la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Anais Nin: Moriré siendo poeta…/ texto del Diario I








Moriré siendo poeta. 
Asesinada por los que no lo son. 
No renunciaré a ningún sueño,
no me resignaré a ninguna fealdad, 
no aceptaré nada de otro mundo, 
que no sea el que yo misma he construido. 
He escrito, vivido y amado como Don Quijote 
y el día de mi muerte diré:

 “Que me perdonen, 
todo esto ha sido un sueño” (…)


Diario I 







Julio Cortázar: "En mi corazón América Latina existe como una unidad"/ entrevista de Viviana Marcela Iriart, fotos Eduardo Gamondés, Caracas septiembre de 1979, revista Semana





DEBEMOS LUCHAR CONTRA EL CHOVINISMO


Su voz grave y gangosa atiende el teléfono, sin intermediarios, simplemente él levantando el tubo. Cortázar. Su voz suena seria, como la imagen que tengo de él, una imagen de que siempre tiene 40 años: imposible imaginarle más (y sus biografías dicen que nació en 1914). Explica que quiere ver la revista antes de concedernos una entrevista, y ni él ni nosotros sabemos qué pasó, pero las revistas que dejamos en el hotel jamás llegaron a sus manos. Igualmente sugiere vernos en Parque Central, en la inauguración de la Primera Conferencia Internacional sobre el Exilio y la Solidaridad Latinoamericana en los años 70, en la que él participó. Y allí estaba, llamando la atención aún sin quererlo: era el más alto de todos los presentes. Y allí estaba, con la barba y bigotes cobrizos que lleva desde hace tanto, con la seriedad con que aparece en diarios y revistas, con una simpatía que no le imaginaba. Allí estaba, era Cortázar. Un ser humano como usted y como yo, sí, con dos ojos, una boca, dos manos, virtudes, defectos, deseos, nostalgias. La entrevista fue en un rincón del Hotel Anauco Hilton, junto con el Asesor de Semana, Jorge Madrazo, el fotógrafo Eduardo Gamondés y cuatro o cinco admiradores del escritor, inmersos disimuladamente –o no- en la conversación. Él habló despacio, cálidamente y sus ojos claros recorrían los nuestros mientras sus palabras se abrían en el centro de nuestras mentes, quedando allí mucho tiempo después de haber sido pronunciadas. Y él se quedó en nosotros cuando la noche llegó y nos encontró en sitios distintos. Como una presencia invisible, deseada, siempre presente a partir del primer encuentro.



ACERCA DE LA LITERATURA Y LA POLITICA

“Bueno, claro que me molesta ser requerido más para dar opiniones políticas que literarias, porque soy un animal literario. Así como los franceses suelen referirse al hombre como un animal pensante o un animal filosófico, yo soy un animal literario. Nací para la literatura y si fui asumiendo lentamente este compromiso de tipo ideológico que ustedes me conocen, eso fue al término de un proceso muy lento, muy complicado y a veces muy penoso. Porque como mi vocación profunda es la literatura, hay momentos en los que las circunstancias de tipo político –el tener que venir a esta Conferencia, escribir artículos de contenido político, atacar a la Junta chilena o argentina, ocuparme de casos de desaparecidos, muertos, torturados, contestar alguna de la enorme correspondencia que me llega, porque la gente piensa que yo siempre puedo decir algo y ayudar- bueno, hay momentos en lo que, lo confieso porque es verdad, tengo un gran desánimo. Porque me digo: “bueno, ¿alguna vez voy a poder escribir una novela?” Mi ideal sería tener un año o dos de tranquilidad, para escribir una novela que me da vueltas en la cabeza hace mucho tiempo. Por eso es que cada vez más me convierto en un cuentista, porque los cuentos los escribes en el avión, en tu casa, en la calle...”



HASTA FRANCIA LLEGO EL EXILIO

“Yo hace 28 años que vivo fuera de la Argentina, pero nunca me consideré un exiliado hasta el golpe de Videla. Nunca me consideré un exiliado, porque para mí el exilio es una cosa compulsiva, y yo vivía en Francia porque me daba la gana. Porque es un país que me gusta, donde me siento bien y donde iba escribiendo mi obra sin dificultades ni problemas. Y de repente, a partir del golpe militar, supe que me había convertido en un verdadero exiliado. Es decir, que ahora tengo ese sentimiento que tienen todos los exiliados, done los aspectos negativos son muy fuertes, pesan mucho. Eso me llevó por primera vez a reflexionar sobre el problema del exilio. Es entonces que me di cuenta de que si yo o cualquier otro exiliado entra en el estereotipo, en la noción esencialmente negativa, aplastante del exilio, le está otorgando una carta de triunfo a la dictadura que lo exiló. Entonces me planteé el problema en términos muy claros: es una locura, es ilógico, no se puede aplicar científicamente, pero yo en vez de estar en una marcha adelante doy marcha atrás, invierto la velocidad y entiendo el exilio en términos positivos. Yo lo dije en París e hizo sonreír a mucha gente, dije que es como si Videla, ahora que me exiló, me hubiera dado una beca para escribir fuera de la Argentina. Y mi mejor manera de contestar a ese exilio es dar el máximo de lo que yo puedo dar como escritor, y es lo que estoy tratando de hacer. Pero al exiliado que llega totalmente quebrado, ya sea porque él mismo ha sufrido, incluso físicamente, antes de poder salir o porque hay un montón de muertos, desaparecidos, torturados en torno a él, no se le puede pedir que empiece su vida de exiliado con una sonrisa, diciendo: “esto está muy bien”. No, porque está espantosamente mal. Cuando a todo hombre y mujer que ha salvado la inteligencia, le llegue el momento de pensar en la nueva vida que está empezando, es en ese momento en que yo lo incito a que en vez de caer en los estereotipos y decir “yo soy una víctima, yo soy un exiliado, yo he sido injustamente echado de mi país”, y que eso se traduzca poco a poco en amargura, en una nostalgia aplastante, yo lo incito a que –salido del primer choque traumático- vuelva a sentirse un hombre o una mujer pleno”.



