Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).
Armando Reverón en el documental de Margot Benacerraf (Venezuela, 1952).
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos
Alejandra Pizarnik
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Por qué Panagulis fue asesinado / Perché Panagulis è stato ucciso / Oriana Fallaci, L´Europeo, 1976 (primera parte, español e italiano)
En lugar de enviarle flores, mandé imprimir 5000 folletos para el
día de su funeral. Los mandé imprimir con la fotografía que a mí me gusta más,
y con una de sus poesías que me resultan más queridas, y con una frase que se
me ocurrió espontáneamente cuando supe que lo habían matado pero que ahora
repiten todos como un eslogan. La fotografía es la que le sacaron el día que
fue elegido diputado y en la que sonríe, la sonrisa de un niño feliz, y levanta
el puño en señal de victoria. La poesía es la que dice:
"No llores por mí
Que sepas que muero
No puedes ayudarme
Pero mira esa flor
La que se marchita,
te digo:
Riégala"
La frase que ahora todos repiten como un eslogan es ésta:
«En 1968 Alessandro Panagulis fue condenado a muerte porque
buscaba la libertad. En 1976 Alessandro Panagulis murió porque buscaba la
verdad y la había encontrado».
Tú sabes de qué verdad estoy hablando. En Grecia él la
encontró sobre todo a raíz del Esa y
de las responsabilidades en la invasión de Chipre. Me lo contó enseguida, con los
ojos que le reían de alegría juvenil. En Roma, creo. «Mucho mejor que el
informe Pike, mucho mejor que el informe Church», me dijo. Eran documentos
autógrafos, firmados por los mismos responsables. «¿Pero cómo los usarás?». Respondió:
«Publicaré una revista semanal. El primer número tendrá en portada la carta
autógrafa del personaje más comprometido. Con el segundo número me detendrán,
quizás. Pero ya habré dado a conocer lo esencial». Durante un mes no hablamos
de otra cosa. Se dio cuenta bien pronto de que nunca habría encontrado ese
dinero, o no lo suficientemente rápido, y así se decidió a entregar algunos
documentos a Ta Nea, un diario de Atenas.
Eran los documentos menos impactantes, los “hors d’uvre” . Pero
igualmente suscitaron un infierno, y en la sexta entrega Averoff intervino: la
magistratura prohibió continuar con las publicaciones. Averoff: el ministro de
Defensa. Su enemigo. Alekos (Panagulis, ndr) se encontraba en Italia mientras
la publicación se llevaba a cabo. Al llegar me había dicho que había venido
para escribir un libro. Pero enseguida me di cuenta de que la razón era otra,
que necesitaba estar algunas semanas lejos de Grecia donde se sentía en
peligro. No le pedí confirmación porque sabía que no le gustaba hacerme
partícipe de ciertas preocupaciones y angustiarme. Vivía en mi casa, por
supuesto. Y siempre estaba tan inquieto. Tenía que regresar a Grecia a los
30 días. El día 30 dijo: "Puedo posponer 24 horas la
salida". El día 31 dijo: "En el fondo también puedo posponerla
48". El día 32 dijo: "Podría posponerla también una
semana". Y entonces fue cuando estuve segura de que en Grecia estaba
realmente arriesgando la vida. Pero no le rogué que se quedara en Italia. Era
una de esas criaturas a las que hay que dejar morir si han decidido
morir. Porque, si lo han decidido, quiere decir que eso es lo justo.
Una dura lección que había aprendido cuando estaba en el exilio
en Italia, en 1973 y en 1974, y luchaba contra los coroneles. De vez en
cuando desaparecía. Se iba a Grecia, gracias a un pasaporte falso. Bajaba
al aeropuerto de Atenas, con ese bigote y esa pipa que lo hacían reconocible
entre miles, y con gran orgullo pasaba entre los chalecos de la policía, bajo
las miradas de aquéllos que querían matarlo. Cuando le acompañaba al aeropuerto,
nunca me preguntaba si alguna vez regresaría. Me limitaba a esperar que
regresase. Siempre regresaba, riendo. No, en algunas ocasiones
también llorando. Como la vez que se encontró todas las puertas
cerradas. Los amigos que ahora se definen como tales y lloran lágrimas de
cocodrilo sacando provecho de su muerte (como ese Papandreu que él no
respetaba) no le abrían diciendo: "Tengo familia". Regresó también
de España, a donde había ido con otro pasaporte falso para ayudar a la
resistencia contra Franco. Regresaba siempre. Y esta vez no ha
regresado. Teníamos que vernos en Roma el mismo día que tendrá lugar su
funeral.
