Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).

Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).


la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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General Leopoldo Galtieri a Oriana Fallaci: “¿Cree que quiero suicidarme? ”, entrevista de Oriana Fallaci, Buenos Aires 1982

 
Galtieri y Oriana Fallaci, junio 1982


Galtieri:
 “Yo no lo llamaría dictadura. Aquí la gente habla
más que en un régimen democrático.”

  
Oriana Fallaci: Presidente Galtieri, cuando Ud. piensa en lo que está sucediendo, y me refiero  a los centenares de jóvenes que han muerto en combate, a los centenares que pueden todavía morir, soldados de reemplazo, marineros imberbes, pilotos en la flor de su edad, y aludo también al nuevo detonador de la tercera guerra mundial que se ha encendido en esta parte del planeta, y como si todavía no fuera suficiente en el Oriente Medio y el Golfo Pérsico, también ahora en el Atlántico Sur, ¡maldición!, dígame, ¿no le sucede nunca preguntarse si valía la pena, decirse, a lo mejor, “hemos cometido un error”? En una palabra ¿Ud. no se arrepiente jamás?

Leopoldo Galtieri: No, señora periodista. No.

Oriana Fallaci: ¿No? Sin embargo, aparte de lo que he dicho, no me parece que Ud. tenga muchos motivos para estar satisfecho. No obstante consignas triunfalistas que propala la televisión argentina  junto a las marchas guerreras, "venceremos", "vamos a vencer", "ganaremos en todos los frentes", ha llegado para Ud. el momento de pronunciar la palabra que aquí ninguno quiere pronunciar: derrota.

Leopoldo Galtieri: No señora periodista. Yo soy mucho más optimista que Ud. Ni aunque cayera Puerto Argentino me preguntaría si valía la pena haber hecho aquello que he hecho, y todavía menos diría haber cometido un error. ¿Recuerda cuando en la Segunda Guerra Mundial los ingleses fueron derrotados en Dunkerque? Bien, en 1945 estaban en Berlín. En otras palabras, ni aún la caída de Puerto Argentino significaría el fin del conflicto y nuestra derrota: cualquier argentino se lo diría. Señora periodista: hace 149 años que los argentinos denunciaron la agresión cometida por los ingleses en 1833 cuando nos robaron las islas, y hace 17 años que intentamos recuperarlas por las vías diplomáticas, o sea al revés de las Naciones Unidas. Si el 2 de abril no las hubiéramos recuperado militarmente, lo mismo habría sucedido en abril o en mayo o en junio del próximo año, o en uno de los próximos años. La colonización inglesa no podía continuar.

Oriana Fallaci: No comprendo, ¿por qué habla de colonización? ¿Los 1.800 habitantes de las Falklands, perdón, las Malvinas, no era y son ciudadanos británicos? ¿A quién colonizan entonces los ingleses: a las ovejas, a los pingüinos?

Leopoldo Galtieri: Son todos británicos porque allá los ingleses no han permitido jamás a los argentinos comprar un pedazo de terreno, abrir un negocio, tener un comercio, en suma establecer su propia presencia. Si voy a Roma y tengo el dinero para comprarme un apartamento, un negocio, o sea establecerme, las autoridades italianas me lo permiten. Los ingleses, por el contrario, no. Siempre han mantenido esas islas como una hacienda personal y no nos han permitido jamás poner un pie allí, señora periodista.

Oriana Fallaci: Señor presidente, con todo el territorio que usted tienen, esta bella tierra, este terreno fértil, esas costas inundadas de sol, es un poco difícil entender por qué se intentaría comprar un pedazo de tierra sobre dos islotes desolados y desiertos, donde nadie quiere vivir, fuera de los pingüinos, las ovejas y los 1.800 ingleses habituados al frío y a la niebla. Pero hablando de colonización, ¿ud. es italiano, verdad?

Leopoldo Galtieri: Si, señora periodista, desciendo de italianos. Mis abuelos eran italianos. Mi abuelo de Génova y mi abuela de Calabria. Vinieron aquí con las oleadas de inmigrantes que se produjeron al comienzo de siglo. Eran obreros pobres, pronto hicieron fortuna.

Oriana Fallaci: Entonces, también ellos eran colonizadores. Como todos los argentinos, por otra parte; este país no pertenecía a los españoles, a los italianos, a los alemanes, a los franceses, a los ingleses, en suma, a los europeos, a los blancos que vinieron aquí y masacraron a los nativos hasta la última tribu como no sucedió siquiera en América del Norte, donde todavía hay, por lo menos, algunos pieles rojas. Entonces, ¿de qué se escandaliza? ¿Por qué define como colonias a las Falklands, perdón, las Malvinas?

Leopoldo Galtieri: Señora periodista, no retrocedamos tanto en el pasado. Analicemos las cosas como estaban en 1833, cuando los ingleses invadieron las Malvinas. Observe dónde están situadas las islas, cómo la plataforma submarina se extiende sobre aquella área y une la tierra firme con las islas y verá fácilmente la correlación natural que existe entre ellas y la costa argentina. Quiero decir, no sólo históricamente sino también geográficamente las Malvinas nos pertenecen, deben ser nuestras y nuestras serán.


Oriana Fallaci:
“Ud. no puede comparar los desaparecidos
con los soldados que mueren en la guerra. …”


Oriana Fallaci: Señor presidente, yo sé que aquí los niños crecen aprendiendo que el verdadero nombre de las Falklands es Malvinas, y que las Malvinas son argentinas. Sin embargo, ninguno de sus predecesores se atrevió a la ocupación que Ud. ordenó hace dos meses. De ahí la pregunta que se formulan todos: ¿por qué Galtieri ha hecho aquello que otros no hicieron, ni intentaron, ni pensaron? ¿Cuál era la necesidad imperiosa, el deseo vital, de provocar una guerra?

Leopoldo Galtieri: Un suceso fortuito, señora periodista, algo que sucedió durante el mes de marzo en la Georgia del Sur, más exactamente en la isla de San Pedro cuando 40 argentinos de una empresa privada viajaron allí con un contrato aceptado por los ingleses, para realizar algunos trabajos. Apenas comenzaron los trabajos, el embajador británico envió una nota a nuestro ministerio de Relaciones Exteriores, advirtiendo que si los 40 argentinos no se retiraban de inmediato con sus naves, serían expulsados por la fuerza. O sea expulsados a bordo de naves británicas. Bien, aquel fue más que una demostración del rechazo inglés por negociar, discutir. Fue la gota que hizo desbordar el vaso.

Oriana Fallaci: ¿O fue simple pretexto, quizás prefabricado, dado que el episodio incluye el haber izado una bandera argentina en la isla San Pedro por aquellos 40 obreros? Señor presidente, los pretextos pueden ser usados o ignorados. ¿Ud. lo utilizó porque ya estaba decidido a intervenir militarmente? Le vuelvo a hacer  la pregunta. ¿Cuándo se le puso en la cabeza que reocupar aquellas islas era una necesidad imperiosa, un deseo vital? ¿Cuando fue investido presidente, quizás?

