la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


ETIQUETAS

Mostrando entradas con la etiqueta FOTOGRAFÌA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta FOTOGRAFÌA. Mostrar todas las entradas

TERESA SELMA, LA ETERNIDAD DE UN SUSPIRO, exposición fotográfica de Lía Rueda, ciudad de México, 20 de febrero de 2025. A un año de su partida





AMISTAD INCONDICIONAL



Gracias Teresa Selma por aquellas tardes de café o té, aquellas platicas tan profundas y al mismo tiempo tan divertidas, gracias por compartirme tus secretos y tan buenos consejos, otros no tanto eh!!!


Gracias por tu paciencia, gracias por aquellos Volovanes de chocolate y nuestras copitas de Baileys que tanto que  te gustaban en la cafetería del teatro Círculo Teatral.


Gracias por esas sonrisas y esos pucheros que hacías cuando no querías algo, esas palabras de consuelo cuando estaba triste, gracias por tantos años de invaluable amistad, gracias por el brillo de tus bellos ojos, gracias por aquellos jueves y sábados de visita en pandemia en la Casa del Actor, gracias por aquellos libros que compartimos, gracias por acompañarme al teatro, cine, exposiciones, presentaciones de libros.


Gracias por aquellos alimentos que compartíamos en los restaurantes que nos invitaban, gracias por estar en nuestros cumpleaños, navidad, día de la madre, año nuevo, de la amistad, y cualquier otro evento, gracias por tu energía inagotable, imparable, gracias por ser mi fan de mi voz, gracias por esas caminatas juntas, gracias por tu complicidad en mis travesuras, gracias por tu valentía, confianza, sinceridad, por tu carácter.


Gracias por compartir tu actuación, gracias por ser feliz cuando estábamos juntas, gracias por tu silencio, gracias por quererme a tu manera, gracias por compartir tu vida  conmigo, gracias por no hacerme caso en varias cosas, gracias por ser mi compañera de butaca, por ser mi hija y a veces mi abuelita o mi madre.


Gracias por tu tiempo en mi vida, la vida ya no será la misma sin ti, te voy a extrañar más de lo que te imaginas, tenía mucho miedo a perderte, pero sé que ahora estarás más cerca de mí, gracias por tu amistad incondicional, por tu silencio porque también lo podía sentir, gracias infinitas por enseñarme tanto, te llevo en lo más profundo de mi corazón.


Lía











TERESA SELMA  por Carlos Giménez

Caracas, 23 de febrero de 1991

 

 

 

Querida Teresa:


Cuando salga publicada esta columna habrás levantado nuevamente telón para sumar, no lo dudo, otro acierto a tu intensa trayectoria de actriz. Quiero, aprovechando la feliz ocasión, escribirte estas líneas, más que como un reconocimiento de admiración, como una muestra de afecto profundo, por lo mucho y grande que has dado el teatro venezolano. Más allá de tus logros como intérprete en el teatro, el cine o la TV, que son muchos y en constante plano ascendente, lo deslumbrante de tu trabajo es la pasión que sientes por el mismo. Pasión que te ha permitido crear una ética, que deja huella entre los que tienen el privilegio de conocerte en el escenario o en el aula.


Como actriz o maestra (¡qué lindo título!) dejas siempre bien en claro tu posición: no aceptas disociar la condición humana de la artística. La tuya es una cruzada, pero no contra nadie, sino a favor de una idea que busca espacios nuevos. Ejercer la profesión con dignidad y alegría.


Recuerdo, con un poco de nostalgia, cuando te conocimos triunfando en el Teatro Reforma de México.  Protagonizabas “El cepillo de dientes”, de Jorge Diaz, y el público y la crítica te premiaban por igual. Nosotros presentábamos Tu país está feliz y Venezuela Tuya, en lo que era la primera gira latinoamericana del grupo.


Frente a la hostilidad de la censura mexicana te cuadraste con Rajatabla y decidiste, por muchas cosas más que forman parte de tu amplia y generosa forma de entender la vida, regresar a Venezuela. Te siento desde entonces presente, dentro y fuera de la escena. La vitalidad de tu Tatula valleinclanesca, la serenidad de la madre de Federico, o aquella extraordinaria gama de recursos con los que jugaste en la Señora Yang, de La honesta persona de Shechuán, son parte del esplendor de vida que enamora a tus alumnos y llena de  respeto a tus colegas.


