Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).

Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).


la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Fin de semana en Hollywood… y Anne Hathaway y Jodie Foster / Hollywood Weekend /by Jane Fonda, 15 de enero de 2013





Debería haber tomado fotos pero se sentí que era inapropiado. Así que voy a tener que usar mis palabras para contarte acerca de las fiestas a las que  fuimos a este fin de semana. Fue muy divertido. El viernes en la fiesta de CAA abracé  y felicité a Anne Hathaway, quien recientemente hizo un trabajo magnífico en la gala del Women’s Media Center  en Nueva York y todo el mundo quedó impresionado con su inteligencia. Ella le contó a Robert De Niro sobre One Billion Rising (Un billón de Pié) evento que se llevará a cabo en todo el mundo el próximo Día de San Valentín, el 14 de febrero. Ella dijo: "Robert, mil millones de mujeres en el mundo son violadas o golpeadas a lo largo de toda su vida. Por eso mil millones de personas, las mujeres y los hombres que las aman, se levantarán ese día  para bailar, cantar, protestar, levantar la voz para decir "basta". Únete a nosotros. Tú no tienes que hacer un baile elegante, sólo tienes que salir a la calle en donde estés y mecer tus caderas y bailar con nosotras.”  Él parecía divertido, con su sonrisa perpleja torcida, tan suya, pero parecía abierto a la idea de sumarse al proyecto.  Robert Redford ya es parte del mismo y ha hecho un video que explica por qué él saldrá a bailar  ( Ir a la página web de V-DAY ). (Pero pronto voy a escribir un artículo entero sobre One Billion Rising,  que va a hacer que tú quieras formar parte del mismo).





Conocí a Jennifer Lawrence, que está  increíble en  Silver Linings Playbook Para aquellos que no han visto aún la película,  les sugiero que vayan a verla, ustedes ya conocen a Jennifer de “Hunger Games”. En Silver Linings Playbook su presencia en la pantalla es electrizante. Ella está tan  completamente presente y  tan metida en la piel de su personaje como pocas veces se ha visto. Es muy fácil entablar una conversación con ella. Robert De Niro está  en la película y también desaparece en su personaje. Nos olvidamos  que es De Niro. Le dije eso. Creo que es el mejor actor de reparto de esta temporada ... ¡y hay un montón de los buenos! El director David O. Russell, con el que también es muy fácil hablar, me tomó completamente por sorpresa cuando relató pequeños episodios pocos conocidos de mi carrera artística, incluso el bonito pero bobo de “Sunday in New York.” No tenía idea de que él sabía tanto sobre mí.  En una reciente entrevista De Niro describió el estilo de David de dirigir - a veces grita cosas, ideas, nuevas líneas, etc, a los actores mientras la cámara está rodando y pienso que puede ser una gran  experiencia, que te mantiene fresca y sorprendida. Mi nuevo sueño es trabajar con él. Me encantan todas sus películas que, además de "Silver Linings", incluyen "I Heart Huckabee" y “Three Kings.”

Demi Moore y yo tuvimos una buena charla. La conozco desde hace más de 30 años. Ella se veía muy bien y dijo que está trabajando en su superación personal y se siente muy  optimista. En el camino  me encontré con mis amigos Dawson Rosario, radiente por estar enamorada  (del genial Danny Boyle que hizo "Slumdog Millionaire" y "Train Spotting", entre otros), Kerry Washington, que estuvo  tan bien en "Django Unchained" sin olvidar “Scandal.” Rosario, Kerry, Anne Hathaway y yo estamos en el consejo de la organización mundial de Eve Ensler V-Day: Until The Violence Stops . Mientras me iba  también me encontré con Jennifer Anniston, Naomi Watts, Emily Blunt y Freida Pinto y su pareja, Dev Patel, quien co-protagonizó la película "Slumdog Millionaire". Dev también actúa en  "The Newsroom" y Freida es embajadora de la marca L'Oreal, como yo.  Qué personas tan simpáticas son. 




Anoche vimos a los Globos de Oro en casa. El discurso de Jodie Foster cuando recibió  el Premio a la Trayectoria me hizo llorar. Lo primero que hizo fue gritar: "!Yo tengo 50 años! ¡Tengo 50 años", con los brazos extendidos. Luego dijo que iba a decir algo que nunca había dicho antes: "Estoy sola." Nunca he visto nada como su discurso en una entrega de premios... crudo, honesto, emocionante y completamente inspirador; éste se sentía como saliendo de un largo, exuberante aliento; de un cuerpo compacto, radiante de energía pura, pidiéndonos que la entendiéramos, que entendiéramos su necesidad de privacidad porque trabaja como actriz desde que tiene 3 años; ella envió un increíble mensaje de amor a su madre, que imagino está enferma; su particular manera de agradecerle a su ex pareja que es todavía su hermana de alma y co-madre de sus dos hijos; ella dijo: "Esto se siente como el final de una era y el comienzo de otra. Y ahora qué?” Y más tarde en el discurso dijo: "Yo quiero que me vean, que me entiendan profundamente y no estar demasiado sola.” ¿Hay alguien que no pueda relacionarse con ésto? ¿No es eso lo que todos soñamos, pedimos en nuestras vidas? Ser vistas, entendidas y no estar demasiado solas? ¡Menos mal!
Pienso en  Tina Fey y Amy, que estuvieron fantásticas y me encantaron. 

Después del show fuimos a la fiesta de la  HBO post Globos donde nos sentamos con Jeff Daniels y Sam Waterson. Los amo y admiro mucho a ambos y muchos amigos vinieron a conversar: Michael J. Fox y su esposa e hijo, Sally Field, que es una de mis más queridas amigas y que me hubiera gustado que ganara  el premio como  Mejor Actriz, Jeremy Irons, P. Diddy y muchos otros. 

De allí nos fuimos a las Sunset Towers para la fiesta de CAA. Bill Clinton estaba allí muy emocionado. Dijo que él y Chelsea están cuidando a  Hillary que ya regresó a trabajar. Una vez más, muchos amigos: Eva-Longoria, Kate Hudson, Kerry Washington de nuevo, Bill Maher. Jennifer Lopez se acercó a saludar y hablar un poco. Se había cambiado y puesto un vestido negro de gasa que era impresionante. Leonardo Di Caprio, Keith Urban y Nicole Kidman, Bill Murray. Bill Me parece fascinante. Es difícil saber cuándo habla en serio y cuando está bromeando pero me dijo que quería trabajar conmigo y luego, más tarde, me dio algunas clases de actuación profundas. Quentin Tarantino se sentó conmigo por un buen rato cargando su Globo de Oro por guión original. Le dije que me parecía extraordinario que "Lincoln" y su notable  Django Unchained estuvieran  exhibiéndose en los cines al mismo tiempo. Una de ellos, "Django", muestra visceralmente lo que fue la esclavitud, en el marco de una especie de spaghetti western con mucho humor.  La otra película, "Lincoln", muestra la forma en que el presidente del gobierno tiene que trabajar para acabar con esa misma esclavitud. 

Hay una escena en "Django", donde Kerry Washington es azotado con un látigo. Le dije a Quentin que era la primera vez que creía en una escena como esa. Yo podía sentir cada latigazo. Kerry parecía estar recibiendo cada latigazo en nombre de sus antepasados, todos los que habían sufrido eso, todos los fantasmas de los esclavos de las plantaciones reales en las que se filmó la película. Kerry realmente me llegó y lloré.

Le pregunté si se trataba de una escena difícil de filmar y me dijo que aquella en la que Jamie Foxx tiene que ponerse de rodillas ante un hombre blanco y le ruega que no azote  a su esposa fue tal vez aún más difícil. "Filmé yo  mismo con una cámara de mano", dijo. "Yo estaba llorando y las lágrimas llenaron el lente de la cámara y lo empañaron y yo ni siquiera podía ver exactamente lo que estaba filmando.  Yo solamente pude poner en la cámara en la dirección que pensaba era la correcta”.  ¿Realmente usaste esas imágenes? le pregunté. "Sí", respondió, "son parte de la película." Es una película importante, igual que  "Lincoln." He leído y escuchado a la gente decir que después de ver "Django", se habían dado cuenta que nunca antes habían sabido lo que la esclavitud realmente había sido.

Quentin luego se fue olvidándose llevar su trofeo, así que lo tomé en custodia. Unos 30 minutos después regresó, molesto porque no podía encontrarlo  y entonces le hice saber que yo lo tenía. 

Al salir de la fiesta, la gente empezó a bailar y yo estaba fascinada viendo bailar Jennifer López, a veces con su novio, a veces sola, segura, sexy brillante, como todos al salir. Mientras se movía, su espalda desnuda hasta la cintura, era un regalo para la vista. 

