la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Cesária Évora: “Siempre viví a mi manera”, entrevista de Anabela Mota Ribeiro, fotografía de Pedro Loureiro, Lisboa 1999



Césaria Évora y Anabela Mota Ribeiro. Fotografía  Pedro Loureiro




“Cuando un hombre me deja voy enseguida a buscar otro, ¡no hay tiempo que perder! ¡Si no se crean telarañas! ¿Entiende? ¡No hay tiempo para telarañas!”







Cesária Évora canta desde que se acuerda y también desde que se acuerda canta descalza. Ya era una mujer madura cuando la casualidad  la trajo  a Lisboa y le marcó un encuentro con José da Silva. O Djô Silva, si prefieren, productor y empresario. Fue también en esa ocasión que entró en escena el instrumentista Paulino Vieira, que, lo digo desde la altura de mi autoridad musical (que por casualidad es inexistente, pero no importa) reformuló el sonido africano y se convirtió en una pieza fundamental de los discos de Cesária. Como saben, el fenómeno explotó primero en Francia, continuó por el resto de Europa y después llegó a los  Estados Unidos.

En el Mindelo ya todos la conocen de las serenatas y de las parodias, animadas por el ponche y otras bebidas. Sabían que era hija de un hombre que se perdía en la guitarra y sobrina de un tal B.Leza,  que habría de escribirle gran parte de sus mejores canciones. Lo que no podían imaginar: que aquella voz sería a voz de Cabo Verde y que el mundo entero la reconocería al  principio de cada morna.

Ausencia es una palabra que va muy bien con ella, con Cize. Hay una morna que incluso lleva su nombre, ese pequeño nombre por el cual Cabo Verde la llama y los músicos la saludan, Bonjour Cize. Cize se lee tal cual se escribe. Como si fuese un susurro que queda guardado entre los labios. Experimenten decir en sílabas Cize y percibirán lo que quiero decir.


Hay una parte de la entrevista en que se habla del fotógrafo Pedro Loureiro. Su historia con Cize es muy bonita. Un día él la vio, en el umbral de la puerta de su casa en Cabo Verde. Tenía las llaves sumergidas en su regazo y sentenció: “Entrevista no doy, pero si quiere entrar y comer cachupa, puede comer”.  Años después ya no recordaba si había dado la entrevista o no, sólo tenía la certeza de haberlo tratado bien porque la hospitalidad es algo que heredó de su madre y de su abuela.






¿Alguno de sus collares tiene un significado especial?
 No, para nada. Compro cualquier cosa en oro, primero porque me gusta. Primero por tener dinero para comprarlo, después porque me gusta. Mañana, si tuviera alguna necesidad, puedo quitármelo y venderlo.

Una inversión, por lo tanto.
Exactamente. O para vender o para quedarmelo, las dos cosas.

Los zarcillos parecen más antiguos. ¿Fueron heredados?
Todo lo que tengo fue comprado, no tengo nada que me hayan dado. Me dieron otras cosas, pero oro… Ah, en Argentina me dieron un collarcito. Se lo di  a mi nieta.

¿Cuántos nietos tiene?
Dos, un nene y un nena. Adilson tiene 15 años, Janete tiene 8.

¿Acompañan de cerca su carrera? ¿Van a los conciertos?
Cuando son en Cabo Verde, ellos van. Janete tiene la manía de ser modelo; le gusta caminar como modelo, le gusta cantar y bailar. No sé si le va a seguir gustando mañana cuando sea más grande, ahora es muy pequeña y le gusta. A Adilson le gusta el futbol. Dice que quiere venir a jugar en el Oporto. Yo soy del Oporto y él también. Le digo: “Un día vas a jugar allá, todavía eres muy joven”.

Adilson es hijo de Fernanda, que nació de una relación que Cesária tuvo con un jugador de fútbol.
Así es.  Puede ser que salga al abuelo.

¿Mantiene alguna relación con los padres de sus hijos?
Con el padre de Eduardo no, él es un portugués que más nunca vi. Me quedé a la espera del bebé y él vino para Portugal. No sé si está vivo o muerto. Y no me interesa saber.

