la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Inolvidable Susy Dembo: "Parece que alguien se metió con el señor Tarek y éste, muy molesto, empezó a decir: 'Vomiten, vomiten'. Yo estaba prácticamente a su lado y le señalé que estábamos comiendo, que por favor no fuese tan grosero" / entrevista de Tullio Cavalli, Revista Exceso, Caracas, septiembre 2003.




Susy Dembo, co protagonista absoluta del episodio, relata, divertida, lo ocurrido por los predios diplomáticos durante el 11 de julio. 
"Empecemos por el principio: no hubo tragos voladores, ni yo ni mi amiga Violeta Armand estábamos borrachas. Para empezar, yo no tomo: no puedo. Siete intervenciones quirúrgicas por motivos coronarios me lo impiden. Además, yo tenía un plato en una mano y la cartera en la otra; la copa la tendría entonces en la punta de mi nariz. 
Mientras nos estábamos sirviendo la comida, ya había un ambientillo caldeado. Yo no entendía bien lo que estaba sucediendo. Parece que alguien se metió con el señor Tarek y éste,  muy molesto, empezó a decir: 'Vomiten, vomiten'. Yo estaba  prácticamente a su lado y le señalé que estábamos comiendo,  que por favor no fuese tan grosero. El no me contestó nada,  se ve que es un hombre medianamente educado. Nunca dijo nada,  ni arremetió contra nadie de manera violenta. 
La que empezó con la jarana fue su mujer, que ni sé cómo se llama. Se ve que no le gustó que le llamara la atención a su marido y se puso de muy mal humor. Yo le recordé que, muy a pesar suyo, vivimos, todavía, en democracia... Y todavía más en aquella  embajada: liberté, egalité, fraternité. Progresivamente  empezó  a regodearse en improperios e incoherencias vociferadas a todo pulmón. Hasta me gritó gorda. Eso me indignó y le señalé  que yo podría adelgazar en cualquier momento, pero que ella  tenía una boca tan sucia que era imposible de lavar.   
Después de eso me alejé. No quería seguir metida en eso. Me puse muy nerviosa y tengo que evitar este tipo de situaciones por mi salud. La situación se puso complicada. Parecía la toma de la Bastilla"  compara la Dembo  un encontronazo de opereta con uno que acabaría con un reino  iniciado, mitológicamente, al menos, por un tal Hugo Capeto. "Como sabrás, soy austríaca y me vinieron a la mente unas muy sabias palabras de mi padre: 'Lo importante en el baile es el comportamiento noble en el salón".  Te pido que no le demos más vueltas al asunto, que mientras más se revuelve peor huele. A fin de cuentas, esa mu- jer debe ser víctima a diario de situaciones parecidas y la verdad es que eso no debe ser muy agradable para nadie. Lo mejor sería que se quedara tranquila en su casa". Punto y final. 


©Tullio Cavalli
Revista EXCESO
Caracas, septiembre   2003
Texto extraído de la entrevista a Francis Fornino de Saab, esposa del -en aquel momento- diputado chavista Tarek William Saab. Actualmente el señor Saab es el Fiscal General de Venezuela, nombrado por Maduro.
Fuente: Exceso


Susy Dembo es una de las grandes artistas plásticas de Venezuela. Murió en  Caracas en 2013.   
Susy Dembo: website

Música para despertar los recuerdos que se lleva el alzhéimer / por Clara Paolini, 25 de Marzo de 2019, El País, España

Pepe, con su abuela. 

Si la historia de Pepe te ha hecho pensar y tú también quieres ayudar a esta causa para cambiar el mundo

Pepe, con una usuaria de una de las residencias a las que acude
con su asociación. 

Siendo un niño entre mayores, en la residencia donde trabajaba su madre, Pepe Olmedo conoció los efectos del alzhéimer. Allí descubrió que, cuando la memoria se diluye, la música permanece. La banda sonora de nuestras vidas es Música para Despertar, una poderosa herramienta capaz de iluminar miradas antes perdidas.





