Léonie Duquet y Alice Domon en el aeropuerto de Buenos Aires.
La primera llegó a Argentina en 1949 y la segunda en 1967.
Ambas fueron asesinadas por la dictadura.
Por un panfleto, metió a Domon y Duquet en una “conspiración marxista” mundial.
“Como loco”, en diciembre de 1977, Alfredo Astiz entró al centro clandestino que funcionaba en la ESMA con un volante en la mano del Partido Comunista Marxista Leninista.
Con ese panfleto que le habían dado en un atelier de la Boca y otras “pruebas” que había obtenido durante los más de cinco meses que -con el nombre de Gustavo Niño- estuvo infiltrado en un grupo de familiares de desaparecidos, convenció a sus jefes del grupo de tareas que debían actuar rápidamente. Creía que había “probado” que “el marxismo internacional” estaba detrás del incipiente movimiento por los derechos humanos que funcionaba alrededor de la iglesia de Santa Cruz, con apoyo de los monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, para “destruir la imagen” de la dictadura en el exterior. Un total disparate.
El panfleto desencadenó la masacre de la Iglesia de Santa Cruz, según el testimonio de la ex detenida Silvia Labayrú y otras pruebas que destacó el tribunal oral federal 5 que condenó a Astiz y otros 11 represores a cadena perpetua por esos crímenes de lesa humanidad. Esta semana, por primera vez, ese fallo pudo leerse completo.
Labayrú, cuyo hijo había quedado como rehén en la ESMA, fue obligada a acompañar a Astiz a las reuniones con los familiares y a las rondas en la Plaza de Mayo, fingiendo ambos ser hermanos de un desaparecido. Paradójicamente, mientras Astiz activaba el terror, la monja Domon escribió una poesía para cada uno de los familiares.
Labayrú, cuyo hijo había quedado como rehén en la ESMA, fue obligada a acompañar a Astiz a las reuniones con los familiares y a las rondas en la Plaza de Mayo, fingiendo ambos ser hermanos de un desaparecido. Paradójicamente, mientras Astiz activaba el terror, la monja Domon escribió una poesía para cada uno de los familiares.
Un par de días después el 8 de diciembre, el grupo de tareas 3.3/2 lanzó cinco operativos coordinados en la Capital y el Gran Buenos Aires en lugares que habían sido designados zona liberada. Era el día de la Inmaculada Concepción de la Virgen.
A primera hora de ese día, tres camionetas con infantes de marina en ropa de fajina y fuertemente armados se apostaron alrededor del taller del artista Remo Berardo en Magallanes 889, donde Astiz había recibido el panfleto. Luego, Berardo y Labayrú fueron sacados del lugar, atados y arrojados en un auto.
Horas más tarde, represores vestidos de civil y armados con escopetas entraron brutalmente al bar “Comet”, ubicado en Paseo Colón y Belgrano, y secuestraron a Horacio Elbert y Julio Fondovila, quien intentaban llevar una solicitada al diario “Buenos Aires Herald”.
A primera hora de ese día, tres camionetas con infantes de marina en ropa de fajina y fuertemente armados se apostaron alrededor del taller del artista Remo Berardo en Magallanes 889, donde Astiz había recibido el panfleto. Luego, Berardo y Labayrú fueron sacados del lugar, atados y arrojados en un auto.
Horas más tarde, represores vestidos de civil y armados con escopetas entraron brutalmente al bar “Comet”, ubicado en Paseo Colón y Belgrano, y secuestraron a Horacio Elbert y Julio Fondovila, quien intentaban llevar una solicitada al diario “Buenos Aires Herald”.
Entre las 20 y 20.30 del mismo día, luego de una comunión, medio centenar de represores -que había bajado de diez autos sin patentes- hicieron un procedimiento de pinzas sobre la iglesia de Santa Cruz, en Urquiza y Estados Unidos. Minutos antes Astiz (Gustavo Niño) le había dado un efusivo beso a Domon, puso 20 pesos moneda nacional para difundir las denuncias de violaciones a los derechos humanos (el resto, 1.000.000, en promedio) y se había ido con una excusa. Ahora uno de los represores vestido con una guayabera y con una radio portátil en la mano identificaba a quien detener y a quien no de los familiares que salían de una reunión donde había recaudado dinero para publicar una solicitada en La Nación dirigida al dictador Videla.
Mientras María Carballeda de Cerruti se aferró a las rejas de entrada de la iglesia, y otras madres gritaban “nos llevan, nos llevan”, Domon fue esposada y empujada dentro de un auto. Otra madre, Ángela Auad, fue llevada arrastrada de los pelos. Al tesorero del grupo lo golpearon y le sacaron la plata que habían recaudado por la solicitada y la lista de los firmantes. Todo duró minutos.
