Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).

Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).


la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Carlos Giménez Fotos: con Gabriel García Márquez, Joseph Papp, Nuria Espert, Giorgio Strehler, Paco Rabal, María Teresa Castillo, Fidel Castro, Oscar Arias, Carlos Andrés Pérez, Rafael Caldera, José Ignacio Cabrujas, José Pulido, Pilar Romero....

























Carlos Giménez y  Nuria Espert, UCV, Caracas.














Carlos Giménez y Paco Rabal

















Carlos Giménez y la primera graduación del TNT

Carlos Giménez, Amanda Gutierrez, Gustavo Rodríguez
ensayando La Gaviota, Sala Anna Julia Rojas,
Ateneo de Caracas, mayo 1983

Carlos Giménez y Alma Ingianni ensayando La Gaviota,
Sala Anna Julia Rojas,
Ateneo de Caracas, mayo 1983




Carlos Giménez, María Teresa Castillo y Porte Acero






Pilar Romero, Carlos Giménez y Cecilia Bellorín




























Carlos Giménez, Giorgio Ursini, Marcelo Pont, Silviainés Vallejo, Rafael Reyeros.... 








Carlos Giménez y María Teresa Castillo 
de gira por Europa















Anita Giménez, hermana de Carlos, y su busto.






Erich Wildpred, Pedro Pineda, Karl Hausfman, Aitor Gaviria, Carlos Giménez







Carlos Giménez y Juan "Pichu" Rodríguez


















Agradecemos la colaboración de José Pulido, Marcelo Pont, Aitor Gaviria, Francis Rueda, Cecilia Bellorín, José Jesús González.

Fotos de Rajatabla: Miguel Gracia 

Fuentes
Ed. Monte Avila -Presidencia de la República de Venezuela, 1991





 Links


Libro homenaje, prólogo de José Pulido, 
textos de Carlos Giménez, entrevistas de viviana marcela iriart


Carlos Giménez: Página web



Cosas de Pepito:  existosa obra infantil del grupo Rajatabla.
En la foto, Laura Costa, Caracas, 1982.








Margot Benacerraf, la venezolana que filmó a Picasso / Angel Ricardo Gómez, 2009

A sus 82 años, la cineasta Margot Benacerraf cuenta en primera persona lo que fue aquella mágica experiencia de realizar una película junto al pintor español, en 1953





“Aquella, fue la proyección más bella que he tenido en mi vida.  
Bajo las estrellas, en Vallauris, al sur de Francia…

“Proyectaban mi película Reverón a todos los ceramistas y Picasso se sentó mi lado. A medida que el filme avanzaba, él se mostraba muy interesado. De repente, me dio una palmada en la pierna y me dijo, en un español muy malo, medio catalán, medio francés:

-Mañana tú y yo hacemos una película, pero no sobre mí, sino conmigo.


Margot Benacerraf y Pablo Picasso


-¿Pero cómo, don Pablo, si yo no tengo cámara? Además, usted sabe, eso hay que prepararlo...

-No te preocupes, yo te dije que iba a haber un aparato de proyección para pasar a Reverón y lo conseguí. Mañana te mando a buscar a las 11:00 de la mañana.

“Y al día siguiente, puntual, estaba su hijo Polo esperando por mí.”

“Entonces me llevan a la casa de Picasso, donde él era como un rey. ¡Cómo lo adulaban! ¡Era algo hasta horrible!

“El pintor tenía una montaña de regalos: capas de torero —porque a él le gustaban los toros?, varas de picador… muchos obsequios. ‘Yo creo que alguien me regaló una cámara, yo no sé… por ahí debe estar…?, dijo, y apareció una de 16 mm. Entonces, mandó a comprar película reversible, lo que ha sido una desgracia para mí porque no hay copia, no hay negativo.

“Yo me repetía: ‘Dios mío, yo sólo he trabajado con cámaras profesionales de 35 mm. ¿Cómo voy a resolver con una camarita de 16 mm? Estaba aterrada, pero ¿cómo le decía que no a don Pablo?