Pongamos que nuestro cerebro fuera una casa, un hogar lleno de estancias interconectadas que vamos decorando con aprendizajes, amueblando con vivencias. Las ventanas tamizan los sentidos y las alfombras permiten caminar cómodamente por nuestra identidad hasta que un día, desafortunadamente, empiezan a llegar ráfagas de viento trayendo la bruma del alzhéimer. Pero en este edificio que el tiempo amenaza con la erosión hay algo que permanece inamovible: la habitación en la que guardamos las melodías. Pepe Olmedo (Granada, 1988) logra que los mayores vuelvan a adueñarse de estancias que creían olvidadas; las visita con ellos cada vez que hace sonar la música de sus vidas.

Partituras de lo que fuimos, canciones de lo que somos

Este joven granadino es el artífice de la Asociación Música para Despertar: “Nosotros les ponemos esa música, esa banda sonora que acompañó a muchos momentos de su vida”, y entonces ocurre la magia: “Notar cómo su mirada se llena de luz y cómo la persona sale hacia mí”. Olmedo asegura llevar muchos de esos instantes grabados en el alma, experiencias con gente que parecía inaccesible y que, de repente, llega a momentáneos despertares “cuando conseguimos que la persona se convierta más en lo que es; en su esencia”.
Pepe es energía y emoción, humanidad en estado puro. Al hablar, su pupila atenta hace sentir la escucha y su sonrisa sincera llena de positividad hasta los espacios más sombríos. Con su entusiasmo llega a transformar la mirada de los afectados por el alzhéimer y también de quienes les acompañan porque, “aun siendo una enfermedad muy complicada, también te da momentos muy bonitos”, asegura.
Su cara reluce al recordar a su abuela, de quien parece haber heredado su pasión por los boleros y su marcado carácter: “Mi abuela era amor puro, calidez, cercanía… Era música también”. Recuerda que con ella vivió la difícil transición de un adiós, pero también la belleza de momentos compartidos que ahora se esfuerza en reproducir con otras personas: “Cuando cantábamos una canción juntos yo notaba que algo se despertaba en ella y algo se despertaba en mí”. Fueron experiencias clave para sacar hacia delante Música para Despertar años después, aunque no solo de ella aprendió el valor de los pequeños gestos.


Su madre, que fue directora de varios centros de mayores, le llevaba con ella las tardes de su infancia en vez de dejarle en casa. Pepe se siente afortunado porque en aquellas residencias “veía que había más personas como mi abuela, más abuelos por así decirlo, que me transmitían esa sabiduría, ese cariño y ese respeto que yo creo que una persona mayor llega a transmitir”, pero también descubrió “que no todos estaban bien, que no todos estaban pasando el final de su vida de la mejor forma”.
En una de esas tardes, conoció a un señor al que le encantaba dibujar y al que también, como a él, le apasionaba la música. Cuando se ponían a pintar, era aquel niño de 8 años quien dictaba qué colores utilizar porque en su memoria se habían desvanecido, pero cuando se sentaba al piano, aquel anciano era capaz de reproducir melodías completas. Fue entonces cuando Pepe Ruido -así le llamaban en su casa debido a su pasión por la música y los sonidos- se percató de la herramienta que más tarde convertiría en vocación: “Es impresionante que no recuerde los colores, que es algo que desde pequeño estamos repitiendo, y sin embargo la música parece que sigue ahí”.