Sube de nuevo el telón para ti junto a una pionera del teatro: Lily Álvarez Sierra. La cita es emocionante. Reafirmar que el teatro está vivo en las ideas que tú y yo compartimos desde el primer día de nuestra amistad; es aliento  nuevo  en estos días de confusión. Tu optimismo nunca ha sido complaciente. Eres implacable con el servilismo. Ello te permite ser solidaria con lo esencial, con lo que no tiene precio, con lo que no recibe recompensa.


Rajatabla y yo te debemos un gran personaje en una gran obra. Pero te debemos algo mucho más permanente: la fiesta de tu ejemplo como artista, la inmensa felicidad de contar con tu amistad.


©Carlos Giménez

Director teatral y gerente cultural venezolano-argentino. Amigo personal de Teresa, la dirigió en muchas obras, con las que recorrieron América, Europa y Asia. 

 













































Teresa Selma y Gustavo Martínez Zarate











Teresa Selma y Maripaz Mata







Teresa y su gran amigo Alberto Estrella


Teresa, Alberto Estrella y Lía Rueda Miramón


TERESA SELMA


Actriz venezolana-mexicana, comenzó su carrera a los 27 años y la terminó a los 92 años, pocos meses antes de su fallecimiento.


En Caracas fue  integrante de la Fundación Rajatabla y  miembro de la Junta Directiva y docente del Taller Nacional de Teatro (TNT), ambos creado por Carlos Giménez. Con Rajatabla realizó giras teatrales por varios países de América, Asia y Europa, presentándose en los principales festivales teatrales del mundo. Su último trabajo con Rajatabla fue el coprotagónico de ElCoronel no tiene quien le escriba de García Márquez, en versión y dirección de Carlos Giménez.


Estudio  Arte Dramático en el “Seminario de Actores” del maestro Seki Sano y en la Escuela Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes, en ciudad de México.


Ha interpretado más de ochenta obras de teatro en México y Venezuela. Algunas de ellas: “Los Fusiles de la Madre Carrar”, “El Diario de Ana Frank”, “El Zoológico de Cristal”, (Premio Revelación del Año de Critven, asociación de criticos de Venezuela), “La Prostituta Respetuosa”, “El Amor de los Cuatro Coroneles”, “Delito en Isla de Cabras”, “La Gobernadora” ,“Landru-Opereta” , “Doce y Una Trece”, “Leonce y Lena” , “El Amante”, “Viet-Rock”, “Los Negros”, “A Puerta Cerrada”;  “Prometeo Encadenado”, “El Testimonio”,  “El Loco y la Monja”, “El Cepillo de Dientes”  (terna de Mejor Actriz  1972 por la Unión de Críticos de México), “Topografía de un Desnudo”;  “Torquemada”  presentada en México, Colombia y  en Venezuela en el  Primer Festival Internacional de Caracas;  “Punto H”, “Anfitrión”;  “Divinas Palabras”, “Señor Presidente”,  relatora de la “Cantata de Santa María de Iquique”, “La Muerte de García Lorca”  (Premio Juana Sujo en Caracas), “El Canario de la Mala Noche”;  “Arsénico y Encaje” (nominación Premio Juana Sujo),  “A 2.50 la cuba libre”, “Bodas de Sangre (en teatro y en Venezolana de Televisión), “Agnes Dei”, “El Alma Buena de Sechuán”; “Memory”;  “El Adefesio”;  “Bolívar”,“Casas Muertas” ,  “Oficina Número 1”, “Animales Feroces”, “Oliverio”,  “El Coronel no tiene quien le escriba”; “El Último Verano de Sara Bernardt”, codirigida por ella y Miguel Couturier en México; “Arráncame la Vida”,  “Yo Soy Carlos Marx”,  “Viejas Picardías”,  “Sombras en el Paraíso”, “Mujer no reeducable”, “El consultorio de la Dra. Spellman”, entre otras.


Como directora ha dirigido y actuado  en los siguientes monólogos, presentados en Cuba, Bolivia, Venezuela, México, Argentina, Ecuador, Perú, Guatemala, Paraguay, Colombia, Costa Rica:


“Abrapalabra”,  “De mujer a Mujeres”,  “La Muerte Burla Burlando”,  “La Loca de Bouchout”:  Premio Águila de San Martín 1998 a la Mejor Actriz; Terna de la Mejor Actriz 1999 del Premio Casa del Artista, ambos en Caracas; Premio María Douglas a la Mejor Actriz en Monólogo 2006 de la “Agrupación de Periodistas Teatrales” de México.