¿Qué edad tenía? Era muy joven.
Era muy joven. Él nació el 5 de agosto y yo cumplí 18 años el 27 de agosto. Yo, mi hija, mi hijo y mi nieto somos del mismo mes, todos de agosto.

Debe haber sido difícil ser una madre soltera hace casi 40 años.
 No. Era joven, me las  arreglaba muy bien. Mi madre me ayudaba con mis hijos. Había pobreza, pero no tanta.

¿De qué vivían?
 Mi madre era cocinera. Y yo cantaba, tenía siempre algún troquinho. Troquinho es cuando el dinero es poco. Cuando un dinero es razonable entonces le llamamos dinero.

¿Cuándo fue que pasó a tener dinero?
A partir del 88 cuando comencé mi carrera en Francia. Iba para Cabo Verde, comenzaba a contar tantos francos, cuando me cansaba decía: “Después voy  a contar el resto”.

¿Cómo es que le pagaban, le entregaban un fajo de billetes o le hacían un depósito bancario?
Las dos cosas. Llevo una parte conmigo y después hacen un depósito y retiro allá en el banco. No puedo llevar mucha cantidad conmigo porque puede ser peligroso. José [Djô da Silva] dice que no debemos andar con mucho dinero. Si pierdo una parte, tengo la otra. Siempre fue así.

¿Cómo pagó ese oro, por ejemplo?
Tengo más [oro]. Tengo cosas que nunca usé, porque son muy voluminosas, etc. y no me gusta mucho.

La primera pieza que pudo comprar deber haber sido una especie de concretización de un sueño.
Había muchos negocios portugueses em S. Vicente. Entonces, yo compraba. Anillos, collares, zarcillos, todo.  Ahora también venden, aunque ya no sea más la época colonial.

En Portugal están los negocios que venden oro en 6 o 12 cuotas con cheques de pago diferido.
¿Qué significa cheques de pago diferido?

El comprador le entrega al vendedor la totalidad de los cheques, los que van siendo descontados mensualmente.
¿Comprar a plazos?

Sí.
En Cabo Verde, en el tiempo de la colonia, se usaba eso: la persona elegía una pieza, después daba una seña y la iba pagando de la manera que pudiera.

¿Se usan cheques?
 Se usan siempre, pero no está enraizado ese sistema de los cheques de pago diferido. Se compra poco a poco, cuando se pagó todo se lleva la mercadería. Hacemos mucho eso en Cabo Verde. Pero ahora a mí me gusta pagar al contado porque tengo dinero para comprar. No voy  a guardar el dinero en casa y decir: “Vengo luego, o vengo mañana”. Las personas siempre  miran y nunca llevan. Yo no vivo así. Prefiero comprar y pagar en el momento, así no me preocupo.

¿Intentan venderle cosas porque saben que puede comprar?
Son personas amigas que no desconfían.  Quieren darme, y yo digo que no. Cuando estoy interesada compro en efectivo.

Además del oro, ¿cuáles son sus gastos?
Compro en cualquier parte, en cualquier país. Hoy ya hice una comprita, no fue mucho, pero... Tres blusas, dos faldas.

¿Alguna de esa ropa es para usar en sus espectáculos?
Tengo ropa de espectáculo. La ropa es mía, si la quiero usar. Pero la ropa de los espectáculos la tengo aparte: tiene algún brillante, o un tejido que no sirve para vestir todos los días. Entonces, yo la guardo aparte.

¿Le gusta comprar sola o tiene a alguien que le aconseja?
 No me gusta mucho el consejo de nadie. Yo sé lo que quiero y lo que no quiero. No voy a escuchar opiniones ajenas.

¿Siempre fue así?
Desde que era verde [joven], antes de volverme madura. Hoy un muchacho  que trabaja aquí me dijo: «Oh Cesária Verde, quiero un autógrafo». Y le contesté: «¡ya no estoy verde, estoy madura! Y no es Verde, es Évora» [carcajada].

