Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).

Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).


la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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“In memoriam”, obra de la compositora Diana Arismendi en homenaje a las víctimas del Holocausto con poemas de Gabriela Mistral, Anna Frank, Beatriz Iriart y Jacqueline Goldberg / texto de Diana Arismendi, Caracas febrero 2015




El pasado 1º de febrero el Espacio Anna Frank organizó un emotivo concierto con motivo del Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto.  El maestro Alfredo Rugeles dirigió a la Orquesta Sinfónica de Venezuela, estrenando obras compuestas especialmente para esta conmemoración:  Oración para clamar por los oprimidos”, para orquesta y mezzosoprano, de Alfredo Rugeles, inspirada en el poema homónimo de su padre Manuel Felipe Rugeles“In memoriam”, para soprano, narrador y orquesta sinfónica, de Diana Arismendi, inspirada en poemas de la Premio Nobel de Literatura chilena Gabriela Mistralla pequeña víctima del nazismo Anna Frank (autora del famoso Diario)la poeta argentina Beatriz Iriart y la poeta venezolana Jacqueline Goldberg; “Agujeros en el alma”, para orquesta sinfónica y sonidos grabados, de Ricardo Teruel; y “Shuvá Adonai et shevitenu”, para orquesta sinfónica, de Icli Zitella. Asimismo se interpretó  “Kaddish”, de las “Dos melodías Hebraicas”, de Maurice Ravel,. Participaron como solistas invitados la soprano Sara Catarine, la mezzosoprano Jessica Colmenares, el actor Luigi Sciamanna y el violinista Dmitri Pylenkov."In Memoriam" contó con el apoyo de  las  Embajadas de Alemania, Italia, Argentina y Austria;  la  Dirección de Cultura de la Unión Israelita de Caracas y el Comité Venezolano Yad Vashem.   







 “In Memoriam” por Diana Arismendi

“In memoriam” (2014)
Para soprano, narrador y orquesta sinfónica
Solista: Sara Catarine, soprano
Narrador: Luigi Sciamanna

“In memoriam” a las víctimas del Holocausto fue compuesta por invitación de Espacio Anna Frank, para conmemorar el 70º aniversario del fin del “peor crimen cometido por el hombre, contra el hombre”.

En tres movimientos, esta obra ilustra tres situaciones relativas al Holocausto. “Cámara oscura”, el primer movimiento, ilustra el inicio de la pesadilla, en palabras que la joven Anna Frank escribiera en su diario: “Me estremezco al recordar el rumor sordo y lejano que marcó para nosotros el comienzo de esta destrucción”. Luego, la música explora diversos sentimientos: desesperación, duda, (“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”) miedo, tristeza, ira, (“Mírame, responde, Señor”) sobre textos provenientes del libro de Alabanzas o Salterio de las Sagradas escrituras.

El segundo movimiento, “Sacrificio por fuego”, en directa alusión al Holocausto, es una exploración de la maternidad y sus contradicciones en una situación límite. Comienza evocando palabras de Beatriz Iriart: “Yo estuve en Auschwitz. Yo parí hijos de amargura, dolor y espanto”, pero intenta ir más allá. Sobre un poema de Gabriela Mistral se evoca la conmoción causada por la pérdida física: madres que pierden a sus hijos e hijos que pierden a sus madres. Pero, sobre todo, “Sacrificio por fuego” es un canto a la maternidad, un grito de esperanza a la vida y una súplica confiada a Dios: “¡Ten piedad de mí, señor!”

El último movimiento. “Nosotros los salvados”, toma su nombre del libro de poesía documental de la escritora venezolana Jacqueline Goldberg y nos trae a tiempos más cercanos, evocando simplemente los nombres de algunos de los sobrevivientes del Holocausto que rehicieron sus vidas en nuestro país, Venezuela. “Nosotros los salvados” es un homenaje a quienes lograron cerrar el círculo del miedo, la injustica y el sufrimiento, para vivir en un país que los hizo suyos y les devolvió la esperanza por la vida.



Goldberg, Jacqueline. Nosotros los salvados. Poesía documental. [Edición digital, descargable gratuitamente]. Smashwords Edition, 2013: https://www.smashwords.com/books/view/308471
• Goldberg, Jacqueline. Exilio a la vida [Vols. 1, 2 y 3]. Unión Israelita de Caracas, 2006-2013. (Fotografías de Esso Alvarez, Maxime Bendahán y Aarón Sosa).
Video en sala: • Nelson Hariton Producciones Audiovisuales.


Compositora

Es hoy en día una de las compositoras venezolanas más importantes de su generación. Su amplia producción musical incluye música orquestal y sinfónico-coral, conciertos solistas, una ópera para niños, ensambles de diversa índole, cuartetos de cuerdas, abundante música vocal, así como obras para órgano, percusión, piano y percusión, piano solo, diversos instrumentos solistas. A lo largo de más de veinticinco años, sus obras han sido interpretadas en festivales y salas de conciertos por importantes orquestas, solistas y grupos de cámara en Venezuela por toda América Laatina y del Norte y diversos país de Europa.

Nacida en Caracas, comenzó a muy corta edad su educación musical en su ciudad natal. Posee un Doctorado en Composición y un Master en Composición y Música Latinoamericana obtenidos en “The Catholic University of America”, Washington, D.C.; así como el “Diplôme Superieur de Composition” de “L’Ecole Normale de Musique”, de París.

Actualmente es Profesora Titular de Composición y Directora de Cultura de la Universidad Simón Bolívar. Desde 1996 es Directora Ejecutiva del Festival Latinoamericano de Música de Caracas.