Ahora las fiestas  han terminado y es hora de volver al trabajo. Me siento mucho mejor, como si una nueva era estuviera comenzado para mí, así como Jodie Foster lo describió, y estoy tratando de estar lo más saludable y actual que me sea posible. Empecé el año con una limpieza y he hecho mi práctica de meditación más regular y más larga, pero voy a escribir sobre todo esto en mi próximo artículo. 

15 enero 2013
Fuente: Jane Fonda


Discurso de Jodie Foster








Jane Fonda and Sam Waterson



I should have taken pictures but it felt inappropriate. So I’ll just have to use my words to tell you about the parties we went to this weekend. They were really fun. At the CAA party on Friday I hugged and congratulated Anne Hathaway who recently did a magnificent job emceeing the Women’s Media Center gala in NY and wowed everyone with her intelligence. She told Robert Deniro about One Billion Rising that will take place around the world this coming Valentine’s Day, Feb 14th. She said, “Robert, one billion women in the world are rape or beaten in their life times. One billion people, women and the men who love them, will rise up to dance, sing, strike,raise their voices to say “enough.” Join us. You don’t have to do a fancy dance, just get out there somewhere and sway your hips and rise with us.” He had that funny, bemused, crooked smile of his, but seemed open to the idea. Robert Redford’s on board and has done a video explaining why he’s rising (Go to the V-DAY website). (But I’ll write a whole blog soon explaining what One Billion Rising is, cause you’ll want to be part of it.






I met Jennifer Lawrence who was so amazing in “Silver Linings Playbook.” For those of you who haven’t yet seen the film, I urge you to go, but you know Jennifer from “Hunger Games.” In “Silver Linings Playbook” her presence on the screen is electric. She is so utterly present, so inside her character’s skin that it’s a rare thing to see. She’s way taller than I had realized and really easy to talk to. Robert Deniro is in the film and also disappears into his character. We forget he’s Deniro. I told him that. I think it’s the best supporting actor role this season…and there are a lot of good ones! The director, David O. Russell, is also really easy to talk to and took me completely by surprise when he rattled off all sort of obscure trivia about my career–including, even the pretty silly “Sunday in New York.” I had no idea he knew much about me. There was a recent interview with Deniro describing David’s style of directing–he sometimes shouts things, ideas, new lines, etc at the actors while the camera is rolling and I think that would be such a great experience, would keep you fresh and surprised. My new dream is to work with him. I love all his films which, besides “Silver Linings,” include “I Heart Huckabee,” and “Three Kings.”


Demi Moore and I had a good talk. I’ve known her for over 30 years. She looked really well and said that she’s working on herself and feeling very upbeat. On the way out, I ran into my pals Rosario Dawson, looking radiantly in love (with the brilliant Danny Boyle who made “Slumdog Millionaire” and “Train Spotting” among others), Kerry Washington who was so good in “Django Unchained” not to mention “Scandal.” Rosario, Kerry, Anne Hathaway and I are all on the board of Eve Ensler’s global organization V-Day: Until The Violence Stops. Leaving, I also ran into Jennifer Anniston, Naomi Watts, Emily Blunt and Freida Pinto and her partner, Dev Patel, who co-starred in “Slumdog Millionaire”. Dev is also in “The Newsroom” and Freida is a L’Oreal brand ambassador, as am I. What truly nice people they are. 






Last night we watched the Golden Globes at home. Jodie Foster’s speech when she won a Lifetime Achievement Award made me cry. The first thing she did was shout out, “I’m 50! I’m 50″, with her arms spread wide. Then she said she was going to say something she had never said before, “I’m single.” I’ve never seen anything like her speech at an awards show…raw, honest, thrilling, inspirational–all, it felt like, in one, long, exhuberant breath, a compact, radiant body of pure energy, asking us to understand her, her need for privacy having worked as an actor since she was 3; her sending an incredible message of love to her mother who, I surmise is ill; the way she acknowledged her ex-lover but still her soul sister and co-parent of their 2 sons; her saying “This feels like the end of one era and the beginning of something else. Scary and exciting and now what?” Boy, can I ever relate to that. And later in the speech she said, “I want to be seen, to be understood deeply and to be not so very lonely.” Is there anyone who can’t relate to that? Is that not what we all dream of, pray for in our lives? To be seen and understood and not lonely? Whew!

I thought Tina Fey and Amy were fantastic and I loved that there really wasn’t a sweep by any one film.

After the show we went to the HBO post-Globes party where we sat with Jeff Daniels and Sam Waterson. I love and admire them them both so much and so many friends came by to chat: Michael J. Fox and his wife and son, Sally Field who is one of my dearest friends and who I wish had won Best Actress, Jeremy Irons, P. Diddy and many others.

From there we went to the Sunset Towers for the CAA party. Bill Clinton was there which was exciting. He said he and Chelsea are watching over Hillary and that she’s back at work. Again, so many friends–Eva Longoria, Kate Hudson, Kerry Washington again, Bill Maher. Jennifer Lopez came over to say hello and talk for a bit. She’d changed into a black, backless chiffon number that was stunning. Leonardo Di Caprio, Keith Urban and Nicole Kidman, Bill Murray. I find Bill fascinating. Its hard to know when he’s serious and when he’s joking but he said he wanted to work with me and then, later, gave me some profound acting lessons. Quentin Tarantino sat with me for quite awhile carrying his Golden Globe for original screen play. I told him how extraordinary I think it is that “Lincoln” and his remarkable “Django Unchained” were in theatres at the same time. One, “Django,” viscerally shows what slavery was like, all within the framework of a sort of spaghetti western with lots of humor thrown in. The other, “Lincoln”, shows how that president got government to work to end slavery.


There’s a scene in “Django” where Kerry Washington is lashed with a whip. I told Quentin that it was the first such scene that I actually believed. I could feel every lash. Kerry seemed to be receiving each lash on behalf of her ancestors, all those who had experienced that, all the ghosts of the slaves on the actual plantation where they filmed. Kerry really got to me and I cried. I asked if it was a hard scene to shoot and he said that the one where Jamie Foxx has to get down on his knees before a white man and beg him not to whip his wife was perhaps even harder. “I filmed that myself with a hand held camera,” he said. “I was crying and my tears filled the camera lens and it fogged over and I couldn’t even see exactly what I was filming. I just pointed the camera in what I thought was the right direction.” “Did you actually use that footage you shot yourself?” I asked. “Yes,” he answered, “That’s the footage in the film.” It’s an important film, as is “Lincoln.” I have read about and heard people say after coming out of “Django,” that they’d never realized before what slavery was really like.

Quentin then went off somewhere forgetting to bring his trophy with him so I grabbed it for safe keeping. About 30 minutes later, he came back, all upset because he couldn’t find it and it was awhile before I saw him and let him know I had it.

As we left the party, people had started to dance and I was mesmerized watching Jennifer Lopez dancing, sometimes with her beau, sometimes alone, confident, glowing, sexy as all get out. As she moved, her back, bare to the waist, was a study to behold .

Now the parties are over and it’s back to work. I am feeling very much as if a new era is starting for me, just as Jodie Foster described it, and I’m trying to be as present and healthy for it as I can. I started the year with a cleanse and have made my meditation practice more regular and longer–but I’ll write about all that in my next blog.





15 Jan 2013
Posted by: Jane Fonda










Jodie Foster: "Hace miles de años que salí del clóset''/ 
La Nación  y   The Huffington Post, 14 de enero de 2013

Jodie Foster y una noche para el recuerdo. Foto: AFP




La actriz que recibió el premio a la trayectoria en los Globos de Oro aprovechó su discurso para hacer pública su homosexualidad




 

La actriz Jodie Foster decidió aprovechar uno de los momentos más emotivos de su carrera, cuando recibió el premio a la trayectoria Cecil B. DeMille durante la gala de entrega de los premios Globos de Oro, para confirmar -casi en código- su homosexualidad.

El respeto que reinó en la sala se convirtió en sorpresa ante el discurso de la actriz que protagonizó decenas de films, como Taxi Driver (con el que obtuvo su primera nominación a los Oscar a los 13 años), El silencio de los inocentes y La habitación del pánico. 

Foster, que siempre ha dejado un manto de misterio alrededor de su vida privada pese a las versiones que corrían sobre su sexualidad, comenzó con un tímido discurso que generó un clima propio de un anuncio. "Sólo lo voy a decir, fuerte y con orgullo: Soy.soltera", dijo Foster, y generó risas.

"Espero que no estén decepcionados porque no haya un gran discurso de salida de clóset. Hace miles de años que salí del clóset'', agregó después.





