la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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JOSÉ PULIDO: ELISA LERNER: MUSA Y VOZ DE LA REPÚBLICA LITERARIA

 

 

foto Efrén Hernández

 


 

Elisa Lerner puede inundar tu existencia como si pudiera transformarse en una emanación líquida. Entra en la sangre, circula, ardiente y graciosa, irónica y cortante, despertando emociones. Y te hace ver la realidad con otra inteligencia. Eso es: ella nombra la realidad de otra manera y uno la percibe como si recibiera una civilización que se creía extraviada. Basta leer una sola de sus frases. Y si tienes la suerte de conocerla en persona la fascinación será determinante. 


Nunca llegará un tiempo de olvido para la escritura de Elisa Lerner; no habrá jamás un alejamiento de lectores para ella. El ser humano siempre anda buscando una fascinante orilla donde recalar y descubrir lo que desconoce. Y la poética que predomina en su oficio de escritora es como un faro que tarde o temprano atrae a los exigentes. A los lectores que verdaderamente necesitan ese algo más que el arte de escribir logra añadir a las palabras.


Tampoco podrán comerse sus páginas y borrarlas de las bibliotecas los insectos que devoran el papel: termitas, pescaditos de plata, la polilla, los diminutos escarabajos, que atraviesan con troneras y grutas todos los tomos de la cultura universal. Porque las bibliotecas digitales son una memoria imposible de masticar. Y Elisa será protegida por las nuevas tecnologías. Es una señora sagrada. Su talismán, el cine, ha sobrevivido a todas las generaciones pesimistas, dictatoriales, equivocadas y catastróficas del siglo veinte y lo que va del siglo veintiuno.


 

SU ESTILO


En la novela “La señorita que hablaba por teléfono” se pueden encontrar muchos tesoros verbales:


“En el rectángulo de la esquina seguía incólume la plaza de La República. Ahí el sol parece trajeado por nubes como arrancadas de un velo de novia. No es ese verdugo sin cordura tan frecuente en el trópico. Mi infancia cree recordar, entre los parterres, criadas de uniforme azul ligeramente grisoso y delantales blancos. Trastienda del deseo de los hombres sus traseros muy orondos, sol amigable y tibio instalado en lo bajo con intimidad de vida. Y como en las camareras inglesas de Mayfair una cofia igual de blanca: rosa amputada que ha encontrado cobijo en sus cabezas”.


En Carriel para la fiesta escribió así:


“En mi personilla, el sufrimiento de la gordura y el sufrimiento del arte se convierten en la misma cosa. No ha sido la influencia de un Kafka o de un Cortázar lo que me ha conducido a un envidiado triunfo literario, sino henchidos platos de avena Quaker, rebosantes tazas de chocolate. Una mujer gorda no tiene a nadie a su lado. Una mujer gorda, sueña siempre. Escribe siempre. ¡Triunfa!”.

 


VOCES QUE RESUENAN

 


De su escritura han hablado los seres más luminosos y elevados. Monstruos del habla, grandes escribidores. Pero ella ha permanecido casi encerrada en sí misma. No se aferra a esos reconocimientos, aunque los respeta.


En una carta fechada el 1 de febrero de 1979, Julio Cortázar le hizo a Susana Rotker, este comentario: “Excelente el monólogo de Elisa Lerner. Díselo si la ves”.


Alicia Perdomo, quien analizó minuciosamente su escritura y personalidad, escribió lo siguiente:


“La escritura de Elisa Lerner es importante porque, por una parte, el conjunto de su obra es una lectura de la historia cultural política y social de Venezuela.  Elisa Lerner ha sido, y es, una sagaz lectora y ha comprendido los procesos que mueven a esta sociedad. También, por otra parte, porque ella recurre a las estrategias literarias del siglo XX; recoge todos los géneros y los revisita logrando articular los vacíos historiográficos en la narrativa de su país”.


Manuel Puig comentó un día, hablando sobre su amiga Elisa Lerner: “Comparto su realización estética y ese modo de usar la ironía sin quedarse ahí, yendo más allá”.


Eugenio Montejo especificó su admiración en un prólogo que podría servir para todos los libros de Elisa:


“La escritura de Elisa Lerner parece estar guiada por un ojo que, sin distraerse propiamente de ver, se muestra destinado sobre todo a oír. Tal vez sea por esto que las palabras, además de sus significados, trasmiten la impresión de haber sido elegidas por su misterio acústico, por la forma como mejor se adaptan al tempo que gobierna cada párrafo. De los reconocidos dones de su escritura, por cierto, una de las más personalizadas y singulares con que cuentan nuestras letras, el distingo que más a menudo sobresale es el de su habilidad para armonizar las frases, el modo de afortunado acompasamiento mediante el cual se van nombrando las cosas”.


Emir Rodríguez Monegal también valoró el oficio de Lerner, pero ella prefirió no escucharlo:


-Entre los 16 y los 23 años escribí un libro de relatos, pero en el camino se perdió. Y comencé a escribir crónicas y teatro y tenía una novela que se desarrollaba en NuevaYork. Cuando conocí a Emir Rodríguez Monegal él se interesó en la novela, yo le leí unos capítulos y me dijo que ahí había una novela estupenda. Pero cometí el error de leérsela a otra persona, porque era como un elogio desmesurado ese comentario viniendo de Rodríguez Monegal para una joven venezolana, y la respuesta no fue buena, entonces me desanimé, no seguí el libro y eso me apartó de la narrativa. Después, quizá por la muerte de mi mamá, la enfermedad, los cambios en el país, me fui hacia la narrativa.


SALAMANCA


Carmen Ruiz Barrionuevo​, directora de la cátedra Ramos Sucre de la Universidad de Salamanca, “una mujer sumamente humana y muy sabia, entrañable”, escribió un ensayo diciendo, entre otras cosas, lo que se lee a continuación:


“Elisa Lerner (1932) es un ejemplo, dentro de la literatura venezolana, de acentuada inquietud por el desbordamiento de los géneros de la escritura. Muy recordada por su faceta de dramaturga desde el estreno en 1960 de Una entrevista de prensa o La bella de inteligencia, también publicada en ese mismo año en la revista Sardio grupo de vanguardia en el que se integró. Le han seguido otras varias obras dramáticas como El país odontológico (1966), La mujer del periódico de la tarde (1976), En el vasto silencio de Manhattan (1964), El último tranvía (1984) y Vida con mamá (1975), todas ellas recuperadas hace pocos años junto con La envidia o la añoranza de los mesoneros en un único volumen que, con el título de Teatro (2004), prologó Rodolfo Izaguirre.


Entre todos esos títulos, sin duda la que le ha dado mayor fama es Vida con mamá, en la que se entrelaza un ininterrumpido diálogo entre una hija y una madre de la ajada aristocracia venezolana, cuyo pasado se confronta con un presente inexorable. En ese espacio dramático, sobrio y desvaído, algunas imágenes olvidadas emergen como fantasmas irrecuperables de lo que ya pasó, como el “traje de novia”, atuendo que evoca distintas vivencias en las dos mujeres, y si la madre setentona destaca que las novias se tomaban retratos con collares “nítidos y disciplinados” en referencia al “ordenamiento a que estaban expuestos los que se casaban” (Teatro: 161), la hija, ya en la cuarentena, ironiza acerca del paradero de tan “dudosos collares” trascendiendo en una crítica que va más allá de sus experiencias cotidianas, pues se llega a preguntar inquisitiva: “El diálogo ¿siempre ha sido un desprestigio en el país?” (Teatro: 162). Tras ese intercambio de frases, chispeante, inconexo adrede, como muestra de su desacuerdo, brotan temas tan trascendentes como el paso del tiempo, la mudanza de las costumbres que ha relegado sus vidas a meras antiguallas: lo que pudo ser y ya no fue adopta en el recuerdo la forma de una visita eternamente esperada”.


-En Salamanca dejé una extraordinaria amiga, la profesora, escritora, ensayista e investigadora, doña Carmen Ruiz Barrionuevo, fundadora junto a Gustavo Arnstein -y colaboración de José Balza- de la Cátedra de la Literatura Venezolana Ramos Sucre. Fue su directora durante muchos años. También, buena amiga, la profesora y fina poeta, María Ángeles Pérez López- comenta hoy Elisa.



 

TRES CINÉFILOS


Elisa, Manuel Puig y Guillermo Cabrera Infante, conformaron una amistad entre escritores que amaban el cine. Elisa recuerda al autor de Tres tristes tigres:


-El maestro Cabrera Infante estaba orgulloso de su origen judío. En una semana de homenajes que se le hizo en una Fundación (creo ya desaparecida: Sánchez Ruipérez), recordó que su familia provenía de un pequeño pueblo español de origen judío. El pueblo se llamaba Cabrera. Recordaba con enorme afecto a sus amigos judíos de juventud en La Habana. Hollywood, en parte, creo que para él era una metáfora judía. Agradeció a las autoridades franquistas que no le hubieran dado residencia finalmente en España.  Prefirió Londres como exilio y ver a los españoles estrictamente cuando le urgían compromisos en Madrid.  En mí quizá apreciaba la mescolanza judía-caribeña.  Le oí reír más de una vez las pocas veces que le llamé; en un momento no lo hice más, abrumada por cosas que debía resolver y creyó que ya me había ido para Venezuela.

Visité a Cabrera Infante en Londres y a veces le llamaba desde Madrid. Ahora entiendo más que nunca el serio dolor que le embargaba.  Recuerdo que su último saludo para mí fue: “Lerner, Hollywood”.


 

LA BREVE FAMILIA


 

-Viviste de alguna manera la Venezuela que fue refugio para los crudos recuerdos de los campos de concentración, del sufrimiento judío. ¿También lo escribiste?


-No recuerdo haberlo escrito. O, muy de pasada. Mi padre llegó al país de seguro acorralado por la depresión económica del año 1929 del pasado siglo que dejó su nefasta secuela en un confín tan lejano como Nova Solitza, una pequeña ciudad de la Besarabia, entonces de Rumania, en la frontera con Rusia. Antes su hermano mayor había probado suerte por diez años en los States, regresó para casarse con una chica del lugar. Eran tres hermanos, luego emigró, aunque era el más mundano, a lo que ese momento era conocido como Palestina. Mi padre, de esencia tan religiosa, inexplicablemente tomó rumbo para Venezuela. El menor se quedó con los padres y corrió la peor de las suertes. Recién casado, murió junto a su joven mujer y sus padres me figuro ya no tan jóvenes, baleados camino del campo de concentración de Transnizia. De esta última noticia tan penosa me he ido enterando con mayor precisión al paso de los años. Mis padres eludían mencionar los “lagers”. Mi madre se resistía viajar a los trópicos. Llego finalmente en 1931 con mi hermana Ruth, una niñita de tres años y medio. Ella era de una ciudad considerada importante, de habla alemana, Chernowitz (Bucovina), ahí habían convivido diversas culturas bajo el sabio mandato del Kaiser Francisco José a quien evocaba amorosamente bajo el nombre de Kaiser Franciolo. Todo ese mundo idílico pareció terminar al final de la primera guerra mundial. Quizá con la guerra mi madre no llegó a culminar el “gimnasium” sino que vino la pobreza, la ruina para la familia. Ella solo recuerda con algo de sosiego los viajes que para entonces pudo hacer en compañía de su progenitor a algunas ciudades checas. Desde entonces siempre amó Checoeslovaquia. Mi padre a su llegada se avecindó en Valencia. Ahí llegó mi mamá, al año nací yo. El gran afecto de esa breve familia, algo de su disciplina, quizá hicieron de mí una escritora.


