El libro María Teresa Castillo-Carlos Giménez-Festival Internacional de Teatro de Caracas 1973-1992, homenaje a los 50 años del primer FITC, a los 30 años de la muerte de Carlos Giménez y a los 11 años de la desaparición de María Teresa Castillo, esos seres mágicos que fueron quienes lo inventaron y lo dirigieron durante 20 años, es el resultado de la unión de un equipo de personas maravillosas que se unieron para hacerlo posible, donando su arte, su tiempo y su dinero: el poetaJosé Pulido (prólogo); el artista multimedia Rolando Peña y la directora de arte Karla Gómez (portada); la gerente cultural Carmen Carmona (producción general); el fotógrafo Roland Streuli (fotografías) y la escritora Viviana Marcela Iriart, en idea, edición, entrevistas y producción general.
El poeta José Pulido, en una parte de su magnífico prólogo, nos cuenta:
“María Teresa parecía un terremoto de entusiasmos. Nada era imposible para su voluntad de generar actividades que semejaran siempre una siembra fundamental. Ella se desvivía por demostrar la espiritualidad del país, la inteligencia del país, la fertilidad intelectual del país.
Es de imaginar lo que ocurrió cuando ella y Carlos Giménez se conocieron y se juntaron en torno a un objetivo, amando el destino del arte.
Porque Carlos Giménez era un terremoto de entusiasmos: nada era imposible para su voluntad de generar actividades. Él la miró y le dijo: “Hagamos buen teatro, señora María Teresa”. Y ella también lo miró y de una vez le dijo: “hagamos eso, muchacho querido”.
El libro cuenta con catálogos del FITC, textos de Carlos Giménez y María Teresa Castillo y valiosos testimonios de personalidades de la cultura mundial: la dramaturga y escritora Elisa Lerner; el director del diario El Nacional, Miguel Henrique Otero; el dramaturgo José Gabriel Núñez; el director y dramaturgo fundador del Theja, José Simón Escalona; el escritor y crítico Rodolfo Izaguirre; el diseñador de iluminación y gerente cultural mexicano, Ángel Ancona; la cofundadora de la Compañía Nacional de Teatro y gerente cultural, Elaiza Irizarri; el cineasta y escritor Alberto Ferreras; la actriz, directora y productora Teresa Selma; el actor y docente Roberto Moll, la dramaturga Indira Paez; la ex directora general del CONAC y escritora, Norka Valladares; el dramaturgo y director Elio Palencia; el actor y productor Karl Hoffman; el artista multimedia José Augusto Paradisi Rangel; la actriz y docente Francis Rueda; el director y gerente cultural José Luis Montero Conde; la gerente cultural francesa Bernardette Chaudé; el actor y cofundador de Rajatabla, Juan Pagés; el director de Rajatabla, William Lopez; el director y fundador del Theatron Centro Dramático, Rodolfo Molina; el director y dramaturgo José Dominguez; la consejera académica y gerente cultural Marta Queralt Vila; el dramaturgo y director Daniel Uribe; el actor y director Aníbal Grunn; el productor y escritor Armando Africano; el actor y productor Ángel Acosta; el actor argentino Alvin Astorga; el ex director de la Casa del Artista, Juan José Bartolomeo; el gerente cultural Marcos Belisario; el director y fundador del grupo Bagazos, Gerardo Blanco; el músico cubano Juan Marcos Blanco; el actor Roberto Calvarese; el realizador de escenografía Esmeiro Herrera; el diseñador de iluminación Jose Jimenez; el actor Vito Lonardo; el fotógrafo Nicola Rocco; el actor Gerardo Luongo Zoppi; el actor y director Alfonso Rey; el actor Manuel Villalba; la ex empleada del Ateneo de Caracas, María Magdalena Leseur Maldonado y testimonios del equipo realizador.
La muerte del General Gómez que había gobernado al país con mano de hierro e, inclemente crueldad a sus opositores, a un país que, mayormente, no tenía conciencia de la abrumadora riqueza petrolera que atesoraban los hondos sótanos de la tierra, permitió a los venezolanos respirar con más afabilidad. Ya no se castigaba, por ejemplo, porque hubiera algún periódico con humor. Y, hubo otro milagro, entre un pueblo pobre que apenas cubría sus pies con unas toscas alpargatas, negras, la aparición en la vida pública de jóvenes mujeres admirables que, casi en un santiamén, con su pujanza, su inteligente entusiasmo, quisieron lavar de sufrimientos y de ignorancias el rostro, recientemente, tan ofendido y humillado del país. En gran parte, comenzaron a lograrlo. Una de ellas, María Luisa Escobar, compositora de canciones preciosas, hacia 1.932, todavía el General Gómez bien despierto en medio de su zoológico de Maracay, se había atrevido a fundar el Ateneo de Caracas donde se reunían escritores, poetas para tertulias de fuste. Y, acaso, un murmullo en el corazón contra una tiranía que llevaba muchos años. Ante ese estado de cosas, María Teresa Castillo, una joven venezolana, de muy abierto talante, comenzó a interesarse en la política y, desde temprano, supo admirar como verdaderas las ficciones de los escritores.
