Rapsodia
IV
Déjala
bailar en paz o Caracas escenario del mundo
La
hambruna, la efervescencia política de Polonia, la realidad de aquel país
negada en la hegemonía roja de los medios de comunicación erigió en mi memoria
los versos de nuestro poeta Francisco Lazo Martí:
“Es
tiempo de que vuelvas,
es
tiempo de que tornes…
Que
tu pecho varonil exornes…”
Un
día en medio de una propuesta cerca del Palacio de la Cultura y la Ciencia de
contestatarias remeras azul cobalto con las siglas E y A por la espalda, y por
delante a nivel del corazón la leyenda: Element Antikomunisticzny
tomé la dolorosa decisión de dejar mi amada por siempre Polonia. La multitud de
corifeos de un teatro libertario rodeando la horrenda copia stalinista del Empire
State Building me envalentonó.
Aeropuerto
Okencie de Varsovia vuelo a Frankfurt, de ahí a Nueva York, a Caracas en las
extintas alas de Pan American. Nuevo parto. La letra del himno nacional polaco
como salmo y renunciable en el corazón cuya posible traducción sería ¡Todavía
Polonia no muere mientras estemos vivos! (Misma que me aplico cotidianamente
como dosis de opio soñando la reconstrucción de Venezuela después de la
pesadilla roja que nos troco en judíos errantes y diáspora hidrocefálica.
Muy
delgado, exuberante melena, sandalias, overol malos olores desdibujando al niño
de residencia universitaria del Opus Dei que, increíble pero cierto, fui, un tesoro en el pecho forjado por mis viajes
por Europa; y aquella procesión de verano a Grecia, descubrimiento de nuestra
naturaleza cósmica mas allá del mal y del bien y la revelación, una noche
báquica observando la grandilocuencia marmórea del Partenón desde el Ágora de
Atenas, en palabras de Armando Rojas Guardia: de quién era yo al fondo de
mí mismo.
Aterrizo
en Caracas con un nido de cuervos desordenados en la cabeza, melena más escandalosa
que la del actual Dudamel, medusa de mil sierpes sin oficios, beneficios ni
proyectos. En el aire una gran expectación. Muy pronto se realizaría el V
Festival Mundial de teatro de Caracas. Olimpíada de histriones del mundo
entero. Era inevitable, la inclinada pendiente de mis asombros me empinaba
finalmente al encuentro con el rapsoda para solicitarle empleo como traductor y
guía en lengua polaca. El último rapsoda del teatro del siglo XX era mi
destino; el oráculo de Delfos habló en el recuerdo del abrazo de la Gambaro en
Maracay y su Teatro de la Ópera. Me esperaba en las oficinas de Rajatabla.
Quizás
la encendida pasión que revelaron mis ojos más abiertos que nunca por la
cultura polaca y mi periplo lo asombró. Lo cierto es que el bello rapsoda me
tomó de inmediato para guía, traductor, asistente y cicerón del portento de
Cracovia: Tadeus Kantor. Quizá vio en mi un San Jorge con lanza y armadura para
vencer al dragón cuyos requerimientos y fama de difícil eran bocanadas de fuego
en las orejas de los productores y realizadores de festivales de teatro del
planeta.
Caracas,
nuestra amada Caracas en democracia y libertad era una fiesta descomunal y
Carlos visionario, con enorme justicia lo repito, la transformó en EL ESCENARIO
DEL MUNDO.
El
Decano de los rotativos de Venezuela: EL NACIONAL, nos bombardeaba con el
arribo de los atlantes del teatro mundial. ¡Maravilla, a diferencia de otros
festivales del mundo, todos alojados en hoteles contiguos: El Caracas y el
Anauco Hilton cerca del novísimo Ateneo de Caracas, frente a nuestro Teatro
Teresa Carreño en construcción! ¡63 teatros en activo en toda la ciudad en
extensiones al interior de la República! Al finalizar las funciones cada
jornada la gran rumba para festejarlos en el Teatro Permanente también muy
cercano, en la antigua sede de la Cervecería Caracas: ¡un night club
felliniano y tropical donde la alegría era Alka Seltzer de
inextinguible efervescencia!
El soundtrack
de ese festival fue sin duda la icónica producción de un auténtico “trabuco”
musical en la triada de Chico Buarque de Holanda de Brasil, Willie Colón de
Puerto Rico y la cereza del pastel en la voz de nuestra Soledad Bravo.
Producción discográfica que produjo el milagro de romperles las férulas que
ataban las caderas de cualquier histrión del mundo no nacido en nuestra
desorbitada zona tórrida de las síncopas caribeñas.
No
es por estar en presencia tuya, mi querido rapaz, pero tú estás mal, estás de
lo peor. ¡Son las 10 y el baile está caliente y sigue llegando la gente y tú no
la quieres dejar bailar…!
El Ateneo
un geiser hiperactivo en pleno corazón de Caracas. Las noticias a todas horas y
a deshoras: ¡Ovación de 45 minutos al Piccolo Teatro de Milano por su
bellísima producción en comedia del arte de Arlecchino servitore di due
padroni, dirigida por Giorgio Strehler, Goldoni soberbio en el Teatro
Nacional; Katzuo Oono de Japón a sus 80 baila en la lentitud minimal de la
danza Buhto su homenaje a Antonia Mercé en “Admirando a la Argentina” en
el Teatro CANTV; cuarenta y pico de
brasileños desnudos estremecieron sambando cuatro horas Macunaíma bajo
la batuta de Antunes Filho; que Wozzeck será afeitado en medio del
público en la Sala Rajatabla con el Studio K de Budapest con el galanazo
de Csaba Oszkay de soldado decepcionado de la Primera Guerra; que Argentina presenta
del polaco Tadeusz Rózewicz Boda Blanca con Marilina Ross y Rubén
Szuchmacher dirigidos por Laura Yussem ; que Inglaterra presenta una obra sobre
los amores de Vaclav Nijinsky y Serguéi Diáguilev llamada “Chinchilla”
sobre una cama de arenas de los Médanos de Coro; que llegan de invitados Clive
Barnes del New York Times, que Hellen Steward de la Mamma de Nueva
York, Skármeta de Chile; que Manuel Puig muy bahiano de gasas y sandalias
griegas metedeo y para colmo en el Poliedro va a estar Sting y POLICE,
y El Teatro La Candelaria de Colombia con todo y Enrique Buenaventura,
Andrzej Wajda y su versión del Príncipe idiota de Fiódor Dostoyevski con
Jerzy Radziwiłowicz y Jan Nowicki, y pronto, muy pronto, el ogro mayor Tadeusz
Kantor, CRICOT 2 en coproducción con el Teatro Toscano de Firenze.
Después
de cada premier una rumba y va de nuez
Soledad Bravo:
Detrás
de un hombre triste hay siempre una mujer feliz y tras esa mujer hombres
gentiles siempre hay mil…
Y yo
desorbitado esperando a Kantor que ya había hecho de las suyas intentando
detener un vuelo en el Aeropuerto Internacional de Milán produciendo un
cataclismo en el departamento de logística que dirigía Giorgio Ursini Ursic.
Carlos preocupado me veía, pero, con fe de que yo podría capotear el toro miura
polaco. Faltaba poco para ese thriller que protagonizaría. Mientras me
iba al Teatro Permanente a desestresar, mucho ron y Coca Cola y al centro de la
sala cantando:
Son
las seis y el baile revienta deja a esa negra contenta ¡déjala bailar en paz!
José Augusto Paradisi Rangel
Ciudad de México, 3 de septiembre de 2021.