la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Chico Buarque entrevistado por Clarice Lispector: “No es que sea crédulo, lo que soy es muy perezoso / Não é que eu seja crédulo, sou é muito preguiçoso “ / entrevista en español y portugués / Revista Manchete, Rio de Janeiro, 1968



 Xico Buark







Esta grafía, Xico Buark, fue inventada por Millôr Fernandes una noche en el Antônio´s.  Me gustó como cuando jugaba con las palabras en la infancia. En cuanto a Chico, apenas sonrió con una sonrisa doble: una por encontrarla graciosa, otra mecánica y tristona de alguien que fue aniquilado por la fama. Si Xico Buark no combina con la figura pura y un poco melancólica de Chico, combina con la cualidad que él tiene de dejar que los otros lo llamen y lo vean como quieran, con la capacidad que tiene de sonreír conservando muchas veces sus ojos verdes abiertos y sin risa.

Él no es de ninguna manera un muchacho, pero si existiese en el reino animal un bicho pensativo y bello y siempre joven que se llamase Muchacho, Francisco Buarque de Holanda sería de la raza montañesa de los Muchachos.

Arreglamos el encuentro a las 4 de la tarde porque a las cinco Chico tenía una lección de música con Vilma Graça. Hace un año está estudiando teoría musical y  ahora comenzará con piano. Estábamos los dos en mi casa y la conversación transcurrió sin desentendimientos, con una paz de quien al fin llega de la calle.

-Tú todavía has vivido tan poco que tal vez sea prematuro preguntarte si tuviste algún momento decisivo en la vida y cuál fue.

-Yo soy malo para responder. La verdad es que tuve muchos momentos decisivos, pero creo que todavía soy demasiado joven para saber si de hecho eran momentos decisivos. Al final de cuentas no sé si ellos lo serán o no.


-Tengo la impresión de que tú naciste con una estrella en la frente: todo te sucedió de manera y fácil y natural como un riachuelo de campo. ¿No me equivoco si digo que para ti no es muy difícil crear?

-No te equivocas. Porque a veces estoy tratando de crear alguna cosa y duermo pensando en eso, me levanto pensando en eso –y nada. En general me canso y desisto. Y otro día la cosa estalla y cualquier persona pensaría que era gratuita, nacida en ese momento. Pero esa explosión viene del trabajo anterior inconsciente y aparentemente negativo. ¿Y tú trabajo cómo es?

-Viene a veces en nebulosa sin que pueda caracterizarlo de ningún modo. También como tú, paso días o hasta años, Dios mío, esperando. Y, cuando llega, ya viene en forma de inspiración. Yo sólo trabajo por inspiración.

-Hasta ahí te entiendo, Clarice. Pero a mí, cuando la música o la letra vienen, me parece que es mucho más fácil de concretizar porque es una cosa pequeña. Tengo la impresión de que si tuviese la idea de construir una sinfonía o una novela, se despedazaría antes de terminarlas.

-Pero Chico, ahí es que entra el sufrimiento del artista: todo se despedaza y yo pienso que la inspiración que pasó nunca más ha  de venir.

-Si tú tienes una idea para una novela, ¿siempre puedes reducirla a un cuento?

-No es así, pero, si continúo hablando, la entrevistada término siendo yo. Tú, a pesar de ser un joven que vino de una gran ciudad y de una familia erudita, das la impresión de que te deslumbraste, deslumbrando a los otros con tu particular manera de hablar. Lo que quiero decir es que tú, al ir creciendo y adquiriendo mayor madurez, te deslumbraste con tus propias capacidades, entraste en una vorágine  y todavía no pusiste los pies en el suelo. ¿Qué es lo que piensas: ya te habituaste al éxito?