La actriz de 50 años bromeó que hoy en día se espera que las celebridades revelen su homosexualidad "con una conferencia de prensa, un perfume y un reality show en horario estelar''.

"Se sorprenderán, pero yo no soy una niña Honey Boo Boo. Por favor no lloren, porque mi reality show sería muy aburrido'', expresó.

Después del gran momento, Foster le agradeció a Cydney Bernard, una productora a quien identificó como su ex pareja, con la que vivió 20 años y con quien tiene dos hijos.

Además, contó por qué escogió este momento para hacer su anunció, manifestó: "Es un gran momento. Quería decir lo que estaba en mi corazón".

Su revelación desató una avalancha de comentarios en Twitter. Algunas personas dijeron que sus palabras fueron emotivas y valientes mientras otras opinaron que debería hacer más para servir a la comunidad gay como un modelo a seguir.

Ricky Martin, quien reveló su homosexualidad en el 2010, tuiteó: "Jody Foster, es en tus términos. ¡Es tu momento! Ni antes ni después. Es cuando se siente que está bien''.


¿Retiro? Durante su discurso, Foster también pareció deslizar que se retiraría de la actuación, lo cual parecía ser la segunda sorpresa de sus emotivas palabras. Sin embargo, tras bambalinas, aclaró: "No podría dejar de actuar. Tendría que arrastrarme con una sarta de caballos. Me gustaría estar dirigiendo en el futuro. Ahora estoy más interesada que nunca en eso''..

Fuente: La Nación, Argentina



Jodie Foster y su ex pareja Cydney Bernard


¡Tengo 50 años! ¡50 años! Así comenzó el discurso de Jodie Foster en los Globos de Oro 2013 (en vídeo aquí arriba), que subió pletórica al escenario para recoger de manos de Robert Downey Jr. el Premio Cecil B. DeMille a su trayectoria. Unas palabras que conmovieron hasta las lágrimas a algunos de sus colegas presentes en la gala cuando la actriz repasó su obra y su vida personal, haciendo también un alegato a la importancia de conservar su privacidad.

Medio en broma medio en serio, en la gala de los Globos de Oro 2013, Jodie Foster ha querido hablar públicamente de que es lesbiana y que comparte la maternidad de dos niños -concebidas por fecundación in vitro, según The Telegraph-, en un gesto de reivindicación de los derechos de los homosexuales.

"Creo que tengo una necesidad urgente de decir algo que no he sido nunca capaz de decir público y que me devuelve un poco nerviosa, pero tal vez no tan nerviosa como mi representante, ¿eh, Jennifer?. Así que voy a decirlo con fuerza, fuerte, ¿de acuerdo? Voy a necesitar todo vuestro apoyo.. Soy... ehh... ¡soy soltera!", ha dicho entre aplausos. "Bromeo", ha añadido inmediatamente. "Bueno, no bromeo, pero casi. Este habría podido ser un gran discurso de salida del armario. Pero yo ya hice mi salida del armario hace miles de años, en la Edad de Piedra", señaló.

jodie foster globos de oro video



La actriz, doblemente oscarizada, ha evocado "otra época en la que una joven se confiaba a sus amigos, a su familia, a sus colegas y luego, poco a poco, a la gente que iba conociendo y encontrando". Y ha remarcado la diferencia al señalar que "hoy se nos dice que todos los famosos tienen que extender su vida privada ya sea con ruedas de prensa, con perfumes o con un programa de telerrealidad". De ahí su defensa de la "privacidad", que ella misma ha querido saltarse en este caso al dirigirse a su ex pareja, con la que comparte la crianza de sus dos vástagos. 

"Privacidad. Quizás algún día en el futuro la gente mirará atrás y recordará lo bonito que fue. Lo he dado todo desde que tenía tres años. ¿eso es reality suficiente, no creéis?", unas palabras que han llevado a usuarios de Twitter a especular con una posible retirada de la actriz, que ella misma se ha encargado de desmentir.

Jodie Foster hizo referencia a su propia “Modern family”, en referencia a la serie que tiene entre sus protagonistas a Sofía Vergara. "No podría de ningún modo subir aquí sin un agradecimiento a uno de los mayores amores de mi vida: la co-madre de mis hijos, mi heroica ex compañera en el amor y hermana en el resto de mi vida, confesora, consejera y mejor amiga durante 20 años, gracias Cydney [Bernard]". 

Tras su impactante interpretación en "Taxi Driver" -con 14 años se metió en la piel de una prostituta- se convirtió en una de las actrices más reputadas de Hollywood. "¡Aquí estoy para los próximos 50 años!", dijo la actriz para despedirse del escenario.


Fuente:   The Huffington Post





Retrospectiva Prohibida de León Ferrari en Argentina / artículo de Viviana Marcela Iriart, Caracas febrero 2005



La última cena ©León Ferrari






Reconozco mi ignorancia en materia de artes plásticas: hasta que un grupo de vándalos católicos destruyeran algunas de sus obras y una asociación católica argentina pidiera a la justicia la prohibición de su Retrospectiva, yo no sabía nada sobre el artista plástico argentino León Ferrari. Gracias muchachas y muchachos católicos por presentarme a tan maravilloso artista.


Yo acababa de llegar a Argentina (diciembre 2004) justo cuando una jueza se presentó en el Centro Cultural Recoleta, lugar donde se exhibía la Retrospectiva, y después de recorrerla determinó que la misma hería la sensibilidad católica… y la prohibió.

Semanas antes, el Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Jorge Bergoglio, había escrito una carta donde  decía, entre otras cosas: "Hoy me dirijo a ustedes muy dolido por la blasfemia que es perpetrada en el Centro Cultural Recoleta con motivo de una exposición plástica. También me apena que este evento sea realizado en un Centro Cultural que se sostiene con el dinero que el pueblo cristiano y personas de buena voluntad aportan con sus impuestos".  Toda una declaración de principios sobre la libertad, la tolerancia y los derechos humanos.


Yo, que a veces pienso, pensé: ¿y dónde estaba la sensibilidad católica cuando sus representantes bendecían los “vuelos de la muerte”? ¿Aquellos en los que los genocidas argentinos arrojaban vivas a sus víctimas al Río de La Plata a partir de 1976? De vacaciones en Miami, seguramente. O en Roma, que era más chic.

Y como ya se sabe que no hay nada más tentador que lo prohibido, yo me moría de ganas de conocer la obra de León Ferrari.

Rápidamente las autoridades del Centro Cultural Recoleta y del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, organizadores de la muestra, recurrieron a su vez a la justicia.

Estaba en la estación del subte con mi hermana cuando, días más tarde, vimos en la televisión que la justicia había dictaminado que se reabriera la Retrospectiva prohibida.

- ¡Corramos a verla! –le dije a mi hermana mientras nos zambullíamos en el vagón del subte-. Porque dentro de unas horas puede estar prohibida de nuevo.

Así que corrimos. Y junto con nosotras, centenares de personas que parecían tener nuestro mismo temor. Porque la cola para entrar a la exposición era de casi una cuadra… bajo el rayo inclemente del sol veraniego.

¡Oh sorpresa! Las puertas de la sala estaban cerradas y custodiadas por vigilantes privados que no dejaban entrar a nadie. Los minutos pasaban, la cola seguía creciendo y las puertas continuaban cerradas.

Mi indignación estaba empezando a crecer cuando de repente vi que salían 4 personas de la sala y entonces los vigilantes dejaron entrar a 4 personas de la cola. Ya adentro, sus bolsos eran revisados minuciosamente y los muy grandes iban a parar al guardabolsos de la sala. La verdad: me sentí en una dictadura.

Pero cuando finalmente logramos entrar entendí que todas esas medidas de seguridad eran para protegernos y no para intimidarnos, porque cuando los vándalos habían atacado las obras del Sr. Ferrari, leí en un mural de la sala, tampoco habían sido muy amables con el público que allí se encontraba. Pobrecitos los vándalos católicos, son muy sensibles pero les falta un poquito de educación y buenos modales. Humildemente les pido que vayan un poco menos a la Iglesia y un poco más a la escuela. Dios y la Patria se lo agradecerán. Amén.

Al ingresar a la sala sentí una inmensa alegría al ver que estaba repleta de gente, tanta que hacían cola frente a las obras para poder verlas, y al mismo tiempo algo de temor. Me pregunté si detrás de esas aparentes pacíficas personas no habría un vándalo escondido, dispuesto a partirme una obra en la cabeza.

Y entonces allí, enfrente mío, colgado del techo, imponente, enorme, conmovedor, estaba Jesús crucificado sobre un avión de guerra.

Era impresionante. Un desgarrador llamado a la paz.


