Lydia Davis, en una foto de su juventud |
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos
Alejandra Pizarnik
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Lydia Davis: "Cada vez me interesa más tomar materiales de la vida real para mis cuentos" / entrevista de Tamara Tenenbaum, Infobae, Buenos Aires, 29 de julio de 2017
El día en que el mundo volvió a quedar patas para arriba/ por Silvina Friera, foto Sara Facio, Página 12, Buenos Aires, 11 de enero de 2011
SIN EMBARGO ESTOY AQUÍ, RESUCITANDO > A LOS 80 AÑOS, MURIÓ AYER LA ESCRITORA Y COMPOSITORA MARÍA ELENA WALSH
Por Silvina Friera
Verano imperdonable, con la tristeza embotellada en los ojos, en el cuerpo. El país está de riguroso luto. Las niñas y los niños de ayer, las mujeres y los hombres de hoy que siguen cantando a coro a Manuelita que vivía en Pehuajó tienen una pena infinita. Esas voces ahora se quiebran –la congoja siempre desafina– cuando intentan completar lo que hizo la tortuga: un día se marchó.
La muchacha que alguna vez se definió como “desabrida, limpia y chúcara” nació en “cuna de oro” el 1º de febrero de 1930, en Ramos Mejía. Su padre, Enrique Walsh, era un alto empleado de los ferrocarriles, “un anglo-argentino enamorado de Dickens y fabuloso músico autodidacto” que tocaba muy bien el piano. Su madre, Lucía Elena Monsalvo, descendía de andaluces. En la tranquila población de la línea del Oeste, la niña trovadora crecía con el abono ideal: infancia de clase media ilustrada, rodeada de libros y de cine. Entre sus fantasías más secretas –confesaría muchos años después, cuando ya era María Elena Walsh y se arrimaba a la orilla de lo que se llama un clásico– se imaginaba cantando y bailando en un escenario, como en las “maravillosas” comedias musicales que admiraba, las de Ginger Rogers y Fred Astaire. En el aula de sus recuerdos brillaba la alumna aplicada, amiga atenta de los árboles y las gallinas, y del pastito que brotaba entre los ladrillos de las antiguas veredas, las mismas que evocó en una de sus canciones, “Fideos finos”. En ese ambiente de libertad, el oído se afinó con las canciones tradiciones inglesas para niños que su padre le cantaba. Ahí comenzó a meter manos a la obra gracias a las construcciones verbales del nonsense británico.
Dueña de un pudor victoriano que se confundía tal vez con timidez, María Elena se plantó, incorregible en su rebeldía, cuando a los 12 años decidió ingresar a la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano. Allí conoció a la fotógrafa Sara Facio, quien con los años se convertiría en su “gran amor, ese amor que no se desgasta sino que se transforma en compañía perfecta”, como se lee en su última novela autobiográfica, Fantasmas en el parque, publicada en 2008. En 1945, con tan sólo 15 años, apareció su primer poema, titulado “Elegía”, en la revista El Hogar, y también escribió para el diario La Nación. Dos años después, en ese 1947 dolorosamente inolvidable, murió su padre al mismo tiempo que publicaba el poemario Otoño imperdonable, que recibió el segundo Premio Municipal de Poesía. Una lluvia de elogios coronó a la “joven promesa”. Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Silvina Ocampo y Juan Ramón Jiménez celebraron ese primer libro.
Cuando se recibió de profesora de Dibujo y Pintura, enfiló con una beca para la Universidad de Maryland (Estados Unidos), invitada por Jiménez, el autor de Platero y yo. Los seis meses que permaneció junto al poeta fueron una experiencia traumática. Inolvidable, en el peor de los sentidos. “Cada día tenía que inventarme coraje para enfrentarlo, repasar mi insignificancia, cubrirme de una desdicha que hoy me rebela –escribió Walsh en un texto publicado en la revista Sur, en 1957–. Me sentía averiguada y condenada. Suelo evocar con rencor a la gente que, mayor en mundo, tuvo mi verde destino entre sus manos y no hizo más que paralizarlo.”