-Tengo cara de bobo porque mis reacciones son muy lentas, pero soy un vivo. Sólo que poner los pies en la tierra en el sentido práctico me confunde un poco. Tengo, por ejemplo, una persona que me explica un contrato y no consigo prestar atención a ciertas cosas. El éxito forma parte de esas cosas exteriores que no contribuyen en nada para mí. Yo soy vanidoso como cualquier persona y me alegro por el éxito pero no es importante. Importante es aquel sufrimiento con el que trato de buscar y encontrar. Hoy, por ejemplo, me levanté con un sentimiento de vacío increíble porque ayer terminé un trabajo.

-Yo también me siento perdida después de que acabo un trabajo más serio.

-Siento envidia: mi trabajo como músico está expuesto a un consumo rápido y yo prácticamente no tengo el derecho de quedarme pensando en una idea mucho tiempo.

-Tal vez tú todavía cambies. ¿Cómo es que Villa-Lobos creaba? Sería interesante para ti saberlo.

-Sé alguna cosa. Por ejemplo, una frase de él que Tom Jobim me contó: dice que Villa-Lobos estaba un día trabajando en su casa y había un barullo increíble a su alrededor. Entonces Tom le preguntó: cómo hace, maestro, eso no lo confunde? Él respondió: el oído de afuera no tiene nada que ver con el oído de adentro. Es eso lo que envidio en él. Me gustaría mucho no tener plazo para entregar mis canciones, y no hacer éxitos: ¿a ti te gustaría, por ejemplo, salir para la calle y comenzar a dar autógrafos en el medio de la  propia calle?

-Lo detestaría, Chico. Yo no tengo, ni de lejos, el éxito que tú tienes, pero incluso el pequeño éxito que tengo a veces me perturba el oído interno.

-Entonces estamos iguales.

-Todas las madres con hijas en edades de casarse estarían de acuerdo en que se casasen contigo. ¿De dónde viene ese aire de buen muchacho? Creo, personalmente, que viene de la bondad mezclada con el buen humor, melancolía y honestidad. Tú también tienes el aire de quien es fácilmente engañado: ¿es verdad que eres crédulo, o tienes los ojos abiertos frente a los charlatanes?

-No es que sea crédulo, lo que soy es muy perezoso.

-¿Qué sentiste cuando el maestro Karabtchevsky dirigió “La Banda” en el Teatro Municipal?

-Claro que me gustó, pero lo que me interesa es crear. La intención de Karabtchevsky fue de las mejores, incluso corajuda. Y todavía quiero que eso se repita con otros compositores populares.

-¿Tú fuiste precoz en otras manifestaciones de la vida? Habla sin modestia.

-No, todo lo que  hice de adolescente está ligado de alguna manera con lo que hago hoy, esto es, versitos.

-¿Tú quieres hacer un versito ahora mismo? Para que no te sientas vigilado, esperaré en el vestíbulo hasta que me llames.

Chico se rió, yo salí, esperé unos minutos hasta que me llamó y ambos  leemos sonriendo:


Como Clarice pidiera
Un versito que yo no dijera
Me salió mal
Se quedó allá adentro esperando
Pero dejó su ojo mirando
Con cara de Juicio Final


-La Banda recuerda a las canciones que nuestros abuelos cantaban: tiene un aire nostálgico y sabroso como cuando se abre un libro grande y encuentras dentro una flor seca guardada exactamente para que perdure. ¿De dónde sacaste esa modinha (genero de canción popular) tan brasilera? ¿Cuál fue la fuente de inspiración?

-No sé, no, es una cosa difícil de concientizar. Recuerdo a las bandas aunque no he vivido en el interior del país, pero atrás de mi casa había un terreno baldío donde a veces había un circo, un parque de diversiones, esas cosas.

-Te vi en la primera manifestación de los estudiantes por la libertad. ¿Qué piensas de los estudiantes del mundo y de los de Brasil en particular?