1976
Número 20
Traducción
Perché Panagulis è stato ucciso / Oriana Fallaci, 1976
Invece di mandargli i fiori, ho fatto stampare
5mila manifesti per il giorno del suo funerale. Li ho fatti stampare con la
fotografia che a me piace di più, e con una delle sue poesie che a me sono più
care, e con una frase che mi venne spontanea quando seppi che lo avevano
ammazzato ma ora la ripetono tutti come uno slogan. La fotografia è quella che
gli scattarono il giorno in cui fu eletto deputato, e sorride il sorriso di un bambino
felice, e alza il pugno in segno di vittoria.
La poesia è quella che dice: «Non piangere per me / Sappi che muoio / Non puoi aiutarmi / Ma guarda quel fiore / quello che appassisce ti dico / Annaffialo» . La frase che ora tutti ripetono come uno slogan è questa: «Nel 1968 Alessandro Panagulis fu condannato a morte perché cercava la libertà. Nel 1976 Alessandro Panagulis è morto perché cercava la verità e l’aveva trovata». Tu sai di quale verità sto parlando.
In Grecia lui la trovò soprattutto a proposito dell’Esa e delle responsabilità sulla invasione di Cipro. Me ne parlò subito, con gli occhi che gli ridevano di gioia fanciullesca. A Roma, mi pare. «Altro che rapporto Pike, altro che rapporto Church», mi disse. Erano documenti autografi, firmati dagli stessi responsabili. «Ma come li userai?». Rispose: «Pubblicherò un settimanale. Il primo numero avrà in copertina la lettera autografa del personaggio più compromesso. Al secondo numero mi fermeranno, forse. Ma ormai avrò fatto sapere l’essenziale». Per un mese non discutemmo d’altro. Si accorse ben presto che non avrebbe mai trovato quei soldi, o non abbastanza in tempo, e così si decise a dare alcuni documenti a Ta Nea, un quotidiano di Atene.
Erano i documenti meno sensazionali, gli hors d’uvre. Suscitarono lo stesso un inferno, e alla sesta puntata Averoff intervenne: la magistratura proibì di continuare le pubblicazioni. Averoff: il ministro della Difesa. Il suo nemico. Mentre la pubblicazione avveniva, Alekos (Panagulis, ndr) era in Italia. Arrivando mi aveva detto d’esser venuto per scrivere un libro. Ma io avevo capito subito che la ragione era un’altra, che aveva bisogno di stare qualche settimana lontano dalla Grecia dove si sentiva in pericolo. Non gliene chiesi conferma perché sapevo che non gli piaceva farmi partecipe di certe preoccupazioni e angosciarmi. Abitava a casa mia, naturalmente. Ed era sempre così inquieto. Doveva tornare in Grecia dopo 30 giorni. Al trentesimo giorno disse: «Posso rimandare la partenza di 24 ore». Al trentunesimo giorno disse: «In fondo posso rimandarla anche di 48». Al trentaduesimo giorno disse: «Potrei rimandarla anche d’una settimana». E allora fui certa che in Grecia stava rischiando davvero la vita. Ma non lo pregai di restare in Italia. Era una di quelle creature che bisogna lasciar morire se hanno deciso di morire. Perché, se l’hanno deciso, vuol dire che è giusto così.
