salió del teatro lentamente, su andar pausado y pesado, llevando sobre sus hombros el peso de una derrota inmerecida.

 

Sentí una mezcla de rabia e impotencia. ¿Cómo era posible? Me obligué a callar, racionalizando con un doloroso: “Quizás su simpatía, su porte y su hermosa voz no fueron suficientes para ser aceptada”. Yo no sabía de canto la verdad y a lo mejor algo que no veía era la razón de este resultado.

  

Y aunque no lo crean, esto se repitió dos veces más.  Un total de tres veces se presentó Inés ante ese jurado indiferente. Ya éramos amigos, una hermandad forjada en la espera y la desazón. El resultado, aunque doloroso, empezó a teñirse de un humor amargo: no aceptada, pero oyente; una opción que su orgullo afortunadamente jamás le permitió tomar.

 

Pero el destino, a veces, tiene una manera grandiosa de corregir los errores humanos.

 

Un día, llegaron a Caracas los maestros Osvaldo Alemanno, tenor italiano y Helena Lazarska soprano polaca, quienes estaban impartiendo clases de técnica vocal en varias ciudades del mundo. En esas Clases Magistrales, Inés se presentó una vez más. Se dictaban en coproducción con la Ópera de Caracas.  Esta vez, no hubo titubeos. Ambos profesores quedaron fascinados al instante por su extraordinaria voz, su temperamento, su fuerza dramática. Vieron en Inés no una aspirante, sino el potencial puro para convertirse en una estrella destinada a brillar en el firmamento de la ópera mundial. Y así paso…

 

Al terminar las clases, Inés Salazar partió. Se fue de Venezuela, guiada por las manos de esos ángeles que vinieron a alumbrar el camino que el Taller no quiso ver. La estadía en Europa fue difícil, la lucha económica, brutal. Pero Inés lo logró. Poco a poco, con una voluntad inquebrantable, se convirtió en una cantante de primera categoría, llegando a compartir escenario con gigantes como Plácido Domingo y Luciano Pavarotti, dirigida por maestros como Franco Zeffirelli.

 

Su carrera se alzó maravillosa. Me enteraba de sus triunfos a la distancia, viendo a la joven rechazada convertirse en una figura de fama internacional. Y por fin, el momento cumbre: fue contratada por el Teatro Teresa Carreño para una temporada de ópera, como la estrella internacional que era, cobrando el caché que solo las leyendas merecen.

 

Estoy seguro de que, en la plenitud de su gloria, Inés no guardó rencor a quienes le cerraron la puerta. Pero la ironía era palpable: TODAS aquellas que la rechazaron, ahora intentaban adjudicarse su mérito. Era patético, todas decían que era su alumna y mi mirada inquisidora a algunas de ellas las hizo callar.

 

Afortunadamente, nunca la aceptaron en el Taller. Su talento fue forjado en otras latitudes, lejos del juicio ciego de su tierra. Y así se cumplió, una vez más, el amargo refrán: “Nadie es profeta en su tierra.”

 

Y así pasó... 

Jairo Carthy

jcarthyc@gmail.com 

 

Caracas, 21 de Diciembre de 2025 

 


 Más artículos en: Y ASÍ PASÓ
 

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Y ASÍ PASÓ ...

  

 

Y ASÍ PASÓ... Una columna de historias reales

 

Desde la publicación de mi libro, “Como soportar la vida con humor. Confesiones de un actor”, he recibido una gran cantidad de mensajes de lectores y lectoras. Muchos de ellos, haciendo eco de una promesa lanzada al final de la obra, me solicitan un nuevo libro dedicado íntegramente al universo de la música académica o clásica.

 

He de reconocer que le dediqué más de cuarenta años a ese fascinante mundo y, por supuesto, tengo un sinfín de anécdotas y reflexiones que compartir. Sin embargo, en este momento, concentrar todo mi esfuerzo en un texto monográfico sobre ese tema específico no me resulta del todo apasionante.

 

Gracias a la brillante iniciativa de nuestra Fundadora, la escritora Viviana Marcela Iriart, hemos decidido tomar un camino diferente: crear esta columna.

 

Titulada  Y ASÍ PASÓ... , este espacio nos permitirá compartir relatos de la más variada índole. Si bien la música tendrá, sin duda, una participación constante debido a mi trayectoria, abordaremos temas diversos, algunos muy divertidos y otros con matices más serios.

