Primero las estadísticas, que otorgan peso, volumen y relevancia al Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF): se exhibieron 397 films de 71 países de los 6.933 que se presentaron; 266 fueron primicias mundiales.
Al llegar observo el panorama habitual: las nuevas
construcciones a granel que han cambiado la geografía urbana de la zona, los
rostros conocidos pero desconocidos al
no saber sus nombres, rostros nuevos,
otros que han dejado de venir, el bululú de los espectadores moviéndose de aquí
para allá, los policías montados vigilando las calles con sus lustrosos
caballos ( ya una reliquia del pasado empleada como atracción turística), el
cierre de calles para convertirlas en peatonales durante unos días, los
fanáticos que se apostan a la entrada de los hoteles con el aliento de horas de
espera y la oportunidad de ver entrar o salir a algún director o actor de
renombre ( los guardaespaldas, por doquier alertas, tienen ventaja), los
voluntarios del TIFF, siempre atentos, sonrientes y solícitos. Los lugareños se
mostraban orgullosos pues la revista “The Economist” escogió esta vez a Toronto
como una de las 10 ciudades con más calidad de vida del mundo. Vi un total de
44 films.
Para aquellos periodistas que deseaban intercambiar
ideas con los directores y actores, en la sección “Conversando con…” se
encontraban en el podio Isabelle Huppert, Mark Wahlberg, Sonia Braga, Hiam
Abbass (actriz palestina), entre otros. Todos sabemos qué significa Hollywood,
Bollywood quedó atrás por ahora, ahora surge Nollywood., sinónimo de Nigeria.
El TIFF dedicó en su sección “Ciudad a ciudad” a Nigeria, con algunos de los
títulos más representativos de su cinematografía.
El primer día vi 5 films. El mejor? “Paterson” (EEUU)
de Jim Jarmusch. Nos ubicamos en la ciudad de Paterson, Nueva Jersey donde
Paterson (Adam Driver) funge como conductor de un autobús ( driver en inglés
significa conductor), arrastrando una vida de rutina: se levanta, besa a su
esposa, conduce por la ciudad, oye las conversaciones de los pasajeros, regresa
a la casa a cenar, pasea el perro y entra a un bar a tomar una cerveza. En sus
momentos libres, Paterson compone poemas. Jarmusch es un artista de la
observación, de la universalidad cotidiana y el film apunta hacia la ilusión, a
la ilusión truncada y a su resurrección. “Paterson” es una oda a la poesía y a
su poeta William Carlos William, nacido en Paterson. Jarmusch construye aquí un
film magnífico, sobrio, sin estridencias, relevante.
Los Hermanos Dardenne, Jean Pierre y Luc, siempre
lúcidos en su confrontación con las relaciones humanas y comedidos en su
enfoque llegaron esta vez con “La chica desconocida” (Bélgica) teniendo a una
doctora (Adele Haenel) como faro de la trama. Una prostituta es hallada muerta
cerca de su consultorio quién poco tiempo atrás trataba de entrar a la clínica
en busca de ayuda. Arrastrando una crisis de conciencia, la doctora se
convierte en detective, averiguando a diestra y siniestra la identidad de la
occisa pues fue enterrada en una fosa común. Un film honesto, sin concesiones,
donde los inmigrantes, la mayoría ilegales, adquieren tema de discusión
vis-á-vis a la política, a la sociedad, a los organismos de seguridad.
Cada vez surgen más periodistas y gente de la
industria en el TIFF. En varias oportunidades no pude entrar a la sala pues las
colas eran inmensas y los asientos limitados. Tuve suerte de poder ver
“Lalaland” (EEUU), estrenada en Venecia y
furor en el TIFF pues vino acompañada de una excelente crítica. El film
es un homenaje a los musicales de Hollywood de los anos 50. La pareja
conformada por Ryan Gosling como el músico que aspira a tener su propio club de
jazz y Emma Stone como una dramaturga y actriz en potencia poseen una
extraordinaria química ( esencial en estos casos) que el resultado es superlativo,
como así la coreografía pletórica de imaginación y originalidad.