©León Ferrari


El silencio era sepulcral. Como si las cientos de personas que estaban allí sintieran que en cualquier momento el avión iba a comenzar a descargar sus bombas sobre nosotros.

Era un silencio que daba miedo.

Pero no era el Jesús crucificado en el avión lo que asustaba, sino no saber cuál sería la siguiente acción bélica de los vándalos católicos y compañía. Porque no nos engañemos: los vándalos católicos y los militares torturadores siempre han andado codo a codo, como una tierna parejita enamorada del terror.

Vimos cientos de obras, la Retrospectiva abarcaba 50 años de la trayectoria del Sr. Ferrari, y mi hermana y yo nos mirábamos interrogándonos, porque aquello que tanto había herido la sensibilidad de… aquello no aparecía. Miramos, miramos y miramos hasta que… ¡por fin! dimos con el fruto prohibido.

¡Ah, cómo me hizo reír el Sr. Ferrari! Porque sus obras tienen un gran humor, acido, dulce, mordaz y crítico a la vez. Y lleno de sensibilidad.

Sí, fue muy divertido ver una botella llena de condones con una pequeña foto del Papa pegada por delante. Pero no es divertido la cantidad de gente que muere de SIDA porque el Papa prohíbe los condones. Fue gracioso ver una sartén llena de santos; una Ultima Cena en donde Jesús y los Apóstoles están acompañados de un orangután y ratas (en Argentina a los militares torturadores se les llama gorilas; pobrecitos los gorilas, qué culpa tienen ellos para que los asocien con semejantes bestias); famosos cuadros sobre el Infierno, realizados por pedido de la Iglesia Católica, en donde los seres humanos torturados en el asador fueron reemplazados por santos.

Oh, esto último hirió muchísimo la sensibilidad de…

Y el Sr. Ferrari, con una lógica irrebatible, preguntó: ¿por qué la tortura es buena para los humanos y mala para los santos?

Quiero aclarar algo: la mayoría de la Retrospectiva no hacía ninguna alusión al catolicismo. Y muchas de las obras que sí lo hacían no eran creación del Sr. Ferrari sino de la propia Iglesia Católica Argentina: su apoyo a los genocidas de la última dictadura militar (1976-1983) mostradas en recortes de prensa de aquella época; las “carnales” relaciones actuales entre el Vaticano y aquellos genocidas. Lo que hizo el Sr. Ferrari, simplemente, fue exhibir lo que los diarios de aquí y de allá publicaron sin ningún pudor.

El Sr. Ferrari, que con ese material podría haber hecho un panfleto político, hizo en cambio una obra artística que nos convoca a No Olvidar.

No hay resentimiento ni odio en su obra. Y el Sr. Ferrari tiene sobrados motivos para tener ambos sentimientos: tiene un hijo desaparecido y él fue condenado al exilio durante varios años. Pero a sus 84 años el Sr. Ferrari lo que tiene para ofrecernos es Amor. Un amor cargado de verdad, memoria y humor. Un amor redentor más no perdonador. Porque se puede perdonar, quizá, a quien pide perdón, pero ni la Iglesia Católica ni los genocidas argentinos lo han hecho todavía.




El dictador Videla y el arzobispo de Buenos Aires, Aramburo.
©León Ferrari




EL DIA EN QUE LOS VÁNDALOS Y COMPAÑÍA ATACARON DE NUEVO


No fue un día. Fueron muchos los días y las noches en que el Sr. Ferrari, igual que en una dictadura, recibió amenazas telefónicas de muerte. Anónimas, por supuesto. Porque los vándalos y compañía siempre son cobardes.

Y el Sr. Ferrari, para no exponer al público a futuras agresiones, decidió adelantar la clausura de su Retrospectiva.

Ese último día fue una fiesta y un duelo.

Una fiesta porque más de 70.000 personas fueron a darle su apoyo al Sr. Ferrari.

Un duelo porque ese día la democracia argentina perdió una batalla frente al terrorismo católico y compañía.

En las fotos del día después, el Sr. Ferrari sonreía feliz rodeado de una multitud que, decía el diario, coreaba su nombre como si fuera un cantante de rock: “¡León, León, León!”

Esa sonrisa fue la derrota de los vándalos.

La Retrospectiva, la más visitada en toda la historia del Centro Cultural Recoleta, la victoria de una parte del pueblo argentino que se niega a perder la memoria.

Porque sabe que perder la memoria es quedar en la oscuridad, sin un farol que nos indique el camino de salida.


O peor.


Quedar con un farol que unos vándalos y compañía patean desde  la oscuridad para que nos quedemos perdidas para siempre.



© Viviana Marcela Iriart
Caracas, febrero 2005



Nota del 17 de marzo de 2023 : El 6 de enero de 1979, perseguida por ser pacifista por la dictadura militar argentina, fui al convento de San Miguel de la   Compañía de Jesús cuya máxima autoridad era Jorge Bergoglio, el actual Papa Franciscoa pedir refugio por unas noches. Iba recomendada.  Me atendió un jesuita cuyo apellido lamentablemente no recuerdo que, después de escuchar mi historia, me dijo, textualmente:


             -    Si te están siguiendo y te agarran acá, nos llevan a todos, ¿entendés?

 

-        ¿Entonces no pueden darme refugio? ­

 

-        Si sos inocente, entregate, no te va a pasar nada.


 Sin poder creer en lo que oía le respondí:


Pero, ¿en qué país vive usted? ¿Acaso no sabe lo que hacen con la gente inocente cuando la detienen? ¿No sabe de las personas desaparecidas y de las asesinadas? ¡El cementerio está lleno de gente inocente! ¿Usted no lo sabe?


-    ­No respondió. Y con ese silencio me lanzó a la calle, a la oscuridad de la noche, a las fauces de la dictadura. Yo tenía 20 años.


Por suerte yo no era católica, así que para mí él no representaba nada y no le hice caso.  Pero siempre me he preguntado  a cuantas personas católicas que fueron a pedir refugio les dijo lo mismo, cuántas se entregaron creyendo en la palabra de su autoridad, cuántas de ellas están desaparecidas.  Me temo que nunca lo sabré porque la iglesia católica, como siempre, sigue escondiendo sus crímenes debajo de sus sotanas. Y después dan lecciones de moral.

 








LEON FERRARI

Artista plástico, escultor, escritor, nació en Buenos Aires en 1920. Vivió en Brasil desde 1976 hasta 1991. Hace escultura desde 1955, dibujo y grafismos desde 1962, collage y objetos desde 1964. Muestras colectivas: Di Tella (1965), Homenaje al Che (1967), Tucumán Arde (1968), Malvenido Rockefeller (1969), Bienal de La Habana (1986, 1994, 2001), Veinte Años (1996), Re-aligning vision (1977), Identidad (1998), Cantos Paralelos y Global Conceptualism: Points of Origin (1999), Heterotopías Reina Sofía (2000).
Publicó: Palabras Ajenas (1966-67), Nosotros no sabíamos (1976), Parahereges (1986), Cuadro Escrito y Hombres (1984), Biblia (1989), Exégesis (1993) entre otros libros.
Participó en congresos en Argentina y en el exterior. Algunas de sus ponencias: Conquista y religión, Jesús y el antisemitismo cristiano, Arte y Poder, Sexo y violencia en la iconografía cristiana.

Algunos premios: Konex (2012), Beca Guggenheim (1995), Medalla de las Abuelas de Plaza de Mayo (1977), Salón Belgrano (1998), Premio Costantini (2000), Premio Clamor Brzeska (2003).

Es socio honorario del Centro Argentino de Investigadores de Artes (CAIA) y miembro fundador del CIHABAPAI: Club de impíos herejes apóstatas blasfemos ateos paganos agnósticos e infieles, en formación; club que en 1997 y 2001 envío cartas al Papa pidiendo la anulación del Juicio Final, de la inmortalidad y el desalojo y demolición del Infierno. Cartas que, por supuesto, no fueron respondidas por Su Santidad.




Carta del Cardenal Bergoglio en contra de la exposición de León Ferrari

La Iglesia advirtió que la muestra de Ferrari "es una blasfemia"

El cardenal primado convocó para el martes a un día de ayuno como acto de reparación
Por Loreley Gaffoglio  | LA NACION


Iglesia criticó fuertemente ayer la muestra retrospectiva del artista plástico León Ferrari, que se exhibe en el Centro Cultural Recoleta, a la que calificó como "una blasfemia que avergüenza a nuestra ciudad". Además, convocó para el martes próximo a "una jornada de ayuno y oración" para que "el Señor perdone nuestros pecados y los de la ciudad", en referencia al gobierno porteño, que propicia la polémica exhibición.
El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, fue la voz de la fe católica que se levantó en contra de la muestra, en cuyas obras se combinan símbolos religiosos con imágenes eróticas, mientras que Cristos, vírgenes y santos "arden" en la representación que Ferrari hace del infierno. 

