la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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CUENTOS DE LA GAVETA: Y LLEGÓ EL DIA DE CUMPLIR AÑOS… ¿UNO MÁS? UNO MENOS, por Armando Africano, Caracas, 23 de octubre de 2021/ Ilustración: Lisardo Rico Rattia

 


13 de Noviembre

 

Me entero que soy un señor mayor cuando algún espejo indiscreto está atravesado en el camino, o cuando la espalda o alguna de las rodillas me lo recuerdan.

¿Cuántos serán? me preguntan y se preguntan “los demás” y yo les reconozco, claaaritoooo, sin rollos, que pasé de los sin-cuenta, porque a mí, la edad en números… no me gusta, aparte de que no la creo, las veces que me delaté diciendo mi edad en números me sorprendí… ¿son como muchos?  Mis contertulios me comienzan a hablar de usted, marcan disimuladamente distancia y su expresión cambia.

Además, como todo este  problema matemático comenzó cuando yo acababa de aterriza en este mundo, y sin ni siquiera preguntarme se comenzó a pasar el tiempo, a sumar y a acumularse los años, y nunca me enteré ni sentí cuando llegaban ni cómo estaban llegando, siempre había alguien que me decía -tipo chisme- ¡Feliz cumpleaños! ¡hoy tienes un año más! gritando o cantando, con palmada en la espalda incluida, cabezazo, abrazo y algunas veces, beso… Mi prioridad a esas edades eran muchas otras, como: jugar, soñar, buscar y dar afecto, crecer, aprender, conocer, sorprenderme de lo no conocido. Y los días, al comenzar claridad y al terminar oscuridad, llegaban y se iban, uno a uno y para mí eran casi el mismo día, pero repetido, nunca pensé que cuando llegaba uno perdía otro.

La edad en números no se dice espontáneamente, a menos que tengas la necesidad o te encuentres con algún contemporáneo y entres en confesiones, porque pienso que mi edad biológica no se corresponde con mi necesidad de vivir, solo me ocupa, o preocupa, cuando saco la cuenta.   

¿La cantidad de años reemplaza las sonrisas espontáneas de las personas que te saludan? Eso es lo que se debe celebrar, el número de personas que se alegran cuando te reconocen y te sonríen, pensar o recordar que en este año que pasó he logrado que algunas personas se sonrían con solo verme o leerme, es maravilloso, qué bonito, como diría la poetisa Rosario Flores.   

Cuando somos adolescentes derrochamos apresuramiento por vivir, por alcanzar un número de años pensando que, a esa edad, vamos a realizar sueños que planificamos cuando nos ponemos a observar a personas aparentemente realizadas y felices, sin pensar que ese salto en años que queremos dar nos hará mucha falta vivirlo, además, es imposible, solo realizable en alguna comedia de Hollywood.   

Somos responsables de nuestro destino, de nuestra felicidad y nuestra única obligación a futuro, que deberíamos cumplir, es... ser felices. 

Hay ideas, pensamientos, resoluciones que te llegan con el tiempo, con la vida, y piensas que deberías estar aplicándolas desde hace mucho, ¿que me pasó? ¿ahora busco actitudes y acciones para mejorar mi futuro, que va de salida? ¿cómo? ¿después de tantas lunas? Pues sí, por el tiempo que dispongo para ello, tengo que reflexionar basándome en lo vivido, buscar soluciones pensándolas, aplicándolas y disfrutándolas para reencontrarme con el encanto por la vida, el encanto por las personas, por los animales y hasta por los objetos que nos rodean, disfrutarlos o cambiarlos, pero mientras estén presentes encontrarles lo positivo, que siempre lo tienen, o se lo buscamos o inventamos, para sentirnos mejor.   

Algo fundamental para nuestra paz interior es tratar siempre de rodearnos, tener cerca, a personas positiva, alegres, cariñosas que sepan decir: te necesito, te quiero, eres valioso; que puedan reconocer tus  logros y te lo digan, personas que pidan disculpas, que te hagan sentir cobijado, que al verles a la cara te des cuenta que lo que te proyecta su mirada es afecto, como tú siempre tratas de hacerlo con las personas cercanas -que te agradan- lográndolo a veces y otras no;  ejercer la reciprocidad de la forma más humilde posible, pensar “yo te doy, tú me das”,  siempre hay que recibir algo a cambio, como cariño, afecto y solo aspirar a compartir buenos momentos,  sobre todo sentir que lo satisfactorio es intentarlo; el mejor camino para comenzar debería bastar con respetarnos, hay seres que de solo recordarlos te inspiran alegrías, sonrisas, tu vida mejora, tu corazón se llena.

Reflexionemos, siempre tendremos tiempo de mejorar nuestra estancia en la vida, y pasarla mejor, busquemos y encontremos esas personas, una vez que te enteres que existen para ti y las tienes ubicadas y cerquita, selecciónalas, atesóralas y consérvalas, son necesidad vital… para cumplir años.  

Hay momentos en que lo único que importa es el camino de ida, hasta que se acabe todo, y después… quien sabe.  

La vida pasa y ya no hay tiempo de recapacitar, solo queda olvidar y perdonar.  

  

“Ayúdame a resolver lo que puedo resolver y a aceptar lo que no puedo resolver”,  frase de la Madre Teresa de Calcuta.

 

©Armando Africano

Caracas, 23 de octubre de 2021

Ilustración: Lisardo Rico Rattia