Pese al terror imperante, los familiares lograron reunir nuevamente la plata y publicar la solicitada. Dos días después, en otro procedimiento, un grupo de represores secuestraron a Azucena Villaflor -la primera presidenta de las Madres- de su casa en Cramer 117, Sarandí. Había salido a buscar un ejemplar de La Nación. Trató de resistirse y un colectivero quiso ayudarla pero fue reducido. Simultáneamente, dos hombres armados se llevaron sin violencia a la monja Léonie Duquet de la parroquia San Pablo, en Ramos Mejía.
Pese al terror imperante, los familiares lograron reunir nuevamente la plata y publicar la solicitada. Dos días después, en otro procedimiento, un grupo de represores secuestraron a Azucena Villaflor -la primera presidenta de las Madres- de su casa en Cramer 117, Sarandí. Había salido a buscar un ejemplar de La Nación. Trató de resistirse y un colectivero quiso ayudarla pero fue reducido. Simultáneamente, dos hombres armados se llevaron sin violencia a la monja Léonie Duquet de la parroquia San Pablo, en Ramos Mejía.
Azucena Villaflor, desaparecida 10 de diciembre 1977.
La desaparición de las monjas francesas provocó la protesta del gobierno de Francia en el marco de una repercusión internacional enorme. Oficiales del Ejército llamaron a la ESMA para saber si allí estaban detenidas pero lo negaron. Incluso, siempre según sobrevivientes, Massera se hizo presente e increpó al grupo de tareas.
La respuesta fue inventar que las monjas habían sido secuestradas por los Montoneros. En el sótano de la ESMA (ver foto) las obligaron a sacarse una fotografía con la bandera de ese grupo guerrillero por detrás y escribir una carta al jefe de la orden de las Hermanas de las Misiones Extranjeras, obispo Bernard Pierre Guyot, en la que pedían ser intercambiadas por 20 presos políticos. Ana María Martín, otra sobreviviente, encontró a Domon en el baño. Tenía los brazos morados de los golpes y caminaba con dificultad por la tortura. Sin embargo, preguntaba con preocupación que le había pasado a Gustavo Niño (Astiz), a quien protegía como a un hijo y no llegó a darse cuenta que era un infiltrado. Entre el 14 y 20 de diciembre el GT 3.3/2 se decidió “el traslado” -el asesinato y desaparición de los cuerpos- de todo el grupo Santa Cruz. Aunque no hubo testigos, según declaró el ex teniente Adolfo Scilingo, se les aplicaba el tranquilizante pentotal, se los subía dormidos a aviones de la Armada y se los arrojaba en el Río de Plata. En ese intervalo de fechas, aparecieron cuerpos en la playa de Santa Teresita y se los sepultó como NN en el cementerio de General Lavalle.
Alice Domon y Léonie Duquet fotografiadas en la Esma por sus torturadores.
Recién en el 2005 fueron identificados los cuerpos de Duquet y Villaflor, entre otros. Durante el juicio oral de este año, el ex capitán Antonio Pernías -otro de los condenados- reveló (muy tarde) que el operativo “fue una equivocación”.
ASTIZ
Con el grado de teniente, Alfredo Astiz se infiltró en el grupo de familiares de desaparecidos de la iglesia de San Cruz, que fue la base para la creación de las Madres de Plaza de Mayo y otras organizaciones defensoras de derechos humanos. El tribunal oral federal 5 lo condenó a prisión perpetua por la privación ilegal de la libertad, tormentos y homicidio en 12 hecho y otros 5 casos similares, entre ellos los de las monjas francesas y el periodista Rodolfo Walsh.
Alivio y reclamos de la familia de Domon y Duquet,
por Fréderic Santangelo, Clarín 8-01- 2012
Gabrielle Layat
Para Michel Jeanningros, sobrino de Léonie Duquet y representante civil de los familiares de la monja, fue un “gran alivio”. “ Hacía 34 años que estábamos esperando. Nunca es lindo mandar a alguien a la cárcel, pero ellos torturaron y asesinaron. Eso importante para la Argentina que la Justicia esté avanzando ahí”, dice el sobrino.
Michel Jeanningros
Geneviève Jeanningros es monja en Roma y como su tía Léonie vivió con indios mapuches en Argentina. Geneviève precisa: “Estuve contenta de que Astiz haya sido condenando, porque pienso que la Justicia se tiene que hacer”.
Sophie Thonon es abogada y defiende en Francia a la mayoría de los familiares de los franceses desaparecidos en Argentina. Piensa que las declaraciones de Astiz fueron “indignantes y lamentables”. “ En ningún momento mostró compasión."
