la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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ESTHER DITA KOHN DE COHEN recibió merecido homenaje por ser mecenas de la cultura venezolana y luchadora por la tolerancia: artículos de Paulina Gamus, Elisa Lerner... / El Universal, El Nacional, Nuevo Mundo Israelita, Gentiuno, Caracas, 13-23 octubre 2014


Dita: emoción y vida



Palabras de Paulina Gamus en el homenaje a Dita Cohen ofrecido por la Comunidad Judía de Venezuela el pasado domingo 19 de octubre de 2014 en el Club Hebraica de Caracas



El teatro idish, que fue esplendoroso, nació en Rumania. Su creador fue Abraham Goldfaden quien fundó una compañía itinerante que viajaba por Rusia y otros países de Europa. Si alguien pensaba, como el padre de Franz Kafka que el teatro es un género menor y el teatro idish una muestra de ordinariez, hay que recordar el mismo Kafka fue un entusiasta de ese género. Asistía de manera asidua a las representaciones de una compañía de actores polacos en el Café Savoy, de Praga, y en sus diarios se explayó acerca del valor de esas obras.  







Directivos comunitarios, personalidades invitadas, amigos todos, querida Dita:

Por lo general cuando me proponen ser oradora de orden o decir unas palabras en algún homenaje, mi primera reacción es sorprenderme y hacerme de rogar un poco ¿por qué yo o por qué a mí? Pero hace unas semanas, cuando mi entrañable amiga Marianne Beker me llamó para pedirme que hablara en este acto de homenaje a su hermana Dita, acepté sin el menor titubeo. Fue algo impulsivo porque Dita es también una amiga muy querida y parece fácil hablar de sus virtudes y atributos. Pero, en la medida que fueron pasando los días desde aquella llamada y mi inmediata aceptación, me fue asaltando el miedo de no poder jamás hacer honor a Dita como lo hizo con su arte literario impecable, con sus metáforas y gracejos del idioma, otra queridísima y admirada amiga, la muy laureada escritora y autora teatral Elisa Lerner, en el número del Nuevo Mundo Israelita correspondiente al viernes 3 de octubre del presente año.



Dita y Marianne
Dita y Marianne Kohn



Elisa ha contado con la ventaja de ser amiga de Dita desde la infancia, yo la conocí muchos años más tarde gracias a Marianne y a una de sus mas importantes razones de existir que han sido el judaísmo y la causa del Estado de Israel. Habían transcurrido apenas dos o tres años de la victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días y ya se desarrollaba una agresiva campaña anti israelí que bajo la consigna del anti sionismo, envenenaba a las Izquierdas del mundo con el antiguo y feroz antisemitismo de la Rusia Zarista heredado por la Unión Soviética. Todo había cambiado en ese inmenso país con la revolución bolchevique, menos el odio ancestral a los judíos que ahora esparcían por el mundo con su propaganda, y que los partidos comunistas y otras Izquierdas, se encargaban de repetir.

Marianne fue el motor para crear con otros adultos contemporáneos del momento, un grupo de estudios y acción, que se entrenara para escribir y debatir a favor del Estado de Israel. No sé a quién se le ocurrió darle un nombre que lo hacía parecer como una logia o una sociedad secreta !El Grupo X UNO! Dita era miembro imprescindible del grupo, con su apoyo para todas las iniciativas que surgieran.  

Pero allí no comenzaban ni terminaban  sus aportes a la causa del joven Estado Judío: desde muy joven casi con el nacimiento mismo del Estado de Israel, Dita fue activista de diferentes organizaciones e iniciativas relacionadas con el judaísmo venezolano y con Israel. Su encuentro con el amor de su vida -su único amor- con quien ha celebrado ya  sesenta y un años de feliz vida conyugal, se debió precisamente a que siendo una niña de apenas catorce años de edad, trabajaba con una organización de jóvenes judíos llamada KADIMA, como secretaria, recaudadora de fondos, organizadora de festejos y eventualmente una choferesa que violaba la ley por no tener licencia de conducir. La idea de ese grupo era reunir a la juventud judía que estaba dispersa por causa de sus orígenes. Y fue así que un día un joven ashkenazí estudiante de medicina, llamado Abraham Krivoy llevó a una reunión de Kadima, a un joven de origen mizrahí u oriental, estudiante de ingeniería, llamado Salomón Cohen Levy. 


Dita y Salomón boda
Boda de Esther “Dita” Kohn y Salomón Cohen



No se si el flechazo fue inmediato pero lo que si es cierto es que aquel joven moreno y apuesto, estaba destinado a ser, hasta el día de hoy, no solo el novio, esposo y padre de sus seis hijos, sino además el compañero inseparable de Dita, la causa primaria de su felicidad y también de sus desvelos. Por suerte la felicidad ha sido inmensa y los desvelos menores.
El homenaje que hoy se le rinde a Dita es por su contribución a la actividad teatral en el país. La actriz y directora de teatro Marta Candia, con la que Dita fundó el Grupo Prisma, ha escrito lo siguiente: Dita ha ayudado a tanta gente…ha sido siempre tan refinada y generosa…siempre persiguiendo la excelencia en los montajes de Prisma y en todos los gestos que hizo ayudando a otros de infinitas maneras….en el teatro y en la vida real   “Honor al que Honor merece….” Fue la productora más importante que tuvo el teatro judío en Venezuela….no solo en cantidad de obras sino en calidad y por el compromiso asumido en la escogencia de textos dramáticos. Porque los textos eran aprobados por Dita, por su identificación en las más puras manifestaciones del hombre: el deseo de libertad y el oprobio a los regímenes esclavizantes e ignorantes de los derechos humanos.
No fue solo Prisma sino también las obras que produjo o participó en la producción a través del Espacio Anna Frank y otras instituciones. Las personas que recibieron su generosidad recuerden su sonrisa y su palabra amable y trascendente”.

