la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Nepal "Colores al Cielo", exposición fotográfica de Beatrice Valenti, Nepal 2008

©Beatrice Valenti

“¿Por qué?”
“Gente del Himalaya, Nepal,
donde sus espíritus vagan en la inmensidad
y detengo ese instante preguntándonos
¿por qué?”
Beatrice Valenti



© Beatrice Valenti
Nepal   2008  


 © Beatrice Valenti
Nepal   2008  



 © Beatrice Valenti
Nepal   2008  



© Beatrice Valenti
Nepal   2008  



 © Beatrice Valenti
Nepal   2008  



© Beatrice Valenti
Nepal   2008  



© Beatrice Valenti
Nepal   2008  



© Beatrice Valenti
Nepal   2008  



© Beatrice Valenti
Nepal   2008  



© Beatrice Valenti
Nepal   2008 


Beatrice Valenti y un nepalí, Nepal 2008
©Alberto Camardiel


Calendarios y videos,  Los Roques, Venezuela














Beatrice Valenti, fotógrafa venezolana radicada en Caracas, ganó en 2004  un premio National Geographic “Luces de América”, con una  fotografía en blanco y negro sacada en Nepal titulada “¿Por qué?”.

A raíz del premio, el prestigioso diario venezolano El Universal  la entrevistó y realizó  un interesantísimo Fotoreportaje virtual:   Nepal Morada de los Dioses (http://www.eluniversal.com/2004/07/02/cul_frep_02A481507.shtml).

Desde entonces Beatrice participó y ganó premios en otros concursos; mostró sus fotos en exposiciones colectivas; realizó tres calendarios no turísticos del archipiélago venezolano Los Roques y dos videos fotográficos como legado a “las niñas y los niños del pueblo, para que no pierdan su pasado”.

Mientras prepara el calendario Los Roques  2011 al mismo tiempo organiza su primera exposición individual en Augusta, Sicilia, Italia,  ““el pueblo de mi mamá, porque quiero transmitir, primero, cómo Venezuela acogió a los inmigrantes en aquella época y luego, mostrarles a los italianos cómo es la vida del mar del otro lado del océano, en otro pueblo de mar como Los Roques”. Esta exposición, programada para el próximo año, tiene pasaje de ida y vuelta: primero se mostrará en Augusta y luego en Los Roques y luego... el mundo la espera.

Desde que ganó el prestigioso premio Beatrice sigue escalando las montañas de Nepal, actividad que realiza desde mediados de los años ´90 y sigue sacando fotos, actividad que realiza desde niña, exactamente desde el día en que le regalaron un cámara fotográfica y supo, sin saberlo, que ya no necesitaba palabras para expresarse: las imágenes hablan por ella.

© viviana marcela iriart
agosto 2010




Para mayor información sobre Beatrice Valenti,  leer: http://escritorasunidas.blogspot.com/2009/04/beatrice-valenti-damiata.html



Murió Hugo Guerrero Marthineitz, el peruano que marcó la radio argentina, por Adriana Schettini / Clarín 22 de agosto de 2010

Tuvo tres hijos, fama y mucho dinero. Falleció pobre, en el Hospital de Clínicas.

Irreverente, el “Negro” Marthineitz, con su sonrisa de siempre.


Vaya paradoja: lo llamaban “El peruano parlanchín”, pero él supo construir su prestigiosa carrera radiofónica con los ladrillos del silencio. En un medio donde la ausencia momentánea de sonido tiene tan mala prensa que hasta la denominan “bache”, Hugo Guerrero Marthineitz era capaz de quedarse callado un segundo, dos, tres, cuatro... los que juzgara necesarios para tensar la cuerda del suspenso hasta lograr que la atención ajena se le entregara, cargada de deseo, ávida de escuchar la palabra siguiente. Irreverente, dueño de una voz grave manejada a su antojo y un sarcasmo afilado.
Ayer, la voz de el “Negro” se convirtió en recuerdo: Hugo Guerrero Marthineitz murió, a las ocho de la mañana, en el Hospital de Clínicas de la ciudad de Buenos Aires, de un paro cardiorrespiratorio. Tenía 86 años, y las ganas de reír se le habían consumido bastante antes en la hoguera de las penurias cotidianas. De las cuantiosas sumas de dinero que alguna vez le deparó su oficio de locutor estrella no había quedado nada.
Nacido en Lima, comenzó a trabajar en Perú y, luego, pasó a Chile y Uruguay, pero el gran reconocimiento lo consiguió en la Argentina, donde dejó su huella con ciclos como El club de los discómanos , Splendid Show , El show del minuto y el ciclo televisivo A solas en el que hacía entrevistas en un tono intimista. En 1987, fue distinguido con el Premio Konex de Platino Radial; en 2007, con el Premio Eter a la trayectoria. En 1976, publicó su primer libro De hastío, los gatos y los días , y veinte años más tarde, Pasto de sueños .
Tuvo muchas parejas y siempre fueron mujeres a las que les llevaba muchos años y les compraba ropa en la Quinta Avenida, en Nueva York. De tres matrimonios distintos, nacieron sus hijos: Diego, María Gabriela y Hugo.

