la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Así que pasen cinco años, obra de Federico García Lorca (fragmento)









(Se oye otro trueno. La luz desciende y una luminosidad azulada de tormenta invade la escena. Los tres personajes se ocultarán detrás de un biombo negro bordado con estrellas. Por la puerta de la izquierda aparece el Niño muerto con el Gato. El Niño viene vestido de blanco primera comunión, con una corona de rosas blancas en la cabeza. Sobre su rostro, pintado de cera, resaltan sus ojos y sus labios de lirio seco. Trae un cirio rizado en la mano y el gran lazo con flecos de oro.
El Gato, de azul, con dos enormes manchas rojas de sangre en el pechito gris y en la cabeza. Avanzan hacia el público. El Niño trae al Gato cogido de una pata.)


GATO
Miau.



NIÑO
Chissssss...



GATO
 Miauuu.


NIÑO
Toma mi pañuelo blanco.
Toma mi corona blanca.
No llores más.


GATO
Me duelen las heridas
que los niños me hicieron en la espalda.


NIÑO
También a mí me duele el corazón.


GATO
¿Por qué te duele, niño, di?


NIÑO
Porque no anda.
 Ayer se me paró muy despacito,
ruiseñor de mi cama.
Mucho ruido, ¡si vieras!... Me pusieron
 con estas rosas frente a la ventana.


GATO
¿Y qué sentías tú?



NIÑO
Pues yo sentía
surtidores y abejas por la sala.
Me ataron las dos manos, ¡muy mal hecho!
 Los niños por los vidrios me miraban
 y un hombre con martillo iba clavando
estrellas de papel sobre mi caja.

(Cruzando las manos.)

No vinieron los ángeles. No, Gato.


GATO
No me digas más gato.


NIÑO
¿No?


GATO
Soy gata.


NIÑO
 ¿Eres gata?


GATO (Mimosa.)
 Debiste conocerlo.


NIÑO
¿Por qué?


GATO
Por mi voz de plata.


NIÑO  (Galante.)
¿No te quieres sentar?


GATO
Sí. Tengo hambre.


NIÑO
Voy a ver si te encuentro alguna rata.

(Se pone a mirar debajo de las sillas. El Gato, sentado en un taburete, tiembla.)

No la comas entera. Una patita
porque estás muy enferma.


GATO
Diez pedradas me tiraron los niños.



NIÑO
Pesan como las rosas
que oprimieron anoche mi garganta.
¿Quieres una?

(Se arranca una rosa de la cabeza.)


GATO. (Alegre.)
Sí, quiero.



NIÑO
Con tus manchas de cera, rosa blanca,
 ojo de luna rota me pareces,
gacela entre los vidrios desmayada.

(Se la pone.)



GATO
¿Tú qué hacías?


NIÑO
Jugar. ¿Y tú?


GATO
 ¡Jugar!
Iba por el tejado, gata chata,
naricilla de hojadelata.
En la mañana
 iba a coger los peces por el agua
y al mediodía
bajo el rosal del muro me dormía.


NIÑO
¿Y por la noche?

GATA (Enfática.)
 Me iba sola.



NIÑO
¿Sin nadie?


GATA
Por el bosque.


NIÑO (Con alegría.)
Yo también iba, ¡ay, gata chata, barata,
 naricillas de hojadelata!,
a comer zarzamoras y manzanas.
Y después a la iglesia con los niños
 a jugar a la cabra.


GATA
 ¿Qué es la cabra?



NIÑO
 Era mamar los clavos de la puerta.


GATA
 ¿Y eran buenos?



NIÑO
No, gata.
Como chupar moneda

 (Trueno lejano.)

 ¡Ay! ¡Espera! ¿No vienen? Tengo miedo.
¿Sabes? Me escapé de casa.

 (Lloroso.)

Yo no quiero que me entierren.
Agremanes y vidrios adornan mi caja;
pero es mejor que me duerma
entre los juncos del agua.
Yo no quiero que me entierren. ¡Vamos pronto! 

Le tira de la pata.)


GATA
 ¿Y nos van a enterrar? ¿Cuándo?



NIÑO
Mañana,
en unos hoyos oscuros.
 Todos lloran, todos callan.
Pero se van. Yo lo vi.
Y luego, ¿sabes?


GATA
¿Qué pasa?



NIÑO
 Vienen a comernos.


GATA
¿Quién?



NIÑO
El lagarto y la lagarta,
con sus hijitos pequeños,
que son muchos.


GATA
¿Y qué nos comen?



NIÑO
La cara,
con los dedos
(Bajando la voz.)
y la cuca.


GATA (Ofendida.)
Yo no tengo cuca.


NIÑO  (Enérgico.)
¡Gata!:
 te comerán las patitas y el bigote.

(Trueno lejanisimo.)

 Vámonos; de casa en casa
llegaremos donde pacen
 los caballitos del agua.
No es el cielo. Es tierra dura
con muchos grillos que cantan,
con hierbas que se menean,
con nubes que se levantan,
con hondas que lanzan piedras
 y el viento como una espada.
 ¡Yo quiero ser niño, un niño!

 (Se dirige a la puerta de la derecha.)


GATA
Está la puerta cerrada.
Vámonos por la escalera.



NIÑO
Por la escalera nos verán.


GATA
Aguarda.



NIÑO
¡Ya vienen para enterrarnos!


GATA
Vámonos por la ventana.



NIÑO
Nunca veremos la luz,
ni las nubes que se levantan,
 ni los grillos en la hierba,
ni el viento como una espada.

(Cruzando las manos.)

 ¡Ay girasol!
 ¡Ay girasol de fuego!
¡Ay girasol!


GATA
¡Ay clavellina del sol!


NIÑO
Apagado va por el cielo.
 Sólo mares y montes de carbón,
y una paloma muerta por la arena
con las alas tronchadas y en el pico una flor.

 (Canta.)

Y en la flor una oliva,
y en la oliva un limón...
 ¿Cómo sigue?... No lo sé, ¿cómo sigue?



GATA
¡Ay girasol!
 ¡Ay girasol de la mañanita!



NIÑO
 ¡Ay clavellina del sol!

(La luz es tenue. El Niño y el Gato, separados, andan a tientas.)


GATA
No hay luz. ¿Dónde estás?


NIÑO
 ¡Calla!


GATA
¿Vendrán ya los lagartos, niño?


NIÑO
No.


GATA
 ¿Encontraste salida?

(La Gata se acerca a la puerta de la derecha y sale una mano que la empuja hacia dentro.)

 (Dentro.)


¡Niño! ¡Niño!


(Con angustia.)

 ¡Niño, niño!


(El Niño avanza con terror, deteniéndose a cada paso.)



NIÑO  (En voz baja.)
Se hundió.
Lo ha cogido una mano.
Debe ser la de Dios.
¡No me entierres! Espera unos minutos...
¡Mientras deshojo esta flor!

(Se arranca una flor de la cabeza y la deshoja.)

 Yo iré solo, muy despacio,
 después me dejarás mirar al sol...
Muy poco, con un rayo me contento.

 (Deshojando.)
Sí, no, sí, no, sí.


VOZ.
 No. ¡¡No!!


NIÑO
 ¡Siempre dije que no!


(Una mano asoma y entra al Niño, que se desmaya...)


Así que pasen cinco años
©Federico García Lorca
1931


Obra completa: pincha aquí

Federico García Lorca: página web