Su defensa fue ridícula y totalmente desplazada respecto de los hechos, por ejemplo cuando él cuestionó la actitud de Francia en Argelia en vez de hablar de sus responsabilidades”, dice.
Thonon explica que la Justicia en Argentina supo cambiar y pronunciar sentencias verdaderas. “Tenía confianza, sabía que Astiz no iba a ser condenado sólo a 5 años de cárcel. Es una gran alegría para las familias y para la concordancia entre la Argentina y Francia”, dice.
Astiz fue condenado a perpetuidad en París en 1990. Desde esa sentencia, Francia pidió cuatro veces su extradición, y nunca la consiguió. “Fue una violación de las leyes franceses y argentinas”, dice Thonon. “Pero Francia pedirá otra extradición sólo si un abogado hace la demanda, y por ahora no tengo ninguna razón de hacerlo” , dice. Michel Jeanningros tiene el mismo punto de vista. “Pienso que ahora ya está, lo que debe seguir es el juicio para los otros franceses desaparecidos”, dice.
Igual existe otro procedimiento judicial en Francia, que empezó en 1998. Es contra otros jefes militares implicados en la muerte de otros franceses. Thonon explica que tardó mucho especialmente por el descubrimiento de nuevos testimonios. Michel Jeanningros precisa: “Todo no está resuelto todavía. No se gira una página así , fue igual en Francia después de la Segunda Guerra Mundial”.
Su testimonio fue clave en la megacausa de la ESMA
y otros juicios de lesa humanidad.
y otros juicios de lesa humanidad.
María del Rosario Carballeda de Cerruti: la lucha
de la madre independiente,
por Diego Gueler, Perfil.com 24 -03- 2011
María del Rosario Carballeda de Cerruti, en la actualidad,
en su casa de Vicente
López.
Foto: Gentileza de archivo fotográfico de María del Rosario
Cerruti.
El testimonio de la única madre fundadora que siguió buscando a su hijo desaparecido
al margen de las dos agrupaciones.
María del Rosario América Carballeda de Cerruti tiene 82 años, de los cuales 34 se ha dedicado a recorrer infinitos pasillos de organismos oficiales, enfrentar a funcionarios "mudos", realizar marchas diurnas y nocturnas, implorar en iglesias y consulados extranjeros por ayuda. Todo para saber qué pasó con su hijo desaparecido.
María es una de las primeras madres que fue a la Plaza y tuvo gran protagonismo en el reclamo por los Derechos Humanos entre 1977 y 1986. Luego se abrió y siguió sola. Sin Bonafini y sin las fundadoras. Hoy su testimonio fue clave en la megacausa de la ESMA y otros juicios de lesa humanidad.
Cerruti recibió a Perfil.com en su casa de Vicente López, donde cada día riega más de un centenar de plantas. Así se siente rodeada de oxígeno y vida después de tantos años de recuerdos de desaparecidos y muerte. "Los militares no tienen mucho cerebro", comenta durante la entrevista, aunque tampoco tiene rencor sobre el gobierno de facto que secuestro y "desapareció" a su hijo.
"Hebe vino con un grupo de La Plata que ya se juntaban allá. Un día se enteró que íbamos a la Plaza y vino con Elida Galeti. El grupo de las Madres estaba politizado, sí, pero no era partidario: había peronistas, radicales. No hacíamos diferencia ninguna. Yo no era peronista y me importaba un rabo que estuviera con peronistas. Elida Galetti era comunista y Hebe, cristiana, ¿Y qué?", describe a ese grupo fundacional Cerruti.
Sobre su relación con Hebe: "Era perfecta. Cuando se llevaron a Azucena y al segundo hijo de Bonafini, ella tomó el liderazgo de Azucena. Hebe respondía al phisic rol: ese corpachón ya le daba un handicap. El resto éramos chiquitas, raquíticas. A Hebe, además, nunca se le paraba la lengua, siempre tenía una respuesta lista. Azucena era también así, pero menos confrontativa".
María agrega que "Hebe tenía carácter y lo necesitábamos. Porque para enfrentar a las bestias que enfrentamos, la necesitábamos a ella. Tiene sus errores como todo el mundo. Pero se necesitaba mucho para ese momento. El resto no tenía tantas agallas como ella para ir al frente como iba ella".
Cerruti fue elegida para realizar el primer viaje al exterior de las Madres. Fue a la sede de la OEA en Washington, en Octubre del '78. "Fui con Hebe y Elida Galetti. Nos mandaron 1.000 dólares a cada una para el viaje y hasta dormimos en el piso", relata.
