la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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CUENTOS DE LA GAVETA: LOS OTROS JODEDORES, por Armando Africano, Caracas, 1 de diciembre de 2021/ Ilustración: Lisardo Rico Rattia

 




Aunque ya son como de la familia, pero de la parte de los miembros que joden…

Desde que me enteré que existían, me han estado haciendo acoso psicológico, sobre todo cuando se instalan cómodamente en mi habitación y se toman su tiempo haciendo una especie de danza contemporánea para desubicarte y, después que seleccionan el lugar más apetecible, que siempre son las peores partes léase, los pies, manos, el cuello, la parte de la espalda que se salió de la sabana, adonde por supuesto no llego para rascarme, los zancudos me pican exactamente cuando ya estoy colocado en pose para dormir, y al sentir la picazón viene la arrech… que va seguida inmediatamente de un intento —por lo general fallido— de acabar con ellos a manotazos y entonces comienza mi danza mata zancudos, hasta que me convierto en bailarín de plamenco (palmero con flamenco).

Me da la sensación que se burlan de mí y comienzo a planificar la gran venganza -como buen escorpión. Vienen a mi mente los muchísimos insecticidas que cada día son menos efectivos y por consejos de los amigos ya picados, me unto menjurjes que me regalan o me dan la receta. He llegado a incendiar cartones de huevos como si estuviera esparciendo incienso por todos lados y he terminado totalmente ahogado y tosiendo como carro sin tubo de escape; he probado con las pastillas anti zancudos llamadas plagatox, raid, etc… son muchísimas. Me he inyectado y tomado pastillas de vitamina B… según dicen los ahuyentan porque -ique- detestan el olor de la vitamina: me imagino a los zancudos escupiendo la vitamina B,  sacándome la lengua mientras continúan alimentándose de mí, de mi sangre… pero igual creo que instalaré una ducha con vitamina B diluida en agua para ver si logro ahuyentarlos y que me dejen en paz.

Menos mal que hay algo a favor de mis zancudos visitantes, ninguno está infectado, gracias a Dios son zancudos sanos. 

Detalle asqueroso: los muy cochinos nos inyectan saliva con agentes anticoagulantes  mientras se alimentan,  te inyectan saliva en la piel porque les facilita la succión de la sangre y pueden bebérsela como refresco y no como atol, y para joder aún más, la saliva es la que ocasiona la comezón. Además,  a medida que van succionando la sangre, eliminan el exceso de sangre por detrás y cuando te escogen, ¡los hijos de la gran zancuda!, te rondan y te cantan algo conocido como zumbido, lanzándose una serenata desesperante completa y exactamente en el oído. Como si fuera poco, no zumban para avisar a sus víctimas sino para llamar la atención de otros compañeros dispuestos a aparearse, ósea, toda una gran rumba alrededor de tu cabeza y la música montada en tu oído, porque están eufóricos reunidos en el hotel seleccionado y en su restaurant favorito con la comida servida. Pienso que están siempre celebrando que existen cerca de 3500 especies de estos pequeños vampiros, picando a todo el mundo, y que  cuando hay luna llena pueden incrementar su actividad en un 500 por ciento. 

Son unos insectos clasistas, porque no todos los pertenecientes a esta plaga voladora nos ven como a una comida deliciosa. Ellos son selectivos, nos escogen, son atraídos más por la química corporal de unas personas que por las de otras. Ciertas sustancias químicas como el dióxido de carbono, que se emite al exhalar, y el ácido láctico, un elemento presente en el sudor, nos hace muy apetitosos, y nuestro problema comienza cuando el animalito te elige como objetivo prioritario de su alimentación.  

Tu vida se complica después de que te pican porque las recomendaciones son: ponerte hielo en la picada, muy difícil porque lo simpáticos animalitos no cenan en el mismo lugar, debe ser que tenemos distribuidos nuestros sabores y les gusta hacer un tour por todo tu cuerpo (quedó muy sexy este comentario) o sea, pegarnos el hielo en donde te llame la picazón; también puedes untarte con aloe vera, miel o alguna crema, pomada o medicamento, distribuirte el menjurje, aquí sí, aquí no, aquí también o tal vez optar por la recomendación -tipo regaño- ¡la próxima vez evitar vestirnos de negro, porque a los mosquitos les encanta ese color, vístase con ropa clara porque los chupasangre enanos detestan la ropa oscura! (sabio consejo).  

Los muy asquerosos hacen la diferencia en la cantidad de picadas porque les apetecen más las personas sudadas, hedionditas, que contienen una mayor diversidad de microbios y de olores en la piel, que las que tiene la costumbre de oler bien. 

Esta especie de engendros tiene sus trapos sucios, sólo las hembras pican y se alimentan de sangre porque necesitan inmunoglobulina para terminar la fecundación de sus huevos; los machos, por su lado, degustan flores y sacan néctar para tener energía y así reproducirse con la mayor cantidad posible de hembras.  

Son unos indeseables, pero aman nuestro olor, nuestra transpiración, nuestra respiración y llevan nuestra sangre… “son mi familia”.  

 ©Armando Africano

Ilustración Lisardo Rico Rattia

 

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