SUR, PAREDON Y DESPUES...

 
 “Sí, porque ¿para qué sirve la nostalgia de juntarnos cinco argentinos, hacer un asado, tomar mate, poner un disco de Susana Rinaldi, Mercedes Sosa o Gardel (según los gustos) y complacernos en la nostalgia de un pasado al que quisiéramos resucitar? Yo lo hago también, pero eso no me impide al día siguiente despertar en París, y estar en contacto con un montón de gente que no son argentinos y llevar adelante mi trabajo. De manera que es un asunto que hay que matizarlo, no es muy sencillo, y claro, no todas las personas están igualmente equipadas en el plano mental o intelectual. Y el obrero, que desde el punto de vista cultural está más limitado -porque por su condición de obrero no ha podido estudiar- ese hombre es realmente el que está más en peligro como exiliado. Si un obrero tiene que vivir en Suecia, nada más el problema del idioma es para él una especie de amenaza de muerte. Y ahí la nostalgia, Gardel, sus recuerdos y sus fotos se vuelven su única defensa. Y yo creo que todos nosotros podemos hacer mucho a través de publicaciones, de actos, de reuniones, para hacerles sentir que no están solos”.









EL EXILIO CULTURAL

“Lo que para mí es y ha sido traumático, es un fenómeno en el que no todo el mundo piensa, y que en el caso de un artista exiliado es fundamental. Lo que yo llamaría el exilio de tipo cultural: es terrible cuando te das cuenta de que en tu país hay una barrera de censura que hace, por ejemplo, que yo no pueda publicar más libros en Argentina. Entonces se descubre -y esto es lo espantoso para mí- que yo estoy exiliado, pero que del otro lado, en mi país, hay 26 millones de exiliados en relación a nosotros. Yo estoy separado de mis lectores, pero mis lectores están separados de mí: mi último libro de cuentos no pudo salir en Argentina porque hubo dos cuentos que le molestaron a la Junta. Y no hago de esto una cuestión personal: están separados de 150 magníficos escritores uruguayos, chilenos y argentinos que no se pueden editar en nuestro país. En Chile, desde el 11 de septiembre de 1973, una generación de jóvenes fue tomada por la Junta y metidos en una escuela fascista dirigida por militares. Han pasado seis años y ellos vivieron la edad crítica (entre los 12 y los 18 años) bajo ese régimen, miles y miles de niños y niñas chilenas que en estos momentos creen en la Junta, creen en la Seguridad Nacional, creen que todos nosotros somos traidores. Creen que Chile es un país injustamente atacado y combatido. No es culpa de ellos, pobrecitos, porque en seis años los han convertido en lo mismo en que Hitler convirtió a las juventudes hitleristas, o Mussolini a los “balillas”. Bueno, eso es para mí una de las cosas más espantosas, y nosotros no podemos hacer nada, intelectualmente. Porque esto yo se los digo a ustedes, pero nadie lo va a escuchar en Argentina, nadie lo va a leer, ustedes lo van a publicar y salvo que alguien lo lleve en un bolsillo, nadie va a poder leerlo allí”.



EL ESCRITOR Y SU COMPROMISO CON LA REVOLUCION

“Yo tengo una gran latitud de enfoque en el plano de trabajo de los escritores. Yo creo que puede haber escritores puros, que no introduzcan ningún mensaje político en lo que hacen. Creo que eso es posible, y que su obra puede ser revolucionaria si es una obra creadora, que renueva, una obra bella. Lo único que exijo en esos casos es que la persona que hace literatura pura, muestre con su conducta personal que no es un escapista. Que si él no pone política en lo que hace, es solamente porque -por ejemplo- su vocación es escribir un soneto en donde la política no entre. Pero él tiene que demostrar con su conducta, con su responsabilidad personal, que tiene derecho a escribir esos sonetos. Mira, yo me divierto mucho en escribir literatura pura... El año que viene sacaré un libro, que estoy terminando, donde hay uno o dos cuentos con contenido político, los demás son cuentos fantásticos. Y creo que tengo derecho a escribirlos, porque mis lectores saben quién soy. Entonces, ¿por qué me voy a sentir obligado a poner la política en cada cosa que escriba? Mi literatura, entonces, sería muy mala, soy muy consciente de esto. No todo hombre ha nacido para la acción, no todo hombre tiene a veces ¿cómo decirte? las aptitudes físicas para jugarse en un plano de acción. No todo hombre ha nacido para ser soldado de una revolución. Puede ser un hombre de una vida interior, de una timidez de carácter, que lo lleva a escribir exclusivamente una obra que canta a la revolución. Pero yo no creo que se le pueda exigir una militancia práctica a todo el mundo”.