Ha sido dirigida por importantes directores teatrales de México y Venezuela entre ellos: Carlos Giménez, Juan José Gurrola, Rafael López Miarnau, Manolo Montoro, Ludwig Margules, Virgilio Mariel, Lya Engel, Dagoberto Guillaumin, Enrique Lizalde, Roberto D ́Amico, Horacio Peterson, Antonio Constante.


Grabaciones para Radio Universidad y Radio Educación de México y en la Radio Nacional y en la Emisora Cultural de Caracas de programas de literatura clásica y latinoamericana.


En cine: “A la busca” de Alberto Bohórquez, “Ondas” (Universidad Autónoma de México). “El Cabito”, “Profesión: Vivir”, “Teresa” (Premio Municipal Abigail Rojas a la Mejor Actuación, Venezuela). Y varios cortos en México.


Ha actuado en series y telenovelas en Venezuela y México: “A la diestra de Dios Padre”, “Bodas de Sangre” y “Federico en Persona” dirigidos por Carlos Giménez; “El Tirano Banderas”, “1810” , “La Casa de los Abila”, “Andrés Bello”,  “El Almirante Brion”,  “La Casa de los Siete Balcones”,  “El Piano Viejo”,  “La Dueña”,  “Por Estas Calles”  (Nominación Premio  Casa del Artista, Caracas), “Mujercitas”;“Ladrón de Corazones” para Argos Televisión y Telemundo, “Vuélveme a Querer” y varios unitarios en Televisión Azteca.


Profesora de Historia del Teatro en el Taller Nacional de Teatro  (TNT) de Caracas y Talleres de Lectura dramatizada y Actuación en Caracas y ciudad de México.


 

 

 




 

LÍA RUEDA

Fotógrafa mexicana. Amiga personal de Teresa Selma. Licenciada en Ciencias de la Comunicación y Relaciones Públicas y maestría en Comunicación Empresarial en la Universidad Latinoamericana. Estudió Dirección y Producción Artística en el   Centro Nacional de las Artes; Cine y Guión Cinematográfico en la Universidad de las Américas. Durante su trayectoria profesional se ha desempeñado  en los ámbitos de la fotografía y la radio.


Realizó una exposición fotográfica en el Museo Ex Teresa Arte Actual, invitada por el maestro Juan José Gurrola, exponiendo juntos.


Premio History Channel por su Fotografía de las Torres Gemelas (Nueva York).


Se ha desempeñado como fotógrafa en diversas revistas como Amura Yachts & Lifestyle, Real Estate, Switch, Marco Polo, entre otras más, que le dieron la oportunidad de viajar avarias partes del mundo.


Realizó  las portadas de  discos de distintos músicos. Trabajó “entre bastidores” en algunas series de televisión. Durante dos años, con Edgar Valenzuela, tuvo el programa de radio A la media Noche en ABC Radio. En Radio Mexiquense laboró durante cinco años en el programa  Resabios y Donaires, donde llevaba un espacio de espectáculos y cultura en el que hacía entrevistas a cineastas, actores y productores de cine y teatro.


Ha sido invitada a festivales de cine para llevar a cabo su difusión: Fiesta Internacional de Cine de San Luis Potosí, GIFF y el Festival Internacional de Cine Guanajuato.



Ingresó a CANADEM como directora de difusión y enlaces. Trabajó para RAC
Producciones (OCESA) en Spring Breaks, y como Personal Manager de treinta
artistas en las Fiestas de Octubre en Guadalajara. El medio la llevó a escribir
reseñas de espectáculos para
Menú Teatral.



En 2020 fue invitada como representante de prensa para ser jurado en
Shorts
México
. Actualmente colabora con la escritura de
reseñas para el sitio de
Cine Corre Cámara.