María Teresa era una chica guapa, de ojos grandes y expresivos. Fue mujer regalada por dones. Siempre firme, sin titubeos, para lo que se propuso. Hubo en ella, una virtud que la hizo fluida y convincente para la comunicación con los otros. Tenía lo que los venezolanos llamamos “labia”. En un tiempo donde las mujeres solo secreteaban dentro de la casa, acaso María Teresa al escuchar la discusión de los hombres en torno a política, conversar sobre libros, supo ganarse un propio discurso, una voz protegida de un tono familiar y cercano. Lo desplegaría en el momento oportuno. Le sería de utilidad. Ese acento estaba iluminado por una sonrisa amistosa. Además, a su labia, a su buen hacer en la conversación la acompañó, pese a una innata seguridad en sí misma, la simpatía y, el pragmatismo. Nunca se fue por las ramas. Fue cálida y, al unísono, lacónica. Siendo de buena presencia, un revés sentimental la hizo viajar, un rasgo de la valentía que fue una de sus razones de ser, a marcharse a Nueva York. No fue en balde. Aprendió a ser costurera. De regreso al país, estuvo detenida un año en una jefatura civil. Naturalmente, por razones ideológicas. Para ella, en ese entonces, sus amigos de la izquierda fueron una Academia. Tampoco en balde. Al fundarse el tabloide “Últimas noticias”, una lección de periodismo en sus años inaugurales, es una de las primeras mujeres que sale a la calle porque es reportera. En “Últimas noticias” conoce a una Ida Gramcko muy jovencita, bella, iniciándose en el periodismo y entrevista a Margot Benacerraf, cuando aún faltan muchos años para que filme “Araya”. En el popular tabloide conoce a fondo las tripas del diarismo. No solo eso. Con su amiga Anita Massanet funda para “Radio Continente” el primer programa radial a cargo de mujeres. Ahí María Teresa pone a prueba, un espíritu para la empresa y, la vocación para llegarle a la gente. A veces va al Bar Windsor, de Los Caobos, la búsqueda de Miguel Otero Silva, quien entre chanzas y tragos con los amigos, recoge material e inspiración que, de seguro, le servirán para llenar columnas del próximo ejemplar de “El morrocoy azul”, exitosísimo semanario humorístico de ese tiempo. El amor, el gran afecto surgido entre María Teresa y Miguel, acaso, no es una novedad. Ambos son de la misma generación, han sido impertérritos antigomecistas, son de un momento en que la ideología es primordial, los dos guapos. Sin embargo, los años treinta, tan movidos, tan azarosos, no les había dado ocasión para el intervalo del amor. Siendo “El Nacional”, una felicísima realidad, no tardan en casarse. El matrimonio tiene lugar hacia 1.948 en el apartamento primoroso de dos destacadísimos periodistas de “El Nacional”, Ida Gramcko y José D. Benavides. María Teresa, la andariega reportera, una dinámica mujer que no conoce treguas se toma diez años de vida casera, para la crianza de sus dos hijos, Miguel Henrique y Mariana. Eso no quiere decir que María Teresa se haya despedido del arte. Hacia 1.952, a la salida de una función privada de “Antoine et Antoinette”, encantadora película de Jacques Becker, oigo a María Teresa discutiendo vivamente sobre la película con la escritora Antonia Palacios, su amiga del alma, su amiga de toda la vida, su hermana del corazón.
Es imperioso en mujer tan inquieta que vuelva a la actividad. Ya sus dos niños no son unos críos. Puede hacerlo. Le viene una oportunidad de oro cuando es elegida Presidenta del Ateneo de Caracas. Y, es oro lo que María Teresa cosecha. La llamada antigua Casa de los Ramia, casi al frente del Museo de Bellas Artes, ahora domicilio del Ateneo de Caracas, es también refugio maravilloso para gran parte de la intelectualidad de entonces. En el teatro del Ateneo, se presenta cine de vanguardia. Y, un joven argentino, Carlos Giménez, tiene un éxito espectacular con el montaje de un musical llamado “Tu país está feliz”. Será también el cerebro para los ciclos admirables de Teatro Internacional que habrán de darse en Caracas. Gracias al necesario apoyo de nuestra democracia y, del entrañable liderazgo cultural de María Teresa Castillo. Forjado, junto a las primeras luchas por la libertad, a finales de los años treinta del pasado siglo.
María Teresa adoraba y, admiraba con fervor a Miguel Otero. Pudo, cómodamente, ser solo la señora Otero Silva, que no era cualquier cosa. Sin embargo, en su “almacén de memorias”, no habría perecido el recuerdo que, quizá, tuvo por Rosa Luxemburgo, la gran líder socialista judía, implacable en su lucha, pero tierna como ninguna en sus cartas de amor. María Teresa Castillo, con un Ateneo abierto para todos, con una casa unánime, anfitriona sin ambages, se construyó como entrañable luchadora cultural democrática. Emociona recordarla. Al unísono, recordamos tiempos felices para nuestro país.
Elisa Lerner es una narradora, dramaturga, ensayista, cronista y diplomática venezolana. Fue fundadora del grupo literario Sardio. En 1999 fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura. En 2018 fue elegida Miembro Honorario de la Academia de la Lengua Venezolana. En 2019 fue investida como Doctora Honoris Causa por la Universidad Metropolitana de Caracas. Una de sus obras teatrales más famosas es Vida con Mamá, ganadora de varios premios. Su libro Crónicas Ginecológicas ha sido un gran éxito en Argentina, donde se ha reeditado varias veces por la editorial "Los cuadernos del destierro".
Venezuela pertenece todavía al contexto de aquellos países en los que proyectar una empresa cultural es algo fácil. Nuestra capacidad de entusiasmo sigue intacta y no es tarea imposible reunir un grupo que formule ideas novedosas y que se lance a la realización de las mismas. Lo difícil es el desarrollo y la permanencia en desarrollo.
Lo difícil es destruir la rutina sin matar la idea. Es no perder la capacidad de asombro en el desarrollo de la misma idea. En resumen, es difícil la ejecución de un proyecto a largo plazo. Pareciera que superadas las primeras etapas, el impulso desaparece y el oscuro fantasma de la rutina se apodera de los protagonistas. La empresa cultural se debilita, sus padres iniciales se ausentan sin dejar sustitutos y el proyecto languidece. Se enfrenta una entonces a dos terribles perspectivas: la desaparición física y espiritual del proyecto o su supervivencia estática. Es decir la existencia física sin el desarrollo espiritual. Instituciones con vida vegetativa. Existen sin ser, la comunidad las ignora y son sólo el reflejo de esas mismas inconstancias en la vida cultural de nuestros pueblos, que ellas intentaron modificar. Por eso mismo, es tan esencial, tan significativo, asistir sin indiferencia a la supervivencia activa de empresas culturales que, integradas a la comunidad han logrado vencer la rutina, escaparse del contagioso entusiasmo inicial y radical, su trabajo en el descubrimiento diario, en la relación estrecha del país y la empresa cultural.
