Uno de sus clásicos "vivo-dito", en este caso señalando como obra de arte a una señora en el pueblo español de Piedralaves |
Fue irritante hasta para los propios vanguardistas.
Se quitó la vida a los 34 años.
El inclasificable Alberto Greco (1931-1965). Se quitó la vida a los 34 años. Se cuenta que en su mano izquierda alcanzó a escribir la palabra "FIN". |
“Alberto Greco es un genio”, “qué grande sos”, “el pintor informalista más grande de América”. Estamos en 1961 y los afiches empapelan el microcentro porteño. El argentino Alberto Greco, regresado de Europa, lleva adelante su campaña autopublicitaria. Inclasificable, él fue su propia obra de arte.
Piedralaves, España, 1963. Sobre su vida y obra se hizo el documental "Alberto Greco, obra fuera de catálogo" de Paula Pellejero. |
En 1962, durante la exposición “Antagonismes 2”, se paseó con un cartel que decía “Alberto Greco, obra de arte fuera de catálogo” y repartió tarjetas personales que decían en francés “Objeto de arte”. Se dice que ese día le pidió prestado la lapicera al artista Yves Klein para firmar dos obras de arte vivo: una duquesa y un mendigo.
Andrea Giunta y Ana Longoni, ambas investigadoras del arte, analizan la obra de Greco en los libros "Vanguardia, internacionalismo y política" y Vanguardia y revolución", respectivamente |
Es lo que Greco llamaba vivo-dito: hacía círculos —en general de tiza— alrededor de personas o de cosas para señalarlos como obra de arte: una vendedora ambulante, un obrero, un vehículo, un burro. “El artista no mostrará más con el cuadro, sino con el dedo”, teorizó. Llegó a envolver con un rollo de papel el pueblo español de Piedralaves para firmarlo como obra y declararlo capital del “grequismo”.
Otra vez, en una exposición, soltó 30 ratas a las que puso los nombres de los artistas que exponían. Insatisfecho, Greco fue irritante hasta para los propios vanguardistas.
©Daniel Mecca
30 de junio de 2019