Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).

Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).


la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Clarice Lispector entrevista a Pablo Neruda: "Toda literatura es militante"- "Toda literatura é engajada"/ Jornal do Brasil 12 y 19 de abril de 1969 / Traducción Viviana Marcela Iriart






CL: ¿Cómo se procesa en ti la creación?

PN: Con papel y tinta. Por lo menos esa es mi receta.





Llegué a la puerta del edificio de apartamentos donde vive Rubén Braga y donde Pablo Neruda y su esposa Matilde se hospedaban – llegué a la puerta exactamente cuando el automóvil paraba y sacaban el grande equipaje de los visitantes. Lo que hizo a Rubén decir: “Es grande el equipaje literario del poeta”. A lo que el poeta retrucó: “Mi equipaje literario debe pesar unos dos o tres kilos”.

Neruda es extremadamente simpático, sobre todo cuando usa su gorra (“tengo pocos cabellos, pero muchas gorras”, dijo). No bromea, sin embargo, con el trabajo: me dijo que se me diera la entrevista para esa misma noche sólo respondería a tres preguntas, pero si al día siguiente en la mañana yo quisiera hablar con él, respondería a mayor número. Y pidió para ver las preguntas que le iba a hacer. Completamente sin confianza en mí misma, le di la página donde había anotado las preguntas, esperando Dios sabe qué. Pero el qué fue confortable. Me dijo que las preguntas eran muy buenas y que me esperaría al día siguiente. Salí con el corazón aliviado porque soy tímida para hacer preguntas. Pero soy una tímida osada y es así que he vivido, cosa que, si me trae sinsabores, también me ha traído alguna recompensa. Quien sufre de timidez osada entenderá lo que quiero decir.

Antes de reproducir el diálogo, un breve esbozo sobre su  bagaje literario. Publicó “Crepusculario” cuando tenía 19 años. Un año después publicaba “Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada”, que hasta el día de hoy es grabado, reeditado, leído y amado. En seguida escribió “Residencia en la Tierra”, que reúne poemas desde 1925 a 1931, de la fase surrealista. “La Tercera Residencia”, con poemas hasta 1945, en donde está  “España en el corazón”, donde es llorada la muerte de Lorca y la guerra civil que lo tocó profundamente y lo despertó a los problemas políticos y sociales. En 1950 “Canto General”, tentativa de reunir todos los problemas políticos, éticos y sociales de América Latina. En 1954: “Odas Elementales”, en donde el estilo es más sobrio, buscando mayor simplicidad, y donde se encuentra, por ejemplo, “Oda a la cebolla”. En 1956, “Nuevas Odas Elementales”, con temas elementales que no había tocado antes. En 1957, “Tercer Libro de las Odas”, continuando en la misma línea. A partir de 1958, publica “Estravagario”, “Navegaciones y Regresos”,  “Cien Sonetos de Amor”, “Cuentos Ceremoniales” y “Memorial de Isla Negra”.

Al día siguiente en la mañana  fui a verlo. Ya había respondido a mis preguntas, infelizmente: porque a partir de una respuesta, siempre o casi siempre surge otra pregunta, a veces aquella a la que se quería llegar. Las respuestas eran sucintas. Tan frustrante recibir una  respuesta corta a una pregunta larga. Le conté sobre mi timidez en pedir entrevistas, a lo que él respondió: “Qué tontería”. Le pregunté cuál de sus libros le gustaba más y por qué. Me respondió: “Tú sabes bien que todo lo que hacemos nos gusta porque somos nosotros – tú y yo – los que lo hicimos”. 


¿Tú te consideras más un poeta chileno o de América Latina?

Poeta local de Chile, provinciano de América Latina.


¿Qué es la angustia? – indagué.

Soy feliz – fue la respuesta.


¿Escribir mejora la angustia de vivir?

Sí, naturalmente. Trabajar en tu oficio, si amas tu oficio, es celestial. Si no, es infernal.


¿Quién es Dios?

Todos, algunas veces. Nadie, siempre.


¿Cómo describes un ser humano lo más completo posible?

Político, poético. Físico.


¿Cómo es una mujer bonita para ti?

Hecha de muchas mujeres.


Escribe aquí tu poema predilecto, por lo menos predilecto en este exacto momento.

Estoy escribiendo. ¿Puedes esperar por mí diez años?


