Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).

Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).


la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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TERESA SELMA NO SE HA IDO, SÓLO ESTÁ VIAJANDO: testimonios a un año de su partida de Irene Arcila, María Carolina Rodríguez Guillén, Diego Flores Arcila, Ximena Juárez y Roland Streuli, Ciudad de México y Caracas, 20 de febrero de 2025

 

 

Internet

 


 

TERESA POR SIEMPRE

 Irene Arcila


Irene, Teresa y su perrita Fedra

 





Mi querida Teresa Selma:

 

Hoy te escribo con el corazón lleno de amor y nostalgia, recordándote en cada palabra, en cada escena de la vida. No fue una despedida, porque sigues viva en mis recuerdos, en mi alma y en el eco de tu voz que aún resuena en mí.

 

Estuvimos juntas en las alegrías y en tus momentos de soledad. Extraño nuestras conversaciones, tus anécdotas llenas de vida, tus historias tristes que reflejaban tu profunda humanidad, tu vulnerabilidad sincera y, a la vez, esa fuerza inquebrantable que te definía. Extraño tu voz, esa que llenaba cada espacio con pasión, con verdad, con el arte que llevabas en la piel.

 

Extraño verte en el escenario, donde la gran actriz Teresa Selma se transformaba y nos dejaba sin aliento. Siempre me impresionó tu memoria fantástica, tu capacidad para encarnar cada personaje con una intensidad única. Eras un torrente de emociones, una artista en toda la extensión de la palabra, una presencia imposible de ignorar.

 

Tus cenizas volaron en el mar junto a las de Fedra, viajando hasta Puerto Píritu el lugar que tanto amaste, desde Veracruz. Fue un momento hermoso, un homenaje lleno de amor desde México hasta Venezuela. Y en medio de todo, sentí que tus cenizas golpeaban mi cara, como si jugaras conmigo una vez más. No pude evitar reír, y estoy segura de que tú también lo hiciste. Sé que, donde estés, ya estarás escribiendo la historia de ese instante, dándole tu toque inigualable.

 

Ahora tienes un cielo lleno de teatro, con escenarios infinitos y personajes nuevos por interpretar. Mientras tanto, aquí sigo llevándote conmigo, en cada recuerdo, en cada emoción, en cada lección que me dejaste.

 

Te amo por siempre, Teresa. Hasta siempre.





Mi historia con Teresa Selma

 




Conocí a Teresa Selma en  Caracas en 1983, aunque ella no me conoció a mí en ese momento. Yo estaba sentada en el teatro, viendo Bolívar, y su voz me atravesó como un relámpago. Nunca había escuchado una voz así: profunda, envolvente, llena de matices. Su presencia en el escenario era magnética, y desde ese día, supe que era una actriz fuera de lo común. No imaginaba entonces que, años después, nuestras vidas se cruzarían de una manera tan intensa.

 

El destino nos une en México

 

Muchos años después, la volví a ver en México, en la capilla del Teatro Helénico, interpretando a la emperatriz Carlota en La loca de Bouchout. Me impactó igual que la primera vez. Luego vino Mujer no reeducable, donde encarnó a la periodista rusa Anna Politkóvskaya, y nuevamente me dejó sin aliento. Pero fue en El consultorio de la doctora Spellman donde me terminó de deslumbrar. Interpretó ocho personajes distintos en un mismo escenario, transformándose ante nuestros ojos con una maestría increíble.

 

Después del estreno, fuimos a cenar. Teresa disfrutaba la comida con la alegría de quien sabe vivir el momento, aunque siempre decía que los tamales engordan. Pero cuando los probaba, su expresión de placer la delataba.

 


Nuestra amistad y la convivencia


 


Con el tiempo, nuestra relación pasó de la admiración al cariño. Nos volvimos cercanas, compartíamos conversaciones llenas de historia, arte y risas. Teresa tenía una memoria prodigiosa: recordaba cada calle, cada rincón de la ciudad, cada detalle de una obra que había leído hace décadas.