Leopoldo Galtieri: No, no. Siempre tuve esa preocupación. No obsesivamente como Ud. insinúa. Pero constante. En realidad, no sólo como presidente sino también como comandante en jefe de las fuerzas armadas, o sea antes de ser presidente, repetía que no se podía acusar a los argentinos de haber demostrado impaciencia o falta de prudencia. Y dado que las negociaciones no habían servido de nada, era necesario encontrar otra vía de salida.

Oriana Fallaci: Continúo sin entender, señor presidente. Pero además de aquella plataforma submarina, ¿qué es lo que seduce tanto en esos islotes? ¿Qué hay, oro o petróleo? Dicen que es el petróleo y que las aguas pululan de quisquillas, que son riquísimas para comer, si bien me parece un poco increíble que haga la guerra por las quisquillas. ¿O quizás es la posición estratégica que podría llegar a ser ventajosa, militar y económicamente, el día que el Canal de Panamá cierre el paso a los intrusos?

Leopoldo Galtieri: ¿Por qué no le hace esa pregunta a la Sra. Thatcher que por esas islas ha perdido la mitad de su flota y está causando muerte a nosotros y a su pueblo?

Oriana Fallaci:
Ahora se lo pregunto a Ud. señor presidente.

Leopoldo Galtieri: Señora periodista, existe un sentimiento. No el oro, no el petróleo, no la posición estratégica: el sentimiento de la nación argentina desde 1833. ¿Ud. no cree en el sentimiento del pueblo?


Galtieri:
”…acepto su razonamiento porque Ud. es una periodista
… De otra manera, no le permitiría
que me dijera estas cosas, se lo aseguro...”


Oriana Fallaci: Yo creo que hablar de sentimientos del pueblo, desgraciadamente, encubre, casi siempre, verdades menos nobles: intereses políticos, económicos, militares o, más directamente, los intereses personales de quien manda. Por lo tanto le pregunto: ¿no podría ocurrir que aquellos islotes representaran a sus ojos un medio fácil para unir a un país dividido e infeliz? ¿Hacerlo olvidar una inflación que es tan irrefrenable como grotesca, y una deuda externa monstruosa, que hoy asciende a 36.000 millones de dólares? Es decir ¿olvidarse del fracaso político y económico del régimen militar que Ud. representa?

Leopoldo Galtieri: Señora periodista, acepto su razonamiento porque Ud. es una periodista, señora periodista. De otra manera, no le permitiría que me dijera estas cosas, se lo aseguro. Porque ofenden mis principios, mi buen nombre, mi carrera militar, todo aquello que yo he protegido más que mi propia vida. Jamás he hecho un cálculo frío como del que Ud. me acusa, jamás. La deuda externa de 36.000 millones de dólares y la inflación galopante no tiene nada que ver con las Malvinas. Es más, puedo asegurarle la inflación aumentará debido a los gastos bélicos. Es verdad que las Malvinas han servido para unir a los argentinos, pero la idea de obtener esto a través de la guerra jamás ha cruzado mi mente, se lo juro.

Oriana Fallaci: Bien, pero muchos otros han tenido tal idea. La historia enseña que cuando las cosas van mal en una sociedad, en un país, aquellos que están en el poder hacen la guerra: así el pueblo se excita completamente y olvida los fracasos, los golpes, los crímenes de quienes gobiernan. En 1940 Mussolini entró en guerra por estas razones, no sólo por su megalomanía. ¿A propósito, también esta comparación le ofende?

Leopoldo Galtieri:
Sí señora periodista. Me ofende mucho.

Oriana Fallaci: Menos mal. Pero si no hubo cálculo frío, señor presidente, ha habido errores de cálculo. ¿O debería decir ilusiones? Para comenzar, la ilusión de que Inglaterra no reaccionaría, no enviaría su flota tan lejos de casa. ¿O me equivoco?

Leopoldo Galtieri:
No. Le diré que, si bien una reacción inglesa me pareció posible, no creíamos que la Gran Bretaña se movilizaría por las Malvinas. Quiero decir que no nos parecía un hecho probable. Personalmente juzgaba escasamente posible una respuesta inglesa y absolutamente improbable: imagínese si esperaba esta reacción tan desmesurada, desproporcionada. No lo esperaba nadie. Me digo ¿por qué un país situado en el corazón de Europa debía afectarse tanto por dos islas ubicadas aquí abajo en el Océano Atlántico y que no le sirven para nada? Me parece algo que carece de sentido.

Oriana Fallaci:
Pero señor presidente, ¿sus diplomáticos, no le advirtieron que la Thatcher iba a reaccionar como lo hizo? ¿O es que, perdóneme Ud. el paréntesis un poco frívolo, Ud. fue motivado por la idea que una mujer no iba a entrar en guerra? Porque en tal caso debo recordarle que Indira Gandhi y Golda Mier han aceptado sin dudar sus guerras. Y las ganaron.

Leopoldo Galtieri: No, no. Le aseguro que jamás me ha influenciado ningún machismo latino. Por otra parte, si dijere lo contrario, la ofendería también a Ud. señora periodista.

Oriana Fallaci:
Bien, se lo preguntaba pensando en los insultos prehistóricos y las imbecilidades que la prensa argentina dedica a la señora Thatcher: "cerebro de gallina", "vete a tejer calcetas", "vuelve a la cocina", etc. Y me preguntaba si acaso Ud. compartía tales expresiones.

Leopoldo Galtieri:
La prensa puede decir lo que quiera, y además ya sabe que el humorismo como la caricatura es una característica del temperamento latino. Como habrá notado, sin embargo, el presidente de la nación Leopoldo Galtieri no se ha expresado jamás irrespetuosamente de la señora Thatcher. Y lo mismo los miembros de su gobierno. En cuanto a mi juicio de la señora Thatcher es muy simple: creo que está políticamente inadecuada al momento histórico que vive la humanidad. Digo esto como primer ministro, no como mujer.

Oriana Fallaci:
Tampoco la Sra. Thatcher tiene una alta opinión sobre Ud., señor presidente. Lo define como un tirano fascista. Pero ocupémonos de otro cálculo equivocado: la ilusión de que los Estados Unidos no apoyarían a Gran Bretaña. Comprendo la amargura, y también la rabia que tiene contra los norteamericanos, ¿pero no sabía que  Gran Bretaña es uno de los miembros más importantes de la OTAN?


Oriana Fallaci :
“…millares de personas fueron asesinadas  en
Argentina por comunistas…  es desconcertante ver a Fidel Castro
y Costa Méndez darse palmadas en la espalda...
Aquellos pobres muertos deben revolverse en sus tumbas.”