Su vida no fue un río tranquilo: junto con el carnet de locutor había sacado el de rebelde. Decidido a avanzar a contra marcha, fundó una nueva forma de hacer radio. Podía pasarse dos horas entrevistando a Jorge Luis Borges o concederse la licencia de sacar al aire oyentes antes de que el recurso se le hubiera ocurrido a otro.
Pero al peruano irreverente, temerario, orgulloso de la sólida formación que adquirió como autodidacta, y de a ratos insolente, no le alcanzaba con transgredir. Tenía debilidad por decir lo que pensaba. Y puesto a ejercer su profesión de esa manera, muy poco le importaba que sus exitosos ciclos sufrieran la censura de los gobiernos de turno o fueran levantados por las autoridades de las distintas emisoras. El se reía e ironizaba: decía que en épocas sucesivas lo habían acusado de ser de izquierda, de la CIA, amigo de los militares, de los jesuitas o de los masones.
Y así fue, de ciclo en ciclo, hasta que, un día, la estrella de su suerte se empezó a eclipsar, paulatina e inexorablemente. Acorralado por el desempleo, el prócer de la radio habitaba un monoambiente, y un día tuvo que rematar sus tesoros tecnológicos para pagarse el pan: consola de sonido, minidisc, micrófonos. Después, ya no alcanzó y allá por 2007, a los 83 años, se ofreció para dar charlas a domicilio por lo que quisieran pagarle. Entonces, le contó a Clarín lo que disfrutó cuando un anfitrión le dio 500 pesos: “Hacía un año que no veía tanta plata junta”, se sinceró. Más tarde, no hubo forma de pagar el alquiler, y lo desalojaron. Durmió donde podía, hasta que el mes pasado se lo encontró malnutrido e internado en un hospital neuropsiquiátrico: triste, solitario y final. Pero, nunca es el desenlace el punto que define la existencia de un hombre. Tampoco la de Hugo Guerrero Marthineitz, el peruano que anduvo de romance con la vida, a su manera.

© Adriana Schettini

Clarín, domingo 22 de agosto de 2010, Buenos Aires,  Argentina.


Elomire, Hipocondríaco, artículo de Carlos Giménez, Revista Primera Fila, 1984, Caracas





Camino del Teatro Palais Royal a su casa, Moliere, asume “la triste hora de la vida”.

Viernes 17, febrero de 1673. Ha sido interminable la ultima presentación del “Enfermo Imaginario” y su Argan no entiende porqué es tan desoladora y fúnebre esta noche de París. Levanta con esfuerzo su mano para correr el visillo del carruaje y verlos allí, reunidos como espectros en las sombras de la calle Richelieu: Lulli, el florentino; la Señorita Du Parc; los actores del Hotel de Borgoña; los curas Lenfant y Nechaut –preparados para negarles la confesión- y el mismo Rey Sol preguntando en secreto al oído de Boileau ¿quién es el más grande Francia?

Es el rito del horror. ¿Por qué tanto odio,  pregunta  Jean Baptiste Poquelín?  Y las voces amigas son siempre las mismas: su amado Barón, Armanda y Magdalena Béjart (que ha muerto un año antes), su pequeña Esprit Magdalena, el Señor De la Grange.

Sus enemigos lo persiguen después de muerto: “no recibió la confesión”, “no puede ser enterrado en camposanto”; vuelve la moda del infame libelo que sin poder con su obra arremete contra su vida: ELOMIRE, HIPOCONDRÍACO. Son muchos y podía ser uno sólo: Lulli, viviendo de la caridad de Moliere, y luego –obtenido el favor del Rey- quitándole los músicos; la traición de la Señorita Du Parc que, estimulada por Racine, deja el Teatro de Moliere para irse con los más poderosos del Hotel de Borgoña. Es toda la hipocresía del “Hombre de los Bigotitos” que 250 años después, descubrirá César Vallejo en París, acurrucado tras las bambalinas, esperando en la puerta de los camerinos para sembrar el veneno de la insidia.