 

El objetivo principal es ofrecerles una lectura entretenida a través de situaciones que me ha tocado experimentar. Todas las historias son reales, pues el arte de inventar nunca ha sido de mi agrado.

 

Deseamos sinceramente que disfruten de este nuevo proyecto. Está realizado con la dedicación y la energía positiva que tanto Viviana como yo ponemos en cada iniciativa de esta maravillosa editorial.

 

Los invito a nuestro encuentro para compartir las vivencias que se esconden tras la frase... Y ASÍ PASÓ…

 

Muchas gracias por el apoyo incondicional que siempre nos brindan.

Jairo Carthy

 

Caracas, 14 de diciembre de 2025

 

 


 

Jairo Carthy

 

La trayectoria de Jairo Carthy es un testimonio de versatilidad e integración artística a lo largo de varias décadas. Ha logrado amalgamar con maestría su desempeño como actor de teatro y cine, productor de música clásica y diseñador gráfico, reflejando un equilibrio único entre creatividad, técnica y sensibilidad artística.

 

En el ámbito de las artes gráficas, se ha consolidado como un profesional de confianza para muchas empresas e instituciones culturales. Su trabajo se distingue por su capacidad para plasmar un sello distintivo de creatividad y excelencia en cada proyecto.

 

Su portafolio es amplio y diversificado, incluyendo: Identidad corporativa (logotipos, tarjetas de presentación), material publicitario y promocional (afiches, volantes, folletos, trípticos, pendones y pancartas), diseño editorial (libros, revistas), diseño de empaques y carátulas de CD (incluyendo estuches de lujo), entre otros.

 

Su carrera en las artes escénicas es extensa y está marcada por el privilegio de haber trabajado bajo la dirección de los más prestigiosos e importantes directores de teatro de Venezuela. Como actor, ha abordado un vasto repertorio que abarca desde autores contemporáneos hasta clásicos del Teatro Universal, dando vida a personajes que han sido avalados tanto por la crítica especializada como por varios premios.

 

Su trabajo en el cine también recibió elogiosas críticas por sus interpretaciones.

 

Recientemente, se ha integrado a “Ediciones Choroní” en colaboración con Viviana Marcela Iriart. En este rol, asume la responsabilidad directa del diseño y la diagramación de las publicaciones de la editorial. También ha escrito dos libros: “Cómo soportar la vida con humor, confesiones de un actor” y para los niños y niñas un grupo de divertidos cuentos titulado:  “Aventuras con las redes sociales”.  

 

 


 

LA ESCUELITA,  cuando la Jefa se puso seria

 

El Museo del Teclado no era solo un nido de antigüedades musicales, era la casa de dos entes culturales: la Dirección de Música de FUNDARTE (que nos administraba) y, por supuesto, la gloriosa Ópera de Caracas con su Taller Permanente. ¿La capitana de este barco? La maestra Isabel Palacios.

 

Isabel tenía tantos compromisos que, para verla en su oficina, tenías que pedir cita. Ya que por sus múltiples ocupaciones no le daba tiempo de estar diariamente en su oficina.  Pero su grupo de colaboradores era una mezcla explosiva y heterogénea. ¿Disciplinados? No siempre. ¿Buena onda? ¡Siempre! La camaradería y el buen humor eran nuestro aceite y nuestro motor.

 

Una mañana, la dulzura se evaporó. Nuestra Directora llegó con un aura que decía: "No más caos" (Y con justa razón, para qué mentir). Yo me daba cuenta del desorden, pues venía de un mundo musical donde la puntualidad y la eficiencia eran casi una religión, pero aquí, en el Museo, la gente se relajaba demasiado.

 

Muy molesta nos reunió a todos en su oficina,  en ese momento nos miramos y pensamos: No se sentó en su silla de siempre, por su actitud parecía que se había sentado en un trono, encendió su infaltable cigarrillo de la época (¡todo un símbolo de autoridad!) y nos miró a los ojos, uno por uno, con esa mirada que no acepta un "pero". Se acomodó varias veces y tomó la palabra, nosotros nos sentíamos como si estuviéramos viendo su programa de televisión “Clásicos Dominicales”. 

