la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Los cronopios nunca mueren, por Cristina Peri Rossi





Hace casi 10 años, una mañana lluviosa, en un café de Notre Dâme, me dijiste que la muerte no existía. No era sólo una de las elegantes paradojas de tu inteligencia irreverente: era la rebeldía de un argentino frente a la gramática de destrucción que imperaba en su país. Era una afirmación de vitalidad, de imaginación y de ternura ante la desdicha. La vitalidad de un carácter melancólico, la imaginación de un poeta que buscó siempre el otro lado de la realidad, la ternura de un hombre que se ganó el amor y la admiración hasta de aquellos que nunca leyeron un libro. Tenías un secreto. Tus lectores; tus rubias admiradoras de Texas, que escribían infinitas tesis sobre la Maga; los calvos profesores de Poitiers, que perseguían la etimología de la palabra cronopio en antiguos diccionarios griegos; tus vecinos de Saignon, que plantaban olorosas alhucemas, sabían que tenías un secreto. Confundidos por tu apariencia de adolescente que ha crecido demasiado, que ningún aniversario alcanzaba a desmentir, te preguntaban por la fórmula de la eterna juventud, como si ése fuera el gran secreto. Sorteabas la banalidad de esa pregunta, incesantemente repetida, con respuestas ingeniosas y elegantes, que dejaban al interlocutor la ambigua sensación de haber estado hablando con un ángel. La sensación se diluía, mezclada con los requerimientos de lo cotidiano, hasta tu próxima aparición. Entonces, todos confirmaban que, en realidad, no tenías edad, no podías morir, porque verdaderamente eras un ángel. Como ellos, te desplazabas en el espacio y en el tiempo con levedad: hoy estabas en un barrio de París, contemplando fascinado los engranajes de un reloj en una vitrina; mañana estabas en Cuba, discutiendo con Fidel los errores de la campaña contra los homosexuales; a la semana siguiente estabas en Nicaragua, porque había que ayudar a los muchachos y se necesitaba un testigo de la verdad, y siempre estabas en un pasaje de Buenos Aires, allá en tu infancia, que se convertía, de pronto, en un callejón de Barcelona. Todos éramos tus contemporáneos: desde Homero y Virgilio hasta Poe, Rimbaud, y el general Videla, fuimos tus contemporáneos, porque nada -ni nadie- te fue ajeno.

El secreto de los ángeles no es la longevidad, como los hombres banales suelen suponer, sino la fidelidad. Y el ángel encarnado en Julio Cortázar cumplió su sagrada misión con humildad y entrega. Ser fiel a la literatura es instaurar una ética de lo sagrado, y lo sagrado es la libertad del hombre, la identidad entre el pensamiento y la vida, la ausencia de claudicaciones. "Todo en mí está preparado para la dicha" decía el hombre que escuchó mil veces, desde su asiento en el Tribunal Russell, los horrores testimoniales de los mártires de Vietnam, Chile, Uruguay o Argentina. Porque los ángeles conocen la alegría de la identidad y saben que la gracia es un don, un privilegio que se paga con una extraordinaria generosidad: la que tuvo para dedicar su tiempo a los oprimidos, a los perseguidos, a los que golpeaban su puerta y a los que no.

Ninguna desgracia alcanza para abatir el entusiasmo de los ángeles. Porque su confianza es de índole metafísica. Éste fue el secreto, también, de tu extraordinario valor para afrontar la muerte de Carol, hace un año, simetría que tu imaginación habrá adivinado antes de que se produjera.

En tu último vuelo, premonitorio (en los ángeles nada es casual, y tú te encargaste de destruir cualquier hipótesis acerca del azar), viniste a Barcelona, ciudad de tus dos años ("Recuerdo vagamente unas formas misteriosas y llenas de color, quizá las del parque Güell"), y luego, en un viaje fugaz pero estimulante, al nuevo Buenos Aires: el de la recuperación de la dignidad, el que saltaba a la luz luego de años de martirio y de silencio. Después, el regreso a París, con un cuerpo que ya empezaba a fallar y cuyos trastornos soportabas con dignidad, porque los ángeles no se quejan. Tampoco mueren, vos lo sabías, con la certeza de quien siempre estuvo del otro lado del espejo.