Paralelamente a su intensa labor creativa, Arismendi realiza, investigación en el campo de la música latinoamericana y sobre la enseñanza de la composición, lo cual la ha llevado a dictar charlas y conferencias sobre este tema. Tres discos compactos han sido dedicados exclusivamente a sus obras “Ficciones” de 1996, “Fiestas Solemnes”, de 1998 y “Señales en el cielo” de 2007, muchas de sus obras han sido publicadas en diferentes antologías discográficas. Sus partituras están editadas por LaFi Pulblishers, en EEUU y Babel Scores, en Francia.
Diana Arismendi: www.dianaarismendi.com





Programa In memoriam 2015

A 70 años de la Liberación de Auschwitz

«Día Internacional de Conmemoración Anualen Memoria de las víctimas del Holocausto»


Palabras introductorias
Sr. César Sabas
Coordinador de Juventud Espacio Anna Frank

Orador de Orden
Sr. Milos Alcalay
Embajador

Intervenciones
Sr. Moritz Jacobshagen
Primer Secretario de la Embajada de Alemania en Venezuela

Sr. Pedro González
Presidente de la Junta Directiva de la Orquesta Sinfónica Venezuela


Concierto


1. “Shuvá Adonai et Shevitenu” (2014)
Icli Zitella
Para orquesta, en memoria de las víctimas de la Shoá (1941-1945)


2. “Oración para clamar por los oprimidos” (1989) (2014-2015)
Alfredo Rugeles
Para mezzosoprano y orquesta, con poesía de Manuel Felipe Rugeles
Solista: Jessica Colmenares, mezzosoprano


3. De las “Deux Mélodies Hébraïques” (1914), “Kaddish”
Maurice Ravel
Versión para violín solo y cuerdas, arreglo de D. Johnstone
Solista: Dmitri Pylenkov, violín

Intermedio

4. “Agujeros en el alma” (2014)
Ricardo Teruel
Para orquesta y sonidos grabados,
en memoria de las víctimas del Holocausto

5. “In memoriam” (2014)
Diana Arismendi
Para soprano, narrador y orquesta sinfónica
I. Cámara oscura
II. Sacrificio por fuego
III. Nosotros los salvados

Solistas: Sara Catarine, soprano
Luigi Sciamanna, narrador




Director y compositor

En el año 2012, el maestro venezolano Alfredo Rugeles celebra sus 30 años de carrera artística como Director de Orquesta. Destacado compositor, su catálogo incluye obras de cámara, sinfónicas, corales y electroacústicas que han sido interpretadas en diversas naciones y que le han llevado a obtener numerosos premios, entre los que se cuentan el Premio Nacional de Composición (1979) por su obra “Somosnueve” y el Premio Municipal de Música (1985) por su obra “Tanguitis”. Es miembro fundador de la Sociedad Venezolana de Música Contemporánea, Miembro Fundador de Número del Colegio de Compositores Latinoamericanos de Música de Arte y ha sido Miembro del Comité Ejecutivo de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea. Desde 1991 es Director Artístico del Festival Latinoamericano de Música de Caracas.

Su variada y brillante trayectoria como Director de Orquesta lo hace invitado frecuente de todas las orquestas de Caracas, del interior de Venezuela y de otros países del mundo, en las que dirige con gran éxito tanto el repertorio sinfónico y de ópera tradicional, como obras maestras de los siglos XX y XXI, y acompaña a innumerables solistas de renombre internacional.

Desde 1991 es Director Artístico de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela y por cinco años (1982-1987) fue Director Asociado y Director Artístico de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas, así como Director Musical del Teatro Teresa Carreño (1987-1990).

Fue fundador y Director Musical del Ensamble Nova Música y Director de la Fundación Orquesta de Cámara de Venezuela. En 1999 recibe el Premio Nacional del Artista como Director de Orquesta Sinfónica. Desde octubre de 2009 es el Director Musical del Ensamble Latinoamericano de Música Contemporánea Simón Bolívar que tiene como objetivo difundir la música nueva de autores venezolanos, latinoamericanos y las obras universales de referencia de los siglos XX y XXI.

De estas tres décadas de vida artística, estuvo durante veintitrés años al frente de la cátedra de Dirección de Orquesta del Instituto Universitario de Estudios Musicales (IUDEM), hoy Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE), y desde 2001 es Profesor de Dirección Orquestal de la Maestría en Música de la Universidad Simón Bolívar. Rugeles es poseedor de una completa y variada formación musical que incluye diplomas en Canto (Fedora Alemán) y Dirección Coral (Alberto Grau) obtenidos en la Escuela de Música “Juan Manuel Olivares” de Caracas. Realizó estudios de composición con Yannis Ioannidis en Caracas y en el Instituto Robert Schumann de Düsseldorf, Alemania, donde obtuvo diplomas de Composición (Günther Becker) en 1979 y de Dirección Orquestal (Wolfgang Trommer) en 1981. Participó en Cursos Internacionales de Dirección de Orquesta dictados por Sergiu Celibidache, Michel Tabachnik y Franco Ferrara.

Desde enero hasta noviembre de 2013 produjo con su esposa, la compositora Diana Arismendi, el programa radial “Clásicos Contemporáneos de Latinoamérica”, especializado en la difusión de la música latinoamericana de concierto de los siglos XX y XXI, el cual se transmitió todos los sábados 1:30 a 3 pm por la Emisora Cultural de Caracas, 97.7 FM.

El pasado 10 de julio de 2013, el Ministerio de Cultura y Comunicación de la República Francesa le otorgó la orden “des Arts et des Lettres”, en el grado de “Chevalier”.










¿Cómo olvidar?

Espacio Anna Frank,
conforme a sus postulados y objetivos,
se adhiere una vez más
a esta conmemoración, con el fin
de divulgar el significado y dimensiones
de un crimen sin parangón en la historia
de la humanidad: el Holocausto.
Contribuimos con ello a evitar
que hechos similares puedan repetirse
en algún lugar del mundo.