 

(Nota pertinente: Su padre se llamaba Noich Lerner, de Nova  Solitza, ubicada en   Rumania, pero ahora es territorio ruso; y su madre se llamaba Matilde Nagler  Péretz, nacida  en  Chernowitz, la  Pequeña Viena rumana, que actualmente le pertenece a Ucrania)

 


-Viviste la Venezuela del petróleo y sus signos de modernidad en un país agrícola y también la escribiste


-Quizá sin darme mucha cuenta viví el país petrolero, pero también algo de la ilusión de libertad que se gestó todavía bajo la pobreza del posgomecismo. De esto último si creo haber escrito algo. Durante los años de Pérez Jiménez me parece que, por momentos, vivimos un país del lucro. Pero aparecieron libros espléndidos de poesía como “Elena y los elementos”, de Juan Sánchez Peláez”, “Poemas” de Ida Gramcko, “La espiga amarga” de Luz Machado” y esa encantadora revelación que fue “La gruta venidera” de Elizabeth Schön. Pudimos leer la gracia de los relatos de don Julio Garmendia en “La tuna de oro”. Admirar al mismo don Julio que se paseaba vespertinamente como un fantasma desocupado a lo largo de la Avenida Urdaneta. Además, fue el comienzo del teatro moderno en Venezuela con puestas en escena irrepetibles como las dirigidas por Alberto de Paz y Mateos. A comienzos de la década de los cincuenta aparecería la revista “Signo” con los estupendos reportajes nunca firmados de Ramón J. Velásquez. Durante ese tiempo de castigo los momentos fugaces de amistad por parte del doctor Velásquez (pasó tiempo en la cárcel), fueron hacia mí de aprendizaje y de clementes visitas para mi familia. Y, en el diario “El Nacional” la columna diaria de Alejo Carpentier fue la mayor dádiva.



LO QUE SE DICE DE SUS ESTUDIOS


(Elisa estudió la primaria en la escuela José Enrique Rodó, de Cipreses a Velásquez, y el bachillerato entre el Liceo Fermín Toro (primero a cuarto año) y el Aplicación de El Paraíso (quinto año). En el ambiente liceísta conoció a varios jóvenes que después integraron con ella el grupo vanguardista Sardio: Adriano González León, Luis García Morales, Guillermo Sucre y Rodolfo Izaguirre. El siempre visionario Izaguirre dijo en una ocasión: “Elisa era nuestra escritora antes de haber escrito nada”. Aunque su verdadera pasión era la escritura, ingresó en la UCV, en los años cincuenta, para estudiar leyes. Dos de sus maestros fueron Rafael Caldera y Jóvito Villalba. Se graduó de abogado, pero se quedó ejerciendo como escritora).

 


-Conociste la verdadera magia del séptimo arte y de alguna manera creaste una visión de conciencia crítica a través de sus historias, y la incorporaste a tu escritura.


-No estoy tan segura.  Cada uno por su lado, tanto mi mamá como mi papá, a veces juntos, me llevaron desde muy pequeña a una sala de cine quizá por añoranza. Lo tengo dicho: éramos una familia breve y, durante las proyecciones podíamos proveernos de una familia cercana.  “Mira” me decía mi mamá, “Luisa Rainer es judía, Paul Muni es judío, Norma Shearer está casada con Irving Thalberg que es un productor judío”.  Lo de mi papá eran Charlie Chaplin y las películas de Nelson Eddy con Jeannette McDonald. El cine (aparte de que podía ser divertido), nos daba parentesco, pertenencia.

 

-Tu narrativa ha sido desde un principio una voz original, culta, irónica, que le pone nombre a los hechos, a los gestos, a la experiencia y esa originalidad fue reconocida en una etapa determinada de buenos lectores. Creo que si hubieras realizado tu obra en Europa o Estados Unidos habrías sido tan considerada como cualquier autor de los que han nominado, mencionado o ganado el Premio Nobel. Esa es mi opinión sincera de lector ¿no lo has pensado alguna vez?


-De manera alguna. Lo consideraría una extravagancia de parte mía.


-¿Cuánta familia te queda? ¿cómo haces para sobrevivir en un mundo tan cruel y duro, como el que hoy tenemos?


-Tengo dos sobrinas y tres sobrinas nietas. Tres fuera desde hace años. Trato de molestarlas lo menos posible. Sino tuviera glaucoma, esa distraída ceguera, desde tan temprano, quizá sobreviviría mejor. No tuve el lujo como herencia.


-¿Qué lejos estás ahora de aquella muchacha que quería ser escritora?


-Con la muerte de mi madre esa muchacha también dejó de existir.


-¿A qué se debe que tus novelas y todo lo que has escrito no ha sido traducido y lanzado al mercado internacional?


-No me lo he preguntado.

 


UNA HONDA HERIDA IRREPARABLE: LA CAÍDA DE GALLEGOS

 


-Has expresado, has interpretado el país como nadie lo ha hecho ¿cómo lo mencionarías hoy?


-No me atrevo a tomar como cierto lo que dices. De seguro influyó haber vivido en una calle variopinta del centro de Caracas. A las maestras sabias que tuve en la escuela federal pública. A la temprana lectura del diario “El Nacional” con su prédica antigomecista y a favor de la república liceísta. A haber estudiado y compartido con estudiantes muy politizados durante mis años de secundaria. A la honda herida irreparable que causó a nuestra generación, yo acababa de cumplir diez y seis añitos, la caída de la presidencia de don Rómulo Gallegos. A que cuando comencé a estudiar primer año de Derecho y algunos profesores al pasar la lista decían: “Fulano, bisnieto de Rojas Paúl, “Fulanita, tataranieta del general Urdaneta, Fulano sobrino del doctor Jiménez Rebolledo ministro de la Defensa del General Gómez” al contrario el doctor Rafael Caldera, profesor de Sociología Jurídica decía: “Doña Elisa Lerner, escritora”. Todo a resultas de un pequeño trabajo que escribí para un Seminario de la Novela Venezolana que, paralelamente, daba los sábados en la mañana el doctor Caldera. Más que un inmenso y anticipado elogio para la muchachita de diez y ocho años cuyos padres no hablaban español en casa, afianzó en mí ese sentido de pertenencia que mi madre buscaba para su pequeña hija llevándola al cine.


 

SOBRE GALLEGOS


Elisa Lerner meditó bastante sobre lo que significó la caída de Rómulo Gallegos como presidente de la república:


“Pero, algo maravilloso habría de ocurrir en los breves días presidenciales de 1948. Lo diré con las frases de una antigua pasión literaria. Para los jóvenes que apostábamos a ser escritores se ocultaron los machetes que arruinan la sangre de los bosques. ¿Quién lo creería? Era frecuente nuestra aparición en la primera página de los diarios. Se nos ilusionó, por un tiempo, con lo que nunca fuimos: un país para la inteligencia y la creación literaria (…) Respecto a la caída de Gallegos se invocan muchas buenas y malas razones. Es como en Rashomon, singular película japonesa que viera en mi juventud, donde cada quien adelanta una versión distinta, dispar, del crimen. Mi creencia es que Gallegos se viene abajo no por una razón política determinada. Responde, más bien, a que el alma nacional, para nada, es literaria. En este país, no en balde, los escritores somos almas en pena”.


(Después, Elisa contó esto, cuando recibió un homenaje en la Feria del Libro de Chacao:


“No me di cuenta de que, de alguna manera, fui resarcida de un despecho primerizo cuando, hacia 1958, casi a rastras llevada por mi hermana fui a conocer en su casa de Altamira a don Rómulo Gallegos recién llegado de su exilio mexicano. Con esto rindo justísimo homenaje a nuestro primer ciudadano cultural y esclarecido vecino del municipio Chacao. Mi timidez me dejó ver poco. Había un barullo de gente en el balcón. Pero, aún con talante que quería ser amable, quizá lo era, don Rómulo Gallegos semejaba estar sólo como una torre en la oscuridad. Era un viudo en toda la regla. Viudo de su amada esposa Teotiste y viudo de la traición del 24 de noviembre de 1948. Temo que nunca se recuperó. La sonrisa en don Rómulo Gallegos era una mariposa preciosa y no demasiada atareada. Desaparecía pronto del rostro”)


 

-¿Cuál es tu nostalgia de mayor peso en estos tiempos?


-Un país donde impere la gentileza, no la desolación, el agobio.


 

LOS ESCRITORES


(Pongo en este lugar otro fragmento del discurso que Elisa pronunció en la Feria del Libro de Chacao:


“Los escritores no están muy acostumbrados a homenajes o reconocimientos. Al contrario, casi siempre, han sido inquilinos provisorios del país. Nada extraño que así suceda o haya sucedido. Las borrascas de la Historia siempre quisieron asestarle un dardo fulminante a lo que fue lucha y afirmación civil; decorosa paciencia dónde atesorar un futuro en el que cupiéramos todos en el espejo sin romperlo.


La más bella página literaria, en definitiva, es esclarecimiento civil. Estupendos escritores de mi generación y otros de períodos anteriores rindieron su vida en medio de la mayor displicencia. Se suele escribir desde un coraje de soledad. No a la búsqueda de brillos para un abecedario pasajero. La lentejuela suele ser anecdótica. Un país es su varia gente, los pájaros –trabajadores incansables que vuelan entre cielo y tierra– y los árboles de las plazas saludando como pañuelos verdes cuando algún airecillo mueve la fronda. Pero, de igual manera, el país es la batalla de la tinta silenciosa del escritor donde, también, le va la sangre”.)

 


ÚLTIMA PREGUNTA, RETORNANDO A MANUEL PUIG

 


-Creo que tú misma eres obra de tu imaginación y de tu don de escritora. Creo que tu talento milagroso que convierte palabras comunes en bellezas descriptivas y determinantes, solo ha tenido un similar en Manuel Puig, en especial porque ambos supieron ver lo que significaba en la gente el lenguaje del cine. Él me dijo una vez que no sentía influencias literarias, que sentía más la influencia cinematográfica. Cuando le hablé de la amistad contigo, que nos era común me dijo más o menos esto, según recuerdo: “comparto su realización estética y ese modo de usar la ironía sin quedarse ahí, yendo más allá”


-¿Qué podía decir sobre sus muestras de afecto que no se desbordaban con facilidad? En Manuel, como es bien sabido, privaba una severidad tremenda y eso incluía la elección de sus amigos, de sus afectos.

Creo que la última vez que vi a Manuel fue en 1978 en Nueva York. Presentaban “Vida con mamá”, si mal no recuerdo, en la Universidad de California y aproveché varios enlaces de avión para llegar a Nueva York y verme, sobre todo, con Manuel.

Sí, con Manuel y su mamá fui a la ópera, no recuerdo cuál, en el Lincoln Center.  La mamá era una señora blanca, muy amable. No dejaba todo el tiempo, todo el tiempo, de darme las gracias por lo que yo había hecho por su hijo durante la estadía venezolana de medio año de Manuel. Yo me sentía confundida. Yo no había hecho nada. Fabulaciones de Manuel. Sí, creo que por un tiempo me encargó que me comunicara con la persona que en Caracas estaba a cargo de sus derechos de autor. Creo que un español muy simpático de apellido Verde. No recuerdo la editorial. Manuel no era dócil. No le gustaba todo el mundo. Era muy observador.