VIETNAM Y EL MANEJO DE LA INFORMACION POR EL IMPERIALISMO

Yo creo que es positivo que se denuncien las violaciones de derechos humanos ocurridas en los países socialistas, en la medida en que se tenga total seguridad de lo que se denuncia. Porque, cuando se habla de violación de derechos humanos en esos países yo, por principio, examino con mucho cuidado el expediente, porque sé de sobra hasta qué punto la información del imperialismo reforma, cambia y modifica las cosas. Yo no olvido que, por ejemplo, siguiendo la última etapa de la revolución nicaragüense en el Herald Tribune, en París, se podía encontrar un análisis de cómo los yankis preparaban al lector norteamericano para que estuviera en contra del triunfo. Hablaban de Somoza como el tirano, el dictador, pero cuando hablaban de las columnas que avanzaban decían: “las columnas marxistas. Cada ocho o nueve párrafos te soltaban esa palabrita, para que la buena señora que vive en Minesotta o en Detroit diga: “¡Dios mío, los comunistas!” Entonces, cuando se habla del caso de Vietnam, yo estoy esperando encontrarme con García Márquez, que estuvo allí haciendo una gran encuesta, para que él me cuente a mí las cosas. Yo no me fío de los telegramas de prensa. Pero, cuando en Rusia y en los países de la órbita socialista hay flagrantes violaciones de derechos humanos, yo personalmente no me callo.


AMERICA LATINA COMO UNIDAD: ¿REALIDAD O UTOPIA?

“Lo voy a decir de una manera sentimental, casi a lo Rubén Darío: en mi corazón, América Latina existe como una unidad. Soy argentino desde luego (y me siento contento de serlo), pero fundamentalmente me siento latinoamericano. Yo estoy en mi casa en cualquier país de América Latina, siento las diferencias locales, pero son las diferencias dentro de la unidad. Eso, en el plano personal. En el plano geopolítico, está la nefasta política de dividir para reinar, que han aplicado los norteamericanos desde hace tanto tiempo. Fomentando los nacionalismos, las rivalidades entre los países para dominarlos mejor, destruyendo el sueño de Bolívar de los “Estados Unidos de América del Sur” y creando diferentes países orgullosos, seguros de sí mismos, dispuestos a hacerse la guerra por cuestiones que no resisten un análisis profundo; eso es una realidad. Y yo pienso que uno de los deberes capitales de los políticos de izquierda, de los escritores revolucionarios, es intentar por todos los medios de luchar contra ese chauvinismo, que hace que un niño argentino en la escuela aprenda que él es mucho mejor y más que un niño chileno o paraguayo. Por cierto que en mi visita anterior hablé con venezolanos de la calle y su idea sobre los colombianos, su desprecio, su odio, me aterraron. Lo mismo, por supuesto, ocurre en el caso inverso. Es la prueba de que dividir para reinar funciona, que a los yankis les conviene seguir fomentándolo y que las dictaduras locales están encantadas de hacerlo”.


ENTONCES HABLO SOBRE LA VIDA Y LA MUERTE

“Un día en mi vida es siempre una cosa muy hermosa, porque yo me siento muy feliz de estar vivo. No tengo ninguna intención de morirme, tengo la impresión de que soy inmortal. Sé que no lo soy, pero la idea de la muerte no me molesta y tampoco le tengo miedo. Le niego existencia, entonces, eso me ayuda a vivir de una manera... ¿cómo decirlo? Bajo el sol, solar. Yo estoy muy contento de estar vivo, y además hay una cosa en la que poca gente piensa. Creo que es un prodigio maravilloso que todos nosotros seamos seres humanos, que estemos en lo más alto de la escala zoológica, por un azar puramente genético. Porque tú no eres responsable de ser quien eres. Venimos de una larguísima cadena genética y cuando yo veo a una gallina o una mosca que también han nacido de las mismas cadenas genéticas, me maravillo por ser un hombre y no una gallina. Yo soy un hombre, con todo lo bueno y lo malo que eso tiene. Y estoy contento de haber tenido una conciencia, de haber visto lo más que una conciencia puede ver del planeta. Y no te hablo más”.


Cuando pronunció estas palabras hacía más de media hora que estaba con nosotros, contándonos anécdotas y sonriendo, a veces, como un niño. Sí, él es un ser humano como usted y como yo, para hablar necesita mover la boca en la misma forma en que lo hacemos usted y yo. Pero él es Julio Cortázar.