Margot tras las cámaras

 
Montaje de Araya


“Él era muy metódico y todos los días repetía lo mismo —yo me he dado cuenta de que los genios son así, lo mismo sucedía con Luis Buñuel—. Tenía las mismas costumbres, a las mismas horas, era obsesivo. Y una de las obsesiones de Picasso era que él, como a las 11:00 ó 12:00 de la mañana, me pasaba buscando por el hotelito donde yo estaba y bajábamos a la playa.

“Empezábamos a trabajar entre 1:00 y 3:00 de la tarde, cuando el Sol está así (verticalmente). Yo decía: ‘No va a salir nada?, ‘yo no tengo experiencia en 16 mm?. Sin embargo, eso no lo detuvo. De inmediato, él comenzaba a jugar. Inventaba cosas todos los días… Por eso me decía que era una película para divertirnos. A veces, se acercaba a los bañistas y usaba sus rodillas como lienzo. Pintaba sobre ellas… Era muy lindo ver todo el proceso creativo de Picasso. Filmábamos casi todos los días, menos los fines de semana porque eran los toros.


En el Festival de Cannes recibiendo el premio por Araya

“A las 3:00 en punto nos íbamos a almorzar al restaurante Tetou, que era especialista en una sopa que hacían con langosta y pescado. A diario, cuando pasábamos delante del vivero de langostas con todas las pinzas hacia arriba, me decía: ‘¿Verdad que es como La batalla de Paolo Ucello? Y yo le decía, ‘Sí, don Pablo?.

“Total que después no lo dejaban comer tranquilo. Venían a pedirle cosas: ‘Mire, don Pablo, no tengo dinero?, entonces él les dibujaba una paloma y se las regalaba para que la vendieran. Por eso es que hay tantas obras de Picasso en todas partes.

“Él siempre andaba con su corte al lado: estaban Edouard Pignon, otro pintor; sus sobrinos; su mujer, Françoise Gilot, que después escribió el libro Mi vida con Picasso.

“Al cabo de un mes ya habíamos filmado una gran cantidad de cosas. Nos fuimos a Niza, a tres cuartos de hora de Cannes, a los famosos estudios de la Victorina, donde se hicieron muchas películas durante la guerra. Allí vimos el material. Picasso estaba fascinado. Entonces le comenté: ‘Tenemos que terminar la película. Yo la voy a llamar Diario de un verano en 1953? y le propuse hacer el final en cámara lenta”.



LEJOS DE FRANCO


Margot Benacerraf inaugurando la Cinemateca Nacional


“Tengo que recordar que yo estuve en la Facultad de Filosofía y Letras de la UCV con profesores republicanos españoles: personajes como Juan David García Bacca, Eugenio Imaz y José Bergamín, fueron mis maestros. Más que de una Facultad, se trataba de una escuela viva. Por eso siempre digo que soy el producto de los republicanos españoles en el exilio.

“Cuando me fui a París, en 1950, me llevé una cantidad de cartas para otros republicanos españoles allá. Yo las entregué e hice amistad con ellos en París. En el 51 filmo Reverón; en el 52 la película gana el Premio Internacional de Documentales de Arte; en el 53, recibe galardones en el Festival de Berlín y un crítico francés escribe grandes elogios en la revista Cahiers du Cinema… Fue impresionante, porque Reverón es un mediometraje que mereció página entera en todos los periódicos y revistas. La película fue catapultada e inauguró el primer cine de arte y ensayo de París, en los Campos Elíseos.

“Entonces, un buen día de verano, estos republicanos españoles que yo veía con frecuencia estaban apreciando el éxito que tenía Reverón en las salas de París, y una mañana me preguntaron: ‘¿Tú quieres ir al estudio de Picasso??. Yo les respondí: ‘¡Claro, como no, encantada!?.