Muchos se preguntarán por qué una economista a quien un marido y seis hijos le dejaron poco espacio y tiempo para dedicarse a su profesión, decidió un día que la promoción teatral era algo importante para su realización personal. Una vocación que debía atender y satisfacer. Un sueño que realizar. Habría que remontarse a lo que la misma Dita ha contado de su infancia y juventud para entenderlo. 

Vivió en una casa llena de libros en la que se reunían amigos de sus padres y jóvenes con inquietudes intelectuales, para discutir sus lecturas. Perteneció a una familia profundamente judía, no en el sentido religioso del término, sino de pertenencia a un pueblo milenario con una cultura también milenaria. No por azar llamado El Pueblo del Libro. En la casa de Mote Kohn y Nulka Wager,  la cultura judía flotaba en el aire y la respiraban a diario sus hijas Marianne y Dita. Si bien el teatro no estaba entre las prioridades de aquellas inquietudes literarias, y los padres no parecían aficionados a esa disciplina artística, Dita lo fue desde niña quizá sin tener conciencia plena de ello. Su escuela primaria estaba situada muy cerca del Teatro Nacional a donde con frecuencia escapaba con su hermana Marianne y otras amigas, para ver los ensayos de algún espectáculo desde un escondido palco. El acceso era posible gracias a la complicidad de su amigo Zigie Rieber. Un poco más allá estaba la Radiodifusora Venezuela, a la que llegaban connotados artistas del cine mexicano, cantantes y orquestas para hacer presentaciones en vivo y con público. Quienes hayan visto la película Radio Days, de Woody Allen, entenderá la importancia que tuvo la radio en las personas de nuestra generación, una relación afectiva que nunca pudo ser sustituida por la televisión.


Dita películas preferidas


Para completar este cuadro de vocaciones tempranas, la abuela materna era fanática del cine y todos los días iba con las nietas Marianne y Dita a ver las películas más populares de la época, las rancheras con Jorge Negrete y Pedro Infante, las lacrimógenas con Sara García y las de la época de oro del cine argentino en las que destacaban dos actrices judías, Paulina Singerman y Amelia Bence.


Dita era desde aquellos tiempos una gran declamadora y lo es todavía. Es un placer oírla recitar los poemas que aprendió en la niñez y nos causa  sana envidia a sus coetáneas incapaces de recordar situaciones y hechos que ocurrieron hace apenas una semana.

Y como estaba predestinada para dejar una huella, una impronta en el teatro venezolano, su primer montaje lo hizo en la escuela primaria. La historia era así: Simón Bolívar estaba pasando una noche en San Mateo y dormía en una hamaca sobre unas almohadas; junto a él dormitaba un muchacho encargado de atenderlo y cuidarlo. De pronto, Bolívar se despertó y tuvo ganas de tomar café, pero al ver que el joven se había quedado dormido, le dio lástima despertarlo y fue solo a preparárselo. Cuando regresó, encontró un puñal clavado en las almohadas. ¡Alguien lo había intentado apuñalar y había salido corriendo!. Dita cuenta que ante la novedad de su obra, decidieron montarla en el colegio y todo el mundo le prestó cosas: en el colegio juntaron las dos mesas que se utilizaban en las  reuniones de profesores para hacer el escenario; su mamá le dio ropa de la lavandería que tenían en la casa, para hacer el vestuario, el abuelo unas babuchas azules que convirtieron en botas. Ese fue su verdadero inicio en el arte teatral.

Muchos años después Dita tuvo que imponerse en su propia familia para dedicar tiempo y esfuerzos a su pasión por el teatro. A sus hijos no les agradaba ver a su mamá en esas lides y aunque Salomón tampoco era muy entusiasta, no puso objeciones y le hizo ver a sus hijos que debían respetar el deseo de su mamá de hacer algo que la llenaba de satisfacción. Hay un viejo chiste judío en el que tres madres hablan -como es natural- de los hijos. Una alaba las excelencias del suyo que quiere ser médico, la otra se explaya en alabar al suyo que aspira ser ingeniero. La tercera dice que su niño quiere ser rabino. Las dos amigas se asombran ¿Acaso esa es una profesión para un joven judío? Mutatis mutandis pudiéramos preguntarnos todos si el teatro es una actividad normal o apta para una señora judía, que debemos repetirlo, tenía un marido, seis hijos y además comenzaba su dilatada trayectoria de abuela.

Yiddish Theater



Recordemos aquí que el teatro judío tiene una historia tan antigua como su pueblo. En tiempos inmemoriales se trataba de representaciones bíblicas. Luego, con la conquista de las tierras de Israel por los griegos, se sumó la tragedia griega. En el exilio en Babilonia, el teatro judío evoluciona con las dramatizaciones del Libro de Esther. A partir de la Edad Media, la festividad de Purim y los disfraces, estuvieron en el centro de las representaciones judías, acompañadas de música y cantos.