Emociones perennes

Aquella primera intuición se confirmó más tarde al trabajar como voluntario en residencias de mayores tras acabar sus estudios en Psicología Clínica. Pepe se convirtió entonces en un peculiar dj organizando sesiones en las que sonaba la música de las vidas de los internos de la residencia y redescubrió la experiencia con aquel personaje de la niñez: “Personas que a mí nunca me habían podido decir una palabra bien dicha y de repente me cantan entera la letra de Bésame mucho”. Con la melodía adecuada, la niebla se disipa; quienes estaban agitados encuentran la calma y aquellos encerrados en sí mismos logran abrir ventanas hacia el exterior.
La famosa frase de la película Casablanca, “Tócala otra vez, Sam”, adquiere ahora más significado que nunca. Cuando Ingrid Bergman la pronuncia se refiere a la canción que solía sonar en París, solicitando al pianista que recupere la melodía con la que su mente será capaz de volver al momento en el que había sido feliz. De la misma manera, los mayores como protagonistas pueden pedir a Pepe o a quienes les acompañen que hagan sonar de nuevo las bandas sonoras de sus propias películas. No es casualidad que aquellas canciones que los pacientes escucharon entre los 15 y los 30 años sean las más efectivas porque, en esos momentos, “había muchas cosas en sus vidas que estaban haciendo por primera vez, como casarse, irse de casa, el primer novio...”. Son los sonidos que encierran la emoción y devuelven la nitidez.
Reivindica el psicólogo que “la música se asocia a nuestra vida, a nuestros recuerdos, a nuestras emociones” y a través de ella podemos abrir estancias que pensábamos tapiadas: “Si intentamos comunicarnos con ellos a través de la emoción va a ser sencillo, lo vamos a poder conseguir”. Surge entonces una pregunta: ¿cuántas familias que cuidan a personas con alzhéimer en sus casas pueden beneficiarse de algo tan maravilloso como es la música y a lo mejor no lo están haciendo? Del interrogante nace la asociación con la cual Pepe difunde, forma y conciencia: “Ponte a su altura, cógele de la mano, mírale a los ojos y canta las canciones de su vida”.
Pepe Olmedo no está solo en esta gesta ya que, como él, otros muchos profesionales señalan el valor de la musicoterapia sosteniendo sus argumentos con bases científicas. A partir de resonancias magnéticas se ha podido comprobar que, efectivamente, las zonas cerebrales que se encargan de la memoria musical están menos atrofiadas en enfermedades como el alzhéimer y cada vez son más los cuidadores, familiares y profesionales que también abren la habitación de las melodías. Desde la asociación han atendido a cerca de 600 personas con enfermedades neurodegenerativas, han formado a más de 800 profesionales, familiares y cuidadores, y uno de sus vídeos supera las 25 millones de reproducciones en 170 países.
Cuando empezó el proyecto en 2013 había cerca de 600.000 personas con alzhéimer en España. A día de hoy la cifra ha llegado a doblarse y alcanza 1.200.0000 diagnosticados. Por eso, Música para Despertar tiene un doble cometido: el despertar de las personas mayores con alzhéimer, pero también el de la sociedad, para que “despertemos nuestra conciencia ante este tipo de enfermedades, ante este tipo de personas, a la fuerza y la intensidad que tiene la música con fines terapéuticos”.
Tócala otra vez, Sam. Hagámoslo todos muchas veces, porque así siempre nos quedará la música y siempre nos quedará París, el lugar en el que cada uno guardamos la felicidad. Como bien señala Pepe, a veces “buscamos herramientas innovadoras o incluso terapia farmacológica pero, a lo mejor, no le damos importancia a otras cosas más sencillas, más simples, como una canción”. La luz en la mirada que despierta la melodía de emociones olvidadas es más necesaria que nunca, así que “si tenéis personas cercanas con alzhéimer, no lo dudéis. Lo que necesitan es mucho cariño, mucho respeto, que les escuchemos, que les arropemos y que les pongamos mucha música”.

Contenido adaptado del vídeo de Pepe

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En el año 2050 habrá 135 millones de personas con alzhéimer, una enfermedad que degenera el cerebro hasta acabar con los recuerdos. Pepe Olmedo descubrió que las melodías permanecen y fundó Música para Despertar, la asociación que utiliza la música para recuperar la esencia de las personas sin memoria.


00:23
Yo creo que la música está en cada parte de nuestra vida. Yo recuerdo siempre estar con mi abuela cantando las canciones de su vida. Mi abuela para mí fue algo clave; mi madre como psicóloga ha sido directora de varios centros de mayores y ella, en vez de querer dejarme en casa por las tardes, hacía muy bien y me llevaba a los centros de mayores. En cuanto fui un día a la residencia ya decidí que me quería dedicar a las personas mayores.
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El trabajar con personas con alzhéimer es algo maravilloso. Su mente funciona a día de hoy de manera diferente a la nuestra, pero las emociones perduran hasta el final. Si intentamos comunicarnos con ellos a través de la emoción, va a ser sencillo. A veces encuentro a una persona quieta o muy nerviosa y de repente empezar a escuchar los primeros acordes de algunas canciones de su vida y noto cómo su mirada se llena de luz y notar como la persona sale hacia mí.
01:24
Yo creo que es muy importante que cojamos nuestro corazón y se lo lancemos a ellos.
01:32
A día de hoy, Música para Despertar es una asociación. Estamos llegando a centros de mayores, le damos formación al máximo de profesionales del centro, también le damos formación a los familiares. En la residencia donde el voluntariado empezó, nos convertimos en pocos años en una de las residencias de Granada que más pudimos reducir el uso de ciertos fármacos relacionados con la ansiedad, con la agitación, con la depresión. Esto lo hemos hecho a día de hoy en más de 40 centros en toda España.
01:58
¡Se me saltan las lágrimas!
01:59
Pero ya no solo con personas con alzhéimer: si tenéis personas mayores cerca, usadlo también; es un momento de conexión con la persona y, sobre todo, de conexión con su historia de vida.
02:11
Yo me siento súper afortunado, muy afortunado de poder seguir poniendo esa música a sus vidas.
©Clara Paolini
25 Marzo 2019
El País, España