Otro recuerdo que mantiene intacto fue la primera Marcha de la Resistencia, en 1981. "Fuimos solas a Plaza de Mayo, como a las 12 de la noche. Sólo nos acompañó un periodista francés de la agencia France Press. De los periodistas de acá que no hable nadie sobre esa noche, porque les pego en la cabeza", dice sobre el tan debatido rol de la prensa en la dictadura.
"Esa noche se iba el General Viola y hubo mucho movimiento en la Casa de Gobierno. Hubo rumores que iban a reprimirnos. Aguantamos toda la noche, aún con las intimidaciones de la Policía. Ya no nos quedaba comida, pero aguantamos", sigue Cerruti evocando los años en que las Madres se organizaban de forma clandestina y sin el apoyo de la Iglesia, de los partidos políticos, ni de otros organismos de Derechos Humanos.
Esa protesta la realizaron en diciembre de cada año hasta 2003. Con Néstor Kirchner, la Asociación de Madres consideró que "ya no era necesario" marchar en la Plaza de Mayo durante toda una noche.
"Yo voy a votar a un Gobierno cuando me digan qué pasó con mi hijo. Y este todavía no nos dio una respuesta", critica Cerruti. Pese a todo, sus averiguaciones ante organismos civiles y militares jamás se detuvieron.
María es una de las primeras madres que fue a la Plaza y tuvo gran protagonismo en el reclamo por los Derechos Humanos entre 1977 y 1986. Luego se abrió y siguió sola. Sin Bonafini y sin las fundadoras. Hoy su testimonio fue clave en la megacausa de la ESMA y otros juicios de lesa humanidad.
Cerruti recibió a Perfil.com en su casa de Vicente López, donde cada día riega más de un centenar de plantas. Así se siente rodeada de oxígeno y vida después de tantos años de recuerdos de desaparecidos y muerte. "Los militares no tienen mucho cerebro", comenta durante la entrevista, aunque tampoco tiene rencor sobre el gobierno de facto que secuestro y "desapareció" a su hijo.
"Hebe vino con un grupo de La Plata que ya se juntaban allá. Un día se enteró que íbamos a la Plaza y vino con Elida Galeti. El grupo de las Madres estaba politizado, sí, pero no era partidario: había peronistas, radicales. No hacíamos diferencia ninguna. Yo no era peronista y me importaba un rabo que estuviera con peronistas. Elida Galetti era comunista y Hebe, cristiana, ¿Y qué?", describe a ese grupo fundacional Cerruti.
Sobre su relación con Hebe: "Era perfecta. Cuando se llevaron a Azucena y al segundo hijo de Bonafini, ella tomó el liderazgo de Azucena. Hebe respondía al phisic rol: ese corpachón ya le daba un handicap. El resto éramos chiquitas, raquíticas. A Hebe, además, nunca se le paraba la lengua, siempre tenía una respuesta lista. Azucena era también así, pero menos confrontativa".
María agrega que "Hebe tenía carácter y lo necesitábamos. Porque para enfrentar a las bestias que enfrentamos, la necesitábamos a ella. Tiene sus errores como todo el mundo. Pero se necesitaba mucho para ese momento. El resto no tenía tantas agallas como ella para ir al frente como iba ella".
Cerruti fue elegida para realizar el primer viaje al exterior de las Madres. Fue a la sede de la OEA en Washington, en Octubre del '78. "Fui con Hebe y Elida Galetti. Nos mandaron 1.000 dólares a cada una para el viaje y hasta dormimos en el piso", relata.
Otro recuerdo que mantiene intacto fue la primera Marcha de la Resistencia, en 1981. "Fuimos solas a Plaza de Mayo, como a las 12 de la noche. Sólo nos acompañó un periodista francés de la agencia France Press. De los periodistas de acá que no hable nadie sobre esa noche, porque les pego en la cabeza", dice sobre el tan debatido rol de la prensa en la dictadura.
"Esa noche se iba el General Viola y hubo mucho movimiento en la Casa de Gobierno. Hubo rumores que iban a reprimirnos. Aguantamos toda la noche, aún con las intimidaciones de la Policía. Ya no nos quedaba comida, pero aguantamos", sigue Cerruti evocando los años en que las Madres se organizaban de forma clandestina y sin el apoyo de la Iglesia, de los partidos políticos, ni de otros organismos de Derechos Humanos.
Esa protesta la realizaron en diciembre de cada año hasta 2003. Con Néstor Kirchner, la Asociación de Madres consideró que "ya no era necesario" marchar en la Plaza de Mayo durante toda una noche.
"Yo voy a votar a un Gobierno cuando me digan qué pasó con mi hijo. Y este todavía no nos dio una respuesta", critica Cerruti. Pese a todo, sus averiguaciones ante organismos civiles y militares jamás se detuvieron.
© Diego Gueler
24 de marzo de 2011