“Un sábado por la mañana me llevaron al taller del pintor en la Rue des Grands-Augustins, donde pintó el Guernica. Todo lo que interesaba en París se reunía allí los sábados. Recuerdo que en esa oportunidad coincidí con el escritor Jean Cocteau.

“Picasso estaba allí entre sus cuadros y estos españoles que me llevaban de la mano le dijeron: ‘¿Tú ves a esta niña chiquitita que está aquí? Bueno, tiene una película bellísima que están pasando en París sobre un pintor extraordinario que se llama Armando Reverón?. Picasso comentó: ‘¡Claro, yo lo conocí!?… Mentira, no lo conocía, pero le interesó mucho la figura de Reverón cuando le contamos un poco acerca del personaje. Me dijo: ‘Yo me tengo que ir mañana al sur de Francia?, porque él estaba haciendo cerámica en ese momento y se iba a Vallauris, el pueblo de los ceramistas. ‘Tráeme la película y yo la veo allá?. Yo le agradecí porque pensé que era un gesto más de simpatía y no le hice caso.

“A la semana me llamó el secretario, Jaime Sabartés: ‘Mire, don Pablo está esperando que vaya con la película?. Yo le dije: ‘Es que Reverón necesita un proyector de 35 mm. ¿Cómo la van a pasar en Vallauris? Entonces me respondió: ‘Usted sabe cómo es Picasso allá, basta que él diga que quiere un proyector y ahí estará. No tiene sino que decirme la fecha y yo le mando el billete de tren. El hijo de Picasso la va a buscar a la estación?. Así que me fui con mis rollos de película y ropa para tres días… Me quedé casi tres meses.”

Margot filmando Araya






EL ADIÓS DE FRANCOISE

“En todo el sur de Francia, en verano, hacen muchas corridas de toros. Yo creo que fue en Arles donde vimos a Dominguín, que era un torero protegido de Picasso. Françoise, su mujer, no fue en esa oportunidad y cuando nosotros regresamos el domingo en la noche, encontramos la casa oscura, cerrada. Picasso entró y salió verdaderamente consternado: ‘Françoise se fue?. Le dejó una esquela —eso está en el libro de ella? que dice: ‘No se puede vivir con un genio?. Eso le afectó muchísimo a Picasso, sobre todo por los niños. Él quería mucho a Claudio y Paloma.

“Françoise quizás creyó que él iba a salir corriendo detrás de ella, pero estaban los amigos que lo rodearon… Y toda esa bellísima época que yo pasé, que es inolvidable para mí; todo ese encanto, esa magia, se rompió, porque él quedó muy mal.”

“El músico de mis películas, Guy Bernard, vivía cerca de Picasso y era muy amigo de él, porque además hizo la música de Guernica, la película.

“Me encontré sola en ese hotelito de Vallauris. Ya no era lo mismo. Ya no venían a buscarme a las 11:00 del día. Ya no bajaba a la playa… sentí que se rompió todo. Pues le dije a Guy Bernard, que estaba allí, ‘Yo me voy a París, no tiene sentido que yo me quede aquí todo el día sentada, esperando, para ver si continuamos y terminamos la película?. Guy me dijo: ‘Ten cuidado, mira que Picasso dice las cosas una sola vez. Si te vas, no vas a terminar la película… eso es a tu riesgo?.


Margot con Picasso y con Buñuel.

“Picasso desapareció. Mucho tiempo después fueron a visitarlo Pablo Neruda, Miguel Otero Silva, Luis Buñuel, que era íntimo amigo de él… Nunca más recibió a nadie. Se encerró con la nueva mujer, Jacqueline, quien se convirtió luego en su viuda. Decía que no tenía tiempo ni para entrevistas, ni para nada, sólo para pintar, y cerró la puerta de la casa.

“La cosa quedó ahí. Me causó mucha tristeza no haber terminado la cinta. El material bruto que había era preciosísimo, porque eran todos esos chispazos de Picasso. Yo creo que era una cosa única porque nadie había hecho una película así, junto a él.