-De los estudiantes del mundo es para mí difícil hablar, pero aquí en Brasil siento en todos los sectores una pudrición y la imposibilidad de cambio, salvo por  mentalidades completamente jóvenes y todavía no alcanzadas por esa pudrición.  Aquí en Brasil solo veo ese liderazgo. Un muchacho del “New York Times” me entrevistó y me preguntó: está bien, ustedes no quieren censura ni represión ni los métodos arcaicos de educación: pero si ustedes ganaran, ¿quién va a sustituir a las autoridades? Por increíble que parezca, el mundo político está envuelto por esa decadencia y acomodo. ¿Y tú? También te vi en la manifestación.

-Fui por los mismos motivos que tú. Cambiando de tema, Chico, ¿tú ya experimentaste sentirte en soledad? ¿O tu vida ha tenido siempre ese brillo tan merecido? Chico, un consejo para ti: quédate solo de vez en cuando, sino serás hundido. Hasta el amor excesivo de los otros puede hundir a una persona.

-Pienso lo mismo y siempre que puedo hago mi retirada.

-En la música llamada clásica, a pesar de ella englobar a compositores a los cuales el clasicismo no podría ser aplicado, en esa música, ¿qué prefieres?

-Ahí no es cuestión de preferencia, es costumbre para mí. Tengo a mano siempre un Beethoven.

-¿Tu familia prefería que siguieses la vocación de otros talentos tuyos que en apariencia, por lo menos, son más aseguradores de un futuro estable?

-En el comienzo sí. Luego que entré en arquitectura, cuando comencé a cambiar la regla T por la guitarra, la cosa parecía vagabundería. Ahora (sonríe) pienso que ya se conformaron.

-¿Ahora estás componiendo  algo con letra tuya? Tu letra es linda.

-Estoy en la fase de búsqueda. Ayer acabé un trabajo que era sólo de música, que exigía plazo. Para una canción nueva, yo estoy siempre disponible.

-En la música popular, ¿quién sería para ti un ídolo?

-Muchos, y es por eso difícil citar alguno.

-Tu padre es un gran padre. ¿A quién más en tu familia yo llamaría grande, si la conociese?

-A mi madre, a pesar de tener un metro y cincuenta y poco de altura. Yo leí mucho y mamá siempre me estimulaba en ese sentido.

-¿Cuál es la cosa más importante del mundo?

-El trabajo y el amor.

-Como individuo, ¿cuál es la cosa más importante para ti?

-La libertad para trabajar y amar.

-¿Qué es el amor?

-No sé definirlo, ¿y tú?

-Yo tampoco.


Revista Manchete 1968
Traducción  viviana marcela iriart


Fuente en portugués: Portal Luis Nassif







Xico Buark


 
  



Esta grafia, Xico Buark, foi inventada por Millôr Fernandes, numa noite no Antônio’s. Gostei como quando brincava com palavras de crianças. Quanto ao Chico, apenas sorriu um sorriso duplo: um por achar engraçado, outro mecânico e tristonho de quem foi aniquilado pela fama. Se Xico Buark não combina com a figura pura e um pouco melancólica de Chico, combina com a qualidade que ele tem de deixar os outros o chamarem e lê vir, com a capacidade que tem de sorrir conservando muitas vezes os olhos verdes abertos e sem riso.

Ele não é de modo algum um garoto, mas se existisse no reino animal um bicho pensativo e belo e sempre jovem que se chamasse Garoto, Francisco Buarque de Holanda seria da raça montanhesa dos garotos.

Marcamos encontro às quatro horas porque às cinco Chico tinha uma lição de música com Vilma Graça. Há um ano está estudando teoria musical e agora começará com o piano. Estávamos os dois na minha casa e a conversa transcorreu sem desentendimentos, com uma paz de quem enfim volta da rua.


- Você viveu ainda tão pouco que talvez seja prematuro perguntar-lhe se você teve algum momento decisivo na vida e qual foi?


Eu sou ruim para responder.
Na verdade tive muitos momentos decisivos, mas creio que ainda sou moço demais para saber se eram de fato decisivos esses momentos. No final de contas não sei se eles contaram ou não.