Es el atardecer de febrero de 1673. No, ya es de noche. Jean Baptiste quiere ir al cuarto del Barón porque tiene frío; le ofrecen sopa y pide queso de parma. Están junto a él los de siempre, sus amores de siempre. El sabe que su ALCESTE querido resurgirá en su Palais Royal, y también que los débiles preparan sus maletas para mudarse al Hotel de Borgoña. Ya no puede competir con LULLI que goza de todo el favor del Rey Estado; Jean Baptiste Poquelin se ha quedado solo con nosotros y con la historia. Ya olvidará las conjuras secretas organizadas por Lulli, con la complacencia de Racine y la humillación que provoca el odio del poderoso. Lulli ha conseguido darle económicamente un golpe mortal a MOLIERE. Los decretos reales conceden al florentino una fuerza incompatible.

Y los recuerdos vuelven como escenas que no terminan de encontrar su punto exacto: la prohibición de “Tartufo” por el Señor de Lampginon; los 26 años de amistad y dolor con el gran actor de La Grange (titular del libro registro de la Compañía); los amores de Magdalena y Armanda Béjart; la pasión y el odio; el fracaso y el éxito y toda la traición de la que es capaz esa droga oscura del teatro.
El 21 de febrero mediante de la autorización del Arzobispo de París puede entrar en un camposanto “sin pompa alguna, fuera de las horas diurnas y sólo con dos sacerdotes”. Entra por las sombras a la sombra de la carne.

Ya vendrán los libelos y los epitafios. Nosotros recogemos el del padre jesuita Bouhours:

“Moliere nada a tu gloria faltaría,
si entre los defectos que también descubriste,
hubieras incluido tan negra ingratitud”.



© Carlos Giménez
Caracas, diciembre 1984.
Revista Primera Fila





Joan Baez: How Sweet the Sound, documental y entrevista, 2009








"How Sweet The Sound:" 
An Interview with  Joan Baez  by  Mike Ragogna

For most of the fifty years since she debuted at the Newport Folk Festival, Joan Baez has dedicated her life and music to fighting for equality and social justice, and for bringing about positive change in the world. On Wednesday, October 14, PBS stations nationwide celebrated her life, music, and activism in the American Masters documentary How Sweet The Sound that was released Tuesday on DVD with a companion CD retrospective. In addition to rare footage and Joan's narrations, the broadcast also featured reflections by musical peers including Bob Dylan, David Crosby, Roger McGuinn, Steve Earle, and political and religious leaders such as Rev. Jesse Jackson and Bishop Ernest Palmer.

Mike Ragogna: What music have you been listening to lately?

Joan Baez: Mostly what I listen to when I turn on my little iPod is opera.

MR: Which operas?

Joan Baez: I listen to different voices, like Jonas Kaufmann. I just sort of discovered him. And my favorite is Swedish, Jussi Bjorling. Most people don't know about him, but to me, he's the greatest tenor that ever lived.

MR: Was your voice classically trained?

Joan Baez: Well, when I discovered I was mortal in my mid-thirties, I had to go into training or I wouldn't be singing now. I have to work very hard to keep this (voice), and the people I've worked with have all been opera trained. That was a big shock to me, that I'd have to train like everybody else in the world.

MR: Did you get your musical talents from your mother's or father's side?

Joan Baez: I'm not sure, maybe a little from both? Neither of them went into it in a big way.

MR: Did you have an influence on how your sister Mimi, also a performer, looked at music?

Joan Baez: Probably. We were very close. And the reason in the movie I say that I told her that I didn't think she should be a singer was that I was afraid she'd be in my shadow. She was a worthy singer, but I didn't want her to just be Joanie's little sister. She was a better guitar player than I was, always. When we were in Cambridge, we were a duo, and she began to sing on her own and then with Dick.

MR: After growing up on the r&b that played on your bedside radio, what got you into folk music?

Joan Baez: It was genuine and I couldn't stand anything that wasn't. Early on, it was the fusing of politics and music.

MR: But your music wasn't always socially conscious.

Joan Baez: During the "ballad" years for me, the politics was latent, I was just falling in love with the ballads and my boyfriend. And there was the beauty of the songs. But that was just a couple of years, then I was into putting both hats on which, I think, was just such a perfect fit.

MR: In 1959, after you played the Newport Folk Festival in front of 13,000 people, didn't they start calling you the "Queen Of Folk"?

Joan Baez: Yeah, I can't really remember, I was 17, 18 years old at the time.

MR: Did you become committed to the equal treatment of African Americans during your '64 tour of the South?