 

Durante la pandemia, su vida dio un giro difícil. Su relación con su hija era complicada y tuvo que dejar su casa, llevándose solo a su inseparable perrita, Fedra. Pasó un tiempo en la Casa del Actor, pero ahí no la dejaban salir ni estar con Fedra. No podía permitir que Teresa se apagara en un encierro, así que la traje a vivir conmigo. Fueron cuatro meses intensos, de convivencia, de risas, de cuidar juntas a Fedra y de aprender aún más de ella.

 

A pesar de su edad, Teresa seguía con su disciplina intacta: evitaba el azúcar, controlaba lo que comía, y siempre se arreglaba con esmero. Amaba ir al podólogo y nunca dejaba de maquillarse con precisión. Decía que no cocinaba porque “si hay cocineros profesionales, ¿para qué quitarles el trabajo?”. Y tenía una debilidad: el pan dulce de chinos. Cada vez que le llevaba uno, lo mordía con una expresión de niña traviesa.


 

El adiós

 


El tiempo pasó y, cuando encontró un pequeño espacio donde podía estar con Fedra, la visitaba constantemente. Le llevaba despensa, yogurt, gelatina light… y, claro, su pan dulce favorito. Nos reíamos mucho, siempre con ese humor suyo tan particular.

 

Un día, se cayó en su casa y no podía levantarse. Cuando logré entrar usando una varilla y un poco de ingenio, me miró sorprendida y me preguntó: “¿Cómo entraste?” “Me acabo de graduar de ladrona”, le respondí, y las dos estallamos en carcajadas.

 

Teresa también era médica de profesión. Cuando se enfermó, entendía perfectamente lo que pasaba en su cuerpo. Un día, le hice un escaneo con frecuencias para aliviar su malestar, y ella, fascinada, me dijo: “¡Woow! Si hubiéramos tenido esto en mis clases, no habríamos tenido que dibujar hasta la mitocondria”.

 

En febrero de 2024, tenía un viaje programado a Tailandia para un retiro de meditación. Antes de irme, pasé a verla. Le llevé su pan de chinos recién horneado. Lo mordió con placer y dijo: “¡Rico! Ay, me ensucié”. No sabía que esa sería la última vez que la vería.

 

Desde Tailandia, recibí la noticia de su muerte. Pedí que acercaran el teléfono a su cuerpo y le dije: “Te amé mucho”. Sabía que el oído es lo último que se apaga, y quería que, en ese umbral, supiera que estaba con ella.

 

Fedra, su fiel compañera, no tardó en seguirla. Con 19 años, sin ver ni oír, lloró cada noche hasta que, un mes después, decidió irse también.

 

Llevamos sus cenizas y las de Fedra hasta Veracruz  y sé que desde allí viajaron a Puerto Píritu, en Venezuela, un lugar que ella amó. Cuando esparcimos sus restos en el mar, una ráfaga me golpeó el rostro. Sonreí. Supe que era ella, dándome un último guiño.






 



El legado de Teresa

 

Teresa Selma dejó un vacío inmenso, pero su legado sigue vivo. Su pasión, su voz, su manera de vivir con intensidad… todo eso permanece en quienes tuvimos la fortuna de conocerla.

 

Yo la sigo sintiendo. A veces, en una brisa, en un recuerdo, en una carcajada que me sorprende de repente. Y sé que, donde sea que esté, sigue actuando, sigue riendo, sigue viviendo con esa fuerza suya tan única.

 

Hasta siempre, Teresa.

 

 

 

                                                                                            LA SIEMPRE VIVA

María Carolina Rodríguez Guillén




 

Teresa, como todos los que la conocimos sabemos, fue un ser humano excepcional. Fue un verdadero privilegio tenerla en nuestras vidas. ¿Quién junto a ella se atrevía a pensar que no se podía? ¿Quién con ella se permitía un segundo de aburrimiento? En su presencia la vida se tornaba como por arte de magia en una aventura llena de disfrute, picardías y risas.


