Aurora Bernárdez 2005 / Foto Ricardo Gutiérrez |
Muere Aurora Bernárdez, viuda de Cortázar y clave en su vida literaria
por Juan Cruz, El País, 8 de noviembre de 2014
Se encargó de revitalizar toda la obra del gran autor con su amiga Carmen Balcells
Aurora Bernárdez, viuda de Julio Cortázar, traductora literaria de Camus, Sartre, Durrell , murió esta mañana a los 94 años en un hospital de París. Había sufrido una caída el pasado viernes, al salir de una vista médica, como consecuencia de un accidente cerebrovascular. Estuvo casada con Cortázar desde los años 50, fue relevante en la escritura de sus primeros libros más importantes, incluyendo Rayuela; aparece en otros, como compañera fiel, como una memoria inteligente e infatigable. Tras su separación, en los años setenta, él vivió con otras compañeras, la agente Ugné Kurvelis y la fotógrafa y escritora Carol Dunlop; a la muerte de esta, en 1983, Cortázar enfermó gravemente. Fue Aurora Bernández quien lo cuidó hasta el final. Después del fallecimiento del autor de Todos los fuegos el fuego, fue Aurora Bernárdez, con su amiga Carmen Balcells, la que se encargó de revitalizar la obra del gran cronopio, que sigue siendo leído en todo el mundo de habla española como si nunca hubiera desaparecido. Esta y sus admirables traducciones (de William Faulkner, por ejemplo) son sus mejores obras, así como su capacidad para recordar y para contar con todo detalle lo que vivió junto a Cortázar y junto a otros grandes escritores del siglo XX.
Aurora Bernárdez fue la inteligente alegría, la fuerza de una memoria prodigiosa; ella hizo publicar las cartas de Cortázar, memorable empeño editorial, que ahora es un tesoro, sobre la vida del autor de Rayuela; de ella fue también la mano que siguió hasta el último instante la revitalización necesaria de la obra de este escritor capital en la vocación literaria iberoamericana de nuestros días.
Todo lo que pasó con Julio Cortázar como autor, tras la muerte triste en 1984, tiene que ver con esta mujer menuda y sonriente, que dejaba de sonreír cuando a su alrededor se decían majaderías o inexactitudes. Persiguió con sensatez la verdad sobre Julio, en contra de quienes alimentaron, con buena intención a veces, falsedades que ella consideró poco afortunadas. Quería que la gente supiera de veras quién fue Julio, desde que lo conoció en los años 50 del siglo pasado hasta que se separaron, sorpresivamente, y hasta que luego, en los últimos tiempos del autor de Rayuela, regresó a su lado para cuidarle después de que él perdiera a su ultima mujer, Carol Dunlop, y de que además perdiera la salud.
En todo ese tránsito a ella no se le escuchó ninguna palabra más alta que otra sobre su convivencia con Julio, y de manera milagrosa recordó no sólo los periodos que se mantuvo a su lado sino que tenía viva constancia de cosas que le ocurrieron a Cortázar cuando ya no estaban juntos. Con una constancia que se debe al amor, nunca interrumpido, ella retomó (con Carmen Balcells), en los años 90, la presencia de Cortázar en las librerías, abordó reediciones de libros que volvieron a tener vida y rescató del olvido (por ejemplo, el libro sobre Yeats) manuscritos perdidos o ediciones que se hicieron inencontrables cuando en España y en el mundo la mala memoria literaria había arrinconado a Cortázar a ser, únicamente, el autor de aquella famosa novela.
Simbólicamente, ella acompañó a muchos jóvenes escritores y lectores, en Madrid, en torno a 1994, cuando Alfaguara abordó esas reediciones de rescate, que pusieron otra vez a Cortázar al alcance de todos los gustos y de toda la gente. En los últimos tiempos, de la mano de Carles Álvarez y de sus amigos del Centro de Arte Moderno de Madrid, esa obra pasada y presente ha tomado una actualidad extraordinaria; en la Casa del Lector, del Matadero madrileño, se puede ver una exposición que expresa la vida de Cortázar como lector, montada por el citado centro de Arte Moderno; ahí está Cortázar leyendo y escribiendo, y viviendo después de haber sido declarado, estúpidamente, muerto para la actualidad literaria.