Fuente: El País

Notre Dame de las Ruinas / Paul B. Preciado, 22 Abril 2019, El País, España



No reconstruyamos Notre Dame. Honremos el bosque quemado y la piedra oscura. Hagamos de sus ruinas un monumento punk, el último de un mundo que acaba y el primero de otro mundo que comienza.






"Es una nave espacial. Una tecnología astronómica diseñada para medir el poder de la luz y de la sombra. Una máquina arquitectónica hecha para volar y llevar nuestras almas y nuestros sueños más allá de la Tierra”, me había dicho un día el artista Alejandro Jodorowsky hablando ensimismado sobre Notre Dame. Mirando la catedral desde atrás, Jodorowsky había comparado los contrafuertes a los brazos de una lanzadera que debían abrirse un día para dejar que la nave se alzara hacia el cielo. Entonces me había costado entender su teoría. Pero, de repente, estábamos allí, junto a otros cientos de personas posadas boquiabiertas sobre el puente de l’Archevêque, como si la isla de Saint Louis se hubiera convertido en Cabo Cañaveral, viendo como la nave Notre Dame se alzaba utilizando sus propias vigas de madera como motor de combustión y como la flecha se desmaterializaba para transformarse en un tubo de propulsión a través del que eran lanzados a la atmósfera exterior los últimos vestigios del alma humana. Poco después del lanzamiento, la flecha se vino abajo como un Challenger que hubiera caído otra vez sobre la tierra tan solo 73 segundos después del despegue.

Se dijo que era la Virgen misma, caliente como una mecha y harta de ser violada por la Iglesia, la que ardía de deseo de acabar con sus opresores.

Rápidamente, sobre todas las pantallas, se sucedieron 1.001 imágenes diferentes, como si la catedral estuviera mutando bajo el efecto de la fusión del plomo y la madera. Las dos torres de Notre Dame se metamorfosearon en versiones medievales de las torres gemelas y la catedral misma fue vista como un nuevo World Trade Center mariano. Se dijo que era la civilización europea la que estaba siendo devorada por el fuego. La cruzada había alcanzado el corazón del reino. Las masas cristianas se arrodillaban en las calles parisinas mirando la radiación roja creciendo frente ellos como una transfiguración del cuerpo de la Virgen. La madre de Cristo ardía como habían ardido los arbustos frente a Moisés en el desierto para devolver a Europa la fe perdida. Los beatos tuiteaban con una mano y con la otra rezaban el rosario. Facebook explotaba de likes.
La chispa que encendió el fuego, dijeron, venía de mayo del 68. Algunos se arrodillaban y cantaban: "Con flores a María, con flores a porfía". Otros dijeron, al contrario, que el fuego era el castigo divino que caía sobre la Iglesia por haber encubierto cientos de miles de agresiones sexuales durante años. Se dijo que Satanás mismo en forma de llama estaba follándose a la madre Iglesia y que a ésta le estaba gustando. Se dijo que era la Virgen misma, caliente como una mecha y harta de ser violada por la Iglesia, la que ardía de deseo de acabar con sus opresores. Otros vieron en la caída de la flecha un signo de crítica al falocentrismo eclesiástico. Afirmaron que la flecha era un dildo ardiendo clavándose en el mismísimo ano de la Iglesia. Hubo incluso quien vio a la Virgen en llamas y a los bomberos eyaculando sobre su cuerpo. Los beatos se persignaban y se hacían selfies con la catedral de fondo. Algunos, al fotografiar la imagen de la catedral ardiendo, vieron en ella un resplandor denso idéntico al de un agujero negro. Otros dijeron que era el ojo de Sauron. Los más utópicos afirmaron que Notre Dame había querido vestirse frente al mundo con un chaleco amarillo incandescente.