En ella nada era “lo normal” todo era extraordinario. Y lo más sorprendente es que recordarla no entristece, sino que quién sabe cómo, regresa a tomarte por la vida, y sin pedirte permiso, te la envuelve con girones de la suya propia  para devolvértela enriquecida por tantos y tantos momentos únicos que pasamos juntas.


Teresa, mi querida Teresa, no estás en quién sabe dónde; quien te busque que te encuentre donde hiciste tu morada eterna: en el corazón de todos tus amigos, qué digo amigos! de tu numerosa, diversa y orgullosa familia.

 

 

 

 

 

MI ABUELA TERESA SELMA

Diego Flores Arcila y Ximena Juárez




 

Hoy, en el aniversario luctuoso de Teresa, quiero rendirle homenaje a una persona que marcó mi vida de una manera tan especial. Teresa rápidamente se ganó un lugar en mi corazón. Era como una abuela para mí, siempre nos recibía con una sonrisa y nos hacía sentir como en casa. Su alegría al vernos era algo que iluminaba cualquier día gris y qué gusto me daba compartir con una mujer tan increíble como lo era Teresa.


Me tocó convivir un poco más de cerca con ella cuando, debido a un accidente, tuve la oportunidad de cuidarla durante un par de días. Durante ese tiempo, Teresa compartió conmigo hermosas anécdotas de su vida, pero lo que más atesoro y llevo siempre en el corazón es cuando me pidió que pusiera música, me encantó ver como disfrutaba y cantaba las canciones a pesar de que no se sentía bien.


Recuerdo el último día que la vi, fuimos a verla a su casa, Fedra y ella ya estaban listas para dormir, las acostamos a las dos, nos despedimos de ella con un beso en la frente y como siempre, Teresa nos devolvía una linda sonrisa.


Gracias, Teresa, por todas las enseñanzas y el amor que nos diste, siempre te llevo en el corazón. Les mando un beso muy grande a ti y a Fedra, las recuerdo con mucho amor siempre.

 



TERESA SELMA EN MI CORAZÓN Y EN MI CÁMARA

Roland Streuli

 

Teresa Selma en El Coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez,
versión y dirección de Carlos Giménez. Foto: Roland Streuli



Hablar de Teresa Selma es como nombrar el principio del teatro hermoso y bello que yo viví cuando era casi un adolescente, a partir del año 1979 o 1980. Creo que fue la época más hermosa del teatro venezolano tanto para nosotros, espectadores, como para las actrices y los actores, toda la gente que hacía teatro pues. Fue una época de florecimiento.


Teresa era muy versátil. Hacía teatro, televisión, cine, doblaje, y todo lo hacía muy bien. Tenía una calidad actoral impresionante y una calidad humana más grande aún. Era un ser de luz. Un ser humano excepcional.


Conocí a Teresa en 1982 viendola actuar en la obra “A 2.50 la cuba libre” escrita y dirigida por un amigo muy querido de ella,  Ibrahim Guerra, que se presentaba en la Sala Rajatabla, en la que ella hacía el personaje de Blanca Rosa. Su actuación me impresionó mucho.


Y la obra era un aliento fresco, una nueva manera de desarrollar el teatro, la sala de teatro fue convertida en un bar de  mala muerte pero excepcionalmente hermoso y contaba siempre con el auspicio de los mejores rones venezolanos. Inclusive cuando tú ibas a ver la obra te ponían encima de la mesa ron en vasitos. Blanca Rosa era la llorona de la rockola con su vasito de plástico todo mordido, se la pasaba lamentandose de esto, de lo otro. María Elena Dávila, la hermana del famoso cantante Guillermo Dávila, y Juan Manuel Montesinos, ella era la barman y él el guardaespaldas; Carlota Sosa era La Sabrosa, Nacki Guttman La Caimana y  Viriginia Urdaneta La Enrollada.