¿En qué lugar te gustaría vivir, si no vivieses en Chile?

Créeme tonto o patriótico, pero hace algún tiempo escribí en un poema

Si tuviera que nacer mil veces
allí quiero nacer,
si tuviera que morir mil veces:
allí quiero morir 
(...)


¿Cuál fue la  mayor alegría que tuviste por el hecho de escribir?

Leer mi poesía y ser oído en lugares desolados: en el desierto a los mineros del norte de Chile, en el Estrecho de Magallanes a los esquiladores de oveja, en un galpón con olor a lana sucia, sudor y soledad.


En ti, lo que precede a la creación, ¿es la angustia o un estado de gracia?

No conozco bien esos sentimientos. Pero no me creas insensible.


Di alguna cosa que me sorprenda.

748   (Y yo realmente me sorprendí, no esperaba una armonía de números).


¿Estás al corriente de la poesía brasilera? ¿A quién prefieres de nuestra poesía?

Admiro a Drummond, Vinicius, Jorge de Lima. No conozco a los más jóvenes y sólo llego a Paulo Mendes Campos y Geir Campos. El poema que más me gusta es “El Difunto” de Pedro Nava. Siempre lo leo en voz alta a mis amigos, en todos los lugares.


¿Qué piensas de la literatura militante?

Toda literatura es militante.


¿Cuál de tus libros te gusta más?

El próximo.


¿A qué atribuyes el hecho de que tus lectores te consideren el “volcán de América Latina?

No sabía de eso, tal vez ellos no conozcan a los volcanes.


¿Cuál es tu poema más reciente?

“Fin de Mundo”. Trata del siglo 20.


¿Cómo se procesa en ti la creación?

Con papel y tinta. Por lo menos esa es mi receta.


¿La crítica construye?

Para los otros, no para el creador.


¿Tú ya hiciste algún poema por encargo? Si no lo has hecho haz uno ahora, siempre que sea bien corto.

Muchos. Son los mejores. Este es un poema.


¿El nombre Neruda fue casual o fue inspirado en Jan Neruda, poeta de la libertad checa?

Nadie consiguió hasta ahora averiguarlo.


¿Cuál es la cosa más importante en el mundo?

Tratar  que el mundo sea digno para todas las vidas humanas, no sólo para algunas.


¿Qué es lo que tú más deseas como individuo?

Depende de la hora del día.


¿Qué es el amor? Cualquier tipo de amor.

La mejor definición sería: el amor es el amor.


¿Tú ya sufriste mucho por amor?

Estoy dispuesto a sufrir más.


¿Cuánto tiempo te gustaría vivir en Brasil?

Un año, pero depende de mis trabajos.



Y así terminó la entrevista con Pablo Neruda. Sin que él hablase más. Yo hubiera podido prolongarla casi que indefinidamente, incluso recibiendo como respuesta una repuesta como un rayo.  Pero era la primera entrevista que él daba al día siguiente de su llegada  y sé cuán cansadora puede ser una entrevista.  Espontáneamente me dio un libro, “Cien sonetos de Amor”. Y después de mi nombre en la dedicatoria escribió: “De tu amigo Pablo”. Yo también siento que él podría convertirse en mi amigo, si las circunstancias lo facilitasen. En la contratapa del libro dice: “Un todo manifestado con una especie de sensualidad casta y pagana: el amor como una vocación de hombre y la poesía como su tarea”.  He aquí un retrato de cuerpo entero de Pablo Neruda en estas últimas frases.



Jornal do Brasil
12 y 19 de abril de 1969
Traducción
Fuente en portugués:  








 Clarice Lispector entrevista a Pablo Neruda:

Toda literatura é engajada
Rio de Janeiro 1969





Cheguei à porta do edifício de apartamentos onde mora Rubem Braga e onde Pablo Neruda e sua esposa Matilde se hospedavam — cheguei à porta exatamente quando o carro parava e retiravam a grande bagagem dos visitantes. O que fez Rubem dizer: “É grande a bagagem literária do poeta”. Ao que o poeta retrucou: “Minha bagagem literária deve pesar uns dois ou três quilos”.

