la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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JOSÉ PULIDO ENTREVISTA A ELISA LERNER: "No es necesario haberse acostado con un hombre para amanecer cantando", El Nacional, Caracas, 16 de junio de 1981









Una de mis amigas más queridas y admiradas: Elisa Lerner. Aprendí mucho leyéndola y escuchándola. Hace 39 años le hice la primera entrevista. Publico tres fotos -con el perdón de sus autores que no pude ubicar- mostrándola en tres épocas de su vida. Manuel Puig también fue un gran amigo. Creo que ella y Manuel son como almas gemelas de la literatura. Publico esto hoy como homenaje a esa gran escritora nuestra, de voz irónica, insustituible y trascendente.


José Pulido, Génova, 9 de junio de 2020




Elisa Lerner: LA MUJER TIENE AHORA MENOS MIEDO DE ESCRIBIR PROSA



En el ascensor que sube hacia el apartamento donde vive Elisa Lerner podrían asesinar a una mujer vestida de negro y el único testigo sería un perrito pekinés que estaba por allí con los ojos sin brillo, tratando de oler en las paredes la vieja fragancia que dejaron los equipajes de 1940, cuando en este edificio funcionaba un hotel.

(Es un ascensor de esos que tenían rejas de hierro, pintadas de verde, que abrían como un abanico, a través de las cuales una mujer vestida de negro, la tela brillante pegada al cuerpo, trataría en vano de pedir auxilio mientras se escuchaban los pasos apresurados por las escaleras de mármol del hombre con su navaja. El ascensor no funcionaba: los botones se quedaban hundidos, y allí estaba el asesino de respiración agitada sonriendo, porque el perrito pekinés se orinaba acurrucado mientras ella golpeaba desesperada los anestesiados botones).

—La literatura es de una doméstica universalidad o de una universalidad doméstica... — dice Elisa Lerner, quitándose los lentes de la cabeza, vestida para salir, pero lista para quedarse frente a su máquina, y un termo de café que se va enfriando porque fue comprado allá abajo, en el cafetín de la cuadra.

Elisa regresó hace poco del IV Congreso Interamericano de Escritoras que se realizó en Ciudad de México del 3 al 2 de junio. Allí estuvieron también las escritoras venezolanas Elizabeth Schön, Antonieta Madrid, Angela Lago y Mariela Romero.

El Congreso se llevó a cabo en el antiguo Palacio de la Medicina, donde una vez ahorcaron a una mujer: allí funcionaba la inquisición, y Elisa Lerner dice que “todavía la mujer vive bajo cierta inquisición”.

Ha sido la primera vez que este evento se efectúa en un país latinoamericano: los dos primero tuvieron como sede Estados Unidos, y el tercero se desarrolló en la Universidad de Ottawa en 1978.


MENOS MIEDO



“Allí se trataron temas muy interesantes, y se notó que la mujer tiene ahora menos miedo a escribir prosa”, señala Elisa Lerner, quien dirigiéndose al reportero gráfico le pide “sácame de perfil para no salir fea... cuando una sale fea se pierden lectores”.

Tiene un sentido del humor que parece una espada de dos filos. Elisa Lerner es básicamente un triunfo vestido de mujer, que suena como una alcancía llena de derrotas y anhelos infantiles.

—¿Por qué dice que si sale fea no la leen?

—Mentiras. Sigo usando crema Ponds...

Juega con sus pulseras y dice luego: “En el Congreso de Escritores pudimos conocer a mujeres muy valiosas como Margo Glantz y Elena Urrutia. El propósito, como lo señala la programación, fue contribuir al estudio y al conocimiento de las características específicamente femeninas en nuestra literatura. La mujer ha estado tan postergada, que necesitó ser poseedora de una literatura femenina, pero cada día hay menos temor a expresarse, y un día la literatura será una sola, sin sexo, como decían ingenuamente nuestras poetisas de los años 40”.

—¿Algún ejemplo de esa fusión?

—Hombres como Manuel Puig hacen la literatura específicamente femenina –explica.





Elisa Lerner y Manuel Puig


Habla del Congreso, comentando que allá se dijo una cosa importante: las mujeres están contaminando la literatura mundial.


—¿Por qué?— se pregunta, y se da la respuesta frente a una alta ventana, por donde entra una mariposa fea que da la vuelta y regresa a la calle. “Hoy ya no interesa el género sino el lenguaje, la escritura en sí: la mujer escribe poco argumento, más bien monologa, deja de lado el argumento, y eso lo están haciendo ahora los hombres”.

Se aparta un poco de la conversación, para contar que ahora escribe a máquina y se siente como si hubiera aprendido a cocinar. Se cuida menos al escribir y es más verdad lo que sale. Se cree más eficiente utilizando la máquina.

— Me siento más alegre, con más jubilo, y pienso que la mujer debe escribir con alegría. No es necesario haberse acostado con un hombre para amanecer cantando.