El arzobispo de París afirmó que la que se quemaba era la casa de todos. No sabíamos que era la casa de todos, visto que hay cada noche miles de vagabundos que duermen en la calle y que los refugiados son expulsados constantemente de la ciudad.

No se había apagado todavía el fuego que, en medio de una lluvia ardiente de tuits, aparecieron los poderes eclesiásticos y políticos para comentar la parrillada en directo. El arzobispo de París afirmó que la que se quemaba era la casa de todos. No sabíamos que era la casa de todos, visto que hay cada noche miles de vagabundos que duermen en la calle y que los refugiados son expulsados constantemente de la ciudad. Pensábamos que era la casa del Opus Dei y del turismo. Los representantes políticos coincidieron en afirmar que la catedral era el lugar más visitado de París. La joya de la industria turística parisina estaba siendo transformada en escoria. Y entonces, como en una escena de ópera con decorado a escala real, surgió la figura del jefe del Estado, ahora ya descargado de la preocupación de hablar de los pequeños resultados del Gran Debate. Es una pena que el presidente no sepa cantar también como lo hacen los devotos puesto que sus palabras parecieron un himno nacional-católico. Allí, delante mismo de una catedral envuelta todavía en llamas, afirmó, lo oímos todos: "la reconstruiremos". El fuego era aún tan intenso sobre su cabeza que podrían habérsele quemado algunos pelos. Antes de que se hubiera apagado el fuego, el jefe del Estado ya había decretado la reconstrucción, anunciado un llamamiento nacional a la donación y una exención de impuestos para los ricos donadores.
La quema y reconstrucción de Notre Dame era la mejor de las medidas políticas jamás anunciadas por el joven rey. Su primera medida verdaderamente convergente y nacional. No tardaron en afluir los euros como esclavos de Cristo y soldados patrióticos a rehacer el cuerpo de la madre: no habían apagado todavía el último fuego cuando las arcas del estado ya contaban casi 850 millones de euros. Una sola de estas donaciones hubiera bastado para construir un techo seguro para los vagabundos de París o para erigir una ciudad en la Jungla de Calais para acoger a los refugiados. Un sola de estas donaciones serviría para parar la masacre del Mediterráneo o acabar con la sangría de las clases trabajadoras. Pero no, es mejor, afirma el presidente, reconstruir Notre Dame, si es posible en 5 años, como los Juegos Olímpicos, y que no lo hagan los artesanos locales, que se haga un llamamiento internacional, que vengan las corporaciones arquitectónicas y que hagan con los euros una brillante pira financiera.

Una sola de estas donaciones hubiera bastado para construir un techo seguro para los vagabundos de París.

Al día siguiente, la catedral, aún humeante, amanecía más bella que nunca. La nave abierta y repleta de cenizas constituía un monumento iconoclasta a la historia cultural de Occidente. Una obra de arte no es obra de arte si no puede ser destruida y, por tanto, añorada, imaginada, fantaseada. Si no puede existir en la memoria y en el deseo colectivos. ¿Acaso aquellos que hablan de reconstrucción antes de apagar el fuego no pueden esperar ni un segundo a hacer el duelo? Destructores del planeta y aniquiladores de la vida, construimos sobre nuestras propias ruinas ecológicas. Por eso nos da miedo mirar Notre Dame en ruinas. Es preciso, contra el frente restaurador crear un frente para defender Notre Dame de las Ruinas.
No reconstruyamos Notre Dame. Honremos el bosque quemado y la piedra oscura. Hagamos de sus ruinas un monumento punk, el último de un mundo que acaba y el primero de otro mundo que comienza.
Notre Dame de los ricos, ruega por nosotros. Notre Dame de la violación, ruega por nosotros. Notre Dame del Antropoceno, ruega por nosotros. Notre Dame del capitalismo, ruega por nosotros. Notre Dame del patriarcado, ruega por nosotros. Notre Dame del turismo, ruega por nosotros. Notre Dame de la evasión fiscal, ruega por nosotros. Notre Dame de la corrupción política, ruega por nosotros. Notre Dame de la extinción ecológica, ruega por nosotros…