Una dura lezione che avevo imparato quand’era in esilio in Italia, nel 1973 e nel 1974, e lottava contro i colonnelli. Ogni tanto spariva. Andava in Grecia, grazie a un passaporto falso. Scendeva all’aeroporto di Atene, con quei baffi e con quella pipa che lo facevano riconoscere tra mille, e fieramente passava tra le maglie della polizia, sotto gli sguardi di coloro che volevano ammazzarlo. Quando lo accompagnavo all’aeroporto, non mi chiedevo mai se sarebbe tornato. Mi limitavo a sperare che tornasse. Tornava sempre, ridendo. No, in certi casi anche piangendo. Come la volta in cui aveva trovato tutte le porte chiuse. Gli amici che ora si definiscono tali e piangono lacrime di coccodrillo sfruttando la sua morte (come quel Papandreu che egli non rispettava) non gli aprivano dicendo: «Ho famiglia». Tornò anche dalla Spagna, dov’era andato con un altro passaporto falso per aiutare la resistenza contro Franco. Tornava sempre. E questa volta non è tornato. Dovevamo vederci a Roma lo stesso giorno in cui avverranno i suoi funerali.
1976
Número 20
Eve Ensler: La mujer que hizo hablar a las vaginas pelea contra la violencia / Emine Saner, The Guardian - Clarín, enero 2012
Eve Ensler, autora de Monólogos de la vagina, interpretada entre otras actrices por Meryl Streep, Glenn Close, Susan Sarandon, Whoopi Goldberg, Calista Flockhart, Jane Fonda,
Oprah Winfrey, Teri Hatcher, Brooke Shields,
está organizando una campaña mundial para
convocar
a un billón de mujeres a hacer una huelga en 2013
para detener la violencia contra mujer y niñas
a través de su fundación V-DAY.
Abusada de niña, hoy dice que sin los hombres
como aliados no se acaba la violencia de género.
Eva Ensler, en el centro, con Glenn Close, Jane Fonda, Brooke Shields
"La violación se ha convertido en el arma
moderna de la guerra."
¿Quién hubiera vaticinado el efecto que tendría un grupo de mujeres hablando sobre vaginas? Quince años atrás, Eve Ensler, que por entonces era una dramaturga de Nueva York moderadamente exitosa, dio a conocer la obra que había estado escribiendo durante dos años, Mónologos de la vagina. A partir de las entrevistas que había hecho con más de 200 mujeres, los monólogos resultantes -interpretados a lo largo de los años por actrices como Meryl Streep, Susan Sarandon y Oprah Winfrey- hablaban sobre las experiencias femeninas, la sexualidad, el abuso, el amor, los alumbramientos.
Pero Ensler no se detuvo allí. Alentada por el éxito de la obra -y por las historias que las mujeres le contaban después de las representaciones- creó dos años después el movimiento Día-V. Su objetivo es terminar con la violencia contra la mujer. Hoy se organizan en todo el mundo representaciones de la obra para recolectar fondos y el movimiento ya recaudó 85 millones de dólares que son usados para financiar proyectos para la mujer, incluído un ambicioso centro en Congo, que es oficialmente el peor lugar para ser mujer, de modo de apoyar a las mujeres que fueron violadas. ¿Podría haber anticipado Ensler su gran duración e influencia? “Todo fue un maravilloso misterio para mí” confiesa con una risa.
Nos reunimos en el atestado bar del hotel en Londres en donde se hospeda Ensler. Quienes la conocen siempre comentan el poderoso carisma de esta mujer. “Uno no se conecta así como así con Eve” dijo alguna vez Glenn Close, que interpretó esta pieza. “Uno se convierte en parte de su cruzada” agregó Close. De todos modos, Ensler es menos ostentosa y escandalosa de lo que ello supone.
Durante años lució una brillante melena oscura, muy particular, que la hacía parecer mitad pícara figura de libro de historieta, mitad guerrera con casco protector, pero la perdió después de someterse a sesiones de quimioterapia el año pasado, luego que le diagnosticaron cáncer de útero. Hoy lleva el cabello cortito. Terminamos sentándonos en sillas de un tamaño extrañamente gigante, lo que significa que ninguna de nosotras puede tocar el piso.
Hay algo bastante infantil sobre Ensler, de 58 años. A pesar de los relatos de horror que ha absorbido por las historias de vida de otras mujeres -así como las propias-, da la impresión de no ser cínica en absoluto. Está tan enojada con la injusticia como siempre, pero no está abatida.