El teatro judío en lengua idish alcanzó cotas de grandeza en Nueva York y en Buenos Aires. No en balde fue una judía Juana Sujo quien fundó prácticamente el teatro moderno en Venezuela. Y varios dramaturgos judíos figuran como estrellas en la historia del teatro venezolano: Isaac Chocrón y Elisa Lerner, ambos Premios Nacionales. Moisés Kaufman triunfante en Nueva York, y Johnny Gavlosky. La exposición itinerante “Una huella en el teatro venezolano”, presentada por Espacio Anna Frank, hace honor al aporte que miembros de la comunidad judía de nuestro país le han hecho al teatro como espectáculo y como creación literaria.




Esther Dita Cohen



Con estas breves notas históricas, he querido poner de relieve porqué la pasión de Dita por el teatro tiene mucho que ver con su ferviente amor por la cultura y las tradiciones judías. Voy a transcribir sus propias palabras sobre el primer montaje que hizo el grupo PRISMA, que Dita fundó. Cito:

 “Marta Candia trabajaba en Buenos Aires en la fábrica de Galletas Bagley como programadora de computadoras; a la par estudiaba teatro que era su vocación real. Llegó a Venezuela como actriz para participar en el montaje de Las Criadas, de Jean Genet, y aquí se quedó. Su idea era presentar seis episodios de la obra de Bertolt Brecht titulada: Terror y Miserias del Tercer Reich; cada uno de ellos reflejaba una situación cotidiana de aquel tiempo inmediatamente anterior al Holocausto.  

Aunque Marta Candia era prácticamente una hippyusaba vestidos largos, sandalias y vendía artesanía en el Ateneo—, yo tuve la intuición de que esa muchacha merecía la oportunidad de hacer lo que ella quería y como a mí también me apasionaba el teatro y aquella obra tocaba ese punto de la exclusión de los judíos, que siempre me ha mortificado, pues decidí que había que montarla. Y cuando a mí me entra algo en la cabeza soy más fuerte que el demonio; cuando quiero hacer algo tengo que hacerlo. Le pedí entonces que me explicara con exactitud para qué necesitaba el dinero que pedía. Ella había conseguido en Rajatabla que le prestaran una suerte de urna porque uno de los episodios, titulado «El Cajón», se desarrollaba en torno de ese cajón cerrado con clavos en cuyo interior había un muerto por tortura; pero necesitaba además un teléfono, una silla, una mesita, un abrigo de pieles, una maleta y sobre todo dinero para poder pagarle a quienes trabajarían allí. Recuerdo que tenía muy buenos actores: el argentino Ricardo Lombardi, quien se dedicó luego a la dirección teatral,  la uruguaya Ada Nocetti, Lili Amiel, entre otros, y la misma Marta representaría el monólogo de «La Mujer Judía».En este momento me acuerdo sobre todo de los dos que más me impresionaron: «La mujer judía» y «La cruz de tiza». En este último episodio se muestra cómo se descubría y delataba a los «enemigos» del régimen y la forma en que se marcaba a los judíos con una cruz blanca en la espalda para que la gente los maltratase, para que no les vendiesen alimentos o los tumbaran cuando estaban haciendo una cola. En el caso de «La Mujer judía», cuyo argumento me conmovió mucho, la protagonista era una judía que estaba casada con un prestigioso médico alemán. Ella aparecía en escena haciendo su maleta para marcharse y realizaba varias llamadas para anular los compromisos que tenía ese día, para pedirle a la cuñada con mucha preocupación que cuidara al marido porque ella temía que quedara muy mal tras su partida, para despedirse de una amiga y explicarle lo terrible que era para ella dejarlo y cómo habría de convencerlo de que no la siguiera, ya que seguramente él insistiría…  Las razones de su partida eran claras: si él no se divorciaba de ella, perdería, en principio, su cargo como Jefe de Sala. Frente a una silla, la mujer ensayaba el modo en que se despediría de su esposo Fritz en cuanto llegase. Finalmente él abría la puerta, ella le explicaba que estaba haciendo la maleta para irse por un par de semanas y le pedía que le pasara el abrigo de piel que no necesitaría sino hasta el próximo invierno. Él se lo entregaba diciéndole que le parecía bien que se marchara… Después de aquel parlamento bellísimo que daba cuenta de todo el amor que ella sentía, pues él respondía con esa indolencia.



La sonrisa de Dita




Para comenzar, tomé un teléfono de mi casa, rojo, que se destacara en escena. Luego le pedí prestada a mi tía Nusia una sillita de bronce —que por supuesto le devolví ¡aunque con mucha lástima porque me la quería quedar!—. Me llevé también una mesita japonesa muy bella, negra con rosas. Por cierto, Marta la tuvo en su casa mientras vivió en Venezuela, pero cuando se fue a Canadá la recuperé y se llama la mesita de «La Mujer Judía». Agarré un abrigo mío que por fuera era de gamuza y por dentro de pieles; lo volteamos y ahí estaba el abrigo de piel. ¡Ah!, y también le llevé una maleta muy bonita y una cartera. Del resto, necesitaba como unos dos mil quinientos bolívares para pagarle a actores y técnicos. Yo me pregunté, ¿será que le robo a Salomón de los bolsillos? Ja, ja, ja. ¡No! Pero sí le dije que necesitaba unos doscientos bolívares más semanalmente porque quería ayudar a montar una obra de Brecht contra el antisemitismo… y por ahí logré convencerlo.Finalmente compré unas cornetas para poder distribuir mejor el sonido pues el espectáculo se desarrollaba en toda la sala del teatro. Marta logró montar seis pequeños escenarios en uno solo; cada uno estaba cubierto con un trapo negro y cuando un episodio terminaba, ella tapaba ese escenario y descubría la próxima escena. La obra fue presentada en el teatro Luis Peraza en 1979 y a mí me fascinó. En el estreno, cuando comenzó el episodio de «La mujer judía» lo primero que me preguntó Salomón fue: «¿Qué hace mi maleta allí?». El caso es que al ver cómo una muchacha que solo había estudiado actuación hizo ese montaje con nada, me entusiasmó la idea de trabajar con ella y hacer algo por el teatro”. (Fin de la Cita)