 

-¡Señores! A partir de hoy, se acabó el desorden. ¡Quiero organización! - declaró, como una sentencia de ópera -. Estoy harta de encontrar notas escritas en cualquier cosa: un pedazo de revista, una envoltura de cigarrillos, ¡un papel que se vuela! Necesito saber qué demonios hacen. Esto no puede seguir así.  Ahora mismo, van a ir a comprar unos cuadernos. Todos iguales. Y en ellos, van a escribir, como Dios manda, un resumen de sus actividades del día de hoy y lo que tienen programado para mañana, no quiero sorpresas y por supuesto cualquier mensaje urgente para mí. ¡Eficiencia y orden! Los quiero en mi escritorio antes de la noche. Ahora, ¡muévanse! Y, tan rápido como llegó, se fue a sus mil ensayos, clases y reuniones.

 

Nos quedamos allí, boquiabiertos. Era la primera vez que veíamos ese huracán de carácter. Un silencio sepulcral nos cubrió hasta que Nelly Zerpa murmuró: - O sea, ¿la propia "Escuelita"? ¿Como si fuéramos niños? ¡Qué fastidio!

Y justo en ese momento, nació la genialidad. - ¡Ya va! Dijo Corina Michelena. ¿Y si hacemos exactamente lo que nos pidió, pero actuando como si fuéramos niños? ¿Qué les parece?  -¿Pero cómo sería eso? - pregunté, un poco escéptico.

 

Armando Africano, mi compañero de la Ópera (y el más audaz), tomó el control de la misión:

- ¡Al ataque! ¡Vámonos todos a la librería! Y agregó, con una sonrisa malvada -: Y no solo compraremos cuadernos. Compraremos calcomanías, creyones de colores, ¡todo el arsenal de un kínder!

 

Ana Cecilia Abreu, reforzó el plan de sabotaje creativo:  - ¡Y plastilina! Podemos dejarle una figurita de plastilina. ¿Quién puede molestarse por un conejito de plastilina?

 

¡Misión aceptada! Éramos ocho adultos con la emoción de un paseo escolar. En la librería vaciamos el estante infantil: stickers de ositos, dinosaurios, cintas de colores, creyones fluorescentes... El objetivo era claro: transformar el temido cuaderno de reportes en un Diario de Primer Grado.

 

De vuelta en la oficina, nos pusimos manos a la obra. Decoramos los cuadernos según el personaje de "niño" que éramos. El texto lo redactamos con un lenguaje y una letra que imitaba la caligrafía torpe de un infante. Yo, por ejemplo, siendo diestro, escribí mi reporte con la mano izquierda, y me quedó perfecto; parecía una nota real de un niño.

 

Pero lo mejor fue la plastilina. Cada uno hizo su propia obra maestra. Yo, el ordenado del grupo, hice una pulcra canasta de frutas. Armando, por supuesto, hizo algo completamente abstracto y le asignó diez significados profundos. ¡Todo se veía deliciosamente infantil y original!

 

Terminamos, limpiamos el desastre y montamos la exposición. Cada cuaderno impecablemente decorado, cada figura de plastilina con su título asignado en una cartulina de color. La cereza del pastel: unas flores y la mítica manzana de la maestra acompañando un mensaje que decía: "Esto es para Usted, Seño" (porque en nuestros tiernos años, así llamábamos a las maestras).

 

Revisamos la escena del crimen, y nos fuimos a la casa.

 

Lo que no sabíamos era que Isabel venía de vuelta con ¡la Junta Directiva de la Ópera! Nada menos que Hans Neumann, José Ignacio Cabrujas, la Dra. Alicia Álamo y el Maestro Riazuelo.

 

Isabel abrió la puerta de su oficina, encendió las luces, y entró seguida de semejantes titanes de la cultura. El shock fue inmediato. Al ver aquel circo de cuadernos y plastilinas en su escritorio, Isabel solo pudo exclamar:

- ¿¡Pero qué es esto!?

El asombro de los directivos fue épico. Se acercaron lentamente a nuestras "obras de arte" y las risas empezaron a sonar. -¡Mira esta! —decía uno. — ¡Y mira este mamarracho abstracto! — replicaba otro.

 

Isabel no sabía dónde meterse, pero se dio cuenta de que la presión bajaba al ver el ataque de risa de sus jefes. José Ignacio Cabrujas, el dramaturgo, sentenció con una sonrisa: - No hay duda, Isabel. El personal que diriges es increíblemente creativo, y eso es excelente para lo que hacemos.  El Maestro Riazuelo que nos conocía bastante agregó: ¡Además de tener un sentido del humor maravilloso para hacerte esta sorpresa!