¿Hubo un momento en que pasó de ser  joven e inocente a ser  una mujer madura?
 Ya estoy madura, ya tengo 57 años. Una persona va sumando edad, es en ese sentido que digo joven y madura. Siempre viví a mi manera. Desde niña tomé decisiones sobre mi propia vida. Mi madre decía que a mí no se me podía tomar en broma.  Era la hija que le hacía más cosas a mi madre: salía de casa, mi hermano mayor me iba a buscar y recibía una buena paliza; al día siguiente, ¡salía más temprano! ¡Mi madre acabó por ponerme en un orfanato! Mandé un mensaje a mi abuela diciéndole que todos los días veías fantasmas.

¿Y veia?
¡Todo mentira! Mi abuela habló con mi madre. Ella era la cocinera del doctor y la mujer era la directora del orfanato. Habló con la directora que no podía quedarme allá por causa de esas cosas. Fue así que conseguí zafarme de las monjas y de los sacerdotes  y del aburrimiento. Yo quería ser cualquier cosa, ¡quería hacer con  mi vida lo que a mí me parecía bien!

¿Cuánto tiempo aguantó?
Entré con diez y salí con 13. Salí del orfanato, me hice mujer a los 17. A los 18 tuve hijos, etc., etc., mi vida fue así. No tuve paciencia para estudiar.

¿Fue una mala alumna?
No era de las peores, ¡pero tampoco era muy buena! Mi abuela y Doña María Amelia [profesora] eran muy amigas: trataban de ponerme en el camino correcto, pero yo no quería. Antes de entrar en el orfanato yo había hecho segundo grado. En el examen para pasar a tercer grado, nunca más agarré un libro.

¿Sabe leer y escribir correctamente?
Muy poco. Escribo Cesária Évora, se hacer las cuentas del dinero.

¿Hubo alguien que tuviera control sobre usted?
Mi padre murió cuando yo tenía siete años. La madre de mi padre era muy amiga mía, la respetaba mucho. Pero no le molestaba que yo saliera de casa. Mi hermano era militar, cuando salía del cuartel iba para la casa de la abuela para saludar y ver si me había portado bien. Recibí una paliza de mi hermano que nunca más recibí en mi vida, ¡de correa! ¡Él se fue para Dakar y yo estuve contenta! [risas].  Después una va creciendo y agarrando juicio.

Su padre tocaba la guitarra y Cesária cantaba en su regazo.
Conocí bien a mi padre y me acuerdo del día en que murió. Él era estudiante: dejó los liceos para meterse en la parodia, para tocar la guitarra. Es como mi caso, heredé eso de mi padre.

¿Cómo supo que él se había muerto?
Estaba en la casa de mi abuela cuando él murió. Mi madre iba a trabajar e íbamos para la casa de la madre de mi padre. [Canta la estrofa: Mi vida fue siempre así]. Pero yo nunca lloré lágrimas de mucha tristeza, sólo por la muerte que es una cosa aparte. Ahora, ¿llorar por un hombre? No, tengo un espíritu muy fuerte, un espíritu de combate. Cuando un hombre me deja voy enseguida a buscar otro, ¡no hay tiempo que perder! ¡Si no se crean telarañas! ¿Entiende? ¡No hay tiempo para telarañas!

¿La única cosa que te sacude es la muerte?
Si es un disparate y algo mundano, no me sacude. ¿Conoce la historia de las dos viudas que se encuentran en el cementerio? Una está haciendo pipí en la tumba del marido. La otra llora y visita al marido muerto. Un día, la que estaba llorando, llamó la atención de la otra y le dijo: “Todas las veces que te encuentro en el cementerio, en vez de llorar, tú haces pipí”. Y la otra: “Cada una llora por donde siente más nostalgia!” [carcajada].

Es una historia inventada.
Sucedió con dos viudas.

¿Es así de enamoradiza?
¡Estoy viva, no estoy muerta! Cuando era más joven, sí, pero ahora… A veces hago un casamiento a la española. Depende mi espíritu.

¿Casamiento a la española?
Se casa hoy, se divorcia mañana.

Hubo algún hombre que le hubiera gustado mucho? ¿Tuvo un gran amor en su vida?
Me gustó el padre de Fernanda. Él vino para Lisboa y al principio escribía y mandaba algo para la hija.  Dejó de escribir y dejó de mandar y Fernanda creció sin la ayuda de él. Como no se dio, paciencia, nunca más pensé en él. A mí me gustaba. Era buen futbolista, tenía buen físico, parecía el tronco de un árbol. Cuando vino fue a jugar al Caldas de Rainha.