"Desde hace algún tiempo se vienen dando en la Ciudad algunas expresiones públicas de burla y ofensas a las personas de nuestro Señor Jesucristo y de la Santísima Virgen María; así como también a diversas manifestaciones contra los valores religiosos y morales que profesamos", dijo Bergoglio en una carta pastoral, dirigida a los sacerdotes, consagrados fieles de la arquidiócesis, difundida a los medios. 

"Hoy me dirijo a ustedes muy dolido por la blasfemia que es perpetrada en el Centro Cultural Recoleta con motivo de una exposición plástica. También me apena que este evento sea realizado en un Centro Cultural que se sostiene con el dinero que el pueblo cristiano y personas de buena voluntad aportan con sus impuestos", añadió el purpurado. Y exhortó a que "frente a esta blasfemia que avergüenza a nuestra ciudad, todos unidos hagamos un acto de reparación y petición de perdón el próximo 7 de diciembre", vísperas del Día de la Inmaculada Concepción. 

Bergoglio invitó, así, a los creyentes a "un día de ayuno y oración" como desagravio a lo que entiende es una ofensa a los símbolos religiosos más sagrados.
Con estas palabras el arzobispo quiso poner punto final a las tensiones y controversias entre la Iglesia y el Centro Cultural Recoleta, que se habían iniciado con el reclamo del párroco de Nuestra Señora del Pilar, Rómulo Puiggari. 

Alertado por los artesanos de la feria de Recoleta y por una empleada del propio centro cultural que entre sollozos le rogó que "hiciera algo para detener esta ofensa", el párroco -según contó a LA NACION- había objetado a las autoridades que muchas de las obras agraviaban la fe católica. Como no obtuvo respuesta, aconsejó a los fieles que enviaran e-mails reclamando la suspensión de la muestra. 

Ante los cuestionamientos de la Iglesia, Gustavo López, secretario de Cultura porteño, señaló que "la muestra no expresa la opinión del gobierno de la ciudad y que debe entenderse sólo como un hecho artístico". 

"En ningún momento pensamos que se tratara de un ataque al cristianismo o que violara alguna ley", señaló López, en relación con los reclamos ante el Inadi que iniciarían individualmente los laicos católicos por consejo del Arzobispado. 

"La retrospectiva de Ferrari tiene una parte provocadora, que es propia del arte de hoy", agregó López y pidió que "la muestra pueda exhibirse en un clima de libertad y tolerancia". Sin embargo, se dispuso un refuerzo del personal de seguridad ante los incidentes de anteanoche, cuando el visitante Agustín Durañona y Vedia, abogado, intentó romper un objeto de una instalación de Ferrari. 

Si bien Durañona y Vedia fue retenido una hora y media por personal de seguridad, ni el artista Ferrari ni el Centro Recoleta levantaron cargos contra él.

Lamento del artista

En diálogo con LA NACION, Ferrari respondió al arzobispo: "Más lamento yo que la religión que Bergoglio profesa castigue a los que piensan diferente", disparó el artista, que debió exiliarse en San Pablo en 1976 y que en 1991 volvió al país. "Si algo avergüenza a nuestra ciudad no es esta muestra, sino que se sostenga que hay que torturar a los otros en el infierno", dijo. 

Consultado el curador en jefe del Malba, que coprodujo el libro-catálogo de Ferrari y que negoció sin éxito para que la muestra se realizara en el museo de Palermo Chico, Marcelo Pacheco calificó los dichos de Bergoglio como "una discusión bizantina y absurda".
"Bergoglio opina desde su fe; que los feligreses católicos no vayan a ver la muestra. Pero la discusión es otra: Ferrari es un referente del arte local e internacional. Su calidad artística está fuera de discusión", sentenció Pacheco, que el jueves de la semana próxima mostrará en la terraza del Malba cuatro esculturas que Ferrari hizo a fines del 70 durante su exilio en San Pablo

Fuente: La Nación, Argentina













Susan Sontag: Políticamente in-correcta para unos, políticamente correcta para muchos / selección y recopilación de Erika Henchoz, Costa Rica enero 2013

Susan Sontag fotografiada por Annie Leibovitz





Susan Sontag,  tan newyorkina como ciudadana del mundo,  desató pasiones como activista política, como teórica y crítica del arte, como polemista enardeció círculos reaccionarios estadounidenses quienes la llamaron traidora, idiota moral y hasta hubo quienes solicitaron confinarla en el desierto. Pues sí, esta escritora, cineasta, dramaturga, defensora a ultranza de los derechos humanos y que tan férreamente criticó la invasión norteamericana a Irak, es nuestra invitada  en el Escritor del Mes, espacio que honra este enero 2013.

Fue, además,  -y por derecho propio- ciudadana honoraria de Sarajevo donde  se alistó como profe de la Academia Dramática, montó Esperando a Godot de Beckett  junto con el director bosnio Haris Pasovic y actores de diferentes etnias;  portavoz de la intelectualidad y decididamente comprometida contra la guerra.




Ubicada por la revista LIFE en el número 61 de las “Mujeres que conmocionaron al mundo”; también obtuvo como autora de  Notas sobre lo camp, el puesto 72 entre los 100 “Mejores Trabajos Periodísticos de Norteamérica”.

Nacida un 16 de enero, de 1933, muere a los 71 años. Ajena a hacer confidencias sobre su intimidad, resultó al final de su vida, una mujer absolutamente expuesta a través  de sus diarios, que  hizo públicos su único hijo David Rieff, en los que, entre muchos otros datos,  se describe como una intelectual precoz y superdotada;  que a los 17 años entrevista a Thomas Mann y a los 19 tiene un hijo; que lo lee todo, pero que sobre todo toma conciencia de lo que va a ser la vida. Los escribía para construirse así misma.

Sontag estudió en las universidades de California, Chicago (se licenció en Filosofía y Letras en 1951), París y Harvard. Por su vasta formación filosófica y su pasión por la literatura de vanguardia, la escritora, dijo su colega Gore Vidal, se convirtió “más que ningún otro estadounidense, en el eslabón con la literatura europea actual”, editando textos escogidos de Roland Barthes y Antonin Artaud.

Su carrera literaria comenzó en 1963 cuando publicó su novela “El benefactor”. “Tengo, dice Susan,  la impresión de que la literatura amplió mi capacidad de compasión por la forma de llevarnos a mundos diferentes, envolvernos en su contexto, y hacernos sentir partícipes de una historia ajena”. A partir del éxito internacional de sus ensayos reunidos en “Contra la interpretación” (1966) y “Notas sobre lo camp”, se transformó en una autoridad en  costumbres de su país”, escribió Silvina Friera.

Apunta Friera que “en 1968 (a los 35 años de edad de la autora) fue enviada como periodista a la guerra de Vietnam, una experiencia que marcó su vida. Sontag, también cineasta, filmó a las tropas israelíes en la guerra de Oriente  en 1973 y dirigió la película, “Tierra prometida”, en los Altos del Golán”.

“A mediados de los ‘70 le diagnosticaron cáncer y con la misma actitud combativa con la que se comprometía en luchas políticas y sociales, le torció el brazo a la muerte escribiendo “La enfermedad y sus metáforas” (1977).




Después vinieron otros títulos, algunos  traducidos a 26 idiomas: “Sobre la fotografía” (ensayo), “Yo, etcétera” (relatos), “Bajo el signo de Saturno” (ensayos), “Ante el dolor de los demás” (ensayo de 2003) y las novelas “El amante del volcán" y  "¡En América”, texto de ficción histórica por el que ganó el National Book Award en el año 2000, uno de los premios más prestigiosos de su país”.

Cero complaciente como se percibe, hizo de la escritora  una persona  íntegra y demoledora, de estatura y autoridad moral para muchos. En 1993 participó de la fundación del Parlamento Internacional de Escritores, creado para defender la libertad de expresión y proteger a los autores perseguidos. Una vez dijo frente al genocidio a cuchillo en Ruanda que la literatura es totalmente secundaria, y lo afirmó así: “Ni me interesa Hazlitt, ni Burke, ni Bataille, ni Baudelaire, ni el malditismo, ni lo demoníaco, ni nada de eso. ¿Sabe lo que me interesa? Me interesa Ruanda”.


Ante el dolor ajeno dijo presente

Teórica y crítica, como lo fue, de la cultura contemporánea, líder del movimiento antiglobalización, fue sin duda  “conciencia crítica de Estados Unidos, la combatiente del gobierno de Bush, la feminista y la preocupada por el dolor de los demás”, tal y como dijo de ella Elena Poniatowska en su entrevista con la Sontag en el 2004.