 

Ella, entre risas, tuvo que confesarles la bronca de la mañana que había generado la "Escuelita".

 

Al día siguiente, ansiosos por el veredicto, fuimos recibidos por una Isabel que no podía parar de reír. Hubo felicitaciones, comentarios divertidos y, lo mejor de todo, ella asumió su nuevo papel: se dedicó a escribirnos un mensaje personalizado en el cuaderno de cada uno, actuando como la Maestra de la "Escuelita" que habíamos creado.

 

Fueron años geniales, llenos de creatividad y de anécdotas como esta. ¡Ya les contaré otra más adelante!  Y  así pasó…

 

Jairo Carthy

 jcarthyc@gmail.com

Caracas, 14 de diciembre de 2025

 

 

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"A punto de despegar", un capítulo del libro "COMO SOPORTAR LA VIDA CON HUMOR", confidencias de un actor de, Jairo Carthy C, Ed. Choroní 2025

 






"A PUNTO DE DESPEGAR…

 

Durante el rodaje de la primera película en la cual tuve el placer de participar, me sucedió un episodio muy pero, muy inverosímil, pero les aseguro que es verdad.

 

Estábamos filmando en las afueras de la ciudad de Maracaibo, era un miércoles y en Caracas me estaba presentando en una obra de teatro y esa era la semana final de la temporada.  En las cláusulas de mi contrato decía que yo podía filmar hasta el mediodía de ese día, pues debía volar a Caracas para hacer la función de esa noche, y que, a partir del siguiente lunes podían disponer de mi tiempo como mejor les convenía, pues ya no tenía funciones de teatro. 

 

Hasta ahí todo iba muy bien. El detalle estaba en que eran casi las 3 de la tarde, el último vuelo a Caracas salía a las 4 y estábamos en las afueras de la capital. Y para completar, la escena que estábamos filmando era nada más y nada menos que la de la muerte de mi personaje, un terrible asesino a sueldo, al que para beneplácito de la audiencia de los cines matarían con muchos tiros y correría mucha sangre.  Bueno en realidad la sangre corrió durante toda la película,  pues mataban a todo el elenco, no en balde se llamaba “La Matanza de Santa Bárbara”.

 

Pues bien, un maquillador español de efectos especiales tuvo a su cargo mi aspecto terrible, entre todas las cosas que me hizo, cuidadosamente introdujo dentro de mi cuero cabelludo un producto parecido a un gel, era más como un chicle negro el cual se derretiría con el calor y daría un aspecto de sangre muy natural que correría por mis sienes, mis ojos, mi cuello etc. etc.  Por fin filmamos la escena, ya estaban los asistentes con toallas, agua, y mi ropa dispuestos a quitar y limpiar cualquier vestigio de mi personaje.  Pues bien,  allí en medio de la calle y con la rapidez que era capaz, me desmaquille y me monte en el taxi rumbo al aeropuerto “La Chinita” a tomar mi vuelo de regreso a Caracas.

 

Íbamos a más de 120 km. por esos caminos, parecía que nunca llegaríamos, parecía la Cenicienta camino a su casa apurada de llegar antes de que den las 12 y se acaba el encanto.

 

Al fin llegamos, salgo corriendo del taxi y me dirijo al mostrador de la línea aérea, allí me encuentro con un empleado que me mira aterrado y me informa que el vuelo está a punto de despegar. 

 

Yo me preguntaba: ¿y a este tipo qué le pasa? Me quería morir, ¡yo debía tomar ese vuelo como sea! Le pregunto que por dónde se va a la pista y me señala unas rampas.  Yo parecía un patinador de hielo,  iba por esas rampas volando y ya al final me encuentro con unos guardias nacionales, obviamente me detienen, me miran aterrados y yo les digo:

- Disculpen, pero tengo que tomar ese vuelo, es de vida o muerte…. 

El guardia ve a su compañero, este asiente y por una radio se comunica con la torre de control para que detengan el avión.  De nuevo ambos me miraban casi con lástima.  Yo pensaba: aquí todos están locos.  Me dice el funcionario:  ¡Corra! ¡Corra que el avión lo está esperando! 