¿Desde ese momento nunca más pensó en casarse?
Ni pensar en eso.  ¡Casarse es bueno, pero no casarse es mejor! Siempre me gustó ser mi propia dueña.

Cuando era niña, ¿no tuvo el sueño de casarse y tener hijos?
Como, ¿el casamiento es un sueño? Voy a quedarme sin casar porque no creo en sueños.

¿Soñaba por lo menos ser cantante? Era una niña y ya hacía serenatas.
Iba para las serenatas,  cantaba en todos los rincones de S.Vicente. Luego fui invitada para ir a la radio a grabar y dije que no, que no iba. Terminé por ir, para Radio Barlavento y para Radio Club de Mindelo. Después, comencé a cantar para los portugueses, en la casa de ellos y en los buques de guerra. Así fue mi comienzo.

¿Cantaba para ganar un dinerito?
Yo quería ser cantante pero no tenía recursos. Cuando cantaba en los bares me daban dinero, pero los dueños de los lugares no me daban nada. Una persona para vivir tiene que tener dinero.

¿Por qué tenía recelo de  ir a grabar a la radio?
No era una cuestión de recelo. No quería ir. Cuando comencé a pensar mejor, fui.

¿No sentía que era un paso importante para su carrera?
Para mi carrera no, en S. Vicente ya todo el mundo me conocía.

¿Sintió una emoción particular cuando se escuchó en la radio por primera vez?
Ya había escuchado mi voz al cantar para la gente. Es lo mismo.

Habla como si todo eso le resultase indiferente. ¿Siente un genuino placer cuando canta?
Es mi manera de expresarme. Siempre me gustó la música. Mucho más ahora que la música da tutu [frota el dedo medio con  el pulgar en señal de dinero]. Yo canto con placer. Estoy en un medio en el que la persona que  canta siempre tiene dinero. Tengo que tener un troquinho, ¿o no? Entonces es eso.

Un dinero. Además, ya realizó su sueño de tener una casa en Mindelo.
No es cuestión de soñar. Es preocupación de cualquier caboverdiano tener una casa para dejar de pagar alquiler. Compré mi primera casa en el 94, la segunda en el 95.

¿Quién vive con usted?
Fernanda vive en una casa que el Estado me dio para vivir, nunca viví allí porque la casa era pequeñita. Mi  familia son nueve cabezas, nueve personas. Mi hijo todavía está conmigo, ya le dije que aunque sea trajera a un mongol a casa, ¡que yo lo acepto! ¿Sabe lo que es un mongol?

No.
Mongoloide. Como el más grande, ya debería tener hijos.

¿Cuál es la profesión de él?
Él es un dejado como la madre. Cocina bien porque aprendió con la abuela. Llegó a segundo año de liceo, dijo que no quería estudiar más, yo dije que era un problema de él. Y así se quedó.

¿Es verdad que Cesária hace siempre comida de más para las personas que van llegando?
Es una tradición de mi abuela. Mi abuela era una propietaria, tenía conucos fuera de la ciudad. En esa época llovía, ahora es que no llueve en Cabo Verde. En mi infancia había mucha lluvia.

Confía abiertamente en las personas.
Claro. No preciso saber quién es el padre o la madre para tratar bien a la gente.

Cuando Pedro Loureiro [fotógrafo] estuvo en su casa le dijo que entrevista no le daba, pero que si quería podía entrar a comer.
¿Le di la entrevista?

Se la dio.
¿Hablamos mucho o poco?

Mucho. Le mostró los discos de oro que estaban debajo del sofá.
Ahora los tengo en una pared. Tengo otro disco de oro que fue éxito en Estados Unidos, Besame Mucho ¿sabe? Jaqueline, ¡explica cómo es que se hizo Besame Mucho!  [Jacqueline, la traductora, cuenta: Besame Mucho fue hecho para la banda sonora de «Great Expectations». Fue disco de oro en Estados Unidos]. Disco de Oro en Estados Unidos, ¿sabe cuánto es? 500 mil.