Ibrahim me dijo que mientras escribía la obra sentía que el personaje de Blanca Rosa sólo lo podía interpretar Teresa Selma y la verdad que Teresa rompió los moldes, su actuación fue memorable y era un show verla noche tras noche actuando, era fabulosa. Y por Ibrahim conocí a Teresa, porque él era un gran amigo mío. 


Ahora, ella también fue una de las estrellas del gran éxito de la televisión venezolana, la telenovela “Por estas calles”  (1992) de Ibsen Martínez   donde hacía el personaje de Doña Cefora Aristibuño De Orellana, y otra vez brindó una actuación impresionante.  Todo el elenco, toda la telenovela, incluida su hermosa música, era de una exquisitez impresionante, fue una de las grandes telenovelas venezolanas y allí estaba Teresa entre tantos brillantes, brillando como sólo ella sabía hacerlo.


En teatro también me impresionó mucho en “El Coronel no tiene quien le escriba”, versión y dirección de Carlos Giménez, cuando Rajatabla hizo un remontaje después de la muerte de Carlos, en el Ateneo de Caracas y ella hacía el personaje de La Mujer del Coronel y Germán Mendieta era El Coronel. Allí tomé las fotos que te mandé para tu libro, aunque en realidad no es un libro lo que le tienes que dedicar a  Teresa sino una enciclopedia, porque esa mujer hizo tanto por el teatro venezolano que un libro es muy poco.  Y también hizo un gran aporte al teatro, cine,  televisión y doblaje  de México.


En doblajes la recuerdo  en la serie “Mi bella genio” y en la película “El Bebé de Rosamary”.


Tengo miles de anécdotas con Teresa. Yo era fotógrafo, como ahora, y a ella le gustaban mis fotografías, la forma en cómo yo captaba los momentos icónicos de cada obra.


Teresa era un ser humano maravilloso, tenía una dulzura enorme y como actriz era un monstruo.


 

 

 








Puerto Píritu, Venezuela, 13 de agosto de 1930/ Ciudad de México,  20 de febrero de 2024


 

QUÉ HERMOSURA DE LIBRO, PROVOCA VERLO, PASAR LAS PÁGINAS Y VOLVERLO A VER, crítica de Armando Africano B. del libro ¡BRAVO CARLOS GIMÉNEZ!, Caracas, 5 de febrero de 2025

 


Cuadro José Augusto Paradisi Rangel. Diseño gráfico Jairo Carthy



Qué hermosura de libro ¡Bravo Carlos Giménez!, provoca verlo, pasar las páginas y volverlo a ver, para luego decidir por dónde empezar a leer.  Uno se siente comprometido a sentir, a vivir de nuevo la época, los momentos, las historias, las nostalgias, a compartir consigo mismo las tristezas, las alegrías, a reír o a entristecerte. A agradecer que te recuerden momentos maravillosos en los que tal vez uno no estaba, pero sientes en tus ojos aguados y llenos de lágrimas de alegría-tristeza y tus pelos parados, que lo viviste y sientes que esos personajes te lo están contando a ti y te involucras y te lleva a volver a disfrutar de esos momentos que ya había pasados a mi página y gaveta de recuerdos, y me entero que los tenía guardados y me hace abrirlos, recordarlos, sentirlos revivir mis nostalgias bonitas, gracias a esos duetos maravillosos Viviana-Jairo Carthy y José Pulido-José Augusto Paradisi Rangel.
 
Leí la entrevista a Gabriela Llanos, la hija de Anita y sobrina de Carlos, y no pude evitar releerla porque me sentí involucrado, ya que viví muchos momentos magníficos de mi vida con esa hermosa familia que siempre se portó conmigo como si yo fuera parte de ella y especialmente, a Anita, a la que siempre admiré y quise mucho por su forma de tratarme y de ayudarme,  en todas las conversaciones y los consejos que le pedía, ya que unas de sus características más resaltantes era su cercanía, su dulzura y gran simpatía y por supuesto su imagen tan hermosa: siempre fue un ser humano fuera de serie.
 