Ante una pregunta sobre la problemática social de la mujer, Elisa Lerner opinó que “la mujer escritora no se ha dado cuenta de ciertos problemas porque las escritoras han salido generalmente de la clase alta y de una clase media con un poco de suerte. Yo espero que alguna vez una mujer de servicio publique su diario, y una obrera sus cartas. La mujer no ha dicho todavía en la literatura todo lo que tiene que decir”.

En el Congreso de Escritoras de México, surgió una frase: “Los hombres se cogieron el texto y dejaron lo textil para mujer”.

Elisa Lerner respondió ante eso:

—El hombre ha sido dueño de las técnicas. La mujer escribe como si estuviera bordando, laboriosamente, con matices y mucha ironía. La épica fulgurante es más del hombre, quien ha necesitado de lo épico. Nosotras somos más modestas. El hombre ha podido observar y dominar al mundo, la mujer ha espiado. Por eso el chisme, que es un susurro malicioso y resentido, porque la mujer no ha podido hablar en voz alta.








—¿Qué contienen las carteras de las escritoras? —una pregunta superficial para Elisa, quien se divierte diciendo cosas irónicas, profundas y juega, como si el día le hubiese deparado un fugaz pasatiempo para la soledad.

— Es verdad. ¿Qué contienen? Te confieso que no me llevo la máquina de escribir, pero siempre cargo el humectante.

—¿Es más importante el estilo que el tema?

—Creo que no existe el tema; el tema es el hombre, es una forma de existencia. Creo en la escritura. Esa palabra, estilo, me parece ampulosa, como decir “tengo un paraguas verbal”.

—La gente cree que un escritor con varios libros, como Elisa Lerner, gana mucho dinero...

—Sí, hay quienes creen que somos ricos, pero yo creo que soy la única judía pobre de la cultura venezolana. No se puede vivir de los libros, pero la pobreza del escritor no es una pobreza triste, porque no necesitamos tanto dinero, sino tiempo y papel.

Explica que no tiene claro si es más importante escribir o vivir. Prefiere vivir “pero con un poquito de miedo”.

— Esperar los domingos para las páginas literarias y enfrentarse a las relaciones con los editores es terrible.

En el Congreso de Escritoras se planteó también una variante literaria, donde la mujer se expresa sobre su cuerpo de una manera distinta, porque siempre las definiciones eran masculinas.

—En realidad, la literatura será una sola —repite— y hoy deseo que los escritores tengan tiempo para escribir. Quisiera a veces robar el ocio de las señoras que salen en crónicas sociales, para regalárselo a los escritores.

El primer tema del Congreso de Escritoras fue “Ochenta años de literatura”. Antonieta Madrid intervino en la sesión plenaria donde se habló sobre literatura femenina y sociedad. Elisa Lerner y Elizabeth Schön hablaron en varias plenarias y también lo hicieron en la clausura, cuando se discutió respecto a las aportaciones transformadoras de la mujer a la literatura del siglo XX.

—¿Sabes que en México me conocían por los trabajos del Sádico Ilustrado? La verdad es que le debo mucho humor a Pedro León Zapata y bastante de mi disposición al trabajo literario a Juan Liscano, quien ayudó a mi generación a escribir en El Nacional —dice de pronto.

La autora de obras de teatro y narraciones como “Yo amo a Columbo” y “Una sonrisa detrás de la metáfora”, adelantó que escribirá en la revista Zona Franca, una sección “chismosa” y actualmente trabaja en soliloquio: “Lágrimas de cocodrilo”.




A manera de confesión dijo que el congreso la motivó para seguir escribiendo teatro: “estoy alegre y viva”.

En el ascensor verde tampoco había una mujer muerta, pero en su cubo interior, de bendito aluminio sin espejo, un perfume femenino impregnaba los botones. Todos estaban fundidos.


©José Pulido
El Nacional, Caracas, 16 de junio de 1981


Poeta, escritor y periodista venezolano, nacido en Villa de Cura, el 1° de noviembre de 1945. Actualmente vive en Génova,  Italia.

En 2024 gana en Italia el Premio Internacional de Excelencia “Ciudad de Galateo Antonio De Ferrariis 2024″

En 2023 fue electo miembro de la  Academia  Venezolana de la Lengua.   En el 2000 le fue otorgado el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos.


Obtuvo el segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, que promueve la editorial Planeta, con su novela Una mazurkita en La mayor.

Estuvo a cargo de la revista BCVCultural, del Banco Central de Venezuela hasta el año 2012. Y de la revista Circunvalación del Sur editada por el Círculo Metropolitano de poesía, 2008. Dirigió las páginas de arte de El Nacional (1981-1988), El Diario de Caracas (1991-1995) y El Universal (1996-98). Miembro fundador de los suplementos Bajo Palabra (Diario de Caracas-1995) y El otro cuerpo (Suplemento del Ateneo de Caracas, en El Nacional-1997-1998). Jefe de redacción, bajo la dirección de Salvador Garmendia, de la revista Imagen (1994-1996). Corresponsal de Agencia Venezolana de Noticias, Venpres en Perú, 1990. Corresponsal de la Organización de Estados Iberoamericanos, (Ciencia y Cultura)1992; y asesor del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber. 1996