© Cristina Peri Rossi













13/2/1984







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Tras las huellas de 9 mujeres que escaparon de una marcha de la muerte nazi, por Lucy Wallis, BBC Stories, Londres, 9 enero 2022

 


Hélène Podliasky / Foto Martine Fourcaut






Cuando la tía abuela de Gwen Strauss reveló que había liderado un grupo de nueve mujeres de la Resistencia en una huida de una marcha de la muerte nazi en 1945, Gwen quiso saber más.

Su deseo la llevó a un sendero en el que caminó sobre los pasos de esas mujeres y garantizó que su valentía fuera reconocida más de 75 años después.

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En 2002, Gwen Strauss estaba disfrutando de un almuerzo relajado con su tía abuela de 83 años, Hélène Podliasky.

Hélène era francesa y Gwen, una autora estadounidense, vive en Francia.

La conversación se centró en el pasado de Hélène. Gwen sabía que su tía abuela había trabajado en la Resistencia en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, pero no sabía nada sobre ese momento de su vida.

Hélène le contó cómo fue capturada por la Gestapo, torturada y deportada a Alemania a un campo de concentración. Cuando los aliados se acercaron, el campo fue evacuado y ella se vio obligada a caminar kilómetros en una marcha de la muerte nazi.

"Luego me escapé con un grupo de mujeres", dijo brevemente.

Gwen quedó asombrada.

"Se estaba acercando al final de su vida, creo que se sentía lista para hablar sobre eso", dice Gwen.

"Muchos sobrevivientes que guardaron silencio durante años, cuando hablaron no lo hicieron con su familia inmediata, sino con alguien un poco alejado".

Elegante y contundente

Prisioneras del campo de concentración Ravensbrück.

FUENTE DE LA IMAGEN,SWEDISH RED CROSS

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Prisioneras del campo de concentración Ravensbrück.

Hélène Podliasky tenía solo 24 años cuando fue arrestada cuando trabajaba como agente de enlace para la Resistencia en el noreste de Francia. Su nom de guerre, o alias, era Christine. Hélène hablaba cinco idiomas, incluido el alemán, y era una ingeniera altamente calificada.

"Tenía un alto cargo en la Resistencia", dice Gwen.

"Había estado trabajando durante más de un año contactando agentes y guiando lanzamientos de material en paracaídas.

"Era brillante. Una persona elegante, tranquila, pero contundente".

Eran los últimos años de la guerra, y Hélène había sido arrestada en 1944 después de un gran impulso de los nazis para intentar romper todas las redes de la Resistencia en Francia.

En esta época también fueron arrestadas otras ocho mujeres. Una amiga de la escuela de Hélène entre ellas.

Las otras 8

Desde arriba a la derecha en sentido horario: Zinka, Nicole, Josée, Zaza.
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Desde arriba a la derecha en sentido horario: Zinka, Nicole, Josée, Zaza.

Suzanne Maudet (nom de guerreZaza) era optimista, amable y generosa.

Un mes después de que se casara, a los 22 años, con un miembro de la Resistencia, René Maudet, la pareja fue arrestada por ayudar a jóvenes franceses a escapar clandestinamente a la Resistencia en lugar de ser reclutados para trabajar en las fábricas alemanas.

"Luego estaba Nicole Clarence, que estaba a cargo de todos los agentes de enlace en toda la región de París", dice Gwen, lo que la puso en un inmenso peligro.

Con solo 22 años, fue arrestada tres semanas antes de la liberación de París en agosto de 1944 y deportada en el último transporte fuera de la ciudad.

