la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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La caimana, de María Cristina da Fonseca

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Cabrutas tienes dos calles, tres almacenes, un hospital, una escuela, un plaza repleta de loros y perezas , treinta hermosas casas de techos de caña, y muchos, muchos mangos y palmeras.
Allí todos se conocen y son amigos o enemigos desde chicos. Pero el más popular fue siempre Faoro, el dentista.
Al revés de los que invariablemente ocurre con todos los sacamuelas del mundo, los niños de Cabrutas querían mucho a Faoro y no le temían a su máquina enderezadora de dientes.

¿Pero cual era Su secreto ¿ la verdad es que él no era un dentista “de alta velocidad”, pues se tomaba el tiempo de conversar con la gente. Y cuando se iba de paseo por la selva, llegaba con los bolsillos llenos de tortuguitas para regalar  sus pequeños pacientes.
Para gran sorpresa de todos , Faoro regresó de una de sus excursiones por las orillas del río Orinoco con una joven caimana bajo el brazo.
¿Qué vas a hacer con ese animal tan peligroso?, le preguntaban, pensando que la traía para asustar a los clientes que no pagaban sus cuentas, mas él respondía :”La voy a hacer crecer para hacerme una cartera y unas botas con su cuero:”
Mientras la reptil crecía, Faoro comenzó a alimentarla con pollos y peces. Luego, le mandó hacer una pileta con cascada y todo para que se bañara.
La caimana era hermosa. Su piel lucía negra en la piscina y, verde cuando andaba al sol. Sus ojos se veían amarillentos durante el día y rojos como brasas en la oscuridad. Mas fuera la hora que fuere y estuviera donde estuviere, siempre estaba mirando a su amo con las bolitas de sus pupilas de cristal.
La caimana seguía a Faoro como un perrito por toda partes. Cuando su dueño se tumbaba en la hamaca para leer el diario, se quedaba al lado observando las fotos con mucha atención como si en ellas viera cosas que nadie era capaz de notar. Y al caer la noche se echaba a sus pies para compartir con él tanto los sueños dulces como las pesadillas.
“ Esta caimana me mira con ojos de gente”, notaba Faoro y quiso bautizarla-
“ No puedes hacer eso – le decían – según parece, los animales no tienen alma”: pero, como Faoro no estaba muy convencido de ello, decidió ponerle un nombre …
“¡Verdinegra venga a saludar a mis amigos!, la llamaba cuando llegaban visitas a su casa. Entonces, la caimana abría sus grandes fauces como para decirles ¡Hola! Y se paraba en las patas traseras para que le sacaran fotos. Incluso, si estaba de buen humor los dejaba sentarse en su lomo.
Por las tardes cuando el aire refrescaba y Faoro había ya terminado de arreglar dientes chuecos, ataba a la caimana con una cuerda y caminaban hasta el embarcadero . Y allí se quedaban mirando el ir y venir de las chalanas por el río u observando como cargaban los bultos de algodón, los rollos de tabaco…
Verdinegra era ya fuerte y grande, el día en que celebró su tercer cumpleaños. Para entonces, Faoro se había olvidado por completo de las botas y de la cartera y estaba tan encariñado con ella que, con oro de tapar muelas, fabricó una funda para sus colmillos y una cadena para sacarla a pasear.
La caimana vivió durante muchos calendarios y fue tan querida que el Concejo Municipal de Cabrutas mandó a levantar, en medio de la plaza, una fuente en donde aparecía esculpida en bronce, tirando agua por sus fauces.
Verdinegra, en verdad, nunca tuvo mucho interés en ser “ monumento público”, pues sabía lo mucho que los ensucian los pájaros. Pero como nadie en el pueblo le preguntó su opinión, acabó por ser la primera de todas las caimanes en recibir el dudoso honor de convertirse en estatua.


© María Cristina da Fonseca


 

Rosa Montero: Barcos que se cruzan en la noche, El País, junio 2010

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Una amiga mía, la escritora francesa Myriam Chirousse (preciosa su novela Vino y miel, en Alfaguara), me ha enseñado un dicho inglés que yo no conocía: ships passing in the night, barcos pasando en la noche. Se trata de una metáfora para describir los desencuentros que el azar procura; puede referirse a cualquier cosa, una amistad que no cuajó o un trabajo que no salió por pura mala suerte, por no estar en el lugar adecuado en el momento adecuado, pero por lo visto la frase se utiliza sobre todo para los asuntos sentimentales. Y sin duda es ahí, en el estremecido e incierto territorio del amor, en donde la imagen adquiere mayor emoción: es fácil visualizar dos grandes trasatlánticos cuajados de luces cruzándose en el mar, demasiado lejos el uno del otro, y perdiéndose lenta y majestuosamente en la noche oscura, sin haber tenido otro contacto que el eco lejano, casi idéntico, del ulular de sus sirenas. 
(...)