De regreso en Buenos Aires, consiguió la medicina para superar ese mal trago junto a Jiménez. Volvió a escribir ensayos en diversas publicaciones y frecuentó los círculos literarios e intelectuales.
En la “ruta a la libertad”, en la París donde se codeó con la chilena Violeta Parra y grabó sus primeros álbumes –Chants d’Argentine (1954) y Sous le ciel de l’Argentine (1955), con canciones de tradición oral del folklore andino argentino–, empezó a escribir su primer libro para chicos, Tutú Marambá. Leda & María Elena volvieron a la Argentina en 1956 y pronto salieron de gira por el noroeste argentino. Después grabarían los dos primeros álbumes en el país, Entre valles y quebradas vol 1 y Entre valles y quebradas vol 2, ambos de 1957. Canciones de Tutú Marambá (1960) incluye las primeras canciones que harían famosa a María Elena: “La vaca estudiosa”, “Canción del pescador”, “El Reino del Revés” y “Canción de Titina”. El espectáculo musical-dramático para niños concebido por el dúo, Canciones para mirar, se estrenó en el Teatro San Martín en 1962. A partir de doce canciones, Leda y María irrumpían en el escenario vestidas como juglares mientras los actores –Alberto Fernández de Rosa y Laura Saniez– representaban mímicamente, entre otras, “La Pájara Pinta”, “Canción del estornudo” y “La mona Jacinta”. La sociedad parió un nuevo espectáculo más, Doña Disparate y Bambuco, dirigido por María Herminia Avellaneda, donde aparecieron el Mono Liso y La tortuga Manuelita, el personaje insignia del universo infantil amasado por Walsh.
Antes de la separación de María Elena & Leda, hubo un último disco, Navidad para los chicos (1963). Etapa creativa y amorosa cerrada, publicaría un puñado de libros para chicos –El reino del revés (1964), Zoo loco (1964), Dailan Kifki (1966), Cuentopos de Gulubú (1966) y Aire libre (1967), que consolidó el universo infantil que MEW construyó en la década del ’60. Desde entonces, las infancias de millones de argentinos estarán enlazadas por una liturgia inoxidable.
Narradora del disparate, “milagrera” a la hora de expandir el humor y el absurdo, irreverente hasta lo inconcebible, además de irónica y satírica, no habrá otra igual. La genia MEW, como si fuera una hechicera, tenía una pulsión poética extraordinaria. En la matriz de su escritura está la poesía. En el prólogo de Hecho a mano, su poemario para adultos de 1965, está la clave. “No sé, yo solamente versifico / pura conversación a mi manera”, decía. Las etapas, del folklore a las canciones para chicos, pasaban. La poesía siempre quedaba. En el ’68 arrancó con sus recitales unipersonales para adultos, Juguemos en el mundo, que fue disco también y en 1971 se transformó en una película en la que actuó, dirigida por Avellaneda. Ese espectáculo-disco incluía la emblemática “Serenata para la tierra de uno”:
“Porque me duele si me quedo,
pero me muero si me voy
con todo y a pesar de todo
mi amor yo quiero vivir en vos”.
A la Walsh –opción que suena mejor para repasar sus intervenciones públicas– le encantaba levantar polvareda. La bandera que se enarboló como símbolo de libertad y coraje fue el artículo que publicó en 1979 “Desventuras en el País-Jardín de Infantes”, cansada por la censura y las prohibiciones de películas, programas de televisión y libros. Ya estaba retirada de los escenarios; dictadura, terror y espanto trajeron el parate artístico en 1978. Esa pieza contra la figura del censor merece ser revisada y discutida sin menoscabar la importancia capital que tuvo. Un párrafo de los menos recordados legitima sin artilugios lingüísticos el accionar de la represión y convalida la teoría de los “dos demonios”. “Que las autoridades hayan librado una dura guerra contra la subversión y procuren mantener la paz social son hechos unánimemente reconocidos –señaló en ese texto–. No sería justo erigirnos a nuestra vez en censores de una tarea que sabemos intrincada y de la que somos beneficiarios. Pero eso ya no justifica que a los honrados sobrevivientes del caos se nos encierre en una escuela de monjas preconciliares, amenazados de caer en penitencia en cualquier momento y sin saber bien por qué.” Ante la posibilidad de implementar la pena de muerte en el país, en 1991 escribió un poema demoledor: “Cada vez que se alude a este escarmiento, la Humanidad retrocede en cuatro patas”. La Walsh no sintonizaba con el imperativo de la “corrección política”. Una de sus últimas intervenciones más criticadas fue cuando –en 1996– invitó a la Carpa Blanca docente a retirarse de la plaza “por autoritaria e inofensiva”.