Filósofo y escritor
22 de Abril de 2019
El País, España

Fuente: El País




Es filósofo, comisario de arte y escritor, considerado uno de los pensadores contemporáneos más influyentes por su trabajo sobre las políticas del cuerpo, el género y la sexualidad. 
Estudió en la Universidad de Princeton y en la New School for Social Research de Nueva York. En  París cursó los  seminarios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales y colaboró en la emergencia de la teoría queer en Francia. 
Algunos de sus libros: Manifiesto contra-sexual (Anagrama, 2002), Testo yonqui (Espasa, 2008) o Pornotopía. Arquitectura y sexualidad en «Playboy» durante la guerra fría (Anagrama, 2010). 
Fue el director de Programas Públicos del MACBA y director del PEI (Programas de Estudios Independientes). Actualmente es el comisario del Pabellón de Taiwán de la Bienal de Venecia 2019.


Link relacionado:  Entrevista a Paul B. Preciado




Carlos Giménez y Héctor Clotet deportados injustamente de México en 1973: “Como creí que me iban a matar comencé a gritar” / artículo de Héctor Clotet, Córdoba, 16 de Abril de 2019.





Carlos Giménez y Héctor Clotet vivían juntos en Ciudad de México cuando fueron injustamente detenidos, torturados y finalmente deportados de México debido a sus actividades artísticas, en  Marzo de 1973.  Carlos acababa de estrenar con gran éxito Fantoche, de Peter Weiss, en la UNAM, y ensayaba Torquemada,  de Augusto Boal. Héctor daba clases de teatro en el INBA y presentaba sus espectáculos unipersonales.  

En el siguiente relato, Héctor nos cuenta parte de aquellos trágicos sucesos.



Héctor Clotet.  Fuente: Héctor Clotet 


Héctor Clotet (izquierda), Carlos Giménez , Daniel Farías y América Alonso.
Fuente: Héctor Clotet 






“Tres policías vestidos de civil  (…)  me paran  con una 
patada en el estómago…”
Fuente: Héctor Clotet 





"Fui maltratado, fui deportado del país como si fuera
 un criminal"
Revista Proceso, México, 15 octubre 1983


Carlos Giménez y Francisco Paco Rabal.  Fuente: Carlos Giménez








Viviana querida, te voy a contar lo vivido en México en 1973.

Estábamos en esa ciudad con Carlos, trabajando cada uno en lo suyo: él dirigiendo y yo con mis unipersonales y dando clases en la Escuela de teatro del INBA, cuando fuimos echados de México. Carlos acababa de tener mucho éxito con un montaje, no recuerdo de cual obra. Ese nefasto día yo salí a buscar unas fotos de promoción en la mañana. Carlos había salido antes del departamento donde vivíamos en Zona Rosa.

Ahí comenzó lo terrible, por lo menos para mí, que en este cuento paso a ser protagonista, porque de Carlos no supe más nada hasta mucho tiempo después. Antes de salir yo había tomado una purga bastante fuerte. Cuando vuelvo a casa salen de la misma tres policías vestidos de civil con mis documentos en sus manos, me paran con una patada en el estómago y me dicen que tengo que acompañarlos. Les dije que sí pero que me permitieran ir al baño antes. Me dijeron que no. La Sra. que limpiaba y nos cocinaba lloraba y les pidió que me permitieran ir al baño. Me acompaño un policía  y, aunque tenía muchos años trabajando con público, jamás un acto tan íntimo fue tan humillante.

Me sacaron del departamento, me hicieron acostar en el piso del automóvil y uno de ellos, sentado, iba pisándome. Tuve suerte porque, cuando me llevaban, un actor mexicano muy famoso en esa época vio todo (no logro recordar su nombre) y avisó inmediatamente a la Escuela o a Bellas Artes, no lo tengo claro. Allí comenzó todo un movimiento tratando de averiguar dónde me tenían. Me llevaron a un lugar de esos con espejos para reconocimientos. Yo veía desde allí a gente de cine, recuerdo sus rostros no sus nombres. Tenía a mi lado un policía armado que me decía que mucha gente venía a preguntar por mí, pero que ellos "no sabían”. Yo buscaba angustiado a Carlos detrás del espejo pero fui inútil; estuve como diez horas allí.