“Susan, recuerda Elena, venía a México atraída por Ivan Illich, entonces en Cuernavaca. Se quedaba en el CIDOC de tres a cinco días. En Ivan Illich encontraba a un interlocutor verdadero. Allá estaban, además de Illich, Sergio Méndez Arceo y Lemmercier, quien mandó sicoanalizar a todos sus monjes a la sombra del autor de “El miedo de amar”, Erich Fromm. Dos temas apasionaban a Susan: Illich (su idea de la “no escuela”) y el cine. Por eso se fue a cenar una misma noche con el director de “Los amantes”, “El fuego fatuo”, “El soplo en el corazón”, “Ascensor para el cadalso” y “Viva María”, filmada en México con Jeanne Moreau y Brigitte Bardot”.


 

Ensayista, escritora, cineasta y más

 

Freud. La mente de un moralista, puede considerarse quizás su primera publicación,  cuya autoría compartió con el padre de su hijo David, Philip Rieff.

“Quien haya leído alguno de los magníficos ensayos de Sontag conoce su  feroz-mente independiente manera de pensar y su voraz deseo de analizar la sociedad contemporánea, sin dejarse encorsetar por definiciones entre lo serio y lo culto y lo popular y lo frívolo”.

“Su colección de artículos “Contra la interpretación” (que se publicó cuando tenía 33 años) la convirtió instantáneamente en uno de las pensadoras más polémicas e importantes no solo en Estados Unidos, sino también en Europa, que visitó con frecuencia, y en cuyos ambientes intelectuales siempre deslumbró”, dice Mónica Abdala.

Le siguieron los ensayos “Estilos radicales” (1969),  ”Sobre la fotografía” (1975), “La enfermedad y sus metáforas “(1978),  ”Bajo el signo de Saturno” (1980) y “El sida y sus metáforas ” (1989).

Sus películas Duelo de caníbales (1969) y Hermano Carl (1971) fueron realizadas en Suecia, país del que llegaría a ser algo así como una ciudadana adoptiva.

“Fue después  que visitó Israel, para rodar Tierra prometida (1973), un documental sobre las tropas israelíes en los Altos del Golán. Ninguna de estas tres producciones recibió la atención prevista, aunque su realización dio lugar a uno de los ensayos-clave de la época: Sobre la fotografía (1977). El libro, una nueva reinterpretación sontaguiana del mundo, no venía ilustrado con fotografías; en él, la escritora reivindicaba la potencia y la autoridad de la palabra escrita”, anota Abdala.

Fue directora de las obras teatrales Jacques y su señor (Jacques y su amo, según la traducción en otros países hispanohablantes)  y Esperando a Godot, entre otras.



En 2000 Sontag publicó su cuarta novela, "En América," la historia de una inmigrante polaca del siglo XIX. La novela recibió el National Book Award, y al año siguiente mereció el siempre polémico Premio Jerusalén. Cuando recibió el Premio, el más prestigioso de Israel para escritores extranjeros, aceptó el galardón pese a las presiones para que lo rechazara. “La escritora, judía no practicante, aprovechó la oportunidad para condenar la política de ocupación israelí en los territorios palestinos y advirtió que la única solución sería la creación de un Estado binacional con la desaparición del Estado de Israel”, citan las fuentes en la red.

En el  2003,  la autora compartió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras con la marroquí Fátima Mernissi, y fue galardonada con el Premio de la Paz que otorgan los libreros alemanes,  en el que pronunció un fuerte discurso de aceptación, “me gusta pensar que no represento sino a la literatura, es decir, a una cierta idea de la literatura, y a la conciencia, una cierta idea de la conciencia o el deber”, dijo.

El año anterior había aparecido “Ante el dolor de los demás”, un breve ensayo que une dos de sus obsesiones: las imágenes y la guerra. El libro defiende el derecho de los hombres a cerrar los ojos ante las imágenes de violencia que los asedian todos los días. Todos saben, sin embargo, que Sontag ha dedicado su vida a practicar exactamente lo contrario.

"La recuerdo muy alta, dice Poniatowska, las uñas muy cortas -porque se las comía-, los dientes levemente manchados -de allí su boquilla en la que encaja cigarro tras cigarro porque no deja de fumar un solo instante- muy delgada, muy fina."

Mantuvo relaciones con Harriet Sohmers Zwerling, con la dramaturga cubana María Irebe Fornés y durante sus últimos años con la fotógrafa Annie Leibovitz.

A sus 43 años sufrió cáncer de mama y probablemente a raíz de la radioterapia que recibió se le ‘disparó’ una leucemia mielógena aguda que le quitó la vida, como ya dijimos, a los 71 años de edad, un 28 de diciembre del año 2004. Su cuerpo reposa en el cementerio parisino de Montparnasse.

 

Entrevista a Susan Sontag

 

Fuente: Literofilia



Tres poemas de Eliahu Toker: "Escrito en sueños", "Homenaje a la condición judía" y "Buenos Aires de los años setenta"








“Escrito en sueños”

 “Vivir vale la pena aunque sólo sea por curiosidad”.

(refrán ídish)
  

En cualquier lugar, siempre que sea aquí. 

En cualquier momento, 

siempre que sea ahora. 

De cualquier color, siempre que sea azul. 

En cualquier lengua, siempre que sea en ídish.














Homenaje a la condición judía

Mi hijo es yo de ninguna manera
tal como yo soy mi padre y precisamente
su cara opuesta;
un mismo médano diferente
modelado por tormentas.

Por no decepcionar mi historia
armo meticulosamente la trampa consabida
y bajo protesto coloco la mano dentro
hastiado de mi condición judía.

Espejado de mitos que se intertragedian,
mi pueblo es un poliedro introvertido
con vidrios convexos que alejan las puertas
y el tic de repetir la fatalidad del sino.

Pero mi hijo es yo de ninguna manera
tal como yo soy mi padre y precisamente
su cara opuesta;
un mismo diferente médano místico
modelado por tormentas.










Buenos Aires de los años setenta 

 

Los campos de concentración andaban por las calles.
Se habían desatado y vestidos de civil,
repartiendo muerte
a manos llenas, andaban en falcon por las calles.

Berlín de los años treinta.
Varsovia de los años cuarenta.
Buenos Aires de los años setenta.
No resultan comparables, claro.
Allí los cristales judíos estallaban espontáneamente
y las barbas se arrancaban de los rostros judíos
por sí mismas
y los muros crecían solos
encerrando a
sospechosos de judaísmo y demás perversiones en
inmensos corrales urbanos mientras
alambradas de púa brotaban por sí solas de la
tierra concentrando a los
infrahumanos judíos y
a los infrahumanos gitanos y a
los infrahumanos políticos mientras
el silencio aullaba en silencio por los barrios
arios, polacos, cristianos. Dios
es justo. Job debe de ser
culpable. Algo habrán hecho estos
judíos, gitanos, políticos. Se la habrán
buscado. Además la guerra es
guerra y mientras yo conserve sano mi
culo, que cada cual cuide del suyo.

Buenos Aires de los años setenta. Los campos
de concentración andaban por las calles en falcon
evaporando infrahumanos de sus
casas. La ceguera crecía por las calles. La sordera
crecía por las calles. La mudez crecía
por las calles. Las dos manos sobre los propios
testículos, nadie quería saber nada de nada.
Job debe de ser culpable y el no oír ni
ver ni pensar ni saber ni hablar garantiza
los propios testículos contra la electricidad.
Un silencio viscoso gritaba desde las
entrelíneas de los diarios, silbaba en
las radios, en los oídos, en los estómagos. Nuestro
silencio.
Aprendimos a caminar con los ojos cerrados. La
fórmula salvadora era no ver o, por
lo menos, no ver en voz alta.

La inquisición es sabia y a ella no se le escapa nada.
Los subversivos son infrahumanos, el demonio mismo,
y no merecen juez ni juicio. Además
el demonio es contagioso:
sus hijos, amigos y conocidos son también infrahumanos,
hijos amigos y conocidos del demonio.
Y también los artistas son infrahumanos y demoníacos.
Y los psicólogos y los sociólogos y los socialistas, infra-
humanos y demoníacos, no merecedores de juez ni juicio.
Y los judíos son, por supuesto, aún más infrahumanos
y demoníacos. Y los artistas judíos, sociólogos, psicólogos y
socialistas judíos son, por
lógica, doblemente infrahumanos y doblemente demoníacos. Y,
lo justo es justo, les corresponde doble exorcismo.
En cuanto a padres, hijos, tíos, amigos y conocidos de
sociólogos, psicólogos, artistas y judíos, resultan
sospechosos y pasibles de evaporación en su propio beneficio
antes de que caigan en la tentación de pactar
con el demonio. Además, todo sospechoso
sabiamente exprimido, termina
confesando su complicidad con el abismo.
Los únicos humanos, super-
humanos, insospechados de pactos con el maligno,
somos los torturadores.
Los únicos angelicales y superhumanos somos
los jefes de los torturadores.
Y nuestros ideólogos y nuestros protectores y nuestros
amigos. Lo sabemos todo, nada se nos oculta;
reconocemos de inmediato al poseído.

