Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).

Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).


la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Rolando Peña: Serie "De los seres y las cosas que dejé en Venezuela", Papel Literario, El Nacional, 13 de octubre de 2024

 








De niño sufrí de asma y eso me hizo ser muy introvertido y víctima de bullying. Me refugié incansablemente en los libros de Cervantes, Dumas, Salgari, Zweig, Shakespeare, Wilde, Lope de Vega, Hess y Melville. Definitivamente, “el arte me salvó la vida”.

Recuerdo la Escuela Experimental Venezuela, al Liceo Andrés Bello, la Universidad Central de Venezuela y al Teatro Universitario dirigido por Nicolás Curiel, donde conocí y compartí con Cabrujas, Álvaro de Rosson, Elizabeth Albahaca y Antonio Llerandi. “El Techo de la Ballena” se fundó en el garaje de mi casa en el Conde; allí conocí a brillantes personajes como Carlos Contramaestre, Rodolfo Izaguirre, Adriano G. León, Fernando Irazábal, S. Garmendia y Caupolicán Ovalles. En Sabana Grande conocí entre otros, a Rafael Cadenas y Renato Rodríguez.

Mi madre se mudaba constantemente por distintos barrios de Caracas, de ahí mi espíritu aventurero que me llevó a visitar muchas ciudades del mundo. Mi primer viaje fue a Cuba en 1961 al Festival Mundial de la Danza, con el Ballet Nacional de Venezuela.

En 1963 fui invitado a un curso de danza contemporánea con Martha Graham en NYC, y asistí gracias a la colaboración de María Teresa Castillo, Mariano Picón Salas y Hans Neumann. Allí conocí a Marisol Escobar y an Andy Warhol con quien colaboré en varias de sus películas. Esto marcó mi vida y al regresar a Caracas, monté junto a Cabrujas los primeros espectáculos multimedios realizados en el país, Testimonio y Homenaje de Henry Miller.

Después me instalé en NYC donde compartí experiencias con Allen Ginsberg, Timothy Leary, entre otros, y fundé el primer grupo de artistas jóvenes latinoamericanos de vanguardia, “Foundation For The Totality”.

Ya he superado el amor/odio por el país (la madurez). Espero que cuando llegue el día del último suspiro, mis cenizas sean esparcidas por esas ciudades donde viví... Amén.

Rolando Peña



Fuente: Papel Literario, El Nacional