Leopoldo Galtieri:
Señora periodista, la diferencia en América del Sur y América del Norte es que los sudamericanos se consideran parte integrante del continente americano, y por el contrario los norteamericanos se consideran pertenecientes a otro hemisferio, el hemisferio norte. Sí, hay una profunda amargura en mí. Una tremenda desilusión. Porque los norteamericanos saben muy bien que, también como comandante en jefe del Ejército, es decir antes de ser presidente, yo he intentado por todos los medios de mantener buenas relaciones con su gobierno, de restablecer una comprensión recíproca, que durante el gobierno de Carter había llegado a faltar. Dada la importancia que el continente americano tiene en la estrategia global, y esto no es sólo en el presente, sino también en el futuro, estos vínculos con nosotros eran para ellos más que indispensables, y debo decir que las relaciones personales que había establecido con el gobierno de Reagan eran excelentes. Nos entendíamos bien los norteamericanos y yo, y debíamos hacer muchas cosas juntos en el continente. Y por eso cuando el señor Haig se ofreció como mediador lo acepté sin duda... y bien, no esperaba su aprobación, no esperaba su apoyo, pero estaba seguro de que comportaría con equilibrio y neutralidad. No esperaba que se aliara con los ingleses utilizando el pretexto de no poder llegar a un acuerdo entre las dos partes. No me esperaba tampoco que el señor Reagan se uniera al señor Haig junto con todo su equipo. Tanto para mí como para el pueblo argentino, la actitud de los norteamericanos se define en una palabra: Traición.

Oriana Fallaci:
Señor presidente, una traición tiene lugar cuando existe una promesa, un compromiso. ¿Existía una promesa de parte norteamericana, un compromiso?

Leopoldo Galtieri: El compromiso era asistir a las dos partes y no sólo a una de las dos. Esto entiendo por equilibrio, neutralidad.

Oriana Fallaci: ¿Podría explicarse mejor? Porque una de las acusaciones que se formulan contra los norteamericanos es la de ayudar siempre a los regímenes dictatoriales de la América Latina. Y es un hecho que Washington no los ha abandonado jamás. Ni siquiera durante el gobierno de Carter. Entonces algo debe haber sucedido con Haig.

Leopoldo Galtieri: El señor Haig fue un pésimo mediador. Y los hechos lo demuestran.

Oriana Fallaci: Haig sostiene que la culpa es de ustedes porque no sabía con quién tratar, y que cuando Ud. decía una cosas sus generales decían otra, se peleaban entre Uds., en la Junta, y en aquel burdel no había a quien dirigirse. A propósito sobre la resolución 502 de las Naciones Unidas, que pedía el retiro inmediato de las tropas argentinas, dice Haig que Ud. y sus generales no se ponían de acuerdo. Si no fuera así, ¿cómo se explicaría la exasperación con que al final los dejó plantados? ¿Y por qué su ministro de Relaciones Exteriores, Costa Méndez, tuvo la necesidad de pedirle excusas?

Leopoldo Galtieri: El señor Haig vino aquí con muchos ayudantes y trabajamos en esta habitación junto con el ministro de Relaciones Exteriores. Juntos dijimos siempre la misma cosa, que la resolución 502 implicaba una serie de consecuencias inaceptables. La Argentina, repetíamos, no había vertido una sola gota de sangre inglesa para recuperar las Malvinas y, por el contrario, los ingleses nos habían atacado y continuaban atacándonos e insistían en su hostilidad incluso durante la negociación.

Oriana Fallaci:
Todavía no advierto la traición, a no ser que hubiera una promesa. Lo que significaría que los norteamericanos supieran antes del 2 de abril que los argentinos se aprestaban a intervenir en las Falklands, perdón las Malvinas. Señor presidente, debido a que las relaciones con los norteamericanos eran tan estrechas, no puedo creer que no les hubiera informado sobre sus decisiones. A mí me han dicho que el Pentágono las conocía y que Ud. se las había comunicado personalmente a Vernon Walters, el ex Jefe de la CIA, ahora embajador viajero, que trabajaba para Haig.

Leopoldo Galtieri:
Conozco bien a Vernon Walters, estoy en óptimas relaciones con él. Pero no le dice nada. Ningún miembro de mi gobierno dijo nada a nadie. No hemos tenido jamás la necesidad de pedir permiso a los norteamericanos para recuperar las Malvinas, se lo aseguro. Ni permiso del Pentágono, ni el permiso de Reagan, ni el permiso de Haig. Al contrario, tomamos nuestra decisión solos. Además escuche: si los norteamericanos lo hubieran sabido jamás hubiéramos llegado a los sucesos del 2 de abril.

Oriana Fallaci:
Lo que significa que habrían intentado detenerlos. ¿O quizás intentaron hacerlo y ésa es la razón por la cual Haig parecía tan exasperado? Señor presidente, ¿están verdaderamente rotas las relaciones con los norteamericanos?

Leopoldo Galtieri: Rotas no diría, pero seriamente dañadas sí. Muy seriamente. Tan gravemente que hará falta mucho tiempo antes de normalizarlas. Mucho tiempo. Años.

Galtieri: “
…se abrazan exactamente como nosotros  nos abrazamos
con el señor Castro
y como el señor Castro nos abraza a nosotros…”


Oriana Fallaci: Y mientras tanto está Ud. haciendo nuevos aliados.

Leopoldo Galtieri: Señora periodista, nuestros aliados naturales son los países latinoamericanos. De todas maneras, es verdad: estamos buscando contactos más vastos con el mundo al cual pertenecemos por historia y cultura. Contactos políticos, comerciales, financieros y también una mayor comprensión recíproca. Hasta ayer no habíamos dedicado mucha atención a la América del Sur, a las ventajas recíprocas que una mayor comprensión nos habría reportado. Pero hoy tenemos en cuenta esa zona, miramos hacia aquellos horizontes y el indiscutible desarrollo de esa apertura.

Oriana Fallaci:
En otras palabras, están  descubriendo el Tercer Mundo. Y están  descubriendo a Simón Bolívar. ¿Debemos realmente creerlo? Los argentinos han sido siempre tan puntillosos en considerarse occidentales, europeos, blancos, que han considerado siempre a los demás países sudamericanos con un tal complejo de inferioridad.

Leopoldo Galtieri:
Comparto lo que Ud. dice; nadie puede negar que siempre nos hemos sentido muy ligados a América del Norte y a la Europa Occidental. Pero es justamente por eso que nos sentimos traicionados, desilusionados. Por eso estamos cambiando nuestra política exterior, ahora. Pero cosas más importantes sucederán en el futuro, deje pasar un poco de tiempo y verá.

Oriana Fallaci:
¿Lo dice sólo por los norteamericanos o también por los europeos? Porque también os sentís incomprendidos y traicionados por los europeos. ¿O me equivoco?

Leopoldo Galtieri:
Es cierto, no esperábamos que nos castigaran con sus sanciones.

Oriana Fallaci: El gobierno italiano las ha retirado. Aunque sea por levantina ambigüedad, se ha negado a renovarlas. Y si bien tal decisión fue determinada por cínicos intereses de partidos políticos, y si bien la condena de vuestra intervención militar fue soslayada, supongo que Ud. siente mucha gratitud hacia los italianos. 

Leopoldo Galtieri:
Siento benevolencia, señora periodista.

Oriana Fallaci:
¿Sólo benevolencia?

Leopoldo Galtieri: Benevolencia, nada más que benevolencia.