 

No sé si ustedes saben que esos aviones pequeños tienen una salida o entrada por detrás, sí como por el culito del avión, pues mientras corría veo que se va abriendo una compuerta, pero no baja ninguna escalera, cuando llego y veo hacia arriba la aeromoza aterrada me dice:

- Suba, suba… y yo me preguntaba: ¿Y por dónde pendeja? Por fin bajo la escalera como de 2 peldaños, y quedaba muy arriba. Cual primate me trepé por las escaleras y subí me senté en un puesto cualquiera y la aeromoza me dijo:  no se mueva que vamos a despegar.  Por supuesto las miradas de TODOS los pasajeros caían sobre mí y yo pensaba, ¿pero por qué me miran aterrados?  Por fin el avión despegó y la aeromoza muy amable me dice:

- ¿Quiere algo, un calmante? … se ve muy mal, y yo le respondo:

- Bueno agua o algo de tomar si es tan amable.

 

Me asignan mi puesto y el tipo que está sentado a mi lado mete casi un grito y me dice:

- ¡Señor que le pasó, por Dios!!!

Yo no entendía nada. Pero cuando me voy a limpiar el sudor de mi cara, lo que me limpio es “sangre”.  El famoso producto hizo su efecto y por supuesto no me habían quitado todo el que me habían puesto en el cuero cabelludo y entonces hizo su función.  Yo sangraba de manera muy natural

 

Lo increíble de esta historia y que siempre me he preguntado, es ¿cómo dejaron subir así a un avión a una persona que supuestamente estaba herida? Y nunca me preguntaron ni mi nombre, ni me pidieron el boleto… nada.  Lo importante es que pude llegar a tiempo a hacer mi función… ¡Ah! Y esa escena que tanto trabajo dio no sirvió.  La repetimos unas semanas después en Calabozo y con toda la calma y tranquilidad disfruté de la muerte de mi personaje.

 

Por cierto, el muchacho que viajó a mi lado… sí, el del grito, era nada más y nada menos que Amílcar Boscán solista del conocido grupo “Guaco”."



De venta en papel y e-book en AMAZON

 


Un cuento del libro AVENTURAS CON LAS REDES SOCIALES de Jairo Carthy, ilustraciones de Lisardo Rico: "BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANOS EN LA RED"

 



 

Había una vez…

Una joven muy bonita llamada Blancanieves. Aunque su nombre hacía referencia a su piel tan pálida como la nieve, su verdadera belleza radicaba en su bondad y su curiosidad por el mundo. Blancanieves vivía en una gran ciudad, donde las redes sociales eran el pan de cada día y todos estaban conectados a través de sus dispositivos.

 

Un día, mientras navegaba en su celular, Blancanieves se topó con un grupo de siete amigos que compartían su vida a través de un canal de videos llamado “Los Enanos Digitales”.

 

Estos siete amigos eran muy diferentes entre sí, pero todos compartían una pasión por la tecnología y la creatividad. Se la pasaban cantando y subiendo muchas cosas en las redes sociales.  Tal era su pasión que asumieron unos nombres muy originales. Estos eran  “ROMY”, por Memoria Rom, siempre estaba tomando selfis y compartiendo consejos de fotografía; “SOFTY” por software, un experto en programación que siempre tenía un gadget nuevo que mostrar; “DATA” por los datos que se utilizan, hacía videos de comedia y siempre lograba sacar sonrisas; “HARDY” por el disco duro, siempre tenía sueño, pero le gustaba grabar relajantes sonidos de la naturaleza; “BLOGY” por los blogs que se publican en las redes sociales, siempre de mal humor, daba reseñas de videojuegos; “GADGY” por el uso de gadget, el más tierno de todos, hacía manualidades; y “NET” obviamente por la red, se dedicaba a enseñar como sacar mejor provecho a las redes sociales.

  

Blancanieves comenzó a seguirlos y se sintió inmediatamente atraída por su contenido y las bellas y contagiosas canciones y videos que subian, y pronto se convirtió en una de sus seguidoras más leales, a través de sus videos aprendió sobre la importancia de la amistad, la creatividad y, sobre todo, la autenticidad. Sin embargo, no todo era color de rosa.

  

Había una famosa influencer, llamada la Malvada Reina, que era hermosa y talentosa, pero también muy celosa. Cada día, revisaba sus estadísticas y se ponía furiosa si alguien lograba más “me gusta” o “seguidores” que ella. Cuando vio que Blancanieves comenzaba a ganar popularidad por sus interacciones con los siete enanos, se llenó de envidia, por lo que decidió usar su magia para deshacerse de Blancanieves. Así que, un día, publicó un video viral lleno de rumores maliciosos sobre ella, asegurando que Blancanieves estaba robando ideas y seguidores de otros. El video se volvió viral, y pronto, la reputación de Blancanieves estaba en peligro. La gente comenzó a dejar de seguirla y a criticarla sin conocer la verdad.

