JOSÉ AUGUSTO PARADISI RANGEL
Querida Viviana te presento algunas de mis Marlenes en las Tablas del Paradisi, óleos sobre madera de pequeños formatos, producción realizada en la alborada del vuelo de un maldito murciélago chino en los estómagos salvajes del bárbaro y totalitario pueblo de Mao Tse Tung. Exposición que fue pospuesta para mediados de este año.
Desde mis años 20 promisorios el drama de El Ángel Azul deslumbrando
a Emil Jannings como el profesor Unrat , encarnado por una legendaria Marlene Dietrich es marca indeleble en mi asombro y mi querencia. Ese prodigioso
ejemplo de aplastante seguridad femenina ha sido vestal del templo de mis
investigaciones estéticas y anímicas sobre el hondo misterio femenino
inmarcesible a la constreñida masculinidad, como diría mi Maestra de Canto, la
genial María Luisa Tamez, de órganos externos que no sangran ni reproducen en
sus entrañas la especie humana a la que pertenecemos.
El Rostro del Misterio femenino encarnado en la mirada de Marlene Dietrich
ha sido visitado y revisitado por mi pincel y mi silencio múltiples veces
mientras escucho Lili Marlene y pienso en las desgracias de los autoritarismos
y los enloquecidos hijos de Marte.
Por otra parte, me pides un breve currículum. Sólo te digo que con casi 40
años de trayectoria artística en la aurora de mis 64 giros al sol: Nací
Niño Gerber 1957 Special Edition en mi pueblo: Villa de Cura, para
asombrarme del mundo y los seres que lo habitan. Comprendo que como
Jorge Luis Borges, a quien conocí en su única visita a Caracas en la
extinta Librería Lectura, cuando degustó de la mano de Maria
Kodama su primer zumo de papaya, que nosotros llamamos lechosa, y abrió sus
inmensos y desorbitados ojos azules exclamando ¡Qué cosa linda que es
este jugo!, no me enorgullezco de lo creado por mi angustia expresiva, sino
del asombro constante y firme de la obra de los otros amanuenses de Dios
rebasando geografías, idiomas e ideologías y repitiendo en mi memoria a Susana
Rinaldi cantando: A un semejante: Es un asombro
tener tu hombro y es un milagro la ternura. Y así, cantando con medio melón
en la cabeza, así, hasta el último suspiro quiero seguir reflejado en los
otros, como diría Octavio Paz, que me dan plena existencia.
Un enorme beso de aquí a las pampas argentinas de este nacido en las
puertas de los llanos venezolanos,
José Augusto Paradisi Rangel.