Que la Cinemateca Nacional cumpla 15 años, que el Nuevo Grupo arribe a sus 12, que el Museo de Arte Contemporáneo y la Galería de Arte Nacional marchen con paso seguro hacia el desarrollo de sus metas, que Rajatabla entre vital a su segunda década, que Danzas Venezuela y la Orquesta Sinfónica Nacional se sitúen a la vanguardia de estos logros, no son hechos aislados ni casuales. Algo ha pasado en el país que debe ser motivo de reflexión.
Educación, arte y cultura son hechos políticos. Cada uno de ellos constituye un estamento singular e imprescindible en la vida social de los pueblos. Sin educación, la base prioritaria de cualquier proyecto político, un pueblo no encuentra su lugar en el presente y extravía su futuro. Educación significa integración crítica con individuos preparados para la participación activa, conscientes de sus deberes y derechos. Educación para el conocimiento de lo venezolano y de lo universal.
La cultura es el acceso del ser humano al disfrute del pensamiento. Un ser humano participa y accede a la cultura cuando es capaz. Sensiblemente capaz de disfrutar con alegría el hecho creador. El verdadero ejercicio de la educación y de la cultura constituyen la manifestación más vital del espíritu democrático de un sistema político. Casi diríamos que ideológicamente deberíamos imaginar un sinónimo que integrara estos tres conceptos: educación, cultura y democracia. Sin las dos primeras la tercera sería siempre una utopía.
El arte, ese complejo nivel de la creación humana, es por sí misma condición inquieta y fascinante. No busquemos en él una acción didáctica primaria. Su misión consiste en explorar el espíritu provocando reacciones que originen un enriquecimiento del individuo. En este aspecto, el Arte buscará siempre la revolución del cuerpo social, su transformación y la elevación de la condición humana.
Educación, Arte y Cultural, aspectos determinantes en la edificación de un país. Venezuela asiste hoy al desafío de centrarse con rigor en la construcción de su futuro. Por ello, que al convocarles al acto con que damos comienzo a la celebración del Cincuentenario del Ateneo de Caracas, hemos creído oportuno reflexionar sobre estos temas que constituyeron la razón de su fundación, de su existencia presente y futuro. Cada uno de ustedes y la comunidad en general, conocen la trayectoria del Ateneo de Caracas. Sería inútil hacer un inventario de lo hecho. Nuestra labor es parte de la historia contemporánea de Venezuela, y sólo esperamos que a la hora del balance las generaciones futuras la juzguen con benevolencia. Nos ha tocado vivir una época violenta, de transiciones fuertes, desordenada e incontenible. El Ateneo de Caracas nace en la última década de una dictadura feroz, y crece y se desarrolla con una democracia. Con ella ha vivido las contradicciones del proceso. Con ella requiere reflexionar, asentar el pensamiento y lanzarse de lleno a la continuación de la tarea.
Cumplir 50 años ya no es simplemente un acto de fe. Es un serio y grave compromiso con el país. En este medio siglo hemos abierto puertas por las que han surgido hombres y mujeres, pensamientos y obras. Es imposible retroceder. En la pedagogía, en la difusión y el arte de crear hemos generado compromisos hacia el futuro. Una institución que como el Ateneo de Caracas se afirma, crece y trasciende por el apoyo incondicional de los artistas de todas las disciplinas y tendencias, que recibe el respeto y la ayuda de los gobiernos democráticos sin excepción, que se relaciona con todas las ideologías que propugnan desde distintos ángulos el proceso y la felicidad de Venezuela, no puede cumplir medio siglo de vida limitándose a realizar una simple evaluación de datos y cifras: nuestro compromiso y nuestra inquietud es por mañana. El principal motivo de nuestra reflexión. ¿Hemos contribuido lo suficiente a este difícil proceso de desarrollo nacional? ¿Hemos integrado con los demás organismos educacionales, culturales y artísticos una reserva moral que rescate los valores de la identidad venezolana? ¿Cuál es nuestra posición frente a este evidente crisis del “espíritu” que azota al mundo y la cual se evidencia a distintos niveles de la vida nacional?
Estamos a punto de inaugurar un formidable complejo que servirá de sede a las actividades diversas del Ateneo de Caracas. Desde allí estaremos en condiciones de proyectar con mayor audacia y dinamismo esta experiencia singular que es el fruto del esfuerzo mancomunada de la iniciativa privada y el apoyo del estado. Y es ahora, en estos momentos, en que aparentemente deberíamos sentirnos tranquilos, casi a punto de lograr una de nuestras más caras ambiciones, cuando la inquietud crece. Ahora, más que nunca, el Arte y la Cultura deben ser vigilantes guardianes de su propia independencia. Independencia para contribuir sin ningún dogmatismo a los esfuerzos de todos los sectores que integran la comunidad a la que nos debemos. Burocratizar la cultura es matarla. Brindarle comodidades materiales sin acentuar su urgencia de experimentación, su curiosidad, su asombro, es negar su esencia.
Por ello, al cumplir cincuenta años el Ateneo de Caracas, quiero dirigirme especialmente a tres sectores de la vida nacional. Quiero hacerlo desde la autoridad moral que sólo nos otorga nuestro amor por Venezuela. No existe ninguna calificación especial que nos distinga, sólo hemos intentado servir, con un sentimiento de audacia que es parte de nuestra integridad venezolana. Porque a veces es audaz creer en una misma y ver crecer por el trabajo, la alegría y el dolor de artistas y hombres y mujeres de la cultura, una empresa que se sobrevive a sí misma, que se modifica y que sólo tiene una pasión: el país.