Informe sobre el «Día Internacional Sobre el Holocaustode Conmemoración Anual en Memoria de las víctimasdel Holocausto»

Los días 28 y 29 de enero de 2000 se reunió en Estocolmo, Suecia, convocado por el gobierno de ese país, el Foro «El Holocausto: sobre el recuerdo, la educación y la investigación». La reunión congregó a casi todos los países de Europa, a tres países de América Latina: Argentina, Brasil y Uruguay, y además, Israel, Sudáfrica, Turquía, la ONU,el Consejo de Europa y la Santa Sede como observador. Los asistentes firmaron la Declaración de Estocolmo con el texto siguiente: «Con la humanidad todavía aterrada por el genocidio, la limpieza étnica, el racismo, el antisemitismo y la xenofobia, la comunidad internacional comparte la solemne responsabilidad de combatir esas fuerzas del mal» y se comprometieron a destinar el 27 de enero como fecha para guardar en la memoria colectiva el Holocausto (en hebreo: Shoá) planificado y cometido por los nazis, como una tragedia que cambió las bases de la humanidad. El 27 de enero fue elegido para conmemorar el Día Internacional de Recordación del Holocausto, ya que en esa fecha del año 1945, el ejército soviético liberó el mayor campo de exterminio nazi en Auschwitz-Birkenau (Polonia).

El 1º de noviembre de 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 60/7 en la que designó la fecha del 27 de enero: «Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto». Tras la aprobación de la resolución, el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, describió la fecha como «un importante recordatorio de las enseñanzas universales del Holocausto, atrocidad sin igual que no podemos simplemente relegar al pasado y olvidar». Los horrores de la Segunda Guerra Mundial dieron lugar a la creación de las Naciones Unidas. El respeto de los derechos humanos de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, es uno de los mandatos fundamentales previstos en su Carta. Al inaugurar el Museo de la Historia del Holocausto en Yad Vashem (Israel) en marzo de 2005, el Secretario General de las Naciones Unidas recordó que: «la repulsa al genocidio, al asesinato sistemático de seis millones de judíos y millones de otras personas fue también uno de los factores que promovieron la Declaración Universal de Derechos Humanos». El Secretario General agregó: «Las Naciones Unidas tienen la responsabilidad sagrada de combatir el odio y la intolerancia. Si las Naciones Unidas no están a la vanguardia de la lucha contra el antisemitismo y otras formas de racismo, niegan su historia y socavan su futuro».






Espacio Anna Frank

Es una organización privada, sin fines de lucro, creada por iniciativa de un grupo de venezolanos deseosos de ofrecer un foro público para promover la aspiración legítima de todos los seres humanos de convivir en libertad y armonía. El Espacio aspira difundir el conocimiento de culturas distintas y distantes de la nuestra, lo mucho que tenemos
en común a pesar de las diferencias y los logros de su interacción en beneficio de las artes y las ciencias.

Espacio Anna Frank comparte la historia, los valores y la diversidad cultural universal, y promueve el acercamiento entre los sectores de la vida nacional en aras de la comprensión, la solidaridad y el respeto a las diferencias, con el afán de contribuir al fortalecimiento de una sociedad libre de los atropellos de los que fue víctima Anna Frank, tales como: los cometidos contra niños, cuyo derecho al respeto, a la salud y a la educación aún siguen siendo cercenados. Los padecidos por mujeres, vejadas en el marco de muchas sociedades y discriminadas -en algunos aspectos- aún en naciones consideradas liberales y democráticas. Los instigados contra minorías, grupos y personas que, por razones étnicas, religiosas, culturales y de cualquier otra naturaleza, son víctimas de persecuciones que no pocas veces desembocan en genocidios.

Para el cumplimiento de sus objetivos, Espacio Anna Frank ofrece a toda la sociedad venezolana foros, conferencias, exposiciones de arte y didácticas, obras teatrales, conciertos, cinetertulias, publicaciones, programas en el área de la educación y toda actividad comprendida dentro del ámbito intelectual y cultural, que fortalezca el espíritu de convivencia y la responsabilidad social.

Para más información:
Av. Francisco de Miranda, Centro Lido, torre A, piso 8, Ofic. 86-A,
El Rosal. Caracas
Facebook: https://www.facebook.com/espacioaf
Twitter: @espacioaf
Blog: blogdelespacioannafrank.blogspot.com
Telfs. +58 212-9577999 0212-9577997
Correos: espacioannafrank@gmail.com | info@espacioannafrank.org


85 años protagonizando la Historia musical de Venezuela


La Orquesta Sinfónica de Venezuela, Patrimonio Artístico y Cultural de la Nación, es la formación sinfónica profesional más antigua de Venezuela y la de mayor trayectoria ininterrumpida en el continente latinoamericano. Fundada
el 15 de enero de 1930, por los músicos más virtuosos de su generación, siguiendo la convocatoria del Maestro Vicente Emilio Sojo, se apresta desde sus inicios a liderar el movimiento orquestal sinfónico no sólo en nuestro país,
sino en América Latina.

La OSV ha estrenado la mayoría de las obras de compositores venezolanos e innumerables veces ha realizado la primera audición de obras clásicas en Venezuela. Ha sido visitada por grandes directores como: Wilhelm Furtwangler, Ígor Stravinski, Otto Klemperer, Heitor Villa-Lobos, Sergio Celibidache, Carlos Chávez, Antal Dorati y Eduardo Mata, quienes junto a solistas como Jascha Heifetz, Yehudi Menuhim, Regino Sainz de la Maza, Claudio Arrau, Arthur Rubinstein, Joseph Szigeti, Henry Szeryng, Marta Argerich, Yo-Yo Ma y Pablo Casals encontraron en la Sinfónica el medio más idóneo para brindar su talento artístico.

La OSV ha realizado importantes giras por países como Perú, Colombia, Cuba, Costa Rica, Panamá, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Holanda, Alemania, España, Suiza, Austria, Francia, Portugal, Italia, Rusia y Grecia, muy comprometida con la promoción del talento musical venezolano.