Si Monólogos de la vagina comienza a parecer un poco trillado en el Reino Unido, es porque resulta sencillo olvidarse del impacto que tiene en otros lugares. “Esta semana se sumó Qatar y habrá mujeres allí que se van a subir al escenario para hacerlo y que van a arriesgar sus vidas con ello” explica Ensler. “Lo he visto una y otra vez, ese deseo de romper con tabúes, de contar secretos y de terminar con silencios -me parece algo muy poderoso y motivo de inspiración-”.
La obra más reciente de Ensler, I am an emotional creature, se basó en historias de adolescentes. Cuando se estrenó hace dos años, lanzó V-Girls de manera concreta para comprometer a las chicas y a las mujeres jóvenes. “Ignoran qué quiere decir la palabra feminismo pero sus deseos son feministas. Quieren ser libres, estar a salvo, tener oportunidades y ejercer papeles de liderazgo. El truco consiste en descubrir el lenguaje que hablan las chicas y apoyarlo en lugar de decir “esta es una ideología que existe desde hace años y que todos necesitan apoyar”. Yo soy feminista. Crecí con el feminismo, pero también pienso que necesitamos sacudir las cosas para impulsarlas más y en otras direcciones”.
Otra de las cosas que Ensler notó con I am an emotional creature es lo dispuestos que están los hombres a comprometerse. Se lo mencionó a un amigo varón que le dijo: “los hombres tienen hijas y sienten que se pueden comprometer de forma activa porque les parece que pueden hacer algo para cambiar el destino de las vidas de sus hijas”. Hoy existe también un movimiento V-Men, que es “un cuadro de hombres en todo el mundo que están dando un paso al frente y diciendo “poner fin a la violencia contra las mujeres y las chicas significa algo para mí," todo esto es realmente emocionante. A menos que los hombres se conviertan en aliados activos, nunca podremos poner fin a la violencia contra las mujeres y las chicas. La mayor parte de la violencia contra las mujeres es ejercida por hombres -no somos nosotras las que violamos- así que a menos que los hombres se comprometan en esta lucha y la conviertan en una preocupación primordial no veo de qué otra forma vamos a terminar con esto”.
"Cuando una es violada es forzada a sentirse culpable"
Foto: Brigitte Lacombe
Este enfoque no le va a granjear el cariño de las feministas radicales pero Ensler ya dividió a las feministas. Germaine Greer, que apareció en una producción británica de Monólogos de la vagina, la calificó como “una pieza de exageración norteamericana bufonesca muy promocionada y fundamentalmente poco gratificante”. Camille Paglia atacó por su parte a Ensler. Escribió en una nota que Ensler representaba a “una rama del feminismo dolorosamente anticuada” y la describió en otra como “una cultista y charlatana delirante”. Sobre Greer, Ensler sonríe y admite haberse sentido triste si bien admite que tiene derecho a sentir lo que siente. “Hay muchas cosas que ella hizo que yo respeto realmente. Cuanto más vieja se pone una, más toma consciencia de que todo el mundo tiene cierta forma de ver las cosas y que las tiene que honrar”.
Ensler creció en un suburbio adinerado de Nueva York. Su padre era un ejecutivo de una empresa de alimentos. Su madre no trabajaba, se quedaba en la casa. En su libro de 2007, Insecure al last, escrito como respuesta en parte a la obsesión de Estados Unidos con la “seguridad” después del 11-S, pero también como unas memorias, Ensler mostró que ese ideal es una ilusión. La realidad era que su padre abusaba física y sexualmente de ella.
“No podía imaginar la vida más allá de los 30 y llegué casi a asegurarme de no llegar a esa edad” escribió. Cuando tenía veinte y pico era adicta a las drogas y al alcohol, pero dejó todo cuando conoció y se casó con su marido y adoptó a su hijo adolescente. En los años siguientes trabajó como activista en beneficio de las mujeres sin hogar y en las filas del movimiento anti nuclear además de escribir obras que tuvieron algo de éxito en Nueva York. Luego vino Monólogos de la vagina. Que le trajo premios, dinero, fama y simpatizantes famosos -y, lo más importante, según admite, acceso al poder y a una plataforma-.