Quiero, en primer lugar, dirigirme a los artistas y los hombres y mujeres de la cultura: ellos y ellas han hecho el Ateneo de Caracas cada día, cada uno de estos 50 años tienen nombre, rostros, gestos, obras, palabras. Son los venezolanos que desde distintas disciplinas y posiciones han dado lo mejor de sí mismos para esta aventura. Nada han perdido en cambio. Y poco se le ha dado. La Plástica, el Teatro, el Cine, la Literatura, la Infancia, la Juventud, la Música, han sido parte de este torbellino que buscaba su sitio en el país. El Ateneo de Caracas no existe sin ellos. El Ateneo de Caracas es el fruto de la maravilla y el talento de esos hombres y mujeres que adivinan el mañana. A ellos quiero decirles que no deben jamás renunciar a este derecho de patrimonio que deben ejercer sobre el Ateneo de Caracas. La singularidad de nuestra institución la hace única en América. El Estado la sostiene en gran parte, la respalda y la respeta; los particulares la administran, la programan y la insertan en la vida nacional. Ahora que nuestras posibilidades físicas y económicas salen paulatinamente de una etapa de angustias e incertidumbre, ellos deben más que nunca ejercer su vigilancia crítica sobre el destino del Ateneo de Caracas. En la medida que así lo hagan, la institución seguirá siendo la tribuna abierta a la libertad del pensamiento, a la libertad del hecho creador.
Al Estado venezolano quiero agradecerle su visión de futuro. El Ateneo de Caracas, de manera irregular, pero constante, ha recibido el apoyo de los gobiernos democráticos. Ellos han entendido nuestra irreversible vocación de independencia. Nada se nos ha impuesto jamás. Y cuando alguien desubicado del país, de la estructura democrática venezolana, cegado por pequeñas pasiones, sin entender la causa común de la cultura, ha intentado negarnos esta conquista, el Ateneo de Caracas, apoyado por artistas, por la opinión pública, y lo que es más significativo, por los más altos estamentos del poder institucional, ha hecho valer su derecho. Ateneo es y debe seguir siendo signo de independencia política, de libertad cultural, de generosidad humana.
Al Estado venezolano quiero pedirle que jamás traicione estos principios. Porque aquellos modestos individuos que tenemos alguna responsabilidad en la vida de la comunidad, cumplimos nuestro proceso biológico y sólo queda la contribución que hayamos hecho a la causa de la cultural. Que siga siendo generoso cada vez más. Entendiendo la generosidad como un acto honesto de responsabilidad permitiendo que el Ateneo de Caracas e iniciativas similares florezcan, sin presiones, sin retaliaciones y que se ahonde la idea de la cultura como un acto civil, sin patrones ni dueños, patrimonio del hombre y la mujer venezolano.
Quiero pedirle que no renuncie jamás a la responsabilidad prioritaria y mayor que le compete en la educación de nuestro pueblo, en la difusión de su cultura y la protección de sus artistas. Que luchen y trabajen nuestros dirigentes políticos por dinamizar nuestra institución cultural; desburocratizar la administración y la promoción del arte y la cultura, la eliminación de los enormes aparatos en beneficio de la acción dinámica del promotor y del artista. Que nuestra clase dirigente se acerque a la cultura y conozca sus protagonistas, nuestras salas de conciertos y nuestras galerías de arte, nuestros conciertos y centros de instrucción serán motivos de preocupación constante para el político venezolano. Así se conocerá con inteligencia y verdad la identidad del pueblo. Estímulos como el recién aprobado convenio Conac-Asociación Venezolano de Profesionales del Teatro debe terminar en una ley que apruebe el Fondo Nacional del Teatro, y la Ley de Cine, y la de Artes Plásticas, y la de Previsión Social del Artista, etc.; y entonces el país sabrá que el ejercicio de la democracia es una responsabilidad permanente y un riesgo a defender en la mancomunada participación de todos.
Otra parte fundamental de mi pensamiento está dirigida al hombre y a la mujer de mi pueblo. A este ciudadano venezolano y universal que, inagotable de paciencia y de fe, sigue el derrotero histórico de su nación. Enfrentando al manotazo de la corrupción, la voracidad consumista, el desorden institucionalizado, sigue afirmando su antigua vocación de futuro. Es honda la capacidad de ternura de esta raza en la que confluyen todas. Es una ternura que nos hace particularmente sociales; nuestro humor corrosivo es un sentimiento crítico con el que enfrentamos una realidad que ambicionamos diferente.
Es con este venezolano con quien el Ateneo de Caracas tiene su deuda mayor. Es allí donde nuestras expectativas se han quedado cortas. Y aunque no nos competa por entero la misión, hubiéramos querido contribuir más a la transformación de su presente. En los barrios marginales de las grandes ciudades, en los pueblos abandonados del interior, hacia los cuatro puntos cardinales del país hay venezolanos que esperan su participación en los disfrutes de una nación inmensamente rica. Allí está intacta una reserva creadora inagotable: voces y manos artistas, pensamientos que intentan traducirse en obras, imaginación y sensibilidad que es herencia irrenunciable. Un mundo anónimo que exige luz.
Es mi deseo ferviente y único pedido a quienes dirijan en el futuro los destinos de nuestra institución, no descuidar nunca la relación del Ateneo de Caracas con su pueblo. Que nuestras puertas sigan abiertas a todos los venezolanos que, sin distinción de origen ni de condición, necesitan expresar sus inquietudes.
Ello sólo será factible si el Ateneo de Caracas no renuncia a sus características principales, una vida dinámica y una perseverancia crítica. Vivir integrados al país, a su esencia, a su identidad.