En ese tiempo entré a tres interrogatorios: en el primero me preguntaron si yo me creía "el Che" y me repetían frases que yo les había dicho  a mis alumnos con quienes trataba de analizar las expresiones culturales del país. Yo no podía soportar "las carpas" y "los burlesques". En el segundo interrogatorio me preguntaron qué opinaba de los países latinoamericanos: mis respuestas eran vagas y hasta imbéciles. El tercer interrogatorio empezó totalmente diferente: "pase maestro"..."siéntese maestro"..."una coca cola para el  maestro"... pensé que alguien había hecho algo por mí, pero..."maestro, ¿qué opina de Marx? ¿de Lenin?” Pregunté si esos eran actores mexicanos y ahí estallo la furia, los gritos..."¡¡¡me lo sacan ya del país!!!".

Como creí que me iban a matar comencé a gritar, y el único insulto que me salía era gritarles cucarachas y decirles que ellos no me echaban, que me iba yo de ese país de "m". Me preguntaron, gritando, si yo tenía dinero para el pasaje, grité que sí y que me iba a Venezuela donde residía. Siempre gritando me preguntaron donde tenía el dinero,  dije que en mi casa y de golpe hubo un silencio denso en donde los policías de ese entonces, acostumbrados a "la mordida" y al robo descarado, se miraban desconcertados. Me llevaron, otra vez acostado en el piso del automóvil, a buscar el dinero a mi casa (el escondite de lo ganado en Puerto Rico había resultado eficaz). De allí a una prisión para extranjeros. Una inmensa celda con muchas camas donde éramos tres: yo, un norteamericano apresado por drogas y un muchacho que lloraba debajo de una sábana. Su cuerpo impresionaba por su estado y los colores que tenía por la crueldad de las torturas que había sufrido. Lloraba y repetía "mi novia...mi novia...". Al otro día lo llevaban a la frontera, era de Guatemala. Ese día le habían dicho que hubo una denuncia contra él; estuvo varios meses preso y torturado.

Al otro día los tres presos dimos vueltas en el patio y luego me llevaron al aeropuerto. Allí, además de quedarse con dinero mío, querían quedarse con cosas mías, como mi guitarra. Resistí a los gritos. En el automóvil me llevaron a la escalerilla del avión y no se fueron hasta que el avión despegó. Llegado a Venezuela, el Sindicato de Actores pidió explicaciones al embajador mexicano, quien respondió que yo me había ido de México porque así lo había decidido.

En Caracas me enteré que un grupo de intelectuales y artistas se habían movido por mí en México, entre ellos mis queridas amigas Mercedes Sosa y Chabuca Granda. Entre tanto, en Argentina, salió en Clarín que yo estaba desaparecido y había sido torturado. Mis hermanas, desesperadas, fueron a la casa paterna de Carlos en Córdoba y allí se encontraron con Carlos. Él les sugirió el teléfono de amigos donde podía estar. Me enteré entonces que Carlos estaba bien, que lo de él fue menos complicado, lo agarraron y lo pusieron en el avión. Ni él ni yo teníamos en el pasaporte sellos de deportados, lo que nos ahorró problemas. A los pocos días nos encontramos los dos “subversivos".


16 de Abril de 2019



Lupita Ferrer y Héctor Clotet. Fuente: Héctor Clotet 

Actor, director, profesor, dramaturgo. Nació en Argentina y desarrolló la mayor parte de su carrera en Venezuela, en donde actuó, entre otras producciones, en la famosa película venezolana La Máxima Felicidad y en la exitosa telenovela Niña Bonita.

Héctor Clotet se formó como actor en la Universidad Nacional de Córdoba y con diferentes personalidades latinoamericanas y europeas. Como docente ha ejercido en el prestigioso  Instituto Nacional de Bellas Artes de México (INBA) y  las destacadas escuelas América Alonso y Juana Sujo de Caracas.
Fue director del Teatro Nacional Juvenil de Venezuela (T.N.J.).
Actor de radio, cine, televisión y teatro, actualmente reside en Argentina donde sigue ejerciendo sus actividades profesionales.




Daniel Farías, América Alonso y Héctor Clotet. Fuente: Héctor Clotet