Oriana Fallaci: Esto me complace, me divierte. ¿Se imagina Ud. la cara de quienes han hecho tanto por levantarle esas sanciones, incluso renovando las consignas mussolinianas sobre la pérfida Albión? Pero hablemos de  cosas más serias, señor presidente, hablemos de las declaraciones de amor que de pronto se formulan a países como Nicaragua y Cuba. Hablemos de Costa Méndez que besa y abraza a Fidel Castro: ¿no es para quedar aturdida? A mí me parece leer una novela fantapolítica.

Leopoldo Galtieri: Un momento señora periodista, un momento. Costa Méndez va a La Habana porque en La Habana tiene lugar una conferencia anual de Países No Alineados. Abraza al señor Castro porque en La Habana el señor Castro es el dueño de casa. Y no olvide que el señor Castro ha expuesto públicamente su apoyo a la Argentina y su reivindicación sobre Las Malvinas como presidente de los Países No Alineados y no como presidente de Cuba. ¿Y por otra parte, qué debo hacer mientras corre la sangre de nuestros soldados? ¿Qué esperan de mí? ¿Que dé las gracias a los Estados Unidos?

Oriana Fallaci:
Yo no espero nada, salvo intentar comprender lo que está sucediendo, señor presidente. Y admitirá que tengo todo el derecho de estar aturdida por ciertas alianzas, porque...

Leopoldo Galtieri: No son alianzas. Son reajustes políticos de las relaciones internaciones. Las alianzas son otra cosa para mí, señora periodista.

Oriana Fallaci: Está bien, reajustes políticos si lo prefiere. Queda el hecho, como está por decir, que millares de personas fueron eliminadas en Argentina por comunistas, marxistas o bajo la acusación de ser comunistas, marxistas. Así que por lo menos es desconcertante ver a Fidel Castro y Costa Méndez darse palmadas en la espalda como su hubieran estado juntos en Sierra Maestra. Aquellos pobres muertos deben revolverse en sus tumbas.






Leopoldo Galtieri: Señora periodista, las relaciones internacionales se mueven más por intereses que por amor, como Ud. bien sabe y, desafortunadamente estas cosas son inevitables. Así lo demuestra la historia del mundo. ¿Si los Estados Unidos aíslan a la Argentina, militar y económicamente, si Europa hace lo mismo, si el mundo occidental le vuelve la espalda, y digo mundo occidental poniendo la expresión entre comillas, qué otra elección tenemos? No debo recordarle que los factores ideológicos no son motivos determinantes en la convivencia internacional. Piense en todos los países que mantienen relaciones con sus enemigos ideológicos. Estados Unidos y China, por ejemplo. Se abrazan exactamente como nosotros nos abrazamos con el señor Castro y como el señor Castro nos abraza a nosotros. No por eso la Argentina se hace comunista. No por eso el general Galtieri se convierte en miembro del partido.

Oriana Fallaci: Y no por eso Fidel Castro se convierte en miembro de la Junta Militar argentina, lo sé. Pero a esta Junta él le ofrece armas ahora. Su ayuda. ¿Aceptaréis esas armas? ¿Aceptaréis esa ayuda?

Galtieri:
“…los imperios han caído...
se ha descubierto la libertad...”


Leopoldo Galtieri: En este momento no nos sirve la ayuda militar de nadie, pero si Gran Bretaña pone a la Argentina en una situación muy difícil aceptaremos ayuda de cualquiera y armas de cualquiera.

Oriana Fallaci: Lo que incluye a la Unión Soviética, si he comprendido bien. Señor presidente, vuestra cruzada antisoviética parece haber terminado. Los soviéticos parecen ocupar en vuestro corazón el puesto de los norteamericanos, y es notorio que el embajador de Moscú en Buenos Aires ha visitado más de una vez a Ud. y a los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores. ¿Aclaremos esta cuestión, aceptaréis las armas soviéticas o no?

Leopoldo Galtieri: Si llegamos a un momento en que se haga necesario, sí la aceptaremos. Me dirigiré incluso a ellos. Señora periodista, ¿cree que quiero suicidarme?

Oriana Fallaci: No, no lo creo. De hecho, Ud. ha comprado armas a los abastecedores más diversos y extravagantes de los últimos días. Uno es Khaddafi que le ha dado los Exocets que le negó Mitterrand;  otro es Israel, que le ha vendido Mirages y misiles. Y aparte de los países entre los que encuentra benevolencia, y aparte de varios traficantes de armas que venden bombas como la droga, que Dios los maldiga, están Ecuador, Perú y Venezuela.

Leopoldo Galtieri: Estos últimos son países hermanos. ¿Pero por qué me pregunta cosas que no puedo responder por razones de seguridad?

Oriana Fallaci: Porque Ud. ha dicho que la caída de Port Stanley, perdón Puerto Argentino, y la total reconquista de las islas por parte de los ingleses no significará el fin de la guerra. Porque los periódicos argentinos continúan hablando de guerra total. Y quiero comprender si la guerra total significa la internacionalización de la guerra.

Leopoldo Galtieri: Guerra total significa que, no importa cómo vayan las cosas militarmente, la Argentina no renunciará a sus derechos sobre las Malvinas, las Georgias del Sur y las Sandwich del Sur. Guerra total significa que la Argentina no aceptará jamás retornar a la situación existente al primero de abril. Guerra total significa que no habrá paz hasta que no hayamos obtenido aquello que es nuestro. Y no quiero una internacionalización de la guerra, pero esa internacionalización no depende de mí. Depende de Gran Bretaña y de los Estados Unidos.

Oriana Fallaci: ¿A costa de convulsionar las potencias nucleares, a costa de repetir lo que está sucediendo en Oriente Medio, o sea, transformar aquellos islotes en el Israel del Atlántico Sur?


Leopoldo Galtieri: Estoy tan preocupado como Ud., señora periodista. Más que Ud. porque mis responsabilidades no terminan en el pueblo argentino: existen además en cuanto a otros países. Para serle franco, cuando decidí recuperar las Malvinas no esperaba provocar un suceso de importancia mundial y todavía menos creía que la cosa tuviera consecuencias en el contexto internacional. Pero la ha habido y estoy preocupado. Pero esta preocupación no debería ser solamente sentida por mí. La debería tener también la señora Thatcher, el señor Reagan y el señor Haig. Y tanto más como no ha sido la Argentina la que atacó: han sido los ingleses. La Argentina se limita a responder, a defenderse de ellos. Dígame, ¿por qué la señora Thatcher y el señor Reagan no tienen en cuenta el peligro que Ud. me echa en cara?

Oriana Fallaci:
“…Ud. es representante de un régimen que no sabe
qué hacer con la libertad y además la mata…”


Oriana Fallaci: Espero que lo hagan. Pero queda el hecho de que fue Ud. quien comenzó la guerra, señor presidente. Queda el hecho de que fueron Uds., los argentinos, quienes provocaron este problema el 2 de abril, al enviar las naves y las tropas. Y no es haciéndose los ofendidos que cambiaréis esta indiscutible e histórica realidad. En todo el mundo hay problemas fronterizos, territoriales. ¿Qué sucedería si todos resolvieran sus disputas como lo ha hecho Ud., "¿de quién es este lugar?, es mío, entonces me quedo"? Estamos en la era atómica, ¿no lo ha olvidado?