Perseverar enjuiciando de manera constructiva nuestra propia existencia y el desarrollo social, político, cultural y económico del país. Como casa de la cultura nada venezolano, nada universal nos es ajeno. Por ello hemos mantenido maravillosas relaciones con la universidad, a la que respetamos y queremos como el alma mater del pensamiento vivo de la Nación. Por ello deseamos el progreso y la expansión de los Ateneos de provincia como parte de una autonomía social de la cultura, y a los cuales trataremos de integrar nuevamente en una Federación más activa y fecunda: por ello nos interesa y nos preocupa la relación con la Confederación de Trabajadores de Venezuela y los Sindicatos; mucha tarea nos aguarda en este campo para lograr hacer de la cultura un hecho activo en la vida de nuestros trabajadores. Por ello nos inquieta la infancia, la orientación artística temprana en los centros naturales de educación, los espectáculos y la literatura que se acerquen con verdad al mundo de la niña y el niño venezolano. Por ello reclamamos de la televisión y de los medios de comunicación privados su cuota de responsabilidad en esta tarea de respeto a la inteligencia ciudadana. Por ello no cesaremos en nuestra preocupación para que la televisión y la radio del Estado se ubiquen como corresponde a la vanguardia de calidad de programación, audacia de difusión, objetividad de información y participación de todos los sectores de la vida nacional.
Debo confesar, sin falsa modestia, que tengo una esperanza profundamente ateneísta. Nuestra institución ha visto crecer lo que cariñosamente llamamos nuestros hijos e hijas. Son, en alguna medida, departamentos autónomos, que han llegado a generar una vida propia. La Biblioteca Pública Ateneo de Caracas, Rajatabla, el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral, el Taller de Creatividad Infantil, la Editorial Ateneo de Caracas, han proyectado la vida ateneísta dentro y fuera del país.
Cada una de ellas, nutrido en la experiencia, el cariño y el apoyo del Ateneo de Caracas, han realizado y realizarán su camino. Unos consolidados en su propia labor, otros luchando por abrirse sitio en esta difícil tarea de inventar cada día la manera de seguir al día siguiente. Gracias a ellos el nombre del Ateneo de Caracas ha estado presente en grandes eventos mundiales y en los más alejados rincones de la geografía venezolana. No ha habido privilegios que no hayan sabido ganarse. Tal vez allí descanse el secreto de sus éxitos. En la era del facilismo, de la oportunidad barata, de la fama trasnochada, supieron elegir la alternativa más difícil. Hay en ellos una garantía de futuro.
Por otra parte, en este año de grandes proyectos, el Ateneo de Caracas ha tomado la firme determinación de configurar una Asamblea de Socios acorde con los objetivos planteados.
Pensamos que es necesario desarrollar la participación activa de los miles de amigos, amigas y personalidades cercanas a la institución a través de este sistema, presente en los estatutos originales de 1931. En ese sentido, hemos empezado activamente el laborioso trabajo de contactar e inscribir debidamente la lista de personajes presentados a la junta directiva.
Finalmente, quisiera terminar mis palabras saludando a aquellos que sin haber nacido en esta tierra de todos, han sabido contribuir a engrandecerla. El Ateneo de Caracas ha querido ser refugio de los que sufren la diáspora y el exilio. Contra el enemigo del ser humano seremos enemigos implacables. Pero también hemos tenido la mano tendida para el que llegó no huyendo, sino buscando un sitio donde inventar su mundo. Esta ha sido su casa. Porque desde el origen de la Patria, Venezuela ha renegado del chauvinismo inútil y de la xenofobia estéril.
Inventar para la felicidad del ser humano. Esa ha sido nuestra aspiración en estas primeras cincuenta primaveras del Ateneo de Caracas. Se cumplirán muchas más y la aspiración será siempre la misma. Porque el nuestro es el deseo defensivo de la especie; su lucha permanente por hacer del conocimiento algo útil para la prolongación de la misma. En los albores del siglo XXI, con el ser humano al alcance de su primera escalada cósmica, recluirse en nuestra pequeña tarea parece absurdo, pero no es inútil. Allí donde está vivo el pensamiento seguirá vivo el riesgo, pero también la esperanza. Vale la pena asumir el primero y conquistar la segunda. Es una tarea de cada día. Es la que hoy con amor por Venezuela hemos venido a ratificar con todos ustedes, nuestras amigas y amigos más queridos. Muchas gracias.
María Teresa Castillo es considerada la Madre de la Cultura de Venezuela de la segunda mitad del siglo XX, por el apoyo incondicional que le brindó a centenares de artistas de todas las disciplinas de todo el país, sin distinción de raza, sexo, condición social, orientación sexual, nacionalidad.
En los años ’70 le dio apoyo y trabajo a cientos de artistas de todo el continente que llegaban a Venezuela huyendo de las dictaduras de sus países.
Fue una gran defensora de los derechos humanos y de todas las Artes. Su trabajo y sus opiniones fueron valoradas por artistas e intelectuales de todo el mundo. Recibió las más altas distinciones nacionales e internacionales por su labor de promoción de la cultura y las artes en Venezuela. En 1990 Carlos Giménez crea, junto con la Encyclopaedia Britannica de Venezuela, el Premio María Teresa Castillo a las manifestaciones artísticas y culturales de Venezuela.
Además de ser la fundadora y presidenta del Festival Internacional de Teatro de Caracas (FITC) en 1973 (junto a Carlos Giménez) y presidenta del Ateneo de Caracas desde 1958, fue periodista, activista contra las dictaduras de Gómez y Pérez Jiménez, activista por los derechos de la mujeres; creadora y/o presidenta de la Agrupación Cultural Femenina, la Asociación Venezolana de Mujeres, la Federación de Ateneos de Venezuela, Rajatabla, Celcit, entre muchas otras instituciones.
María Teresa participó en el Primer Congreso de Mujeres celebrado en Venezuela e integró diferentes organizaciones venezolanas e internacionales dedicadas a la paz y a la defensa de los derechos humanos.