Neruda é extremamente simpático, sobretudo quando usa o seu boné (“tenho poucos cabelos, mas muitos bonés”, disse). Não brinca porém em serviço: disse-me que se me desse a entrevista naquela noite mesma só responderia a três perguntas, mas se no dia seguinte de manhã eu quisesse falar com ele, responderia a maior número. E pediu para ver as perguntas que eu iria fazer. Inteiramente sem confiança em mim mesma, dei-lhe a página onde anotara as perguntas, esperando Deus sabe o quê. Mas o quê foi um conforto. Disse-me que eram muito boas e que me esperaria no dia seguinte. Saí com alívio no coração porque estava adiada a minha timidez em fazer perguntas. Mas sou uma tímida ousada e é assim que tenho vivido, o que, se me traz dissabores, tem-me trazido também alguma recompensa. Quem sofre de timidez ousada entenderá o que quero dizer.

Antes de reproduzir o diálogo, um breve esboço sobre sua carga literária. Publicou “Crepusculário” quando tinha 19 anos. Um ano depois publicava “Vinte Poemas de Amor e Uma Canção Desesperada”, que até hoje é gravado, reeditado, lido e amado. Em seguida escreveu “Residência na Terra”, que reúne poemas de 1925 a 1931, da fase surrealista.
“A Terceira Residência”, com poemas até 1945, é um intermediário com uma parte da “Espanha no coração”, onde é chorada a morte de Lorca, e a guerra civil que o tocou profundamente e despertou-o para os problemas políticos e sociais. Em 1950, “Canto Geral”, tentativa de reunir todos os problemas políticos, éticos e sociais da América Latina. Em 1954: “Odes Elementares”, em que o estilo fica mais sóbrio, buscando simplicidade maior, e onde se encontra, por exemplo, “Ode à cebola”. Em 1956, “Novas Odes Elementares” que ele descobre nos temas elementares que não tinham sido tocados. Em 1957, “Terceiro Livro das Odes”, continuando na mesma linha. A partir de 1958, publica “Estravagario”, “Navegações e Regressos”, “Cem Sonetos de Amor”, “Contos Cerimoniais” e “Memorial de Isla Negra”.

No dia seguinte de manhã, fui vê-lo. Já havia respondido às minhas perguntas, infelizmente: pois, a partir de uma resposta, é sempre ou quase sempre provocada outra pergunta, às vezes aquela a que se queria chegar. As respostas eram sucintas. Tão frustrador receber resposta curta a uma pergunta longa. Contei-lhe sobre a minha timidez em pedir entrevistas, ao que ele respondeu: “Que tolice”. Perguntei-lhe de qual de seus livros ele mais gostava e por quê. Respondeu-me: “Tu sabes bem que tudo o que fazemos nos agrada porque somos nós — tu e eu — que o fizemos”.


Você se considera mais um poeta chileno ou da América Latina?
Poeta local do Chile, provinciano da América Latina.

- O que é angústia? - indaguei-lhe.

- Sou feliz - Foi a resposta.


Escrever melhora a angústia de viver?
 
Sim, naturalmente. Tra­ba­lhar em teu ofício, se amas teu o­fí­cio, é celestial. Senão é infernal.

Quem é Deus?
 
Todos algumas vezes. Nada, sempre.

Como é que você descreve um ser humano o mais completo possível?
 
Político, poético. Físico.

Como é uma mulher bonita para você?
 
Feita de muitas mulheres.

Escreva aqui o seu poema predileto, pelo menos predileto neste exato momento?
 
Estou escrevendo. Você pode esperar por mim dez anos?

Em que lugar gostaria de viver, se não vivesse no Chile?
 
Acredite-me tolo ou patriótico, mas eu há algum tempo es­crevi em um poema: 

Se tivesse que nascer mil vezes
ali quero nascer,
se tivesse que morrer mil vezes: 
ali quero morrer...

Qual foi a maior alegria que teve pelo fato de escrever?
 
Ler minha poesia e ser ouvido em lugares desolados: no deserto aos mineiros do norte do Chile, no Estreito de Ma­ga­lhães aos tosquiadores de ovelha, num galpão com cheiro de lã suja, suor e solidão.

Em você o que precede a criação, é a angústia ou um estado de graça?
 
Não conheço bem esses sentimentos. Mas não me creia in­sensível.

Diga alguma coisa que me surpreenda.
 
748. (E eu realmente surpreendi-me, não esperava uma harmonia de números)

Você está a par da poesia brasileira? Quem é que você prefere na nossa poesia?
 
