Sr. Fontova: lamento mucho su artículo "Al final, ¿Quienes son los israelíes?", no porque lo usted dice, porque por suerte somos libres para opinar como nos da la gana, sino por el odio con está escrito. Un odio que no esperaba de usted. Tampoco las mentiras que hay en su artículo, pero bueno... en eso no es original: casi toda la prensa occidental las dice y ya se sabe que una mentira repetida 100 veces termina siendo una verdad.
A la dictadura de Videla y compañía se la llamó "Proceso" y de tanto repetirlo todavía se la llama así, desvirtuando peligrosamente lo que en realidad fue la dictadura más sangrienta que tuvo Argentina. Y por eso hoy, frente a la inseguridad que se vive en Argentina, mucha gente está pidiendo que vuelva "El Proceso".
Esa misma dictadura dijo que los y las exiliadas "difamaban al país" (y no a la dictadura, que es lo que hacíamos) y el pueblo todavía hoy lo sigue creyendo. Como ve, hay muchas mentiras que no por repetidas y publicadas son ciertas. Pero eso usted ya lo sabe, porque lo conozco como una persona inteligente y sensible. Por eso la desazón que siento al leer su artículo.
No soy judía, no soy palestina. Sólo soy un ser humano que pretende, ingenuamente, lo sé, que los judíos no sean siempre los chivos expiatorios de los errores y complejos de inferioridad de las mayorías.
Que nadie sea chivo expiatorio de nadie y vivir en paz con nuestras diferencias, sin odio, en igualdad de condiciones, sin hambre, guerra, enfermedad, villas miserias, racismo, sexismo.... El mundo con el que soñaba Chaplin en "El Gran Dictador". El que soñaba Martin Luther King. El que soñaba Mahatma Ghandi. El que soñaba la Madre Teresa de Calcuta.
¿Chaplin no le gustaba? ¿Tato Bores tampoco? ¿También odiaba a Blakie? ¿Y Woody Allen?
Yo no lo odio, Sr. Fontova. Y cómo me gustaría que este mensaje sirviera para crear un puente entre sus diferencias y las mías y que en el medio pudieramos encontrarnos. No por usted ni por mí, que nos queda poco tiempo sobre la Tierra: por las niñas, niños y jóvenes del mundo que merecen que, alguna vez, los adultos nos pongamos de acuerdo y les dejemos un mundo mejor.
Shalom. Salam.Amén.
Viviana Marcela Iriart
24 de marzo de 2009