PRISMA montó muchas obras no relacionadas con la temática judía, entre ellas:

 El triciclo, Fernando Arrabal (1980)
Los siameses, Griselda Gámbaro (1981)
El cero transparente, Alfonso Vallejo (1982)
El beso de la mujer araña, Manuel Puig (1983)
El archivo, Tadeus Rosewicz (1983)
El gorro de cascabeles, Luigi Pirandello (1984)
Sarah y el grito de la langosta, John Murrel (1984)
Háblame como la lluvia y déjame escuchar, Tennessee Williams    (1985)
Más allá de la vida, Johnny Gavlovski (1986)
La pasión lorquiana, versión Marta Candia (1986)
El Romancero Español,  collage (1987)
Altamar, Slawomir Mrozek (1987)
El placer de ser honrado, Luigi Pirandello (1988) 
El cementerio de automóviles, Fernando Arrabal (1988)
Niu York, Niu York, Luis Chesney (1989)

Dita recuerda que fue una gran sorpresa y una inmensa satisfacción para PRISMA cuando en 1984 obtuvieron el primer premio dentro del marco del Festival Pirandello -un festival en el que participaba la flor y nata del teatro venezolano- con la obra El gorro de Cascabeles. No pudieron presentarla en Italia, a donde estaban invitados, por falta de recursos.

Sin embargo, en agosto de 1980, Dita consiguió con personas amigas los pasajes y viáticos para traer al país al Teatro Nacional de Israel Habima con un montaje en yidish: Jojme Ligt Keshene (¿lo pronuncié bien?.) Fue una hazaña porque se trataba de cincuenta y cuatro personas con un container de vestuario. El montaje fue extraordinario y muy exitoso.

PRISMA, con el entusiasta patrocinio de Dita Cohen, fue no solo una compañía teatral sino una escuela que formó actores, directores, escenógrafos y otros profesionales del hecho teatral. Llegó  sin embargo el momento de decirle adiós a ese sueño que Dita convirtió en realidad, pero que amenazaba con transformarse en pesadilla por la cantidad de trabas  y escollos que debió enfrentar.

Después de esa experiencia invalorable, Dita fue presidenta de la Comisión de Cultura de la Unión Israelita de Caracas. Estas palabras se harían interminables si enumero lo que significó su presencia siempre activa y creadora al frente de esa responsabilidad. Sonia Silzer podrá explicarlo mucho mejor que yo.

Luego le ha tocado ser el pilar fundamental de una institución que día a día gana respeto y prestigio en la convulsionada Venezuela de estos tiempos, como es Espacio Anna Frank, creada para promover la convivencia y el respeto a las diferencias de cualquier índole.

Hoy le hacemos un homenaje a Esther Dita Kohn de Cohen por sus aportes  al teatro venezolano. Pero habría que hacerle uno cada semana de un año y quizá no alcanzarían, para reconocer y agradecerle el mero hecho de su existencia como ser humano excepcional.  En Dita se encierran no solo las virtudes de la generosidad, la solidaridad, el amor al prójimo y demás mandamientos bíblicos, sino también una inteligencia fuera de serie para ser el eje de una familia como pocas.  6 hijos, 23 nietos y no se si ya son 23 o 24 los bisnietos, que se aman, se compenetran, se respetan y tienen un alto sentido de la responsabilidad y de la calidad humana. Varias de sus nietas siguen hoy los pasos de Dita en importantes obras de acción social.


Salomón y Dita
Salomón y Dita


Salomón ha sido indispensable para que Dita haya realizado la mejor obra de su vida, que es su familia pero Salomón no habría podido ser la persona que es,  sin el complemento de Dita.

Sólo me resta formular votos porque tu presencia entre nosotros, querida Dita, se prolongue por varias décadas más y que siempre tengas salud y energía para que continúes regalándonos tu alegría de vivir, de servir, de ayudar y de compartir.



Paulina 16

Paulina Gamus*
Hebraica (Caracas) domingo 19 de octubre de 2014

*Abogada y política venezolana
23 de octubre de 2014
Fuente: Gentiuno







Querida Dita / artículo de viviana marcela iriart, 29 de septiembre de 2014


Dita Cohen años 80. Fuente: Marta Candia

Querida Dita: Hace varios años te dije, y ahora me da mucho placer decirlo en público, que el mundo sería un lugar más hermoso si existieran más personas como tú. Tú te sonrojaste, sonreíste con timidez y bajaste los ojos. Hoy agrego que si las Naciones Unidas eligieran a las 7 personas más maravillosas del mundo, tú serías elegida por unanimidad las 7 veces. No porque no haya personas maravillosas, algunas de ellas están en esta sala, sino porque tú eres la suma de todas ellas. 