En su 85º aniversario, la OSV sigue con ánimo renovado, dispuesta a apoyar, difundir y contribuir con el desarrollo de nuestros músicos venezolanos y extranjeros, contando con la participación de los mejores directores, solistas y compositores de nuestro tiempo en sus ciclos de conciertos.

En estos momentos, la OSV trabaja arduamente para consolidar convenios con instituciones académicas nacionales e internacionales, que permitan seguir elevando el perfil académico de sus integrantes. Siempre ha sido innovadora y, en este sentido, tiene el reto de alcanzar al público juvenil, preparando un repertorio totalmente dedicado a nuestros adolescentes, brindándoles la calidad y la excelencia musical que nos respalda a través de sus géneros preferidos.

Durante 5 años, “La OSV en mi Escuela” fue nuestro programa socioeducativo bandera y este año se extenderá –mediante convenios con el Ministerio del Poder Popular para la Educación– a un mayor número de colegios públicos y privados de las zonas educativas en municipios y alcaldías de los diferentes estados de nuestra geografía.

La activa agenda de eventos seguirá creciendo con grandes espectáculos de ópera, ballet y conciertos sinfónicos en el Teatro Teresa Carreño, en calidad de coproducción, complaciendo así al público venezolano que asiduamente colma la Sala Ríos Reyna, nuestra sede permanente.

Tomando en cuenta nuestra sólida e ininterrumpida trayectoria artística, el de 2015 promete ser un aniversario muy especial, en el que los músicos de la OSV llevarán la música académica clásica, universal, latinoamericana y nacional a todos los rincones del país.

También será un año para renovar el talento artístico abriendo las puertas para que músicos profesionales, sin distingo de ninguna clase, puedan audicionar y formar parte, con gran orgullo, de la primera orquesta sinfónica profesional de Venezuela.

Actualmente, la OSV cuenta con un plantel de 80 músicos profesionales, una plantilla renovada con los mejores talentos juveniles y veteranos, comprometidos con la excelencia y la calidad, en todos los sentidos, y un profundo amor por el país.

Facebook: Orquesta Sinfónica de Venezuela
Twitter: @SinfonicadeVzla
Youtube: SinfonicadeVenezuela
Página Web: www.osv.org.ve
Blog: www.sinfonicadevenezuela.com

Textos tomados del programa de mano del concierto “In Memoriam”, Caracas 1 de febrero de 2015













El Espacio Anna Frank organizó emotivo homenaje a las víctimas del Holocausto: "Concierto In memoriam 2015: un recuerdo imperecedero" por Carlos Armando Figueredo, Caracas, 8 de febrero 2015








El maestro Alfredo Rugeles dirigió a la Orquesta Sinfónica de Venezuela, estrenando obras compuestas especialmente para esta conmemoración por la compositora Diana Arismendi, los compositores Icli Zitella y  Ricardo Teruel, más una obra de su autoría y otra de Maurice RavelEl concierto homenaje a las víctimas del Holocausto  fue organizado por el Espacio Anna Frank.


A continuación la crónica del Dr. Carlos Armando Figueredo.







Ayer domingo, 1º de febrero de 2015, tuvo lugar en el teatro del Colegio María Auxiliadora el concierto In memoriam que todos los años ofrece Espacio Anna Frank con motivo del Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto. El 27 de enero fue la fecha establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas para esa jornada de recuerdo y reflexión, a propósito de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz.

Si hay algo que puede decirse de este Concierto In memoriam (que en 2015 coincide con el 70º aniversario de la liberación de Auschwitz) es que permanecerá grabado en la memoria de las más de 1.100 personas que tuvimos la suerte de presenciarlo. En efecto, se trata del éxito más rotundo logrado a la fecha por Espacio Anna Frank en materia de organización de eventos. No podía ser de otra manera: contó con la entusiasta participación de renombrados compositores y artistas venezolanos, con el apoyo de la Orquesta Sinfónica de Venezuela bajo la dirección del maestro Alfredo Rugeles. Los compositores cuyas obras se estrenaron no titubearon cuando, el año pasado, se les pidió que compusieran obras sinfónicas para honrar a las víctimas del Holocausto.

La orquesta interpretó las siguientes obras:

1) De Icli Zitella (nacido en Caracas en 1966), “Shuvá Adonai et Shevitenu” (Haz retornar, Adonai a tus cautivos), obra inspirada en el Salmo 126. Se trata de una pieza digna de la mejor música clásica moderna venezolana. Dice el propio Zitella en el folleto del programa del concierto: “Como la melodía es un poderoso elemento de continuidad y de ‘sentido’ en la música, esta obra trata de evitarla. Con todo, hay un pasaje en que los cornos dibujan una melodía larga e irregular, como el recuerdo de una vida dichosa anterior a la desgracia del exterminio…”

2) Alfredo Rugeles dirigió la interpretación de su obra “Oración para clamar por los oprimidos”, para orquesta y mezzosoprano, inspirada en el poema homónimo escrito por su padre, Manuel Felipe Rugeles (1903-1959); a mi juicio, una de las grandes obras de la poesía venezolana de todos los tiempos. En palabras de Rugeles, la obra “fue escrita en 1989 para un ensamble mixto de cámara que incluye flauta, oboe, mezzosoprano, arpa, sintetizador, contrabajo y una batería electrónica”, y añade que “a raíz del encargo de Espacio Anna Frank con motivo de Concierto In memoriam para conmemorar los 70 años de la liberación de Auschwitz y el fin del Holocausto, decidí realizar una versión para voz y orquesta, enriqueciendo así su contenido a través de la brillante paleta orquestal”. Sin duda lo logró, como pudo comprobarse en la brillante ejecución de la orquesta y la bella voz de la mezzosoprano Jessica Colmenares Cedeño.