Manuel siempre me pareció guapísimo, el pelo sí comenzaba a escasearle; era de buen tamaño. Quizá ese cuerpo no lo acompañaba en la guapura. Porque, finalmente, era un cuerpo de hombre.

Cada mañana (durante esos días), Manuel me llamaba para puntualizar mi agenda. Recuerdo que me recomendó que fuera a ver a Greta Garbo en “Mata Hari” en el cine de la calle Bleeker, cine y calle muy conocidos por esta servidora.

 

 

©José Pulido

Entrevista publicada originalmente en El Nacional de Caracas


Poeta, escritor y periodista venezolano, nacido en Villa de Cura, el 1° de noviembre de 1945. Actualmente vive en Génova,  Italia.

En 2024 gana en Italia el Premio Internacional de Excelencia “Ciudad de Galateo Antonio De Ferrariis 2024″

En 2023 fue electo miembro de la  Academia  Venezolana de la Lengua.   En el 2000 le fue otorgado el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos.


Obtuvo el segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, que promueve la editorial Planeta, con su novela Una mazurkita en La mayor.

Estuvo a cargo de la revista BCVCultural, del Banco Central de Venezuela hasta el año 2012. Y de la revista Circunvalación del Sur editada por el Círculo Metropolitano de poesía, 2008. Dirigió las páginas de arte de El Nacional (1981-1988), El Diario de Caracas (1991-1995) y El Universal (1996-98). Miembro fundador de los suplementos Bajo Palabra (Diario de Caracas-1995) y El otro cuerpo (Suplemento del Ateneo de Caracas, en El Nacional-1997-1998). Jefe de redacción, bajo la dirección de Salvador Garmendia, de la revista Imagen (1994-1996). Corresponsal de Agencia Venezolana de Noticias, Venpres en Perú, 1990. Corresponsal de la Organización de Estados Iberoamericanos, (Ciencia y Cultura)1992; y asesor del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber. 1996



 

 

 


CUENTOS DE LA GAVETA de Armando Africano B, prólogo de Jairo Carthy, ed. Escritoras Unidas & Cía. Editoras, ya está a la venta en Amazon

 





"Yo tendría como 5 o 6 años y recuerdo con mucha ternura a Tatiana, que era mi única y gran amiga en esa etapa de mi pequeña vida, éramos muy unidos. Ella vivía a media cuadra de mi casa, estudiaba para ser bailarina de ballet, creo que tendría unos 7, 8 años, no preciso la edad porque es una dama…

Nos visitábamos y jugábamos todos los días. Su casa quedaba en frente de un colegio muy grande de padres salesianos. La casa donde yo vivía estaba a una cuadra de la plaza Bolívar de Valera, era bastante grande, sobre todo muy larga. Al entrar, a la izquierda después del zaguán, había una escalera para el segundo piso, que era de madera muy gastada, donde nos recibía una especie de “salita” con dos poltronas, una máquina de coser, una vitrola, una mesita, una hamaca; al frente de esta “sala”, una gran puerta que daba a una inmensa terraza de cemento, que siempre estuvo programada para hacerse una ampliación que, creo, nunca se realizó. Y lo que recuerdo con mucha nostalgia era la hermosísima vitrola de las que se les daba cuerda y nunca olvidaré que la aguja que se le colocaba parecía un trozo de clavo pero sonaba de maravilla y nos alegraba nuestras fiestas, porque Tatiana y yo decidimos organizarnos fiestas con piñata para divertirnos en las tardes.

Los invitados éramos ella y yo, más nadie, así que, cada tantos días  que nos provocaba, la organizábamos; casi siempre poníamos los mismos discos, a pesar de que teníamos muchos de 78 revoluciones, los repetíamos, sobre todo los de música más alegre, una de las canciones que cantábamos y además la bailábamos era Sin corazón en el pecho, nos la sabíamos completica 

Yo la esperaba en la puerta de la casa, subíamos, brindábamos con refresco y poníamos la música. No sabíamos bailar -bueno- yo menos que Tatiana, pero realmente nos movíamos, cada uno por su lado, y solucionábamos; al terminar el disco nos sentábamos a hablar, podíamos tomar un poco más de refresco, paseábamos por la terraza, luego bailábamos de nuevo y venía la tumbada de la piñata.

Alternábamos nuestras funciones con la piñata, uno la subía y bajaba y el otro le daba palo hasta tumbarla, solo que había otra regla que teníamos que cumplir después de lanzarnos a recoger los caramelos: solo podíamos comernos uno, porque los demás eran para llenar otra bolsita, guindarla y comenzar de nuevo la fiesta. (...)".  Fragmento de "Bonche infantil".





"Cuentos de la gaveta, son Armando, con su irreverencia, su espontaneidad y elocuencia, y te lleva a través de estas pequeñas historias a vivir con él momentos de su vida que quedaron en su memoria como una anécdota divertida o no,  según el caso, pero que le gusta compartir con la gente,  y si se divierten  o emocionan mucho mejor. 

Leyendo las “Reflexiones de momentos” uno no puede menos que emocionarse ante un relato sincero de alguien ya grande, que desnuda su alma para entender esa maravillosa manera de ser y ver la vida, y describir su propia vida como un despliegue de emociones, de la cual está muy orgulloso".   Jairo Carthy, actor, productor, cofundador de La Camerata de Isabel Palacios.

 

ARMANDO AFRICANO es un escritor venezolano, dramaturgo, guionista. Productor de teatro, música, televisión, danza, festivales de música y teatro, congresos.  Ha trabajado con las principales compañías teatrales, de danza y música de Venezuela.

Fue productor general del "Festival Latinoamericano de Música";  del "Festival Internacional de Teatro de Caracas (FITC)";  del "Congreso Intercontinental de la Música Africana en la Música Latinoamericana y del Caribe" y del "Foro Compositores del Caribe", entre muchos otros festivales y obras de teatro.


CUENTOS DE LA GAVETA  de Armando Africano B, es un libro de exquisito humor sobre hechos de la vida real del autor, con Ilustraciones de Lisardo Rico Rattia, Diseño Gráfico de Jairo Carthy, edición de Escritoras Unidas & Cía. Editoras, que puedes comprar desde cualquier lugar del planeta en Amazon.






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EL LIBRO DE LA ALEGRÍA, de Carmen Carmona, prólogo de Karl Hoffmann, ed. Escritoras Unidas & Cía. Editoras, ya está a la venta en Amazon

 






"En el siglo XIX un turista muy rico visitó al famoso rabino polaco Hofetz Chaim y se quedó asombrado al ver que la casa del rabino consistía sencillamente en una habitación llena de libros.El único mobiliario era una mesa y un banco. 

“Rabino, ¿dónde están tus muebles?” ​preguntó asombrado el millonario turista. “¿Dónde están los tuyos?”respondió el rabino Hofetz.  “¿Los míos? Pero si yo sólo soy un visitante… ​Estoy aquí de paso...” dijo el turista. “Lo mismo que yo” ​contestó el rabino Hofetz.

 Todas y todos estamos de paso.

La vida es finita.

Todo, absolutamente todo, tiene un principio y un final.

Y los seres humanos no podemos escaparnos  de esa finitud.

Para que otros seres humanos vivan es necesario que otros mueran.

(....)

Porque tú no eres culpable de tu enfermedad.

Tú no eres responsable de que la enfermedad haya aparecido.

 Tu enfermedad no es un castigo por algo que hayas hecho mal.

Pero hay muchas cosas que puedes hacer para curarte o para vivir con la enfermedad sin que te haga tanto daño.

En primer lugar: no te sientas culpable por tu enfermedad.

El sentimiento de culpa mata más que la enfermedad.

El sentimiento de culpa es la peor enfermedad.

(...)".


Cuando la gerente cultural y escritora Carmen Carmona escribió este libro no imaginò que, muchos años después iba a ser diagnosticada con Lupus y que este libro, que había publicado con seudónimo y gran èxito,  la iba a ayudar tanto a luchar contra la enfermedad:

"Entonces me dije: tengo que volver a publicar este libro con mi verdadero nombre y contar mi historia. Porque si yo pude entrar en remisión, casi curarme, de una enfermedad tan terrible, tú también puedes. Y si estás pasando por algo parecido, ojalá que mi libro te sirva de ayuda como me sirvió a mí” dice Carmen al comienzo de su libro.

 Y el productor, director, actor, Karl Hoffmann agrega en el Prólogo:  “A pesar de las cargas que la vida le presentó, mi hermana de la vida Carmuchi, emergió de su prueba más fuerte, más sabia, y con una profunda gratitud por la existencia misma. Este libro nos invita a reflexionar sobre lo hermoso que es vivir, sobre la importancia de cada instante compartido con aquellos a quienes amamos. Su viaje nos recuerda que, aunque algunas itinerarios pueden ser difíciles, cada paso cuenta, cada lucha tiene sentido y cada sueño es un destello que merece ser alcanzado”. 

 

EL LIBRO DE LA ALEGRÍA contiene cuentos de Carmen Carmona acompañados de algunos cuentos budistas, zen, hindúes, sufi... cuentos que nos invitan a disfrutar la vida pese a las adversidades. Cuentos que nos dan alegría, placer y esperanza.

 

Carmen Carmona escribe desde pequeña. Nunca se atrevió a publicar porque le parecía que sus escritos no congeniaban con su trabajo como gerente cultural: fue Presidenta del Instituto de Cultura del Edo. Miranda, Directora de Cultura de la Alcaldía de Chacao, Productora del Festival Internacional de Teatro de Caracas, Productora del Ateneo de Caracas, productora de más de 100 obras de teatro en Venezuela y Estados Unidos.


Por eso este libro lo publicó con seudónimo en 2015. Sin embargo, unos años más tarde fue diagnosticada con Lupus y hoy, ya en remisión, ha decidido publicar este libro con su verdadero nombre para compartir su felicidad y su alegría por la vida que, con sus altibajos, siempre merece la pena ser vivida y vivida en todo su esplendor. Y muchas veces el esplendor es simplemente tener un rico caramelo que saborear rumbo al trabajo. Y otras, el esplendor es tener salud. EL LIBRO DE LA ALEGRÌA
 nos habla de eso… y mucho más.

Con diseño de Jairo Carthy, prólogo de Karl Hoffmann y edición de Escritoras Unidas & Cía. Editoras, EL LIBRO DE LA ALEGRÍA ya está a la venta en todo el mundo en Amazon en versión impresa y E-book.




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JOSÉ PULIDO ENTREVISTA A ELISA LERNER: "No es necesario haberse acostado con un hombre para amanecer cantando", El Nacional, Caracas, 16 de junio de 1981









Una de mis amigas más queridas y admiradas: Elisa Lerner. Aprendí mucho leyéndola y escuchándola. Hace 39 años le hice la primera entrevista. Publico tres fotos -con el perdón de sus autores que no pude ubicar- mostrándola en tres épocas de su vida. Manuel Puig también fue un gran amigo. Creo que ella y Manuel son como almas gemelas de la literatura. Publico esto hoy como homenaje a esa gran escritora nuestra, de voz irónica, insustituible y trascendente.