Tu calidad humana es tan grande que te coloca en un plano espiritual fuera de nuestro alcance, un plano en el que hay muy pocas personas. Pero tú siempre bajas a nuestra altura, porque eres conmovedora y maravillosamente humilde.

Tú has ayudado  a tantas personas que no alcanza la vida  para contarlo. Y  lo haces  en silencio. Y dando no lo que te sobra sino lo que el prójimo necesita.

Es para mí un honor, un orgullo y una alegría que tú seas mi amiga desde hace 30 años, cuando me contrataste como directora de Promoción del Centro Cultural Prisma, en Los Palos Grandes, y desde el primer día me trataste como a una amiga no como a una empleada. Lo que más me conmovió entonces, y me sigue conmoviendo ahora, es tu bondad, tu generosidad y tu humildad. Y me encanta tu humor y tu mente brillante siempre inventando proyectos para ayudar a la gente. En 30 años nunca te escuché hablar mal de nadie, ni siquiera de las personas que te abandonaron cuando tuviste que cerrar tu gran sueño, Prisma, por la desidia gubernamental, y Venezuela perdió la mejor escuela de teatro que jamás haya tenido. Por suerte seguiste produciendo teatro, porque eres una de las mejores productoras del mundo. Pero tu amor por la humanidad no menguó y entonces fundaste el Espacio Anna Frank, una ONG que promueve la tolerancia, el entendimiento y la paz.

Pero había una cosa que me irritaba de ti: que ayudaras a gente arribista  y desagradecida, esa que siempre revolotea a tu alrededor. Cuando te lo reclamaba, tú sonreías con ternura y me decías: “La están pasando mal y, ¿quién es perfecto?” Allí donde yo veía arribismo tú, con tu infinita bondad, veías la necesidad.

Confieso que no te entendí hasta hace 2 años atrás, cuando me invitaste a almorzar a tu  casa y dijiste, no es textual pero casi: “Yo agradezco cuando una persona me pide ayuda, porque al permitirme ayudarla me ayuda a mí a convertirme en mejor persona”.  Querida Dita, tú no existes: tú eres un milagro.

Por todo esto, gracias por dignificar a la raza humana y ojalá que este homenaje se reproduzca por el mundo, porque tú, querida, amada, admirada Dita,  eres el Mejor Patrimonio de  la Humanidad.

Y estoy segura de que  Vinicius de Moraes pensó en ti cuando escribió:


Un abrazo enorme como nuestro Ávila,

Ex directora de Promoción del Centro Cultural Prisma. 
Escritora.
City Bell, 29 de septiembre de 2014.
Fuente: vmi

Artículo escrito para el homenaje realizado a Esther “Dita” Cohen como mecenas de la cultura venezolana,  el 19 de octubre de 2014 en Hebraica, Caracas.



"Si todos fuesen iguales a ti" Vinicius de Moraes





Dita Cohen, fundadora del Centro Cultural Prisma: "La rebelión del teatro no es sutil" / entrevista Revista Primera Fila, Caracas febrero1985



Fuente: Revista Primera Fila





Fuente: viviana marcela iriart


Homenajearon a Esther "Dita" Cohen por apoyo a la cultura / Humberto Sánchez Amaya, Caracas 20 de octubre de 2014, El Nacional
Dita Cohen homenajeda. Foto Raúl Romero
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El evento se realizó en el Hebraica, se hizo un repaso de su aporte al arte y se habló de los proyectos actuales 

Por su trayectoria en la promoción del teatro y la cultura en Venezuela, la comunidad israelí en el país rindió homenaje a Esther "Dita" Cohen, actual presidenta del Espacio Anna Frank.

“Lo recibo con mucho cariño, con mucho amor. Ahora que conocen mi pasado deben saber lo que tengo para el futuro, porque todavía tengo futuro”, dijo en el acto realizado ayer en el Hebraica quien fue durante años directora de Cultura de la Unión Israelita de Caracas.
En el evento varios de los invitados recordaron cómo fueron los inicios de Cohen en el teatro, cuando formó hace más de 30 años el grupo teatral Prisma, que llegó a hacer montajes como El triciclo de Fernando Arrabal, El cero transparente de Alfonso Vallejo, Los siameses de Griselda Gambado y El gorro de cascabeles de Luigi Pirandello.

Entre los proyectos que Cohen lleva a cabo con el Espacio Anna Frank está la realización de exposiciones itinerantes en varios centros comerciales y universidades, con el objetivo de promover el respeto a las diferencias. También editan material didáctico para centros educativos.

“La modernidad nos ha hecho dar cuenta de lo importante que es la imagen para dar a conocer el mensaje”, afirmó la homenajeada, de 79 años de edad.
Recordó que hace poco publicaron el libro Rumbo a la libertad, con testimonios de personas de la comunidad judía que emigraron a Venezuela. Informó que en imprenta se encuentra el segundo título de la serie sobre la tragedia de Vargas en 1999.