A principios de 2011, Ensler inauguró La ciudad de la alegría, un centro en el Congo que rehabilita a sobrevivientes de una violación. Las historias provenientes de las mujeres de este pequeño país centroafricano son inimaginables -mujeres atadas a árboles y violadas por varios durante semanas, mujeres violadas con palos, botellas y hasta armas, mujeres cuyos hijos y padres fueron obligados a violarlas a punta de pistola-. Ese centro es refugio ahora de 40 mujeres que tendrán apoyo psicológico, clases de inglés, podrán aprender a leer y a escribir, a manejar una computadora, a convertirse en hábiles comunicadoras y en líderes eficientes. “Es el lugar más alegre en el que estuve en toda mi vida” admite Ensler. “En medio de las peores circunstancias, esta ciudad crece y realmente creo que estas mujeres van a ser el futuro del Congo. El Congo fue un punto de inflexión en mi vida. He estado en muchos lugares en donde las mujeres sufrían, pero el Congo fue algo realmente terrible”. ¿Por la crudeza de la violencia? Ensler asiente. “Pensar que en este siglo alguna mujer puede ser tratada de esa forma con el conocimiento del mundo parecía simplemente insoportable”.
Cuenta que fueron las mujeres congoleñas las que la metieron en todo esto cuando se le diagnosticó cancer de utero el año pasado. “Estábamos construyendo y abriendo La ciudad de la alegría y mi parte del acuerdo era encontrar los fondos, así que tenía que vivir para poder hacerlo. En ese sentido, ellas realmente me salvaron la vida porque tenía que levantarme todos los días y seguir avanzando hacia adelante”. Las afirmaciones de que una enfermedad terminal puede llegar a transformar una vida pueden parecer trilladas muchas veces, pero Ensler, que asegura que su pronóstico es bueno, suena convincente. “Fue la peor experiencia que se convirtió en una realmente maravillosa” dice. “Hay mucha energía que me viene de todo esto y realmente no lo entiendo. También amo estar viva, es fantástico -en especial, cuando uno llegó a perder la vida, casi-. Fue algo tan crucial y tan catastrófico que me cambió y me hizo deshacerme finalmente de mucho a lo que me aferraba”.
Su propia experiencia con el abuso, dice, “está profundamente conectada con lo que me motiva. Antes me sentí atrapada por la ira y el drama y con probarme a mí misma y encontrar mi salida de esa posición de víctima, pero eso pasó y no es lo que me moviliza ya. Cuando una es violada es forzada a sentirse culpable porque por lo general uno absorbe -literalmente- al agresor de una y esto se convierte en la maldad propia. A mí me llevó años exorcisar este mal”. Pocos instantes después, dice en voz más baja: “me dí cuenta de que si seguía viviendo pensando que yo era una persona terrible y tenía que probar que no lo era, me iba a morir”.
Ensler tiene grandes planes. Para el 15° aniversario de Día-V, en 2013, quiere conseguir mil millones de mujeres -la cifra tiene su orígen en el cálculo de Naciones Unidas de que una de cada tres mujeres serán violadas o atacadas durante su tiempo de vida- para que se junten “y dejen sus trabajos o se alejen de toda situación en la que hayan sido violadas o que simplemente caminen porque fueron violadas y se sumen a quien sea. Si las mujeres pudieran ver las cifras y ver cuántas mujeres pasaron por esta experienca....”. Ella lo define como “una huelga general a la vida”. “Si las mujeres paran, todo el mundo va a parar -¿quién se ocuparía en ese caso de los pacientes, quién daría clases, manejaría las empresas, levantaría cosas en los campos y cargaría chicos en la falda?-”.
¿Se perdió Ensler algo como resultado de la vida que llevó? Piensa a veces en cómo hubiera sido su vida amorosa “si no hubiera sido catalogada como una feminista radical que inspira miedo. Pero después me contesto que así sea, que tuve una gran vida amorosa”. Después que su matrimonio terminó, mantuvo una larga relación con Ariel Orr Jordan, un artista y psicoterapeuta, pero hoy está soltera y esto parece ajustarse a su personalidad y a su estilo de vida nómada -tiene casas en Nueva York y París, pero pasa buena parte del año viajando-.