Admiro Drummond, Vinícius, Jorge de Lima. Não conheço os ma­is jovens e só chego a Paulo Men­des Campos e Geir Campos. O poema que mais me agrada é o “Defunto”, de Pedra Nava. Sem­pre o leio em voz alta aos meus amigos, em todos os lugares.

Que acha da literatura engajada?
 
Toda literatura é engajada.

Qual de seus livros você mais gosta?
 
O próximo.

A que você atribui o fato de que os seus leitores acham você o “vulcão da América Latina”?
 
Não sabia disso, talvez eles não conheçam os vulcões.

Qual é o seu poema mais recente?
 
“Fim do Mundo”. Trata do século 20.

Como se processa em você a criação?
 
Com papel e tinta. Pelo menos essa é a minha receita.
 
A critica constrói?
 
Para os outros, não para o criador.

Você já fez algum poema de encomenda? Se não o fez faça agora, mesmo que seja bem curto.
 
Muitos. São os melhores. Este é um poema.

O nome Neruda foi casual ou inspirado em Jan Neruda, poeta da liberdade tcheca?
 
Ninguém conseguiu até agora averiguá-lo.

Qual é a coisa mais importante no mundo?
 
Tratar para que o mundo seja digno para todas as vidas humanas, não só para algumas.

O que é que você mais deseja para você mesmo como indivíduo?
 
Depende da hora do dia.

O que é amor? Qualquer tipo de amor.
 
A melhor definição seria: o amor é o amor.

Você já sofreu muito por amor?
 
Estou disposto a sofrer mais.

Quanto tempo gostaria você de ficar no Brasil?
 
Um ano, mas depende de meus trabalhos.


E assim terminou a entrevista com Pablo Neruda. Antes falasse ele mais. Eu poderia prolongá-la quase que indefinidamente, mesmo recebendo como resposta uma única seta de resposta. Mas era a primeira entrevista que ele dava no dia seguinte à sua chegada, e sei quanto uma entrevista pode ser cansativa. Esponta­nea­mente, deu-me um livro, “Cem Sonetos de Amor”. E depois de meu no­me, na dedicatória, escreveu: “De seu amigo Pa­blo”. Eu também sinto que ele poderia se tornar meu amigo, se as circunstâncias facilitassem. Na contracapa do livro diz: “Um todo manifestado com uma espécie de sensualidade casta e pagã: o amor co­mo uma vocação do homem e a poesia co­mo sua tarefa”. Eis um retrato de corpo inteiro de Pablo Neruda nestas últimas frases.



Jornal do Brasil
12 y 19 de abril de 1969





“Entrevistas” de Clarice Lispector
Brasil







Fonte: O Lobo







Entrevista a Benjamín Moser, autor de Why This World, biografía de Clarice Lispector / Ana Pietro, Revista Ñ, Buenos Aires, agosto 2010




El lenguaje místico

La violación que sufrió la madre de Clarice Lispector en Ucrania es una de las mayores revelaciones que Benjamin Moser hace en la primera biografía en inglés de la autora brasileña.

CLARICE. "La suya es una herencia moral", dice Moser.

"Es que fui una adolescente confusa y perpleja que te­nía una pregunta muda e intensa: ¿cómo es el mundo? y ¿por qué este mundo?" Eso escribió Clarice Lispector a los 47 años: la adolescencia de­jada atrás hacía tiempo, la con­fusión tanto como pudo, pero la perplejidad acompañó a la es­critora brasileña durante toda su vida. El misterio que le atribuían los demás podría pasar por el mi­to forzosamente construido alre­dedor de cualquier ser extraordi­nario. Pero en el caso de Clarice, ella era la primera en descubrirlo y sorprenderse: "Mirarse en el espejo y decirse deslumbrada: qué misteriosa soy", escribió en su novela Aprendizaje o el libro de los placeres . El misterio de la propia historia, del origen y la di­vinidad, y la manera en que todo ello se funde en el instante siempre inasible de la vida cotidiana, es lo que nutre la literatura única de Clarice Lispector.