Me encanta que puedas poner a circular este excelente libro que tanto amor, tiempo y talento te ha costado, las personas que lo lean lo disfrutarán porque le pones a su disposición una época y un personaje inolvidable y que te hace acercarte a momentos alegres y hermosos de tu vida.
 
Tienes toda la razón, Carlos es un referente que al nombrarlo mentalmente te ayuda a recordar solo esos importantes momentos de tu vida; que, al rememorarlos, tus pensamientos y recuerdos se transforman en una sonrisa, una nostalgia, unos ojos muy aguados cargados de lágrimas y tal vez un “yo lo viví”, para acercarte y disfrutar de un ser humano y una época fantástica que tuve la suerte de conocer.
 
Gracias por ayudarnos a recordar y revivir etapas de nuestra vida, tan emocionantes y alegremente vividas.

 

 


©Armando Africano

Escritor venezolano, dramaturgo, guionista. Productor de teatro, música, televisión, danza, festivales de música y teatro, congresos.  Ha trabajado con las principales compañías teatrales, de danza y música de Venezuela.

Fue productor general del "Festival Latinoamericano de Música";  del "Festival Internacional de Teatro de Caracas (FITC)";  del "Congreso Intercontinental de la Música Africana en la Música Latinoamericana y del Caribe" y del "Foro Compositores del Caribe", entre muchos otros festivales y obras de teatro.

Recientemente ha publicado su libro CUENTOS DE LA GAVETA, con ilustraciones de Lisardo Rico Rattia y diseño gráfico de Jairo Carthy, ed. Escritoras Unidas &  Cía. Editoras, diciembre 2024, de venta en Amazon.

 

 

De venta en AMAZON








 

ENDEREZANDO LA CUERDA, cuento de Rodolfo Molina, 13 de febrero de 2025, Córdoba, España

 


Foto: Internet



Ayer fue un día durísimo, esos que cuando te estás levantado algo ronronea: "Hoy, como que no anda bien". Ni siquiera abrí la ventana de la habitación para dar cuenta del ambiente. Pero igual, el día, estaba frío de hielo. Salí a la calle. La rutina de los buses es bien medida en esta ciudad. Llegan a la hora pautada. El viaje por las calles de Córdoba no deja de ser agradable. Sin baches, ordenado.


¡De pronto! ¡Intempestivamente! Una mujer se le lanzó al vehículo sin llegar a tocarla. Por esto, me empezaron las pulsaciones, no sé sí por ver una mujer herida en la calle o por la angustia de perder mi cita al llegar un poco tarde al examen. Iba, además, con la gripe en su estado más rabioso y crítico. Ataques periódicos de tos, fiebre.  ¡Dios que terrible! No podía perder ésta cita por nada en el mundo, si ocurría tendría que esperar 3 o 4 meses para recibir otra de nuevo.


Finalmente, la mujer que se encontraba en posición fetal en medio de la calle, no estaba muerta. Empezó a articular palabras inaudibles. Un hombre que se encontraba frente a ella la decía que estaba por llegar la policía a retirarla e ipso facto se levantó y corrió por temor de que la llevaran a no sé dónde. Entró en una casa abandonada, sin puertas, gris oscura, parecía una cueva, en lo alto del lugar.


Entre las voces cantarinas de los cordobeses dentro del bus se oían algunos decir que esa  era una mujer en situación de calle, quizás se estaba procurando, en medio de éste enredo, cómo sacar partido.