 

 

Desesperada y triste, Blancanieves decidió alejarse de las redes sociales. Se encerró en su habitación, sintiéndose sola y perdida. Fue entonces, que recibió un mensaje inesperado de los Siete Enanos. Ellos le recordaron lo especial que era y le ofrecieron su apoyo incondicional.

—No dejes que la Malvada Reina te afecte —dijo RE—. La autenticidad siempre brillará más que cualquier rumor.

—Podemos ayudar a que la verdad salga a la luz —propuso SOL— . ¡Vamos a hacer un video juntos!

 

Blancanieves, con el apoyo de sus amigos, decidió regresar a las redes sociales y todos juntos crearon un video sincero donde compartieron su experiencia, hablaron sobre la importancia de la amistad y la verdad, y expusieron la manipulación detrás del video de la Malvada Reina. Con su carisma y autenticidad, el video se volvió viral por las razones correctas y rápidamente, sus seguidores comenzaron a regresar.

  

La Malvada Reina, al ver que su plan había fracasado, se sintió aún más celosa y frustrada, por lo que decidió en un intento de derribar a Blancanieves, que tenía que actuar de manera más astuta y creó un perfil falso tratando de sembrar la discordia entre ellos y comenzó a acosar a sus seguidores,

 

Pero, Blancanieves y los Siete Enanos no se dejaron intimidar. Utilizaron su plataforma para hablar sobre el acoso en línea y cómo enfrentarlo. Con cada publicación, su comunidad se hizo más fuerte y unida.

 

Compartieron historias de apoyo y amistad, y comenzaron a recibir mensajes de agradecimiento de personas que habían pasado por experiencias similares.

  

Al final, la Malvada Reina se dio cuenta de que su magia no podía competir con la autenticidad y la bondad. Un día, mientras revisaba los comentarios de su último video, se dio cuenta de que la comunidad de Blancanieves había crecido tanto que se sentía parte de algo especial.

 

Por primera vez en mucho tiempo, la Malvada Reina, sintió un destello de esperanza y deseos de cambiar,  por lo que decidió hacer un video en el que se disculpaba con Blancanieves y reconocía que había estado equivocada. Al principio, los seguidores de Blancanieves estaban escépticos, pero Blancanieves, con su gran corazón, aceptó la disculpa y extendió una mano amiga.

—Todos cometemos errores —dijo Blancanieves en su video—. Lo importante es aprender de ellos y crecer juntos.

 

La comunidad se unió para apoyar a la Malvada Reina en su camino hacia la redención. Así, de la unión y la comprensión, surgió una nueva amistad. Con el tiempo, la Malvada Reina también se convirtió en una aliada y comenzó a trabajar junto a Blancanieves y los Siete Enanos en proyectos que promovían en línea ideas para mejorar la comunidad.

 

Y así, en un mundo donde las redes sociales podían ser un campo de batalla, Blancanieves y los Siete Enanos Digitales demostraron que la verdadera magia reside en la amistad, la autenticidad y el apoyo mutuo.

(...)



Del libro AVENTURAS CON LAS REDES SOCIALES de Jairo Carthy, ilustraciones de Lisardo Rico.


El escritor y actor venezolano Jairo Cathy, que recientemente nos sorprendió con un divertidísimo libro de humor contando sus anécdotas como actor de teatro y cine, Cómo soportar la vida con Humor, nos sorprende ahora con un inteligente y entretenido libro infantil para las niñas y niños del siglo XXI: Aventuras con las Redes Sociales, con ilustraciones maravillosas a todo color de Lisardo Rico.


Este libro, además de presentar cuentos originales del autor, nos sorprende con una original versión de cuentos clásicos de la literatura infantil, como Blancanieves La Cenicienta, ambientados en la época actual.


Un libro inteligente, divertido, educativo, lleno de dibujos para colorear con los personajes del mismo, que enseña valores positivos sin por ello evitar la risa, la picardía, el humor.


 

Un libro para las niñas y los niños de hoy,  en versión papel y e-book,  de venta en AMAZON