No oculta sus predicciones sobre a donde podrían conducir la violencia y el abuso a las mujeres y lo compara con los efectos del calentamiento global. “La violación” dice Ensler “se ha convertido en el arma moderna de la guerra. Cuando uno destruye una población, una vez que hay femicidio, se ve el fin de la humanidad porque no veo cómo hace uno para sostener el futuro sin mujeres vitales. Vemos prácticas tan horrorosas en el planeta que no las podemos imaginar siquiera”.
Y aún así suena muy animada cuando dice que se está gestando una “primavera de las mujeres. En mis días buenos, y tengo muchos, veo que esto es lo que se viene realmente” asegura con una sonrisa de soslayo. “Fueron realmente las mujeres egipcias las que lideraron el levantamiento. Vemos en todo el planeta todo tipo de activistas mujeres. Pienso en Agnes (Pareyio, directora de V-Day Kenia, que abrió dos casas de refugio para chicas que escapan de la mutilación genital femenina). Ella fue exiliada en su comunidad y ahora se postula para el Parlamento y tiene muy buenas chances de ganar. Miren a Dominique Strauss Kahan -es una situación terrible pero diez años atrás esto no hubiera sido tapa, no hubiera sido bajado de un avión-. Este tema es importante. Marca un cambio palpable. No hemos puesto fin a la violencia, pero hemos construído los mecanismos para comenzar a combatirla. El próximo paso es ponerle fin, lograrlo. Observo también a las mujeres de Libia, que organizan ahora la forma para llegar al poder. O miro a las mujeres de Liberia, que eligieron una presidenta”. Comienza ahora a juntar sus cosas. “Hay señales dondequiera que uno mire”.
Nos ponemos de pie. Cuando me acerco para darle la mano, Ensler me abraza. “En la tierra V nos abrazamos” me dice. Me toma de sorpresa, pero después me parece algo muy propio de ella -cálida, divertida, transgresora- y cuando me veo obligada, por cortesía, a colocar mis brazos alrededor de esta menuda mujer, me sorprendo por lo fuerte que parece.
Revista Ñ
Clarín
11 enero 2012
Clarín
11 enero 2012
Traducción: Silvia S. Simonetti

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A la memoria de Ana Iriart, mi mamá
(25/1/1925-16/8/2008).
Reina niña.
Reina madre.
Amarna ya no existe
pero el perfume perdura.
Nefertiti
reverencio
la inmortalidad
de tu Dios inexistente
de tu paso de papiros y miel
de tu memoria presente.
Reina niña.
Reina madre.
Amarna ya no existe
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Nefertiti
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Utopías de la vereda opuesta
A la memoria de Julio Cortázar
Brevemente el recuerdo
rebozó la mirada lejana
desde el asiento
del metro
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Con cronopios, famas
y alguna que otra ESPERANZA.
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Ansias
A los sobrevivientes del Holocausto
Te he soñado tanto
en estos días
de potaje y pan.
Te he soñado tanto
con la escarcha y la hambruna
con las cadenas lacerando los tobillos
con el terror
instalado en la barraca.
Te he soñado tanto
LIBERTAD.
Fotografía: Giovanni Gilli
Caer con Cautela
A la memoria de Sylvia Plath
Suman mas mis muertos
Suman mas mis muertos
que las horas concedidas
a Diana Cazadora
para aniquilar la vida
Canción
Cantaré
Por el presente sigiloso
cruel y devastador.
Cantaré
disipando sombras
y sembrando claridad.
Dragón-Mujer
A la memoria de Alejandra Pizarnik
El misticismo
se tornó desprovisto.
Alejandra
corre
teme
despertar
incomparecencias.
©Beatriz Iriart
El Escultor
A la memoria de Anna Frank
Poseer una cuchara-cuchillo
es convertirse en ávido escultor.
Hay que ubicar
un pedazo de latón y que aflore
para no desperdiciar
ni una gota del potaje.
Y con el cuchillo
cortamos el pan
para canjearlo
por otras cosas
más útiles.
Sí, poseer una cuchara-cuchillo
en estos días.
Es todo un arte.
El Vergel
A la memoria de Raúl Zeleniuk
En el vergel
han florecido siete
de tus "incipientes damas de noche"
siete fueron tus gritos
siete son los recuerdos
siete tus muertes
y tus "incipientes damas de noche"
traen siete vidas
cuando desaparece el sol
y yo
aguardo.
