la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Carlos Giménez y el Club de los Corazones Unidos, por Roberto Magurno, Córdoba, 20 de Mayo de 2020






"De niño formé el Club de los Corazones Unidos y con un pequeño grupo de compañeritos 
 y compañeritas montábamos algunas obras".
Carlos Giménez, entrevista






Tengo 71 años y la inmensa alegría de haber transitado gran parte de mi infancia junto a JUAN CARLOS GIMÉNEZ: nació en Rosario, de allí llegó a Córdoba y se instaló con su familia en los departamentos de SPADEA, sobre el pasaje Bruno Tapia, foro principal de nuestra infancia; la vereda oeste, una cuadra larga e interminable, y al este la calle Los Hornos partía en dos nuestra arteria. Desde esa esquina lo podíamos observar al "Juanca" los días domingos cuando se acercaba con un montón de diarios bajo el brazo: “La Capital”, los periódicos de Buenos Aires y alguno de Córdoba. Tenía sus prioridades: devoraba primero la sección de artes y espectáculos, luego hacia un recorrido por viajes y turismo, tal vez presagiando su presencia por el mundo.


Las hojas de los diarios siempre presentes en su vida. Fue el mentor de esas dos páginas en las que informábamos a nuestros vecinos sobre las actividades artísticas y recreativas del barrio. Esa hoja se reproducía en un mimeógrafo con una pasta amarilla que semejaba un tentador dulce de batata. Entregábamos el periódico en los negocios, ejemplo la verdulería donde nos abonaban con un puñado de mistoles, envueltos en ese suave papel de peras o manzanas.
Y un buen día llegó la hora de actuar, nuestro amigo nos dirigía, los más chicos representamos “El Príncipe y El Mendigo”; las chicas y compañeros con algunos años más hicieron “La Danza de la Gitana”, el éxito por entonces de ANA MARIA ALFARO y JAIME KLONER.

Debo decir que lamentablemente no tengo fotografías de aquel tiempo. En cuanto a Carlos diría que se trataba de un director por demás exigente, y nosotros respondíamos con mucho respeto sabiendo que ÉL lo hacía todo bien. Si podíamos ganarle en algo era jugando al futbol, donde no se destacaba demasiado. Los ensayos y las representaciones se daban en la casa de algún chico o chica de la barra. Disponíamos de un sitio baldío que manteníamos siempre limpio para realizar nuestros eventos teatrales, concursos de canto o kermes y tanto menores como algunos adultos colaboraban con tortas o alguna otra golosina
En 1957 Carlos descubrió el Auditorio de Radio Nacional y nos llevó a presenciar las obras de teatro leído, resultaba toda una ceremonia: ingresar a la sala antes que comenzara la función, permanecer atentos y en silencio, no retirarnos hasta que la representación no hubiera terminado (nuestras edades oscilaban entre los ocho y diez años). Me animo a decir que Carlos Giménez, con doce años, ya se manifestó como actor y director teatral. Él nos acercó al arte, teniendo mucho que ver con los mejores momentos de nuestra infancia. Luego se produjo su maravillosa incursión en Venezuela.

Tengo presente a toda su familia. Si los debo resumir en una palabra, recordando a doña CARMEN diría: BONDAD.








…Y otra vez las hojas de los diarios en frenético torbellino informando que CARLOS había dejado los escenarios de los aplausos sonoros, para recibir una silenciosa ovación de quienes compartimos su amistad y supimos de su talento.




Roberto Magurno
Córdoba
20 de mayo de 2020



Fotos: Archivo de Carmen Gallardo resguardado por Ana Lía y Carlos Cassina, madre y sobrina y sobrino de Carlos respectivamente.