Infinitas gracias a Nelson Rivera, director de Papel Literario y a El Nacional por conmemorar a Carlos a 31 años de su muerte. Viviana
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos
Alejandra Pizarnik
Infinitas gracias a Nelson Rivera, director de Papel Literario y a El Nacional por conmemorar a Carlos a 31 años de su muerte. Viviana
The New York Times: “El director, Carlos Giménez, ofrece un drama de tan ardiente erotismo que es difícil saber si el olor a fuego en el auditorio proviene de los braseros en el escenario o de los cuerpos de los actores.El Sr. Giménez crea un espectáculo con la belleza y la grandeza cromática de una pintura de Gericault y envía a sus personajes a girar en torno a ella en una danza hipnótica, pero sin difuminar las complejas líneas de la trama".
“¿Quién dirige con la mentalidad única de un Fellini,
planea con la paciencia de un Kissinger,
combina el arte y el comercialismo con la astucia
de un Joe Papp y vive en Caracas,
después de haber resucitado de entre los muertos?
Lee gratis el libro haciendo click abajo:
Escritora argentina-venezolana nacida en La Plata en 1958 y radicada en Caracas en 1979. Dramaturga, guionista, entrevistadora, productora teatral, editora de libros y revistas.
Trabajó con Carlos Giménez en el Festival Internacional de Teatro de Caracas y en el Ateneo de Caracas. Creadora del blog, canal de You Tube y página de Facebook: Carlos Giménez Creador Teatral.
Fue editora de la revista subterránea de cultura Machu Picchu (1978, La Plata) y coeditora de las revistas Intermedio y Primera Fila (Caracas).
Ha publicado las novelas: Lejos de Casa, Una Cierta Mirada, La Casa Lila, Historias de Crisi y su sicoanalista Berlia.
Las obras de teatro: Puerta abierta al mar, Esquina con malvones, Gente a vista, Truman (con Leonardo Losardo).
Los libros de entrevistas ¡Bravo, Carlos Giménez, Entrevistas, Otras Entrevistas,
Ha sido traducida al inglés y al portugués.
Creadora de Escritoras Unidas & Cía. Editoras y del blog cultural Escritoras Unidas & Cía.
Carlos Giménez en la web
El libro María Teresa Castillo-Carlos Giménez-Festival Internacional de Teatro de Caracas 1973-1992, homenaje a los 50 años del primer FITC, a los 30 años de la muerte de Carlos Giménez y a los 11 años de la desaparición de María Teresa Castillo, esos seres mágicos que fueron quienes lo inventaron y lo dirigieron durante 20 años, es el resultado de la unión de un equipo de personas maravillosas que se unieron para hacerlo posible, donando su arte, su tiempo y su dinero: el poeta José Pulido (prólogo); el artista multimedia Rolando Peña y la directora de arte Karla Gómez (portada); la gerente cultural Carmen Carmona (producción general); el fotógrafo Roland Streuli (fotografías) y la escritora Viviana Marcela Iriart, en idea, edición, entrevistas y producción general.
El poeta José Pulido, en una parte de su magnífico prólogo, nos cuenta:
“María Teresa parecía un terremoto de entusiasmos. Nada era imposible para su voluntad de generar actividades que semejaran siempre una siembra fundamental. Ella se desvivía por demostrar la espiritualidad del país, la inteligencia del país, la fertilidad intelectual del país.
Es de imaginar lo que ocurrió cuando ella y Carlos Giménez se conocieron y se juntaron en torno a un objetivo, amando el destino del arte.
Porque Carlos Giménez era un terremoto de entusiasmos: nada era imposible para su voluntad de generar actividades. Él la miró y le dijo: “Hagamos buen teatro, señora María Teresa”. Y ella también lo miró y de una vez le dijo: “hagamos eso, muchacho querido”.
LEE GRATIS EL LIBRO HACIENDO CLIK ABAJO MARÍA TERESA-CARLOS-FITC |
©Roland Streuli |
En medio de la tormenta que ha dejado a la intemperie a la clase política de Venezuela y sin cauces de participación a la ciudadanía, el IX Festival Internacional de Teatro se ha convertido en un acontecimiento lleno de sentido cívico. Su director, Carlos Giménez, hace balance de la reciente edición de Caracas ’92.
Es primero de mayo en Caracas. Aún no han transcurrido dos semanas desde la clausura de IX Festival. Por la avenida México, que conduce hasta El Silencio, desfila una escuálida manifestación convocada por los sindicatos oficiales. Se escuchan consignas antigolpistas y vivas a la normalidad democrática. En el otro extremo de la ciudad abre otro desfile un retrato gigante del golpista Chávez, mientras un altavoz difunde su arenga. Tampoco hay multitudes. Cualquiera de los espectadores del Festival que tuvieron la calle como escenario reunió más participantes que las dos manifestaciones juntas. Y es que el teatro fue durante unas semanas, en medio de la crisis del país, un acontecimiento civil de primer orden. De ahí el carácter excepcional de esta IX edición del Festival de Caracas, para su director Carlos Giménez.