José Pulido, Génova, 9 de junio de 2020




Elisa Lerner: LA MUJER TIENE AHORA MENOS MIEDO DE ESCRIBIR PROSA



En el ascensor que sube hacia el apartamento donde vive Elisa Lerner podrían asesinar a una mujer vestida de negro y el único testigo sería un perrito pekinés que estaba por allí con los ojos sin brillo, tratando de oler en las paredes la vieja fragancia que dejaron los equipajes de 1940, cuando en este edificio funcionaba un hotel.

(Es un ascensor de esos que tenían rejas de hierro, pintadas de verde, que abrían como un abanico, a través de las cuales una mujer vestida de negro, la tela brillante pegada al cuerpo, trataría en vano de pedir auxilio mientras se escuchaban los pasos apresurados por las escaleras de mármol del hombre con su navaja. El ascensor no funcionaba: los botones se quedaban hundidos, y allí estaba el asesino de respiración agitada sonriendo, porque el perrito pekinés se orinaba acurrucado mientras ella golpeaba desesperada los anestesiados botones).

—La literatura es de una doméstica universalidad o de una universalidad doméstica... — dice Elisa Lerner, quitándose los lentes de la cabeza, vestida para salir, pero lista para quedarse frente a su máquina, y un termo de café que se va enfriando porque fue comprado allá abajo, en el cafetín de la cuadra.

Elisa regresó hace poco del IV Congreso Interamericano de Escritoras que se realizó en Ciudad de México del 3 al 2 de junio. Allí estuvieron también las escritoras venezolanas Elizabeth Schön, Antonieta Madrid, Angela Lago y Mariela Romero.

El Congreso se llevó a cabo en el antiguo Palacio de la Medicina, donde una vez ahorcaron a una mujer: allí funcionaba la inquisición, y Elisa Lerner dice que “todavía la mujer vive bajo cierta inquisición”.

Ha sido la primera vez que este evento se efectúa en un país latinoamericano: los dos primero tuvieron como sede Estados Unidos, y el tercero se desarrolló en la Universidad de Ottawa en 1978.


MENOS MIEDO



“Allí se trataron temas muy interesantes, y se notó que la mujer tiene ahora menos miedo a escribir prosa”, señala Elisa Lerner, quien dirigiéndose al reportero gráfico le pide “sácame de perfil para no salir fea... cuando una sale fea se pierden lectores”.

Tiene un sentido del humor que parece una espada de dos filos. Elisa Lerner es básicamente un triunfo vestido de mujer, que suena como una alcancía llena de derrotas y anhelos infantiles.

—¿Por qué dice que si sale fea no la leen?

—Mentiras. Sigo usando crema Ponds...

Juega con sus pulseras y dice luego: “En el Congreso de Escritores pudimos conocer a mujeres muy valiosas como Margo Glantz y Elena Urrutia. El propósito, como lo señala la programación, fue contribuir al estudio y al conocimiento de las características específicamente femeninas en nuestra literatura. La mujer ha estado tan postergada, que necesitó ser poseedora de una literatura femenina, pero cada día hay menos temor a expresarse, y un día la literatura será una sola, sin sexo, como decían ingenuamente nuestras poetisas de los años 40”.

—¿Algún ejemplo de esa fusión?

—Hombres como Manuel Puig hacen la literatura específicamente femenina –explica.





Elisa Lerner y Manuel Puig


Habla del Congreso, comentando que allá se dijo una cosa importante: las mujeres están contaminando la literatura mundial.


—¿Por qué?— se pregunta, y se da la respuesta frente a una alta ventana, por donde entra una mariposa fea que da la vuelta y regresa a la calle. “Hoy ya no interesa el género sino el lenguaje, la escritura en sí: la mujer escribe poco argumento, más bien monologa, deja de lado el argumento, y eso lo están haciendo ahora los hombres”.

Se aparta un poco de la conversación, para contar que ahora escribe a máquina y se siente como si hubiera aprendido a cocinar. Se cuida menos al escribir y es más verdad lo que sale. Se cree más eficiente utilizando la máquina.

— Me siento más alegre, con más jubilo, y pienso que la mujer debe escribir con alegría. No es necesario haberse acostado con un hombre para amanecer cantando.

Ante una pregunta sobre la problemática social de la mujer, Elisa Lerner opinó que “la mujer escritora no se ha dado cuenta de ciertos problemas porque las escritoras han salido generalmente de la clase alta y de una clase media con un poco de suerte. Yo espero que alguna vez una mujer de servicio publique su diario, y una obrera sus cartas. La mujer no ha dicho todavía en la literatura todo lo que tiene que decir”.

En el Congreso de Escritoras de México, surgió una frase: “Los hombres se cogieron el texto y dejaron lo textil para mujer”.

Elisa Lerner respondió ante eso:

—El hombre ha sido dueño de las técnicas. La mujer escribe como si estuviera bordando, laboriosamente, con matices y mucha ironía. La épica fulgurante es más del hombre, quien ha necesitado de lo épico. Nosotras somos más modestas. El hombre ha podido observar y dominar al mundo, la mujer ha espiado. Por eso el chisme, que es un susurro malicioso y resentido, porque la mujer no ha podido hablar en voz alta.








—¿Qué contienen las carteras de las escritoras? —una pregunta superficial para Elisa, quien se divierte diciendo cosas irónicas, profundas y juega, como si el día le hubiese deparado un fugaz pasatiempo para la soledad.

— Es verdad. ¿Qué contienen? Te confieso que no me llevo la máquina de escribir, pero siempre cargo el humectante.

—¿Es más importante el estilo que el tema?

—Creo que no existe el tema; el tema es el hombre, es una forma de existencia. Creo en la escritura. Esa palabra, estilo, me parece ampulosa, como decir “tengo un paraguas verbal”.

—La gente cree que un escritor con varios libros, como Elisa Lerner, gana mucho dinero...

—Sí, hay quienes creen que somos ricos, pero yo creo que soy la única judía pobre de la cultura venezolana. No se puede vivir de los libros, pero la pobreza del escritor no es una pobreza triste, porque no necesitamos tanto dinero, sino tiempo y papel.

Explica que no tiene claro si es más importante escribir o vivir. Prefiere vivir “pero con un poquito de miedo”.

— Esperar los domingos para las páginas literarias y enfrentarse a las relaciones con los editores es terrible.

En el Congreso de Escritoras se planteó también una variante literaria, donde la mujer se expresa sobre su cuerpo de una manera distinta, porque siempre las definiciones eran masculinas.

—En realidad, la literatura será una sola —repite— y hoy deseo que los escritores tengan tiempo para escribir. Quisiera a veces robar el ocio de las señoras que salen en crónicas sociales, para regalárselo a los escritores.

El primer tema del Congreso de Escritoras fue “Ochenta años de literatura”. Antonieta Madrid intervino en la sesión plenaria donde se habló sobre literatura femenina y sociedad. Elisa Lerner y Elizabeth Schön hablaron en varias plenarias y también lo hicieron en la clausura, cuando se discutió respecto a las aportaciones transformadoras de la mujer a la literatura del siglo XX.

—¿Sabes que en México me conocían por los trabajos del Sádico Ilustrado? La verdad es que le debo mucho humor a Pedro León Zapata y bastante de mi disposición al trabajo literario a Juan Liscano, quien ayudó a mi generación a escribir en El Nacional —dice de pronto.

La autora de obras de teatro y narraciones como “Yo amo a Columbo” y “Una sonrisa detrás de la metáfora”, adelantó que escribirá en la revista Zona Franca, una sección “chismosa” y actualmente trabaja en soliloquio: “Lágrimas de cocodrilo”.




A manera de confesión dijo que el congreso la motivó para seguir escribiendo teatro: “estoy alegre y viva”.

En el ascensor verde tampoco había una mujer muerta, pero en su cubo interior, de bendito aluminio sin espejo, un perfume femenino impregnaba los botones. Todos estaban fundidos.


©José Pulido
El Nacional, Caracas, 16 de junio de 1981


Poeta, escritor y periodista venezolano, nacido en Villa de Cura, el 1° de noviembre de 1945. Actualmente vive en Génova,  Italia.

En 2024 gana en Italia el Premio Internacional de Excelencia “Ciudad de Galateo Antonio De Ferrariis 2024″

En 2023 fue electo miembro de la  Academia  Venezolana de la Lengua.   En el 2000 le fue otorgado el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos.


Obtuvo el segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, que promueve la editorial Planeta, con su novela Una mazurkita en La mayor.

Estuvo a cargo de la revista BCVCultural, del Banco Central de Venezuela hasta el año 2012. Y de la revista Circunvalación del Sur editada por el Círculo Metropolitano de poesía, 2008. Dirigió las páginas de arte de El Nacional (1981-1988), El Diario de Caracas (1991-1995) y El Universal (1996-98). Miembro fundador de los suplementos Bajo Palabra (Diario de Caracas-1995) y El otro cuerpo (Suplemento del Ateneo de Caracas, en El Nacional-1997-1998). Jefe de redacción, bajo la dirección de Salvador Garmendia, de la revista Imagen (1994-1996). Corresponsal de Agencia Venezolana de Noticias, Venpres en Perú, 1990. Corresponsal de la Organización de Estados Iberoamericanos, (Ciencia y Cultura)1992; y asesor del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber. 1996









José Pulido, poeta, periodista, escritor: “Soy como un náufrago abrazado a su lengua” / entrevista de Viviana Marcela Iriart, Génova, 16 de junio de 2020







José Pulido. Foto: Vasco Szinetar





José Pulido formaba parte de una de las tradiciones más hermosas  y queribles de Caracas: domingo, comprar los periódicos, desayunar en la panadería, subir al Ávila, encuentro con las mariposas azules y el canto de la Quebrada Quintero, desparramar los periódicos entre las piedras y entonces… José Pulido y su entrevista completaban la felicidad del día. No importaba a quién entrevistaba, porque el placer era leerlo a él. Y las amigas: ¿qué dice Pulido? ¿Ya leíste lo que dijo Pulido?¡Qué maravilla Pulido! Pulido era el personaje principal. Después venía la persona entrevistada. Porque leer a José Pulido hace bien. Da alegría. Hace pensar. Porque José Pulido escribe con humor, ternura, compasión, inteligencia, amor. José Pulido el poeta,  el escritor, el periodista. El entrevistador que creó un estilo. El hombre amable, sencillo y tierno que crea puentes para que la gente se encuentre, los cruce, conozca el otro lado de su lado.

José Pulido que no se merece estar hoy en el exilio, caminando por Génova mientras anda por Caracas.

Y José Pulido es también Carlos Giménez, a quien él y yo amamos tanto y ese hermoso artículo suyo: Carlitos sin olvido. Y es  esa magnífica entrevista que acaba de hacerle a otro maravilloso y querible personaje caraqueño: Rolando Peña.  Una entrevista que es como un cuento escrito a cuatro manos.  Una entrevista que es como una carta de amor.

Y José Pulido es este poema suyo con el que me topo mientras escribo y entonces me quedo sin palabras.