Su primera novela para adultos, Novios de antaño, fue publicada en 1990, el mismo año en que recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba, cuando ya era –desde 1985– Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. En 1994 se recopilaron las canciones completas para niños y adultos bajo el título Las canciones; toda su obra literaria ha sido reeditada por Alfaguara y sus libros han sido traducidos al inglés, francés, hebreo, italiano, finés, danés y sueco. En una de sus últimas entrevistas con el suplemento Radar habló de su reconciliación con el peronismo. “Al ver los manejos de la Revolución Libertadora recapacité sobre todo lo que había sido la obra del peronismo, aparte de sus manejos, así, represivos, digamos. Me di cuenta de lo que había representado para el pueblo, que es mucho. Años después viajé por el interior y la única escuela que había y el único puente eran restos de esa época del peronismo.” Se burlaba, en esa entrevista, sobre lo que le generaba la palabra “póstumo”. La pensaba como “una especie de chiste”. Y confesaba que le gustaría ser recordada “como alguien que quería dar alegría a los demás”. La vida sin María Elena tiene un gusto amargo. Entre risas y lágrimas, dos sentimientos que no son incompatibles, los argentinos la despedimos, emocionados: “¡Gracias, maestra, por tanta alegría!”.
Fuente: Página 12
"Los Espacios del Adiós y otros poemas", antología virtual de José Pulido, prólogo y selección Milagros Mata Gil, Ed. Itaca, Caracas 2020
A mi madre, Victoria, que me hizo como soy. Y a Petra, mi amada, que me
enseñó a querer lo que ella y mi madre han sido
Prólogo de Milagros Mata Gil
(...)
VI.
Dividí la Antología en dos partes: Los espacios del adiós y De amores será. En la primera de las mencionadas, incluí poemas que se refieren a los aconteceres de nuestra vida. En la segunda, los poemas de amor que reflejan toda una vida consagrada a ser uno con otros: esposa, hijos. Ignoro si los poemas escogidos son los mejores, o no, de los 100 que he recogido. Ya mencioné las limitaciones de mi competencia. Sólo diré que esos fueron los que más me agradaron, los que más me hablaron en esas horas matinales en que acostumbro leer a Pulido. Leer poesía para, como dice el grafiti, parar de sufrir.
LOS ESPACIOS DEL ADIÓS
ORACIONES
Gracias Señor
por este nuevo día
que le das a todos los seres humanos,
a todos los seres creados por ti
en este planeta y en todos los planetas
de todos los universos.
Y gracias por el amor
que nos has enseñado.
Gracias Señor,
suspiro del cosmos,
por la transida noche
aunque traiga desmanes y artilugios.
Gracias por borrar el cerro hasta el amanecer
para que tengamos añoranzas
y por llenarnos de sabores que cantan
la breve estancia del cuerpo en su niñez.
Gracias Señor por dejarnos la intensidad del recuerdo
al arrancarnos cada paraíso.
Gracias por enseñarle amor
a seres desesperados tan distintos
que te dibujan con sus sombras de feroz melancolía
buscando la reconciliación
como si no sintieran este miedo.