- Tenho a impressão que você nasceu com a estrela na testa: tudo lhe correu fácil e natural como um riacho de roça. Estou certa se para você não é muito laborioso criar?

- E não é. Porque às vezes estou procurando criar alguma coisa e durmo pensando nisso, acordo pensando nisso – e nada. Em geral eu canso e desisto. No outro dia a coisa estoura e qualquer pessoa pensaria que era gratuita, nascida naquele momento. Mas essa explosão vem do trabalho anterior inconsciente e aparentemente negativo. E como é seu trabalho?

- Vem às vezes em nebulosa sem que eu possa caracterizá-lo de algum modo. Também como você, passo dias ou até anos, meu Deus, esperando. E, quando chega, já vem em forma de inspiração. Eu só trabalho em forma de inspiração.


- Até aí eu entendo, Clarice. Mas a mim, quando a música ou a letra vêm, parece muito mais fácil de concretizar porque é uma coisa pequena. Tenho impressão de que se me desse idéia de construir uma sinfonia ou um romance, a coisa ia se despedaçar antes de estar completa.


- Mas Chico, aí é que entra o sofrimento do artista: despedaça-se tudo e a gente pensa que a inspiração que passou nunca mais há de vir.


- Se você tem uma idéia para um romance, você sempre pode reduzi-lo a um conto?

- Não é bem assim, mas, se eu falar mais, a entrevistada fica sendo eu. Você, apesar de rapaz que veio de uma grande cidade e de uma família erudita, dá a impressão que se deslumbrou, deslumbrando os outros com sua fala particular. O que quero dizer é que você, ao ter crescido e adquirido maior maturidade, deslumbrou-se com as próprias capacidades, entrou numa roda-viva e ainda não pôs os pés no chão. Que é que você acha: já se habituou ao sucesso.


- Tenho cara de bobo porque minhas reações são muito lentas, mas sou um vivo. Só que pôr os pés no chão no sentido prático me atrapalha um pouco. Tenho, por exemplo, uma pessoa que me explica um contrato e não consigo prestar atenção em certas coisas. O sucesso faz parte dessas coisas exteriores que não contribuem nada para mim. A gente tem a vaidade da gente, a gente se alegra, mas isso não é importante. Importante é aquele sofrimento com que a gente procura buscar e achar. Hoje, por exemplo, acordei com um sentimento de vazio danado porque ontem terminei um trabalho.

- Eu também me sinto perdida depois que acabo um trabalho mais sério.

- Tenho uma inveja: meu trabalho de música está exposto a um consumo rápido e eu praticamente não tenho o direito de ficar pensando numa idéia muito tempo.

- Talvez você ainda mude. Como é que Villa-Lobos criava? Seria interessante para você saber.

- Sei alguma coisa. Por exemplo, uma frase dele que Tom Jobim me contou: diz que Villa-Lobos estava um dia trabalhando na casa dele e havia uma balbúrdia danada em volta. Então o tom perguntou: como é, maestro, isso não atrapalha? Ele respondeu: o ouvido de fora não tem nada a ver com o ouvido de dentro. É isso que invejo nele. Gostaria muito de não ter prazo para entrega das músicas, e não fazer sucesso: você gostaria, por exemplo, de sair para a rua e começar a dar autógrafo no meio da rua mesmo?

- Detestaria, Chico. Eu não tenho, nem de longe, o sucesso que você tem, mas mesmo o pequeno que eu tenho às vezes me perturba o ouvido interno.

- Então estamos quites

- Todas as mães com filhas em idade de casar consentiriam que casassem com você. De onde vem esse ar de bom rapaz? Acho, pessoalmente, que vem da bondade misturada com bom-humor, melancolia e honestidade. Você também tem o ar de quem é facilmente enganado: é verdade que você é crédulo, ou está de olhos abertos para os charlatões?

- Não é que eu seja crédulo, sou é muito preguiçoso.

- O que é que você sentiu quando o maestro Karabtchevsky dirigiu “A Banda” no Teatro Municipal?