Tenía mis resquemores al ver en nuevo film de Kim Ki
Duk “La red” (Corea del Sur) pues la vez anterior nos trajo un pasticho de sexo
gratuito y violencia exacerbada que mereció nuestro rechazo. Ahora nos trae la
historia de un pescador de Corea del Norte que sobrevive para dar de comer a su
familia. Pero se siente feliz y no exige nada más a la vida. Por azar, el
motor de su barcaza se enreda en la red,
deja de funcionar y el viento lo adentra en territorio enemigo: Corea del Sur.
Allí comienza su pesadilla. Lo apresan y lo tratan de convertir en un espía.
Después de mucho litigio pide que lo devuelvan a su país de origen que lo
considera, ahora, otro espía. Kim Ki Duk nos presenta a un personaje que
obviamente ha sido lavado el cerebro, un rechazo automático al sistema
capitalista hasta el punto que mentalmente es incapaz de emitir comentario
alguno cuando admira la abundancia de la oferta en Corea del Sur, so pena de
castigo. El pescador reconoce al final
que los métodos de tortura y corrupción
de ambos países para sustraer información son idénticos.
Con la presencia de Terence Davies en la sala,
presentó “Una quieta pasión” sobre Emily Dickinson, figura mayor en el
canon de la literatura norteamericana,
quién creció en un ambiente ultra conservador y religioso y quién nunca
abandonó su ciudad natal. La dirección de arte está meticulosamente estudiada
pero los parlamentos entre los personajes resultan discursivos, como dictando cátedra,
como si supieran lo que van a decir de antemano quitándole frescura y
espontaneidad a la trama, aunque la sicología de la gran poeta asoma plausible
con su carga de angustia existencial y el temor de Dios. Cynthia Nixon (que
estaba sentada detrás de mí) encarna a la Dickinson con dignidad y mesura.
Una adolescente a punto de graduarse en el liceo es
atacada pero se defiende de ser violada. Este repentino trauma incide en su
rendimiento en el examen final y su padre, un médico respetable en su profesión,
utiliza todos los mecanismos, a veces
fuera de la ley, para que su hija logre el puntaje necesario para obtener una
beca en una universidad en el Reino Unido. “Graduación” (Rumania) de Cristian
Mungiu (el mismo del soberbio “4 meses, 3 semanas y dos días”) es un estudio
minucioso sobre las relaciones entre una familia y el entorno profesional y
amical y que obtuvo el premio al mejor
director en Cannes.
Otro film, también exhibido en Cannes y que logró el
premio al mejor guión fue “El vendedor” (Irán) de Asghar Farhadi presente en la
sala junto Shahab Hossein que se llevó el premio al mejor actor como el profesor que
ensaya la obra de Arthur Miller “La
muerte de el viajante” . A punto de ser estrenada, la censura gubernamental
exige que se eliminen ciertas escenas. Su mujer, que actúa también en la obra, oprime el botón de entrada a la puerta
principal de su apartamento creyendo que es su esposo, el profesor. (Una mujer,
de dudosa reputación, habitaba en ese
apartamento con anterioridad) y es violada en la ducha por un intruso que
frecuentaba ese apartamento. Su esposo, como en el film de los Hermanos
Dardenne, asume el rol de detective tratando de descubrir la identidad del
intruso y reclamar justicia. En la trama
surgen varias interrogantes cuyo resultado no lo sabemos, lo que le otorga al
film un aire de misterio. Farhadi dirige con total control al equipo de actores
y con la muerte de Abbas Kiarostami, se ha convertido en una de los directores
estrella de la cinematografía iraní.