EL UNO Y EL OTRO
Con su lengua de seda y telaraña
Dios procede a soñar
Con su lengua de brisa que penetra
el abismo de una corola
Dios prueba la poesía
Con su lengua de pez a punto de ser tragado
Dios habita en las palabras del poeta
Con su niñez entre pecho y espalda
el poeta compone un oído para escuchar
los pasos de la luz
La espera del destino
es una flor de sal en el desierto
y Dios saca su lengua de sombra de camello
Bajo el peso de tantas veces
que pasó la luna
el poeta sufre un ala rota
Dios jamás ha usado sus pies para correr
los poetas no pueden huir a ras de ejidos
aunque vayan dejando
un alpiste de amores por la senda
El poeta le asigna un verso a los ángeles
y establece la soledad
los ángeles sólo se posan
en el centro mismo del amor.
El poeta con su voz de sueño anegado
tendrá que cantar
Dios le ha dado el dolor
para que sufra en las alturas
Con sus ojos de poeta enfermo
Dios mira la alegría y se alegra
PARA QUE DESPUÉS NO TE QUEJES
Desconozco la ubicación del porvenir
todo el que llegue lo sabrá
creyendo que no ha llegado
será como la sombra del celaje
de una huidiza maravilla
oro escapado en el agua de las manos
inconformidad en el momento de estremecerse
con cualquier divino placer que se presente
Espero que después no tengas que aferrarte
a los recuerdos del porvenir
que inevitablemente serán los mejores
los tormentosos
los que hieren con su orgasmo fantasmagórico
-alegóricolos
que contienen el desnudo espíritu
de Dios ejerciendo pasiones en el cuerpo de uno
porque él siempre ha querido conocer
a través de estas carnes
cómo es querer, cómo es morir,
cómo es lanzar plegarias al abismo
Solo tu cuerpo ha sido mejor que una playa
agua de coco en el aire azul
curando el vértigo de las ninfas saladas
Solo tu alma ha sido mejor que una madre
amamantando con ilusiones asesinas
todo lo recién nacido de nosotros
Solo tu comportamiento ha sido peor que el diablo
me has dejado soñando para siempre
DE AMORES SERÁ
AQUÍ ENTRE NOS
Tenía un beso guardado desde 1975
te lo quise entregar en la cocina
y se deshizo en el aire como algo egipcio
al saber lo ocurrido me dijiste
déjalo que se pierda
El día que amanecí recordándolo todo
me alegré con un sueño del año antepasado
que había olvidado en un instante griego
-morir flechado sin conocer a Helenaquise
contarlo porque estuviste en sus entrañas
pero un hollín nubló mi cielo pensador
y un tanto maternal me aconsejaste
déjalo que se pierda
las islas del pensar visito en nuestro cuarto
el cuarto es un océano
donde algo de Jonás se está moviendo
ahora no me atrevo a revelar
la enormidad de amor
que he estado descubriendo
ÓPTICA DE PECHO ABIERTO
No se puede tener la bienaventuranza,
el gran bien, la felicidad de larga duración
es menester ensanchar el alma, atrapar lo que puedas
y saborear lo breve
La beatitud se funda en el acto de ver,
y no en el amor a Dios, que viene después.
decía Beatriz
Guardo los ojos mientras van pasando
injertos de cantares en bandadas
vientos rotundos que no reconocen
el andar de las piedras
ni el callar de los lobos
Cierro los ojos
para que no sufran desmoronamiento
las habitaciones
(en el silencio abundan
respiraciones de otros seres,
hierbas de fuego,
música durmiendo debajo de los pisos)
apago la mirada
para que se extravíen mis pecados
que se la pasan inventando selvas
y fabricando aguardiente propio
con flores nacidas
en las entrepiernas de las inspiraciones
y ahora esta sensación carnívora
más vieja que una iglesia
copia tus facciones mientras me devora
Por eso no despejo las pupilas
para que no se quiebren
las botellas de ajenjo de lord Byron
y no se desparramen
las rumas de tantas bibliotecas
¡ay, tus libros!