©Humberto Sánchez Amaya
Caracas 20 de octubre de 2014
Fuente: El Nacional

Esther “Dita” Cohen: una fuente de inspiración, por  Mercedes Chocrón de Russo, Nuevo Mundo Israelita 


Homenaje comunitario y como mecenas de la cultura en ocasión de la clausura del Festival de Teatro Interclubes 2014



Desde su juventud, Esther “Dita” Cohen se subyugó al teatro, entregó su pasión a su comunidad y a todos sus congéneres. Su alma altruista se desbordó a todo su entorno. Dita ha impulsado la realización de múltiples obras teatrales, exposiciones, conciertos, proyectos editoriales y eventos culturales dentro de nuestra comunidad y en Venezuela. El 19 de octubre, cuando baje el telón del Festival de Teatro Interclubes 2014 cuyo premio este año lleva su nombre, el CSCD Hebraica se honrará en homenajearla junto a distinguidas personalidades del medio artístico y cultural de Venezuela, familiares y amigos en ocasión de atestiguarle nuestro reconocimiento a una vida ejemplar dedicada a su familia, su comunidad y su país.
El tributo tendrá lugar a las 11 de la mañana en el Centro Creativo Brief-Kohn y en la premiación del Festival a las 6 de la tarde en el Anfiteatro Jacobo y Sofía Mishkin de Hebraica.


Pasión por el teatro 

La repuesta a la pregunta de dónde viene esa pasión de Dita Cohén por el teatro es muy clara. A media cuadra de la escuela pública para niñas donde Dita, su hermana Marianne y Elisa Lerner cursaron primaria, estaba el Teatro Nacional. Desde su niñez, gracias a esa vecindad teatral le viene el amor por el arte de las tablas.
Su amiga de la infancia Elisa Lerner escribió sobre ella recuerdos entrañables: “No extraña en Dita esa vocación profunda hacia el teatro al proceder ella de una familia judía. Los judíos con miembros de una parentela fragmentada —muchas veces diezmada— por una historia adversa, en el ir y venir del escenario, encuentran consuelo en esos  parientes de ficción que son los personajes de, pongamos por caso, Arthur Miller. A veces no tan distintos de otros parientes de la verdad consanguínea. Pero, de igual manera, casi de ficción, porque un largo avatar, una larga desdicha, hizo que, en ocasiones, solo se les haya conocido a través de cartas remotísimas y de fotografías desleídas… Toda vocación ina­go­ta­ble viene de la niñez. No sé de qué ar­ti­mañas se valió Dita. ¿No se tiene dicho que era ella una niña muy lista? Pero, de seguro, fue esa su primera emprendedora aventura de éxito. Entrar al gran teatro, vecino a nuestra escuelita, maravillarse con lo que sucedía en la escena y persistir”.

Una fuente de inspiración


Sonia Zilzer, directora de la Biblioteca Leo Anita Blumn de la Unión Israelita de Caracas, expresó sus recuerdos sobre la homenajeada: “El paso de Dita por Cultura de la UIC es el paso de una fuente de inspiración, de un motor en marcha, de la alegría contagiosa para emprender los proyectos, de dejar tras de sí gente que sigue con entusiasmo el camino dejado por ella. Dita decía que el trabajo de cultura era la construcción del ‘edificio virtual del Judaísmo venezolano’, que los pioneros dejaron bien sentadas las bases de nuestra kehilá y que nuestra labor era darle aún más riqueza, cultura y belleza a nuestras tradiciones”.

Mercedes Chocrón de Russo
Gerencia de Comunicaciones e Información del CSCD Hebraica



Trabajos de Dita Cohen en la UIC


Obras de teatro
El mono
El grito de la langosta
Lecturas de Miller
Ladrona de almas
Número 174517 Auschwitz

Exposiciones
Reflejos de nuestra presencia en Venezuela
Bar Mitzvá: fe, tradición y arte
El colegio: Pasé o pasó por mí
Bauhaus
Germinaciones.

Proyectos editoriales
Valió la pena
Noticia de una diáspora

Ciclos de charlas  y eventos:
Café con fe, charlas con el rabino Brener
Mameloshen: conversa en idish
 Abriendo libros: círculos de lectura.

Eventos musicales
Ballet de Jerusalén en Caracas
Festival de Corales
Homenaje a Jacques Braunstein
 Brundibar.

Además de charlas, conferencias y cursos con invitados nacionales e internacionales, organización de la biblioteca y restauración del Museo Kern, ciclos de cine y festival gastronómico.



