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Resulta común cuando vas donde
un médico a ventilar cualquier problema de salud y recibes de él una atención
esmerada que estimula la confianza y hasta siente que mejoras ¡Que agradable
sensación!
Yo, en lo particular, siempre
he guardado un gran respeto y admiración a los galenos de bata blanca e igual con
ése caminar, rápido y decidido. Da la impresión que han sido entrenados para
comportarse de ésa peculiar manera.
Los médicos que he conocido,
por fortuna, me han resultado de entrada fácil, de calidad humana
incuestionable. Algunos dirán que cuando hablo así, es porque estoy varado en
el tiempo o viviendo en los espacios fantásticos de Narnia.
Escuché hace muy poco a un
médico decir, que ese espíritu de entrega que tienen los médicos es de origen
cultural. Esto parece tener algo de verdad, si lo medimos en base a su esencia
humana y de sensibilidad espiritual calificada.
Deduzco que esta confianza que
uno le da al galeno proviene de ése primer encuentro en donde uno recibe, con
pudor, el despojarse de todo lo que uno lleva encima.
Además, si ése médico, hombre
o mujer, fiel al compromiso hipocrático, estudioso, abierto a la indagación y
de probidad médica es a su vez, afable, cordial, amable, no podría uno más que
sentir alagado y complacido de encontrarse en el mejor de los lugares.
Pero éste sueño encantador,
que ha merecido los mejores calificativos, se esfuma, como quién corre una
cortina y devela una realidad sorprendente.
Después de aparecer aquella
"cosa" horrorosa llamada "virus de la pandemia" se
rompieron todos los esquemas como quien parte un espejo con un martillo y éste
estallan en mil partículas.
A partir de aquí, para mí, se
abrieron todos frentes de batalla: "La cosa" abrió sus fauces en los
laboratorios, farmacias. Los encierros se activaron, cada quien tenía
una cárcel en casa. Máscaras de todas forma y colores, sacudiendo los ánimos de
la ciudadanía. Todo guiado por los siniestros intereses del mercado y el poder político.
Es entonces, cuando mi médico,
el conocido, sometido al inesperado acontecimiento se desgarró las vestiduras y
entró en la vorágine zarandeando por el laberinto de las inconsciencias.
Por supuesto, no es justo
generalizar en éste colosal desbarajuste. El problema ahora es que, quedamos
lesionados en éste pandemonio. Nos encontramos con el "sobresalto
constante" de llegar a un Centro Médico u Hospital en estado de alerta
suprema.
Al entrar al consultorio no sabes que hacer, ves
al médico ubicado en una distancia sorprendente, al fondo del consultorio, está
allá, lejísimo. Con mascarilla todavía puesta. Sin mirarte, y en esporádicos
momentos cruza una mirada de refilón, que te hace tratar de descubrir que hay
en ese extraño personaje nacido de "La cosa".
Él escribe sin cesar en la
computadora. Preguntas y más preguntas que no quiere oír, y desde la larga
distancia, sin escuchar claramente lo que dice, regresan respuestas
indescifrables. Y si desde su boca tapada llega algo casi telegráfico, es para
decir: "Con la presente hoja vaya a la farmacia y compre los medicamentos,
ahí va todo lo que le he indicado y si necesita alguna explicación se la pide
al farmacéutico".
¿Cómo se sentirán todos
aquellos que hayan tenido una situación parecida a la mía? Y sé preguntarán,
deduzco ¿qué se hizo mi médico de confianza, aquel audaz y atrevido que podía,
con mi consentimiento, revisar hasta la profundidad de mis oídos? ¿Dónde está
aquel qué podíamos ensalzar como el Ser
el que después de Dios venía él?
Vamos a ver: Será que en el
devenir de nuestro tiempo presente se compagina con las frases poéticas de
Gustavo Adolfo Bécquer cuando en su hermoso poema presagiaba ...
"Volverán las oscuras
golondrinas
en tu balcón sus nidos a
colgar,
y otra vez con el ala a sus
cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a
contemplar,
aquellas que aprendieron
nuestros nombres…
esas… no volverán" ...
Vaya, ¿No?
Corresponsal en España de Escritoras Unidas & Cía.
Director de teatro venezolano, productor, actor, diseñador de vestuario y escenografía, docente, gerente cultural, pedagogo teatral, dramaturgo, guionista cine. En 2024 dirigió con gran éxito en España la obra “El Terrible Juan Chicote”, versión de “Lucy es Pecosa” de Triunfo Arciniegas y publicó su obra de teatro “Los Invisibles”, de venta en Amazon.
Fue fundador del Festival Internacional de Teatro de Los Andes, Teatro Móvil Campesino y El Theatrón Centro Dramático (Mérida). Ex Presidente del Consejo Regional de Teatro del Estado Mérida.
Algunos Premios: Gran Medallón de Honor del Festival Internacional de Teatro de Expresión Ibérica (Porto-Portugal); Ciudadano Meritorio de la Ciudad de Mérida; Premio Juana Sujo; Subsidio Honor de la Casa del Artista.
Algunos Festivales en los que participó: Festival Internacional de Teatro de Expresión Ibérica (Portugal); Festival de Teatro Popular (Nueva York); Festival Internacional de Teatro de Caracas; Festival Chicano y Latinoamericano (México); Festival Mundial de Teatro en Nancy (Francia). Ha dirigido más de 45 obras de teatro y realizado giras por varios países, entre ellos España, Francia, Colombia, Portugal y México.