Y uno ya no sabe quién es uno;
demonio, ángel, fantasma o sólo un símbolo
a la espera de ser descifrado por alguno
que uno no conoce ni lo conoce a uno.
Otro decide quién soy
desde las sombras de su escritorio,
desde las sombras de su fantasía,
desde las sombras de su delirio.
Uno es apenas un fantasma
en un delirio que tortura al torturador;
¿por qué no habría él de torturarlo a uno a su vez?
Uno existe apenas para que él pueda
vengar en uno,
matar en uno,
a sus fantasmas.

(Agosto de 1980)


©Eliahu Toker










El desarraigo y el exilio en "Cena con un perro rojo" de Sonia M.Martin/ crítica de Josefa Zambrano



On n’habite pas un pays,
on habite une langue.
Emile Cioran.



Cena con un Perro Rojo de Sonia M. Martin (Ediciones Tierra Mía, Ltda. Santiago de Chile, 1998. 150 páginas), no sólo es la obra ganadora del Premio “Letras de Oro”, otorgado por la Universidad de Miami en 1996, sino que también es un agradecido homenaje a Venezuela, país donde vivió la autora por más de una década.


Cena con un perro rojo es, en el decir de su autora, “una fantasía de cómo asesinar a un dictador, porque no se puede olvidar (…)”. Fantasía que está presente en el imaginario colectivo de todo pueblo que ve aniquilados sus derechos humanos y libertades ciudadanas bajo las botas y las armas de gobiernos totalitarios, militaristas, autocráticos.


Aunque Sonia M. Martín dice en los agradecimientos de Cena con un perro rojo: “Cuando me convierto en un ser delicado de esperanzas y tengo que escribir estas crónicas”, la obra es más bien una novela: la de la errancia y el desarraigo.


Novela narrada en primera persona por Bárbara Balandrón, quien junto a su marido Simón Altunate, después de casi veinte años de vivir en Venezuela, tiene que regresar a Chile debido a la muerte en extrañas circunstancias de su primo Pancho Balandrón, acaudalado terrateniente de las zonas de Coquimbo y La Serena en el Norte Chico chileno, ya que es su única y universal heredera.


Al ritmo de las gaitas zulianas, en un apartamento del caraqueño boulevard de El Cafetal y la víspera de Año Nuevo del último año de la década de los 80, con un lenguaje directo, coloquial, la narradora comienza a contar sobre los preparativos del viaje a Chile que emprenderán al día siguiente su marido y ella.


Durante el vuelo y hasta su llegada a “El Bucanero”, la propiedad de Francisco Balandrón en Coquimbo, la narradora comienza a dar cuenta del significado que tiene para ella este regreso intempestivo a su país de origen, del cual se sentía tan alejada.


Sus sentidos y pensamientos se van impregnando de los olores y paisajes de la bahía de Guayacán en la costa del Pacífico, antiguo refugio de piratas y bucaneros, que poco tiene en común con el litoral caribeño de Venezuela.


Desde el momento de su llegada al “caserón que se hiciera construir Vicente Blasco Ibáñez en Guayacán”, la narradora mira hacia atrás para rehacerse en sus recuerdos, pues al nomás entrar al jardín de “El Bucanero” el recibimiento se lo da “un hermoso regüe, el poste totémico tallado en madera de canelo usado como protección contra los malos espíritus, y cuyo perfume mareaba”. Y no podía ser otra cosa sino el monumento funerario de los araucanos el que la retrotrae hacia otro tiempo en ese mismo espacio, que aunque creía olvidados han estado siempre presentes en su memoria.


De la mano de Bárbara Balandrón el lector va conociendo de la magia, las leyendas y, desde luego, de las costumbres de la conservadora y cerrada clase alta de la zona; así como también de sus añoranzas por la forma de vida del país que acaba de dejar, y al que considera más suyo que éste de donde es originaria y con el que comienza a reencontrarse, todo lo cual motiva en ella una profunda crisis interior y la posterior búsqueda de la armonía existencial.


Sus palabras van recreando las leyendas nacidas en torno a los tesoros escondidos por los piratas y filibusteros, así como las de los que permanecen guardados en los socavones de las minas auríferas de Andacollo; las de “El Caleuche”, el galeón fantasma que navega en las noches de luna llena por las costas chilenas; las de Condorito y el Trauco de Chiloé. También permiten adentrarse en el mundo mágico-religioso de los mapuches y araucanos, el cual pervive a través de la tradición oral y la figura del o la Machi, especie de chamán(a), en las zonas rurales de las alturas de Coquimbo.


Asimismo, la narradora va revelando los detalles y objetos que caracterizan le très raffiné gôut de la clase alta chilena cuando visita la casa de Consuelo Zalaquetti, su amiga de la infancia, quien cuenta entre sus propiedades con una pinacoteca particular donde se pueden apreciar --muy bien descritas--, las obras de Hilda Crovo, la Gato Frías, Joaquín Torres García y, desde luego, “El perro rojo” de Enrique Castro Cid, artistas a quienes Sonia M. Martin rinde tributo en el capítulo tercero, “Cena con un perro rojo”, título que con acierto es el homónimo del libro.
Sonia M. Martin es escritora y periodista chilena. Ha vivido, además de Chile, en Venezuela, Francia, Alemania, Canadá y Estados Unidos, país donde actualmente reside. Ha sido miembro fundadora del CELCIT (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral) y del ITI (Instituto Internacional de Teatro), así como conferencista invitada por la Bolivar’s House de la Universidad de Stanford, ya que desde hace años viene trabajando en la investigación sobre literatura, arte y teatro realizados por mujeres latinoamericanas.


En Cena con un perro rojo, Bárbara Balandrón --como toda mujer cuarentona-- comienza a cuestionar el sentido que le ha dado a su vida, a interrogarse sobre cuál será el que en adelante le dará y cómo prepararse para enfrentar el paso del tiempo que todo lo marchita: “Ni yo misma me entiendo. Tengo cuarenta y seis años. Veintiséis al servicio de mi familia (…) Tengo que tener energías para sacudir mis plumas en esta horrible primavera de mi otoño”.
El regreso a Chile le hace sentir el peso que ejercen sobre su identidad esos dos mundos en que le ha tocado moverse, pero sobre todo el de tener siempre presente: “No soy el remanente político ni económico del país en que nací. Soy idealista, y esto es un pecado mayor que ser lo ya mencionado”.


Creo que es en esa búsqueda y posterior reconstrucción interna de la identidad perdida, del dejar de sentir que “no se es ni de aquí ni de allá” que sufre todo aquel que deja su país de origen por largo tiempo, radica el mayor valor de Cena con un perro rojo. Obra que, por demás, es premonitoria de lo que estamos viviendo desde el año 1998 en Venezuela, país donde el exilio está motivado por el aspecto político, el cual condiciona a su vez los aspectos económicos y de inseguridad personal, jurídica y social que obligan a los venezolanos a emigrar masivamente, e incluso a solicitar asilo político.