©Beatriz iriart
Poema y fotografía
Imperfecciones aberrantes
A Viviana, mi hermana.
En la CIUDAD y el PAÍS
que te expulsaron
está impreso
manido
trasnochado
TILOS, NARANJOS,
trazado masónico
un obispado que omite respuestas
habitantes pseudo-ciegos, necios.
Y tal cúmulo se “altera”
al oír tu “acento extranjero”.
El mismo que ellos forjaron
cuando mutilaron
adolescencia
definiciones
análisis
rumbos…
El mismo que con cada lesión
elegía
remembranza
fue adueñándose de vos…
durante tres décadas…
EN EL EXILIO.
Fotografía: Giovanni Gilli
Ingreso
A la memoria de Robert, Nina,Annamaria y Luce Einsten
Los gestos de la muerte
no se parecen.
Los remusgos los esparcen por cuantiosos bosques
y Dríade lo transmite por milenios..
Hoy
sesgaron incontables árboles …
Extraviamos registros.
Los gestos de la muerte
no se parecen.
La sangre no se regenera, el pulso disminuye…
Hoy
EL UNIVERSO
entró en el olvido.
©Beatriz Iriart
Números
A la memoria de Itsjok Katzenelson
No preguntes, no esperes respuesta
ante las "bestias" somos una cosa
una carga
que odian y justifican.
La barraca está gélida
como el invierno allí afuera.
Sólo el recuerdo del terruño
es cálido y es bueno para dormitar
con ese sabor añejo.
No hay salida
en estos campos.
Pero podés esperar
una "selección"
metamorfosearte en pájaro
o sencillamente aguardar
un disparo
de "ocasión"
Yo estuve…
A la memoria de Primo Levi
27 de enero 2006.
Yo estuve en Auschwitz.
A la memoria de Primo Levi
27 de enero 2006.
Yo estuve en Auschwitz.
Yo parí hijos
de amargura, dolor y espanto.
Yo anduve descalza
en el fango de un campo con flores segadas
al igual que las semillas frescas
de nuestros rebaños.
Y hoy a los 61 años
de la liberación del campo:
Soy una sombra,
una mujer sin rostro.
La desolación y el hambre.
Yo...
yo estuve en Auschwitz.
Julio Cortázar: reflexiones sobre Susana Rinaldi, Buenos Aires y el tango/ Poema a Susana Rinaldi
Apenas llegué a Francia en 1951, descubrí el mercado de las pulgas y en uno de sus más extraños corredores, una tienda de viejos discos 78. Entre ellos, uno de nuestro gran cantor de tangos, Carlos Gardel, que compré de inmediato, sin tener siquiera un tocadiscos para escucharlo, tal era mi nostalgia. El vendedor, un viejo más bien jodón, miró el rótulo y meneó la cabeza. “Ah, sí, Gardel”, dijo con tono apreciativo. No pude contener mi alegría y le dije con orgullo que éramos compatriotas. Tras de lo cual, echando una mirada a mi pelo largo y despeinado, lanzó: “¿Argentino, usted? ¿Y la gomina?”.
Susana Rinaldi tampoco lleva pegoteado el pelo con esa especie de firma personal que nos ha dado una reputación entre halagadora y equívoca. Ha transcurrido medio siglo y nuestra manera de sentir y de interpretar el tango ha cambiado mucho. Pero si este cambio puede sorprender a los que siguen fieles a los orígenes de cualquier forma de arte (apoyados en la moda “retro” que remeda deliberadamente los aires 1920-1940), basta escuchar a Susana Rinaldi para descubrir que lo esencial permanece invariable y que el propio Gardel, muerto hace más de cuarenta años, sería el primero en admirar a la cantora más grande de nuestro tiempo.