Annie Leibovitz: “Susan Sontag me leyó entero ‘Alicia en el país de las maravillas’ sentadas bajo un árbol” / entrevista de ANATXU ZABALBEASCOA, El País, 26 de noviembre de 2021

 

A la célebre fotógrafa no le gusta hablar de sí misma. Prefiere contar sus andanzas con los Rolling Stones o los Obama. Pero al final se abre y relata su amor por Susan Sontag, cómo es ser madre soltera de tres hijas y cómo el Photoshop nunca supera a la realidad

Annie Leibovitz, en su casa de Rhinebeck en Nueva York.
Annie Leibovitz, en su casa de Rhinebeck en Nueva York.GILLIAN LAUB (THE NEW YORK TIMES / CONTACTO)


La foto de John Lennon desnudo abrazado a Yoko Ono, la trastienda de los Rolling Stones o la guerra en Bosnia son la cara visible de una mujer que parece haberlo visto todo. Madre tardía, pareja de la ya fallecida escritora Susan Sontag y tan hábil cazando imágenes como construyéndolas, Anna Lou Leibovitz (Waterbury, Connecticut, 1949) empezó a llamarse Annie cuando, con 25 años, se convirtió en la fotógrafa de la revista Rolling Stone. “Tuve que buscarme un nombre porque la gente no podía pronunciar mi apellido”. Más cómoda detrás que delante de la cámara, pide que nuestra entrevista sea por teléfono.


Pregunta. Del rock a la moda e incluso a la guerra. Y de una vida frenética a convertirse en madre triple con más de 50 años. ¿Cuál es su retrato real?


Respuesta. La gente cree que empecé fotografiando a los Rolling Stones porque me interesaba el rock, pero lo que me atraía, desde que estudié Bellas Artes y dejé la pintura, era la fotografía. Es un campo donde todo cabe. Y si te dedicas a fotografiar durante 50 años, no cambiar tú misma como persona sería lo raro. No cambiar es no haber vivido, ¿no? Respecto a la maternidad: quería ser madre.


P. No acepta que la retraten. ¿Tiene miedo?


R. Me incomoda. Necesito saber quién está al otro lado. Me he ido relajando con los años. Al ir convirtiéndome en alguien conocido, he tenido que rebajar esa exigencia.


P. ¿Para conseguir un buen retrato se debe confiar en el fotógrafo?


R. Confiar es un verbo demasiado grande. Se debe respetar, relajar y esperar a que algo salga, porque incluso en lo más planificado existe el azar.


P. Las celebridades sí parecen confiar en usted. Retrató a John Lennon desnudo horas antes de morir. A Schwarzenegger enseñando el culo. A Keith Richards dormido (o drogado) en el suelo.


R. En 1975, tres años después de que mi profesor Robert Frank lo hiciera, me contrataron para fotografiar el tour de los Rolling Stones. Decidí dos cosas: vivir con ellos y molestar lo menos posible. Eso sí, que Keith Richards se quedara dormido en el suelo no era excepcional.


P. Compartió con ellos vida, esfuerzo y drogas.


R. Frank había retratado la gira de 1972. Los habíamos visto en todas las posturas. Yo sabía que al regresar tendría trabajo si lo hacía bien, pero no sabía qué. Solo sabía que debía hacer algo distinto. De modo que me adapté a su vida. Y fotografié esa vida. Eso solo lo pude hacer entrando en ella. Pero no me arrepiento de nada. Amo mi vida. Ha sido un viaje salvaje y lo he disfrutado cuanto he podido sin aislarme del mundo.


P. Ha retratado en la cama a Miles Davis o a la diseñadora Vivienne Westwood, medio desnuda y entrada en carnes.


R. Una fotografía nunca es privada, aunque una cama pueda sugerirlo. Westwood es una mujer muy abierta. Se lleva 25 años con su marido y eso se ve en su desnudez ajada. Pero lo importante es que nos fijamos en eso por encima del deseo que hay en la foto. Sería un error no retratar a alguien tal como es por prejuicios propios.


P. Su último libro, Wonderland (Phaidon), recoge su relación con la moda. Usted se inventa mundos.


R. La moda es para explorar, para expresarse. Hace años que no uniformiza más que a quien quiere.


P. Entre una inacabable lista de premios, el libro recoge las fechas clave de su vida: las del nacimiento de sus tres hijas, la de la muerte de su padre y la del inicio de su relación con Susan Sontag. ¿Qué fue ella para usted?


