La
pintura vieja en un lienzo, a medida que envejece, a veces se vuelve
transparente. Cuando eso ocurre, es posible, en algunas imágenes, ver las
líneas originales: un árbol se mostrará a través de un vestido de mujer, un
niño deja paso a un perro, un barco grande ya no está en mar abierto. Eso se
llama pentimento porque el pintor, "arrepentido", cambió de idea. Tal
vez sería bueno decir que la vieja concepción, reemplazada por una elección más
adelante, es una manera de ver y luego ver de nuevo. Eso es todo lo que quiero
decir sobre la gente en este libro. La pintura ha envejecido y yo quería ver lo
que estaba allí para mí una vez, qué hay para mí ahora.
Siempre
sé por lo que toca a mi memoria: sé cuando puedo confiar en ella y cuando algún
sueño o fantasía entró en la vida; y el sueño, la necesidad del sueño,
distorsiona lo que aconteció... Pero confío absolutamente en lo que recuerdo de
Julia.
He
tenido mucho tiempo para pensar en el amor que sentía por Julia, demasiado fuerte
y demasiado complicado para definirlo sólo como los anhelos sexuales
de una muchacha por otra. Y, no obstante, existían con toda seguridad.
No
tengo notas de mi diario de aquel viaje sino sólo el recuerdo de estar viendo
una cara reconstruida que no ocultaba la herida de cuchillo que discurría por el
lado izquierdo. El hombre de la funeraria me explicó que había estado
intentando cubrir la cuchillada de la cara, pero que yo debía ver la heridas
del cuerpo si quería ver un revoltijo que no se podía disimular. Abandoné el
lugar y me quedé en la calle durante un rato.
© Lilian Hellman
Pentimento