La persona que hizo posible ese rescate que dura hasta hoy y que perdura es Aurora Bernárdez, la inteligencia alegre que contaba sin perder jamás ni un punto y coma la vida de Julio. Cuando se recuperó a Cortázar, después de los años de olvido tras su muerte, se divulgó un eslogan, Queremos tanto a Julio; a la cabeza de ese pelotón numeroso e inasible estaba Aurora Bernárdez.
8 de noviembre de 2014
Nota del blog: Aurora Bernárdez no era la viuda de Cortázar sino su primera esposa, amiga y albacea. La última esposa de Cortázar fue Carol Dunlop, que murió antes que él.
por Julia Saltzmann, El País, 8 noviembre 2014
Julia Saltzmann, editora de Alfaguara en Argentina, y amiga personal de Aurora, refleja la personalidad de esta mujer.
No hay duda de que editar la obra de Cortázar es un privilegio, y una de las satisfacciones más grandes que me deparó el trabajo. Y ese privilegio tuvo una añadidura que no olvidaré: conocer y tratar a Aurora Bernárdez.
Veníamos comunicándonos formal y cordialmente por fax durante los primeros tiempos hasta que nos vimos en Buenos Aires en 2004. La primera impresión que tuve de ella es la que se mantuvo en el tiempo (y es que siempre supo ser muy ella, hasta el final): conversadora, curiosa, expresiva… y rigurosa. Sin duda sabía el valor de las palabras: todas las que decía tenían su razón de ser y esperaba lo mismo de su interlocutor.
Pequeña y activa, en su casa de París se movía de un cuarto al otro, de una planta a otra para atender a las visitas, para buscar un libro o mostrar una foto. Todos los días daba largos paseos, leía mucho y cumplía con su trabajo: el cuidado de la obra de Cortázar. Con Aurora, Carles Álvarez Garriga y Gabriela Franco editamos las últimas obras inéditas de Cortázar: Papeles inesperados, los cinco tomos de correspondencia, Clases de literatura y finalmenteCortázar de la A a la Z. Tuvimos en común la contracción al trabajo, el amor por la obra de Cortázar, la consideración del detalle, y aun a la distancia la manía de dar lo mejor. También puedo decir que nos divertimos en esa cofradía de cuatro.
La vi por última vez en el último marzo. Entusiasta como era, estaba empeñada en preparar una antología del poeta argentino Francisco Luis Bernárdez, su medio hermano, y quería también salvar su biblioteca. Como siempre, esta mujer, que nunca usurpó protagonismo, tenía sus propios planes. Quien quiera conocerla mejor, asomarse a su vida, que ya es pasado, lea Cartas a los Jonquieres, o busque en Cortázar de la A a la Z la A de Aurora, y encontrará a la joven lectora, a la muchacha enamorada, a la mujer que supo jugar y supo cumplir. Un carácter. Una vida.
El País, 8 noviembre 2014
Fuente: El País
Adiós a Aurora Bernárdez, ángel guardián de Cortázar
La primera esposa y albacea del escritor, además de traductora, murió ayer a los 94 años en París, donde estaba internada desde el miércoles por un accidente cerebrovascular
París.-Aurora Bernárdez, la primera esposa de Julio Cortázar y su albacea literaria, además de notable traductora, falleció ayer a las 8.25 de la mañana hora de París, en el hospital Sainte-Anne, ubicado en el distrito XIV, donde estaba internada desde el miércoles, después de ser víctima de un accidente cerebrovascular.
"Cuando sucedió, se quedó como dormida y nunca se despertó. Se puede decir que se fue apaciblemente", dijo a LA NACION uno de los diplomáticos de la embajada argentina en París.
El funcionario fue a visitarla anteanoche, acompañado por la flamante agregada cultural en París, la cantante Susana Rinaldi.