©Viviana Marcela Iriart
Caracas, septiembre de 1979.
Publicada en noviembre de 1979
Revista Semana, Caracas 
© Fotografías   Eduardo Gamondés



Nota: Esta entrevista fue realizada en Caracas, en el año 1979, durante la realización de la “Primera Conferencia Internacional sobre el Exilio y la Solidaridad Latinoamericana en los años 70”, en la que Julio Cortázar fue panelista junto a intelectuales de la talla de Mario Benedetti, Antonio Skarmeta, Eduardo Galeano y Ernesto Cardenal entre muchos otros. 

La entrevista fue publicada en la revista “Semana” de Caracas y la firmé con seudónimo: Julio Cortázar era una de los opositores más célebres de la dictadura argentina, yo estaba exiliada y temía represalias contra mi familia en Argentina. Cortázar, con la humanidad que lo caracterizaba, entendió mi temor cuando se lo expliqué. 

Le envié unos ejemplares a París, donde vivía, y a vuelta de correo me llegó una maravillosa carta manuscrita en donde me agradecía la entrevista. Nunca más tuve contacto con él. Pero cuando muchos años más tarde Cortázar murió, lloré su pérdida como la de un amigo entrañable. En una hora, el tiempo que duró la entrevista, Cortázar se metió en mi corazón y se quedó en él para siempre. Ha pasado mucho tiempo desde que ya no está con nosotros. Y sin embargo, todavía lo sigo extrañando. 






Las fotos fueron tomadas por el fotógrafo argentino Eduardo Gamondés y son inéditas, dado que la revista “Semana” estaba en crisis económica y no pudo comprarlas. Gracias Eduardo por permitir reproducirlas.

Y gracias a Araceli Otamendi, de “Archivos del Sur” por su interés en reeditar el pensamiento de uno de los intelectuales más talentosos, humanos y consecuentes del continente. 

Han pasado veintitrés años desde que la entrevista se realizó. 
Y sin embargo, ¡qué actual que siguen siendo sus palabras! 
Allí donde quiera que estés, ¡Gracias Julio! 
Por tu infinito amor. 

2002


Link:
"Julio Cortázar: Cartas 1977-1984” (Alfaguara  2012): carta a viviana marcela iriart:  La historia detrás de la carta / vmi, 22 de abril de 2013


Original de la entrevista




"El exilio combatiente", ponencia de Julio Cortázar en la "Primera Conferencia Internacional sobre el Exilio y la Solidaridad Latinoamericanas en los años 70", Caracas, octubre 1979





Si estas palabras encuentran su camino a través de la prensa y otros medios de información, y llegan como lo espero a millares y millares de exilados latinoamericanos allí  donde se encuentren, quiero que su simple contenido valga como un mensaje dirigido personalmente a cada uno de ellos; estoy seguro de que este deseo expresará el de todos los participantes de esta reunión.

El solo hecho de que nuestra conferencia tenga por objeto un análisis exhaustivo del exilio tal como se presenta actualmente en América Latina significa de por sí una primera respuesta positiva a algo que específicamente se define como negatividad, como carencia, como exclusión, como despojo. Aquí aprenderemos a través de ponencias y debates, las múltiples facetas de algo que en general se considera en términos unívocos o se sufre en un plano demasiado personal como para objetivizarlo y volverlo materia de reflexión. Pienso que por primera vez va a enfocarse desde tantos ángulos y tantas perspectivas una de las formas más siniestras del destino humano, y que se lo hará precisamente para conocer mejor su realidad profunda, diagnosticarlo como el patólogo diagnostica los males del  cuerpo, y abrir un camino más lúcido y por lo tanto más eficaz a nuestra respuesta y a nuestro combate de hombres libres.

Nada tengo yo de patólogo en este  campo tan cruelmente variado, tan  minuciosamente infernal. Desde mi territorio de inventor de ficciones asisto desde hace  años al espectáculo de una diáspora que tuerce, distorsiona, frustra  o metamorfosea vidas  humanas en una medida y una variedad que ningún esfuerzo de la ficción podría abarcar. Experiencias como las que nos ha tocado vivir a quienes participamos de los trabajos del Tribunal Bertrand Russell, para citar una de las muchas instancias donde se ha hecho oír la voz de los exilados y los perseguidos y los humillados, obligan a una definición mucho más radical que las actitudes usuales frente al exilio, quiero decir la denuncia, la protesta y la solidaridad con las víctimas. Experiencias de ese tipo, que sin duda ustedes han vivido y viven en este contexto, exigen algo más que la adhesión fraternal y la ayuda práctica. Por mi parte, y a riesgo de ofender a los ya ofendidos, o de lastimar a los ya lastimados, esa visión extrema del exilio como pura infamia y puro desprecio, me ha llevado paradójicamente a invertir totalmente su signo, a asumirlo como positividad, como un valor y no como una privación. Libre de toda capacidad lógica o científica, loco en mi incurable locura de cuentista y novelista, he sentido que solamente así, invirtiendo lo que las máquinas de la opresión y el escarnio quisieran afirmar como negatividad, será posible detener un día esa incesante hemorragia de hombres y mujeres que desvitaliza nuestra América Latina.