Leopoldo Galtieri: No, pero toca a las potencias nucleares el tener un cerebro más abierto y adecuarse al deseo de libertad que tienen los pueblos hoy. Las cosas han cambiado desde la Segunda Guerra Mundial: los imperios han caído y la mentalidad de la gente ha cambiado tanto en un sentido individual como nacional. O sea, se ha descubierto la libertad. Pero todavía quedan restos de ese imperio y de comportamiento imperialista, trazas de colonialismo. Todo lo cual es inadmisible en una era civilizada como la nuestra. Habría que rebelarse.

Oriana Fallaci: Santas palabras, señor presidente, pero suenan un tanto extrañas al oírlas pronunciadas por Ud., el representante de un régimen que no sabe qué hacer con la libertad y además la mata. La suya es una dictadura, señor presidente, no lo olvidemos.

Leopoldo Galtieri: Yo no lo llamaría dictadura. Aquí la gente habla más que en un régimen democrático. El régimen no es democrático, estoy de acuerdo. Pero no es ni siquiera duro como en otros países que se definen como democráticos. (...)

Oriana Fallaci: Si Ud. piensa así, ¿por qué pone a uno de los jefes de aquellos asesinos como comandante del puesto de las Georgias? Hablo, tanto por poner un ejemplo, del infame capitán Astiz que ahora se hace la víctima porque los ingleses lo tienen prisionero.

Leopoldo Galtieri:
El capitán Astiz pertenece a la marina como 500 otros oficiales que detentan su rango y su responsabilidad. Debido a su rango y a esa responsabilidad se encontró en aquel puesto de avanzada en las Georgias cuando recuperamos las islas. Las acusaciones contra él deben ser probadas, señora periodista, y como buena demócrata Ud. debería saber que una acusación no vale sin no se la prueba con testimonios y hechos (...)

Oriana Fallaci: Señor presidente, he leído demasiados  libros sobre esta vergüenza. Y Ud. no puede comparar los desaparecidos con los soldados que mueren en la guerra. Un desaparecido es una persona que es arrestada o secuestrada por un grupo de paramilitares porque no piensan como Ud., grupos paramilitares que Uds. inventaron y ahora no controlan más y después son conducidos a la policía militar torturados hasta la muerte y sepultado sin su nombre en cualquier fosa común o quizás lanzado al mar o al río de la Plata. Y el resto son chorradas, disculpe la brutalidad.

Leopoldo Galtieri: Señora periodista... aquí estamos, junio de 1982, para afrontar el presente y el futuro del país...


©Oriana Fallaci
Buenos Aires, Junio 1982


Kadafi a Oriana Fallaci: “Si el pueblo se gobierna por sí mismo, ¿quién debe oponerse?”

Kadafi y Fallaci durante la entrevista.


–Tengo la impresión que su odio a América y a los judíos es odio a Occidente. ¿Se da cuenta de que esto es retroceder a las Cruzadas?

–Sí, y la culpa es de Occidente. También entonces fue vuestra, de Occidente. Sois siempre vosotros los que nos masacráis.

–Pero, ¿quién os masacra hoy?

– ¿Invadió Libia a Italia? Nos agredís ahora como entonces, también apoyando a Israel, oponiéndoos a la unidad árabe, mirando al Islam con malos ojos. Hemos tenido demasiada paciencia con vosotros… En la Edad Media, fuimos nosotros los que os civilizamos. Erais pobres bárbaros, criaturas salvajes… La ciencia de la que os regocijáis es la que os enseñamos nosotros. Y las matemáticas, la literatura… Hasta vuestra religión viene de Oriente. Cristo no era romano.

–Era judío. Estos es un patinazo. Coronel, ¿qué piensa de las Brigadas Rojas?

–Pienso…, pienso que estos fenómenos de Occidente son el resultado de la sociedad capitalista, movimientos que expresan el rechazo a una sociedad a derribar, se llame Brigadas Rojas, hippies, Beatles o Hijos de Dios. Y aunque estoy en contra de los secuestros, no quiero interferir con quienes lo hacen.

–No responde a la acusación de que ayuda a las Brigadas Rojas.
–Se trata de propaganda sionista, que vuelve al periodo en el que el mundo no nos entendía y éramos una república. Ahora somos una Jamahiriya, es decir…

– ¿Pero qué tiene que ver la Jamahiriya? Reformulo la pregunta: Coronel, ¿de dónde llegaron las armas soviéticas que fueron encontradas en posesión de los brigadistas?

– (Buscando las palabras) Lo… lo… lo… que dice que no hará dudar ni un minuto de la ayuda ofrecida a los palestinos.

–Coronel, por favor, no me cambie de tema y siga mi razonamiento: supongamos que usted, con buena fe, entrega las armas a los palestinos, quienes se las entregan a los Brigadas Rojas…

–No somos responsables del uso que los palestinos hacen de esas armas.


«Mi golpe se convirtió en revolución»



– ¿Qué entiende por Revolución? También Papadopulos hablaba de revolución. Y Pinochet y Mussolini.

–La revolución se produce cuando las masas hacen la revolución. Pero aunque la revolución la hacen los otros en nombre de las masas, puede ser revolución popular, porque cuenta con el apoyo de las masas e interpreta su voluntad.

–Lo que ocurre en Libia desde septiembre de 1969 no fue una revolución, sino un golpe de Estado. ¿O no?

–Sí, pero se convirtió en revolución. Yo llevé a cabo el golpe y los trabajadores provocaron la revolución. Lo mismo hicieron los estudiantes, por lo cual, hoy en Libia cuenta el pueblo y basta.

–Entonces, ¿por qué donde quiera que ponga los ojos, sólo veo su retrato?

–¿A mí que me cuenta? Es lo que quiere el pueblo. ¿Qué puedo hacer?

–Prohíbe tantas cosas…

– Yo, ¿qué puedo hacer?

– Nada. Es que desde pequeña veía lo mismo en Mussolini.

–  Le ha dicho usted lo mismo a Jomeini.

– Es verdad. Recurro a esta comparación cuando entrevisto a alguien que me recuerda a Mussolini (…) ¿Cómo ha llegado a la conclusión de que la democracia es un sistema dictatorial?

– Usted debe centrase en Libia y estudiar cómo funciona un país donde no hay gobierno, ni Parlamento, ni huelgas. Todo es «Jamahiriya».

– ¿Qué quiere decir?

– Orden del pueblo, congreso del pueblo. Usted es una ignorante.

– Y la oposición, ¿dónde está?

– ¿Qué tiene que ver la oposición? Cuando todos forman parte del congreso del pueblo, ¿qué necesidad hay de oposición? Si el pueblo se gobierna por sí mismo, ¿quién debe oponerse?


©Oriana Fallaci
2 de diciembre de 1979

Entrevista realizada  al cumplirse 10 años del golpe de Estado en Libia.


