Tristemente desde hace ya varios años el Arte Venezolano viene siendo golpeado en todas sus variantes. Premios como el Rómulo Gallegos ha caído en la miseria de la politización, el Ateneo de Caracas que antes eran centro de grandes eventos de la escena teatral, el cine, la música y otros muchos más, ha mermado a pesar de los esfuerzos de sus directores. El Teatro Teresa Carreño que otrora fuera uno de los centros culturales más importantes de America latina, donde se presentaban desde el Ballet Bolshoi, Marcel Marceau, Lindsay kemp, Julio Bocca, Mercedes Sosa, Michel Petrucchiani, y sede principal de la vida Operística de Caracas, Festival Internacional de Teatro de Caracas y del Festival de Música Contemporánea Latinoamericana, entre otros, ahora solo es el escenario del Presidente de la República. Ni hablar de los museos, después de tener el MACCSI, orgullo de los venezolanos, con una colección de arte que era envidiada hasta por los países del primer mundo ahora simplemente es un deposito de obras, y sabrá Dios hasta cuando será eso, pues como sabemos el Ministro Francisco Sesto anuncio que las colecciones de los museos de la Fundación Museos Nacionales serían reunidas en un solo depósito, el de la nueva sede de la Galería de Arte Nacional.
El Museo de Arte Contemporáneo de Caracas fue por mucho tiempo un centro de cultura, de lunes a domingo un centenar por no decir miles de personas se movilizaban por Parque Central para disfrutar del arte, siempre había una exposición nueva, un nuevo artista que conocer, sus salas nos brindaban todos los movimientos artísticos contemporáneos. La biblioteca del museo que habría todos los días siempre estaba repleta de investigadores, estudiantes de todos lo niveles y hasta curiosos, el museo en su totalidad seducía a todos por el aire de desarrollo cultural que se respiraba en él, parecía que estábamos en el Guggenheim, o en el Centro J. Paul Getty u otro centro cultural de cualquier país desarrollado, los fines de semana siempre en los espacios abiertos del museo había un concierto, un representación teatral al aire libre, danza, cualquier manifestación artística era posible en ese gran museo concebido por Sofía Imber.
Es una desgracia inmensa pensar o ver a diario que lo que fue muchas veces el primer museo de todas las Américas ahora solo es un armazón de cemento, se ha convertido en un elefante blanco, sus salas ahora siempre están abandonadas, en la biblioteca los libros gritan que los acaricien, que los lean. De seguro los cuadros de Pablo Picasso, Joan Miró, George Braque, Fernando Botero, Armando Reverón y otros estarán llorando por su terrible destino, porque las musas que antes se paseaban con los asiduos o casuales usuarios parece que también los abandonaron, y ahora solo se ve entre las sombras unas feroces parcas vestidas de brillante rojo.
Es una desgracia inmensa pensar o ver a diario que lo que fue muchas veces el primer museo de todas las Américas ahora solo es un armazón de cemento, se ha convertido en un elefante blanco, sus salas ahora siempre están abandonadas, en la biblioteca los libros gritan que los acaricien, que los lean. De seguro los cuadros de Pablo Picasso, Joan Miró, George Braque, Fernando Botero, Armando Reverón y otros estarán llorando por su terrible destino, porque las musas que antes se paseaban con los asiduos o casuales usuarios parece que también los abandonaron, y ahora solo se ve entre las sombras unas feroces parcas vestidas de brillante rojo.
©Félix Esteves
Escritor