27/6/2010
Fuente: El País



María Bethania y Jeanne Moreau: "Poema dos olhos da amada " de Vinicius de Moraes







 

Poema Dos Olhos Da Amada


Oh, minha amada
Que os olhos teus


São cais noturnos
Cheios de adeus
São docas mansas
Trilhando luzes
Que brilham longe
Longe nos breus


Oh, minha amada
Que olhos os teus


Quanto mistério 
Nos olhos teus
Quantos saveiros
Quantos navios
Quantos naufrágios
Nos olhos teus




Ah, minha amada
De olhos ateus
Quem dera um dia
Quissese Deus
Eu visse um dia
O olhar mendigo
Da poesia
Nos olhos teus


Poema de los ojos de la amada 

Oh, amada mía
Que ojos tienes



Son muelles nocturnos
Llenos de adiós
Son darsenas mansas
Atravesando luces
Que brillan lejos
Lejos en la oscuridad


Oh, amada mía
Qué ojos los tuyos


Cuánto misterio
Hay en tus ojos
Cuántos veleros
Cuántos navíos
Cuántos naufragios
Hay en tus ojos

Ah, amada mía
De ojos ateos
Quisiera un día
Si Dios lo quiere
Poder ver yo un día
La mirada mendiga
De la poesía
En los ojos tuyos


Letra y Música:  
Vinicius de Moraes / Paulo Soledade



Sonia M. Martin: Siete Poemas: "La Diosa de la Lluvia Llora", "Garúa del Pacífico Norte", "Purificaciòn", "El mar, la luna y yo", "Mirada de Yerba Buena", "Yo, la bailarina", "Te espero despierta y en mis sueños"


 

 La Diosa de la Lluvia Llora

La tormenta
estalló al
final de
mi vida

Rayos
centellas
brillan
en las
madrugadas
Mañanas
crepúsculos
y tardes
se confunden
en mi ancianidad
Cae la lluvia…
cae la lluvia
desde mi rostro…
en mi vida…
Tú, magiar
te pierdes
en tu atormentado
y lluvioso
cerebro
pletórico
de neblina…
Yo,
la Diosa de la Lluvia
lloro
sobre nuestro
amor perdido
en la
raudal
tormenta
de nuestras vidas




© Sonia M.Martin
De su libro “Calina”



Garúa del Pacífico Norte

Soy pacífica
como
mi océano
vago desnuda
por sus arenas
desnuda
de vida…
empapada
por la garúa
penetrante
que abraza
el fuego
de mi piel
de seda
Anhelo
palpitante
la lluvia
torrencial
Diluvio…
diluvio
que cubre
mi cuerpo
desnudo
Diluvio
de las
nubes
que lloran
cubriendo
mi caminar
desnuda
por las
arenas
de la vida
Soy pacífica
como mi océano
cuyas
aguas
embravecidas
de olas
que lloran
sobre
 la arena
que cada
madrugada
huello
con mi
caminar…
Soy pacífica…

© Sonia M.Martin
De su libro “Calina”

Purificación

 Le canto
a la
lluvia
por todo
aquello
que tengo
que olvidar
para
purificar
el pasado
Camino
bajo
su
influjo
buscando
la catarsis
que me entrega
el agua lustral
que
empapa
mi vida
y mi
siquis
arropándome
con
su
jordán

© Sonia M.Martin
De su libro “Calina”

El mar la luna y yo


Soy profunda
como el
mar;
vago desnuda
de noche
como la luna;
como
la luna
me baño
desnuda
en el lago;
me baño
desnuda como
la luna,
en el río;
como la
luna
desnuda
me sumerjo
en las cristalinas
aguas  gélidas de
los riachuelos
cordilleranos;
como
la luna
plateada
en las
noches
nevadas,
abrazo
la cima
 de Los Andes;
soy pura
como las
nevadas
cumbres
de la cordillera
Mi cuerpo,
mi
alma
mi psiquis
 te esperan
con esa
insondable
pureza…
Profunda
como
el mar
desnuda
como la
luna
ardiente
y
silenciosa
como
el Villarrica
y
más
alba
que la
nieve
que abraza su cima
te espero…


 © Sonia M. Martin
De su libro  Iniciación, Extasis y Visiones del Amor

Mirada de Yerba Buena

Prepuber,
adolescente,
doncella;
oscuros
e
insolentes
mis ojos
rebeldes
se
embelesaron
en el
terciopelo
de tu
mirada de yerba buena;
un perfume de menta
nos envolvió
desde ese
día
a
ti
y
a

© Sonia M.Martin



 Yo, la bailarina


En vilo voy entre

tus brazos…

el enjambre

de mariposas

nos lleva

hasta

la puerta

de mi

clase de danza



Allí me depositas

jurando volver

mañana y todas

las mañanas de

nuestras vidas…



La guitarra

de Julián Benito

desgarra para mi

el Zorongo Guitano

Mi grupa danza,

se mueve a la

música del sorongo;

danzo intensa,

convulsa,

pies y manos

pies alados

ondulando

caderas y brazos;

mi cuerpo

copula con el rito

del duende que

invade mi sangre

al son del

zorongo gitano


© Sonia M.Martin

de su libro Iniciación, Extasis y Visiones del Amor



Te espero despierta y en mis sueños


 Nueva York,
Manila,
Tokio,
geografías
que separan
nuestro
amor
allá
Yo
aquí;
mi cintura
se estrecha
mi grupa
se torna
redonda;
mis ánforas
reverberan
en la seda
de mí
indumentaria;
núbil y adolescente,
en mis
sueños, despierta,
te espero…
© Sonia M.Martin

Dos poemas de Beatriz Iriart: Legado Ancestral e Idus de Mayo




Legado Ancestral


A la memoria de Julio Cortàzar






Lamento no dar lo que requieren.
Lamento no obviar dos trazos de “Rayuela”
para alcanzar el “cielo”.
Lamento no transmutar  heridas de antaño
ulceradas, putrefactas
en malestares leves.
Pero más lamento
no atiborrar con sabiduría y afecto
y regar tus huecos de huerfána
desolada y esquiva.








IDUS DE MAYO

Busco en el silencio de este antro
la tarde ausente de la infancia,
la respuesta tenue de los libros,
el despertar del mortal letargo
para intentar poetizar
entre gritos y espantos
milenariamente predestinados.








                                                   


        
Obra de Vino Morais






Fuente: Beatriz Iriart