Bárbara Balandrón dice: “Son tantas cosas que se atropellan dentro de mí, que no sé por dónde empezar a ordenar la madeja o mi vida; o quizá deba decir mis pensamientos. No sé en qué parte de mi vida me quedé convertida en una estatua de sal como la mujer de Lot. ¿Será que al venir del extranjero uno ve al país distinto? Hay aquí un silencio de vencidos, de pueblo sometido y al mismo tiempo una rebelión sorda que bulle por todas partes y hace que se sienta en el aire un olor a guerra civil. Me aterra pensar que un pueblo pacífico y democrático como éste, por culpa de un desquiciado de opereta termine en una guerra más sangrienta que las que hemos vivido hasta hoy (…)” ¿Y no son parecidas las palabras que expresan quienes regresan de visita a Venezuela y constatan la incertidumbre y polarización políticas engendradas por la discriminación laboral y el terrorismo de estado característicos del régimen del teniente coronel Chávez Frías?
En Cena con un perro rojo Bárbara Balandrón llega a un país que está saliendo de una larga y sangrienta dictadura, pero donde tampoco se ve con claridad si en el transcurso de la naciente democracia los responsables de tantos muertos, desaparecidos, perseguidos, exiliados y desarraigados serán juzgados y castigados, por eso dice: “Uno nunca sabe cómo se escribe la historia de los hombres. Este hombre, sus compañeros y el general pertenecen a nuestro Ejercito (…) Y yo deseo que alguien los juzgue, no permito el perdón ni el olvido de estos hechos”. Se pregunta y se responde con dolor: “¿Quién juzgará a esos hombres? ¿La historia? ¿El pueblo? ¿Tendremos capacidad de una concertación? Lo lamento –se dijo en el más doloroso sentimiento— no tengo capacidad de olvido y eso que yo no tengo muertos, desaparecidos y no soy exiliada ni política ni económica. Pero cómo me hizo daño este proceso por buscar la libertad espiritual de mis hijos. Dios está de parte de los dictadores, casi todos mueren en sus camas. Ahora no tengo nada, y ya nada importa de mí. No conozco mi país y en él casi nadie me conoce a mí. Mis hijos y yo somos mendigos emigrantes por la tierra; solamente me queda Pancho, el mar, y “El Bucanero” con los regües que trajo el abuelo…pero al menos tengo derecho a mi fantasía (…)”. Pues Bárbara Balandrón sabe que la libertad y la fantasía siempre han ido de la mano a la hora de enfrentar las infamias del autoritarismo.


Todo le parece un desacierto en el país que encuentra: “¿Sabes?, cada día que pasa menos entiendo lo que sucede en este país (…) Me tiene harta este país y su estrecho criterio. Todo el mundo está demente. No quiero que mis hijos crezcan castrados políticamente como yo, por una cuerda de ineptos y corruptos como los que nos gobiernan. O me vas a decir mamá, que tú confías a estas alturas en las fuerzas castrenses. Si alguna vez confiaste en los milicos…”
Regresa a un país que le es totalmente extraño, desconocido; por eso trata de hallar en la historia la explicación a todo cuanto los chilenos han vivido política y socialmente: “Y no me amargo más, ya que nos ensoberbecíamos por tener ciento cincuenta años de democracia… ¿Y ahora qué…?” Comienza a evaluar los defectos y virtudes de esos años de democracia perfectible que se perdieron bajo las botas y las armas de un gobierno militarista y corrupto, que no respetó derechos humanos y, mucho menos, elecciones ni votos: “Todo está aún por decidirse, no sabemos en qué terminará esta lucha infernal. Lo que sí te puedo decir es que estoy harta, y como yo, también está la gente que creyó en este gobierno de mierda. Yo no sé con mi experiencia cómo confiaron en un milico, linda. Sería en un momento de enajenación, porque militar es militar y le gusta el mando y el boato. Se inflan con el poder.”


Siente que ha perdido toda su identidad porque “el exilio había destruido la fe en su idiosincrasia” y, en consecuencia, comienza a padecer la aflicción del desarraigo y la frustración ante la imposibilidad de superarlo: “No tengo capacidad para vivir en mi país… No pertenezco a ninguna tierra. Siento que no hay esperanza para nosotros y nuestros hijos. ¡Ayúdame Simón!, no tengo frases para continuar, reconozco que soy delicada de esperanzas. Supongo que mis nietos seguirán viviendo en lo propio, ya no tendrán ese horrible acento que tengo yo. Aquí hablo con un terrible tonillo venezolano; en Venezuela tengo un espantoso dejo chileno. ¡Coño de vida! Soy una idealista a la que exiliaron… sin exiliar; estoy exonerada de mi misma; soy de las víctimas que no reclaman en los Derechos Humanos, nadie contará mi historia; nadie enviará cartas por mí, ni juntarán firmas para que entre y salga de esta tierra. Soy libre de ir y venir por mi país, yo no tengo una L en mi pasaporte; pero la tengo en mi cerebro (…)”


Comienza a añorar al país que por tanto tiempo la acogió y al cual ahora, cuando ya había logrado adaptarse, se ha visto en la necesidad de abandonar: “Quiero volver a mi país verde, necesito el tránsito enloquecedor de Caracas, sus gritos, sus desórdenes y poca clase, algún día nos daremos cuenta que sí tienen clase los tropicales… no entiendo a los chilenos; estos sureños con aire aristocrático y represivo que se sienten tan europeos; necesito la guachafita del trópico más genuina y sincera…”


Y esta nostalgia se acrecienta por el diario esfuerzo que realiza para adoptar de nuevo las costumbres de su país de origen, pues para hacerlo tiene muchas veces que mimetizarse para que sus paisanos no la traten como a alguien diferente, situación ya padecida al comienzo de su estadía en Venezuela; todo lo cual resiente profundamente su identidad, sus valores y creencias, ya que tiene que estar en un continuo proceso de simulación para conseguir la aceptación de los otros: “Para poder sobrevivir en un país que no es el tuyo, en donde eres aceptado como un allegado venido a menos, debes aprender a conducirte lo más parecido a un oriundo para subsistir, y esto destruye, éste es el problema. He tenido que aprender a camuflarme, tanto mi familia como yo. No se puede negar que uno aprende a caracterizar a un extraño personaje, pero aún con el aprendizaje del actor, es sólo una encarnación. En la noche me despojo de esa piel y me pregunto por la lejanía de esa tierra, por mis costumbres (…)” Pues durante todos los años que ha estado afuera ha idealizado al país de donde es oriunda y ha soñado con encontrarlo tal como lo dejó al salir. Quiere recuperar sus espacios, familia, recuerdos de infancia, amigos de juventud, pero encuentra que todo eso sólo existe en sus recuerdos y en el imaginario compartido, ya que la única realidad posible es la del desarraigo. “Y así me lo he pasado yo todos estos años. De pronto te encuentras con gente que te hace el transplante emocional más aliviado; y otros que te lo hacen insoportable. Asimismo, se comportan también los extranjeros, ya que hay algunos que se quejan continuamente de lo mal que se sienten lejos de la patria y lo mucho que echan de menos a su país. Y es triste, pues algunos verdaderamente no pueden volver, ya que les está prohibida la entrada a su país de origen. Otros se han decidido como yo a quedarse en Venezuela, pero no son ni de aquí ni de allá (…)”


Cada día tiene que afrontar con estoicismo el “¿De dónde eres?” que, según los sociólogos, constituye la pregunta étnica por excelencia, pues quienes se la hacen están demarcando claramente las diferencias e igualdades culturales, sobre todo a una persona que, como ella, ha logrado balancear o amalgamar, según los casos, lo que de bueno y malo tienen las culturas de cada uno de los países en que le ha tocado vivir: “Pero hay palabras, sabores, olores, cadencias, modales y pensamientos ¡que jamás adoptaré!, así como hay cosas de mi propia idiosincrasia que rechazo, como por ejemplo el decálogo chileno, que casi tengo olvidado (…)”


El desarraigo lleva a Bárbara Balandrón a considerarse una desconocida e incomprendida, y es que para ella ambos países tienen rasgos positivos y negativos; de ahí que se sienta a un mismo tiempo a gusto y disgusto en uno y otro porque, finalmente, ella cree que puede pertenecer a ambos o a ninguno. “No sólo amo la tierra en donde nací, puesto que las tierras en sí no son las que hacen daño. Son los hombres que nacen en ellas y más que nadie esos dirigentes mal habidos que de pronto tenemos en el gobierno. Yo no estoy capacitada para vivir en un régimen totalitario.” Por eso, para salvarse de la depresión a la que la precipita su conflicto de pertenencia decide evadirse mediante la fantasía de cometer el magnicidio y para ello elige como escenario el de un teatro, como ejecutora a una bailarina de ballet y como armas una granada, un gorro de cascabeles y la música de Maurice Ravel. Fantasía expiatoria que no tendrá otro fin que el de ayudarla a recobrar la fe en sí misma y en su país: “Pero yo quiero matar a mi General. Tengo derecho a mi fantasía.


Tengo derecho a no perdonar. Tengo derecho a no olvidar. Tengo derecho al amor. Tengo derecho a volver…”
“Simón, mi querido Simón, aún tenemos esperanzas…”


Esperanza que la lleva a aceptar la amalgamación entre identidad y otredad necesaria en todo proceso cultural, pues, como dice Octavio Paz, “Nunca la vida es nuestra, es de los otros. Vivir es exponerse”. Y al exponerse, Sonia M. Martin, o su alter ego Bárbara Balandrón, acepta que para una escritora, por encima de fronteras y culturas, sólo la lengua le permite crear, expresar y transformar toda fantasía liberadora en realidad escritural ajena de desarraigo.


Escritora
jzambranoe@cantv.net


Fuente:. Analítica.com