El bus continuó finalmente su marcha y pude llegar a tiempo al imponente Hospital Reina Sofia de Córdoba. Yo debía  llegar a Medicina Nuclear, lugar del examen. Antes debí atravesar largos pasillos, con líneas de colores por el piso para poder llegar en donde me harían el estudio. La línea mía era la azul. Rápido me tomaron el brazo, me inyectaron una sustancia química (contraste) y a esperar 4 horas. Recorrí el hospital buscando un lugar en donde pudiera resguardame, estar cómodo y distante de la gente, evitando contaminaciones. Después del tiempo estipulado, llegué de nuevo al lugar del estudio. Allí me quedé sentado una 1 hora más. Entraba y salían operadores, técnicos y como es una vaina nuclear, empieza a correrle a uno un friito por la columna vertebral. Entraron otros estudiosos con máscaras con unos envases tipo maleta bien cerrados, más luego, una enfermera informaba que uno de los aparatos se había dañado. ¿Eh? Dejé de pensar en mi fantasía nuclear y centrar mi mente en el objetivo por el que estaba allí. Decidí esperar con calma simulada. Listo. Me llamaron. Me colocaron en el mesón. "No te puedes mover" me dijeron. Esperando inmóvil otro largo tiempo  no me  di cuenta cuando cambiaron de técnico, había una mujer al principio y luego un hombre. Yo dormitaba por momentos, fue cuando una voz que me susurraba en el oído me decía: Vamos a comenzar de nuevo. ¿Qué? ¿De nuevo? ¿Qué?...Y con la misma empezaron a activar el equipo. Después me pasaron a otra máquina igual de monstruosa, por su tamaño. Así fue que pasé 6 horas en total en el hospital. Aun no conozco los resultados, ya veremos cuando los reciba.


Ésta narrativa es para dar cuenta de lo torcido, frío, del día de ayer. Ése  día que no dejó de ser a final de cuentas, un maravilloso y bien vivido instante.


¡¡¡Aloha!!!



PD: Ésta pudiera ser una historia real.



©Rodolfo Molina

Corresponsal en España de Escritoras Unidas & Cía


Venezolano radicado en España. Director, productor, actor, diseñador de vestuario y escenografía, docente, gerente cultural, pedagogo teatral, dramaturgo, guionista cine. 


Fundador del Festival Internacional de Teatro de Los Andes, Teatro Móvil Campesino y El Theatrón Centro Dramático (Mérida). Ex Presidente del Consejo Regional de Teatro del Estado Mérida. 


Algunos Premios: Gran Medallón de Honor del Festival Internacional de Teatro de Expresión Ibérica (Porto-Portugal); Ciudadano Meritorio de la Ciudad de Mérida; Premio Juana Sujo; Subsidio Honor de la Casa del Artista. 


Algunos Festivales en los que participó: Festival Internacional de Teatro de Expresión Ibérica (Portugal); Festival de Teatro Popular (Nueva York); Festival Internacional de Teatro de Caracas; Festival Chicano y Latinoamericano (México); Festival Mundial de Teatro en Nancy (Francia). Ha dirigido más de 45 obras de teatro y realizado giras por varios países, entre ellos  España, Francia, Colombia, Portugal y México.


En 2024 publicó su obra de teatro Los Invisibles, de venta en Amazon





 

Carlos Giménez eterno en su gloria, por Carmen Carmona, Miami, 8 de marzo de 2025

 



Cuadro José Augusto Paradisi Rangel. Diseño gráfico Jairo Carthy C.






Estoy impactada.


 Estoy leyendo el libro  ¡Bravo Carlos Giménez! y quedo con ganas de leer más, más y más.  Qué grato es conocer de tanta gente que estuvo y convivió con Carlos, que lo amó. 


Además, es tan pura la redacción, tan limpia, tan acorde,  tan entendible:   Vivi,  tienes una pluma fascinante que te atrapa, es impresionante.  Es como estar en un barco con unas velas batiendo al aire y al mar,  y  mientras voy navegando escucho las voces de cada una de estas personas.  Leyendo el escrito de Juan Pagés,  que comenta que en sus últimos momentos de la enfermedad de Carlos lo llamaba y conversaba con él, recordé que en una oportunidad,  estando  Carlos aún en Parque Central, su hermana Anita le pasó mi llamada.  Él  se emocionó mucho al escucharme  y yo le dije: tú vas a ver que vas a regresar como el Ave Fénix y él me preguntó: "¿tú crees Carmen que de verdad voy a regresar como el Ave Fénix?"