“Me dije: ‘Caramba, este registro es importante, no para mi consumo personal, sino como documento. En todas esas exposiciones de Picasso la gente podría verlo corriendo en la playa, jugando, buscando cosas…?.

“Esas latas de película se quedaron en casa de Picasso. Pero él comenzó a mudarse mucho… A las pocas personas que tenían acceso yo les preguntaba por éstas...

“Manuco Otero, periodista argentino, se hizo muy amigo de quien era fotógrafo de Picasso y de Jacqueline. Tuvo acceso al pintor. Él era muy amigo mío, entonces yo le decía: ‘Manuco, pregunta dónde están las películas. Que las donen al museo si no les hacen falta… Por más que sea, esos son momentos importantes de Picasso?. Y él me prometió que le iba a preguntar a Sabartés, que todavía era su secretario.

“El tiempo pasó. Yo me metí a hacer Araya, me vine para Venezuela… Picasso murió (1973), entonces Manuco quedó más amigo que nunca de su viuda. ‘Manuco, es el momento de que le digas a Jacqueline que no es para mí. Que se lo dé a la cinemateca francesa o al Louvre?. Él me dijo: ‘No te preocupes que haré lo posible por recuperar eso?. Con la mala suerte de que Jacqueline se suicidó. Y, entonces, Manuco fue a la última casa de Picasso: ‘Ya los rollos no están y no tengo contacto con los sucesores (hijos de Jacqueline en otro matrimonio)?.

La película desapareció. Todo lo que me queda son tres fotos de aquella experiencia. Tengo la esperanza de que algún día aparecerá”.


CON UN OJO EN EL VISOR

Margot Benacerraf nació en Caracas el 14 de agosto de 1926. En 1947 egresa de la primera promoción de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela. Con una obra de teatro, Creciente, obtuvo como premio una beca para estudiar teatro en la Universidad de Columbia, Estados Unidos. Entre 1950 y 1952 estudia Dirección Cinematográfica en el Instituto de Altos Estudios Cinematográficos de París, Francia.

A propósito del 50 aniversario de los premios en Cannes para Araya, unos especialistas estadounidenses restauraron la película, la presentaron en la más reciente edición de la Berlinale y ahora tendrá una proyección en Nueva York.

 ©Ángel Ricardo Gómez 


Fuentes: Sala de Espera
Talento Venezolano



        

Obama cantado por Joan Baez, por Alicia Dujovne Ortiz, La Nación, agosto 2008






Joan Baez, en el centro, participa en toda marcha
contra las guerras entabladas por Estados Unidos;
ya ho había hecho en el caso de Vietnam


PARIS

Las fotografías de la gira mundial del candidato mestizo (y no negro, como suele decirse) a la presidencia de los Estados Unidos hablan por sí solas. Fascinadas multitudes alzan los blancos brazos hacia él, sobre todo en Berlín, donde se quedó unos días y donde dijo, ante 200.000 personas, que ansiaba derrumbar todos los muros del planeta. Pequeñas pero igualmente fascinadas concentraciones en Londres y en París, donde se quedó menos (para no aparecer como un sofisticado ante la Norteamérica profunda que quizá vote a Mc Cain). Y encuentros personales exitosos con los dirigentes alemanes, franceses, ingleses, iraquíes, afganos, palestinos, israelíes. Si en los Estados Unidos el fútbol representara lo mismo que para nosotros, calificarían la gira de gol de media cancha. Algún gol deportivo, de todos modos, hizo Barack, al alzarse apenas sobre la puntita de los pies para introducir con gracia la pelota en un cesto de básquet como si nada, ni lo físico ni lo intelectual, le costara trabajo.
Sí, esas fotografias decididamente lo favorecen. Su soltura, su simplicidad y la calma de sus ademanes contrastan con los gestos crispados de un Nicolas Sarkozy, el espesor algo palurdo de un Gordon Brown, el batir de palmas candoroso y alborozado de una Angela Merkel. El, digno y mesurado, se limita a sonreír, y la sonrisa también le sale sin esfuerzo.