Nuestra Dita


La energía sin treguas para ella misma, el coraje inmenso que ha sido su destino en Dita estuvo presente desde siempre en la niña torrencial y, al unísono, de una generosidad precisa. Eran dos hermanas. El árbol del azar a veces despliega sus hojas con alguna benevolencia. De modo que el encuentro con Dita y su hermana Marianne, ligeramente mayor, tuvo lugar en la escuelita federal de la esquina de Cipreses. No importa si luego el albur no nos hubiera permitido seguir mayores estudios. En tan modesta escuelita recibimos buena formación para desentrañar algunos pliegues del mundo. A Dita y a Marianne desde el primer momento las vi como unas hermanas con sello propio. De alguna manera aún vagarosa sabía que dejarían honda huella en el corazón de mis días.
Con Marianne compartí los grados, los diversos salones donde nuestra infancia fue rodando. Era brillante, alta, muy alta y bellísima. Se le daba muy bien todo, la ardua matemática, los poemas que escribía. Dita era robusta, ágil y bien plantada. Inventaba bromas, rochelas, juegos. No sabía ella misma, en la edad de la inocencia, que sería su forma de inicio para un conocimiento de los  desdoblamientos del teatro. Pero apartaba las bromas, las rochelas, los juegos si tenía una compañerita llorosa al lado a la que podía prestar consuelo activo. En suma, Marianne era la intelectual. Pero en la traviesa y, a la vez, compasiva Dita asomaba una hacedora.
Una vez, en una matinée de la infancia, recuerdo haberme topado con Marianne y Dita mientras veíamos El ladrón de Bagdad en el viejo cine “Olimpia”, donde Sabú, un muchacho hindú, iba por los cielos en alfombra mágica cumpliendo sin más todos sus recados. Y, quizá, en otro cine de barrio, a rebotar, con nuestras respectivas familias embelesados todos con El gran vals. Pido de antemano perdón a los respetables rabinos de luengas barbas que nos alientan con sus rezos y sus cálidas tazas de té. Para nosotras, hijas de jóvenes parejas idish emigradas de Europa, Hollywood con sus grandes productores, directores y actores judíos no dejaba de ser como una sinagoga fantasiosa, divertida y por demás cosmopolita.
Dita, al igual que Marianne, se manejaba estupendamente bien en el mundo pragmático del día, el de los números y en el de la noche, el de las artes. Sin medias tintas en la vida, mientras estaba por graduarse de economista la recuerdo esposa jovencísima, casi adolescente, muy deportiva, caminando por la Ciudad Universitaria bajo un sol de justicia en uno de sus primeros embarazos. Hoy rodeada de su floreciente y triunfal familia ella me parece la alcaldesa más feliz de una ciudadanía entrañable.
Dita, la precoz hacedora, siguió construyéndose en las dos veredas que la han significado: el teatro y la devoción solidaria por la gente. Porque guardo el recuerdo de una mujer no judía a la que después de años de no verla la encontré, da pena decirlo, algo desmantelada, hecha casi una ruina. En medio de ese cuadro tan poco favorecedor los ojos le chispeaban de entusiasmo, de alegre agradecimiento cuando, casi de inmediato, hizo alusión a Dita, a lo buena compradora de sus cuadros que había sido. Al parecer esta inteligente y culta mujer, visitada por el desamparo como Blanche Du Bois, había devenido en pintora. El amable corazón de Dita tiene una vasta memoria para recordar y aliviar el dolor y la necesidad del otro que para ella son fraternos no solo en nuestra comunidad.
No puede hablarse de Dita sin mencionar uno de sus hijos más preciados, el grupo teatral “Prisma”, del cual fuera fundadora y principal animadora y que diera lustre a nuestro teatro por años. ¿Qué empujó a Dita a su pasión por el teatro? Quizá, lo mismo que a otros hombres y mujeres judíos del teatro. La necesidad de “entretenerse”, de ser otros mientras olvidan por algunas horas la amarga historia de la que provienen.
Solo puedo añadir que mi vida, quizá, hubiera sido otra, más pobre, de no haberme encontrado justo a tiempo en la felicidad de la infancia con Dita y su hermana Marianne. A Dita le debo, siempre le deberé, no escribir para ella unas páginas de estremecida belleza como las del reportaje de Ida Gramcko publicado en el “Papel Literario” que rescatara para mí siendo ella aún una niña en la tierna edad iluminada ya por esa gentileza de corazón que arroja lejos de sí todo mal sobre el mundo.




Caracas, 17 de octubre de 2014


Premio Esther Cohen

El Universal, 13 de octubre de 2014

Por una labor



Del 5 al 19 de octubre, tendrá lugar el XXII Festival de Teatro Interclubes 2014  Beyajad (Unidos) Premio Esther Dita Cohen, organizado por el Centro Social Cultural y Deportivo Hebraica, institución ganadora en la edición de 2013. Participarán 11 agrupaciones del país. En esta oportunidad se le rendirá un homenaje a Esther "Dita" Cohen, fundadora del Centro Cultural Prisma en la parroquia La Candelaria. Este año, el premio del Festival lleva el nombre de esta figura de la cultura, Esther "Dita" Cohen, benefactora de numerosos grupos teatrales, que  siempre continúa ofreciendo su apoyo incondicional. Este merecido homenaje se llevará a cabo  el domingo 19 de octubre y ese mismo día tendrá lugar la premiación del Festival.

El Universal, 13 de octubre de 2014 

Fuente:  El Universal









Dita Cohén o las piedrecillas del futuro /  por  Elisa Lerner, Caracas marzo 2007




Ahora festejamos el casi cuarto de siglo que Dita Kohn de Cohén ha entregado al teatro, primeramente, fundando el grupo “Prisma” que durante años mantuvo su sede en lo que fue el antiguo teatro “Caracas”. Nada menos desde donde la bella y famosa actriz Pepita Serrador nos hizo padecer en un dramón de Darío Nicodemi y se oyeran las voces de los “Niños cantores de Viena”. Pero, en “Prisma”, también, nada menos, contó con gente de la calidad escénica de un Omar Gonzalo. No extraña en Dita esa vocación profunda hacia el teatro al proceder ella de una familia judía. Los  judíos con miembros de una parentela fragmentada –muchas veces diezmada- por una historia adversa, en el ir y venir del escenario, encuentran consuelo en esos  parientes de ficción que son los personajes de, pongamos por caso de Arthur Miller. A veces no tan distintos de otros parientes de la verdad consanguínea. Pero, de igual manera,  casi de ficción, porque un largo avatar, una larga desdicha, hizo que, en ocasiones, solo se les haya conocido a través de cartas remotísimas y de fotografías desleídas.