¿Por dónde se empieza a es­cribir sobre ella? ¿Cómo puede abordarse la vida de una persona tan hermética como mundana, tan hermosa como sufrida, que desde sus primeros escritos pu­so las grietas más íntimas de su alma al servicio de una prosa que tenía como aspiración la "revela­ción de un mundo"? El crítico norteamericano Benjamin Mo­ser se propuso la titánica tarea de narrar a esta mujer huidiza y compleja y el resultado, después de cinco años de trabajo, es Why This World [Por qué este mun­do], la primera biografía en inglés de Clarice Lispector. Fue publica­da a mediados de 2009 simultá­neamente en EE.UU., Inglaterra y Brasil (allí en portugués), con­siderada entre los mejores libros del año. Moser revela hechos en la vida de Lispector que nadie había contado hasta hoy, muy especialmente la violación de su madre, Mania, por parte de una banda de soldados rusos en los pogromos que devastaron Ucra­nia tras la I Guerra Mundial. Así contrajo sífilis, y, enferma, con­cibió a Clarice, cuyo nombre ori­ginal fue Chaya hasta su llegada a Brasil con sus dos hermanas y sus padres siendo todavía un bebé. Asistió durante sus pri­meros años a la lenta muerte de su madre y al silencio en torno a las causas de su enfermedad. Si bien Clarice y su hermana Elisa dejan entrever en sus escritos la agresión que sufrió Mania, sólo cazando incontables testimonios, muchos de ellos anónimos, pudo Moser confirmar la violación: "Y no todos me lo agradecieron", di­ce. "Pero es algo tan importante en la vida de Clarice que no ha­bía manera de no contarlo". Y es que para el autor buena parte de la angustia existencial de Lispec­tor, de su búsqueda incansable por pertenecer, si no a este mun­do, al sentido de lo trascendente, se originan en ese traumático hecho familiar; en esas raíces cortadas y vapuleadas. Con soltu­ra de cronista, perfeccionismo de historiador y una gran sensibili­dad literaria, Moser construyó un relato casi total de la totalmente inefable Clarice Lispector.

Los investigadores suelen sentir que su trabajo no termina nunca, pero llegan a un punto en el que ya no pueden inves­tigar ni escribir más; en el que dicen "hasta aquí llego". ¿Cuál fue su sensación al terminar "Por qué este mundo"?
Por un lado, la satisfacción de haber concluido un proyecto que tomó cinco años de mi vida; la alegría de poder llevarla al mun­do y a los lectores, cuyas reaccio­nes han compensado –y mucho– el tiempo y el amor que puse en el libro. Porque un libro como és­te sólo se puede hacer por amor –si no no valdría la pena–, y eso implica, justamente, que uno no quiera dejar que la heroína mue­ra. Claro que ella murió sin mi ayuda, pero uno siente realmente que tiene la vida de esa persona entre sus manos. Lo fascinante es que Clarice también tenía esa sensación. Al final de su vida quería dejar que sus personajes murieran y no puede, no puede; siente que si mueren ella tam­bién tendrá que partir. Lo que de hecho –uno de los tantos miste­rios de Clarice– ocurrió. Yo la de­jé morir en mi libro y, felizmente, sigo aquí todavía, vivísimo...

Todo proceso de investigación supone temores y frustraciones. ¿Cuáles fueron los suyos?
Cuando un libro está impreso y terminado todo eso se olvida, gracias a Dios, porque de hecho el proceso fue muchas veces pe­noso. Por un lado, por cuestiones prácticas –la distancia a la que vi­vo de Brasil–, y también por cues­tiones más intelectuales: no me sentía a la altura de esa persona olímpica; sabía que no iba a tener otra biografía en inglés y sentí una enorme responsabilidad por hacerla bien. Y después hu­bo asuntos más banales; los que están casi concebidos para volver locos a los futuros biógrafos, que somos una raza necesariamente obsesiva. Así es que anduve por Suiza a la caza de un nombre que encontré en una carta en el archi­vo de Río de Janeiro: un mucha­cho extranjero, Ulises, que estu­vo enamorado de Clarice durante los años que ella vivió allá. Llamé a las redacciones pidiendo que al­gún periodista hiciera un artícu­lo sobre ella, para ver si aparecía alguien que lo hubiese conocido. Nunca lo encontré.