Al entrar a la sala IMAX con capacidad de 412 butacas
sólo había 11 personas viendo “Jota” (España) de Carlos Saura, aficionado a atesorar otros bailes como
“Sevillanas”, “Flamenco” y me dio la impresión que los bailarines en la imagen
bailaban para mí sólo. El film es una seguidilla de jotas, antiguas, modernas,
de diversas regiones de España; hay una escena donde una experta en esta danza
explica a la audiencia un film de los 50 donde la jota era una forma de
cortejar a la mujer: ahora los tiempos son otros. En otra escena (un homenaje
de Carlos Saura a Francisco Rabal) lo vemos bailando una jota en Burdeos en el
film “Goya”, dirigido por Saura donde Rabal interpreta al pintor. Esta escena
me retrotrajo al momento en que asistía al Festival de Montreal donde Rabal recibía
el Premio de las Américas por su trayectoria. Un colega argentino me pidió que
lo acompañase a tomar un trago en el bar del hotel con Rabal. Su esposa lo
conminó a que no tomara y Rabal respondió algo como “a estas alturas, déjame
tranquilo”. Ella subió a la habitación y nos quedamos los tres en el bar. Lo
noté alicaído y enfermo. Me saqué una
fotografía con él. Mi sorpresa fue mayor cuando leí en el periódico al día
siguiente que Francisco Rabal había muerto en el avión rumbo a España. Pues le
dio un infarto y la ciudad más próxima
para descender era Burdeos. Goya murió en Burdeos y Rabal murió con las botas
puestas. Fue la última fotografía de Rabal en vida y la tengo conmigo.
Adaptando una pieza teatral de Peter Handke, Wim
Wenders nos trajo “Los bellos días de Aranjuez” (Francia/Alemania), un diálogo entre
una pareja en un jardín de la campiña francesa mientras un escritor teclea lo
que la pareja va a decir. Es un diálogo rico en poesía, altamente intelectual,
debemos de aceptar que la mayoría de la gente no habla de esa manera en estos
días pero aquí radica su belleza en esos diálogos literarios filmados en 3D.
Fue la sensación en Cannes pero no obtuvo ningún
premio ante la consternación colectiva pero la FIPRESCI le otorgó el premio
como mejor film y los miembros de ese organismo lo eligieron como el mejor film
de 2016.Cuando llegué a la sala no había asiento disponible pero conseguí uno
en el balcón después de haber hecho cola por más de una hora. La espera dio
frutos. Estupendamente bien actuada y dirigida por Maren Ade, “Toni Erdman”
(Alemania) es el seudónimo de un profesor de primaria jubilado que cuando
quiere echar bromas se pone un peluquín y una dentadura postiza. Su hija (Sandra Huller, espléndida) está casada con su
profesión, apenas ve al padre cuando viaja a Alemania desde
Bucarest, donde trabaja para una multinacional. Un día, su padre se
presenta de incógnito en Bucarest, con su alter ego como identidad, la sigue
por todas partes, la acompaña en sus sesiones de trabajo, logra convencer a
todos de sus proyectos pero en el fondo lo que el padre busca es inculcar a su
hija que la vida pasa, que no podemos pasar la vida haciendo cosas como
zombies, que es preciso vivir el momento, el eterno “carpe diem”, pero con
sentimiento y humanidad.
Oliver Stone ha sido un personaje controversial, tanto
como persona como cineasta. “Snowden”” (EEUU) es su mejor film en mucho tiempo.
Sin asumir una posición moral frente a Edward Snowden (Joseph Gordon-Levitt) de
que si fue un traidor o un patriota pues no es mi labor en estas
circunstancias, me atendré solamente a reseñar, a grosso modo, el film en
cuestión. Vemos al genio de la computación desde 2004 hasta 2013 cuando ingresa
al ejército que tuvo que abandonar por una rotura de su pierna, luego entra a
la C.I.A. y finalmente a la N.S.A. En ningún momento el film decae en su
narración, Snowden va comprendiendo cada vez más la invasión de su gobierno en
la vida privada del ciudadano, que lo afecta sobremanera y decide renunciar y
entregar toda la documentación a un periódico inglés. “Los americanos no les
gusta la libertad, lo que les interesa es la seguridad y lo secreto es
seguridad” dice uno de los oficiales de la N.S.A. Con un aire del Snowden de la
vida real, Gordon-Levitt exuda carisma y presencia convincentes en un papel de
alta complejidad sicológica y cerebral.