Como dato curioso tenemos que el poema de Manuel Felipe Rugeles fue escrito en 1939, cuando se iniciaba la Segunda Guerra Mundial, con la invasión de Polonia por los nazis; en cierto modo, este fue un presagio de los horrores que iban a ocurrir hasta 1945. Ello se hace patente en estrofas del poema, incluidas en la obra sinfónica y cantadas por la mezzosoprano, como “¡Oh! Ciudad de la sangre, con mariposas negras y pájaros de incendio en el crepúsculo” y “¡Oh! Ciudad de la sangre, con voces rotas de clarines y banderas desgarradas”.

3) En tercer lugar se interpretó el “Kaddish”, de las “Dos melodías Hebraicas”, de Maurice Ravel, escritas en 1914. La escuchamos en versión para violín solo y cuerdas, con excelente arreglo de D. Jonstone e interpretación de Dmitri Pylenkov, violinista ruso radicado en Venezuela. Tal como el presagio de la Segunda Guerra Mundial en el poema de Manuel Felipe Rugeles, este Kaddish o “Canto a los muertos”, de Ravel, fue premonitorio de los millones de muertes que iban a ocurrir durante la Primera Guerra Mundial.

En la segunda parte del concierto tuvimos la suerte de oír el estreno de dos grandes obras de compositores venezolanos contemporáneos.

En primer lugar, Agujeros en el alma, de Ricardo Teruel, obra escrita en 2014, por encargo de Espacio Anna Frank, para orquesta y sonidos grabados. Esta pieza logra incorporar a su música de profundos sentimientos –inspirados en los horrores del Holocausto– sonidos que nos hacen recordar la tragedia: ruidos de cristales rotos, de golpes y maltratos, de miedo. Es, como dice el autor, “un homenaje a la dignidad de la víctimas y sobrevivientes y a la cultura y el pensamiento judíos, profundamente humanistas”. Llama la atención el sonido de un shofar, interpretado por un rabino desde una de las filas de la audiencia.

La mañana del domingo, pocas horas antes del inicio del concierto, tuve la oportunidad de ser entrevistado en el programa Entre Noticias, de Globovisión, junto a Ricardo Teruel. Mientras conversábamos, Teruel me comentó –aludiendo a su obra– que horrores como los del Holocausto abrían en el alma de los seres humanos agujeros que nunca se podían cerrar. Tal vez no conviene que se cierren y es preferible que permanezcan entreabiertos, para que las generaciones venideras no olviden esa historia del horror, de modo que nunca se repita.

Concluyó el concierto con la obra “In memoriam”, de la afamada compositora y profesora de música Diana Arismendi, para narrador, soprano y orquesta escrita en el 2014, con tres movimientos: “Cámara oscura”, “Sacrificio por fuego” y “Nosotros los salvados”.

El canto y las palabras de la soprano Sara Catarine, así como la narración de Luigi Sciamanna contribuyen a resaltar el efecto –según la compositora– de pesadilla, tal como en las palabras de Anna Frank: “Me estremezco al recordar el rumor sordo y lejano que marcó para nosotros el comienzo de esta destrucción”. Continúa Arismendi, en referencia al segundo movimiento como alusión al Holocausto, para lo cual cita las palabras de la poeta argentina Beatriz Iriart:Yo estuve en Auschwitz. Yo parí hijos de amargura, dolor y espanto. “Sacrificio por fuego” es, según su autora, “un canto a la maternidad, un grito de esperanza a la vida y una súplica confiada a Dios ‘Ten piedad de mí, Señor’”, palabras estas que el narrador repite en varios idiomas. El último movimiento, “Nosotros los salvados”, toma su título de un poemario de Jacqueline Goldberg, para evocar los nombres de algunos sobrevivientes del Holocausto, cuyas fotos se van mostrando en las pantallas colocadas a los lados del escenario.

Pocas veces, en los numerosos conciertos a los que he asistido, pude observar como el domingo los interminables aplausos, sentidos, verdaderos y no de seguimiento al impulso de “claques”. El concierto del domingo tuvo al público embelesado con las obras, la orquesta, el director, los solistas y el narrador. Fueron también muy largos los aplausos a la intervención del representante de la Embajada de Alemania, el Primer Secretario Moritz Jacobshagen, quien habló en lugar del Embajador J. Lindner (ausente, en esta ocasión, por estar dedicado a coordinar desde Alemania el programa de ayuda contra el ébola). El joven diplomático conmovió a la audiencia al expresar con toda objetividad, honestidad y franqueza lo que piensan los alemanes de hoy acerca de los horrores del nazismo, en particular, las segundas y terceras generaciones posteriores a 1945. 

Este concierto debería repetirse en otras salas grandes del país y, ¿por qué no?, incluso en Berlín. Fue un In memoriam que quedará para siempre en nuestro recuerdo.



Caracas, 8 de febrero de 2015
Espacio Anna Frank 

de Manuel Felipe Rugeles

1
El agua,
el aire,
el sol
y el pájaro del alba,
desde la sombra
anuncian tu presencia en la tierra.

Es tu poema.
Gracias damos a Ti porque en él dejas
la armonía y la luz de tus palabras:
el agua,
el aire,
el sol
y el pájaro en el alba.


2
Lejos, perdido, olvidado,
y sin embargo tan cerca.

Luciérnaga y pedernal
son anuncios de su estrella.
Sombra de astro
en la sombra de la tierra.
Claridad que nos inunda
el espíritu y lo quema.
Al amparo de su lumbre
arden el sueño y la pena
de los humildes; al amparo
de su estrella.

Lejos, perdido, olvidado
por todos. Solo en la esfera
de su misterio,
torre de la fortaleza.

Otros no le quieren ver,
ni hallar la flor de su huella,
ni advertir cómo su aurora
funde en oro las tinieblas.

Lejos, perdido, olvidado,
y sin embargo tan cerca.