Jacqueline Aubéry du Boulley (Jacky) fue también una de las últimas prisioneras que se llevaron de París.

Jacky, de 29 años, era la mayor del grupo, una viuda de guerra y parte de una red de inteligencia clave en la Resistencia. Había sido criada por una tía y un tío ya que su padre era marinero y estaba en el mar.

"Cuando llegó a casa, ella se mudó con él", cuenta Gwen. "Ella hablaba como un marinero y decía lo que pensaba. Fumaba todo el tiempo, tenía una voz muy profunda y grave. Era dura".

Gwen también la describe como increíblemente leal y cariñosa.

Madelon Verstijnen (Lon) y Guillemette Daendels (Guigui) tenían 27 y 23 años cuando fueron detenidas. Buenas amigas, provenían de familias holandesas de clase alta.

"Vinieron a París para unirse a la red holandesa, pero fueron detenidas inmediatamente", cuenta Gwen. "Guigui era atlética, etérea y serena, mientras que Lon era el tipo de persona que tenía que estar en el medio de todo".

Gwen se refiere a Renée Lebon Châtenay (Zinka) como "increíblemente valiente". Descrita por Lon como una "pequeña muñeca", se decía que Zinka era baja con rizos rubios y un espacio entre los dientes frontales.

Ella y su esposo trabajaban para una red que ayudó a los aviadores británicos a escapar de regreso a Inglaterra.

Zinka fue arrestada a la edad de 29 años, y tuvo una bebé en prisión al que llamó Francia. Solo le permitieron quedarse con su bebé durante 18 días, y Zinka fue deportada a Alemania.

Zinka siempre dijo que tenía que sobreviivir por su hija.

Clockwise from top right: Jacky, Lon, Mena and Guigui
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Clockwise from top right: Jacky, Lon, Mena and Guigui

Luego estaba Yvonne Le Guillou (Mena). Gwen la describe como una chica de clase trabajadora a la que "le encantaba estar enamorada". Trabajaba con las redes holandesas en París y en ese momento se había enamorado de un chico holandés. Fue arrestada a los 22 años.

La más joven de las 9 era Joséphine Bordanava (Josée), que tenía solo 20 años cuando fue detenida en Marsella. Era española, y tenía la voz más hermosa para cantar.

Josée calmaba y tranquilizaba a los niños cantándoles.

Las 9 fueron trasladadas a Ravensbrück, un campo de concentración para mujeres en el norte de Alemania, y luego enviadas a trabajar en un campo de trabajo en Leipzig fabricando armamento.

Fue allá donde forjaron una fuerte amistad.

Hambre dolorosa

Las condiciones en el campo eran espantosas.

Las mataron de hambre, las torturaron, las desnudaron y las obligaron a permanecer de pie en la nieve helada para inspeccionarlas.

Sobrevivieron creando una red de amistad.

En el campamento tenían una tradición, cuenta Gwen, que consistía en pasar un cuenco solidario y todas ponían una cucharada de su sopa. Luego le daban el cuenco a la mujer que más lo necesitaba ese día.

El hambre era dolorosa, pero las mujeres encontraban tranquilizador hablar de comida.

Todas las noches Nicole recitaba sus recetas de crema de castañas o una bavarois con fresas empapadas en kirsch.

Las escribiría en trozos de papel que habían logrado robar de la oficina y Nicole lo convirtió en un libro de recetas con parte de su colchón formando la cubierta.

El libro de recetas de Nicole.

FUENTE DE LA IMAGEN,DROITS RÉSERVÉS

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El libro de recetas de Nicole.

La libertad

Cuando Gwen registró el relato completo de Hélène de lo que sucedió, dice que su tía abuela quiso que ella supiera que, aunque estaban encarceladas, seguían siendo soldados, y juntas sabotearon la fabricación de los proyectiles de un arma llamada panzerfaust.