No he sido ni soy el único en querer cambiar de signo la noción tradicional del exilio y del exilado; sé que en esta conferencia habrá muchas voces para proponer desde distintos ángulos esa vertiginosa, difícil pero absolutamente necesaria revisión del concepto de exilio, su paso de la categoría de disvalor estéril a la de valor dinámico. Más aún, el hecho mismo de que nos reunamos para indagar esta forma de la inhumanidad está probando que de la diáspora puede nacer un ágora, que la sociedad y el desarraigo de miles y miles de mujeres y de hombres latinoamericanos son superables si ayudamos a crear una noción diferente del exilio en cada conciencia y en cada conducta.

La simple verdad es que una noción y una praxis positivas del exilio tienen un doble valor; si por un lado pueden modificar estereotipos negativos y disminuir nostalgias comprensibles pero esterilizantes, por otro lado representan una estrategia y un arma de combate, en la medida en que no aceptan la negatividad con la cual tanto cuentan las dictaduras. Cada vez que he visto a un exilado entrar en el lento y penoso camino de la renuncia, he sentido que algo se afirmaba y triunfaba en el campo enemigo; y es aún más  triste pensar que acaso esa renuncia no nacía solamente de las circunstancias personales de exilio sino que era producto de una noción rutinaria, de un lugar común persistiendo obstinadamente desde el fondo de la historia, y que hubiera bastado mostrar a tiempo la otra cara de la medalla para orientar positivamente toda esa negatividad inútil, para cambiar un destino de frustración y entrega, y devolverlo a su plenitud humana.

Sé de sobra que los  exilados responden a múltiples estratos sociales y calificaciones  culturales, y que los hay que están mejor preparados que otros para hacer frente al vacío y a la incertidumbre dentro de ese limbo en penumbras que es siempre el exilio. Pero estoy seguro de que en casi todos los casos una vivencia de tipo afirmativo es siempre posible, y que nuestro deber, puesto que estamos especialmente equipados para ello, es luchar desde aquí y desde todas partes, tanto en congresos como en la actividad privada, en lo teórico como en lo práctico, para difundir, irradiar, exaltar y volver cada vez más viable esta noción dinámica, este sentimiento de que el exilio es otra manera de vivir pero que puede llenarse de un contenido positivo, de una violenta, hermosa fuerza contra lo que lo provocó en su día y lo hace durar frente a toda razón y toda dignidad. Es así como entiendo ahora la solidaridad, que vista dentro de esta perspectiva va mucho más allá de sus manifestaciones habituales, se ahonda en una incitación a echar por la borda los fantasmas y las nostalgias que se aferran a los pies del presente para no dejarlo avanzar hacia el futuro. Nuestro deber para con los exilados latinoamericanos es sobre todo el de llevarles un sentimiento que yo llamaría solar, una claridad de vida, y no solamente ese apoyo que nace de la fraternidad y los medios económicos, y que casi siempre se coloca bajo el signo más o menos disimulado de la compasión. Estamos en condiciones de potenciar fuerzas tantas veces ahogadas por una noción mediocre y rutinaria del exilio. Ojalá que esta conferencia se cierre bajo el signo de la afirmación y que esa voluntad de destruir el exilio dentro del exilio mismo para volverlo combatiente y operativo, se difunda en todas las tierras donde hay latinoamericanos que sufren, donde hay latinoamericanos que esperan.


Caracas, octubre de 1979
Ponencia de inauguración de la Primera Conferencia Internacional sobre el Exilio y la Solidaridad Latinoamericanas en los años 70, 21-29 de octubre, Caracas- Mérida, 1979



Incluído en el libro 
Editado por
Barcelona 1984




Fuente: Textosenlinea





Homenaje a 100 años de su nacimiento y 30 de su partida: 
26 Agosto 1914 - 12 Febrero 1984 / 
Homenagem aos 100 anos de seu nascimento e 30 de sua partida:
 26 agosto 1914 - 12 fevereiro 1984







Julio Cortázar and the cultural exile: "I'm in exile, but on the other hand, in my country, there are 26 million exiles in relation to us", interview (fragment) by Viviana Marcela Iriart, Semana Magazine, Caracas, September 1979











"What for me is and has been traumatic, is a phenomenon in which not everyone thinks, and in the case of an exiled artist it's fundamental. It's what I would call cultural exile: it's terrible when you realize that in your own country there is a barrier of censorship that means, for example, that I can not publish more books in Argentina. Then the realization – and this is frightening for me – I'm in exile, but on the other hand, in my country, there are 26 million exiles in relation to us. I am separated from my readers, but my readers are separated from me: my last book of stories in Argentina could not get published because there were two stories that angered the Junta. And this is not just a personal matter: there are 150 magnificent Uruguayan, Chilean and Argentine writers that cannot be published in our country.

