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Margot Benacerraf, indiscutible dama del cine venezolano / Artículo de Dulce María Ramos, El Universal, Caracas, 22 de agosto de 2020



El 14 de agosto la cineasta y gestora cultural cumplió 94 años. Desdichadamente, algunos escritores venezolanos de la diáspora cuestionaron los premios que recibió en Cannes por su gran obra Araya








Diploma de la Comisión Superior Técnica del Cine Francés, adscrita al Festival de Cannes (CORTESÍA)



































“Hubo una vez una mujer diminuta, infinitamente joven, hija de un país anónimo, que llegó a Cannes, el festival de cine más importante del mundo, con una película debajo del brazo, una película en blanco y negro, inclasificable, hecha solo por ella y un íngrimo camarógrafo, sin actores, con gente normal, con gente de mar y de sal, gente que ni siquiera sabía que era el cine”.


Leonardo Padrón, entrevista a Margot Benacerraf en su programa de radio Los Imposibles.





Benacerraf en los días en que encontró la belleza en la luz y el sol de las salinas de Araya (CORTESÍA)


Margot Benacerraf (1926) siempre fue una mujer adelantada a su época o como ella misma se ha definido en varias entrevistas “un bicho raro”. Una mujer que después del éxito alcanzado con su filme Araya (1959), dejó de lado su carrera en el cine y apostó por los primeros cimientos de la cultura cinematográfica del país con la creación de la Cinemateca Nacional de Venezuela, en el año 1966. También formó parte del Ateneo de Caracas, fundó Fundavisual Latina con el respaldo del escritor colombiano Gabriel García Márquez y creó dos videotecas en la Universidad Central de Venezuela (UCV).

Su trayectoria ha sido impecable y ha recibido el respeto y reconocimiento de intelectuales y personalidades del mundo cultural. De hecho, cuando se le preguntó a su biógrafo el periodista Diego Arroyo Gil si la realizadora sufrió en su carrera algún tipo de machismo o discriminación por ser mujer dijo: “No creo que Margot haya sido víctima del machismo a lo largo de su vida. Al menos es algo que ella jamás ha dicho, o que no me lo dijo a mí durante los tres años que estuvimos conversando para hacer el libro. A sus padres les hubiera gustado que Margot se dedicara, como era costumbre en la familia y en la época, a ser una mujer del hogar, etcétera, pero al margen de eso ella tuvo una relación preciosa con ellos. Y luego, fíjate que Margot fue una mujer muy bien tratada y reconocida por los tantísimos amigos varones que siempre la rodearon, desde los republicanos españoles en Caracas, hasta Mariano Picón Salas, Miguel Otero Silva, Manuel Ángeles Ortiz, Orlando Pelayo, en fin, tantos. Henri Langlois, el gran director de la Cinemateca Francesa, que fue un apoyo fundamental para ella. La señora Benacerraf ha sido, con justicia, muy querida, y yo espero que ese cariño sea suficiente para guardarla de la ignorancia y el menosprecio, sobre todo hoy cuando cuenta con 94 años de edad y ya no hace falta que nos demuestre nada más”.




"Araya", más que un documental, es poesía visual y sonora (CORTESÍA)



Pero justamente el pasado viernes 14 de agosto cuando se realizaba una celebración virtual por las redes sociales por el cumpleaños de Benacerraf; los escritores venezolanos Juan Carlos Méndez Guédez, Juan Carlos Chirinos y Rodrigo Blanco Calderón, radicados en España, pusieron en tela de juicio los premios recibidos por la cineasta en el Festival de Cine de Cannes con su película Araya, hecho que causó indignación en la comunidad cinematográfica y cultural del país; por supuesto, también entre los cinéfilos venezolanos.

Ahora bien, ¿por qué dudar de la trayectoria de una personalidad como Margot Benacerraf y de su película Araya sesenta años después?, quizás tenga que ver con el manejo social del rumor que ha caracterizado a la sociedad venezolana y que con la aparición de las redes sociales se ha intensificado. Basta revisar el ensayo titulado «Del pasado hay que hacer añicos». Historiadores, prensa y revolución en Venezuela de Frédérique Langue, quien habla de este tema a profundidad como arma mediática y su incidencia principalmente en la esfera política y en la opinión pública, destacando que los rumores desatan emociones negativas, miedo y resentimiento.

Ante esta polémica, de por sí estéril, este reportaje busca aclarar para los lectores, y en voces de expertos, que la película Araya de Margot Benacerraf sí fue reconocida en el Festival de Cannes, también porque en los años aciagos de la revolución se han destruido nuestros baluartes culturales, de ahí que no podemos permitir, nosotros los autoproclamados defensores de la libertad y la democracia, destruir el legado de lo poco bueno que aún nos queda para las futuras generaciones.




La evidencia de una premiación en Cannes (CORTESÍA)



En relación a todo lo sucedido, Alexandra Cariani, Directora de la Fundación Audiovisual Margot Benacerraf, explica detalladamente el resultado de la participación de Araya en el festival fílmico de la Riviera Francesa, valga decir, el más importante del mundo: “La premiación de la película de Margot Benacerraf en el XII Festival de Cannes (1959) , donde obtuvo el Premio de la Comisión Superior Técnica (CST) «por el estilo fotográfico de las imágenes que realza la calidad del ambiente sonoro» y el Premio de la Crítica Internacional (FIPRESCI), ex aequo con Hiroshima, mon amour de Alain Resnais, es uno de los acontecimientos culturales más relevantes de nuestro país y marcó un hito dentro de la historia del cine nacional".