En abril de 1945, los aliados habían bombardeado la fábrica tantas veces que los nazis decidieron evacuar el campo, conduciendo a 5.000 mujeres hambrientas y exhaustas con ropa fina y los pies sangrantes y ampollados, al este a través de la campiña alemana.

Las mujeres estaban conscientes de cuán peligrosa era esa marcha.

"Sabían que sólo tenían una opción", dice Gwen, "tenían que escapar o las matarían o morirían de hambre".

"Así que encontraron un momento en el que hubo una especie de caos, saltaron a una zanja y fingieron que eran cadáveres. Había tantos montones de cadáveres que funcionó y la marcha continuó sin ellas".

Durante los siguientes diez días, las mujeres buscaron a soldados estadounidenses que estuvieran en la primera línea de combate.

Jacky tenía difteria; Zinka, tuberculosis; Nicole se estaba recuperando de una neumonía; Hélène tenía dolor crónico de cadera. Tenían huesos rotos y pasaban hambre, pero estaban decididas a encontrar la libertad juntas.

La odisea

Se necesitó mucho trabajo detectivesco y tres viajes a Alemania para descubrir la ruta exacta que tomaron las mujeres.

Lo que sorprendió a Gwen, al volver sobre los pasos de las mujeres, fue lo poco que progresaban cada día.

"A veces solo recorrían 5 o 6 km", dice.

"Necesitaban comida y un lugar seguro para dormir, así que tenían que ir a las aldeas y hablar con la gente, pero cada vez que lo hacían era muy peligroso pues podían caer en una trampa o ser asesinadas por los aldeanos".

Hélène y Lon, que hablaban alemán, siempre se adelantaban para pedirle permiso al jefe del pueblo para dormir en un granero o conseguir comida.

Hélène y Lon en 2008.

FUENTE DE LA IMAGEN,JETSKE SPANJER & ANGE WIEBERDINK

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Hélène y Lon en 2008.

"Pronto decidieron que la mejor estrategia era actuar como si no hubiera nada malo en que ellas estuvieran allí, fingiendo que no tenían miedo", dice Gwen.

El río

Por fin se enteraron de que los estadounidenses estaban al otro lado del río Mulde en Sajonia, Alemania, y ese fue el último obstáculo que debieron superar.

"Para mí, lo más conmovedor fue estar en el puente del Mulde y mirar el río", dice Gwen.

Había encontrado información sobre las mujeres en los archivos militares de las nueve, en algunos de los relatos escritos por ellas mismas sobre su fuga, de cineastas que habían investigado la historia de Lon y hablando con las familias de las mujeres.

Había descubierto que cruzar el río fue uno de los momentos más angustiosos para las mujeres durante la fuga.

Cuando llegaron al otro lado, hubo un momento en que algunas temieron no poder continuar.

Jacky casi no podía respirar, pero las mujeres estaban decididas a que nadie se quedara atrás. En ese momento, oyeron el rugido de un Jeep y dos soldados estadounidenses saltaron, ofreciéndoles seguridad y un cigarrillo.

Vida anormal

Durante su investigación, Gwen descubrió lo difícil que fue para las mujeres volver a la vida normal después de la guerra.

"Se veían demacradas y su aspecto era terrible. Además, había una especie de vergüenza en ser una mujer que había estado en un campo y una especie de soledad también", dice Gwen.

"Estaban tan unidas como grupo y de repente se dispersaron y quedaron con gente con la que no podían hablar, gente que no quería escucharlas".

"Debe haber sido un aislamiento psicológico. Creo que es como el TEPT (Trastorno de estrés postraumático), pero no reconocido, porque no eran consideradas soldados".

Como mujeres jóvenes, a menudo les habían dicho que, después de la guerra, mantuvieran sus historias en secreto, por lo que su heroísmo pasó desapercibido.

"De los 1.038 Compagnons de la Libération, que era el grupo al que [el presidente Charles de Gaulle] consideraba como los líderes de la Resistencia, había seis mujeres, y cuatro de ellas ya estaban muertas", dice Gwen.