"Arbol de Diana", libro de poemas Alejandra Pizarnik, 1962







23

una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo

la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos












7

Salta con la camisa en llamas
de estrella a estrella,
de sombra en sombra.
Muere de muerte lejana
la que ama al viento.






11

ahora
         en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada




13

explicar con palabras de este mundo
que partió  de mí un barco llevándome






14

El poema que no digo,
el que no merezco.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe.




Arbol de Diana,  1962



Ney Matogrosso: Balada do Louco / Selección Videos







Balada Do Louco


Dicen que estoy loco por pensar así

Y yo estoy  loco solo porque soy feliz
Pero loco es quien me llama así
Y no es feliz, no es feliz

Si ellos son bonitos, yo soy Alain Delon

Si ellos son  famosos, yo soy Napoleón 
Pero loco es quien me llama así
Y no es feliz, no es feliz

Yo juro que es mejor

No ser normal
Y yo creo que Dios es como yo

Si  ellos tienen tres coches, yo puedo volar

Si  ellos rezan mucho, yo estoy en el aire
Pero loco es quien me llama así
Y no es feliz, no es feliz



Dizem que sou louco por pensar assim

Se eu sou muito louco por eu ser feliz
Mas louco é quem me diz
E năo é feliz, năo é feliz
Se eles săo bonitos, sou Alain Delon
Se eles săo famosos, sou Napoleăo
Mas louco é quem me diz
E năo é feliz, năo é feliz
Eu juro que é melhor
Năo ser o normal
Se eu posso pensar que Deus sou eu
Se eles tęm tręs carros, eu posso voar
Se eles rezam muito, eu já estou no ar
Mas louco é quem me diz
E năo é feliz, năo é feliz

REFRĂO

Sim sou muito louco, năo vou me curar
Já năo sou o único que encontrou a paz
Mas louco é quem me diz










Israel Kamakawiwo:Over The Rainbow / What a Wonderful Word / Querida Margarita Corona


A un lugar detrás del arcoiris, 
a un maravilloso mundo,   
se fue Jennifer, 
a juntar estrellas para hacerte un collar 
para que no la extrañes.







Over The Rainbow / What a Wonderful Word
 
Version de Israel Kamakawiwo

En algún lugar sobre  el arcoiris
en lo más alto
los sueños que soñaste una vez
en una canción de cuna
se harán realidad. 
 
En algún lugar sobre el arcoiris,
los cielos son azules
y los sueños que te atreves a soñar
se vuelven realidad.
 
Algún día pediré un deseo a una estrella
y despertaré muy lejos de las nubes
dejándolas atrás,
allí donde los problemas se derriten como gotas de limón
lejos, muy por encima de las chimeneas,
ahí es donde me encontrarás.
 
En algún lugar sobre el arcoiris
vuelan los pájaros azules
Los pájaros vuelan por encima del arcoiris,
así que, ¿por qué yo no podría hacerlo?
 
Veo árboles verdes y
rosas rojas también
las veré florecer para ti y para mí
y me digo a mí misma
¡Que  mundo tan maravilloso!

Veo cielos azules y nubes blancas
y la brillante luz del día
también me gusta la sombra y pienso
¡Qué mundo tan maravilloso!

Los colores del arcoiris
tan  bonitos en el cielo
también están en los rostros de la gente que pasa
veo personas dándose la mano
diciendo: ¿Cómo estás?
y en realidad lo que están diciendo es: 
“Yo te quiero”.

Escucho bebés llorar y los veo crecer
y sé que aprenderán mucho más
de lo que sabremos jamás.
y mientras les miro pienso
¡Qué mundo tan maravilloso!

Algún día llegaré  a una estrella
y despertaré con las nubes detrás de mí
allí donde los problemas se derriten 
como gotas de limón
lejos, más allá del tope de las chimeneas,
ahí es donde me encontrarás.
 
En algún lugar sobre el arcoiris
allá en lo alto
vuelan pájaros azules
y el sueño que tú deseas
se hará realidad.




Somewhere over the rainbow
Way up high,
And the dreams that you've dreamed of
Once in a lullaby.

Somewhere over the rainbow
Bluebirds fly,
And the dreams that you've dreamed of
Dreams really do come true.

Someday i'll wish upon a star
And wake up where the clouds are far
Behind me.
Where troubles melts like lemon drops
Away above the chimney tops
That's where you'll find me.

Somewhere over the rainbow
Bluebirds fly.
And the dreams that you dare to..
Oh why, oh why can't i?

Well, i see
Trees of green and red roses too,
I'll watch them bloom for me and you
And i think to myself,
What a wonderful world.

Well i see,
Skies of blues and, clouds of white,
And the brightness of day, i like the dark
And i think to myself,
What a wonderful world.

The colors of the rainbow so pretty in the sky
Are also on the faces of people passing by
I see friends shaking hands saying how do you do
They're really saying i... I love you.

I hear babies cry, i watch them grow
They'll learn much more than really know
And i think to myself
What a wonderful world.

Someday i'll wish upon a star
And wake up where the clouds are far
Behind me.
Where troubles melt like lemon drops
Away above the chimney tops
That's where you'll find me.

Somewhere over the rainbow
Way up high,
And the dreams that you dare to
Oh why, oh why can't i?




Carlos Giménez, el Genio del teatro venezolano, entrevista de Ana María Fernández de Rodríguez y Viviana Marcela Iriart, Caracas 1984

Carlos Giménez, fotografía Marta Mikulán Martin.



Carlos Giménez (nacido en Córdoba, Argentina, el 13 de abril de 1946. Aries) es el director-fundador del Festival Internacional de Teatro de Caracas, junto con María Teresa Castillo, una de las grandes hacedoras de la cultura en Venezuela, quién no dudó en apoyarlo desde 1971, cuando se realizó el primer festival, y quién luego lo contrató como Director Artístico del Ateneo de Caracas, institución que ella ayudó a formar y de la que es presidenta.  Carlos es también el fundador y director del Grupo Rajatabla, con el que ha recorrido ya medio mundo, ganado centenares de premios y que puso al teatro venezolano en el centro del teatro mundial.

Director  desde la adolescencia, participa en  1965 en el Primer Festival de Teatro de Nancy con su grupo El Juglar. Tenía 19 años y  logra ya algo imposible para aquella época: sin haberse presentado nunca en Buenos Aires se proyecta internacionalmente directamente desde Córdoba a Europa. Posteriormente viajan a Polonia donde el grupo comparte la Mención de Honor con Alemania Oriental en Varsovia y obtiene el Primer Premio en Cracovia. A su regreso a Argentina  se encuentra con la indiferencia del mundo teatral porteño frente a sus logros en Europa. Carlos responde creando en Córdoba  el Primer Festival Nacional de Teatro, de cuya organización es excluido en el año 1967, al comienzo de la represión política en su país. Este hecho lo determina a abandonar su país natal..