R. Estuve a su lado 15 años. Fue un privilegio y un honor compartir la vida con ella. Tuvo un impacto enorme en mí y en mi trabajo. No quería tener hijos, por eso habíamos comenzado a separarnos cuando ella se puso enferma y murió.


P. ¿Cómo cambió su vida?


R. No cambió lo que hacía, me alteró por dentro. Cuando la conocí me di cuenta de que le gustaba y no sabía qué hacer con eso. Pensé: Dios mío, es Susan Sontag y está interesada en mí, ¿qué hago? Supe que si me involucraba con ella esa relación afectaría a mi trabajo.


P. ¿Y fue así?


R. Sí, quise llegar más lejos, convertirme en una fotógrafa mejor.


P. ¿Por ella?


R. Sí. Era muy dura. Me dijo: “Eres buena pero podrías ser mejor”. La vida con Susan era así.


P. ¿Iba a ser mejor haciendo lo que ella le decía?


R. No, no. No decía nada. La vida con ella era diferente. Su autoexigencia era enorme, pero luego sacaba tiempo para hablar. Me leyó entero Alicia en el país de las maravillas sentadas bajo un árbol. Y yo sentí que hasta ese momento no había conocido bien esa historia. Era así: te hacía ver. Por dura que fuera, era una persona mágica. Uno no podía evitar amarla.


P. Y usted lo hizo.


R. Por encima de cualquier discrepancia. No he vuelto a estar con nadie.


P. ¿Con 40 años se convirtió en fotógrafa de guerra por ella?


R. No sé si fui fotógrafa de guerra, hice fotos en Sarajevo porque ella estaba allí. Los verdaderos fotógrafos de guerra me miraban preguntándose: “¿Qué hace esta aquí?”. Y tenían razón. Y no la tenían, porque cada uno ve desde lo que es. Un verdadero fotógrafo de guerra suele ser una persona muy dura y no me gustaría serlo.


P. Ha leído el mundo más en imágenes que en ideas.


R. No soy una gran lectora. Y eso me pesaba en la relación con Susan. Me gusta leer. Pero me absorbe y no me deja ver nada más. Y eso no lo soporto. Como fotógrafa, vivo de estar alerta. Me fascinaba cómo Susan adoraba leer y hablar. Y esa era una discrepancia entre nosotras. Yo amo la luz. Soy incapaz de encerrarme a ver una película de seis horas cuando fuera, en el mundo, luce el sol. Ella simplemente lo amaba todo. Todo. Susan era así.


P. Usted hizo que la modelo Natalia Vodianova, que pasó de la pobreza a casarse con el millonario Antoine Arnault, atravesara un espejo para retratarla como Alicia. ¿Cómo lo consiguió?


R. El mundo de la moda es atrevido por definición. Mis dos grandes trabajos partieron de dos historias infantiles: El mago de Oz y Alicia. Mis hijas eran pequeñas y yo volví a esas historias. Natalia debía de tener 18 años.


P. Luego se convertiría en la Cenicienta.


R. Es cierto. Eso sucedió. Pero cuando la convertí en Alicia no lo podíamos saber.


P. Por eso es tan valioso.


R. Puede ser. Algo maravilloso de la moda es que las modelos posan. En la vida real una cámara incomoda a todo el mundo. Nadie quiere que lo fotografíen. En la moda están ahí para ser retratados. Te esperan, te ayudan, aman ser fotografiados. Cate Blanchett, Kate Moss… Toda esa gente es colaboradora. Te ayudan.


PWonderland —el tercer libro que resume su trayectoria— incluye retratos que desnudan: Melania Trump emula a Demi Moore embarazada, pero en las escaleras de su jet privado y con Donald Trump dentro de un deportivo. ¿Cómo ha evolucionado su relación con los Trump?


R. Cuando hice esa foto era impensable que él pudiese llegar a ser presidente de Estados Unidos.


P. Fue como una premonición.


R. Tengo una relación de amor-odio con esa imagen. La historia era sobre una modelo embarazada. Y es de esas veces en las que la realidad supera a la ficción. Nos citó en el aeropuerto. Estábamos fotografiándola y de repente llegó él. Y pasó lo que pasó. A veces la vida atropella a la fotografía. Uno hace una foto y, cuando pasa el tiempo, la historia que encierra se lee desde otro ángulo. Durante un tiempo pensé en retirar esa imagen de mi porfolio. Ahora creo que debe estar: demuestra el espectáculo en el que esta gente ha convertido su vida.