EL VIEJO CANTO

Antes de que llegara la antigüedad
los pájaros que morían
se convertían en turmalina y cornalina
Juan aseguró en el apocalipsis que la cara de dios era de jaspe y cornalina
en ese rostro habrán hecho las aves uno de sus mejores cementerios

Todas las montañas se formaron con los antepasados de los pájaros

A partir de un pájaro amarillo, azul y verde
que si lo enjaulan muere y en bella furia canta
nació el cerro de Caracas ondeando aguas y ramas

el Ávila de piedras y raíces, escupido de Pléyades
es nuestra montaña más concreta

Con una escoba de sueños quisiera barrer sus caminos
limpiarlos de miserias

Es tan grande que cupo en el universo una sola vez
cuando se dilataron los cielos
para que pudieran florecer los mangos

los tucusitos del Ávila parecen inventados por Borges:
vuelan hacia atrás porque les interesa más el principio que el final

El Ávila es enorme pero no es tan difícil cargarlo en la maleta
es completamente transportable en forma de sentimiento
especialmente si has mirado sus curvaturas de sirena,
sus crestas de animal acostado
O si alguna vez has escuchado las aguas hablando en Quebrada Quintero
sobre los modos de bajar hacia el Mar Caribe sin tener que preguntar la
dirección en el valle

En la tarde la montaña abre un ojo hecho de sol
Un ojo que se adormece en la cabeza voraz de los árboles resecos
de noche se agazapa con su aliento de ardores vegetales
lista para saltar de nuevo sobre el valle asustadizo con su corazón de conejo
he ahí la montaña que se alimenta de miradas
que del lado de la playa es el Ávila de Reverón
enloquecida de luz
y del lado de Caracas es el Ávila de Cabré
con el tornasol prestado por el colibrí rutilante
y todas las Pléyades estornudan de amor al agitarse el Capin Melao,
la hierba deliciosa
y por encima y por abajo es el Ávila de todos y de nadie
una montaña igual a la Virgen de Coromoto y a la Virgen del Valle
igual a La Chinita y a la Divina Pastora
porque no tienes que conocer en persona sus senderos
para creer que representa nuestros hábitos

La montaña era dormitorio de nubes hace un millón de años
y todavía lo es.
La montaña estaba ahí elaborando guacharacas
antes que surgiera la idea de confeccionar una muralla
que llamaríamos ciudad;
ese antiguo aire es lo que me reconforta.
El Ávila es un pájaro con mastranto en las alas,
es un dolor de incendios guardados en un cofre de raíces.
El Ávila es como decir amén cuando se reza por Caracas.





José Pulido en Salamanca, España.




 Carlos Giménez, Barbarito Diez, María Teresa Castillo, Pablo Milanés,
Miguel Henrique Otero, José Pulido (sentado).... en Macondo, la casa de María Teresa





José, ¿cómo te ha tratado el coronavirus? ¿qué hiciste durante la cuarentena?

No creo que el coronavirus haya tratado bien a nadie. Afortunadamente no lo he pescado porque siempre estoy encerrado escribiendo y solo salgo a caminar a la montaña más cercana. Visito las partes pobladas cuando tengo que leer poesía en algún sitio.

¿Qué fue lo primero que hiciste cuando se levantó la cuarentena?

Para mí no se ha levantado. Salgo a caminar pero con la mascarilla puesta. Aquí te multan si no la usas en la calle. No he tenido un plan para cuando esto se termine. La cerveza en la casa o en el bar me gustan igual.

¿Estás escribiendo en estos momentos? ¿Qué?

Poesía. Hago entrevistas para distraerme. La poesía es mi pasión constante.

¿Cuáles son tus planes a mediano plazo?

No morir todavía para ver qué cosas han cambiado

¿Cuándo te fuiste de Venezuela y por qué?

En el 2017. Porque la violencia en el país se volvió institucional, total.

¿Te pasó algo en especial o fue el hartazgo de tantos años?

Me mantuve 17 años soportando el deterioro, las humillaciones, ver morir a tantos amigos y familiares. Los delincuentes que tienen luz verde en Venezuela, mataron a dos sobrinos y a un nieto. No tenía seguro médico que sirviera ya para mi esposa y para mí. Tampoco teníamos seguro médico para la hija menor y su hija, la pequeña nieta que se crio con nosotros. Fue un hartazgo pero también algo de sentido común. Habríamos muerto muy rápido allá. No habrías podido hacer esta entrevista.

¿Alguna vez imaginaste que ibas a tener que dejar Venezuela?

Jamás. Todo lo que uno puede echar de menos está en donde se ha nacido y crecido.

¿Por qué Italia? ¿La elegiste o te eligió?

En Italia vive desde hace quince años nuestra hija mayor. Y después los poetas del Festival Internacional de Poesía de Génova me han dado mucho aliento. He sido invitado al evento dos años seguidos.

¿Qué es lo que más te duele de Venezuela?

Que los venezolanos sufran y sufran sin que nada ni nadie pueda impedirlo. Que haya tantos ciudadanos que todavía siguen creyendo que nada malo ocurre allá, aunque vean a la gente comiendo en la basura y se tropiecen a cada rato con cadáveres, con miserias y con injusticias. 





“Anita se ríe de miedo entre la inconsciencia y la realidad. 
Un guardia dijo que haría guantes con la piel de sus nalgas 
y ella respondió que no soportaría eso, 
que prefería saber que encuadernarían libros con su piel.
 Ella quiere fumar y quiere morir”.
Pelo Blanco (fragmento), José Pulido



José Pulido y su hermano Arnaldo




¿Qué es lo que más añoras?

Los familiares, los amigos, mi rutina en Colinas de Bello Monte. Mi gato que se murió.

 ¿Eres optimista sobre Venezuela? ¿Crees que algún día no muy lejano podrás volver para siempre? ¿Te planteas volver para siempre?

No soy optimista porque la edad me lo impide. Para siempre guardaré la ilusión de que Venezuela será alguna vez un país con decencia y justicia como elementos básicos.

¿Hace mucho que no vas?
Desde que me vine no he ido. Solo hablo por teléfono con familiares y amigos.


No conozco a una ciudad en donde se ame tanto a una montaña como en Caracas. ¿Qué es el Ávila para ti? ¿Cuándo comenzaste a amarlo?

Subir el Ávila es como obtener un poco más de vida. Cuando estás allá arriba respiras distinto. Y luego ves el valle, la enormidad. Todo parece tan inofensivo y hermoso. Desde los años setenta lo subíamos cuando muy pocas personas lo hacían.
De todas maneras te respondo con un fragmento de un largo poema que le escribí al cerro:


Ese antiguo aire es lo que me reconforta.
El Ávila es un pájaro con mastranto en las alas,
es un dolor de incendios guardados en un cofre de raíces.
El Ávila es como decir amén cuando se reza por Caracas.




José Pulido y su esposa, la periodista Petruska Simme



Recuerdo a María Teresa Castillo abriéndole a Chávez las puertas del Ateneo de Caracas (y de su casa)  y  a Chávez robándoselo años después. ¿Caíste, como ella y como la mayoría del pueblo venezolano, en la seducción de Chávez y su discurso anticorrupción o desconfiaste de él desde el comienzo?

Si lees lo que escribí en todo ese tiempo, sabrás que fui de los que no creyeron jamás en eso. Me decepcioné temprano del totalitarismo, de los desprecios de la izquierda y de la derecha hacia la decencia, la justicia, la creación, la conciencia crítica. Y no fue María Teresa quien se alió con Chávez: fue su hijo Miguel Henrique. Se equivocó como muchos y uno no se explica cómo la gente se equivoca con algo que está avisado…María Teresa ya estaba afectada por la edad y la pérdida de la memoria. Era una dama extraordinaria.

¿No te indigna la falta de solidaridad de las personas de izquierda que tienen poder político en Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, que estuvieron exiliadas en Venezuela en los 70, que recibieron la solidaridad del pueblo venezolano y que hoy le dan la espalda a ese mismo pueblo? Cuatro millones de venezolanas y venezolanos en la diáspora y aquellas ex víctimas no dicen ni pío, siguen apoyando a la dictadura venezolana. Como si Maduro fuera mejor que Pinochet o Videla. Como si el Helicoide fuera mejor que el Estadio Nacional. ¿Te indigna? ¿Te desilusiona? ¿Te da tristeza? ¿No te da nada porque nunca creíste en esas víctimas? (A mí me indigna)

No me indigna: me apena la ausencia de nobleza y de solidaridad. Pero además, no entiendo cómo pueden ser distintas una dictadura de derecha que asesine y una dictadura de izquierda que asesine. Yo me apego a los Derechos Humanos. De ahí no salgo.

Elisa Lerner dijo “La soledad es la patria del escritor” (maravillosa Elisa). ¿Es esa tu patria?

Mi patria son los recuerdos que he vivido con la gente y los paisajes que he amado y sigo amando.

La lengua materna es también la patria de un escritor, de una escritora. Y cuando vives en el extranjero llega un momento en que empiezas a perderla, que comienzas a pensar en la lengua del país donde vives y entonces, ¿en qué idioma escribir? ¿Ya te ha pasado? ¿Ya estás pensando en italiano? 

Solo hablo el castellano. Solo escribo en castellano. Las traducciones son hechas por amigas y amigos poetas que me ayudan. No puedo apartarme ni un instante del idioma español. Soy como un náufrago abrazado a su lengua.

¿No hablas italiano? ¿Cómo haces para ir a comprar el pan, tomarte un café, preguntar por una calle?

Lo que te quiero decir es que me refugio en mi idioma. Eso no significa que no hable en otros idiomas. Pero no permito que me cambien mi manera de expresarme. Por supuesto que me conduzco normalmente en la calle, que me comunico con los demás, pero no puedo dejar que se me olviden y se me confundan palabras. A estas alturas no.





José Pulido, Jorge Luis Borges y María Kodama en Caracas





“Un cangrejito casi transparente, de esos que asumen el color amarillento 
de la arena, se detiene justamente entre los muslos, en las esquinas redondas
 de las nalgas. Está vibrando de miedo o de quién sabe qué, en el fondo 
de un risco y si por casualidad su mirada es amplia y ve más allá de lo 
que su tamañito merece, quién sabe qué impresión le dará esa parte de
 arriba, donde se abren unos labios de caracola revelando una gruta.
 El cangrejito y otros más que orillan el cuerpo, huyen ante la presencia
 de los pasos que se agolpan. Esta es una mañana alteradora, de 
hormigas buscando mieles podridas y de moscardones humanos,
 zumbando por todos los ámbitos, la mala nueva de una mujer 
que amaneció desnuda, violada y muerta, 
en el ensimismamiento de la playa”.
El Bululú de las Ninfas (fragmento), José Pulido



Carlos Pérez Ariza, Isaac Chocrón, Edward Albee y José Pulido, Caracas. 



 El éxito masivo, el reconocimiento internacional masivo, te ha sido esquivo y eso es tremenda injusticia. Pero nunca es tarde. Mira Ida Vitale, le dan el Cervantes ¡a los 94 años! Bueno, yo espero que tú vivas todos los años que tú quieras pero que te premien y te reconozcan pronto, pongamos que a más tardar el próximo año. ¿Te da rabia esa indiferencia de las grandes editoriales, de los grandes premios? ¿Te hace falta una Carmen Balcells? ¿El premio Nobel entra en tus sueños?

Lo importante para mí es el placer que experimento al escribir lo que deseo escribir. Lo que más aprecio es un lector que comprenda lo que hago. Aunque sea uno solo. Lo masivo, lo que representa mucho dinero y poca sensibilidad y conciencia no me atrae. Ni siquiera sueño con un premio municipal. Creo que puedo convertirme en el único lector conectado conmigo. Eso no es garantía de calidad creadora, pero me alivia la certeza de estar produciendo algo que servirá alguna vez para otros que sientan como yo.