Joan Baez: No, it was way before then, because in '62, I went down there and--shock of shocks--realized that my audience was, by contract, segregated. That just added to my confusion and frustration and resolve.

MR: What are the roots of your philosophy of non-violent protest?

Joan Baez: My father becoming a Quaker when I was eight years old. My mother had taken us to Quaker schools, and she was the one who, when my father was searching for something meaningful, took him to Quaker meetings. And that's where he found some resolve and some peace. So we were raised with that discussion about violence and non-violence, and we all pretty much came up on the side of non-violence. That became my foundation with politics and my livelihood.

MR: Was your escorting the children to school in Grenada your first intervention?

Joan Baez: I don't think so, but maybe it was as far as going into the churches and being liable to be arrested. I think I'd been to the Birmingham Church before, and sung at Miles College when there were a lot of arrests going on. But Grenada was pretty hands on.

MR: Martin Luther King, Jr. himself called you on the phone for help, right?

Joan Baez: Yeah. He communicated with the school, I don't remember if I got that call directly.

MR: Performing at the March On Washington, you were in attendance when King gave his famous "Free At Last" speech. Did you think, as you were watching, that it was an important moment in American history?

Joan Baez: I don't know how far ahead one looks. But, at least, at my age, it was completely overwhelming. We were all sort of under a spell at that moment, and I don't know exactly what I was thinking. I know what I was feeling, that it was beyond glorious. But I don't know that I was thinking about American history.

MR: So you already have established yourself musically and as an activist, then the music of Bob Dylan comes to your attention.

Joan Baez: Let's see...somebody said to me, "You've gotta hear this guy," though I don't remember who that person was.

MR: During your documentary, you say this is where you saw the junction between music, politics, and the world.

Joan Baez: Yeah, all of it. I hadn't known that that was what was missing, but I knew it when I heard it.

MR: You've recorded a lot of Dylan's material. As you were giving weight to it, you were also establishing his career. It seems as though you not only were his champion, but also his in-tune, beautiful sounding voice.

Joan Baez: (laughs) Well, you know, it was something pretty extraordinary, pretty special. I think perhaps because of my already well-founded politics that I used the songs--I don't think Dylan had much interest in doing the politics. I backed up what I did with his arsenal of music. So I used it to its best advantage, and I also used what was not political, what was just beautiful. I mean, it's all poetry.

MR: When asked how you choose your songs, you've answered that they choose you. Do you remember how The Band's "The Night They Drove Old Dixie Down" chose you?

Joan Baez: I don't remember, I just remember that it was fun. It really was fun. You know, I'm not a "hit-maker," and I don't think I had any idea that it would do what it did. I was delighted that it did, I mean, I still sing it. People are so thrilled (by it), though, in some countries, it never took. But here in England, people come out of their shells and have a wonderful time singing it. So, I don't know what that magic is that makes those things happen. (Note: Joan graciously gave this interview while on tour in the U.K.)

MR: "Diamonds And Rust" was another magic moment. You've said when you began writing the song, it started as something else until Dylan phoned you. Then it became about him. That must have been one helluva call.

Joan Baez: He read me the entire lyrics to "Lily, Rosemary, And The Jack Of Hearts" that he'd just finished from a phone booth in the Midwest.

MR: What was the song about originally?

Joan Baez: I don't remember what I'd been writing about, but it had nothing to do with what it ended up as.

MR: After a decade of hard work and intensity, it seems like your touring with Dylan and his "Rolling Thunder" revue was a much-needed break. When you listen to a couple of the tracks from the tour, it sounds like you guys had way too much fun.

Joan Baez: Oh, I don't know, it was just crazy and wonderful. The first (tour) was just beautiful to look at. I kind of watched the whole thing and took part.

MR: The caravan included folks like Joni Mitchell and David Mansfield...

Joan Baez: ...yeah, he was quite a wizard.

MR: Getting back to your activism, your celebrity helped bring attention to the antiwar movement, and your arrests and activities were often nightly news. What gave you the strength to get through it all?

Joan Baez: There was this Swedish ambassador who did some extraordinary things during the coup in Chile. He walked in front of a bunch of tanks with his flag in order to bring people--I think it was a Mexican embassy--across the plaza to safety. It was a very, very dangerous thing to do, and when I met him, I asked him what helped him do that. He said, "I can't tolerate injustice." And I thought, "Oh, there's the phrase I've been looking for." Whatever that (feeling) is, it's just there, and I can't stand it. It's not like I don't like it, it's that when I see it, I'm just driven to doing something about it, and I'm fortunate enough that because of the fame, doors open to me, a lot of them. So I use that, and as I said in the documentary, these are not sacrifices for me. The sacrifice would be if I couldn't do that.
MR: You've performed all over the world and have continued fighting for social justice and equality in places like Chile, Thailand, Bosnia...can you link some of the positive changes to your appearances there?