No he dejado de preguntarme acerca de los orígenes de una intensa vocación hacia el teatro por parte de Dita. Y, claro, la repuesta es muy clara. A media cuadra de la escuela pública para niñas donde Dita, su hermana Marianne y servidora cursamos primaria estaba el Teatro Nacional ocupando una esquina. Toda vocación inagotable  viene de la niñez. No sé de qué artimañas se valió Dita. ¿No se tiene dicho que era ella una niña muy lista?  Pero, de seguro, fue esa su primera emprendedora aventura de éxito. Entrar al gran teatro, vecino a nuestra escuelita, maravillarse con lo que sucedía en la escena y persistir.



Caracas 2007
Publicado en el programa de mano
temporada teatral en el Ateneo de Caracas
en homenaje a Esther "Dita" Cohen 

Muchísimas gracias a  Elisa Lerner por habernos permitido publicar este texto.








El Globo, Caracas






Una Huella en el Teatro Venezolano / Dra. Susana D. Castillo, San Diego State University, Latin American Theatre Review, Estados Unidos, 2008



Esther Dita Cohen, una de las fundadoras del
Espacio Anna Frank y gran promotora
de la cultura venezolana.





El desarraigo es un tema recurrente en el desarrollo del teatro latinoamericano ya que va íntimamente vinculado a su búsqueda de identidad. En la Venezuela de hoy, cuyo proceso histórico atraviesa inusitados cambios, la exploración de esta temática es aun más urgente. Por eso es digno de reconocimiento el hecho de que la institución Espacio Anna Frank se haya impuesto la tarea, de gran envergadura y sin precedentes, de rescatar las huellas de los hacedores del teatro venezolano a través de una muy documentada y singular exhibición.

UNA HUELLA EN EL TEATRO VENEZOLANO fue inaugurada en el Ateneo de Caracas en mayo del presente año. La Muestra tiene caracter itinerante con el objeto de llegar hasta otras instituciones culturales de la capital así como a ciudades del interior y países circunvecinos. La exposición se despliega en grandes baúles - aludiendo a los primeros comediantes que se desplazaban por pueblos con su carga lúdica - y representan cuatro periodos de la evolución histórica venezolana a partir de 1945 al mismo tiempo que se proyectan sus correspondientes hallazgos en el desarrollo teatral.

Durante tres años, de manera rigurosa, un equipo de profesionales del Espacio Anna Frank - bajo la coordinación general de Ilana Becker - se dio a la tarea de revisar y seleccionar la documentacion del acontecer escenico de mas de medio siglo en un afan de recrear y preservar la azarosa trayectoria del teatro en la memoria colectiva del habitante de hoy. El vasto proceso incluyo los textos de obras significativas así como estudios críticos, antologías, afiches, programas, vestuario y demás componentes de la farándula para la intelección panorámica y directa de la evolución teatral ante un público amplio. Es de anotar que estos recursos fueron atinadamente enriquecidos por la presencia de veintinueve entrevistas, disponibles en formato DVD, realizada a directores, actores, promotores, dramaturgos y productores. Maria Cristina Lozada, Miriam DemboMarta CandiaOmar GonzaloViviana Marcela IriartMoises Kaufman (quien actualmente se destaca en New York y cuyas obras le han ganado un Tony), se incluyen en la variada selección de entrevistados. Vale añadir que la muestra subraya asimismo el aporte de notables figuras de origen judío - Elisa LernerIsaac ChocrónDita Cohen (fundadora del Centro Prisma), entre muchos más - quienes de una u otra forma han descollado en su tenaz esfuerzo por el devenir del teatro. Así, esta exhibición también logra resaltar las características de inclusión y diversidad coexistentes a lo largo de la historia de este teatro. De ahí también que su contenido abarque, a la par que las mas relevantes figuras de origen venezolano, a aquellos extranjeros -como Alberto de Paz y Mateos (España), López Obregón (México), Juana Sujo (Argentina), Horacio Peterson (Chile) y otros tantos, que determinaron los derroteros del acontecer escenico con sus perspectivas innovadoras.


Fedra López y Rosalinda Serfaty en "Puerta Abierta al Mar" de viviana marcela iriart en el libro "Una Huella en el Teatro Venezolano", edición Espacio Anna Frank, Caracas 2008




Maria Clo Reina, integrante del equipo de investigación, indica que el texto central de la Muestra fue escrito por Javier Vidal quien acertadamente selecciono los títulos de cada periodo realizando un juego de palabras con los términos Libertad, Dictadura y Palabra para dejar entrever lo que la mencionada escritora interpreta como "el momento político del país y el compromiso del artista con su contexto y consigo mismo." La publicación del texto UNA HUELLA...esta ahora en imprenta y estará disponible al publico en general. Rebeca Lusgarten, encargada de las entrevistas, textos e investigación, es otro nombre digno de encomio así como el de museógrafo J. F. Canton que diseñó los dispositivos donde se despliega la Muestra. El diseño grafico estuvo en las manos hábiles de Alan da Costa y Kevin Wasiman.

Si la calidad de los componentes recopilados por este equipo es impresionante y novedoso, no es menos loable el énfasis del proyecto en su totalidad que conlleva el realzar la libertad de creación, la pluralidad y el respeto a las minorías, características presentes en las hondas huellas dejadas por los hacedores del teatro venezolano.


San Diego State University
Kansas University, Fall (otoño) 2008