La medalla de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica, Fipresci (CORTESÍA)


"Se trata de dos galardones muy prestigiosos que se han otorgado en Cannes prácticamente desde sus inicios y muy cotizados por los cineastas porque son independientes; es decir, no forman parte de los premios oficiales (Palma de Oro, Gran Premio y Premio del Jurado, entre otros) y por eso no se prestan a posibles 'arreglos' entre el jurado. Las fotografías de Margot recibiendo estos galardones -medalla en el caso del Premio Fipresci y diploma otorgado por la CST-, dan testimonio inequívoco, indiscutible, de un momento muy importante dentro de la historia del cine nacional, que además ha sido documentado y reseñado en infinidad de entrevistas, críticas, comentarios, análisis fílmicos, artículos de prensa, radio, televisión, cine y hasta libros", agrega Cariani.

José Pisano, arquitecto dedicado desde hace más de treinta años al cine, además Director de la Cinematográfica Blancica y Director de Programación de Cines Paseo del Trasnocho Cultural de Caracas, también se expresó sobre el hecho: “Es injusto decir que no ganó en Cannes al no lograr premios por parte del jurado de la sección oficial, cuando efectivamente, por haber participado en el festival logró dos importantes galardones. Nunca ha habido engaño al respecto. No se le han atribuido reconocimientos diferentes a los obtenidos. La película fue efectivamente premiada en Cannes como siempre se ha dicho”, destaca.

De ahí que Cariani se muestra sorprendida que voces solitarias en redes sociales o gente del mundo cultural quieran desconocer y despertar dudas, creando una polémica inútil: “Desconozco el motivo de estas ausencias en la página oficial del festival, pero eso explica, quizás, los recurrentes vacíos informativos y omisiones en Internet sobre el palmarés de ese año 1959. No hace falta justificar a Margot, a Araya, a sus premios y todo lo que significan para el país. Pero en tiempos de realidades virtuales, redes por momentos “antisociales” y haters, valga esta aclaratoria y una certeza: a veces las imágenes valen más que mil palabras mal intencionadas. Y otra: la verdad existe más allá de Internet. Ni todo lo que está en la web es cierto ni todo lo que no aparece no existe”.


Un legado que no puede ser negado

–¿Cómo le gustaría ser recordada?
–Como una mujer que trabajó con pasión por y para el cine y, en especial, por y para el cine en Venezuela.

Diego Arroyo Gil, La sal de ayer. Memorias de Margot Benacerraf 





Si se revisa la historia de la cultura universal, no son pocos los artistas que han logrado la transcendencia con una sola obra, y no por eso, o por carecer de una producción extensa, se ha cuestionado su genialidad. Un ejemplo emblemático en América Latina es el del escritor Juan Rulfo. En el caso de Margot Benacerraf sus dos producciones cinematográficas, Reverón (1952) y Araya (1959), fueron extraordinarias y son referentes tanto en el cine nacional como internacional. Vale destacar que lamentablemente varios proyectos de Benacerraf se quedaron a medio camino como la adaptación de la novela Casas muertas de Miguel Otero Silva; un documental sobre Picasso, y la adaptación de La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada, junto a Gabriel García Márquez.



Benacerraf y sus colaboradores en el rodaje de "Araya" (CORTESÍA)



Quizá, lo ocurrido ha tenido un efecto positivo. Ha obligado a revisar, reflexionar y concienciar sobre el legado de Benacerraf: “La influencia de Araya en la cinematografía mundial, es incuestionable. Quizás algunos no lo sepan, pero vale la pena aclararlo. La película fue estrenada en Venezuela en 1977. Pasaron dieciocho años desde su primera presentación en Francia, hasta lograr una distribución comercial en el país. Fue una obra que en su momento, causó un gran impacto por su narrativa y logros técnicos, con una repercusión fundamental en el trabajo de otros directores y movimientos (como el Cinema Novo Brasileño), que reconocen en ella un referente fundamental. Ver Araya hoy en día, aún resulta fascinante, ratificando la posición que históricamente con los años ha logrado por méritos propios. Reverón, su primer trabajo, fue una especie de aperitivo de lo que vendría a ser Araya. Un indudable logro del cine nacional, además de ejemplo y apoyo fundamental para las generaciones sucesivas de nuestros cineastas”, señala Pisano.

Coincide también en este aspecto Diego Arroyo Gil, quien considera absurdas las controversias que se han generado los últimos días, ya que el legado de Margot Benacerraf es indestructible: “Creo que lo mejor que podemos hacer es dejar de lado la controversia y enfocarnos en sustanciar el legado de la señora Benacerraf, algo que ya se ha hecho creo que con suficiente esmero, con el esmero que ella se merece, pero que debe seguirse haciendo a fin de que la vigencia de ese legado continúe a la orden del día, sobre todo para el conocimiento de las nuevas generaciones. Es imposible destruir el legado de Margot. Han transcurrido sesenta años desde Araya y la película conversa con su belleza, su índole, su solidez como obra de arte. Allí comparece algo muy hondo del alma venezolana, del alma humana, y eso no puede ser destruido por nada ni nadie. Contra eso, cualquier intento de demolición es absolutamente inútil”.

Finalmente y como bien dice Jonathan Reverón, director del documental Madáme Cinema: “La meta de un cineasta es hacer una película inolvidable”. Gracias Margot Benacerraf por Araya.



@DulceMRamosR


Fuente: El Universal

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Roberto Rosellini y Margot Benacerraf

Margot Benacerraf con Pablo Picasso y Luis Buñuel

Margot Benacerraf: la venezolana que filmó a Picasso: entrevista