Joan Baez: Well sometimes, there are some blatant ones that are so pleasing, like the Velvet Revolution. (Vaclav) Havel said the last drop before it spilled over was my singing that song to him in Boinaslava. When he wrote that, I was knocked out. You know, you're only a part of something that never feels as though it's part of that larger part of something that made such a big change. But if that led into the Velvet Revolution and the guy says so, then that's something to really be proud of.

MR: And all your activism in the South had to have helped make a difference.

Joan Baez: When I talked with Bishop Ernest Palmer in Tuscaloosa about the changes that we made in the college that day, then yeah, I know that there were some irreversible changes that took place on that evening during that concert. So, I know there are some things that have happened as a result of what I was up to, always with other people. I had the tools and I used them.

MR: Did you love it when Havel joined you on stage with your guitar case during one of your concerts?

Joan Baez: (laughs) That was so sweet! Yeah, it's a joke now, he's always said he's my roadie. I'm going back at the end of this tour for a celebration for him. The Prague Symphony Orchestra has arranged "Swing Low..." and "Imagine" for me to sing with him.

MR: What do you think are the biggest challenges facing the U.S. right now?

Joan Baez: Aw, Jesus. I just read the Thomas Friedman article about the three bombs as he calls them--the nuclear one, the debt, and the other is climate. So, it's not just the U.S., although we proudly lead the way as usual. It's very clear to me that if we flunk out on climate change, we really don't have to worry about all the rest of it, you know? We won't have a chance to be quibbling about anything else because it's just all over.

MR: Still, you continue the fight.

Joan Baez: You know, I've never been an optimist. People say, "Oh, how do you stay such an optimist?" But I never was, I've always been a realist and it doesn't look so terrific right now. I don't see anything terribly helpful as far as climate change goes. We're in too much denial about it. It's like to survive, we stay in denial. But in the meantime, living as decently as possible seems to be incredibly important, you know, not just throwing in the towel and becoming a pig.





CD Tracks:
1. Man Smart, Woman Smarter
2. I Never Will Marry
3. Barbara Allen
4. Silver Dagger
5. Fennario
6. Oh Freedom
7. With God On Our Side
8. A Song For David
9. The Night They Drove Old Dixie Down
10. Carry It On
11. I Pity The Poor Immigrant - with Bob Dylan
12. Diamonds And Rust
13. Love Song To A Stranger
14. Day After Tomorrow
15. Jerusalem


© Mike Ragogna
14 de octubre de 2009
Fuente: Huff Post
 






Historias relacionadas:












Félix Esteves: poemas

La Teta de la Luna

Crecí viéndote desnuda
tan lejana y aún así
de tu única teta recibí la vida.
Luna de infinitas noches
que en tu brazo deforme
me mecías
tan distante y aún así
me amamanto con tu leche oscura.
Niño grande que en su sueños
juega en tu jardín y todo lo olvida...
Me gusta la noche
la noche con su luna blanca y pura
de pezón de escarcha
con su aureola suave
con sabor de azúcar.
No quiero despertar
sigue meciéndome en tu cuna
arrúllame en silencio
déjame seguir bebiendo
de tu pecho cíclope
que me da la vida.
No me destetes
que aunque ya soy viejo
me alimento de locura
tan lejana
tan distante y aún así
esa teta aún la siento mía.


© Félix Esteves


 

Clepsidra (Caligrama)

La belleza de tus imagenes
tus innumerables poesias
cada una de tus fotos
todas tus palabras
es un grano de
arena que cae
y llena mi
alma
y
brotan
mis lágrimas
como las gotas
de una olvidada
y melancolica clepsidra
y me doy cuenta que mis
canas se hacen más blancas
y mis arrugas son más humanas



Para mi gran amiga Viviana Marcela Iriart


© Félix Esteves



Los Cristales Rotos

Sonaron los cristales rotos.
Un silencio de humo negro cubrió el cielo.
Una melodía de violines nos hizo sordos
y unas marionetas nos cegó
y cerrarón nuestros ojos.

Las estrellas caidas
ahora deambulaban asustadas
entre las aceras
entre cientos de armas
fusiles
odios y de rabias encontradas.
Titilaban ahora de miedo en los mercados
mientras comerciaban
con el poco brillo que les quedaba
tal vez un pan por un anillo
o una cebolla... por un diente de oro.