¿Tuviste una infancia feliz? ¿Cómo eran tu madre y tu padre?

Mi madre nos crio sola. Bueno: con su enorme familia cerca. Nuestra infancia fue feliz porque había mucha sinceridad y humildad. Estuve enfermo de tuberculosis y perdí un año de escuela primaria, pero fue una temporada muy bonita: me daban libros y me llevaban historietas.

 ¿A qué edad comenzaste a escribir? ¿Qué?

Desde los ocho años de edad. No he parado desde entonces. Escribía poemas. Aprendí a escribir sonetos, muy estrambóticos, pero fueron buena escuela. Después llené varios cuadernos con cuentos fantásticos. Me publicaron un poema y un cuento en revistas nacionales cuando era un adolescente.

¿Cómo llegaste al periodismo? ¿por qué el periodismo y no, por ejemplo, el béisbol?

Quería mantenerme en la escritura y el periodismo era el oficio ideal para eso. Es muy difícil escribir algo verdaderamente valioso si te dedicas, por ejemplo, al beisbol y eres profesional: debes poner todo en ese juego, no puedes hacer otra cosa. No podrías dedicarte a escribir, a dominar el arte de la escritura. No serías un buen beisbolista si no te apasionas.

¿Estudiaste en la Escuela de Periodismo o te formaste en las redacciones?

Soy colegiado, de los que comenzamos en Venezuela a trabajar en periódicos antes de crearse la escuela de periodismo. Fui directivo nacional y regional del Colegio Nacional de Periodistas.

 ¿Te dedicaste full-time al periodismo, y no a la poesía y la narrativa, porque el periodismo da estabilidad económica, y la poesía y la narrativa no, o porque de verdad te encantaba el periodismo?

No. El periodismo como oficio para mantener a mi familia no impidió jamás mi escritura de poesía y narrativa. Mas bien nutrió muchos aspectos porque en periodismo uno atraviesa por todos los dramas sociales y se conecta con la gran fuente que es la realidad.

 Eres uno de los grandes entrevistadores de Venezuela y del continente. ¿Tuviste maestros, maestras? ¿O tu estilo nació solo?

La verdad es que leí muchas crónicas de periodismo escritas por algunos periodistas norteamericanos-irlandeses que luego dieron origen a lo que se llamó el nuevo periodismo. Pero mi formación más importante fue leer a los grandes escritores. Mi estilo fue una reacción ante el cliché, la rutina. Quería emocionar y sentir que hacía algo emocionante para mí.

De toda las personas que entrevistaste, ¿qué hombres y qué mujeres te impactaron más y por qué?

El hombre que más me impactó fue un señor tan grato y sencillo que no lo podía creer: entrevisté al espía que engañó a Hitler. Al espía que sirve de inspiración para tantas novelas y películas. Fue una lección de humildad. García Márquez también fue uno de mis preferidos porque trataba de entender mi estilo de entrevistador y eso lo sentí como un halago amistoso.

Una vez entrevisté a una mujer que habían violado varias veces, en años distintos. Era un imán para las violaciones. Muy doloroso.

También entrevisté a una actriz de teatro, una pelirroja polaca, bellísima, de las mujeres más bellas que había visto en mi vida. Yo era muy joven. Y ella me recibió en su camerino. Estaba completamente desnuda maquillándose y exigió que le hiciera las preguntas ahí mismo porque no podía perder tiempo. Sudé frío. Y le hice las preguntas tratando de no mirarla. Veía una pared. Entrevisté a una pared. Y sus respuestas eran inteligentísimas. Admiré la inteligencia de aquella actriz. Y aún siento que me corroe la frustración de no haberla visto directamente, aunque ella en ningún momento me lo prohibió.


José Pulido y Lindsay Kemp

José Pulido en Italia


 Cuando trabajabas en los medios, ¿te quedaba tiempo para la poesía y la narrativa?

Siempre me levanté a las cuatro de la mañana. Sigo haciendo eso. Escribía de cuatro a siete y después me iba al periódico. La poesía y la narrativa no se cortan ni se coartan porque le dediques tiempo a un trabajo para sobrevivir: son demasiado poderosas y vehementes. Ahora, cuando puedo escribir sin tener que trabajar añoro mucho las salas de redacción.

Qué te angustia más, ¿la pregunta en blanco de una entrevista o la página en blanco de una novela o un poema? ¿O no te angustia nada?

 No me angustia escribir. Como diría Heráclito: el pensamiento es una enfermedad sagrada. Todo esto es una enfermedad sagrada. Lo verdaderamente angustiante es no tener el tiempo suficiente para seguir leyendo y escribiendo hasta dar con una cosa gloriosa que estremezca a la humanidad. Aunque la humanidad ya está estremecida.



“A su hora la neblina desciende tanto que roza los cafetos. 
Arañas, reptiles, escarabajos, alacranes, ratones, conejos
 y todos los bichos retroceden a sus nidos, y a sus cuevas ante
 el siseo de las hojas apartándose: algo sutil pero avasallante 
atraviesa en ese momento la espesura”.
Los Mágicos (fragmento), José Pulido




 ¿Cómo te nace un poema?

Siento algo y busco la palabra que lo hará visible. Cada palabra contiene una civilización, una historia, un universo. Con la sola palabra agua, o piedra, o cerveza o campana se puede escribir todo un libro. Piensa en todo lo que sabes y lo que se ocurre con la palabra agua para que veas.

 ¿Cómo te nace una novela?

Se me ocurre una historia que luego solo será un pretexto.

 ¿Cómo te nace una entrevista?

En el momento en que me interesa un entrevistado

 ¿Cómo escribes? ¿Te sientas frente a la pantalla y esperas que lluevan ideas?

Estoy lleno de ideas mediocres, como la humanidad, pero busco constantemente lo fulgurante, que muchas veces radica en lo sencillo. A veces estoy dormido y se me ocurre algo en el sueño y cuando me despierto lo escribo.

Juan Carlos Onetti  dijo que hay escritores para quienes escribir es como estar con una esposa  o una amante. Para él era una amante: escribía de vez en cuando. ¿Qué es para ti?

No hay comparación: escribo todos los días como quien respira. Es un mecanismo existencial. Como quien se alcoholiza y no puede apartarse del licor. Si hubiese amado a mi esposa con la misma intensidad y persistencia y resistencia con que escribo, la habría hecho muy feliz.

¿Estás escribiendo tu autobiografía?

Jamás de los jamases escribiría algo así. Me basta con la poesía.

¿Eres creyente? ¿Religioso? ¿Crees en la reencarnación?

Creo que la vida es bellísima y a la muerte no le importa porque su trabajo es otro. Creo que siempre, en todo lo que se haga, es necesario partir de un punto de vista moral. Lo fantástico y lo verdadero, lo ficticio y lo real contienen bellezas y eso me basta. Creo que el lenguaje nos ha hecho lo que somos.

Cuando no estás escribiendo, ¿qué te gusta hacer?

Me gusta leer poesía a montones y narradores raros. En Venezuela me fascinaban las carreras de caballos y subir el Ávila. Aquí camino, subo la montaña y me pregunto por qué en Italia no son amantes de los hipódromos. Ver una carrera con una cerveza en la mano es inigualable. El beisbol también me gusta.

 Los poetas, y también  muchos escritores, suelen ser bastante trágicos o pesimistas o nihilistas o soberbios –creen que están por encima de la media sólo por escribir- y algunos llegan incluso a decir que escribir es un castigo: “Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo. Para autoflagelarse” dijo Truman Capote, qué frase tan hermosa pero… ¿de veras?

Sin la tragedia estaríamos fritos. Y lo que dijo Capote es una verdad que muchos no enfrentan. Se trata de ser humildes para poder escribir algo importante. Porque si eres humilde sabes en qué fallas, en donde te equivocas, y qué tamaño verdadero tienes. El buen creador, el que domina el arte de la escritura, sabe que solo puede sentirse ofendido el lector que no entienda su nivel interior. A veces un libro es demasiado grande para un lector y el lector tiene que crecer para disfrutarlo o entenderlo. A veces el libro es muy pequeño y el lector tiene que hacer que el escritor crezca.

La poesía es aparte. Es un modo de ser y de vivir. Es de un nivel muy elevado que exige también al lector la humildad suficiente para aceptar que debe escalar una cuesta y que eso no es un sacrificio.




"Con mi amor", escribió José Pulido debajo de esta foto: su esposa, la periodista Petruska Simme






 Tú escribes con  humor, compasión, ternura. En tu escritura  pareces siempre deslumbrado por la vida. Curioso. Leerte hace bien. Da esperanza. Tú pareces un carajito maravillado por las pequeñas y grandes cosas de la vida. ¿Eres un carajito de 74 años?

Sí. Tengo 74 años por fuera, pero por dentro, extrañamente, me quedé en los dieciocho años. A veces no entiendo por qué me canso si hace poco, en 1970, corría veinte kilómetros todos los días…

Admiro las grandes cosas de la vida, como todos. Empezando por la vida y por el lenguaje que alcanza su tope en la poesía. Pero creo que todas las pequeñas cosas que he apreciado y aprecio me han mejorado la existencia y lo agradezco. Poder mirar una playa. Tener un mango en las manos. Escuchar cantando a Myriam Phiro o a Marlene Dietrich cantando Lili Marleen con su voz oscura.

 En las fotos de los últimos años, sin embargo,  te ves… ¿melancólico? A veces miras a la cámara molesto, como diciendo “pero bueno chica, ¿en qué momento Caracas se convirtió en Génova?”. Pero tu mirada no tiene la derrota ni la tristeza del exiliado: es desafiante.  Pero no hay alegría. Tu cara es lo opuesto a tu narrativa. José, ¿cómo te sientes? ¿es muy duro vivir en Génova?

Tienes razón. Sabes mirar y me conoces. Soy un melancólico irredento. Pero no soy infeliz. Cualquier cosa me hace sentir alegría. Me alegro con una sopa, una cerveza, un café, una conversación. Siempre he sido así porque me criaron mujeres y una enorme familia muy sencilla. Nunca dejo de ser yo aunque no sea la gran cosa.

¿Cómo te gustaría ser recordado? ¿El poeta José Pulido, el escritor, el periodista, el humanista?

Soy poeta. Pero con que me olviden sin rencor me conformo. Que lo recuerden a uno es lo más relativo que hay. Cuando toda la gente que me ha conocido se muera, será difícil que me recuerde alguien. A menos que les caiga ante los ojos un poema o un escrito cualquiera de los míos y sienta que ahí hay algo interesante.

¿Qué pregunta que no te hice te hubiera gustado que te hiciera?

Solo me gustan las preguntas de los amigos. Como tú. No hay una pregunta en particular que quiera escuchar. Las cosas suceden y uno no puede detenerlas. Yo creo en lo que hago pero no puedo obligar a la gente a creer en mí.

En 1979 Julio Cortázar, exiliado,  dijo en Caracas: Un día en mi vida es siempre una cosa muy hermosa, porque yo me siento muy feliz de estar vivo. No tengo ninguna intención de morirme, tengo la impresión de que soy inmortal” (maravilloso Cortázar). ¿Te gustaría ser inmortal?

Me gustaría ser inmortal para que los días no importaran un carajo. Pero soy mortal y eso hace que cada día valga su peso en besos.