Esta entrevista tuvo lugar en ocasión del Festival Pirandello que se realiza en todas las salas y espacios del Ateneo de Caracas y cuya organización está a su cargo. Según Carlos Giménez la idea “fundamental para organizar el Festival viene de la necesidad de relacionar al teatro como un hecho social dentro de la comunidad en la cual se inserta”, en este caso la importante colonia de inmigrantes italianos, involucrar a la empresa privada en el quehacer cultural, llevar la cultura al alcance de todos los estratos sociales, hechos de los cuales el teatro venezolano ha vivido un poco al margen. Consecuentemente con esta idea, el Ateneo de Caracas proyecta organizar anualmente festivales dedicados a otras figuras importantes del teatro universal.

P: Si tuvieras que construir tu biografía mínima, ¿cuáles aspectos de tu vida escogerías?

CG: Mi llegada a Venezuela en noviembre de 1969. Porque eso define mucho, no sólo los aspectos profesionales de mi vida, sino también los aspectos personales, es decir qué es lo que iba a hacer con mi vida y mi profesión.
Después como ese acontecimiento divide mi vida en dos, yendo hacia atrás, a mis experiencias en Argentina, es importante el momento cuando egreso de la escuela en el año 1964 y me voy a Europa. Ahí tomo contacto con un mundo totalmente desconocido y hay un deslumbramiento que significa que por lo menos yo, no voy a quedarme encerrado en los parámetros ni de la ciudad ni del país donde nací. Me doy cuenta que hay un desfase entre lo que  yo quiero y lo que mi entorno, mi hábitat, me da.
En ese entonces conocí a Jacques Lang, que es el director del Festival Mundial de Nancy, hoy día Ministro de Cultura de Francia, y así es que en 1964 establezco mi contacto con los festivales internacionales, lo que va a ser muy importante porque Jacques Lang nos invita a participar en el año 1965 en el Primer Festival Mundial de Nancy; esta invitación es extensiva para el grupo de gente que para entonces estábamos en Europa sin estar todavía constituidos como el grupo El Juglar, cuya creación es otro hecho importante de mi vida, a pesar de que El Juglar nunca llegó a tener ni la incidencia ni la repercusión que Rajatabla ha tenido en América Latina. Esta participación tuvo una enorme importancia si pensamos que se trató de la ida al Festival Mundial de Nancy y a los Festivales de Varsovia y Cracovia, en Polonia, en el año 1965, de un grupo teatral de provincia que no salía de Córdoba para llegar a Buenos Aires, sino que salía de Córdoba para participar en estos eventos tan importantes.
Además en 1965 arrancan simultáneamente todos los movimientos que van a tener enorme repercusión en el mundo teatral, como es Nancy, como es Grotowsky, como es Eugenio Barba, es Jacques Lang, es Els Joglars de Barcelona y La Comuna de Portugal. En Polonia presentamos una pieza que ganó uno de los premios del Instituto Internacional de Teatro (ITI-Unesco), llamado “El Otro Judas” de Abelardo Castillo, uno de los más eminentes intelectuales argentinos de aquella época y el director de “El Escarabajo de Oro”. Con esa pieza que yo dirigí ganamos la Mención de Honor con Alemania Oriental en Varsovia y en Cracovia ganamos el Primer Premio.

P: ¿Qué importancia tuvo en tu carrera profesional este éxito en Europa?

CG: Decisiva. Ese momento y posteriormente la fría recepción que tuvimos en Argentina al presentar la misma obra, determinaron que debía abandonar mi país.

P: ¿Y viniste directamente para Venezuela?

CG: No, arranco en el año 1968 con el que es otro hecho fundamental en mi vida: una gira por tierra de Córdoba a Caracas, que nos lleva 3 meses. Vamos a los centros mineros más importantes de Bolivia donde presentamos nuestros espectáculos. Recuerdo vívidamente la experiencia que tuvimos en el Chorolque, un pico que está a 5.000 metros sobre el nivel del mar y que es la mina de estaño más alta del mundo. Allí, como no había luz, actuamos iluminados por los focos de los mineros, es decir rodeados por 40 mineros que nos iluminaban con sus cascos mientras hacíamos teatro para niños. Esta gira significó un descubrimiento pavoroso de América Latina, que va más allá de lo epidérmico. Entramos en contacto con la miseria total de América Latina. Actuamos además en los centros pesqueros de Perú, hicimos una gira maravillosa por Perú, actuamos en Colombia y en 1968 llegamos al Festival de Manizales. En ese festival presentamos un espectáculo llamado “La Querida Familia”, antología barroca de Ionesco y el jurado por Ernesto Sábato, Pablo Neruda, Jacques Lang, Miguel Ángel Asturias, nos otorga un premio. Sin embargo no podemos llegar a Venezuela todavía y esto lo logramos después de haber participado en el Segundo Festival de Teatro de Manizales en 1969, donde conocemos a Omar Arrieche, Director del Teatro Pedagógico Experimental de Barquisimeto, que nos consigue la visa para entrar por tierra.

P:¿Cuándo se funda Rajatabla?

CG: El 28 de Febrero de 1971, con el estreno de “Tu país está feliz”. En este momento manifestamos nuestro deseo de formar un grupo con un elenco estable, un productor estable, una sala propia a largo plazo, que permitiera una evolución de nuestra estética y un repertorio muy sui generis que respondiera a las necesidades del grupo. Fueron todas expectativas que fueron superadas por la realidad del trabajo. En ese momento pasan cosas importantes como por ejemplo el Festival Internacional de Teatro de Caracas.


P: ¿Ya en ese momento Rajatabla era parte del Ateneo?

CG: Rajatabla casi siempre dependió del Ateneo de una manera más o menos informal,  pero a partir de los éxitos obtenidos con nuestras presentaciones – “Tu país está feliz”, “Don Mendo” – y finalmente con el primer espectáculo que se monta con el nombre de Rajatabla que es “Venezuela tuya”, de Luis Britto García, pasamos a ser el elenco estable del Ateneo de Caracas.

P: ¿Qué importancia se le da en Venezuela al Festival Internacional de Teatro de Caracas?

CG: Yo personalmente creo que es de importancia vital, porque consolida todo un aspecto y una filosofía de vida frente al teatro. Sin embargo es un hecho relativamente incomprendido en todo el contexto venezolano, por la inversión que esto significa. Es verdad que sería muy beneficioso para el país si el Estado invirtiera ese dinero en otras prioridades importantes, como por ejemplo crear una Escuela Nacional de Teatro, una Compañía Nacional de Teatro,  pero nosotros sabemos que esto no sucede. Nuestro país es el imperio de los hechos consumados, de la cultura de facto. Yo creo por otra parte, que el Festival proyecta y genera una relación internacional del teatro venezolano, le abre nuevas estructuras, eleva el nivel de reflexión, potencia y califica la labor de nuestros creadores y genera toda una apertura que incorpora a una gigantesca clase a la actividad teatral, especialmente a la gente joven.

P: Recordamos que en 1979 sufriste un grave accidente. ¿Qué significó para ti?

CG: Fue otro de los hechos fundamentales de mi vida. Porque a través del accidente y a través de la respuesta y de la solidaridad que obtuve, la adhesión afectiva de la gente, establecí una relación importante con el  país.


P: Este año vas a dirigir “Chuo Gil” en los Estados Unidos, ¿cómo te preparas para esta nueva experiencia?