Al releer lo que precede, me doy cuenta de que, vade retro , este retrato podría pasar por el de un líder carismático de los que apuntan a las entrañas del pueblo con un discurso visceral, echando arena en los ojos para encauzar el descontento popular en provecho propio; vale decir, ese líder que no desearíamos ver reproducido en ningún país. Lo extraordinario es que aquí se trate justamente de otra cosa. El discurso de Barack se dirige al sentimiento, sí, pero a un sentimiento (" I have a dream ", decía Martin Luther King) depurado, tamizado, elaborado por la razón. En esas condiciones, y aunque conquiste a su pueblo y a varios otros, Barack no es un seductor, si entendemos por eso el que suscita el sentimiento sin experimentarlo en carne propia, el que pone en escena los deseos del otro para servirse de él. Un seductor con un sueño razonado que va al cerebro y no a las tripas no es un tiranuelo en potencia, ni un Burlador de Sevilla, es alguien en quien creer.

Lo importante es que esto último lo diga alguien con la trayectoria justa como para que su afirmación cobre sentido. Me refiero a Joan Baez. En una entrevista concedida a Raphaëlle Bacqué y a Annick Cojean para Le Monde , la diva folk , la de los años de peace and love , la que se opuso a la Guerra de Vietnam y cantó en Hanoi bajo las bombas, la que siempre acompañó las luchas de su tiempo con esa voz de una pureza perfecta, confiesa su propio sueño, similar al del pastor King, del que fue ardiente seguidora: "Sueño con que Obama, presidente, reúna y unifique un país dividido desde hace demasiado tiempo", y encima agrega: "Yo también, como Michelle, por fin estoy orgullosa de ser norteamericana".

Recordemos que la declaración de la mujer de Obama había levantado olas, y que la rubia y compuestita señora Mc Cain había aprovechado la ocasión para clamar a los cuatro vientos un patriotismo impoluto: "Yo siempre he estado orgullosa de serlo". Nada tiene de raro, si se me permite la observación, dados los itinerarios de las dos esposas: para una, surgida de un gueto negro, un diploma de honor y una brillante carrera de abogada; para la otra, un imperio cervecero recibido como herencia. (Y pido disculpas por incurrir yo misma en la aberración de llamar simplemente Michelle a esa mujer inteligente, valerosa, centrada y, como ella misma declara con una gran carcajada, menos tarambana que su marido. En general, rehúyo la costumbre de dejar a las esposas sin identidad propia, como si hubieran nacido el día de su casamiento. Lo cierto es que no conozco el apellido de Michelle; también es cierto que desconocer el de la señora Mc Cain me preocupa menos).

"Pasa algo único entre nosotros -se entusiasma Joan Baez, que, feminista sesentista, siempre se preció de no ser señora de nadie-; algo luminoso que nunca habría imaginado dentro de la negrura y el sopor que se han apoderado de nuestro país durante siete años. Algo que moviliza, motiva, reanima. Toda la vida me he negado a comprometerme con la politiquería, pero lo que hoy ocurre es demasiado entusiasmante como para no reaccionar: masas de norteamericanos están dispuestos a tener un presidente negro. Es la cosa más sana que se haya producido aquí desde hace mucho".

Baez no puede ignorar que Obama, de padre keniano y madre norteamericana blanca, no puede ser considerado negro sino, lo repetiré hasta el hartazgo, mestizo. Ella lo sabe como nadie, puesto que, con su padre mexicano y su madre escocesa, en los Estados Unidos también lo es. Quizá lo llame negro para poner de relieve la refrescante novedad del fenómeno que, en efecto, merece ser recalcada y proclamada con bombo y platillo. En todo caso, tanto una como el otro poseen la apertura de quien, al sentirse doble, no cabe dentro de los límites de una sola nación. Baez le escribió a Obama y recibió una respuesta "dentro del espíritu de la no violencia" (es interesante enterarse de que el candidato presidencial tiene la foto de Gandhi en su oficina). Para los dos, decir "pacifismo" es también hablar de una solidaridad que trasciende fronteras y derrumba muros vergonzosos.
Por eso mismo, no tiene nada de sorprendente que la cantante siempre se haya opuesto a saludar la bandera norteamericana con la mano en el pecho, "recitando burradas" como ella misma dice. Ciudadana del mundo, cuando los obreros mexicanos a los que defendía le preguntaron encantados si se sentía latina, ella les echó un jarro de agua helada: "No, ni tampoco escocesa". Nunca se ha cansado de reivindicar lo que ella llama "mi colorcito"; pero eso no le parece motivo para embanderarse en una causa que no sea de todos.

Conocer la historia de la familia Baez permite comprender ese tonito un tanto puritano, de mujer de principios, que siempre caracterizó sus actuaciones y que alguna vez, en tiempos pasados (y mejores) nos pudo hacer sonreír. Hijo de un pastor metodista que había decidido compartir la vida de los desheredados, curiosamente no en su país sino en el de más al Norte, su padre llegó a los Estados Unidos a los dos años de edad. El se volcó a la ciencia, pero terminó volviéndose cuáquero, junto a su mujer escocesa, también hija de pastor. Aunque a Baez la educación austera que recibió de chica le resultara triste, es evidente que sus ideales vienen de allí y de sus viajes: durante su infancia vivió en un montón de países, entre ellos Irak. Por sus orígenes y por su historia, la chica de piel bronceada que conoció en su país la discriminación étnica no podía ser otra cosa que partidaria de Barack Obama.

Joan Baez tampoco puede ignorar que su adhesión es todo un símbolo. La mujer de pelo cortito y canoso que sigue cantando en todos los escenarios del mundo, y participando en todas las batallas, muy en particular contra la tortura y la pena de muerte, no es ningún fantasma. Se la puede ver y escuchar. Nadie la ha olvidado. Por otra parte, sus principios siguen siendo lo que siempre fueron, cosa que esta época, que ya no los tiene, o que los tiene menos, es muy de agradecer. Suerte que haya tenido la tozudez necesaria como para haberlos guardado intactos, sin polvo ni verdín.


Pero además de ser ella misma, y de serlo hasta hoy, Joan Baez representa un ardor y una efervescencia que parecían desaparecidos bajo una gruesa capa de "negrura y sopor". Al cabo del tiempo, las bromas que nos permitíamos acerca de los hippies con sus florones y sus pelos y sus dedos en V y sus resbaladas por el barro de Woodstock han perdido toda validez. Con los collares y las vinchas y la mística de la naturaleza y del amor, no la guerra, o sin ellos, aquélla fue una época en la que creíamos poder elegir; cuando todo nos parecía posible; cuando pensábamos estar inventando el mundo. Una época en la que la imagen de los Estados Unidos significaba, además de la Guerra de Vietnam, cierto modelo de "progreso" y de consumo a resistir, que no se ha vuelto a dar con semejante fuerza. Tanto tiempo después, Michelle y Joan pueden estar orgullosas de ser norteamericanas, y muchos de nosotros quizá podamos reconciliarnos con esa idea de país.
Obama no pretende revivir la utopía de los sesenta en ninguna de sus formas. No sólo nunca manifestó el deseo, sino que sus posiciones, frente a la realidad electoral, se le han corrido al centro. Sin embargo, es el descendiente directo de una década en que la gente estaba viva. Joan Baez lo ha entendido. Si el padre espiritual de Barack Obama es el pastor King, ella, que cantó junto a él, ha resuelto simbolizar a la madre de este new dream . ¿Con qué mejor familia se podía contar?


©  Alicia Dujovne Ortiz
Escritora y periodista
La Nación, Argentina
Agosto 2008