Las estrellas ahora...
eran del suelo
del povo
y de sangre
y fueron muriendo
dentro del ghetto.

Mientras una vela enfermiza
alumbro mi último Sabbath
yo abrazado a mi familia
profundamente dentro de todo mi ser
gritaba
Mazal Tov...
Mazal Tov...

Los cristales rotos
que no vuelvan a llorar...

© Félix Esteves



Una triste melodía (tango)

Se oye a lo lejos
una dulce y triste melodía
es un llanto
es un ahogado grito
que se queda en las paredes
pintando de agonía
nuestra habitación.

Y a la sombra de una vela
que baila trémula esa canción
van rodando sin destino
mis amargas lágrimas
ahogando de desdicha
mi atormentado corazón.

Hoy maldigo mi ventura
escuchando sin razón
aquella aciaga melodía
que me recuerda el feliz día
en que te ame por vez primera
sobre este malquerido colchón.

Y voy brindando con los fantasmas
de esta oscura habitación
tu malevolo engaño y tu partida
con lo que me queda de ron
mientras bailo con mi sombra
los rezongos de aquel lejano bandoneón.

© Félix Esteves



Romance con Che

De tristeza se vistió la noche
con sus vestido azabache
de plateado su único broche
y solo con su cutis de leche.

Sus ojos de verde pistache
lloraban con orgullo mapuche
y tomaba en un oscuro boliche
un amargo vino Campeche.

Un lucero atrevido y bamboche
le ofreció su amor sin reproche
y la muy yira se fue de bochinche
con el bandido lucero al trapiche.

De alegría se viste la noche
con su vestido de estrellado croché
y un meteoro le sirve de coche
para pasear su nuevo caché.

© Félix Esteves


Miranda, Tu País Está Feliz / por Carlos Giménez, El Nacional, Caracas 28 de febrero de 1991








(Día de San Leandro)
Para Antonio Miranda, autor de “Tu país está feliz”

Recordado Antonio:

Es mejor encender una luz

que maldecir la oscuridad.

(Proverbio chino)





Hoy, Día de San Leandro, Rajatabla cumple años. Son veinte, contados a partir de aquel 28 de febrero del 71, cuando en el viejo escenario del Ateneo se escuchó por primera vez la voz de Xulio Formoso invitando a nuestra generación a venir al teatro por el camino de la poesía. Poesía que era “un amor comprometido, traducido en exigencias y duras penas, verbo metálico, blandido clamando el despertar de tu conciencia”. 

Tú vivías en Los Chaguaramos, Edificio Edén, Tercer piso, Apartamento 15, y “lanzabas un grito de socorro”. Como lo confesabas desde tu libro “éramos egoístas y pobres, la soledad nos hacía daño y coleccionábamos tarjetas postales”. Al llamado de tu poesía respondieron miles de jóvenes, la ciudad se llenó de pintas donde se denunciaba la falsa felicidad del país, y la música de Xulio – simple y desasistida – se puso clandestinamente de moda. 

Miriam Fletcher lanzaba su toque de atención desde su leída columna El Mundo que yo veo y Napoleón Bravo nos sostenía desde sus primeros-gloriosos-programas de radio. Era tiempo de esperanza. Desde esos días nada nos fue “a medias”; los intelectuales negaron el espectáculo al principio, y al grupo después. Se nos acusó sólo de todo. No obstante el agua siguió el curso del río, y con nosotros creció la alegría, el entusiasmo, la polémica, nuestra propia vida, por decirlo de una vez.


Rajatabla se hizo nuestra vida. Como virtud y defecto ha sido y es difícil determinar los límites que definen al artista-rajatabla del hombre-rajatabla. Seguramente se hizo carne en nosotros aquello que pregonabas con inocencia adolescente: “El hombre ama todas las cosas, las individualiza, se proyecta en ellas, y en amar se recupera”. Dando tumbos nos hemos recuperado en los fracasos y en los éxitos.

Debes saber que estamos en deuda  con casi todo el mundo. Con el Ateneo (recuerdas qué esplendor) que abrió sus puertas y ventanas a esa locura que “destruía puertas y ventanas”. No alcanzaban los días para un público que vivía su ritual como protagonista de tu poema. Estamos en deuda con los actores que pasaron por nuestros elencos, llenos de entusiasmo, siempre cerca de nuestras angustias y alegrías. Son tantos, que citar algunos y obviar a otros, desvirtuaría el sencillo homenaje que intenta este recuerdo. Nuestra deuda alcanza a los amigos e instituciones que, dentro y fuera del país, nos pusieron frente al reto de crecer, ofreciéndonos oportunidades de confrontar nuestro proceso creador. Aprender rectificando. La adolescencia del grupo quedó atrás, como en la vida, dolorosamente. 