3
En el espejo de la estrella y del agua,
en el verde de la hoja y del fruto,
en el color de la tierra y del hombre,
advertid la ecuménica divinidad de Dios.
Presentido en el ala de la brisa inalcanzable
sobre islas y llanuras desiertas,
en el canto del pájaro que desnuda el silencio de la montaña,
en la tormenta que amotina sus ráfagas de luz misteriosa
sobre la noche de las ciudades
y en el perfume de los lirios
que extienden su blancura a la orilla de los remansos,
como la cabellera de los ángeles
aún no rebelados.


4
¡Oh! ciudad de la sangre,
con mariposas negras
y pájaros de incendio en el crepúsculo.

¡Oh! ciudad de la sangre,
con hormigas rojas
que lavan su hartazgo de muertos
en los pozos de lluvia.

¡Oh! ciudad de la sangre,
con voces rotas de clarines
y banderas desgarradas.

Escuchad este grito
de alerta entre las llamas:
Él hablaba de paz
y amor en sus parábolas.
Buscad su voz
perdida entre las rutas
altas de la montaña.


5
Id a buscarla,
me dice el alma.
Id en pos del secreto que ella guarda.

Entre ayes de agónicos soldados
y gentes que blasfeman, ¿ podré hallarla ?

Sólo su voz se escucha en el silencio
de pavor en que callan las granadas.

Desde el árbol, enseña de su muerte,
Cristo por sus heridas sigue hablando.


6
El fuego
se ha encargado de secar mis lágrimas.
Venció en mí,
y ha destruido mis falsos dioses.

Purificó mi canto y mi esperanza
y la luz de mi espíritu y mi carne.

Entre cenizas
anda ahora en el recuerdo,
y sólo un lirio intacto se alza
En medio de mi mundo hacia la estrella.


7
Bien podría sentirme en todas las miradas
y saberme pequeño.

Diminuta la luz náutica
perdida en alta mar y noches ebrias de tormenta.
Imperceptible llanto de la hormiga
en el túnel de la rosa olvidada.
Gota de agua o calcinada lágrima
en la hoguera en que arden
los júbilos y canciones del mundo.

Imposible creer que en la hora más pura de las cavilaciones
no haya el soplo de un trino
o la burbuja de una llama en nuestra vida,
para clamar al Dios que nos tienda la mano
y disipe, con trompetas de ángeles no soñados,
las sombras y el dolor de la tierra.


8
¡Oh! Dios de las parábolas
tatuadas en la verde hoja desnuda,
en el dorado ovillo del gusano,
en la limpia mirada de los peces.

El más humilde canto
de la fe que renace en mis palabras
va hacia Ti como el fruto de mi angustia y mi gozo.

Hágase en mí tu voluntad
como la resina en los árboles,
el vellón en la piel de los corderos,
el rocío en la yerba de los valles.

Hágase en mí la voz
de tu grandeza eterna, iluminada,
para entonar los himnos que aún te quedan sobre la tierra.

Con la música de tus órganos celestiales
enséñame a clamar por los tristes del mundo.


9
LA INÚTIL SOLEDAD

¿ Hacia qué soledad te encaminas,
¡oh! paria, ¡oh! traficante de las desilusiones,
con tu sombra a la espalda
como en un río de violetas ?

¿ Hacia qué tierra huyes,
con tu carta de nubes
y tu único vestido de fiesta ?

¿ Para qué soñar otra soledad más lejana y más honda
que esa mustia, callada, de tu cuarto sin libros,
sin estatuas, sin pájaros ?
Soledad de naufragio
o soledad de muerte golpeándose la frente
con guijarros de olvido.

¿ Hacia qué soledad te encaminas ?
¿ Hacia qué isla verde
y en qué mar
de qué mundo
podrás vivir sin cantos, sin palabras, sin odios,
como si te enterrases en un sueño de opio?

¿En que foso de montaña o llanura,
en qué grieta de la tierra o del aire
quieres hundir tu lágrima, tu bostezo y tu miedo?

¡Oh! solitario que andas sin brújula en la mano
y al evadirte sientes un frío de metales
y un surtidor de sangre negra en la garganta.

Hazte a la metafísica de tus mejores años.
A la luz de la copa donde bebiste el zumo
de la primera estrella. A la uva y la rosa
de la edad en que el cielo te dio su abril y el trigo
puso sobre tus manos su espiga más alegre.

Vuelve. Torna al estadio del mendigo y la fiera,
del sordo y del que habla con lengua de serpiente.
Al mundo tuyo, mío y de todos. Al mundo
de la uva y la rosa, de la espiga y la estrella.

Busca el aroma estoico de lejanas edades
cuando la sangre mártir era entre las venas
un río desbocado hacia los cielos.

© Manuel Felipe Rugeles




                                                 
A la memoria de Primo Levi
27 de enero de 2006




Yo estuve en Auschwitz.
Yo parí hijos
de amargura, dolor y espanto.
Yo anduve descalza
en el fango de un campo con flores segadas
al igual que las semillas frescas
de nuestros rebaños.
Y hoy a los 61 años
de la liberación del campo:
Soy una sombra,
una mujer sin rostro.
La desolación y el hambre.
Yo...
yo estuve en Auschwitz.




© Beatriz Iriart

















Pepe Fernández: "Recuerdos de una amiga: y la malicia no murió" por Alicia Dujovne Ortiz, La Nación, 10 de octubre de 2014


Resultado de imagen para PEPE FERNANDEZ FOTOGRAFO ARGENTINO EN PARIS

Siempre afable y risueño, en la Ciudad Luz Pepe Fernández cambió el piano por la cámara fotográfica para hacer de su vida un permanente desfile de retratos