 Muchas gracias, querido José, un placer hablar contigo. Y que la próxima entrevista sea con un negrito, con leche o marrón, en cualquier panadería de Caracas. Y con un cachito, claro. Y las cornetas de los carros y el calor aturdiéndonos. Y el Ávila, siempre nuestro Ávila.  En Caracas. La próxima vez en Caracas.

Eso sería tan hermoso y fabuloso que podría convertirlo en uno de mis sueños. Gracias, querida y admirada amiga.




16 de junio de 2020

Todas las fotos cortesía de José Pulido

José Pulido: Página web  / Facebook






“La vio extinguirse, como una mancha rosada sin cabeza, entre las estromelias y los acacios de la calle y se dio cuenta de que no poseía caballo ni dinero, solo sus botas y la guitarra española que ya tenía una araña viviendo en la boca”. 

Una mazurquita en la mayor (fragmento), José Pulido



José Pulido. Foto: Garcilaso


Algunas entrevistas y artículos (links)

·       Carlitos sin olvido











Para conocerlo un poco más: 


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"El cartero detiene la bicicleta frenando la rueda de atrás con el pie izquierdo. La suela desgastada del zapato echa humo. Termina de pararse cuando afinca el zapatón en la acera.

La casa de El Vedado está insertada en otra dimensión y por eso ni siquiera puede captar los detalles y se alegra, sin demostrarlo, cuando se abre la puerta y aparece una muchacha de esta época a recoger la carta. Respira aliviado hasta el punto de que retorna sudoroso al cotidiano calor y se atreve a mirar llanamente a la sonriente moradora, antes de subir a su bicicleta y pedalear como si fuera una filmación en blanco y negro que se rompe contra el sol y la reverberación del mar".   

La canción del ciempiés (fragmento), José Pulido.






"Hace una morisqueta, ensaya un bailecito nervioso y retrocede como un enanito que bromea en el circo, aunque en los sustratos de la memoria es solamente un niño punzando a su madre para que lo quiera. Se deja caer encima del cuero arrugado y suave del largo sofá y se recuesta en el hombro de la mujer. Ella endereza el busto y sobresale el temblor de las redondeces, movidas por un sismo que se origina en el parpadeo". 

El Requetemuerto (fragmento), José Pulido.






"El frío del invierno, específicamente de este invierno que se ensaña con el campo de concentración de Oranienburg, ha comenzado su oficio de agrietar labios, quemar orejas y meterse como una aguja por los intestinos.

El Sturmbannfuhrer de este campo es un hombre de mediana estatura que parece alto; de huesos fuertes y cabello blanco, cejas y pestañas blancas. Es un albino silencioso que empuja el aire con la mandíbula y todo el mundo repite su grado y su nombre con mala espina y con amargura: Coronel Von Dussel". 

Pelo Blanco (fragmento), José Pulido.






"Hasta lo que va de fecha, El Yimi ha matado a cincuenta y dos personas que no conocía. Tal vez intercambió miradas con alguna de esas víctimas, en equis momento, mercado, bar, semáforo, ventanilla de autobús, pero seguramente fue como tropezarse visualmente con alguien, porque de miradas distraídas y sin asidero está compuesta la multitud.

—Esamielda me tiene friquiao… voy a tené que despojáme…".

Los Héroes son villanos tímidos (fragmento), José Pulido









Avenida Baralt



Este no es mi lugar

soy una raza extraviada

cantan en orfeón los pajarracos

enfranelados de sodoma y gomorra

en la periferia del volumen

.

Voces que tropiezan, ojos que roban

trepan la ramazón de una atmósfera

anuncian que se están yendo

y agitan raíces.

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Calles emponzoñadas

chopsuey de zapatos

.

Me mordió la avenida Baralt



la tarde del viernes

culebra atragantada

de buhoneros y carros

mujeres sin milagros

buscando templos

en el infierno de la bisutería

.

El último sol bajó

la santamaría de una sombra

Y me lanzó una capa

en la entrada del bar

no pensé en estrellas

porque mi espíritu asume

que jamás hubo cielo

cubriendo la ciudad












UNA FRONTERA CON PONZOÑA
por Julio Bolívar , El Nacional,  27 de agosto de  2015

 


Acabo de leer una novela breve de José PulidoPaisaje de ponzoña (NSB, Grupo editorial, 2015). Asombra por su estructura fragmentaria, dislocada, que cuenta una realidad que a nadie le gusta: la vida de frontera. No cualquier vida, esa vida a la que tememos y pasamos rápido por ella. Pienso en cuál frontera pudiera ser, y viene a mi memoria aquella que vi de lejos, en el Territorio Amazonas, una donde podíamos pagar en bolívares, estando en el otro país, su vida monetaria estaba lejos del control de los bancos centrales de cada uno de los países que cruzaba. Unas lanchas nos podían trasladar hasta allí, a través de un caño, como los del Delta Amacuro. ¿Casuarito? Este era (lo digo en pasado como una esperanza) un pueblo gobernado por la FARC. Pero puede ser cualquier parte de Venezuela.

Todo en este libro tiene veneno. Personajes involucrados en crímenes, todo es delito, hasta un cura encubre las relaciones entre una guerrilla y el pueblo que ha tomado en sus manos ensangrentadas. Pero también todo es candidez, los que se han marchado de este pueblo sin nombre ejercen oficios en urbes de las que no pueden salir tampoco y como siempre escuchamos a sus padres ignorantes de su verdadero oficio o lo ocultan por vergüenza. Narrada con fuerza poética Paisaje de ponzoña salpica de realidad lo que intuimos o sabemos, pero sobre lo que nadie hace nada.

Este nuevo libro del narrador que es Pulido, que desde sus primeras novelas (Los mágicos, El bululú de las ninfas, o sus últimos libros publicados: Los villanos son héroes tímidos, El requetemuerto, etc…) se ha tomado para sí contar la violencia, describir cómo se forma un delincuente violento, desde su vida miserable en medio de la pobreza como fatalidad, esa naturaleza que los sociólogos han explicado hasta el cansancio. Es la violencia sobre los seres humanos, esta vez desde el borde incontrolable de la orilla del país.

Pulido, como si fuera un pintor de frescos, como llaman esos cuadros fantasmales hiperrealistas, donde está todo, los retoma de manera directa y nos los sirve en la mesa como para que recordemos que tenemos una deuda en la sobremesa de nuestras vidas: la realidad de nuestras fronteras. Esa, que solo esta demarcada en los mapas pero que en verdad no hay tal líneas de rayas que nos separen. Está ahí, al lado, con el vecino o en la persona que trabaja en las casas, de doméstica o servicio como las llaman, obreros o especialistas, taxistas, esas personas que vinieron a buscar otra vida, honestas. De todo en ese paquete de migrantes que lentamente han visto que las fronteras de un estado han desaparecido, que aquí también pueden estar haciendo negocios sucios sin ningún control. Todas y todos vienen de esas violentas fronteras. Pulido demuestra con este libro, que no hay límites, que todo es todo y está revuelto y confluirá en un punto: nosotros. Lo que desde hace tiempo perdemos país. Ahora Guyana, antes San Antonio o Maicao, cualquier día una isla, pero mucho antes, fue por el mar y su viejo contrabando. Lo que llaman ahora “bachaqueros”, nómadas que cazan y pescan con su cédula de identidad, o su huella digital no es nada nuevo. Un país poroso por todos lados.

Muchas conversaciones del día a día venezolano giran en torno a la realidad política, como si fuera algo alterno a nosotros, que nos acompaña como un ángel angustiado y confuso. Unos dicen que cada lado está en problemas, que viven grupos diferentes, intereses, ausencia de valores, ausencia de ética, con diversos grupos, etc… De esas conversaciones recojo una parte referida a quienes gobiernan y sus diferentes clanes. Uno de los factores que gobiernan están en las cárceles, son los llamados pranes, incluso, escuchamos sus historias desmesuradas y nadie se inmuta; después de leer este libro extraño en nuestra narrativa, la imagen de que unos pranes controlan nuestras vidas no deja de estremecerme. La idea de un superestado, al que el Estado formal (el de la Constitución) no puede y no quiere controlar, paraliza y asusta. Después de leer esta novela, uno siente que el narrador metió la realidad en una licuadora y mezcló todo, un todo de donde no puedes salir si no apagas las aspas que nos están licuando.

Sus capítulos cortos y seguidos como un rollo de papel, recuerdan las imágenes que se superponen unas a otras, a veces, los personajes continúan en el próximo capítulo otras no, al rato regresan con conversaciones trascendentes en un paisaje sin ninguna importancia. Un helicóptero puede estallar y es parte del paisaje y aparecen carros oficiales que van como a ver un espectáculo consabido, como en las películas donde la policía siempre aparece tarde. Saben que el control está más allá de ellos, que apenas son personajes de relleno en una realidad que está controlada en otro lugar. O un poeta cándido que se ve involucrado en una atraco de guerrilla urbana, que no se sabe adónde va el dinero que ellos sospechan que trafica un editor y en medio del asunto, el poeta ofrece leer unos poemas y acuerdan editarle el libro para evitar que hable del atraco chambón de unos guerrilleros de pacotilla, que pertenecen a esos colectivos sonsos que repiten consignas. No es parodia pero parece. A ratos no podemos creer que esto sea verdad, pero si la cotejamos con la narrativa de los pueblos fronterizos veremos su espejo en esta novela.

Pulido construye personajes entregados a una manera de vivir, sin salida, anacrónica, donde gobierna la violencia, otro orden sin Estado y sin leyes, solo el más fuerte es el que manda. Negociantes que construyen viviendas para entregárselas a los amigos, ladrones que roban ladrones en nombre de una utopía imposible, como todas, vidas sin vida, “vidas secas” que pululan en esa realidad con otro lenguaje. La lengua que allí se habla es de pólvora. Un gran negocio a placer para los ejércitos de ambos lados, un lugar liberado para el delito, como se dice ahora de las llamadas zonas de paz.

Narración del vértigo, donde no tienes tiempo para respirar sosegadamente. Novela sin ningún artificio, novela que observa. Cruda. Los personajes van y vienen, no hay tiempo, todo transcurre sin día y sin noche, son personajes de vidas fragmentadas, inevitables desechos sociales. Espacio donde solo se siente el rumor del Estado o los otros como una sombra inútil, no hay diferencia alguna, son como “moscardones molestos” lejanos helicópteros que sobrevuelan la zona donde viven estos seres olvidados de todo orden o insinuación de un poder que ordene o ayude a vivir sus pobres vidas de lagartijas, como dice el narrador “el abandono es una palabra amarga en cualquier recuerdo”.

Solo Ezequielito, un niño, pequeña esperanza torcida, como su edad, o como dice su madre “inocente pero dañado”, se salva cuando cruza la frontera de agua que los separa del mal esquizoide que lo persigue desde niño, allí deja de escuchar las voces y cantos que lo atormentan. Pero se tiene que ir de aquel infierno que arma la guerrilla y sus testaferros. Personajes agrios, dulces, duros, jóvenes perdidos en la cocaína, si esperanzas, putas, cándidos, malos, buenos metidos en un espacio que ya no es de ellos, solo el otro lado del río saca a Ezequielito de aquella realidad si solución.