In Chile, starting on September 11, 1973 , a young generation was taken by the Junta and enrolled in fascist schools run by the military. Six years have passed and they have lived the critical age (between 12 and 18) under that regime, thousands and thousands of children and Chilean girls who, right now, believe in the Junta, believe the in the national security state, believe that all of us are traitors. They believe that Chile is a country unjustly attacked and threatened. It's not their fault, poor things, because in six years they have become the same thing that Hitler did with the Hitler Youth, or Mussolini with the "balillas". Well, that is for me one of the most frightening things, and we can do nothing, intellectually. Because here I can tell you this, but no one will listen in Argentina, nobody will read it, you can publish it but unless someone carries it in their pocket, no one can read it there. "




© Viviana Marcela Iriart
Caracas, September 1979.
Published in November 1979
Semana magazine, Caracas
Photo: Eduardo Gamondés
Translation:©Julio Emilio Moliné


Full interview: click here








40 años sin Violette Leduc, "la bastarda" que era un "desierto que monologa" será interpretada en cine por Emanuelle Devos; Thérèse and Isabelle en Gran Bretaña; entrevista a Leduc







La Bastarda es la obra culmine de Violette Leduc, novela autobiográfica, desgarradora, sublime y bella, que le abrió las puertas del éxito y la saco de la  miseria. El prólogo fue escrito por su amiga Simone de Beauvoir y comienza con una carta que Violette le envió donde decía: “Soy un desierto que monologa”. 

Violette murió el 28 de mayo de 1972. A 40 años de su muerte el mundo literario es un monólogo desierto.










Martin Provost prepara filme sobre  Violette Leduc con Emanuelle Devos



El director francés que ganó 7 premios Cèsar con su pelìcula 
Séraphine, también convocó a Sandrine Kiberlain
para hacer el papel de Simone de Beauvoir 
El rodaje comenzará en septiembre


Martin Provost vient de sillonner le plateau de Millevaches en quête de lieux de tournage pour son prochain film, Violette, consacré à Violette Leduc et à Simone de Beauvoir. Martin Provost, pour tout cinéphile, c’est d’abord Séraphine, un film qui a obtenu sept Césars du cinéma en 2009, dont celui du meilleur réalisateur et celui du meilleur film. Depuis, il y a eu Où va la nuit?? Demain, ce sera Violette dont le tournage débutera en septembre prochain, probablement au cœur du Limousin.



Fidèle depuis toujours au Limousin
Martin Provost connaît bien le Limousin, une terre à laquelle il est fidèle depuis l’enfance. Sa famille maternelle est issue de Davignac où vivaient ses grands-parents. Martin est marqué à tout jamais par les souvenirs liés à cette bourgade corrézienne. Des années après il a renoué durablement avec le Limousin en se rendant chez son amie de toujours Micheline Presle alors qu’elle venait d’acheter une maison de village, sur la commune de La Nouaille, à une quinzaine de kilomètres de Felletin.
« J’ai aidé Micheline à s’installer. J’ai retrouvé toutes les odeurs de mon enfance. Pendant des années, je suis venu au Montfranc, seul ou avec Micheline. Je prenais plaisir à me baigner à Lavaud-Gelade, à être simplement dans ces paysages que j’aime ».
Martin Provost qui, après quelques courts-métrages et Tortilla y cinéma, a tourné Le ventre de Juliette en 2003, a retrouvé, dès les années 1980, dans le sud de la Creuse, Nathalie Baye, Claude Miller, Luc Béraud, Jacques Bonnaffé et d’autres professionnels du grand écran. Il est devenu l’ami de leurs amis, en l’occurrence l’Aubussonnais Jean-Pierre Saint-Rapt et de sa femme. 
Il a pris ses habitudes dans le Sud creusois mais sans se résoudre pour autant à acheter de maison. Martin manie la caméra mais aussi la plume. Il a signé un roman de famille dans lequel il se dévoile (Léger, humain, pardonnable, disponible depuis peu en collection de poche au Seuil) et quelques autres ouvrages. Il aime aussi la scène, pendant sept ans il a été pensionnaire à la Comédie-Française. 
Lui, le Breton (il est né à Brest en 1957) qui vit en région parisienne (où Micheline Presle l’a rejoint depuis quelques années) et qui est amoureux du Sud creusois, est fidèle à sa ligne de conduite. Il veut croire au merveilleux, il est désireux de questionner les vies de femmes inconnues ou méconnues.
« C’est mon éditeur, au Seuil, René de Ceccatti, qui m’a fait découvrir un texte splendide de Violette Leduc. Je n’avais jamais rien lu d’elle ».
Martin Provost a établi un parallèle avec Séraphine, une inconnue qui, dans un univers clos, a œuvré pour la libération de la Femme. Violette Leduc s’est livrée au même combat mais en se confrontant à toutes les expériences.



 Foto: Henri Cartier-Bresson 1964

Début du tournage en septembre
Ce film sur Violette Leduc s’inscrit dans la continuité des précédents, en particulier de Séraphine. Il constituera le deuxième volet d’une trilogie à laquelle le cinéaste travaille (il n’a pas encore arrêté son choix pour le troisième personnage qui sera issu de la littérature, de la peinture, des arts en général).
Martin a donc eu un choc en lisant Trésors à prendre que Violette Leduc a publié en 1960.
« Elle relate son seul voyage. Sur les conseils de Simone de Beauvoir, sac à dos, elle a traversé le Massif-Central. Elle se fait violer dans la Drôme. Ce périple lui permet néanmoins de découvrir la nature, ce qui sera fondamental pour elle. Alors, j’ai immédiatement pensé à tourner mon film sur le Plateau de Millevaches. Je me sens totalement d’ici ».
Le cinéaste, accueilli par Jean-Pierre Saint-Rapt, accompagné de son assistante Juliette Maillard, vient de sillonner le secteur à la recherche de lieux de tournage. Il poursuit sa quête (voir par ailleurs). Il a presque arrêté son casting. Ce film qui tourne autour de Violette Leduc et de Simone de Beauvoir sera interprété, pour les deux rôles principaux, par Emmanuelle Devos (Violette) et Sandrine Kiberlain (Simone). Le tournage débutera le 10 septembre, sans doute dans le Limousin, il se poursuivra à Paris avec quelques jours également dans le Midi.