Porque hay una especie de milagro en este arte de renovar un género anticuado haciendo resaltar aún más su esencia simple, popular, pobre como una calle de suburbio y profunda como el alma de la ciudad. Susana sabe que el tango ha sido ante todo y sobre todo Buenos Aires, una música arrabalera como la java y el blues, un testamento urbano, su crónica de las noches de amor, de abandono y de muerte, su nostalgia de una felicidad imposible, su acta de pobreza sin esperanza de rescate. Con esa materia bastante primaria, esas palabras y esos aires limitados, Susana desviste el cuerpo a menudo vulgar del tango para mostrarlo en su más bella desnudez y, al hacerlo, muestra a los argentinos de Buenos Aires tal como son, vulnerables y reprimidos, tiernos y hoscos. En ella los tangos maltrechos por el desgaste del tiempo recuperan su esencia porque una gran artista los cambia. Y cuando Susana se atreve a cantar uno de esos tangos cuyos derechos a perpetuidad parecían pertenecer a Gardel, se mide la distancia que va de la imitación a la recreación, de la rutina bien aceitada al brotar del manantial.
La voz de Susana Rinaldi es una voz de una perfección que debe mucho a las grandes exigencias de nuestro tiempo, y de la que ella se sirve como se sirve de la palabra entre canción y canción, sin apoyar jamás pero creando desde la primera nota o la primera palabra una tensión que el público siente como un sortilegio. Y además está la elección: Susana ha ido a buscar, en el pasado y en el presente, esos tangos donde anida la belleza, donde tiembla y murmura el alma arrabalera o el relumbrón de los cabarets de la ciudad. Jamás lo vulgar, tan frecuente, ay, en tangos a veces célebres, habrá formado parte de su repertorio. Sin privarse de los momentos más representativos de ese género tan difícil que se presta, como el flamenco, a la estafa y la insipidez, logra presentar el abanico más amplio, pasearnos a lo largo de una velada por las calles de la ciudad del tango, ese “Buenos Aires querido”, del que Gardel fue el cantor.
Seguramente encontrarán ustedes en la sala a muchos argentinos. No vacilen en hablarles, estarán encantados de traducirles las palabras de los tangos, e incluso de tararearles otros durante el entreacto, en eso somos inagotables. Y además, al tango le gusta dar paseos, hacerse mimar como esa “muñeca de lujo” cuyos prestigios uno de ellos cantó en otros tiempos. La voz de Susana Rinaldi penetrará en ustedes, se les enroscará en la memoria. Como siempre cuando algo sale del corazón de un pueblo.
© Julio Cortázar
1976
A la voz de Susana Rinaldi
No sé lo que hay detrás de tu voz.
Nunca te vi, vos sos los discos
que pueblan por las noches este departamento de París.
Te busqué en Buenos Aires, pero sabés seguro
cuántos espejos de mentira te hacen pifiar la esquina,
como después de andar de bache en bache
acabás con ginebra en un boliche
murmurando la bronca del despiste.
No sé, ya ves, ni como sos,
tengo las fotos de tus discos, gente
que te conoce y te escribe,
paredes de palabras con glicinas
y vos detrás, inalcanzable siempre.
(Y esto que digo Susana
es también la Argentina donde todo
puede esconder la estafa si no sabemos ser
como el farol del barrio, o como aquí sus tangos,
vigías de la noche y la esperanza).
© Julio Cortázar
1974
No sé lo que hay detrás de tu voz.
Nunca te vi, vos sos los discos
que pueblan por las noches este departamento de París.
Te busqué en Buenos Aires, pero sabés seguro
cuántos espejos de mentira te hacen pifiar la esquina,
como después de andar de bache en bache
acabás con ginebra en un boliche
murmurando la bronca del despiste.
No sé, ya ves, ni como sos,
tengo las fotos de tus discos, gente
que te conoce y te escribe,
paredes de palabras con glicinas
y vos detrás, inalcanzable siempre.
(Y esto que digo Susana
es también la Argentina donde todo
puede esconder la estafa si no sabemos ser
como el farol del barrio, o como aquí sus tangos,
vigías de la noche y la esperanza).
© Julio Cortázar
1974
Homenaje a 100 años de su nacimiento y 30 de su partida:
26 Agosto 1914 - 12 Febrero 1984 /
Homenagem aos 100 anos de seu nascimento e 30 de sua partida:
26 agosto 1914 - 12 fevereiro 1984
26 Agosto 1914 - 12 Febrero 1984 /
Homenagem aos 100 anos de seu nascimento e 30 de sua partida:
26 agosto 1914 - 12 fevereiro 1984