Rajatabla perdió y ganó. Pero como dice el joven de Tu país está feliz: “donde perdí, me salvé”. En este débito de afecto ¿cómo olvidarte? ¿Cómo no lamentar que no puedas compartir nuestro Macondo este Día de San Leandro?

Tú, lo sabes muy bien, Rajatabla es un grupo de inmigrantes. Algunos de provincias cercanas como Yaracuy o el Táchira, otros de algunas más remotas como Córdoba o Montevideo o más lejos aún de Ermúa o Barcelona.


Por eso nos afectan tanto los recuerdos, las fechas, los días de cumpleaños, los nacimientos y las despedidas. Algo de nosotros se queda en los calendarios sin uso, tal vez para continuar aquella tradición temprana de coleccionar tarjetas postales. 

Para combatir la nostalgia, como fuerza natural que nos lleva al futuro, hemos llenado la casa de juventud. Organizaciones y movimientos, tanto o más polémicos que el Rajatabla del 71, están conquistando nuevos espacios para la imaginación. También a ellos los golpea el escepticismo antiguo de los que parecen no celebrar el Año Nuevo. A ellos, como a nosotros en tu poema, también les dicen “panfletarios, sentimentaloides, circunstanciales y hasta personalistas”.


Ni el hombre ni la poesía cambian. Pero el teatro, compañero inseparable de nuestras vidas, nos da el chance de inventar un territorio diferente. Nuestra casa está aquí, querido Antonio, abierta este día de cumpleaños, y todos los días, en el mismo espíritu que movió banderas blancas aquel febrero del 71. En este sentido nuestra deuda seguirá creciendo, con el público que no abandona su exigencia, con los jóvenes artistas implacables en la búsqueda de la perfección, con nuestra ansiedad de crecer luchando contra el tiempo, con esta alegría de saber que tuvimos el coraje de elegir, que en ello quedó una parte de nosotros, pero se levantó otra, más sencilla y menos poderosa, más lejos de la fama y el dinero, pero más próxima a ese desafío que hacía el climas de Tu país está felizPersigo la imagen que hice de mí, y siempre estoy en deuda conmigo mismo”.




© Carlos Giménez
Diario El Nacional, 
28 febrero 1991, Caracas.




Fuente texto:   Antonio Miranda

Fuente prensa: Ana Lía Cassina. Archivo: Carmen Gallardo






Retrato Barroco de Carlos Giménez, de Antonio Miranda



Como un muro
o una pared
(que puede ser trespasada)
como una cueva
como una ciudadela.
 
Detrás de la melena dos ojos escrutadores.
 
Como un cuchillo
como una lanza
(que se tiene reservada)
como un dardo
o un petardo.
 
Cuando nació le leyeron el horóscopo
su oráculo el camino
y antes de aprender a hablar
y antes de aprender a caminar
y antes de
y durante
y siempre
daba forma a su propio mundo
-escultor en el espacio
 músico en el tiempo-
y antes
y durante
y después.
 
“Carlito,
véte a joder más adelante”.
 
Reunió sus instrumentos
-improvisaba instrumentos
herrero de improviso-
se vistió un potro imaginario
y con arcilla
y con clavos
y alambres
le fue dando forma al paisaje
modelando modelando
rescatando imágenes
construyendo construyendo.
 
No cuestiona en cuanto
con sus manos de artesano
y ojos arquitectos:
no cuestiona su trabajo
su trabajo es su cuestionamiento.
 
Con este dedo mueve una palanca
con aquel otro una llave bizarra
y con estas manos
y con estos dedos
(argamasa
trapos “collages”
saltimbanquis)
pone de pie esta palabra
con este brazo alza esta oración
con este dedo
y con esta mano
construyendo y desmoronando
y reconstruyendo su mundo
con estas manos.
 
Y con estos ojos escrutadores
y con estos oídos que ven
con este olfato que apalpa
con estas manos, pálpebras
y con estos dedos y con estos ojos.
 
Lo que falta, inventa.
lo que necesita, improvisa
recapacita
en su manierismo barroco
su cultismo plástico
su gongorismo sonoro.
 
Cincel
artífice y orfebre
ojos, manos.
 
Una sílaba proyectada en el estómago del universo
un sonido, una onomatopeya
una carcajada sideral
un pozo
y una gaviota en pleno vuelo sorprendida.
 