Nació el 15 de octubre de 1908 en Cúa, estado Miranda, en una hacienda familiar dedicada a la producción de café. A los dos años murió su padre y junto a madre y hermana se trasladó a Caracas, en donde la situación económica familiar desmejoró.
En 1934 por su oposición al dictador Juan Vicente Gómez se exilia en Nueva York, donde trabaja como costurera en una fábrica. Regresa unos meses antes de la muerte del dictador. Unos meses después es encarcelada por distribuir propaganda revolucionaria y pasó un año detenida en la Jefatura Civil de La Pastora.
Aunque no pudo hacer la escuela secundaria, fue aceptada por su gran inteligencia en la Escuela de Periodismo en 1946, siendo una de las primeras mujeres periodistas y trabajó muchos años en el periódico caraqueño Ultimas Noticias.
En 1946 contrajo matrimonio con el escritor y periodista Miguel Otero Silva, amigo suyo desde 1928, cofundador del periódico caraqueño El Nacional, con quien tuvo un hijo Miguel Henrique y una hija Mariana Otero Castillo.
Presidió el Comité de Solidaridad con Nicaragua, fue vicepresidenta de Fundanalítica, integró el Comité Internacional para el Premio Mundial de la Cultura de la Unesco entre 1987 y 1988, fue miembro del Comité Asesor para la Celebración del V Centenario del Descubrimiento de América, de la Asociación Venezolana de Periodistas (1988-1989) y vicepresidenta del Comité Venezolano por los Derechos Humanos (1988-1990).
En 1989 fue electa diputada del Congreso de la República y se convirtió en la primera presidenta de la Comisión Permanente de Cultura de la Cámara de Diputados hasta 1992, e integró la Comisión de Desarrollo Regional de la Cámara de Diputados hasta la finalización de su mandato en 1994. Fue luego miembro del Consejo Directivo de la Fundación Teresa Carreño hasta 1992, del Consejo Nacional de Teatro y del Consejo Directivo del Museo de Bellas Artes. También fue pilar fundamental en la constitución de Amnistía Internacional en Venezuela en 1978.
Entre las múltiples condecoraciones que recibió están el doctorado honoris causa de la Universidad Nacional Abierta (UNA), las medallas Francisco de Miranda y Andrés Bello en primera clase y la Luisa Cáceres de Arismendi en su única clase, además del Honor al Mérito Teresa Carreño. En España le otorgaron la Orden Lazo Isabel La Católica y en Cuba la medalla Alejo Carpentier; así como la de educación en Chile. El Ministerio de la Cultura y de la Comunicación de Francia le confirió la Orden de las Artes y de las Letras.
Desde 1908 hasta 1935 Venezuela fue gobernada por el dictador Juan Vicente Gómez. Pero en sus últimos años de mandato hubo otro Vicente generando el nacimiento de un país más civilizado: Vicente Emilio Sojo. El maestro Sojo creó en 1930 la Orquesta Sinfónica de Venezuela y en ese mismo año fundó el Orfeón José Ángel Lamas junto con Juan Bautista Plaza, Eduardo Calcaño, José Antonio Calcaño y Moisés Moleiro.
También nació en 1930 la primera estación de radio: Broadcasting Caracas, que posteriormente se llamaría Radio Caracas Radio.
Todo eso parecía un anuncio de futuro, de creación, la búsqueda de un destino más acorde con los tiempos modernos. Otras voces. Músicos alborotados que además se la pasaban reunidos en la casa de la pianista y compositora María Luisa Escobar.
Músicos alborotados, poetas alborotados, pintores alborotados, bailarines alborotados, escritores alborotados. Por todas partes salían artistas, voces, cantos, formas, interpretaciones del momento.
Un año después, en 1931, se fundó el Ateneo de Caracas que dio origen a todos los ateneos de Venezuela. Así comenzó la cultura a tomar forma de país y el país a tomar forma de expresión cultural. Los venezolanos iniciaron la observación de sus virtudes, sus oficios, sus mejores expresiones.
El concepto de Ateneo fue la gran respuesta femenina a la dictadura de la ignorancia.
La primera presidenta del Ateneo de Caracas fue, precisamente, la pianista María Luisa Escobar y entre las asistentes a esos inicios se hallaba una joven de 23 años de edad llamada María Teresa Castillo. En el año 1958, cuando cayó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, fue nombrada presidenta del Ateneo de Caracas la señora María Teresa Castillo. Ella estuvo siempre a la altura de aquella pasión transformadora que hizo nacer los ateneos en Venezuela.
María Teresa parecía un terremoto de entusiasmos. Nada era imposible para su voluntad de generar actividades que semejaran siempre una siembra fundamental. Ella se desvivía por demostrar la espiritualidad del país, la inteligencia del país, la fertilidad intelectual del país.
Es de imaginar lo que ocurrió cuando ella y Carlos Giménez se conocieron y se juntaron en torno a un objetivo, amando el destino del arte.
Porque Carlos Giménez era un terremoto de entusiasmos: nada era imposible para su voluntad de generar actividades. Él la miró y le dijo: “Hagamos buen teatro, señora María Teresa”. Y ella también lo miró y de una vez le dijo: “hagamos eso, muchacho querido”. Se podría decir que de un breve diálogo así, entre esos dos seres, era natural que surgiera un gran proyecto. Una grandiosidad inolvidable. El Festival Internacional de Teatro de Caracas nació de esa manera.
LA EXPRESIÓN TEATRAL
Muy importante: la certeza de que Carlos Giménez pertenecía a la más encumbrada expresión teatral hizo que los mejores creadores del teatro, los sublimes y estremecedores teatreros del mundo, sintieran deseos de estar en América Latina mostrando sus creaciones, sus ideas, sus conceptos, su arte. Querían estar cerca de Carlos y de su grupo.