Pudiéramos decir que Ponzoña de paisaje es una novela pesimista, o de un humor paródico también. Una novela que cuenta la inmadurez de ciertas utopías o de ciertas sociedades. Llena de personajes que no saben qué va a pasar. Personajes sin país. Pulido es un novelista que entra en sus personajes y desde su corazón cuenta lo que cada uno de ellos siente desde la compasión. Como dijo en una entrevista reciente Rafael Chirbes, el asombroso novelista español autor de Crematorio –el narrador del “presente” como dice la crítica y que acaba de fallecer– narrar siempre es desde “una tercera persona compasiva”. Así es este narrador, narra la vida de los otros, la de los que le abrieron las puertas al mal, la suya va en la poesía.

Editor, profesor especialista en Literatura Latinoamericana
Colinas de Bello Monte, Caracas, Venezuela






BIOGRAFÍA BREVE

Poeta, escritor y periodista, nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.

Vive en Génova, Italia. 

En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.

Forma parte de la Antología Por ocho centuriasXXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras. 

Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. Participó, en 2012, como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En el 2018 y en el 2019 invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova. 

Publicaciones más recientes:

El puente es la palabra. Antología de poetas venezolanos en la diáspora.

Compilación: Kira Kariakin y Eleonora Requena, para Caritas.

Poeti Uniti per il Venezuela, Parole di Libertà (Poetas Unidos por Venezuela, Palabras de Libertad) publicado por Borella Edizioni, evento respaldado por la Associazione culturale Orquidea de Venezuela, con sede en Milán.

Poemario Heridas espaciales y mermelada casera editado por Barralibro Editores




BIOGRAFÍA extensa


1945.  Nace el día 1 de noviembre en Villa de Cura, estado Aragua, en plena sabana del sector denominado los Tanques, que posteriormente se transforma en zona industrial. Sus padres: Eliseo Zapata y Victoria Pulido.

1965. Comienza a colaborar en periódicos humorísticos de Villa de Cura.

1971. Redactor del Diario El Sol, Valencia, estado Carabobo.

1972. Publica dos poemarios: Esto, y Paralelo lelo,  editados por García e hijos. Caracas.

1975. Jefe de Redacción de El Diario Católico. San Cristóbal, estado Táchira, donde también se desempeñó como director encargado por varios períodos. Publica poemas en distintas publicaciones del estado, y en Zaranda,  Ediciones de la Red de Bibliotecas Públicas del Estado Táchira. San Cristóbal. 1980.

1976. Le otorgan el Premio Regional de Periodismo. Gobernación del Estado Táchira.

1978. Jefe de Redacción del diario Última Hora. Acarigua, estado Portuguesa. Recibe el Premio Municipal de Periodismo. Concejo Municipal de Acarigua- Acarigua- Estado Portuguesa.

1979. Corresponsal de guerra en Nicaragua, durante los conflictos tras el derrocamiento de Anastasio Somoza, desde marzo hasta julio.

1982. Es elegido para el cargo de Secretario de Comunicación del Colegio Nacional de Periodistas (CNP), Nivel Nacional,  Agosto 1982-Agosto 1983. Y Secretario de Comunicación del Colegio Nacional de Periodistas (CNP), Nivel Nacional, Agosto 1982-Agosto 1983.

1984. Redactor de las Páginas de Arte del diario El Nacional. Su experiencia como escritor aparece referida en el libro: Confidencias literarias de 35 escritores latinoamericanos, Ed. Rafael Cartay, Colección Ensayo,  Dirección General de Cultura y Extensión Universitaria de Los Andes. Mérida.  Recibe el Premio “Henrique Otero Vizcarrondo” que otorga El Nacional al mejor redactor; y recibe la Orden Andrés Bello, en su Segunda Clase. Invitado al Festival de Poesía de Bagdad. “Merbed”. Octubre- Noviembre.

1985. Jefe de las Páginas de Arte del diario El Nacional. Publica el libro con sus mejores entrevistas, titulado: Muro de confesiones, editado por la  Academia de la Historia. Colección El Libro Menor. Caracas. Recibe la Orden Francisco de Miranda. Segunda Clase.

1986. Invitado al Festival de Poesía de Bagdad. “Merbed”. Octubre-Noviembre.

1987. Aparece su primera novela, Pelo blanco Editorial Planeta, que relata parte de la historia de la Colonia Tovar.

1988. Miembro fundador del Festival de Música de Cámara de la Colonia Tovar. Y asesor de Prensa en la Semana Cultural Venezolana del Consulado de Venezuela en Brasil, Río de Janeiro. Sus cuentos aparecen en la antología: Detrás de esa columna de humo. Muestra de la narrativa en Caricuao, Editorial La Espada Rota. Redactor Especial y fundador del Departamento de Investigación de El Diario de Caracas.

1989. Aparece su segunda novela Una mazurkita en la mayor, Editorial Planeta, Finalista Premio Miguel Otero Silva de Novela, que cuenta la vida de Augusto C. Sandino y la guerra en Nicaragua. Es electo para el cargo de Secretario de Finanzas del Colegio Nacional de Periodistas, Seccional Distrito Federal, Agosto 1989 -Agosto 1990.

1990. Corresponsal Internacional de la Agencia Venezolana de Noticias (Venpres). Lima, Perú. Miembro del Directorio de la Agencia Nacional de Derechos de Autor del Trabajador de la Prensa (ADAP), Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP)- Caracas. Octubre 1989-Marzo 1990.

1991. Jefe de Información de Arte y Espectáculos. Diario de Caracas.

1992. Miembro del Comité editorial, fundador del suplemento cultural Bajo Palabra, editado por El Diario de Caracas. Jefe de Información y fundador del suplemento humorístico El Diablo de Caracas, editado por El Diario de Caracas.

1993. Sus entrevistas son objeto de estudio en el libro: Para desnudarte mejor. Realidad y ficción en la entrevista, de Nelson Hippolyte Ortega, Editorial Monte Ávila Editores Latinoamericana, Colección Documentos, 1993. Es nombrado Director (encargado) de El Diario de Caracas.

1994. Publica sus poemas junto a Rafael Arráiz Lucca, Joaquín Marta Sosa y Enrique Viloria Vera, en la antología Linajes,  Ediciones Pavilo, Caracas 1994. Nombrado por Salvador Garmendia como Jefe de Redacción de la  Revista Imagen Latinoamericana.

1995. Nuevamente publica sus poemas en la antología: Cortejos, Ediciones Pavilo. Caracas 1995.  En Italia incluyen sus cuentos en:
Narrativa venezolana attuale. (Consiglio Nazionale delle ricerche), A cura di Judit Gerendas e José Balza. Ulzoni Editore-Roma.
Una selección de sus poemas se incluye en: Antología de la poesía amorosa venezolana,  Selección de Jesús Salazar, Editorial La espada rota. 1995. Viaja a Chile donde dicta una Conferencia en la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile. Octubre. Foro en la Zona Histórica de México, en representación de Venezuela. Anfitriones: Juan Villoro y Carmen Boullosa.  Septiembre: Conferencia “Integración y Literatura”, Universidad  de Los Andes. Bogotá. Colombia. Agosto: Conferencia sobre Literatura, Universidad Javeriana. Bogotá. Colombia. Agosto: Conferencia “Periodismo y Literatura”. Universidad Nacional de Bogotá. Colombia.

1996. Director-creador de El Otro Cuerpo, suplemento de El Ateneo de Caracas, encartado en El Nacional. Es invitado a participar en el libro: Fichero Presidencial. Presidentes y presidencias de Venezuela, de Manuel Caballero, Elías Pino Iturrieta y Diego Bautista Urbaneja. Ed. Contraloría General de la República. 1938-1996. 1996.  (Ensayo).
Sale a la calle la antología: Vecindarios, que reúne a Rafael Arráiz Lucca, Joaquín Marta Sosa,  Enrique Viloria Vera y José Pulido, Ediciones Pavilo. Caracas 1996. Asesor del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber.

1997. Jefe de las Páginas de Arte y  Tendencias. Diario El Universal. Publica la cuarta antología junto con Rafael Arráiz Lucca, Joaquín Marta Sosa y Enrique Viloria Vera: Invocaciones Ediciones Pavilo. Caracas.

1998. Se publica el libro de cuentos Vuelve al lugar que se te ha señalado, por el Fondo Editorial Contraloría General de la República.  Y el ensayo: El deporte y sus cunas, Fondo Editorial 60 años,  Contraloría General de la República. III Olimpíadas de la Contraloria General de la República. Olimpíadas de los 60 años. 1938-1998. Crónicas suyas aparecen en El libro del béisbol. Cien años de pelota en la literatura venezolana,  Selección y notas de Federico Pacanins,  Colección Quirón, Editorial Los libros de El Nacional.
Asistente Editorial de la Revista BCV Cultural, publicación del Banco Central de Venezuela.

1999. Publica Los mágicos Editorial Monte Ávila Latinoamericana,  finalista en la Bienal Internacional Francisco Herrera Luque. Participa en el libro de crónicas sobre artes plásticas: 25 Lecturas para 25 años, MACCSI,  Contraloría General de la República. Caracas.
Publica el poemario Los poseídos, Editorial Pavilo, que recibió el  Premio Municipal de Poesía del Distrito Federal en el año 2000, que otorga la Alcaldía de Caracas.

2000. Editor de la revista Circunvalación del Sur. Coautor del libro: El Mural de Zapata, Soledad Mendoza Editores. Sus crónicas aparecen en: Confines del Placer, Selección y Notas. Yolanda Pantin y Federico Pacanins. Federico Pacanins, Yolanda Pantin, Joanna Vegas Editores.

2001. Publica el poemario Peregrino de vidriera, Editorial Pavilo. Entrevistas suyas aparecen en el libro: Nueve Miradas,  Bigott en sus 80 años, Ed. Bigott.  Participa con sus entrevistas en el libro BCV 60 años 28 testimonios, 60 Aniversario del Banco Central de Venezuela. 
Guionista de la telenovela A calzón quitao, trasmitida por Radio Caracas TV.

2004. Publica Duermevela (poesía), Editorial Pavilo. La canción del ciempiés (novela), Alfadi.)   La sal de la tierra, entrevistas y retratos de Vasco Szinetar,  Colección Ediciones Especiales, Banco Central de Venezuela, Caracas.

2007.  Publica la novela El bululú de las ninfas, Editorial Alfa, Colección Orinoco.

2011. Publica Gustavo Dudamel, la sinfonía del barrio (biografía), en la colección Libros de El Nacional.

2012. Publica la novela El requetemuerto, en la Colección Vértigo, Ediciones B. Forma parte de la Antología en homenaje a Miguel de Unamuno, que se publica como parte de la programación del XV Encuentro de Poetas Iberoamericanos en Salamanca, España.

2013. Los héroes son villanos tímidos, una recopilación de sus cuentos aparece publicada por Otero Ediciones.

2013-2106: Sigue publicando sus poemas y narrativa en diferentes medios digitales. Continúa realizando reportajes.

2017: Se radica en Génova, Italia.

2019: Recibe en Milán, Italia,  el   Premio Orchidea d´Argento alla carriera.

2017-2020: Realiza lectura de sus poemas y conferencias sobre la poesía venezolana en diferentes ciudades europeas. Sigue realizando reportajes y escribiendo.

2024: Es condecorado en Italia con el Premio Internacional de Poesía "Citá del Galateo-Antonio de Ferrariis".



Fuente de la biografía y los fragmentos de los libros:



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