"Eso es ridículo, porque la Resistencia probablemente estaba compuesta por al menos un 50% de mujeres".

Algunas de ellas decidieron dejar el pasado atrás, pero otras, como Guigui y Mena, siguieron siendo amigas de por vida y fueron madrinas de los hijos de la otra.

"Las mujeres volvieron a reunirse mucho después, cuando mi tía me contó la historia. El grupo sobreviviente tuvo una pequeña reunión", dice Gwen.

France Lebon Châtenay Dubroeucq en 2019

FUENTE DE LA IMAGEN,FRANCE LEBON CHÂTENAY DUBROEUCQ

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France Lebon Châtenay Dubroeucq en 2019

El bebé

¿Qué pasó con Francia, el bebé de Zinka?

Gwen la buscó por mucho tiempo hasta que "por extraña coincidencia la encontré y fui a verla en el sur de Francia".

"Me dijo: '¡Imagínate!Después de 70 años enterarme de todo esto sobre mi madre".

Francia se reunió con su madre después de la guerra, pero Zinka estaba muy enferma y tuvo que ser sometida a múltiples operaciones debido a la tuberculosis que había contraído en el campo de concentración.

A veces, Zinka estaba demasiado débil para cuidarla cuando era niña, y a menudo la enviaban a vivir con otros miembros de la familia.

Zinka murió en 1978, sin que Francia supiera la historia de la fuga de su madre.

"No sabía lo importante que había sido para su madre", dice Gwen, "y para su supervivencia".

La tía abuela

La tía abuela Hélène falleció en 2012.

Hacia el final de su vida hubo momentos en los que quedó claro que todavía estaba obsesionada por el pasado, dice Gwen, en su libro "The Nine" (Las nueve).

"Las mujeres soportan la peor parte de las guerras de maneras profundas y no reconocidas, y quiero que eso sea reconocido y conocido", dice Gwen.

Sin embargo, Gwen también quiere que se reconozcan los "increíbles actos de bondad y generosidad".

"Todas estas pequeñas formas en las que se sostenían son tan hermosas que creo que también deberían celebrarse".

Línea

Créditos de las imágenes: Hélène Podliasky: Cortesía de Martine Fourcaut; Suzanne Maudet (Zaza): Cortesía de su familia; Nicole Clarence: Droits Réservés; Jacqueline Aubéry du Boulley (Jacky): Cortesía de Michel Lévy; Madelon Verstijnen (Lon): Cortesía de Patricia Elisabeth Frédérique Wensink y Wladimir Schreiber; Renée Lebon Châtenay (Zinka): Cortesía de France Lebon Châtenay Dubroeucq; Yvonne Le Guillou (Mena): Cortesía de Jean-Louis Leplâtre: Joséphine Bordanava (Josee): Cortesía de su familia y Les Amis de la Fondation pour la Mémoire de la Déportation de l'Allie


Lucy Wallis, BBC Stories, Londres,  9 enero 2022

Fuente: BBC Stories





Prohibido amar en Septiembre: Decreto de la Municipalidad de La Plata/ por Viviana Marcela Iriart, La Plata, revista Machu Picchu, septiembre 1978

 




Las que hacemos esta revista teníamos ganas de realizar un encuentro subterráneo, para presentar a las revistas y libros que el movimiento edita. Encontrarnos en Parque Saavedra y compartir un día de música, poesía, plástica, sol y amigas y amigos. Conocernos y mostrarle a la ciudad la actividad de un movimiento que desconoce.

Pero cuando fuimos a la Municipalidad a pedir el obligatorio permiso nos dijeron "NO" (¡ah, las represiones ocultas!). Insistimos,explicamos, pataleamos, la respuesta siguió siendo no. Sólo la curia, explicaron, puede realizar manifestaciones de este tipo (qué raro, ¿no?).

Nosotras pensamos que en septiembre los prejuicios y represiones, como el polen de las flores, habían marchado junto con el viento.