- Claro que gostei, mas o que me interessa mesmo é criar. A intenção de Karabtchevsky foi das melhores, inclusive corajosa. Eu quero ver ainda a coisa se repetir com outros compositores populares.

- Você foi precoce em outras manifestações da vida? Fale sem modéstia.

- Não, tudo que fiz como garoto é de algum modo ligado com o que eu faço hoje, isto é, versinhos.

- Você quer fazer um versinho agora mesmo?
Para você não se sentir vigiado, esperarei na copa até você me chamar.

Chico riu, eu saí, esperei uns minutos até ele me chamar e ambos lemos sorrindo:


Como Clarice pedisse

Um versinho que eu não disse

Me dei mal

Ficou lá dentro esperando

Mas deixou seu olho olhando

Com cara de Juízo Final.


- A banda lembra música de nossos avós cantarem: tem um ar saudoso e gostoso de se abrir um livro grosso e encontrar dentro uma flor seca guardada exatamente para durar.
De onde você tirou essa modinha tão brasileira? Qual a fonte de inspiração?

- Não sei não, é uma coisa difícil de conscientizar. Lembro da banda mesmo não tendo vivido no interior, mas atrás da minha casa tinha um terreno baldio onde às vezes havia circo, parque de diversões, essas coisas.

- Vi você na primeira passeata pela liberdade dos estudantes. Que é que você pensa dos estudantes do mundo e do Brasil em particular?

-No mundo é para mim difícil falar, mas aqui no Brasil eu sinto em todos os setores um apodrecimento e a impossibilidade de substituição senão por mentalidade completamente jovens e ainda inatingidas por essa podridão. Aqui no Brasil só vejo esta liderança. Um rapaz do “New York Times” entrevistou-me e perguntou: está bem, vocês não querem censura nem repressão nem os métodos arcaicos de educação: mas se vocês ganharem, quem vai substituir as autoridades? Por incrível que pareça, o mundo político está envolvido por essa decadência e acomodação. E você? Eu também te vi na passeata.

- Fui pelos mesmos motivos que você.
Mudando de assunto, Chico, você já experimentou sentir-se em solidão? Ou sua vida tem sido sempre esse brilho tão justificado? Chico, um conselho para você: fique de vez em quando sozinho, senão você será submergido. Até o amor excessivo dos outros pode submergir uma pessoa.

- Também acho e sempre que posso faço a minha retirada.


- Na música chamada clássica, apesar dela englobar compositores aos quais o classicismo não poderia ser aplicado, nessa música o que você prefere?

- Aí não é questão de preferência, é costume para mim. Tenho sempre à mão um Beethoven.

- Sua família preferia que você seguisse a vocação de outros talentos seus que em aparência, pelo menos, são mais asseguradores de um futuro estável?


- No começo sim. Logo que entrei para a arquitetura, quando comecei a trocar a régua “T” pelo violão, a coisa parecia vagabundagem. Agora (sorri) acho que já se conformaram.

- Você está compondo agora alguma coisa e com letra sua mesma? Sua letra é linda.

- Estou na fase de procura. Ontem acabei um trabalho que era só de música, que exigia prazo. Para uma canção nova, eu estou sempre disponível.

- No domínio da música popular, quem seria por sua vez o seu ídolo?

- Muitos, e é por isso que é difícil citar.

- Seu pai é um grande pai. Quem mais na sua família eu chamaria de grande, se conhecesse?

- Minha mãe, apesar de ter um metro e cinqüenta e poucos de altura.Eu li muito e
mamãe sempre me estimulava nesse sentido.

- Qual é a coisa mais importante do mundo?

- Trabalho e amor.

- Qual é a coisa mais importante para você, como indivíduo?

- A liberdade para trabalhar e amar.

- O que é o amor?

- Não sei definir, e você?

- Nem eu. 



Revista Manchete 1968



“Entrevistas” de Clarice Lispector
Brasil