¿Especuló sobre lo que habría sucedido si su vida hubiese sido distinta?
Sí, y diría que esa es la mayor frustración: la incapacidad del biógrafo para cambiar lo que fue­re de una vida que estuvo llena de tristezas. Ella te da mucho y uno quiere darle algo a cambio; que­rés ayudarla, por tonto que suene. Creo que sus lectores me enten­derán: el lector de Clarice logra una intimidad muy grande con ella. Hubiera querido que fuese más feliz en el amor, que su hijo no tuviese problemas mentales, que a su madre no le pasara lo que le pasó. Llevar a su papá de vacaciones, por una vez aunque sea; a ese hombre heroico que sacó a su familia de la desastrosa Ucrania y consiguió establecerla en una tierra extranjera; que dio de comer a sus hijas, y no pasó un día siquiera sin preocupacio­nes ni humillaciones. Murió sin saber a qué alturas Clarice lleva­ría su nombre.

¿Cuál cree que es el mayor aporte de su biografía a lo que se sabe sobre ella?
Para mí no hay dudas de que el hecho nuevo más importante es la violación de su madre durante los pogromos que acabaron con las vidas de centenares de miles de judíos después de la I Guerra. No eran incidentes aislados, fue una política deliberada de hu­millación y matanza. Y en ese momento, las más victimizadas fueron las mujeres (como en la Argentina, el sadismo sexual no era ninguna casualidad: a los tor­turadores les gustaba ese tipo de violencia). Entre las víctimas es­tuvo la señora Lispector, una mu­jer que con su salud destruida y ya casi paralítica, consiguió llevar a su familia hasta el lejano Brasil, donde su hija menor la vio morir durante los primeros nueve años de su vida. Clarice, una niñita, no pudo hacer nada para salvarla. Lo único que le quedó –algo que me conmovió bastante– fue con­tar historias en que algún ángel, algún santo, llegaba para salvar a su mamá. Fracasó. Ese deseo de salvar a través de sus escritos estuvo presente en su obra hasta sus últimos días. En el taxi que la llevó al hospital donde moriría, le dijo al conductor: "Imagínate que no vamos al hospital, que no estoy enferma, que vamos a París".

Por esa dimensión mística de Clarice, ¿usted afirma que es "la escritora judía más importante después de Kafka"?
Bueno, como en la vida de todos nosotros hay varios aspectos. A Clarice la podemos describir co­mo una escritora judía o mujer o brasileña o latinoamericana o lo que sea, y todo eso es verdad. Pero para quien conoce la litera­tura judía, las semejanzas de la obra de Clarice con escritores judíos muy antiguos –y que ella no conocía– son asombrosas. Ves a una señora elegante en la playa de Copacabana y no la re­lacionarías nunca con un rabino de Cracovia del siglo XVI, pero al leerla encontrás las mismas preocupaciones: la personalidad formada por el exilio y la perse­cución primero, y luego la im­portancia no sólo de la palabra –una preocupación muy propia de los judíos–, sino también del poder místico del lenguaje. No es casualidad que Clarice intentara salvar a su mamá por medio de la palabra. El místico cristiano, por ejemplo, intenta alcanzar a Dios por medio de la oración, de la imitación de Cristo. El hindú lo hace muchas veces por ejercicios físicos como el yoga. El judío lo hace a través de la palabra.

¿Por qué cree que Clarice nun­ca quiso volver a Chechelnik, su tierra natal?
Creo que lo que más quiso en su vida fue haber nacido en otras circunstancias, en otro lugar, sin todo el horror que acompañó su origen y que la marcó para siem­pre. Quería que no le pasara a su madre lo que le pasó. Quería per­tenecer a Brasil. Es interesante que los brasileros siempre la vie­sen como una extranjera. Habla­ba raro, con un acento que nadie sabía de dónde provenía y que se debía, en realidad, a un defecto de dicción. Conocí muy bien a su hermana, doña Tania, que no te­nía nada de eso. Era una señora muy elegante, muy correcta, muy brasileña. Muy judía, pero nada extranjera. Sin embargo, Clarice fue vista como una cosa extraña, "el monstruo sagrado" –ella, que siempre quiso ser vista como una persona como cualquiera otra.