"Aquí está todo, bien guardadito -me dijo martilleando con el dedo sobre unas grandes carpetas- Todas mis fotos, desde el principio hasta hoy." Otro habría dicho "la obra de mi vida", pero Pepe era incapaz de llenarse la boca con la palabra "obra" y quizás -en ese instante que a los dos nos sonaba a un adiós para siempre, disimulado, por cortesía, detrás de las risas- con la palabra "vida".
Imposible imaginarlo con cara de circunstancias, aunque éstas lo habrían justificado. Tras haber vivido tan rodeado y haber fotografiado tantas caras famosas, al punto de que todo él se había convertido por dentro en una galería de retratos, Pepe Fernández pasaba ahora sus últimos años en un departamentito de Saint-Germain des Près, uno de esos inventos parisienses compuestos por varias chambres de bonne [cuartos de servicio] pegadas entre sí, solo. Quinto piso sin ascensor, en el barrio más hermoso del mundo, un verdadero sueño del pibe a condición de serlo, no de tener los años de Pepe, un corazón operado y unos amigos a los que también, para ese entonces, subir a verlo se les hacía muy cuesta arriba.
Riendo, por no perder la costumbre, Pepe me mostró la especie de ropero con puertas corredizas que escondía la ducha. Cuando, días después, me enteré de que el portero del edificio había comprendido que algo allá arriba no andaba bien, porque un hilo de agua bajaba por las escaleras, lo pude imaginar muriéndose acurrucado en el recinto estrecho. ¿Habrá recordado, en un chispazo, otra muerte solitaria que lo tocaba de cerca: la del poeta Rodolfo Wilcock, desaparecido años atrás en su casona de campo, en Italia, donde tampoco a él lo visitaba nadie? Wilcock, que para el Pepe adolescente significó, aquella noche de los años cincuenta, a la salida del Colón, el comienzo de todo.
Pepe había ido a escuchar el concierto junto a su hermana. Lo comentaban con una petulancia que el poeta de veintiocho años encontró deliciosa. Él era fino, cultísimo, y Pepe, de acuerdo con sus propias palabras, "un brutito en todo salvo en música (en ese entonces pensaba dedicarme al piano)". Pero un brutito desopilante que, gracias a su descubridor, se convirtió en el gran amigo de Silvina Ocampo y en el fiel comensal de aquellas comidas que ella presidía, y en las que siempre estaban Bioy Casares, Borges, el otro Pepe (Bianco) y Wilcock. Es de imaginarlo al pibe del barrio de Flores, jugando en el patio de los grandes y adoptado con entusiasmo por una Silvina que se aburría ostensiblemente y que, mientras Borges y Bioy desgranaban sus chistes sonsos ("¿y si el pasto fuera rosa?", ja, ja, "¿y si las nubes fueran verdes?", ja, ja), se inclinaba hacia su protegido y, acercándole a la oreja su gran boca de comisuras amargas, le susurraba con voz de bajo profundo: "¿A vos te divierte Borges?"



 
Astor Piazzolla, a orillas del Sena, un paisaje tan melancólico como su música, en 1980. Foto: Pepe Fernández

Desde ese momento la existencia de Pepe se volvió un desfile. Contaba con amigos maravillosos que iban a verlo a su departamento de Ramón L. Falcón 2172 (tengo motivos para conocer la dirección exacta) y después, a Ramos Mejía. El sentido del humor a sus padres tampoco les faltaba. La primera vez que Wilcock fue invitado a comer, olió la cacerola y dijo: "No me gusta". "En la esquina hay un restaurant -le contestó la madre-. Vaya y vuelva para el café."
En Ramos Mejía, el pequeño pianista conoció a una chica de melenita de oro. Se llamaba María Elena Walsh. Bajo la magnolia del jardín de los Fernández se juntaban Héctor Bianciotti, Ernesto Schoo, Alberto Greco, Sara Reboul, Roberto Sualés, Bernardo Verbitsky. Para ellos, reírse era un imperativo y a la vez una trampa: prohibida la expresión de los sentimientos, bienvenidas las carcajadas que creaban lazos secretos, de tribu, de secta.
El grupo, que también se reunía en La Sombra (un pedazo de campo abierto donde Wilcock plantaba papas y lentejas, con una miserable casilla de techo de zinc y un vecino austríaco y quizás nazi que vivía en una cueva cavada en tierra), se desbandó con la llegada del peronismo. En 1951, la partida de Wilcock fue el puntapié inicial. En lo sucesivo asistirían a una sucesión de adioses en el Puerto que pretendían no ser desgarradores. Tres años más tarde, Wilcock se fue de verdad, junto a Nene Pugliese, a Elsa Secreto, a Alfredo Novelli. Siempre la tribu, risueña y solidaria, ¿imaginaría su futuro aislamiento en la campiña italiana, exclusivamente acompañado por un gato parlante (bilingüe, se comprende, dado que a partir de cierto momento la producción poética de su amo se desarrolló en dos idiomas, italiano y español)?
Ese día de 1954, en el muelle, Silvina temblaba como nunca. Arrebujada en sus famosas pieles de tigre, bastante ajadas, y con los anteojos negros para tapar el brillo de los ojos, le dijo: "A Wilcock lo vas a tener que reemplazar vos". Dicho y hecho, a partir de entonces lo llamó a cualquier hora: "Vení enseguida". Pepe se precipitaba a la estación, llegaba sin aliento, y ella: "¡Es que no te veo desde ayer!". Fue en el Colón, sitio en el que a Pepe acostumbraban cambiarle el rumbo, donde Bioy Casares le entregó un sobre de parte de Silvina: "Para que te compres el pasaje. Nos vamos a Europa".
Se embarcó ese mismo año. En París lo esperaban María Elena con Leda Valladares y también Cortázar, Lalo Schiffrin. A Wilcock viajó a verlo a un pueblito del condado de Kent (el poeta prefería siempre la Sombra, no las luces de la ciudad). Luego volvió a París con el pintor Carlos Courau, probó fortuna en Niza y conoció la experiencia que relata Héctor Bianciotti en su autobiografía, dormir en la calle y comer salteado. Pero tras un regreso a Buenos Aires, en 1963 emigró para siempre. Ya en Buenos Aires, María Elena sintió ese viaje sin regreso como un abandono y escribió la "Zamba para Pepe" donde le dice: "Hace muchos años que te fuiste/ y sin una lágrima te despedí/ [?]. Cuando un amigo se va,/ nadie nos devolverá/ todo el corazón que le prestamos/ tanta compartida soledad".