El grupo de Carlos no fue constituido solamente por el hermoso lazo fraterno denominado Rajatabla: también lo integraron todos los creadores que le acompañaron en diversos momentos y fortalecieron aún más su quehacer teatral. Este libro contiene esa realidad, esa experiencia que probablemente representa un momento histórico del teatro internacional.
En este libro las voces más sinceras expresan una temporada imborrable. Y alumbran con más claridad las figuras de Carlos Giménez y de María Teresa Castillo, dos personas que dedicaron sus existencias a otorgarle importancia a la actividad cultural, al trabajo del espíritu, al arte como medio para encontrar caminos perdurables y auténticos.
He ahí una razón para hacer un libro y juntar todos los detalles de esa gesta que mantiene su eco en los oídos del amor teatral. He ahí una razón de continente, de establecer una memoria para que en algún otro momento de la historia las nuevas generaciones sepan que hubo una grandeza de expresión artística, intelectual, digna de ser registrada y por lo tanto memorizada.
Afortunadamente, en beneficio de todos los conglomerados, siempre hay seres humanos especiales haciendo y rehaciendo la grandeza. Y cuando desaparecen se siente la necesidad histórica de decir que los queríamos y que los admirábamos porque parte de nuestra vida espiritual se formó, se alegró y se emocionó con lo que ellos soñaron y realizaron.
El teatro es uno de los corazones que palpitan en el ser humano, que mantiene la vida más allá de lo físico porque el teatro es un corazón espiritual hecho con las más antiguas expresiones de la música, del lenguaje, del cuerpo y del sentir. Carlos Giménez lo entendió así y desde el primer instante en que se dedicó al teatro fue un servidor de la escena, un duende de la escena, un trabajador de pasiones.
María Teresa Castillo era el refugio de los corazones, de las voluntades y los quehaceres en función del arte: ella era el espacio humano donde ocurría todo.
Ella era un sonriente Ateneo, un irreductible Ateneo. Madre cultural de tantos y tantos hijos. De tantos y tantos sueños.
JOSÉ PULIDO
Genova, noviembre 2023
Prólogo del libro "María Teresa Castillo-Carlos Giménez-FITC 1973-1992"
1945. Nace el día 1 de noviembre en Villa de Cura, estado Aragua, en plena sabana del sector denominado los Tanques, que posteriormente se transforma en zona industrial. Hijo de Eliseo Zapata y Victoria Pulido.
1965. Comienza a colaborar en periódicos humorísticos de Villa de Cura.
1971. Redactor del Diario El Sol, Valencia, estado Carabobo.
1972. Publica dos poemarios: Esto, y Paralelo lelo, editados por García e hijos. Caracas.
1975. Jefe de Redacción de El Diario Católico. San Cristóbal, estado Táchira, donde también se desempeñó como director encargado por varios períodos. Publica poemas en distintas publicaciones del estado, y en Zaranda, Ediciones de la Red de Bibliotecas Públicas del Estado Táchira. San Cristóbal. 1980.
1976. Le otorgan el Premio Regional de Periodismo. Gobernación del Estado Táchira.
1978. Jefe de Redacción del diario Última Hora. Acarigua, estado Portuguesa. Recibe el Premio Municipal de Periodismo. Concejo Municipal de Acarigua- Acarigua- Estado Portuguesa.
1979. Corresponsal de guerra en Nicaragua, durante los conflictos tras el derrocamiento de Anastasio Somoza, desde marzo hasta julio.
1982. Es elegido para el cargo de Secretario de Comunicación del Colegio Nacional de Periodistas (CNP), Nivel Nacional, Agosto 1982-Agosto 1983. Y Secretario de Comunicación del Colegio Nacional de Periodistas (CNP), Nivel Nacional, Agosto 1982-Agosto 1983.
1984. Redactor de las Páginas de Arte del diario El Nacional. Su experiencia como escritor aparece referida en el libro: Confidencias literarias de 35 escritores latinoamericanos, Ed. Rafael Cartay, Colección Ensayo, Dirección General de Cultura y Extensión Universitaria de Los Andes. Mérida. Recibe el Premio “Henrique Otero Vizcarrondo” que otorga El Nacional al mejor redactor; y recibe la Orden Andrés Bello, en su Segunda Clase. Invitado al Festival de Poesía de Bagdad. “Merbed”. Octubre- Noviembre.
1985. Jefe de las Páginas de Arte del diario El Nacional. Publica el libro con sus mejores entrevistas, titulado: Muro de confesiones, editado por la Academia de la Historia. Colección El Libro Menor. Caracas. Recibe la Orden Francisco de Miranda. Segunda Clase.
1986. Invitado al Festival de Poesía de Bagdad. “Merbed”. Octubre-Noviembre.
1987. Aparece su primera novela, Pelo blanco, Editorial Planeta, que relata parte de la historia de la Colonia Tovar.
1988. Miembro fundador del Festival de Música de Cámara de la Colonia Tovar. Y asesor de Prensa en la Semana Cultural Venezolana del Consulado de Venezuela en Brasil, Río de Janeiro. Sus cuentos aparecen en la antología: Detrás de esa columna de humo. Muestra de la narrativa en Caricuao, Editorial La Espada Rota. Redactor Especial y fundador del Departamento de Investigación de El Diario de Caracas.
1989. Aparece su segunda novela Una mazurkita en la mayor, Editorial Planeta, Finalista Premio Miguel Otero Silva de Novela, que cuenta la vida de Augusto C. Sandino y la guerra en Nicaragua. Es electo para el cargo de Secretario de Finanzas del Colegio Nacional de Periodistas, Seccional Distrito Federal, Agosto 1989 -Agosto 1990.
1990. Corresponsal Internacional de la Agencia Venezolana de Noticias (Venpres). Lima, Perú. Miembro del Directorio de la Agencia Nacional de Derechos de Autor del Trabajador de la Prensa (ADAP), Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP)- Caracas. Octubre 1989-Marzo 1990.