- La crisis que vive el país se manifiesta en una ausencia de la participación de la gente, que ha sido apartada de la construcción y el desarrollo del país. De ahí el fracaso de las últimas elecciones, o esta pequeña manifestación del Primero de Mayo, cuando antes convocaba a cientos de miles de personas, con todas las grandes figuras políticas al frente. Pero en casi todos los espacios de la vida civil la participación democrática del venezolano se ha ido debilitando. Paradójicamente con el Festival sucedió a la inversa: se multiplicó la participación de la gente y cambió la composición socio-cultural del público, se amplió a sectores mucho más populares que nunca habíamos visto participar antes. Eso generó una especie de caos y se fue de las manos de los organizadores. En las circunstancias en las que el país vivía, poner cien mil personas en la avenida Bolívar a contar La Verdadera Historia de Francia frente a las puertas del Consejo Supremo Electoral, que es una de las instituciones más desacreditadas del país, con estallidos de bombas, tanques de guerra, soldados muriendo y gente reclamando su derecho a la violencia, era toda una provocación. Y sin embargo, la gente participó civilmente, dentro de las posibilidades que el país y el Festival le ofrecían.
UN ACONTECIMIENTO CIVIL
- El Festival concentró multitudes en las puertas de los teatros, la mayoría sin entradas, exigiendo y logrando meterse en los espacios físicos. Para unos, esto es una salvajada, porque desde que el festival existe han tenido sus entradas o sus carnets privilegiados. Ese público “culto” que lo ve todo civilizadamente, que llega con su coche a su estacionamiento y sale del espectáculo casi sin aplaudir porque quiere evitarse la cola de la salida. La gente que se desplaza por los subterráneos -porque esta es la ciudad de los subterráneos: estacionamientos subterráneos, autopistas subterráneas como la del Libertador, hasta clubes de moda también subterráneos- de pronto sienten que esto no tiene nada que ver con lo que ellos entienden como cultura.
Por otro lado, hay una reacción multitudinaria de un sector de la población que tomó el Festival como vía de escape, como una de las escasas posibilidades de participación, porque han dejado de creer en determinadas cosas, pero necesitan imperiosamente participar. Yo siento que el festival fue un fenómeno más que nunca político. Fue el Festival de la incertidumbre. Durante quince días, estuvimos montados sobre un barril de pólvora, en un país que no tiene garantías constitucionales. Concentrar a miles de personas en la calle le ponía los pelos de punta a cualquiera, incluidos los propios organizadores y sin embargo los eventos más organizados, más festivos, más llenos de alegría fueron los espectáculos en las calles. Porque la gente sentía que no tenía que pasar por una puerta angosta donde señores con cara de odio, estaban dispuestos a no dejarlo entrar, después de esperar una hora y pico.
Aunque para Carlos Giménez esta edición del Festival cierra una etapa, no está pensando en replantear su modelo, absolutamente insólito.
- No tendría sentido copiar o asimilar el modelo de los otros festivales que se hacen en el mundo. En países como los nuestros con un movimiento teatral como el que tenemos, un Festival con otras características significaría imponer la rutina sobre la rutina y lo que nosotros intentamos es que el Festival produzca una sacudida, un temblor, un estremecimiento. Como cuando pasa un terremoto: siempre queda algo que reajustar y el movimiento teatral venezolano y en líneas generales el latinoamericano, ha sido reajustado. En estos 20 años yo he visto crecer una nueva generación de actores y actrices en Venezuela. He visto nacer el Centro de Directores para el Nuevo Teatro. Hemos asistido a la creación del Teatro Nacional Juvenil. A la consolidación de las instituciones y la desaparición de otras. Al surgimiento de una nueva dramaturgia.
La oportunidad bienal de recibir y de dar información dentro de un marco de fiesta, donde la exaltación es como el veneno compartido entre miles de personas, yo creo que no puede desaparecer. Lo importante es lo que el Festival puede aportar al desarrollo teatral venezolano o latinoamericano. Y en ese aspecto a lo mejor hemos sido pocos audaces. Creo que viene un momento de reflexión, de ver cómo podemos aprovechar todo lo que el Festival genera, no sólo en la ciudad. Varios sectores del país quedan como agotados, exhaustos, hablando durante semanas del Festival. Para mí el Festival es como un hábitat, que debe tratar de modificarse internamente para que su proyección sea más adecuada, pero si el Festival pierde ese carácter de fiesta, para mí es preferible que muera.