¿Se siente muy orgullosa cuando piensa en su éxito?
Soy una persona sencilla.  No creo que sea extraño. Era lo que estaba esperando.

¿Cree en el destino?
No, ¡destino nada! Fue una puerta que se abrió para mí y para otros artistas africanos. Estuve parada diez años: no cantaba, no iba para ningún lado. Me cansé de tanto  cantar y dije: «Voy a parar». En 1985, la Asociación de Mujeres Caboverdianas me invitó para cantar en una fiesta el día 8 de marzo.  Y canté el 5 de julio, en aquel patio grande que tienen. Entonces, el primer ministro Pedro Pires me dijo que íbamos a Portugal a grabar un disco [Cesária. Zenaide, Celina Pereira, Ana Emma].
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Fue la primera vez que salió de su tierra.
Primera vez, incluso para cualquier isla. No me gustaba ir a ningún sitio. Me gustaba estar donde estaba. No hay isla más sabrosa que S. Vicente [comienza a cantar «Mindelo Pequenino»]. ¿Conoce esa morna?

La conozco. ¿Fue difícil estar diez años sin cantar?
Era también un capricho que quería mantener. Mucha gente acá afuera pensaba que estaba muerta, otros pensaban que estaba enferma. El pueblo pensaba lo que quería pensar y yo cantaba en mi casa. A veces las personas pasaban y se paraban a ver,  y yo escondía la cabeza.

¿Fue en ese período que dejó de beber?
Fue. Cigarrillos, nunca conseguí. Dejé de beber porque dejé de frecuentar bares, de ir para casas privadas o no privadas.

¿No fue especialmente difícil?
No. Ni en aquella época ni ahora que también dejé. Van a hacer 5 años. Las personas estaban con dudas: si era por enfermedad, cualquier cosa.

¿Cómo es que comenzó a beber?
En los  bares, por influencia de una cosa u otra, una persona aprende muchos vicios.

Paró  de cantar, paró de beber.
Eso.  Paré en el 75, retomé en el 85.

¿Por qué es que paró hace cinco años atrás? ¿Problemas de salud?
Si tuviese problemas de salud no tendría una trayectoria como la que tengo. Voy siempre al médico para saber si estoy funcionando bien por dentro y por fuera, principalmente por dentro. Tengo tensión normal y no tengo problemas de corazón.

¿Entonces?
Dejé por una cuestión de fastidio. Bebí mucho desde el 85 hasta el 94. Dije: «Voy a parar». Y paré.

¿Nunca más bebió?
Hasta hoy no. Puede ser que cambie de hoy para mañana, ¿no? No dije: «Nunca más», dije «voy a poner stop». En mi casa tengo toda clase de bebidas para mis amigos.

Ahora bebe leche y café.
Café, agua, de vez en cuando un refresco.

¿Fumar y cantar son sus placeres?
Y perder la noche en la parodia. Pero sin alcohol.

¿Ya no se hacen serenatas en las noches de Cabo Verde?
Muchas cosas desaparecieron, es verdad.

Teniendo la trayectoria que tiene,  si un amigo se lo pide, ¿hace una serenata?
Claro que sí, si tengo ganas yo canto.

¿Es Cesária quien escoge a los músicos que la acompañan?
Y Djô Silva [José da Silva, el productor]. Nosotros tenemos que llegar a un acuerdo, si yo quiero o no quiero. A veces puede haber una persona que no me agrade y la persona no viene. La actitud o cualquier cosa que no esté bien para mí. Eso fue lo que pasó con el grupo Bau.

El encuentro con Djô Silva cambió su vida.
La segunda vez que Bana me trajo  para Portugal, en el 87, yo cantaba en el restaurante de él. En ese momento Djô estaba con una mujer y me dijo que cuando terminase de cantar quería hablar conmigo. En el 88 yo podía tomar compromisos con él. Del 88 hasta ahora estamos juntos, y todo funciona maravillosamente.

Djô Silva era guardabarreras en el ferrocarril. ¿Tenía experiencia como músico?
Trabajaba en el ferrocarril  y ya había tenido un grupo en Francia. