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La escritora francesa Fred Vargas ganó el Princesa de Asturias: Una escritora de "novelas de enigmas" /Por Silvina Friera, Página 12, 24 de mayo de 2018





Por Silvina FrieraPágina 12, 24 de  mayo de 2018


 La escritora francesa esquiva –que concede pocas entrevistas por una mezcla de timidez y espanto a la exposición- es una ciudadana insumisa, votante del líder de la izquierda radical Jean-Luc Mélenchon y defensora a ultranza del italiano Cesare Battisti, militante del grupo Proletarios Armados por el Comunismo (PAC), que ahora vive en Brasil y quien ella visitó varias veces y lo ayudó a convertirse en escritor. Fred Vargas, seudónimo literario de Frédérique Audoin-Rouzeau (París, 1957), es la séptima mujer en 37 años en ganar el Premio Princesa de Asturias de las Letras. La creadora de la serie de novelas negras protagonizadas por el comisario Jean-Baptiste Adamsberg, “combina la intriga, la acción y la reflexión con un ritmo que recuerda la  musicalidad característica de la buena prosa en francés”, planteó el presidente del jurado, el director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva. A juicio del jurado, que estuvo integrado por escritores como el mexicano Juan Villoro y el cubano Leonardo Padura, Vargas entiende la sociedad “como un misterioso y complejo ecosistema” y su obra narrativa se destaca por la originalidad de sus tramas, la ironía con la que describe a sus personajes, la profunda carga cultural y la desbordante imaginación, “que abre al lector horizontes literarios inéditos”.
   “El vaivén del tiempo, la revelación del Mal se conjugan en una sólida arquitectura literaria, con un fondo inquietante que, para goce del lector, siempre se resuelve como un desafío a la lógica”, agregó Villanueva sobre la obra de la premiada, una arqueozoóloga y medievalista –una de las grandes expertas mundiales en la peste negra en la Edad Media-, que se hizo famosa gracias a las historias del comisario Adamsberg, un personaje que podría inscribirse en los grandes policías-detectives de la tradición parisina: de Maigret de Georges Simenon al Nestor Burma de Léo Malet. La saga Adamsberg comenzó con El hombre de los círculos azules (1996) y continuó con El hombre del revés (1999), Huye rápido, vete lejos (2001), Fluye el Sena (2002), Bajo los vientos de Neptuno (2004), La tercera virgen(2006), Un lugar incierto (2008), El ejército furioso (2011), Tiempos de hielo (2015) y Cuando sale la reclusa (2017). Su obra es publicada por Siruela en cuidadas versiones de la traductora Anne-Hélène Suárez Girard. La otra serie de Vargas, “Los tres Evangelistas”, protagonizada por tres historiadores treintañeros, Marc, Mathias y Lucien, incluye títulos como Que se levanten los muertos (1995), Más allá a la derecha (1996) y Sin hogar ni lugar (1997).
   Vargas, hija del escritor surrealista Philippe Audoin (1924-1985), amigo de André Bretón, estudió Arqueozoología e Historia. En 1988 comenzó a trabajar en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de París como arqueozoóloga. “La arqueozoología es un oficio científico muy austero”, declaró la escritora en una entrevista publicada por Le Figaro Magazine, el año pasado. “En una excavación, examinamos decenas de miles de restos de huesos, los observamos para descubrir si se trata de restos de rana o de rata, una tibia o un fémur. Luego hay que establecer estadísticas, trazar cuadros comparativos. Vamos, que no nos divertimos todos los días. Durante mucho tiempo pensé que mis novelas negras no tenían nada que ver con mi profesión, escribir era como hacer novillos. Pero acabé por darme cuenta de que en la arqueología abrimos la tierra, donde toda la historia está escrita, pero está muda: hay que sacarla, traducirla, estudiarla, en otras palabras, resolverla. Y una novela policial también esconde una historia que debemos desentrañar. El historiador y el inspector buscan pistas y los dos arrancan una investigación con indicios inicialmente incomprensibles”.
   Cuando Vargas intentó publicar sus primeros libros, varios fueron rechazados. “Las editoriales no los querían, me decían que no encajaban en el molde de lo que se ha dado en llamar novela negra. ¡Y es que yo no escribo novela negra sino novela de enigmas!”, aclaraba la escritora francesa, admiradora de Agatha Christie. “El arte es un medicamento. Nos ayuda a vivir. Entre todos los animales, el hombre es el único que se ha inventado la creación artística. La necesitamos para escapar de la realidad y poder volver a ella y mirarla a los ojos”, explicó la ganadora del Princesa de Asturias de las Letras, que decidió firmar sus obras como Fred Vargas imitando a su hermana gemela Joëlle, una pintora conocida como Jo Vargas. Los dos seudónimos hacen referencia al personaje de María Vargas, interpretado por Ava Gardner en la película La condesa descalza. La escritora que dice que tiene un ego del tamaño de una lenteja alzó su voz para defender a Cesare Battisti, militante del PAC condenado a cadena perpetua en Italia. Junto con otros intelectuales franceses como Bernard-Henri Lévy, considera que no hay pruebas contra Battisti –acusado del asesinato de cuatro personas- y que todo el caso es un montaje. Battisti logró escapar de la cárcel italiana en 1981 y se refugió en la Francia del socialista François Mitterrand, quien no permitió que lo extraditaran, y donde se convirtió en un escritor de éxito de novela negra. En 2004, cuando el entonces presidente Jacques Chirac estaba dispuesto a entregarlo a Italia, Battisti escapó a Brasil, donde actualmente vive. “Todo el juicio descansa en el testimonio de un arrepentido, un personaje que, a base de denunciar a otros, ha obtenido la libertad”, recordó Vargas, quien ha escrito un libro sobre el caso en francés, que todavía no ha sido traducido al español: La vérité sur Cesare Battisti (2004).
    Aunque es una escritora con fuertes convicciones políticas, en sus novelas no hay referencias explícitas a la política. “Si los seres humanos hacemos arte no es para repetir la vida, para hacer un doble de la vida. Y eso ya era así cuando vivíamos en cavernas. Creamos a partir de lo real pero lo desfiguramos, lo exageramos, lo miniaturizamos o le damos un carácter grotesco. Eso nos permite ver la realidad bajo otro prisma y comprender mejor y aceptar. Pero para que la creación artística funcione, para que tenga las virtudes terapéuticas que yo le atribuyo, hace falta que no esté demasiado alejada de lo real –advierte la escritora francesa-. Si es una abstracción, si no hay permeabilidad entre arte y vida, entonces el trasplante no funciona, se produce un rechazo”. 