NOS FALTÓ IMAGINACIÓN
El ’92 era una fecha un poco especial para el Festival de Caracas. España ha estado bien representada, al menos en sentido numérico, con cinco espectáculos…Pero para Carlos Giménez que, como tantos latinoamericanos tiene sentimientos encontrados de amor y odio respecto a España, algo se ha perdido en esta ocasión del V Centenario.
- Creo que tanto a la parte española como a nosotros, nos faltó imaginación y audacia para enfrentar el proyecto. Lo que hemos hecho fue como una repetición de otros años. Comparado con la Operación Cargo ’92 de Francia, tan llena de imaginación, de una audacia, de un buen criterio, pensada como una oportunidad de imaginar de una manera nueva su relación con América Latina, se nos ha quedado pequeña. Ahí están los resultados; unos espectáculos concebidos para tratar de establecer un puente con la imaginación. Más de 200 personas trabajaron durante semanas con los equipos franceses, sufriendo, peleándose, pero creando un conocimiento a través del trabajo, que tuvo un resultado en una fiesta multitudinaria. La participación francesa fue como estar haciendo otro Festival dentro del festival. El importe de la operación costó 6 millones de dólares (600 millones de pesetas). (Nota del libro: pagados por el estado francés).
No va a haber en este año otra plataforma, otro escenario como el de Caracas o el de Bogotá, que reúnan entre los dos cerca de un millón de espectadores. Con España fue todo como muy institucional, pensado desde los parámetros de una concepción que yo creo que no se compadece con las verdaderas necesidades de la relación entre España y América Latina. Tuvimos colaboración, muchísima colaboración, para que las compañías vinieran. El público reaccionó entusiasmado ante el espectáculo de Els Joglars o se fascinó con Nacho Duato.
Pero, de cualquier manera, lo que nosotros pudimos hacer en conjunto debió ser mayor. Se desaprovechó el espectáculo natural del acontecimiento, que es éste, América Latina; se pudieron hacer cosas más audaces. No en el sentido de riesgo gratuito, sino para investigar en esta relación entre España y América que sigue siendo compleja, extraña, apasionante, excitante. Yo no digo que la responsabilidad sea sólo de la parte española. Yo hago también mi mea culpa.
Antes que termine este año de gracia, Carlos Giménez dirigirá un espectáculo en el Piccolo Teatro de Milán, lo que le mantendrá alejado durante unos meses de Rajatabla.
- He estado involucrado hasta ahora en muchos proyectos Institucionales de Venezuela, y por eso no he podido aceptar propuestas afuera. Ahora tengo esta oportunidad de hacer este trabajo en el Piccolo y de asumir un cierto compromiso conmigo mismo, con el fin de que varias de las instituciones en las que yo estoy comprometido, comiencen de alguna manera a desprenderse del cordón umbilical y marchen por sí solas”.
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MARÍA TERESA-CARLOS-FITC
(Un poema también dedicado a Viviana Marcela Iriart porque ella lo ha hecho posible)
Árboles de la infancia para hacer un barco
donde viviera una gaviota
y el marinero Bertolt Brecht cantara:
“Aquí, de madrugada, me siento algunas veces
que yo también quisiera
con tiempo bueno o malo
poder siempre ofrecer algo agradable”
Cuántas veces se habría estremecido
como escenario
el bergantín sublime de los antiguos mares
capitaneado por alguien que sabía de memoria
La tempestad y La Cantante Calva,
en cuyo espíritu se acomodaron
Shakespeare, Chéjov, Ionesco y García Lorca
diciendo jubilosos: el timón es tuyo
El escenario floreció en catacumbas
donde el minero padecía
fue voz conmoviendo el cavilar de obreros,
y de jóvenes vagos, estudiantes sin rumbo,
jóvenes dispuestos al naufragio alentador
que Carlos Giménez soñaba y componía
Él, íntimamente, comprendía los misterios,
argonauta buscando la escena superior
tenía oído absoluto para los orígenes
de cualquier fosilizado desespero
la fantasía forjaba todos sus quehaceres
nada debería ser normal
En cuántas ocasiones crujía el escenario
señoras y señores deshaciendo sus brumas
deshilando prejuicios, ignorancias
ante aquellos titánicos empeños
que trasladaban completos los paisajes
de un rincón a otro rincón
de América Latina
A eso iba: también te vi moviendo los paisajes escritos.
En tu mente insistías contemplando aquel gallo
como si estuvieras viviendo en la novela
y caminaste al lado de esta frase:
—No miren más a ese animal —dijo el coronel—
Los gallos se gastan de tanto mirarlos.