1991. Jefe de Información de Arte y Espectáculos. Diario de Caracas.
1992. Miembro del Comité editorial, fundador del suplemento cultural Bajo Palabra, editado por El Diario de Caracas. Jefe de Información y fundador del suplemento humorístico El Diablo de Caracas, editado por El Diario de Caracas.
1993. Sus entrevistas son objeto de estudio en el libro: Para desnudarte mejor. Realidad y ficción en la entrevista, deNelson Hippolyte Ortega, Editorial Monte Ávila Editores Latinoamericana, Colección Documentos, 1993. Es nombrado Director (encargado) de El Diario de Caracas.
1994. Publica sus poemas junto a Rafael Arráiz Lucca, Joaquín Marta Sosa y Enrique Viloria Vera, en la antología Linajes, Ediciones Pavilo, Caracas 1994. Nombrado por Salvador Garmendia como Jefe de Redacción de la Revista Imagen Latinoamericana.
1995. Nuevamente publica sus poemas en la antología: Cortejos, Ediciones Pavilo. Caracas 1995. En Italia incluyen sus cuentos en:
Narrativa venezolana attuale. (Consiglio Nazionale delle ricerche), A cura di Judit Gerendas e José Balza. Ulzoni Editore-Roma.
Una selección de sus poemas se incluye en: Antología de la poesía amorosa venezolana, Selección de Jesús Salazar, Editorial La espada rota. 1995. Viaja a Chile donde dicta una Conferencia en la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile. Octubre. Foro en la Zona Histórica de México, en representación de Venezuela. Anfitriones: Juan Villoro y Carmen Boullosa. Septiembre: Conferencia “Integración y Literatura”, Universidad de Los Andes. Bogotá. Colombia. Agosto: Conferencia sobre Literatura, Universidad Javeriana. Bogotá. Colombia. Agosto: Conferencia “Periodismo y Literatura”. Universidad Nacional de Bogotá. Colombia.
1996. Director-creador de El Otro Cuerpo, suplemento de El Ateneo de Caracas, encartado en El Nacional. Es invitado a participar en el libro: Fichero Presidencial. Presidentes y presidencias de Venezuela, de Manuel Caballero, Elías Pino Iturrieta y Diego Bautista Urbaneja. Ed. Contraloría General de la República. 1938-1996. 1996. (Ensayo).
Sale a la calle la antología: Vecindarios, que reúne a Rafael Arráiz Lucca, Joaquín Marta Sosa, Enrique Viloria Vera y José Pulido, Ediciones Pavilo. Caracas 1996. Asesor del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber.
1997. Jefe de las Páginas de Arte y Tendencias. Diario El Universal. Publica la cuarta antología junto con Rafael Arráiz Lucca, Joaquín Marta Sosa y Enrique Viloria Vera: Invocaciones, Ediciones Pavilo. Caracas.
1998. Se publica el libro de cuentos Vuelve al lugar que se te ha señalado, por el Fondo Editorial Contraloría General de la República. Y el ensayo: El deporte y sus cunas, Fondo Editorial 60 años, Contraloría General de la República. III Olimpíadas de la Contraloría General de la República. Olimpíadas de los 60 años. 1938-1998. Crónicas suyas aparecen en El libro del béisbol. Cien años de pelota en la literatura venezolana, Selección y notas de Federico Pacanins, Colección Quirón, Editorial Los libros de El Nacional.
Asistente Editorial de la Revista BCV Cultural, publicación del Banco Central de Venezuela.
1999. Publica Los mágicos, Editorial Monte Ávila Latinoamericana, finalista en la Bienal Internacional Francisco Herrera Luque. Participa en el libro de crónicas sobre artes plásticas: 25 Lecturas para 25 años, MACCSI, Contraloría General de la República. Caracas.
Publica el poemario Los poseídos, Editorial Pavilo, que recibió el Premio Municipal de Poesía del Distrito Federal en el año 2000, que otorga la Alcaldía de Caracas.
2000. Editor de la revista Circunvalación del Sur. Coautor del libro: El Mural de Zapata, Soledad Mendoza Editores. Sus crónicas aparecen en: Confines del Placer, Selección y Notas. Yolanda Pantin y Federico Pacanins. Federico Pacanins, Yolanda Pantin, Joanna Vegas Editores.
2001. Publica el poemario Peregrino de vidriera, Editorial Pavilo. Entrevistas suyas aparecen en el libro: Nueve Miradas, Bigott en sus 80 años, Ed. Bigott. Participa con sus entrevistas en el libro BCV 60 años 28 testimonios, 60 Aniversario del Banco Central de Venezuela.
Guionista de la telenovela A calzón quitao, trasmitida por Radio Caracas TV.
2004. Publica Duermevela (poesía), Editorial Pavilo. La canción del ciempiés (novela), La sal de la tierra, entrevistas y retratos de Vasco Szinetar, Colección Ediciones Especiales, Banco Central de Venezuela, Caracas.
2007. Publica la novela El bululú de las ninfas, Editorial Alfa, Colección Orinoco.
2011. Publica Gustavo Dudamel, la sinfonía del barrio (biografía), en la colección Libros de El Nacional.
2012. Publica la novela El requetemuerto, en la Colección Vértigo, Ediciones B. Forma parte de la Antología en homenaje a Miguel de Unamuno, que se publica como parte de la programación del XV Encuentro de Poetas Iberoamericanos en Salamanca, España.
2013. Los héroes son villanos tímidos, una recopilación de sus cuentos aparece publicada por Otero Ediciones.
2013-2106: Sigue publicando sus poemas y narrativa en diferentes medios digitales. Continúa realizando reportajes.
2017: Se radica en Génova, Italia.
2019: Recibe en Milán, Italia, el Premio Orchidea d´Argento alla carriera.
2017-2023: Realiza lectura de sus poemas y conferencias sobre la poesía venezolana en diferentes ciudades europeas. Sigue realizando reportajes y escribiendo.
2023: Es nombrado Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua.