Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).

Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).


la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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"Instrucciones para matar una hormiga en Roma" cuento de Julio Cortázar






Las hormigas se comerán a Roma, está dicho. Entre las lajas andan; loba, ¿qué carrera de piedras preciosas te secciona la garganta? Por algún lado salen las aguas de las fuentes, las pizarras vivas, los camafeos temblorosos que en plena noche mascullan la historia, las dinastías y las conmemoraciones. Habría que encontrar el corazón que hace latir las fuentes para precaverlo de las hormigas, y organizar en esta ciudad de sangre crecida, de cornucopias erizadas como manos de ciego, un rito de salvación para que el futuro se lime los dientes en los montes, se arrastre manso y sin fuerza, completamente sin hormigas. Primero buscaremos la orientación de las fuentes, lo cual es fácil porque en los mapas de colores, en las plantas monumentales, las fuentes tienen también surtidores y cascadas color celeste, solamente hay que buscarlas bien y envolverlas en un recinto de lápiz azul, no de rojo, pues un buen mapa de Roma es rojo como Roma. Sobre el rojo de Roma el lápiz azul marcará un recinto violeta alrededor de cada fuente, y ahora estamos seguros de que las tenemos todas y que conocemos el follaje de las aguas. Más difícil, más recogido y silencioso es el menester de horadar la piedra opaca bajo la cual serpentean las venas de mercurio, entender a fuerza de paciencia la cifra de cada fuente, guardar en noches de luna penetrante una vigilia enamorada junto a los vasos impereiales, hasta que de tanto susurro verde, de tanto gorgotear como de flores, vayan naciendo las diercciones, las confluencias, las otras calles, las vivas. Y sin dormir seguirlas, con varas de avellano en forma de horqueta, de triángulo, con dos varillas en cada mano, con una sola sostenida entre los dedos flojos, pero todo esto invisible a los carabineros y a la población amablemente recelosa, andar por el Quirinal, subir al Campodoglio, correr a gritos por el Pincio, aterrar con una aparición inmóvil como un globo de fuego el orden de la Piazza della Essedra, y así extraer de los sordos metales del suelo la nomenclatura de los ríos subterráneos. Y no pedir ayuda a nadie, nunca. Después se irá viendo cómo en esta mano de mármol desollado las venas vagan armoniosas, por placer de aguas, por artificio de juego, hasta poco a poco acercarse, confluir, enlazarse, crecer a arterias, derramarse duras en la plaza central donde palpita el tambor de vidrio líquido, la raíz de copas pálidas, el caballo profundo. Y ya sabremos dónde está, en qué napa de bóvedas calcáreas, entre menudos esqueletos de lémur, bate su tiempo el corazón del agua. Costará saberlo, pero se sabrá. Entonces mataremos las hormigas que codician las fuentes, calcinaremos las galerías que esos mineros horribles tejen para acercarse a la vida secreta de Roma. Mataremos las hormigas con sólo llegar antes a la fuente central. Y nos iremos en un tren nocturno huyendo de lamias vengadoras, oscuramente felices, confundidos con soldados y con monjas.


Julio Cortázar





Homenaje a 100 años de su nacimiento y 30 de su partida: 
26 Agosto 1914 - 12 Febrero 1984 / 
Homenagem aos 100 anos de seu nascimento e 30 de sua partida:
 26 agosto 1914 - 12 fevereiro 1984






"Pensamiento", texto de Julio Cortázar



"Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra "madre" era la palabra "madre" y ahí se acaba todo.

Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mi un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba.


En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas."

Julio Cortázar






Homenaje a 100 años de su nacimiento y 30 de su partida: 
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"La Casa Lila", novela de viviana marcela iriart, City Bell-Caracas 1997-2002

 





Esta historia que voy a contarles sucedió hace mucho. En una época en que hombres y mujeres se desvivían, desolaban, revivían y morían, simbólicamente, por pasiones tan primitivas y lejanas como el amor. Una época en que el amor se hacía cuerpo a cuerpo, sudor contra sudor, gemido sobre gemido. Después llegó Internet. Y la paz a los corazones. Y el aburrimiento. Será por eso que mis jóvenes amigas disfrutan tanto con esta historia y me piden una y otra vez que se las cuente. 

Todo sucedió en una semana. En apenas siete días y siete noches. Un sábado tenía cuarenta años, el siguiente cien. Me volví sabia. Y esa sabiduría producto del placer, que siempre está ligado al dolor, no me envejeció. Por el contrario, puso en mis ojos un brillo único y perenne, con el que todavía seduzco a las personas que prefieren los ojos humanos a los de las computadoras. Yo nací, morí y volví a nacer en una semana. Después de eso nunca volví a ser la misma. Fui mejor.


Capítulo I
Fabián me habla por teléfono. Mientras lo escucho miro por el ventanal de la sala: Juan, el jardinero de la eterna boina negra, recoge los residuos de la pirotecnia usada para despedir al año.

- ¿No le diste franco? -pregunté a Abuela al verlo, mientras desayunábamos.
- No tiene familia, almorzará con nosotros. Le dije que no hiciera nada pero ya conocés a Juan, si no hace algo se muere.

Abuela es de origen aristócrata pero anarquista. La adoro. Sus antepasados pelearon, y se destacaron, en las luchas por la independencia en el siglo diecinueve y a punta de matar indios se fueron quedando con miles de las mejores hectáreas de la provincia de Buenos Aires. Abuela siempre sintió vergüenza por esa fortuna amasada con sangre, como si el dinero casi siempre no se obtuviera de esa forma. Ella tiene chofer pero prefiere, a sus ochenta años, subirse a su bicicleta roja e ir a comprar el pan en la panadería que está en el centro del pueblo.

- ¿Para qué tenés chofer? -le dice mi hermano maliciosamente, porque no la entiende.
- Para crear una fuente de trabajo. ¿O vos no sabés que hay desempleo? –le responde ella con una sonrisa burlona, sin inmutarse.

Abuela tiene una hermosa cabellera ondulada, fuerte, de moderno corte, que brilla intensamente bajo el sol y en las noches se ilumina como una perla. El cabello de Abuela, que quedó completamente cana a los cincuenta años y se negó a teñirse pese a la presión familiar y social, fue siempre motivo de conversación, porque nunca se ha visto un cabello blanco, negro, rubio, más seductor que el de ella. Abuela lo sabe y cuando anda en su bicicleta juega a conquistar al viento, a los árboles, a los ojos que espían tras las ventanas a tan especial y adorable señora. Ella regresa a la casa tan feliz, con la cesta cargada con pan caliente, que los pájaros parece que cantaran sólo para ella. Yo la visito una vez al año, por pocas semanas, y nunca me canso de admirarla con los ojos.

Abuela es hermosa porque nunca permitió que el mal se instalara en sus venas por mucho tiempo. Abuela perdona pero no pone la otra mejilla. Sus ojos negros, profundos, guían como faros en la noche a las almas perdidas. Abuela es la gurú de una secta que no tiene nombre pero sí cientos de seguidores. ¿Lo sabe ella? Cuando se lo digo ríe y su rostro adquire la frescura de una adolescente. Abuela casi no tiene arrugas porque nunca supo lo que era el odio. La rabia sí. Los bisabuelos la conocían bien. Junto con la herencia dejaron un testamento en el cual impedían que se despojara de sus posesiones. Abuela no se amilanó. Convirtió la estancia en una cooperativa agrícola.

Abuela es pequeña, no alcanza el metro sesenta, y es tanta su energía que cuando camina parece que avanzara en sus pies un batallón de infantería. Adora cocinar y prepara sabrosos platos para ella y para sus invitados, que nunca faltan a diario en su casa. Comer en su mesa es llevar a la boca los más deliciosos manjares. Abuela no se priva de nada, come con alegría y en abundancia, bebe con placer el vino que cosechan sus nietos y en su estómago siempre hay un lugar especial reservado para los postres.

- ¿Me estás escuchando? –dice Fabián trayéndome a la realidad.
- Claro. Me estabas hablando de un fiesta de disfraces. ¿En casa de quién?
- No los conocés. Es un matrimonio que se mudó el verano pasado, cerca de la casa de tu abuela y construyeron un chalet muy lindo de dos pisos, algo excéntrico para este pueblo en opinión de varios pobladores. Pero a mí me encanta, y ellos son divinos, estoy segura de que te van a encantar.
- ¿El chalet pintado de lila suave?
- Exactamente.
- Qué curioso. He pasado varias veces por allí y siempre me llamó la atención. Me preguntaba quiénes osaban desafiar de esa manera la férrea tradición del lugar.
- Bueno, ahora tenés la oportunidad de conocerlos. ¿Venís?
- ¿Qué día dijiste?
- El cinco. Víspera de Reyes.


Capítulo II
Me encuentro más en los recuerdos de los otros que en mis propios recuerdos.
Quizá porque me he mudado tantas veces de casa y de país, ya no hay en mi memoria espacio para el recuerdo.
Es por eso que cada vez que vengo me encuentro con la niña y la joven que fui y no la reconozco.
Así, de los retazos de los recuerdos de los otros, reconstruyo mi pasado. No siempre tengo ganas de que eso suceda.
Pero los que nunca se han movido, o lo han hecho poco, tienen una obsesión por volver al pasado, porque es la única forma que tienen de irse.



Capítulo VII
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(...) Me alejo y me siento en un sillón. Qué placer poder mirar sin consecuencias. Me gusta observar a la gente, adivinar sus vidas por sus gestos, un gesto dice más que mil palabras.
En este país las personas, en general, tienen la mala costumbre de vivir no como quieren sino como deben, siguiendo normas que nadie sabe quién ni cuándo creó. El uso de la libertad es un derecho duramente castigado. Es como si dijeran: si yo me someto, todos deben someterse. 

Siempre que regreso siento que me colocan un corsé, y encima de una talla más pequeña del que me corresponde. 

No encajo, nunca encajé. 

Quizá por eso me fui. 

Porque a una extranjera se le tolera que no conozca las reglas, simplemente está fuera de ellas. 

Una extranjera, además, nunca encaja, desde el exacto momento en que abre la boca y un acento extraño golpea los oídos nacionales, molestando. 

Pero duele menos ser extranjera en país ajeno que ser tratada como extranjera en tu propio país.

Ninguna diferencia se perdona, racial, sexual, religiosa, pero la diferencia que menos se perdona es el ejercicio de la libertad. Por ella supuestamente matamos pero por sobre todo, nos matan.(...)



Capítulo XI
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Pasan tres niños pequeños montados en un viejo caballo grande. 

Pasa la niña que fui yendo a la escuela en sulky. 

Los niños ríen, son felices. 

También yo lo era, entonces. 

Se paran delante de una mora rozagante de frutos y las manitas revolotean en el aire, desesperadas. 

El caballo pasta, tranquilo, indiferente a sus brincos. 

La mora baja sus ramas para amamantar a los niños con su leche negra.







La Casa Lila,  novela (fragmento)
© viviana marcela iriart 
City Bell 1997-Caracas 2002
Fotografía: vmi






"Una Cierta Mirada", novela de viviana marcela iriart, Caracas 1994 (fragmento)

 




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Diario de Francesa
Al abrirse la puerta siento que mi corazón se escapa y vuela hacia Gal que, indiferente, sin mirarme, pasa de largo sin saludar. Mi corazón, herido como si lo hubiera agarrado una jauría de tigres hambrientos, regresa a mí en estado de coma.
¿Qué sucedió? ¿Por qué de repente se ha hecho noche? ¿En qué momento comenzó el terremoto que no me di cuenta? ¿En qué momento la ciudad fue destruida, muertos todos sus habitantes, quemados todos los bosques, secados todos los ríos? ¿En qué momento me convertí en la única sobreviviente de una guerra nuclear?
Un sol rojo prendido en llamas viene hacia mí y, en medio de mi casi muerte, veo a Gal mirándome con una sonrisa tan bella que la palabra belleza fue inventada nuevamente, sólo para poder nombrarla. Una sonrisa que es la primera sonrisa de la humanidad. Una sonrisa tan luminosa y espléndida como la luna enamorada menstruando gotas de luz.
La chaqueta roja de Gal, al irse, me hace un último guiño de fuego con los bolsillos.
El mundo, más hermoso que nunca, vuelve a recuperar sus formas, sus olores, sus sonidos. Miro mis manos, aquí están. Toco mi rostro, me reconozco. Poco a poco vuelvo a ser yo misma.
- Disimula, disimula, el mundo te está mirando- me dice la pantalla de la computadora. Pero no puedo: mi deseo se desborda sin vergüenza.
- ¿Pero acaso no te das cuenta de que el tuyo es la clase de deseo que no se puede mostrar? ¿La clase de deseo que hay que ocultar siempre, siempre, siempre? ¿Por qué eres tan insensata?
Pero yo no puedo evitarlo. No puedo cercenar mi deseo como si se podaran las ramas podridas de un árbol. No. Yo no me avergüenzo de desearla.

Diario de Gal
Aeropuerto Internacional de Maiquetía. Por fin aparece. Es de los últimos en salir, extraño en él, que siempre quiere ser el primero en todo. Nos miramos. Está tan bello. Nos damos un abrazo largo e intenso, tan intenso que es casi como un acto de amor. Por los altoparlantes anuncian la salida del vuelo hacia Los Ángeles, yo estoy en el cielo.
Llegamos a casa y él destapa una botella de vino tinto. Sobre la pequeña mesa de madera trocitos de queso de diferentes variedades, aceitunas, pan francés. Sobre la alfombra el New York Review.
Una mano suya rozando descuidadamente mi pierna, una mano mía cayendo distraída sobre su pelo ensortijado. Sentados en la alfombra tomamos vino lentamente, tan lentamente como nos vamos tomando.
Si pudiera decirte algo te diría: quédate así, infinitamente en mí. Pero tu boca en la mía no me deja hablar.
Una profunda humedad latiendo cada vez más fuerte. Y estas ganas, esta felicidad, esta locura mía de perderme.
No te vayas aún, no. Quédate así, dentro de mí, por favor, espera un poco, tan sólo un poco más, por favor...
Si grito no es que esté pidiendo auxilio. Es que te deseo.
No puedo más, no puedo más, jadea Walter. Espera un poco, sólo un poco, por favor. Entonces el rostro y el cuerpo, el maravilloso y majestuoso cuerpo de Francesca, aparecen ante mis ojos cerrados y los dos estallamos en un orgasmo que nos estremece violentamente. Un cuerpo desnudo y vencido cae sobre mí. Yo lloro de placer mirando el techo desde donde Francesca, pícara, me mira reavivando el deseo.
Estoy perdida.

Una cierta mirada (fragmento)

© viviana marcela iriart
Caracas 1994


De cómo Seix Barral me hizo esperar 3 horas para entregar un manuscrito para un concurso... ¡y no me lo recibió, por viviana marcela iriart!, City Bell, 18 de octubre de 2002

Argentina, 18 de Octubre de 2002.
Señores
Seix Barral
Argentina.-

Asunto: Concurso "Premio Biblioteca Breve"

De mi mayor consideración:

Ayer, 17 de octubre de 2002, intenté infructuosamente durante TRES HORAS (3) entregar mi manuscrito para el Concurso Premio Biblioteca Breve en sus oficinas de Buenos Aires, sin que la "Persona Encargada" de recibirlo pudiera atenderme.

TRES HORAS son muchas horas de pérdida de trabajo. TRES HORAS de espera para entregar un manuscrito es un abuso inadmisible en una editorial que se supone que trabaja para la cultura.
Y cultura es, entre otras cosas, respetar el tiempo del otro.

Me pregunto qué hubiera pasado si hubiera mandado el manuscrito por correo ¿habrían tenido al cartero esperando tres horas?

Hoy intenté telefónicamente conseguir el correo electrónico de ustedes en Buenos Aires o España, para hacerles llegar mi queja, pero la telefonista me dijo que Seix Barral.... ¡no tiene correo electrónico! ¿Ningún departamento? pregunté anonada. Nadie. Seix Barral es una editorial que accedió a tener una página web en Internet pero no correo electrónico.

Cada vez más intrigada pregunté el correo electrónico del Grupo Editorial Planeta, pero hete aquí que tan poderoso grupo editorial... ¡tampoco tiene correo electrónico! Y hago constar que sólo estoy transcribiendo aquí lo que me dijo la telefonista.

Definitivamente, pensé, Seix Barral se parece a una secta: si no se dice la palabra clave no se tiene acceso a ella.

Una mente maliciosa podría imaginar que ustedes hacen la convocatoria al concurso "Premio Biblioteca Breve" simplemente como pantalla, puesto que ya tienen elegido al ganador o ganadora.

Para que no nos hagan perder dinero, tiempo ni ilusiones a las escritoras y escritores que, ingenuamente, creemos que de verdad ustedes están convocando a un concurso abierto, les voy a regalar una sugerencia que les va a ahorrar dinero, quejas y suspicacias:

1) En vez de pagarle a una Persona Encargada para que reciba los manuscritos... tengan un buzón como los de Bluck Buster, en donde se depositen los manuscritos.

2) Dicho buzón debe tener una máquina trituradora de papeles y estar directamente conectado por tuberías con una institución de beneficencia, no vaya a ser que algún atrevido papelito mal triturado ose molestarlos en sus oficinas. ¡No! ¡Los manuscritos no entrarán a Seix Barral!

3) Dicha institución, que está luchando para acabar con el analfabetismo en Argentina, deberá hacer un reconocimiento público a la donación de papel triturado hecha por Seix Barral, con lo cual tendrán algo de publicidad gratis, lo cual nunca viene mal.

Este destino es cruel para un manuscrito, pero mucho más digno que terminar siendo devorado por las ratas, el polvo o la desidia, en vaya a saber usted qué oficina de Seix Barral.

Voy a enviarles esta carta por correo.

Por favor, si ven al cartero parado durante más de tres horas, ofrézcanle aunque sea un vaso de agua.

Porque pedirles que le reciban la carta sería un abuso de mi parte.

Atentamente

Viviana Marcela Iriart
City Bell, 18 de octubre de 2002


Nota: La editorial nunca respondió la carta.

Entrevista a Beatrice Valenti: La fotógrafa de Nepal, por viviana marcela iriart, Caracas 2004


Ganadora en 2004 de un premio National Greographic con “¿Por qué?”, fotografía tomada en Nepal, desde entonces la fotógrafa  venezolana ha realizado varias exposiciones underground, tres calendarios en el archipielago Los Roques en homenaje a su gente y prepara para el 2011 una exposición en Augusta, Sicilia, “el pueblo de mi mamá, porque quiero transmitir, primero, cómo Venezuela acogió a los inmigrantes en aquella época y luego, mostrarles a los italianos cómo es la vida del mar del otro lado del océano, en otro pueblo de mar como Los Roques”. Nepal, como su primer amor, siempre está ahí y no ha dejado de seguir escalándolo, fotografiándolo para la eternidad. Ahora, a color.




 ©Beatrice Valenti

“¿Por qué?”
“Gente del Himalaya, Nepal,
donde sus espíritus vagan en la inmensidad
y detengo ese instante preguntándonos
¿por qué?”
Beatrice Valenti


“¿Por qué?” es el título de la fotografía de Beatrice Valenti Damiata que, en marzo, ganó el Primer Premio en el concurso Luces de América de National Geographic 2004. Había dos categorías: profesional y aficionado. Beatrice es una fotógrafa profesional. Pero, como ella no vive económicamente de la fotografía, decidió concursar como aficionada. 

Beatrice, digo yo, tiene el ego tan bien puesto como sus ojos, porque en sus fotos se ve el alma de los lugares y de la gente. Un alma distinta en cada foto, como distintos son los paisajes y las personas. Pero tienen algo que las unifica: detrás hay una mujer que ama la vida, y la ama bien. Tristes, majestuosas, imponentes, desoladoras, plenas, conmovedores, bellas, todas las fotos de Beatrice están llenas de amor por la gente y la naturaleza. 

Muchas de sus fotos de  paisajes, tomadas en Nepal, Perú y en la Patagonia chilena, transmiten el enigma de la vida y de la muerte. Beatrice es una filósofa de la imagen. Que nos haga reflexionar desde el amor y la belleza,  y no desde el regodeo frente al dolor, es algo que se agradece.  Porque después de todo ya lo decía  John Lennon:  “todo lo que el mundo necesita es amor”.

Quiero dar las gracias a Teresa Giuliani, porque en diciembre del año pasado me mostró la foto de Beatrice que después ganó el concurso, me hizo conocer a esta conmovedora fotógrafa y preparó una exquisita cena la noche de esta entrevista. 

©Beatrice Valenti


 Beatrice Valenti en Nepal.



VMI: Beatrice, ¿cómo hiciste para seleccionar la foto que ganó el premio?

BV: Cuando recibí información sobre el concurso me puse a pensar en todas las fotos que tenía,  y me parecía impresionante pensar que sólo podía mandar una. Simplemente la imagen de esa foto se me vino a la mente. Esa imagen y no otra. Y mandé la foto al final, cuando el plazo para concursar se acababa.

VMI: ¿Solamente pensaste en esa foto?

BV: No, pensé en dos. Pero la imagen más fuerte era la de esa foto. Y recordé que en el año 1998 hice una exposición en Caracas y esa fue la foto que coloqué en la invitación. La exposición se llamaba “Ven a Ver” y la  hice para mis amigos del Proyecto Cumbre, que son los primeros venezolanos que escalaron el Everest. Con ellos yo he hecho varios viajes, para escalar y sacar fotos.

VMI:¿Pensaste que esa iba a ser la fotografía ganadora?

BV: No, porque la verdad es que nunca pensé tanto en ganar como en participar. Porque me parecía imposible llegar a un primer lugar. Nunca tuve en mente ganar, aunque lo deseaba.

VMI: La foto se llama “¿Por qué?”.  ¿A qué se debe  ese título?

BV: Es una foto inquietante y va muy acorde con la expresión: el por qué de la destrucción, de las guerras, de la injusticia. Después cada persona le da la interpretación que quiere, no que quiere, en realidad,  sino lo que siente cuando ve la foto.

VMI:¿Te acuerdas del momento en que la sacaste? ¿Cómo fue?

BV: Esa foto la saqué en el segundo viaje que hice a Nepal, en 1997, junto con mis amigos de Proyecto Cumbre. En Nepal tú vas caminando por la montaña y de repente aparecen pueblitos o gente. El día que saqué la foto recuerdo que, después de una larga caminata donde no nos encontramos con personas, llegamos a un sitio en donde había gente jugando cartas, y las cartas eran viejísimas. También había algunas tiendas donde comprar cosas y allí, parado, estaba él, el niño. Le saqué muchas fotos, pero la que mandé al concurso es la que más me impactó.

VMI: ¿El niño sabía que le estabas sacando fotos o las tomaste a distancia sin que se diera cuenta?

BV: No, él sabía, me miró, y se quedó ahí, dejando que yo le tomara fotos, nunca me quitó la mirada.  Esa es una característica de Nepal: la gente te permite acercarte, sacarle fotos. Esa foto yo la saqué con un tele, pero con un lente normal tú puedes acercar tu cámara a sus caras y las personas se dejan fotografiar.

VMI:¿No se molestan?

BV: No, porque otra característica de Nepal es que la gente siempre te regala una sonrisa, toda la gente siempre tiene una sonrisa en los labios. Me enamoré de Nepal, de su sencillez, no tienen nada pero siempre tienen una sonrisa en los labios; de la humildad con que te tratan, cómo se te acercan, es maravilloso. Además el paisaje es espectacular, inmenso, con esas moles de montañas de ocho mil metros, tiene pureza, presente, Dios.

VMI:¿No pudiste hablar con el niño?

BV: No, porque ellos hablan nepalí y yo no.



VMI:¿Qué sentiste cuándo te enteraste de que habías ganado el concurso?

BV: Primero me quedé sin palabras, casi sin respiración (se ríe), no lo podía creer. Lo que más me gusta de haber ganado es tener la oportunidad de transmitir algo a la gente con esa foto.  Y después, la posibilidad de que se me abra una puerta para dedicarme más a la fotografía.

VMI:¿Con qué actividad laboral compartes la fotografía?

BV: Soy administradora y trabajo en el negocio de mi familia, con mi madre, que es italiana y me regaló mi primer viaje a Nepal.

VMI:¿Cómo te iniciaste en la fotografía?

BV: Desde chiquitica yo andaba con una cámara fotográfica y captaba los momentos familiares. Mi papá, que también era italiano,  era fotógrafo, así que supongo que habrá algo de herencia.  Toda mi infancia y adolescencia la pasé fotografiando, sin parar, los instantes. Pero después empecé a cambiar el ojo, ya no tomaba tantas fotos sino que era más selectiva. Y cuando hice mi primer viaje a Nepal, en 1993,  comencé a fotografiar en blanco y negro. Al volver, un amigo fotógrafo, Rafael Salvatore,  me enseñó a revelar en su cuarto oscuro. Después tomé algunos cursos, con Ricardo Armas, Ana María Yañez y en Cotraín.

VMI:¿Qué es lo que más te gusta fotografiar?

BV: Paisajes, la naturaleza, rostros, personas. Esperar el momento en que, qué sé yo,  dos monos se den un beso y estar ahí, incómoda, tirada en la tierra, esperando, para tomar la foto. Eso es lo que me gusta hacer como fotógrafa. El otro día me fui al Ávila (la montaña que separa Caracas del Mar Caribe) a fotografiar colibríes. Es decir, a mí me gusta lo difícil.

VMI: Leo que has realizado tres exposiciones, la última en 2002 en La Cuadra Creativa con fotos que sacaste en la Patagonia chilena.

BV: Sí, pero hasta ahora mis exposiciones han sido muy íntimas, pero no porque yo lo  haya querido así, sino porque no es fácil entrar en el circuito de exposiciones de galerías si no conoces a nadie. Y yo saco fotos, subo montañas, pero no sé recorrer galerías con mis fotos bajo el brazo buscando un lugar para exponer.

VMI:¿Con qué cámara trabajas?

BV: Nikkon F-2, es totalmente mecánica.

VMI:¿Qué buscas con cada foto?

BV: Me gusta detener el tiempo con la fotografía, recordar. Y transmitir, sacar el alma de los paisajes y la gente.


Los ojos de Beatrice, expresivos, curiosos, bellos,  parecen haber nacido para fotografiar.
Porque aún sin cámara,  Beatrice mira como si estuviera fotografiando todo.
En blanco y negro, eso sí.
Aunque ella transmita tantos colores.


Caracas 2004
Actualizado en City Bell 2010




 © Beatrice Valenti






 © Beatrice Valenti





 © Beatrice Valenti






 © Beatrice Valenti




"Colores al Cielo", exposición virtual de Beatrice Valenti en Escritoras Unidas




Más fotos de BV  en El Universal






"Cena con un perro rojo", novela de Sonia M.Martin (fragmento), novela ganadora del Premio Letras de Oro 1996 otorgado por el Ministerio de Cultura de España y la Universidad de Miami





Novela ganadora del Premio Letras de Oro 1996, otorgado por la Universidad de Miami, el Ministerio de Cultura de España y la Tarjeta American Express.


SOBRE LA VERDAD

A los que creen que el tiempo borra la verdad
o creen que el tiempo cambia la verdad
porque en sus memorias se desvanece la verdad
o porque en sus memorias nunca estuvo la verdad
que sepan que el tiempo sólo pule la verdad
para quienes no aceptan vivir sin la verdad

SOBRE LA MENTIRA
Un país que no quiere reconocer la verdad
que no quiere reconocer su verdad
es un país que intenta mentirse a sí mismo
pero no es posible mentirse a sí mismo
sólo pueden mentirse a los otros
la mentira a uno mismo es una verdad invencible.

Del poemario Convocatoria, de Hernán Montealegre K.


DEDICATORIA DE BARBARA A LAS VICTIMAS DEL GENERAL…

Para Carmen, Rodrigo, Vicente Israel García Ramírez y muchos otros más a quienes no conocí, les dedico esta fantasía de cómo asesinar a un dictador, porque no se puede olvidar y ellos están en mis recuerdos y en mi amor al prójimo. Ellos también son mis hijos desarraigados.

Para Rita Ramírez, que según su carta publicada en la revista APSI, en el número 449 del 16 de mayo de 1993, su hijo de 19 años desapareció el 30 de abril de 1977. Ella escribe y no es escuchada:” Una vez más le pido a Luis Segundo León de Guevara, que me diga lo que sabe, que contribuya a la verdad: una vez más pido a los responsables que me digan dónde está mi amado hijo; una vez más pido a los Tribunales de Justicia, que investiguen el paradero de los detenidos desaparecidos.
En memoria de mi hijo exijo toda la verdad.”
Para ellos-escribe Bárbara-les dedico lo único que me quedó de todo esto: mi fantasía.


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Bárbara cerró el libro y miró para arriba tratando de evitar que las lágrimas desordenaran sus cuidadas arrugas. Meditó un rato y se dijo: “ han pasado casi veinte años desde que yo era “rellenadora” y mi esposo “loro”. Fue una época muy especial que vivió nuestro país y no nos sentíamos culpables por pintar las blancas paredes de nuestro hermoso Barrio Alto. Violeta, Silvia, Nano, Juancho, Diego, el Pato, la Pati, la Ana María, los Obreros Municipales de las Condes…y tantas cosas más. La escuela nos que ayudó a reparar Pascual Barraza. La huella inolvidable que dejó en nuestra familia Eduardo Paredes, padre. Y esa gran soledad que sentimos que no es posible borrar con nada. Chile no está con nosotros, ni tampoco nuestros amigos de entonces. Hoy tenemos nuevas amistades, casi tan buenas o mejores que las que románticamente tenemos en nuestra mente. De esos amigos de ayer y que dejamos en el país, puedo decir que su amistad está incólume, involuta, tan hermosa y viva como ayer, la siento hoy. Los otros, con los que pintábamos murallas y parlamentábamos con los de la Brigada Ramona Parra….Casi todos han vuelto a Chile y han encontrado un lugar….

Y nosotros aquí, con el Tío Sam y la ATT, sin saber adónde nos lleva esta nube a la deriva, como califica Simón a nuestra situación. Mamá sin destino y sin saber si California es Viña del Mar o Valparaíso, teje y desteje paletós de bebés para sus bisnietos que no entenderán lo que dice. Hay un muro silencioso de lenguas entre nuestros vecinos y ella. Han pasado casi veinte años de errar por el mundo. Mis nietos crecen bilingües y yo me desespero y lucho tratando de purificar la lengua de Walt Whitman, para que no perdamos la comunicación ni las raíces. Pero nadie entiende a los exiliados de ideales. A los delicados de esperanza, como Simón y yo. Hubiera querido tener un color político definido, y el Partido me habría apoyado como a tantos otros. Hoy, luego de mi último viaje a Chile, mis impresiones son más terribles que ayer. Todo y todos me parecen florecer y me alegro tanto. Los veo hermosos y lejanos de nuestras vidas. Almorcé con Diego, antes de entrevistar a Marcela Serrano. Diego es hoy todo un abogado de frondosa barba, que ríe mientras me cuenta cómo son sus hijos y me pregunta: ¿Qué fue de la linda Patricia? ¿Se casó? Respondo que sí, que vive en Buenos Aires y que está casada con un conocido periodista y escritor. Juancho volvió de España y se casó con una joven que es casi su gemela –Marisol es idéntica a él en su aspecto físico- con la que ha procreado casi un colegio de señoritas: tres hermosas y vivarachas niñas, que estudian en La Girouette. María Elena, la hermana de Juancho, me cuenta que su hijo está por entrar a la universidad y que ella no quiere que haga el Servio Militar; sigue tan loca como hace veinte años atrás. Sergio Parra –el joven poeta que he entrevistado últimamente- ha venido a California a escribir un libro. Lo he invitado a casa. Conversamos de escritores, poetas y editoriales, aquí, en Palo Alto. Luego, me dice con un dejo de soberbia:” Y qué se han creído los que se fueron. Ellos quieren volver después de veinte años y encontrar sus puestos. Y más encima reclaman.”

Lo escucho en silencio, porque las lágrimas que tragué en esta eterna fantasía que es mi vida, no me permite pensar claramente. Simón, mi querido Simón, él sabe de mis fantasías. Soy la hija de un general –demasiado joven para General- que murió asesinado por no aceptar un Golpe de Estado. No se preocupen, papá no era chileno. Yo nací cuando lo deportaron. El amor de mis padres floreció cuando papá era diplomático en nuestro país. Cierro los ojos y continúo leyendo. Sé que lo único que me queda es mi fantasía. Y está me hace recordar la voz del “’ultimo Presidente” la mañana del 11 de septiembre, diciendo el discurso por radio. Yo vivía en Vitacura. De mi casa no queda nada. Nosotros la compramos cuando esa zona era viña y nuestros amigos nos decían: “para ir a la casa de ustedes hay que hacer un safari…” No existía nada. Ni movilización. Hoy es un hervidero de comercio. Nuestra casa ya no está. Y de alguna manera mis compatriotas no nos permiten ser chilenos otra vez. Ya no tenemos un lugar en nuestro país y quien gobierna hoy me pide que olvide. Y yo, aquí, en Palo Alto, vago con mi fantasía recordando al Último Presidente, quien al oído y como en sordina me murmura lejano, pero seguro de sus palabras:

“Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, me seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes, por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la patria. El pueblo debe defenderse…Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el Pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Estas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que el sacrificio no será en vano…de que, por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía, la traición”.

Bárbara cerró los ojos escuchando la voz del hombre y recordando tanta leyenda sobre su muerte :”se suicidó-me contó una doctora que tomaba guardia ese día en el Hospital Militar-se llamaba Eva F., y era judía” También ella se suicidó años después. “Lo mató un teniente-dice mamá-lo obligaron a ponerle una banda presidencial de balazos. Así fue como murió”.

Bárbara se repite, déjenme vivir mi fantasía, ya que en mi realidad, Juan Francisco Gómez y Francisco Franco, han muerto cómodos en sus camas. Pero yo quiero matar a mi General. Tengo derecho a mi fantasía. Tengo derecho a no perdonar. Tengo derecho a no olvidar. Tengo derecho al amor. Tengo derecho a volver…


CAPITULO PRIMERO
EL REGRESO A “EL BUCANERO”

Las gaitas venezolanas distrajeron a Simón que terminaba de leer el capítulo final de una de las novelas de Maria Vargas Llosa. Las gaitas que pasaban por las calles en ese momento picaron la curiosidad masculina. El hombre se levantó, salió de su estudio y se asomó a la terraza. La Principal de El Cafetal estaba trancada como casi siempre, pero más aún con las fiestas navideñas y vísperas del Año Nuevo; las famosas y tropicales gaitas detenían el tránsito. ¡Ah! estos venezolanos tan bonchones para todo-pensó casi en voz alta Simón-para ellos la vida es pura guachafita.

La música y los gaiteros se perdieron con su ritmo de salsa en el verde follaje de los árboles y las matas de trinitarias multicolores. Con el tránsito semiparalizado, que seguía cadencioso y lento sin chistar siquiera con un cornetazo la alegre algarabía navideña.
Simón volvió a la novela; antes de viajar debía escribir varios artículos para la prensa. Este viaje que programaba con su mujer tenía para él una proyección especial. Estaba cansado, necesitaba cambiar de clima, de vida, de todo. Se consumía en estrés e hipertensión. No quería ver ni un Aldomet más en el viaje, ni tampoco un ansiolítico. Pensó en la última rueda de prensa con el escritor peruano. Vargas Llosa ya tenía el pelo encanecido, pero se veía fuerte y joven; algo tenso, quizá aburrido tras esa sonrisa afable y sus bien pensadas respuestas sobre cualquier tema que le preguntaran los periodistas. Simón no volvió a su estudio. Tomó el libro de Vargas Llosa y se dirigió a su habitación. En el cuarto su mujer daba los últimos toques al equipaje. Presionando con rodillas y cuerpo sobre la última maleta, Bárbara ofrecía un fundillo como una flor, sus muslos lisos y fuertes se tensaban a la fuerza ejercida por ésta en las correas de la maleta.
La atracción desplegada por su mujer, aún a estas alturas de la vida matrimonial, ponían a Simón frenético, pero se retuvo-Falta mucho le dijo. Ella, jadeante, levantó la cabeza y relampagueante contestó-Si. ¿ Qué llevaras para leer? Le preguntó él. –Nada, nada, quiero des-can-sar.
El marido salió del cuarto, prefirió sumirse en sus propios pensamientos, a una estéril discusión. Volvió a la novela….

(…)

©Sonia M.Martin
"Cena con un Perro Rojo"


Novela ganadora del Premio Letras de Oro 1996, otorgado por la Universidad de Miami, el Ministerio de Cultura de España y la Tarjeta American Express.


SONIA M.MARTIN: BIOGRAFÍA


BREVE BIOGRAFÍA DE SU VIDA PROFESIONAL

Sonia M.Martin, escritora chilena-estadounidense, es periodista y profesora en varias asignaturas. Estudió en Francia y en Venezuela postgrados de teatro y literatura, así como Periodismo Cultural.
Ha vivido en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos, país en donde reside.
Ha sido premiada por varios países como la mejor periodista cultural. Entre otros, Alemania, país que la invitó a Frankfurt del Main para conocer la vida cultural de esta zona. Se la distinguió, igualmente, en esa oportunidad, con una beca del Instituto Goethe, para estudiar alemán en la hermosa ciudad de Mannheim, que la baña el río Rin. El Canadá francés, por medio del Gobierno del Québec, le otorgó un premio similar para conocer y relacionarse con los más importantes artistas del Québec.
La investigación sobre literatura, teatro y arte, en relación a Latinoamérica, y en especial de la mujer, son parte del trabajo que viene desarrollando desde hace años.
Fundo SELC y CII (Sociedad de Escritores Latinoamericanos de California y Capítulo Internacional en Internet) en donde actualmente es parte de la mesa directiva.
Es Delegada y Directora de CELCIT Norte de California, “María Teresa Castillo” (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral).
Fundó en California un centro de poesía bilingüe, CEPOINC Lapislázuli (Centro de Poesía Iberoamericana Norte de California). Con un pequeño grupo de actrices latinoamericanas bilingües y en colaboración con el periódico bilingüe, La Oferta Review, de San José de California y de su directora, la periodista, fotógrafa y escritora ecuatoriana, Mary J. Andrade. Igualmente, realiza conferencias y talleres de las materias arriba mencionadas.
Creó y dirigió, el Grupo Literario CELCIT, Casa de San Bernardino, en Caracas, Venezuela. Participó con este grupo y con el taller de literatura que monitoreaba, en el Primer Congreso Nacional de Talleres Literarios de Venezuela.
Es miembra de AICA Internacional y Capítulo Venezuela (Asociación de Críticos de Arte Internacionales), París, Francia; ITI (Instituto Internacional de Teatro), París, Francia; AEV ( Asociación de Escritores de Venezuela); SECh (Sociedad de Escritores de Chile) ; SPJ (Sociedad de Periodistas de los Estados Unidos) ; NUW (Escritores de los Estados Unidos).
Fue editora de la Editorial en Internet Jaca Negra y del magazín feminista, bilingüe, castellano-inglés, Daniela Web Press. Webzine pionero en este estilo en la Internet.
Ha publicado varios libros. Su novela Cena con un Perro Rojo, ganó en 1996, el Premio Letras de Oro de la Universidad de Miami y del Ministerio de Educación de España.
Actualmente es editora del periódico digital, La Prensa The Press, medio de comunicación bilingüe, de gran tendencia literaria y cultural.
Recientemente terminó de escribir un libro testimonio, Londres 38, Londres 2000, basado en ocho casos de detenidos-desaparecidos, bajo la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte.
Ha incursionado en la poesía desde niña, aunque sólo tiene publicado un libro de poemas para niños, La Carroza de Cristal, dedicado a sus nietos.
Aunque hija de una poeta que le enseño a amar la poesía desde muy pequeña, la autora jamás se ha sentido poeta, pero continúa creando poesías y de esta manera es que le dio termino hace pocos tiempo a otro de sus poemarios, el que tituló Perdidamente Romántica. Este libro de poemas esta dedicado a su madre, Lola Martin Barrios, cuyo estilo romántico difiere totalmente con su propio estilo, razón por la cual ha querido homenajear a su madre, creando poemas al estilo de su progenitora…
En preparación tiene varios textos en los que trabaja. Textos de auto-ayuda, novela-histórica, teatro y ficción en genera; y aunque no se sienta poeta, ya tiene en preparación otro poemario, quizá sea otra vez romántico, quizá no. Veremos que sucede con su poesía…