la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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El Alma del Ojo de Roland Streuli, por José Pulido, prólogo del libro “La Danza en Venezuela”, Caracas, 1989

 


 


 


En ocasiones, mirando un espectáculo artístico como el ballet o el teatro el ser humano se siente impresionado enormemente sin saber a qué aspecto atribuir la impresión. Es probable que haya un sexto sentido o que esa percepción inubicable sea una prueba de que lo que han llamado sexto sentido y lo que han denominado alma son la misma cosa.

La cuestión es que Roland Streuli, un artista de la imagen fotográfica, ha logrado perfeccionar  ese tercer ojo que es sexto sentido y alma y ha atrapado con la cámara fotográfica movimientos que la visión común no podía captar.

Esto viene a ser un regalo maravilloso para quienes se topan de vez en cuando en un libro, una revista o un periódico con tas fotografías de Streuli, ese joven que se caracteriza por una sensibilidad extraña y una alegría infinita: para él, apuntar con su cámara un objeto, es algo tan trascendente e importante que entrega su vida a esa tarea.

Sus fotografías de teatro son crónicas estupendas del momento en que se está realizando el drama pero también son parte del elenco, trozos de la dramaturgia, movimientos actorales, hermanas de la escenografía y de la iluminación: esas fotografías complementan la obra porque la interpretan, la hurgan, la prueban y la eternizan.

Donde hay truco, mentira, falsificación, la cámara de Roland Streuli descubre el engaño y también descorre las cortinas para revelar la mediocridad o lo sublime con la misma calidad expresiva.

Ver sus fotografías sobre temas de la naturaleza, puede hacer un daño irreparable o levantar el  ánimo al ser más agonizante, porque la naturaleza huele, sopla, se mueve, refresca, se acerca al espectador y es posible que el hombre de la ciudad rechace tanta veracidad o añore demasiado esa flor, esa planta, ese arroyo que está viendo en imágenes que se salen del papel.

Sus fotos de ballet son extraordinarias y sin duda alguna su gran acierto: he allí elevándose la técnica fotográfica; he allí, un poco más allá, la poética del ritmo, la lírica de una gimnasia, la literatura del cuerpo: el ballet enseña sus venas, esparce sus fantasmas, deja ver sus dioses y sus sueños.

Lo más importante de todo es que en sus fotografías de ballet, Roland Streuli descubre esa esencia que nos hace estremecer de placer cuando estamos frente a una compañía dancística de calidad.

¿Cómo se podría hablar de esa esencia? ¿cómo es en realidad? ahí están las fotografías, mírelas: cuerpos, música, trajes, espacio, época y sudores se unen para afirmar que de este lado, desde acá de esta orilla, estuvo un fotógrafo con la respiración sostenida y el corazón acelerado, muriéndose de amor por la perfección del amor. Porque el arte es un hambre perfecta de amor, que se come a sí misma y luego se devora a los espectadores.

 

©JOSÉ PULIDO

(El Nacional)

Prólogo del libro 

La Danza en Venezuela de Roland Streuli

Caracas, 1989

 






  

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