—No tengo ropa –dice Manuel Puig con su sonriente
nerviosismo habitual y muestra en ese instante una prueba fehaciente de lo que
afirma: para el acto de inauguración del Congreso de Escritores se metió la
guayabera por dentro y de corbata se puso un pañuelo volátil. Parece disfrutar
de esa improvisación. Sonríe con la malicia de quien siempre trama algo
inusitado. Sus dientes tienen roturas de anarquía infantil.
Dice que está escribiendo tranquilamente una novela
en Brasil, y que pronto la terminará, pero manifiesta que no le interesa
revelar el tema. Prefiere contar lo sorprendido que está con el buen
recibimiento que ha tenido en España y Brasil su novela El beso de la mujer araña.
—¿Sabes que dos peruanos montaron una versión
pirata sin mi permiso ni mi revisión, aquí en Caracas? —comenta Puig. “Fue un
asunto muy desagradable”, dice. Luego añade que le gustaría que se conociera en
Venezuela su adaptación teatral.
—El espacio narrativo es más reducido: tienes que
desechar material. No es muy agradable, pero finalmente se me ocurrió una
estructura narrativa para teatro, diferente a la de la novela. Es una amistad
que se establece entre dos personajes con problemas de comunicación. Uno de
ellos cuenta seis filmes al otro y en la adaptación al teatro dejé la narración
de un solo filme... el error hubiera sido querer abarcar los seis filmes
—explica como quien habla de cotidianidades: está muy compenetrado con el
oficio de escribir.
Un fotógrafo se acerca casi de puntillas, como
buscando sorprenderle un gesto y Puig se da cuenta, pero se limita a quedarse
en silencio un instante, mientras observa una fuente moderna, donde el agua
rueda infinitamente, sin belleza. Manuel Puig desborda un tic que parece
originarse en la nostalgia de sus años infantiles: se ve claramente en su
rostro que de buena gana se lanzaría en esa fuente a darse un baño. El
fotógrafo toma la gráfica y es probable que en la foto aparezcan los ojos de
Manuel Puig zambulléndose en el agua. El
escritor sonríe y sus dientes son como una hilera de piedras de dominó
cayéndose.
—¿No ha pensado llevar esa obra a la televisión?
—Creo que el escritor puede acercarse al público a
través de ese medio y que debe apoyar la difusión de sus novelas a través de
él. Escribir para la televisión es otra historia. A mí me gustaría mucho
hacerlo ¿sabes?, pero conciliar el lado comercial con lo literario no es fácil.
Hacer una telenovela que no fuera de esas, interminables, sería muy interesante
para mí... haría una de veinte capítulos.
Puig señala que cuando se adaptó al cine su obra Boquitas pintadas y se presentó la
necesidad de resumir, "el vehículo ideal no era el cine sino una serie de
televisión".
A cada rato se le acerca una mujer distinta, de
cualquier edad, con maquillaje o sin maquillaje y Puig las atiende con interés.
Encuentra una golosina especial en estas conversaciones.
—¿Es usted un escritor feminista?
—Sí, claro. Yo estoy convencido de que la escuela
de la explotación es aquella pareja enfermiza mujer débil, hombre fuerte. Creo que el movimiento feminista es
altamente positivo, sobre todo para el hombre, porque le va a permitir
compartir más los problemas con su pareja y le quitará aquella máscara de macho
seguro de sí mismo. Yo recuerdo que en los años 40 se llegaba a afirmar que no
había placer sexual sin una sensación de dominación: la mujer sólo lograba goce sexual si se sentía dominada por su
pareja... ese era el mito, y se daba por sentado que era una ley de la
naturaleza. Es un perfecto disparate.
Sobre sus inicios como novelista, respecto a la
verdadera historia de esos comienzos, Puig cuenta que siempre sintió la
necesidad de narrar.
—Desde niño miraba muchas películas y pensé hacer
cine. Cuando pretendí expresarme, me di cuenta de que no me alcanzaba el espacio que hay en hora y media de una
película. Mis temas se adecúan más a un tratamiento novelístico que proporcione
espacio para escribir con detallismo. Sin darme cuenta pasé del cine a la
literatura: un guión se volvió novela.
Cuando se le toca el tema del Premio Nobel –la
prensa publicó que era candidato—, Manuel Puig pasa una mano por su improvisada
corbata de varios colores y dice que le incomoda eso porque “en la Academia de
Estocolmo no se publican listas, son secretas y los candidatos tienen de más de
60 años y con una obra casi hecha”.
—Me sorprendió mucho eso y si hubo algo serio lo
agradezco, pero no lo espero ni remotamente”, añadió. Hace el comentario de que
en Latinoamérica son muchos los que se merecen ese premio, como Octavio Paz y
Borges. “Supuse que este año se lo darían a Borges —apunta.
—¿Por qué no se lo habrán dado? —se le inquiere.
—Creo que por política —responde.
—¿Es cierto que tiene ocho años sin ir a Argentina?
—Tengo problemas de censura allá. Mis libros están
prohibidos y hay un boicot de prensa que supongo proviene de una prohibición
oficial.
—Sus libros se siguen leyendo en todo el mundo con
pasión de bestsellers.
—No son bestsellers, pero vivo del oficio porque
las traducciones son muchas.
Se le pregunta cuál es el secreto de su éxito,
mientras mentalmente se da un baño en la fuente monótona.
—Mi caso es curioso –dice– yo trato de escribir
para el lector que tiene mis mismas limitaciones. Mi órgano de atención ha sido
condicionado por el cine: nací viendo cine y tengo cierta dificultad para
concentrarme en la lectura. Trato de facilitar el trabajo de leer al lector,
pensando en eso, intento tomar en cuenta los límites de su poder de
concentración.
Se pone de pie, lo rodean más mujeres de boquitas
pintadas. Sonríe a manera de despedida, mientras en el agua de la fuente se
escucha un chapoteo como si alguien
estuviese saliendo a flote.
Le piden autógrafos y Manuel Puig firma libros,
papeles, cuadernos y servilletas, bañado
en sudor.
Nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.Vive en Génova, Italia.
En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.
Ha fundado y dirigido varios suplementos y revistas de literatura. Si se requiere información detallada sobre estas publicaciones, favor solicitarla a este correo: jipulido777@gmail.com
Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras.
Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. Participó, en 2012, como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En el 2018 y en el 2019 invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova.
Publicaciones más recientes:
El puente es la palabra. Antología de poetas venezolanos en la diáspora.
Compilación: Kira Kariakin y Eleonora Requena, para Caritas.
Poeti Uniti per il Venezuela, Parole di Libertà (Poetas Unidos por Venezuela, Palabras de Libertad) publicado por Borella Edizioni, evento respaldado por la Associazione culturale Orquidea de Venezuela, con sede en Milán.
Poemario Heridas espaciales y mermelada casera editado por Barralibro Editores
En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.
Ha fundado y dirigido varios suplementos y revistas de literatura. Si se requiere información detallada sobre estas publicaciones, favor solicitarla a este correo: jipulido777@gmail.com
Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras.
Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. Participó, en 2012, como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En el 2018 y en el 2019 invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova.
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Compilación: Kira Kariakin y Eleonora Requena, para Caritas.
Poeti Uniti per il Venezuela, Parole di Libertà (Poetas Unidos por Venezuela, Palabras de Libertad) publicado por Borella Edizioni, evento respaldado por la Associazione culturale Orquidea de Venezuela, con sede en Milán.
Poemario Heridas espaciales y mermelada casera editado por Barralibro Editores
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