No fue así. Pero no importa, estén alertas que en cualquier momentos pájaros irán a llevarles nuestro mensaje. Pájaros y flores hablarán del encuentro del Amor y de la Paz en  una reunión subterránea. 

Nos prohíba quien nos prohíba.

"Nosotras venceremos sobre el  odio con el amor. Algún día será. Jesús venció, nosotras venceremos". (1)

Viviana Marcela Iriart

Agosto de 1978

Revista Machu Picchu No. 4 


(1) Ingenuamente, puse esta versión católica de la canción de protesta estadounidense "We shall overcome", con la esperanza de que la dictadura no se molestara. No fue así. Nueve meses después de escribir este texto fui condenada al exilio por la dictadura argentina. Durante ese tiempo pasé meses en la clandestinidad y un mes asilada en la Embajada de Venezuela en Buenos Aires, a cuyo personal nunca me cansaré de agradecerle.





Retrato de la mujer que lucha, entrevista de Leandro Arteaga, Página 12, Buenos Aires, 27 de diciembre de 2021

 


Ilse Fuskova en El Cairo Cine Público


El documental que dirigen Liliana Furió y Lucas Santa Ana ofrece un recorrido atento sobre vida y obra de la activista del feminismo y lesbianismo en Argentina.


Ilse Fuskova, activista del feminismo y lesbianismo.






Se trata de un retrato admirado, pleno de cariño. El documental Ilse Fuskova, que dirigen Liliana Furió y Lucas Santa Ana, hace dialogar algunas de las muchas aristas en la historia de vida de la extraordinaria activista del feminismo y lesbianismo en Argentina. Azafata, periodista –sus primeros pasos en la revista Chicas, de Divito–, fotógrafa, declarada públicamente feminista ¡en 1978! y lesbiana ¡en los almuerzos de Mirtha Legrand!, creadora –junto con Adriana Carrasco– de los Cuadernos de existencia lesbiana (primera publicación lésbica argentina editada desde el feminismo), autora –con Claudina Marek– del libro Amor de mujeres (1994). Ilse Fuskova es magnífica, el cine debía abordar su historia. Y El Cairo Cine Público (Santa Fe 1120) ofrece una próxima función el jueves a las 22.30.

A la par de entrevistas a Adriana Carrasco, Diana Maffía, Mabel Bellucci, María Laura Rosa, Elsi San Martín, Mariela Silverstein, Susana Blaustein Muñoz, Amanda Alma, Marcelo Ferreyra y Keno Feldhaus; la película de Furió y Santa Ana exhuma material de archivo al que articula con la radiante actualidad de su protagonista: Fuskova tiene hoy 92 años y continúa en su luminosa lucha por la conquista de derechos.



“Reivindico el reconocimiento, el cariño, el marcar el camino por parte de muchas y muchos que nos preceden. En lo personal, no hubiese podido pararme tan pronto, con tanta convicción, de no haber encontrado el libro de Ilse y sus charlas con Claudina; y en un momento donde estaba saliendo del clóset y después de haber estado muchos años casada, motivo por el cual también tengo una identificación con su historia. Le tengo un enorme cariño y agradecimiento a Ilse”, explica Liliana Furió a Rosario/12. El cine de Furió y el de Lucas Santa Ana se encuentra vinculado a las luchas por los derechos de la comunidad LGTB; en el caso de la primera con su anterior Tango Queerido (2016), película dedicada al movimiento internacional de tango queer; mientras que Santa Ana dirigió El puto inolvidable, la historia de Carlos Jáuregui (2016), documental que junto al dedicado a Fuskova conforma un díptico tan indudable como necesario.

-¿De qué manera aparece la decisión de documentar la historia de Fuskova?