Annie Leibovitz, en su casa de Rhinebeck.
Annie Leibovitz, en su casa de Rhinebeck.GILLIAN LAUB (THE NEW YORK TIMES / CONTACTO)



P. ¿El tiempo reinterpreta las fotografías?


R. Las fotografías cambian según cuándo se miren y según con qué

 conocimiento se lean. Retraté a John Lennon horas antes de que lo

 asesinaran. Era un abrazo amoroso, pero se convirtió en el último beso.



P. Ese retrato es sobrecogedor porque él está desnudo y se muestra vulnerable, en posición fetal, y Yoko Ono está vestida. ¿Se lo pidió usted?

R. Pedí que se desnudaran los dos y solo aceptó hacerlo él.

P. ¿Quiso mostrar su vulnerabilidad?

R. No, quise mostrar amor y encontré azar, que muchas veces ayuda. Por eso hay que buscarlo con paciencia.

P. Tiene una gran colección de mujeres poderosas: Hillary Clinton, Michelle Obama, Meryl Streep, Alexandria Ocasio-Cortez.

R. Las elijo porque son fuertes y salen fuertes. Desde que soy consciente de que envejezco intento que la gente que retrato salga como es. Querría haber retratado a la gente como es. Pero no es fácil: cada uno somos muchos.

P. ¿Hay que ser famoso para retratar a famosos?


R. No. A veces ser conocido funciona a tu favor y otras veces en contra. Soy responsable de lo que he hecho y, si me llaman, entiendo que buscan algo distinto. Yo construyo la historia delante de la cámara. En una época de invención digital, las imágenes, por imaginativas que sean, funcionan si encierran una verdad. Dramatizada o exagerada, debe ser verdad.


P. ¿Cuándo se dio cuenta de que los que posan para usted harían lo que les pidiese?


R. Nunca. Eso no es así.


P. Ben Stiller se metió dentro de una burbuja de plexiglás que colgaba de una grúa sobre el Sena.


R. Sí. Llegó y dijo: “Esto es demencial”. Pero Karen Mulligan, con quien he trabajado durante más de 20 años, le mostró los buceadores que teníamos preparados para rescatarlo en el caso muy improbable de que algo fallara. Estamos hablando de fotos de moda que buscan resumir una historia en una imagen. Para comunicar hay que jugar. Para ser divertido hay que atreverse a hacer un poco el loco.


P. ¿Pasó de cazar una imagen a construirla?


R. Pero es lo mismo: capturar un instante. Se trata de verlo y atraparlo o de construir algo imposible de repetir.


P. ¿Cuánto Photoshop utiliza?


R. En aquella época, nada. Hoy en el mundo digital el cuarto oscuro es un ordenador y la demanda de imágenes contrastadas es incesante. Yo no hago fotoperiodismo, y en fotografía artística el retocado es necesario. Pero tengo una cosa clara: nada comunica como una verdad. La realidad es mucho más potente que el Photoshop.


P. ¿Cómo decide qué atributo define a una persona?


R. Pienso siempre en varias alternativas, pero al final las circunstancias —el tiempo de que dispones, dónde estás, o lo que es o no posible— deciden. Me gustan los extremos: construir una locura o retratar con muy pocos medios. En cualquier caso, para hacer una buena foto se sacan muchísimas. Y las que recogen los libros o las exposiciones son la excepción. Lo bueno es escaso.


P. ¿Quién es realmente Arnold Schwarzenegger: Mister Olympia, Terminator, el exgobernador de California, un inmigrante que llegó a formar parte de la familia Kennedy…?


R. Lo he fotografiado tantas veces que mis retratos resumen su auge y su caída. Comencé cuando fue campeón mundial de culturismo en Sudáfrica y lo he visto casarse, divorciarse, triunfar como actor y convertirse en político. Lo he sacado fuerte y vulnerable. Y creo que él es todo eso. Como autora intento retratar a las personas como creo que son, no lo que siento por ellos. En 1975 pasé de fotografiar a Mick Jagger, que era el sex-symbol del momento, superdelgado y alocado, a retratarlo con un cuerpo inmenso. Igual que todas las fotos no resumen una personalidad, aunque la apunten, a veces un físico muy marcado oculta quien uno es.