CG: Con gran entusiasmo, pues esto significa entrar al teatro profesional de Estados Unidos, a través de un elenco muy importante, dentro de un esquema de trabajo diferente y un equipo de producción enorme y un sistema casi mecánico de producción. Es entrar a un estado de la profesión que, tal vez, es menos humano pero es muy interesante para transitarlo

P: ¿Cuáles crees que son los valores más importantes de tu propuesta teatral?

CG: En primer lugar que cada vez le tengo más terror a las fórmulas. Me es difícil racionalizar mi método de trabajo, puedo utilizar 4 o 5 conceptos de Stanislavsky, introducir elementos de la técnica de Brechtiana, pero yo no soy pedagogo, no soy un maestro.

P: ¿Hay sin embargo fórmulas concretas que rechazas?

CG:  No, eso yo lo hacía al principio, pero cada vez rechazo menos. Hay un camino recorrido que hay que transitar tarde o temprano. La maravilla del teatro es ese sentido imposible de aprehender, de que uno nunca sabe qué va a ocurrir, ese elemento intangible que hacer que un actor pueda representar de un modo totalmente diferente a como lo había hecho el día anterior. Invariablemente hay temas que me preocupan como el aspecto de la intemporalidad: el teatro no es un video, no es una película, sino algo absolutamente transitorio en su esencia. Sabemos que cuando baja el telón hemos visto una función que no volverá a repetirse nunca jamás. Otro tema fundamental es el tema del espacio y el tiempo, y la reacción que frente a estos dos elementos tienen el director, el actor y el espectador. Por eso ha habido en mí una marcada preocupación hacia la puesta en escena y alejarme, como yo creo que lo han hecho los grandes creadores, de la actuación rutinaria, de la lectura literal del texto. Por ejemplo Stanislavsky quien realizó la revisión integral del actor, no disociaba la labor del mismo actor con elementos externos, por ejemplo el olor, decía que ojala saliera olor del escenario. Y eso es lo que yo llamo la preocupación por la lectura no literal del espectáculo.

P:¿Por qué has decidido volver a montar “Tu país está feliz”?

CG: Porque mi propuesta estética no va disociada de mi propuesta ideológica. Yo quiero volver a montar no sólo esa obra sino los 20 espectáculos que hice aquí. Llevar a cabo una especie de buceo vivo para ver qué ocurrió con todo lo realizado. La reflexión a lo lejos permite ver las cosas con un sentido mucho más profundo y a mí personalmente me permite descubrir qué territorio oculto puedo transitar para hacer una nueva recreación. A mí se me ha acusado de ser reiterativo y es verdad, soy una especie de maniqueísta que se encerró en una serie de códigos personales y hasta que no los termine de agotar no voy a estar libre, son como mis fantasmas que yo asumo hasta liberarme de ellos.

© Ana María Fernández de Rodríguez- viviana marcela iriart
Fotografía: © Marta Mikulán Martin
Caracas mayo 1984
Revista Intermedio
Caracas, Venezuela.

Nota: aunque en todas los artículos sobre Carlos Giménez se dice que nació en Rosario, cosa que es cierto, cuando nosotras le entrevistamos Carlos estaba muy ocupado organizando el Festival Pirandello así que nos pidió que le dejaramos las preguntas y él las respondía por escrito. Le encantaba escribir y lo hacía muy bien.  Y él escribió: 
Carlos Giménez (nacido en Córdoba, Argentina, el 13 de abril de 1946. Aries)”. 
La gente no es de donde nació sino de donde siente que nació. Y él era tan cordobés como venezolano. 




El telón se bajó muy pronto para Carlos Giménez, viviana marcela iriart



El telón se bajó muy pronto para Carlos Giménez 

 viviana marcela iriart, agosto 2010





Murió el 28 de marzo de 1993 a los 47 años. En su corta vida  dirigió más de 60 obras de teatro, tuvo inmensos éxitos como “Bolívar”, “Martí, la palabra”, “Tu país está feliz”, “Señor Presidente”, “El Coronel no tiene quien le escriba”, “El Campo”, “La  muerte de García Lorca”, “La Honesta persona de Sechuán”, “Casas Muertas”…  que le depararon gran cantidad de premios en Venezuela y en el extranjero.

Con Rajatabla recorrió el mundo entero con sus espectáculos, fue invitado a los principales festivales de teatro del mundo y creo muchas de las instituciones más importantes de Venezuela: el Festival Internacional de Teatro de Caracas, el Instituto Universitario de Teatro (IUDET), el Taller Nacional de Teatro (TNT) el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela (TNJV), , etc, etc, etc. y a el grupo El Juglar en Córdoba con el que a los 19 años participá en los festivales de Nancy (Francia), Cracovia y Varsovia (Polonia) ganando sus primeros premios internacionales. 

Dirigió el Festival Internacional de Teatro de Caracas hasta 1992. Gracias a Carlos, María Teresa Castillo y todo su equipo, en Venezuela no tuvimos necesidad de ir a Nueva York, Londres o París, y tener dinero,  para ver el mejor teatro del mundo: el mejor teatro venía a nosotros, a nuestra casa, lo podíamos ver pagando una entrada económica y en el café Rajatabla nos encontrábamos con Lindsay Kamp, Kantor, Griselda Gámbaro, Manuel Puig, The Berliner Ensemble, Eva Bergmann, Els Joglars, Nuria Espert... Y nos sentábamos a sus mesas y hablábamos, y nos entendíamos aunque no sabíamos  una palabra de alemán, polaco o sueco, porque en teatro el sentimiento es el idioma universal. Y para ese idioma no se necesitan palabras. Sólo corazón.

Carlos, entre otras de sus virtudes,  fue un director que siempre apostó por la dramaturgia venezolana y latinoamericana. Aunque dirigió clásicos, lo de Carlos fue siempre estar abriendo caminos, para sí y para otros, para otras, siempre abriendo caminos con una generosidad que no tenía límites.

Cuando la dictadura acabó en Argentina, Carlos fue llamado desde su ciudad natal y le ofrecieron un cargo importante, muy bien remunerado: Carlos viajó y ayudó a formar el Festival Internacional de Teatro de Córdoba y después regresó a  Venezuela. A su país. El país que él había elegido como suyo.
En Córdoba, una sala de teatro lleva su nombre.
En 
Caracas no.
Pero su obra fue tan inmensa que Carlos está siempre presente: él sigue estando en todo el teatro venezolano así hayan pasado 17 años de su muerte.
Carlos no se olvida nunca, aunque ninguna sala lo recuerde.
Su vacío, todavía, no lo ha llenado nadie.

© viviana marcela iriart 
City Bell,  agosto 2010


Original de la entrevista











Revista co-editada  por Marta Mikulan Martin. Ana María Fernandez de Rodríguez y Viviana Marcela Iriart, financiada con fondos privados, para el Ateneo de Caracas desde 1984 a 1985 (5 números bimestrales que incluían toda la programación del Ateneo durante ese período). Todas las  fotografías son de Marta Mikulán Martin, salvo que se especifique lo contrario.