Fuente: Página 12


Fred Vargas sigue siendo inigualable

El nuevo libro de la autora francesa muestra una vez más que es un caso poco frecuente en el género negro


Por Juan Carlos Galindo, El Paìs,  2 de abril de 2018


En un mundo literario en el que cada día salen novelas más “trepidantes” y “sorprendentes” y en la que cada mes nos encontramos con un nuevo valor que va a cambiar el panorama negrocriminal, volver a Fred Vargas es un lujo. En Cuando sale la reclusa(Siruela, traducción de Anne- Hélène Suárez) me encuentro con todo lo que me gusta del género: un argumento llevado con solidez y sin artificios, un personaje central poderoso y original, grandes secundarios, inteligencia y respeto por el lector y diálogos brillantes.
La llega de Frédérique Audoin-Rouzeau (París, 1957), alias Fred Vargas, a la literatura desde la arqueozoología fue una suerte para todos, aunque contado por ella parece casi un accidente. En una entrevista, y no da muchas, en 2005aseguraba a este diario: "No sé por qué empecé a leer de pequeña novelas policiacas, cuando nadie las leía en casa. No he dejado de leerlas desde entonces. En cuanto a decidir escribirlas, es bastante sencillo: era arqueóloga, tenía 28 años y conocía mi oficio. Pero, a pesar del mito, es una ocupación bastante científica, bastante austera. De vez en cuando sentía la necesidad de ir a jugar a otra parte. Entonces, una noche, después de trabajar en una excavación, decidí escribir una novela policiaca. Para divertirme. Al día siguiente compré un cuaderno y un bolígrafo, y así empezó".
Al inicio de la novela tenemos al bueno de Jean- Baptiste Adamsberg a su aire en Islandia con un hijo que ha descubierto hace poco y con el móvil hundido en un montón de mierda de oveja. De allí  le saca una llamada para volver a París a un asunto que necesita de su inteligencia. Se trata de un homicidio solucionado rápidamente y solo sirve como puesta en escena de un caso mucho más imbricado que Vargas lleva de maravilla y del que va enseñando poco a poco el andamiaje mientras nos lleva por las vicisitudes nada banales y a veces muy divertidas de Adamsberg y su brigada.
Al principio es verdad que no se sabe muy bien de qué va eso de la reclusa y las arañas pero el lector entra en materia a la vez que el comisario y en la página 200, con todo el lío puesto encima de la mesa, puedes sonreír y celebrar que quedan otras 200 páginas.
Hay momentos de humor de nivel, de ironía delicada, escenas de gran ternura, que no de sensiblería, como esa en la que Adamsberg moviliza a toda la brigada para socorrer y salvar a cinco crías de mirlo que han nacido en el patio de la comisaría. Me encanta el grupo humano del que Vargas rodea a su héroe, pero siento especial debilidad por él. Me gusta que su pensamiento funcione mejor cuando tiene alguien enfrente, que sea un despistado con dos relojes que no funcionan, que use su inteligencia tanto como su intuición, que sea tan buen tipo. “Lo juzgaban a menudo, soñador y utópico obstinado (...) sin entender, sencillamente, que el comisario veía entre brumas”, dice el narrador.
Además, Vargas juega con los prejuicios del lector, con su pensamiento y sus inquietudes. A medida que van apareciendo distintos sospechosos y conocemos la catadura moral del infame grupo de víctimas, uno tiene que luchar contra la tentación de justificar al asesino y pensar que, sea quien sea finalmente, nos está haciendo un favor al quitar de en medio a estos tipos.
El final está, como todo en las novelas de Vargas, muy bien llevado pero en el fondo es lo de menos porque todo lo bueno nos lo hemos disfrutado ya. Dice Gullermo Altares en su crítica para Babelia que "Cuando sale la reclusa, que podría ser calificada sin exagerar como obra maestra de la literatura negra (la versión de su traductora habitual, Anne-Hélène Suárez, es además impecable)". Y asegura Fernando Savater que tiene a Fred Vargas como “una de las mejores novelistas francesas del momento en cualquier categoría y género". Amén. Vive le noir.


Fuente: El Paìs


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