En ese momento, ya había llegado al hospital su sobrina, Alejandra, hija de un hermano de Bernárdez, que vive en Barcelona y solía viajar con frecuencia a París. Anoche, junto con el abogado de la primera esposa del autor de Rayuela, era ella quien comenzó a tomar las primeras disposiciones sobre la inhumación y los procedimientos testamentarios.
Según Alejandra Bernárdez, a los 94 años Aurora se movía sola sin problemas, acompañada por el mismo chofer de taxi que la llevaba a todas partes. "El miércoles fueron al dentista. Fue al salir que se produjo el ACV. Fue el mismo conductor que la llevó hasta el hospital", relató la sobrina de la traductora y albacea.
Aurora vivía en un edificio de cinco pisos ubicado en la Plaza del General Beuret, en el animado distrito XV de París, en el mismo sitio en que había convivido con Cortázar antes de separarse. Sin familia en Francia, hacía tiempo que una dama de compañía compartía su departamento.
Hasta anoche, se ignoraban las disposiciones tomadas por la familia, que dio instrucciones a la Agencia Carmen Balcells -representante literaria de Bernárdez y Cortázar- de dar la información de su fallecimiento a través de un comunicado hecho público en Madrid.
"Lamentablemente confirmamos la noticia. Aurora Bernárdez ha muerto esta mañana a las 8.25 en París", afirmó el director de la agencia, Guillem d'Efak Fullana Ferré, en un comunicado difundido ayer por la mañana.
Algunas fuentes allegadas a la desaparecida traductora afirmaban en las últimas horas, sin embargo, que Aurora Bernárdez será inhumada en el cementerio de Montparnasse, donde está precisamente enterrado su ex esposo, Julio Cortázar. Ése es el sitio donde el personaje de Horacio arroja un papelito en el último capítulo de Rayuela.
"A la altura del cementerio de Montparnasse, después de hacer una bolita, Oliveira calculó atentamente y mandó a las adivinas a juntarse con Baudelaire del otro lado de la tapia, con Devéria, con Aloysius Bertrand, con gentes dignas de que las videntes les miraran las manos", escribió su autor.
Por la intensa actividad que desarrolló durante medio siglo como traductora de los principales autores europeos y por su estrecha amistad con los escritores del boom, Aurora -como la conocía y la llamaba todo el mundo- se había convertido con el tiempo en un emblema de la colonia literaria latinoamericana de Francia.
Hija de padres gallegos -Francisco Bernárdez y Dolores Novoa-, vivió una parte de su niñez en Lugo, pero su familia regresó rápidamente a la Argentina, donde la joven estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y se graduó de licenciada en Literatura. Fue hermana del poeta Francisco Luis Bernárdez.
Aurora Bernárdez estuvo casada durante 14 años con el autor de Rayuela. La pareja de separó en 1967, pero su relación amistosa e intelectual perduró hasta la muerte de Cortázar, en 1984.
Después del fallecimiento de la segunda esposa de Cortázar, la escritora estadounidense Carol Dunlop, Bernárdez asistió a su ex marido durante su enfermedad, una vez que le diagnosticaran leucemia.
Aunque nunca tuvo una actividad literaria destacada al margen de la traducción, su conocimiento y sus opiniones tuvieron una enorme gravitación en la generación del boom. Además de formar una "pareja amorosa que sabía enriquecer constantemente su complicidad", como reconoció el director literario de Editorial Sudamericana, Francisco "Paco'' Porrúa, Cortázar la consideraba siempre como su lectora más exigente y aceptaba disciplinadamente los comentarios que formulaba sobre sus manuscritos. Nunca los entregaba a su editor hasta que no obtenía el imprimátur de Aurora.
El mismo Porrúa cuenta que, al terminar Rayuela, Cortázar le escribió: "El libro tiene un solo lector: Aurora". Luego, sin ningún pudor, le confesó que cuando ella "llegó al final se echó a llorar". Para él, sin necesidad de escuchar el menor comentario, fue la señal de que podía enviarlo al editor.
9 de noviembre de 2014
Buenos Aires,La Nación
Fuente: La Nación