"Yo tendría como 5 o 6 años y recuerdo con mucha ternura a Tatiana, que era mi única y gran amiga en esa etapa de mi pequeña vida, éramos muy unidos. Ella vivía a media cuadra de mi casa, estudiaba para ser bailarina de ballet, creo que tendría unos 7, 8 años, no preciso la edad porque es una dama…
Nos visitábamos y jugábamos todos los días. Su casa quedaba en frente de un colegio muy grande de padres salesianos. La casa donde yo vivía estaba a una cuadra de la plaza Bolívar de Valera, era bastante grande, sobre todo muy larga. Al entrar, a la izquierda después del zaguán, había una escalera para el segundo piso, que era de madera muy gastada, donde nos recibía una especie de “salita” con dos poltronas, una máquina de coser, una vitrola, una mesita, una hamaca; al frente de esta “sala”, una gran puerta que daba a una inmensa terraza de cemento, que siempre estuvo programada para hacerse una ampliación que, creo, nunca se realizó. Y lo que recuerdo con mucha nostalgia era la hermosísima vitrola de las que se les daba cuerda y nunca olvidaré que la aguja que se le colocaba parecía un trozo de clavo pero sonaba de maravilla y nos alegraba nuestras fiestas, porque Tatiana y yo decidimos organizarnos fiestas con piñata para divertirnos en las tardes.
Los invitados éramos ella y yo, más nadie, así que, cada tantos días que nos provocaba, la organizábamos; casi siempre poníamos los mismos discos, a pesar de que teníamos muchos de 78 revoluciones, los repetíamos, sobre todo los de música más alegre, una de las canciones que cantábamos y además la bailábamos era Sin corazón en el pecho, nos la sabíamos completica
Yo la esperaba en la puerta de la casa, subíamos, brindábamos con refresco y poníamos la música. No sabíamos bailar -bueno- yo menos que Tatiana, pero realmente nos movíamos, cada uno por su lado, y solucionábamos; al terminar el disco nos sentábamos a hablar, podíamos tomar un poco más de refresco, paseábamos por la terraza, luego bailábamos de nuevo y venía la tumbada de la piñata.
Alternábamos nuestras funciones con la piñata, uno la subía y bajaba y el otro le daba palo hasta tumbarla, solo que había otra regla que teníamos que cumplir después de lanzarnos a recoger los caramelos: solo podíamos comernos uno, porque los demás eran para llenar otra bolsita, guindarla y comenzar de nuevo la fiesta. (...)". Fragmento de "Bonche infantil".
"Cuentos de la gaveta, son Armando, con su irreverencia, su espontaneidad y elocuencia, y te lleva a través de estas pequeñas historias a vivir con él momentos de su vida que quedaron en su memoria como una anécdota divertida o no, según el caso, pero que le gusta compartir con la gente, y si se divierten o emocionan mucho mejor.
Leyendo las “Reflexiones de momentos” uno no puede menos que emocionarse ante un relato sincero de alguien ya grande, que desnuda su alma para entender esa maravillosa manera de ser y ver la vida, y describir su propia vida como un despliegue de emociones, de la cual está muy orgulloso". Jairo Carthy, actor, productor, cofundador de La Camerata de Isabel Palacios.
ARMANDO AFRICANO es un escritor venezolano, dramaturgo, guionista. Productor de teatro, música, televisión, danza, festivales de música y teatro, congresos. Ha trabajado con las principales compañías teatrales, de danza y música de Venezuela.
Fue productor general del "Festival Latinoamericano de Música"; del "Festival Internacional de Teatro de Caracas (FITC)"; del "Congreso Intercontinental de la Música Africana en la Música Latinoamericana y del Caribe" y del "Foro Compositores del Caribe", entre muchos otros festivales y obras de teatro.
CUENTOS DE LA GAVETA de Armando Africano B, es un libro de exquisito humor sobre hechos de la vida real del autor, con Ilustraciones de Lisardo Rico Rattia, Diseño Gráfico de Jairo Carthy, edición de Escritoras Unidas & Cía. Editoras, que puedes comprar desde cualquier lugar del planeta en Amazon.
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