“Cenizas y diamantes” de Andrej Wajda aparece en mi lista
de los mejores films que he visto. Ya nonagenario (y mientras esto escribo me
entero de su fallecimiento), este maestro polaco asoma aún combativo y alerta
ante la contemporaneidad polaca. Su último opus, su testamento, “Después de la
imagen” (Polonia) se concentra en Wladyslaw Strzeminski ( el gran Boguslaw Linda, gran actor), un pintor de vanguardia,
intelectual, que publicó un libro seminal “La teoría de la visión”, que convulsionó al
mundo artístico de la época. Frecuentó a los notables pero al instalarse el
comunismo en su país y mostrarse en oposición fue marginado, perdiendo su
cátedra en la universidad, se le negó su pensión, incluso se le retiró su
carnet de alimentación y de artista no pudiendo comprar sus implementos de
pintura. Carecía de un brazo y de una pierna que los perdió en la Primera
guerra mundial, Un film vital donde la integridad del personaje avasalla todo
obstáculo sin rendición.
He seguido la trayectoria de Terrence Malick desde sus
comienzos: una de las voces más relevantes y originales en el cine. Una amiga
mía, con criterio cinematográfico lo considera pretencioso. No estoy de
acuerdo. Sigo siendo amigo de ella. No podía perderme su última obra y el
resultado? El mejor film que he visto durante 2016. “Viaje en el tiempo: el
viaje de la vida” (EEUU) comienza con una voz de mujer (Cate Blanchett) que se
dirige a su madre en un tiempo “antes de la luz y de la oscuridad, antes de la
nada” El film es prácticamente un documental, una yuxtaposición de imágenes ,
todas ellas alucinantes en su belleza, de cómo Malick concibe la creación del
mundo, su posterior aparición de la vida y la subsiguiente relación con una Naturaleza
( con mayúscula) imponente, violenta e impersonal, la interrogante ante la
presencia ( y ausencia de Dios). Admirablemente editada, Malick nos acerca un
film poético en su narración y en las imágenes y filosófico por la concepción y
cuestionamiento del por qué estamos aquí., De cuando en vez aparecen escenas de
mendigos, indigentes revolviendo basureros, ritos religiosos que parten de una
realidad y de manifestaciones poéticas. (Existe
otra versión del film más larga y narrada por Brad Pitt).
Los dizque cinéfilos ( de la prensa o de la industria)
o los encargados de enviar ipso facto los comentarios de tal o cual film entran
a las salas y se salen a los 10 minutos, como el caso de una conocida mía de
Boston que se sentó al lado mío y literalmente se salió a los 2 minutos de
comenzar “Anatomía de la violencia” (India) de Deepa Metha y que después me la
encontré en “Cuerpos extraños” (Francia/Túnez) de Raja Amari, film irregular
por un guión inconsistente pero que se sostiene por la presencia, siempre
luminosa, de Hiam Abbass. Al preguntarle del por qué se salió de la sala me
respondió: “Al comenzar un film ya sé cómo va a ser” En el film de la Amari se
quedó hasta el final.
“Yo, Daniel Blake” (Reino Unido) de Ken Loach obtuvo
la Palma de Oro en Cannes. Loach recalca, una y otra vez, la mirada realista a
un sector de la sociedad marginada y desposeída por mil razones. Aquí, un carpintero (Dave Johns) que tras un infarto tuvo que abandonar su
trabajo y a solicitar una pensión como
discapacitado enfrentando a un estado kafkiano en su burocracia y obligado a
manejar el mundo cibernético fuera de su alcance y conocimiento. El final es
previsible pero Loach le otorga un enfoque compasivo y solidario. Es un film
que tiene la aprobación del público.
Con el tiempo, Brillante Ma Mendoza ( es un hombre!)
se ha convertido, por motu propio, en un favorito de los festivales y de los
circuitos de arte y ensayo. En Cannes, Jaclyn Jose recibió el premio como mejor
actriz en “Ma Rosa” (Filipinas) como una traficante de drogas, con un esposo en
el mismo negocio que se inyecta detrás de una cortina improvisada de su rancho, que funge como casa y venta de
chucherías. Sus tres hijos conviven allí bajo el mismo techo. Mendoza es un
astuto observador de la marginalidad cotidiana de Manila y de la corrupción
flagrante (quizás demasiado obvia y exagerada en el film) de los policías que
practican redadas a los delincuentes de la ley exigiéndoles después que se
bajen de la mula para dejarlos en libertad.