P. Katy Perry, La reina de Inglaterra, la jueza Ruth Bader, Lady Gaga… ¿Llega a conocer a las personas que retrata?


R. Cuando era joven creía que sí. Pero me di cuenta de que era mejor marcar una distancia. Creo que una de las razones por las que me ha ido bien es porque lo que me importa es que las fotos sean buenas y no me he perdido buscando otra cosa.


P. Hace poco, su portada de Simone Biles para Vogue fue criticada.


R. Era un retrato de ella con toda su complejidad. Y me acusaron de descuidarlo porque era negra. Ahora con el movimiento Black Lives Matter, que era necesario, todo eso está en el ambiente. Pero habiendo fotografiado a mucha gente negra, entre otros a Nelson Mandela, creo que se equivocaron al dudar de mí.


P. La hemos visto entre sus hermanos, abrazando a sus hijas, trabajando, viajando, pero sabemos muy poco de usted…


R. Es la vida del fotógrafo, siempre se queda detrás. ¿Qué querría saber?


P. ¿Dónde se encuentra su existencia en su trabajo?


R. Hubo una época en la que fotografié mucho a Susan. Era parte del duelo: anticipaba la pérdida y era mi manera de dejarla aquí. Cuando mis hijas nacieron también las retraté todo el rato: era mi manera de celebrarlas. Pero dejé de publicar esas fotos. Decidí que no quería que mis fotos las definiesen. Quería que se definiesen ellas mismas. A veces es muy difícil cambiar la imagen que congela una fotografía. De modo que el deseo de intimidad de mis hijas me convirtió en una persona más privada. No es que tenga nada que esconder, simplemente no quiero que toda mi vida sea pública en una era en la que gran parte de nuestras vidas está más en Instagram que en nuestra intimidad.


P. Siendo una figura pública y lesbiana no ha utilizado su trabajo para defender los derechos de los homosexuales.


R. No creo que haga falta. He vivido abiertamente mi opción sexual. No tengo nada que esconder, pero tampoco ninguna necesidad de golpear a nadie con mis decisiones. La vida del fotógrafo es cruda y, en mi opinión, debe ser privada. Cuando hago cosas como esta entrevista, las encuentro difíciles y no consigo ser enteramente yo. Verá, no soy Susan Sontag. La echo de menos en ocasiones como esta: ella sabía siempre qué decir.


P. Pero esta es una entrevista a usted.


R. Sí. Y creo que mis preocupaciones —el derecho a ser, la necesidad de soñar, la urgencia de cuidar el planeta y hasta la maternidad— están en lo que hago.


P. Quiso ser madre pasados los 50 años.


R. Quería dar lo que había tenido. Provengo de una familia con muchos hermanos y tengo recuerdos felices. Para mí mis mejores fotos son las que he hecho a mi familia. Ahí hay intimidad, confianza, amor y desnudez. Lo que mis hijas me dieron fue lo contrario de lo que les sucede a muchas madres: me hicieron parar. Me había pasado la vida corriendo. Y cuando corres todo el rato te das de bruces contra muchos muros. Uno no puede pasarse la vida corriendo porque no termina de llegar a ningún sitio. Estoy agradecida de haber tenido esta oportunidad.


P. ¿Con qué valores ha intentado educar a sus tres hijas?


R. Con el ejemplo, no hay otra opción. Ser madre soltera es complicado para los hijos —que solo tienen a una madre a la que recurrir, protestar, querer o pedir— y para la madre, claro.


P. ¿Las crió sola?


R. Sí. Después de que muriera Susan, mi vida ha sido mi trabajo y mis hijas. No lo vi venir. Pensé que llegaría otra persona. Pero no he tenido tiempo para nada más. Criar hijos es un trabajo de dos. Si alguien me preguntara, le diría que se lo pensara mucho antes de tener un hijo para criarlo sola. Es difícil para la madre y para el hijo.


P. Pero lo ha hecho tres veces.


R. No sabía lo que hacía. Luego crecen, ¿sabe? Y se hace mejor y peor, a la vez. Las adoro. Son el amor de mi vida, pero, ya sabe, dan mucho mucho trabajo. Criar hijos es una vida muy, muy real. Y justo por eso, requiere imaginación.



 ANATXU ZABALBEASCOA

El País, 26 de noviembre de 2021

Fuente: El País