Él estaba muy emocionado,  se reía con mucha emoción y le respondí: con el barco  y las velas a vapor ondeando la bandera de la libertad. Carlos, visiblemente conmovido, me dio las gracias. 


Y Carlos ha regresado con este libro. Un libro empapado de amor y bellos momentos vividos que te deja capturada desde el magnífico prólogo del poeta José Pulido.  Y qué decir del cuadro de la portada realizado por el artista José Augusto Paradisi Rangel, tan conmovedor que te eriza la piel. Y el diseño gráfico del artista Jairo Carthy C. tiene la delicadeza, precisión y belleza que un libro como éste, como Carlos, se merece.


Es un libro que no tiene desperdicios y  voy a luchar promocionándolo para que esté dentro de las bibliotecas de teatro del mundo. Leer este libro es soñar con los ojos abiertos, volver a a nuestro pasado juvenil, y mientras vas leyendo se va encendiendo un fuego y cada sílaba que se deletrea es una chispa de magia cuya duración es la vida misma. 


Y qué belleza de imagen, que gran artista José Augusto  Paradisi Rangel, muy sublime, pudiste plasmar en sus ojos ese dejo de cierta tristeza que se veía en él.


Aplausos de pie para el gran equipo que hizo posible esta  edición; gracias a  José Pulido  por ese bello prólogo, a Paradisi Rangel  por su impactante obra, a Jairo Carthy C. por su maravilloso diseño gráfico y a la incansable y tenaz Viviana Marcela Iriart, entrevistadora y editora de este libro.


Y gracias a todos los que participamos con sus líneas llenas de mucho amor y gran agradecimiento por ser un ser fuera de serie: Carlos,  llegaste para quedarte y te fuiste para seguir ahí,  entre nosotros, ¡bravo maestro!





De venta en Amazon

Este libro será donado a bibliotecas de Venezuela y Argentina con parte de las ventas del mismo.





 Carmen Carmona


 Venezolana radicada en Estados Unidos.


Gerente cultural, productora teatral, coordinadora de arte en televisión y profesora de teatro. Actualmente trabaja en Telemundo como Coordinadora de Arte y es Directora Ejecutiva de Escritoras Unidas & Cía.Editoras. 


Ex Presidenta del Instituto de Cultura de Estado Miranda, Venezuela (gobernación de Enrique Mendoza) y ex Directora de Cultura de la Alcaldía de Chacao, Venezuela (mandato alcaldesa Irene Saenz).


Productora de Eventos Especiales del Festival Internacional de Teatro de Caracas (FITC), 1992, dirigido por Carlos Giménez: creadora del “Festivalito” (teatro infantil). Productora Artística del FITC en diferentes ediciones.


Promotora de Cultura del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), Caracas. Productora Artística del Ateneo de Caracas, presidenta María Teresa Castillo. Profesora de Teatro en el Instituto Universitario de la Marina Mercante  y en la Escuela de Sub-Oficiales de la Armada de Venezuela. Productora General o Artística de más de 100 obras de teatro en Caracas y Miami dirigidas, entre otros, por Carlos Giménez, Ibrahim Guerra, José Ignacio Cabrujas, Raúl Brambilla, David Chacón, José Domínguez.


En televisión ha trabajado como Coordinadora de Arte en series y telenovelas en Venevisión Internacional y actualmente en Telemundo, ambas en Miami. Estudió Producción teatral en el Centro de Nuevas Tendencias Escénicas Madrid, España y  teatro en la Escuela Gonzalo J Camacho de Caracas, mención actriz.