Un paso,
de prisa
con fuerza.
 
Detrás del miedo está la confianza
detrás de la crónica inseguridad
su intuición de niño orfebre
cincel, ojos, manos.
 
Que es como detener el tiempo
y retener la esencia
plasmar la forma del tiempo
en ese espacio
poblado de mitos
símbolos
pesarlos
medirlos
lapidarlos.
 
E inaugurar en el aquí
el más allá.
 
Una corona que se convierte en un Imperio
y un Imperio que se desploma
corona
ojos y manos y pies.
 
Un cuadrado se convierte en ventana
un círculo en una plaza
que es como ir de la abstracción
a la realidad.
a la realidad.
 
 


 
Caracas, noviembre de  1971.




"Tu país está feliz" (versão 1984) por Antonio Miranda


Carlos Gimenez fez muitas e sucessivas montagens de Tu País está Feliz, desde a primeira de 1971. Muitas vezes para acomodar novos atores, para atender a convites de viagens ao interior do país e a paises vizinhos.

A última foi, em verdade, uma nova montagem, comemorativa dos 13 anos de Rajatabla, no ano de 1984. Bem diferente das anteriores, uma espécie de “releitura”, atualizando textos, figurinos, linguagens. Uma versão mais “pop”, mais espetacular, com mais artistas, com versões musicais mais sofisticadas. Os atores vestidos com jeans e bonés, como os da rua, de toda parte, como para encaixá-los em cena.

Esteve em cartaz no Teatro Ateneo, depois no Teatro Las Palmas, não sei mais onde... Para os padrões de Rajatabla, acostumados que estavam a temporadas infinitas com o espetáculo, não foi considerada “exitosa”...

Dizem por aí que eu participei da montagem, discutindo, mudando textos. Não é verdade. Nem fui avisado, fazia anos que eu perdera contato com Carlos e com o grupo teatral. Por coincidência, fui a Caracas a convite da Oficina de la Unesco e me hospedei no Hilton Flat, de frente para o Ateneo, e descobri que a peça estava em cartaz...

Confesso que gostei muito da versão, mesmo sem a autenticidade e a espontaneidade da primeira. Sinceramente, estou seguro de que jamais conseguiremos repetir o êxito da primeira versão, em tempo algum, a menos que aconteça um fato auspicioso, um milagre... O fenômeno de Tu País está Feliz em 1971/1973 extrapolou qualquer lógica, saiu das dimensões teatrais para converter-se em um acontecimento sociológico, cultural, movido por forças que não residiam mais na qualidade do texto, das músicas ou da encenação.


Eu escrevi, na ocasião, sobre a versão 1984:

 “La pieza ya no es la misma: es otra cosa. Antes era un pretexto para gritar consignas existencialistas. Hoy es la constatación de que los problemas continúan siendo los mismos, que no fuimos capaces de superarlos… Solamente de denunciarlos…

Nuevos personajes pueblan las tablas. Voces más refinadas. Arreglos musicales más elaborados. Interpretaciones más apuradas. Iluminación esmerada. Más espectacular, más teatral. Y el público con mejor comportamiento…

Los nombres ya son otros: Benigno Acuña, Fanny Arjona, Cecilia Bellorín, Maria Brito, Mildred Chirinos, Luis Garbán, Gonzalo Vellutini, Amado Zambrano, Eduardo Bolivar, Sonia López, Vilma Otazo, Costa Palmides, Mira Parra, Juan Rodríguez e Daniel Uribe.

En el Ateneo encuentro a Rafael Daboin, que me informa que hizo otra versión de Tu País está Feliz, con otra música, en la Universidad del Táchira…
Termino la noche en un bar del Boulevard de Sabana Grande, con amigos. Oscar Alfonso Marquez recita unos versos míos que yo había olvidado. ¡Mi ego está para explotar!”

E arrisquei um último testemunho:

“Carlos Giménez continúa con su talentosa arte de osquestar piezas teatrales con una concepción plástica que lo lleva a mezclar la grandiosidad y elocuencia operística de un Wagner con la visión orgiástica y onírica de un Fellini. Él moldea aquellas figuras humanas que pueblan su escenario en acciones que superan la realidad y la fantasía y las coloca entre lo profano y lo divino para los sentidos estupefactos de su público cautivo.”

Já não temos mais Carlos Gimenez conosco, “se fue de gira” como eufemisticamente preferimos dizer... Mas seu estilo de trabalho continua de pé, com seguidores e admiradores.



Fuente: Antonio Miranda