-Cada nueva emoción es una tumba
donde lord Byron se levanta
no quiero abrir los ojos
mi cara ha sido tapiada por la tuya
de tanto detallarte
(mirarte fijamente la frente, la nariz,
entre ruidos y espuma,
desde el Polifemo de la lavadora,
-como clavos calientes los ojos en la bruma-
¿Por qué tanto mi rostro te enamora
que no ves el jardín? dijo Beatriz)
Las pestañas extrañas sospechan un delirio
no me atrevo a mover tus poderosos labios
mis huesos creen que cantan porque tu piel los toca
flautas miserables
Estoy orbitando en el silencio de una fotografía
la caseta callejera toma retratos sin sonrisa
mientras indicas como por encanto
que hunda el botón cuando se ponga verde
no sé calcular la seriedad que exige este momento
y la cámara invisible es una potestad que nos rodea
Cierro los ojos para no distraerme
con la inmensa pizarra, tu pizarra
líneas de tiza marcando
las huellas de quienes se fueron por los aires
Para decirlo de una vez y sin adornos:
sé que si abro los ojos
estarás ubicada detrás de una cortina
y tienes que ser tú, porque si no lo fueras
significaría que no he llegado todavía al purgatorio
LA VAGANCIA DE ESTAR SOÑANDO
Muéstrame dónde vivías,
le ruego, le suplico, le solicito en sueños
y él ni siquiera parece descubrirme
igual que si una tarde oyeras a alguien aporreando un metal
sin interesarte lo que está por suceder
¿latonería y pintura? ¿espadas? ¿campanadas?
a veces mi voz es como una sombra en la garganta
he estado tan pendiente de elucubrar
las palabras tejidas como suéter para no morirme de frío
de la tejedora amada en mis delirios y en mis momentos de
alcurnia dolida
ella, Wislawa Szymborska, con sus agujas de vuelo de picargo,
de Haliaeetus albicilla, de mujer sometida a esta soledad de lanas
que se
cruzan
un suéter partido en dos por el pecho, pero escondiendo el alma
Me ha tenido tan absorto indico:
que he olvidado otro sueño, uno emocionante en cuyas tramas
sumidas en volutas
conocí a una reina y entonces nos vimos y entonces le dije
muéstrame a una princesa
también he imaginado que la reina se enredó con Plotino
y el muy zamarro le susurró soy uno porque te quiero
Nunca se sabe qué puedes conseguir en la relación con un poema
no sería extraño saborear un corazón en medio de las palabras
a una amiga le advertí por esta vía “No te retrates más.
He visto en tus ojos a unos ángeles que se asomaban
y eso me surgió porque había estado soñando con divinidades
y luego presencié otras muy concertadas ellas en la vida real
divinidades como la ilusión de mis viejas amistades
ahora con la precipitación de los nietos
y luego una especie de canario extranjero que vino y se posó en
mi hombro
y arrancó su canto en lengua totalmente local
como si yo fuera exactamente un árbol arrasado
Muéstrame dónde vivías antes de someterte a estos trances
repito para no olvidar que había estado soñando sin estribos
y juro que ni se dignó dirigir sus ojos hacia este lado:
el padre Adán se quedó como si no fuera con él
Con las manos heridas por las espinas de los naranjos
está llora que llora frente a la Plaza Pilsudski
que ni en sueños he visitado
y pregunto quién es esa belleza que llora sin parar
y viene la reina y me dice
Te presento a Wislawa Szymborska
Ignacio Lozano Jr, director de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), ex embajador estadounidense en El Salvador: “Ya se ha dicho oficialmente que no hay solución a los problemas de Nicaragua mientras se mantenga Somoza en el poder” / entrevista de Viviana Marcela Iriart, Caracas, Revista Semana No. 567, 17 de julio de 1979
Foro “Derechos Humanos: promesas y violaciones”. Patricia Derian, Secretaria de Estado Adjunto de Derechos Humanos de Estados Unidos”: “El gobierno norteamericano no da licencia para armas que pueden ser usados por la policía de los países violadores de los derechos humanos” / artículo de Viviana Marcela Iriart, Revista Semana, Caracas, 17 de julio de 1979
Patricia Derian |