En 2024 publicó el libro de cuentos EL LIBRO DE LA ALEGRÍA, de  venta en Amazon  donde narra su experiencia con el  lupus y cómo luchar y  vivir feliz a pesar de la enfermedad.

JOSÉ PULIDO: DOS POEMAS PARA ELISA LERNER

 


Elisa Lerner y José Pulido. Foto: Vasco Szinetar






Elisa Lerner, 1975. Foto: José Sigala



 

 

LA HABITACIÓN DE ELISA

 

 

Quizás hay un ramo perfumando instantes


alguien debería proveerla


de flores antes de marchitarse la semana


y que canten con sosiego algunos pájaros


sin hacer turnos escabrosos


acostumbrados a serenatear


cerca de las ventanas solitarias


donde reine un alma que parezca isla del tesoro


isla: sonrisa rodeada por el canto propio y el silencio ajeno


tesoro: la palabra que se está gestando detrás de la sonrisa



 

Imagino la habitación queriendo ser oscura


para vencer la lámpara erguida cual David


con su piedra de luz


libertad plena para ver libros, computadora,


sofá acostumbrado y el ángel de la guarda


con ganas de leer antes que todos


la siguiente página



 

La infancia es un muestreo: padre madre


caramelos café con leche


cuadernos anotando frases de Scarlett O'Hara


embrión de sueño para un libro futuro


y la adolescencia de entregar


completamente el corazón a la literatura


mientras el pizarrón fingía tormentas de arena con tiza


sobre una lección de geografía


la radio desde los caserones enviaba sus canciones


Mírame, mírame, palabra escrita


quiéreme, quiéreme, palabra escrita


bésame, abrázame, palabra escrita


recuéstate en mi hombro, morenita,


¿y qué me darás, literatura, qué me darás, escritura?


La palabra que se está gestando


como un tesoro en esa boquita

 

 


 

 



Elisa Lerner y Manuel Puig, Caracas 1983. Foto: Vasco Szinetar



 

AQUELLA BONITA AMISTAD

 

 

Manuel Puig sonreía


como una cuchillada de medio lado


cortando burlonamente


la maldad circundante



 

Disfrutaba el evento de morir aplastado


por el vasto sol que se desprendía


desde el último piso de la tarde



 

Su camisa festiva flotaba en el silencio


que extendió visualmente para preguntar


con potente dulzura y ojos de águila


¿Conoces a mi amiga Elisa Lerner?

 



Manuel Puig la quería y admiraba


como hermana de cine y sensaciones


Esa vez me pidió que le hablara de Elisa


se quedaba callado y encallado en una dolorosa sobriedad


de muchacho desprotegido


presentía su escritura como un parto del cine


igual que la emoción que hizo escribir a Elisa Lerner


triste cereza en labios de Madame Butterfly,


cejas volando en el cielo de Marlene Dietrich


el encanto sin fin de Rita Hayworth


y Greta Garbo fingiendo que mentía en Mata Hari



 

La voz de Elisa entraba con frases inauditas


entonando un proceso capaz de esclarecernos



 

Le conté a Elisa lo que dijo Puig


y evadió esa emoción recordando


que cuando su madre falleció


mi esposa y yo la acompañamos


a comprar el traje de luto


“a una tienda que atendía con mucha gentileza


la madre de Harry Abend”



 

En algún instante posterior comentó


“Con Manuel y su mamá fui a la ópera”



 

Luego contó que pudo ser esposa a los 36 años 


“Pero me dio pánico. Ya estaba encadenada a la escritura,


a la distraída ceguera del glaucoma, no sabía lo mínimo en cocina.


Y, menos mal, tuve una madre perspicaz que entendió y se amoldó 


(incluso con orgullo), a mi manera de ser”.



 

Mucho, mucho antes, Manuel se estuvo despidiendo


igual que una música de barco.


Desplegó en su pecho la mano derecha


como quien presta juramento sobre el último piano 


y dijo: “Para Elisa”

 

 



©José Pulido  


Elisa Lerner