José A. Paradisi Rangel, Diego Vicentini y Mariana Zapata |
Finalmente
el milagro ocurrió, mis meditaciones
cotidianas y cada vez más apasionantes en el campo cuántico me regalaron una
sincronicidad perfecta: una gracia de Dios que me ensancha mi genuflexión ante
la inteligencia superior: VI SIMÓN, esa obra maestra y catártica de un
prodigioso Diego Vicentini y con su presencia en un foro extraordinario a casa
llena y ovación de pie. Los poliangulares logros estético y anímicos, esa
canción inenarrable en contrapunto de emociones me llevó a la conclusión que
expresé en mi participación en dicho foro:
Diego,
mi asombro no cesa. Soy pintor y se lo difícil que puede ser ilustrar un poema
sin caer en la obviedad; lo que Reverón llamó huir del color local, del
amarillismo de postales para turistas, y negó sombras y colores en absolutismo
de la luz. Pero aquí tu SIMÓN es la perfectísima ilustración del estado anímico
de nuestros poeta mayor Eugenio Montejo con TERREDAD esa necedad de pertenecer
a Tierra de Gracia que en sus propias palabras reza:
ESTA
TIERRA FERAZ, SENTIMENTAL Y AMARGA QUE NO SE DEJA POSEER, NO SERÁ DE NOSOTROS
NI DE NADIE PERO HASTA EN LAS SOMBRAS LE
PERTENECEMOS…
Y de
soundtrack en mi corazón Fito Páez y aquello de ¿Quién dijo que todo está
perdido? yo vengo a ofrendar mi corazón… ROTUNDO UNIVERSAL.
Ciudad
de México, 9 de octubre de 2023