 
Una carta de María Elena Walsh, datada en 1966, a su amigo de siempre. Foto: Pepe Fernández

En París, Pepe "cambió el sol por la neblina", como también le canta María Elena, y el piano por la fotografía. Pepe fotografiaba con una picardía impertinente que revelaba en sus modelos aspectos impensados. El "instante decisivo" del que hablaba Cartier-Bresson lo iluminó más que nunca cuando fotografió a Borges parado en el vestíbulo de L'Hôtel, sobre unos mosaicos en forma de sol. "Quédese ahí", le pidió, y se subió a una escalera de caracol para tomarlo desde arriba. Esa foto de Borges mirando hacia lo alto, de pie sobre los rayos geométricos, ha dado la vuelta al mundo y fue la elegida por la colección La Pléiade de la editorial Gallimard al publicar sus obras completas.
Pepe, que en realidad se llamaba José María, cosa que siempre ocultó, se dio a conocer en la Argentina a través de una exposición en la Fotogalería del Teatro San Martín organizada por Sara Facio. Fue él quien presentó a Susana Rinaldi y a Bruno Quoquatrix, del Olympia de París. Sus desnudos, sus fotos de Piazzolla, de Jairo, de Monzón, también han dado varias veces la vuelta al mundo.
Cuando en 1991 volvió a Buenos Aires, de paso, quiso ver a Silvina pero Bioy Casares no lo dejó. Ella no estaba bien. Pepe se alojó en casa de Guillermo Vilas y desde sus ventanas se quedaba mirando las de Silvina, justo enfrente. Qué condena más rara, saberla ahí, sola como se está siempre ante la muerte, y no poder hablarle, recordar junto a ella los chistes de su marido y los de Borges, que a ella la hacían bostezar, y despedirse, esta vez sin retorno.
Después, el corazón de Pepe empezó a flaquear. Cuando subí los cinco pisos rumbo a su departamentito chorizo, me dijo lo que tantos argentinos perdidos por el mundo vivimos repitiendo: "Anoche escuché el tango Volver'. Me gustaría pero ¿adónde? ¿Tengo un lugar?". A modo de respuesta le canturreé la zamba de su amiga, aquella de la melenita de oro:

Como el argentino de los tangos
te quedaste solo en París
Hace muchos años que te quiero
y hace muchos más que te olvidas de mí
Te veré una noche por Corrientes
esquina Rivoli.
Todo cambia desde que te fuiste,
ya los argentinos no somos así.
Estamos mirándonos por dentro
y olvidándonos de París.
Quedan pocos de los que decían
que en este país no se puede vivir.

Una declaración de cariño que incluye una certera patadita muy de las suyas, comenté. Pepe estalló en una de esas carcajadas que desde los tiempos de la tribu le servían de máscara y, en ese momento lo entendí, también de país. Cuando a Gardel, exasperados por la incertidumbre que él mismo propiciaba, le preguntaron de dónde era, si de Toulouse o de Tacuarembó, contestó con sobriedad: "Mi patria es el tango". La de Pepe Fernández era la risa. Pero debe de ser difícil reírse solo cuando se ha vivido de manera constante junto a los otros, descubriendo sus rostros y lo que éstos ocultaban; difícil resumir el catálogo, la enumeración de nombres que fue su vida, a uno solo, el suyo.



 
Una imagen de la poeta y cantautora en la Place Saint-Sulpice (1974). Foto: Pepe Fernández


¿Por qué digo que tengo motivos para conocer su dirección exacta, en el barrio de Flores? En 1978, cuando llegué a París, me apresuré a llamarlo por teléfono. Jamás lo había visto, o eso creía, pero Pepe representaba para los argentinos un papel de embajador. Imposible instalarse en esta ciudad sin apelar al inspirador de la famosa zamba. De haber existido Manuelita, la tortuga, a ella también la habría llamado. Su respuesta me dejó muda:
-¡Alicia! -exclamó- ¡No te imaginás la importancia que has tenido en mi vida!
Al observar mi silencio, Pepe agregó:
-A ver, cerrá los ojos y tratá de recordar quién fue tu primer profesor de piano.
Obedecí, cerré los ojos y volvió a mi memoria un corredor oscuro, largo. Al final se abría una puerta en cuyo vano se erguía un joven de elevada estatura. Yo vivía en el departamento B, tenía seis años y caminaba por el corredor hacia el departamento del fondo, para ir a recibir mi primera lección de piano.
-¿Ese muchacho alto eras vos? -me sorprendí, mientras Pepe se reía encantado, ante todo para festejar que el recuerdo no se hubiera perdido, y también porque aquel petisito de quince años, que a mí me parecía enorme, no había crecido mucho desde entonces.
-Yo con vos me moría de miedo -confesó-. Fuiste mi primera alumnita.
Un periodista argentino, Jorge Forbes, se contó entre los pocos que se animaron con los cinco pisos de Saint-Germain para subir a verlo. Pero Pepe, esa vez, me había asegurado, mientras martilleaba con el dedo sus carpetas llenas de fotos: "Esto no se pierde, hay amigos que lo saben y que harán algo".

Años más tarde la predicción se cumple. La exposición de las obras de Pepe Fernández en Buenos Aires demuestra que el título de la nota que publiqué a su muerte, "Una malicia que no debe morir" (nota de la que transcribo en ésta bastantes párrafos, ¿acaso entre tanto he vuelto a tener noticias suyas como no sea en sueños?), osciló entre la premonición y el estímulo. No, esa malicia no debía morir, y no lo ha hecho, por suerte para todos. Conmueve, alivia y reconforta comprobar que las obras sobreviven a un episodio tan fútil como caerse muerto.



Periodista y escritora
La Nación, 10 de octubre de 2014

Fuente: La Nación