©Robert Guinot
Francia
Abril 2012





 

La letra bastarda por Aurora Venturini 
Página 12, Buenos Aires 2009


Violette Leduc (1904-1972), admirada por Simone de Beauvoir, Sartre, Camus y todo el equipo existencialista y moderno de la París de los sesenta, nunca dejó su sino trágico, ni en los gestos ni en la escritura. La asfixia, La mujer del Zorrito, La bastarda y Taxi son algunas de sus novelas que no por caídas en el olvido dejaron de ser imprescindibles.

Por  Sus herramientas son las novelas en las cuales campea el fantasma de una madre a quien trató de seducir, o al menos de agradar, en vano. A lo largo de unos relatos que le acaparan todo, intenta cavar hendedura en el muro de piedra con que el mundo la cercó a la perfección, para evitarla.

Toda la obra de esta mujer nacida en un pueblito francés en 1904, y que se sofocó con la trágica humareda de dos grandes guerras, va inmersa en la amargura de despedida. La relación de Violette con el universo circundante es neblinosa, siempre tan tétrica. Su escritura parece ser la de una vacuidad, de esas que van llenas de fingidas alegrías, amaneramiento contagioso. Les teme a los amores, desconfía de las amistades, se teme: 

“Mi madre no me ha dado nunca la mano... Me ayudaba a subir, a bajar las aceras pellizcando mi vestido a la altura del hombro, allí donde las costuras de la manga es fácil de asir”, dice su personaje en La asfixia, historia de su infancia dolorosa. 

No obstante, Violette Leduc aparentaba un ser ligero cual paloma, oscura paloma, eso sí. Resulta que luego de sufrir dos espantosas guerras, era necesario aceptar cualquier margen viable a la posible sobrevida. 

“La tumba no será, pues, bastante profunda para tragarse a esta muchacha... Suspira con tanta convicción que descansa sobre la almohada de todos los que duermen en una ciudad muerta. ¿En qué mundo recuerda que descansar dejándose flotar es más agradable que dormir?”, así describe a su personaje en La Mujer del Zorrito, que una vez más, advertiremos, no es otra que ella misma cargando con la pobreza de la posguerra. La mujer va a todos lados acompañada de un miserable cuello de piel que usa todos los días y que posee como el mayor lujo desde el día en que lo levantó de un basural. El zorrito que se muerde la cola mediante un broche y que la mira con sus ojitos de vidrio la obnubila. Ella lo ama y le conversa sumergidos ambos como objetos sombríos en un abandono. Ha llegado a jurarle fidelidad eterna. La Mujer del Zorrito es una autobiografía en cien páginas escritas con suficiente maestría como para contener un mar de penas y no desbordarse nunca. La fatalidad de haber nacido sin ser esperada no se va nunca. Violette pide limosna con su zorrito al cuello:

 “...He pedido limosna y qué te importa. Un estómago no es una regla de gramática, aceptemos lo que venga de donde venga”. 

El ruinoso animalito la acusa de haber intentado venderlo, y es verdad, sólo que nadie se lo quiso comprar sino que “se retorcieron de risa”. La dueña infiel y hambrienta tramó ganar una montañita de oro con esa venta. Ahora le pide perdón al zorrito y lo declara tesoro invalorable. El chal de piel al que ella llama “mi angelito” la domina, ya no piensa en venderlo y sabe bien que no se lo comprarán, los ensueños no tienen precio. Su angelito duerme, el hocico estirado, en paz con sus largas carreras por la naturaleza. Dormirá siempre. Ella lo llevará siempre en torno a su cuello. Se lo pone, lo acaricia y él la reconoce. “Duermen un sueño profundo. No oyen el estruendo del Metropolitano ni las puertas que se cierran”.

Veo todavía a Violette Leduc en la Estación de Strasburg y en Saint-Denis; en el departamento frente al Luxemburgo; andando por las ramblas arboladas,barriales de Viarnes y de Belloy; eran los senderos góticos de ojivas que formaban, al tope, las copas de la arboleda el material de su literatura. Violette figuraba una altísima criatura portando una cartera azul de paja y vestida por Chanel. Todavía sufría de malquerencias antiguas y vejaciones. Ya en plena madurez podía parecerse a una tía delgadísima que ironizaba sobre ella misma con mucha gracia: “vista de atrás, soy liceo, vista de adelante soy museo”. Vista desde lejos parecía joven porque nunca engrosó. Violette admiraba a la pareja formada por Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre. Su modo obsesivo de vivenciar el entorno la llevó a suponer que Jean Paul la perseguía, bella locura que no fue... Fue una parisienne, una hija de París irreductible. De otra ciudad no hubiera podido brotar el prodigioso genio de los ingenios de la autora de La bastarda, vayan a leerlo, es otra vez ella misma, uno de los libros más tremendos que existen todavía.