Entonces recordaste lo que habías sabido:
Gabriel García Márquez se notó asombrado
-siendo la encarnación de todo lo asombroso-
y tu espíritu sintió gran regocijo
cuando mirando tu montaje dijo:
—Carajo… ¡Qué hermosura!
La gaviota seguía oteando desde la nave construida
con sus propias manos de muchacho en la luna
ninguna circunstancia era vulgar: no se escapaba
de la torre Eiffel, tal vez tenía “un mal carácter,
pero había encontrado nuevas formas”
gracias a su corazón
intrépido y magnífico
Lograba en lo común un vértigo fantástico
y convertía la magia
en una sucesión de instantes verdaderos
Nunca dejó de circular
en el cuerpo teatral
su sangre de poesía y sortilegios
(“¿Cuándo volvemos a vernos?
¿En lluvia? ¿En rayos? ¿En truenos?”)
sangre embrujada en río palpitante,
y su paso se siente como todo
lo que nace y renace en la madera
violín, hoguera, tempestad
y salta: está saltando sobre las tablas infinitas
de corazón en corazón
el tuyo, el suyo, el mío, el de vosotros y vosotras
¡Cuánto escenario furibundo!
¡Bendito vehemente!
(¿Cuándo volvemos a vernos?
¿En lluvia? ¿En rayos? ¿En truenos?)
¡Qué hermosura!
Poeta, escritor y periodista venezolano, nacido en Villa de Cura, el 1° de noviembre de 1945. En 2023 fue electo miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Actualmente vive en Génova, ciudad de Italia. Estuvo a cargo de la revista BCVCultural, del Banco Central de Venezuela hasta el año 2012. Y de la revista Circunvalación del Sur editada por el Círculo Metropolitano de poesía, 2008. Dirigió las páginas de arte de El Nacional (1981-1988), El Diario de Caracas (1991-1995) y El Universal (1996-98). Miembro fundador de los suplementos Bajo Palabra (Diario de Caracas-1995) y El otro cuerpo (Suplemento del Ateneo de Caracas, en El Nacional-1997-1998). Jefe de redacción, bajo la dirección de Salvador Garmendia, de la revista Imagen (1994-1996). Corresponsal de Agencia Venezolana de Noticias, Venpres en Perú, 1990. Corresponsal de la Organización de Estados Iberoamericanos, (Ciencia y Cultura)1992; y asesor del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber. 1996.
En el 2000 le fue otorgado el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos.
Obtuvo el segundo premio Miguel Otero Silva de novela, que promueve la editorial Planeta, con su novela Una mazurkita en La mayor.
BIBLIOGRAFÍA
Poesía:
Esto, García Hijos, editores. 1971.
Paralelo Lelo, García Hijos, editores. 1971.
Los Poseídos, Ediciones Pavilo. 1999.
Peregrino de vidrieras. Ediciones Pavilo. 2001.
Duermevela. Ediciones Pavilo. 2004.
Es coautor de los poemarios: Linajes. 1994. Vecindario. 1994. Cortejos. 1995. Invocaciones, 1996, editados por Ediciones Pavilo.
Narrativa:
Muro de confesiones, entrevistas. Ediciones Academia de la Historia. 1985.
Pelo Blanco, novela, Editorial Planeta. 1987.
Una mazurkita en La Mayor, novela, Premio Otero Silva, de Planeta, 1989.
Vuelve al lugar que se te ha señalado, cuentos. Ediciones Contraloría General de la República.
Un cuento de este libro fue publicado en Narrativa venezolana attuale, Bulzoni Editore, Roma) (1995) (Consiglio Nazionale delle ricerche). A cura di Judit Gerendas e José Balza. Ulzoni Editore-Roma. 1995.
Los Mágicos, novela, Monte Ávila. 1999.
La canción del ciempiés, novela, Editorial Alfadil. 2004.
La sal de la tierra, entrevistas, Banco Central de Venezuela, 2004.
El bululú de las Ninfas, novela, Editorial Alfa, Colección Orinoco, 2007.
Dudamel, la sinfonía del barrio, biografía, Libros de El Nacional. 2011.
El requetemuerto, novela, Ediciones B. 2012.
Los héroes son villanos tímidos, cuentos, 2013 Otero Ediciones.
Forma parte de la Antología en homenaje a Miguel de Unamuno, XV Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Salamanca 2012
Luis Domínguez Salazar: El pintor de los misterios, biografía. 2013.
Ponzoña de paisaje, novela. 2015, Editorial Negro sobre Blanco.
Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos. Antología en homenaje a las universidades de Salamanca y San Marcos de Lima, y a los poetas Diego de Torres Villarroel y Alejandro Romualdo) Salamanca 2018.
Invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova en 2018.
Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas desde hace más de treinta años en Serie José Pulido pregunta.