-Fue muy simple, así como es ella: simple y directa. Yo tengo un poco de eso también, aunque estoy muy lejos de su enorme lucha y talento. Sucedió al encontrármela en una muestra de sus obras de arte, de sus fotos, en un homenaje que le hacían en (el Centro Cultural) Tierra Violeta. Cuando fui a abrazarla y agradecerle, le pregunté: ¿cuándo podremos ver un material documental tuyo? Y me dice que no, que no hay nada. ¡Lo tenemos que hacer ya!, le dije, y aceptó de inmediato. Ahí mismo nos embarcamos. La anécdota la cuento siempre porque fue así. Yo me encontré con este honor, el de haber podido llevar a término un relato sobre la vida de una mujer imprescindible, una de las tantas mujeres imprescindibles cuyas vidas nos faltan contar.

-Allí la importancia del cine, había que acercarse a su historia de vida para acercarla a las y los demás.

-Con Lucas Santa Ana entendemos que lo colectivo siempre enriquece, que la diversidad es necesaria, y es eso lo que queda plasmado en nuestros trabajos, ese afán de por lo menos predicar un poco con el ejemplo. Siempre estamos hablando de la importancia de la diversidad y lo comunitario, y en ese sentido el cine es una muestra gigante, y me refiero a los logros de nuestro cine independiente. Tal vez me vaya un poco de tema, pero la estamos peleando, no estamos en la más bella de las situaciones a nivel nacional en cuanto al cine independiente. La luchamos a brazo partido, y lo que estamos padeciendo nos deja realmente atónitos. Pero nos llena el pecho de orgullo y alegría saber que tenemos que acompañar a las películas, más aún los documentalistas. Mi otro documental, Tango Queerido, todavía está dando vueltas por ahí y tengo el placer de presentarlo donde me lo piden. Además, las películas han sido fundamentales en las luchas que hemos llevado adelante por los derechos humanos, por los derechos de las minorías y la diversidad. El cine es una herramienta, y diría también un arma cargada de sentido, que tenemos que seguir bancando y es fundamental.

-¿Cómo accediste al material de archivo?

-El proceso fue complejo y trabajoso, nos agarró la pandemia y los archivos estaban cerrados. Ilse también donó muchas cosas. Por otro lado, ya sabemos que archivísticamente hay una deuda enorme y que atañe al cine. Pero fue maravilloso el aporte de Marcelo Ferreyra, que tiene un archivo envidiable y fue fundamental. Por su parte, Lucas tenía mucho material reunido a partir de su anterior documental, dedicado a Carlos Jáuregui. También María Laura Rosa, la diseñadora de arte, hizo su aporte. Y a Ilse le fui encontrando muchísimas cajas, arcones, verdaderas cajas de Pandora de donde salían un montón de cosas. La más valiosa fue una gigante, con unos 50 VHS sin digitalizar; de allí hicimos una selección que es lo que se ve en el documental.

-Es imposible no reparar en la irrupción mediática que hace Fuskova, con tanta claridad como para saber cómo desempeñarse en la pantalla televisiva ¡de Mirtha Legrand!

-¡Y con qué parsimonia, con qué lenguaje amoroso! Supo cómo llegar tanto a una señora paqueta de Barrio Norte como a la señora de barrio. Esa magia que tiene Ilse, ese carisma, es algo que ayudó mucho, y eso está bien claro en la película. ¡Las perlitas con Moria no se pueden creer!

-Por otra parte, pienso en los vínculos familiares y políticos, como la relación de Ilse con su nieto, vinculado con la protección del medio ambiente.


-Hay una amistad enorme con su nieto, es una posta generacional. Un montón de pibas y pibes hoy van a poder conocer a Ilse, porque hay muchísima gente de las nuevas generaciones que no saben quién es; ese nieto la tiene como referente y sigue adelante con otras luchas, tan necesarias como el cambio climático y ecológico, consecuencias de la devastación que genera el capitalismo salvaje.


Leandro Arteaga
Página 12, Buenos Aires
 27 de diciembre de 2021

Fuente Página 12