¿Cómo la colocaría en la pers­pectiva de la literatura latinoa­mericana de su tiempo? Por entonces, Cortázar, Neruda, Rulfo, Paz eran algunos de los nombres que se consagraban.
Por un lado, ella era una lati­noamericana de su época como tantas otras. Pero al compararla con los escritores que citas aquí, notas una diferencia muy profun­da. No creo que Rulfo o Cortázar tuvieran la ambición que tuvo Clarice, que era nada menos que "la reconstrucción del mundo". Se puede decir, sí, que los lati­noamericanos de esa generación tenían tales ambiciones. Neruda, por ejemplo, también quería re­construir el mundo, pero por la vía política, igual que Octavio Paz, cuyas primeras obras tuvie­ron que ver con la opresión de los campesinos. Pero lo que quiere Clarice es distinto. Ella, desde ni­ña, quiere rehacer el mundo por la vía mística, y sabe de la imposi­bilidad de su proyecto. Vemos en La pasión según G. H. –en que la mujer, después de una crisis mística, termina comiendo una cucaracha–, que el deseo de Cla­rice, ¡a quien le da un asco tre­mendo!, es el de reunir lo más íntimo del ser humano con la materia divina de la que estamos hechos

Tras "Cerca del corazón sal­vaje", se la comparó con Woolf, Joyce y Proust, cosa que a ella no le gustó nada. Cuando la leyó por primera vez, ¿usted también evocó a otros autores?
Me resulta muy difícil compa­rarla con otros escritores. El gran artista siempre tiene una cosa única, fuera de serie, que no le debe a nadie y ante él, sin saber cómo, la grandeza simplemen­te se siente. Desde el principio Clarice me fascinó. Cuando fui a Brasil por primera vez, a los diecinueve años, hice un enor­me viaje en autobús a Argentina, Uruguay y Paraguay; estuve en cuatro países, cinco estados bra­sileños, no sé en cuántas provin­cias argentinas, y lo único que me impresionó fue La pasión se­gún G. H. que había comprado en una librería de Florianópolis. ¡No vi nada! Eso sólo pasa pocas veces en la vida. Como el amor.

¿Un escritor, o un aspirante a escritor, puede aprender algo de Clarice?
Un joven escritor –un escritor de talento– que me entrevistó en San Pablo, me dijo que los jóve­nes escritores de Brasil sienten el peso de haber nacido después de Clarice: sienten que ella lo dijo todo, que no les queda más nada. Y eso los oprime. Entendí perfec­tamente lo que quiso decirme, a pesar de tener un costado un po­co ridículo, es decir, no ves a es­critores argentinos por las calles de Buenos Aires diciendo "¡Ay de mí, nací después de Borges!" Todo escritor, todo artista, toda generación, tiene que inventarlo de nuevo. Y la herencia de Clari­ce no es tanto literaria como mo­ral: la fidelidad a uno mismo. Al final de su vida dijo, un poco or­gullosa: "Que eu saiba nunca fiz concessões" ("que yo sepa, nunca hice concesiones"). Por eso es tan querida y admirada. ¿Cuántos podemos decir lo mismo?


©Ana Prieto
Agosto 2010
Revista Ñ 
Buenos Aires



Houston, 1976. Crítico, editor, traductor

Se recibió en Historia en la Universidad de Brown (EE.UU.), y se doctoró en la Universidad de Utrecht, Holanda. Escribe la columna New Books de Harper's Magazine, y colabora en The New York Review of Books. Su biografía sobre Clarice Lispector (2009) se ha convertido en un éxito de ventas y ha sido aplaudida por la crítica. Será editada en Francia y Portugal.

Así escribe
" Los hechos y las particulari­dades me fastidian", escribió (...). En su vida y escritura hizo esfuerzos por borrarlos. Pocas personas, sin embargo, se han expuesto como ella. A través de las muchas facetas de su trabajo –novela, cuento, co­rrespondencia y periodismo, en esa prosa espléndida que la convirtió en "la princesa de la lengua portuguesa"– una úni­ca personalidad se disecciona implacablemente y se revela de manera fascinante, en la que quizá sea la más grande autobiografía espiritual del siglo XX.

"A la vez que deseo defender mi privacidad, tengo el inten­so deseo de confesarme ante un público y no ante un cura." Su estilo de confesión buscaba desenterrar las verdades ínti­mas de una vida de incesante meditación. Esta es la razón por la que Clarice Lispector ha sido comparada menos con otros escritores que con mís­ticos y santos.

("Why this world", pag. 4-5. Trad.: Ana Prieto)

 Fuente: Revista Ñ 


Links relacionados:

Clarice Lispector: entrevistas
Clarice Lispector: web oficial