©Aurora Venturini
Buenos Aires
4 de diciembre de 2009





 Thérèse and Isabelle






Thérèse and Isabelle by Violette Leduc /  Nicholas Lezard
The Guardian, febrero 2012




The art of writing about love


 "Such affairs as the book describes happen; they are 
part of what makes people the way they are."  




I was tempted, at first, to start this review with some clunking irony along the lines of "Like most men, I have no prurient interest whatsoever in contemplating a highly sexual love-affair between two pupils at an all-girls' boarding-school, so the subject matter of this novella held little appeal ..." But having read Thérèse and Isabelle and been deeply moved by it, I don't think it appropriate to make jokes; and the impulse to have done so might in itself be a side-effect of the pornification of culture, or at least of myself.

Then again, it was horror and fear on the part of the publishers which kept this work, first written as the opening section of Leduc's novel Ravages (1955), unpublished in its original form until 2000 – and in French, at that. Leduc, a friend of Simone de Beauvoir (who also had a crush on her), had spent three years writing Thérèse and Isabelle – and it shows, in a good way. So when Gallimard said, in effect, "no way" in 1954 ("impossible to publish openly," said Raymond Queneau, of all people), Leduc nearly had a breakdown. The publishers had, in De Beauvoir's words, "cut her tongue out," and although the work was reshaped and inserted, piecemeal, into subsequent books (and circulated in a private edition among friends), it hasn't appeared in English before this edition.


It's a brave thing to do, and if there's one good side-effect of prurience, it's that in the pursuit of something rude, good art can be discovered. (I remember being steered to Les Biches as a teenager by someone who had heard it was full of dirty stuff; I ended up discovering the genius of Chabrol early.) And Thérèse and Isabelle is, unquestionably, great.

And its interest in the sexual side of things is crucial. Such affairs as the book describes happen; they are part of what makes people the way they are; and so they have to be written about. In this country, we have a particularly immature attitude to this kind of thing: just look at the smirking adolescence betrayed by the inaugurators and keepers of the flame of the Bad Sex Awards, a prize whose point has always been unclear to me – is it for good writing about bad sex, bad writing about bad sex, or bad writing about good sex? (The main point of the prize, it seems, is that some things simply should not be written about.)

So here we have extraordinary writing about sex; and, more importantly, about love, and the way it makes us feel. "Now is a night of obstacles. Her smell belongs to me. I have lost her smell. Give me back her smell." Who has not felt like that, as the odour of the beloved evaporates from the sheets? "'I wish you would look at me when I'm looking at you,' she said behind me." Who has not felt a similar kind of possessiveness? "It's too stupid. A moment ago we understood each other." Who hasn't sometimes been astonished at the vertiginous nature of love, the way it is an unstable equilibrium, a magical but precarious balancing act? And: "My eyebrows brushed her eyebrows. 'It's incredible the way I'm seeing you,' she says." I don't think I have ever read physical intimacy better described, or evoked. (One thing that comes across pretty quickly is that this is a damned fine translation, that can't have been easy to pull off; and dispels any misgivings that the translated quote in the press release, from Libération, inspires: "Violette's prose, hirsute and grasping as always, throws itself into faces more spiritedly than today's provocateurs ..." Eh?)

So we are, in fact, a long way from pornography, although perhaps not too far from what pornography (written pornography, that is) tries to do: which is to make us believe in plausible minds behind the genitals, so that there is some agency behind the act. Anaïs Nin, obliged to write porn to make ends meet, had a natural instinct to make it more "artistic"; here, the art is the point. And it's funny how the people who do this kind of thing best are the French.


Gran Bretaña
febrero 2012 





Violette Leduc: La Locura ante todo


Leduc, Violette. La locura ante todo. 
Argentina. Sudamericana, 1973.
Traducción de Estela Canto. 
La autobiografía que Violette Leduc comenzó con La Bastarda llega a su conclusión con un libro todavía más apasionado y desgarrado que se abre en el año 1944 y se cierra poco antes de la muerte de la autora.

 La locura ante todo cuenta la amistad de la autora con Jean Cocteau, Jean Genet, Simone de Beauvoir, y se cierra con una dramática confesión literaria:
 "¿Y la literatura? Me abruma... Estoy cercada; escribo lo que he vivido.
 Doy relieve a dramas convertidos en naderías con los años... 
Escribir es dar nuestro calor. He dado mis manos tibias a una sierra de metales en una quincallería... 
Escribir es prostituirse. Es coquetear, es venderse. Es tal vez algo peor: la prostituta no siente nada... 
Escribir es empapar la pluma en agua de mar el primer día de vacaciones. 
Todo el mundo ve el cielo, todo el mundo es escritor. 
Lo demás son juegos de espejos... 
¿Escribir o callarse? 
Escribir la palabra imposible en la curva de un arco iris. 
Todo estaría dicho."
Violette Leduc, La locura ante todo

 ©Canuto Libros