Me fue imposible ver “Jackie” (Reino Unido) de Pablo
Larraín, ni siquiera en la función adicional que pusieron pues la cola era aún
mayor pero sí pude entrar a ver “Animales nocturnos” (EEUU) de Tom Ford que
ganó el segundo premio en Venecia. De una estética exquisita (no en vano Ford
es un reconocido modisto), los actores, todos de buena presencia, elegantemente
vestidos, viviendo en fabulosas mansiones, aparece Amy Adams como una exitosa
directora de una galería de arte en Los Ángeles, casada con un financista que
le es infiel cuando de repente recibe un sobre de su exmarido (Jake Gylenhaal)
con una novela escrita por él. El film juega en dos tiempos, el tiempo real y
el tiempo de los personajes de la novela (un marido, su esposa e hija que son
secuestrados en la carretera por tres sádicos y finalmente ellas violadas y
cruelmente asesinadas. Un film importante por la puesta en escena, actuada
acorde y con la sombra de la violencia al acecho en cada momento de la vida del
americano.
No podía dejar de lado “La mujer que se fue” (Filipinas)
de Lav Diaz que logró el León de Oro en Venecia. La sala estaba media vacía
cuando entré y al cabo de 4 horas quedamos unos pocos gatos. El film es un
prodigio de dirección. Una mujer (Charo Santos-Concio), después de 30 anos en
una cárcel/reformatorio es finalmente liberada pues fue injustamente acusada de
un crimen que no cometió. Al salir se encuentra con un entorno desconocido e
irreconocible. Busca a su hija pero su interés es ratificar la venganza contra
su exnovio (ahora un poderoso mafioso), causante de esta tragedia, aunque el
perdón también entra en su consideración. En el trayecto entabla amistad con un
jorobado y con un transformista que jugará un papel importante en su vida.
Sigue también en la búsqueda de su hijo desaparecido en la capital, Manila. Un
film compasivo, una meditación sobre la ausencia de Dios, sobre la discrepancia
e injusticia entre pobres y ricos y sobre la corrupción pululante en su país (como
en el film de Brillante Mendoza).
El TIFF inauguró con “Los siete magníficos” (EEUU) de
Antoine Fuqua. Lamenté no poder ver
“Fuego en el agua” (Italia) de Gianfranco Rossi, un documental sobre los
refugiados en la isla de Lampedusa y que obtuvo el Oso de Oro en Berlín. Marco
Bellochio, Hirokazu Kore-Eda, Pablo Larrain ( trajo 2 “Jackie”” y “Neruda”),
Xavier Dolan, Andrea Arnold, Kenneth Lorrigan, Thomas Vinterberg, James Franco,
J.A. Bayona, Werner Herzog, entre muchísimos otros, trajeron sus últimas obras. Ewan McGregor se
estrenó como director en “Pastoral Americana”, basado en un libro de Philip
Roth. La esposa de Francis Ford Coppola,
Eleanor, asomó con “Paris puede esperar” con Alec Baldwin y Diane Lane que me
la recomendaron con ahínco, no la pude ver, no se puede ver todo!
David Oyelowo está magnífico en “Una Gran Bretaña”
(Reino Unido) de Amma Asante como el príncipe tribal de Bechuanaland (hoy
Bostwana) y luego como su primer presidente y Sonia Braga (debería de haber
ganado en Cannes como mejor actriz (hubo mucha competencia) en “Aquarius” (Brasil)
de Kleber Mendonca filho, como una viuda, sobreviviente de cáncer, que se
enfrenta a unos constructores que la quieren desalojar de su apartamento par
construir un condominio de lujo. El TIFF no es competitivo, pero otorgan el
premio del público, “Lalaland”ganó y premios a los films canadienses.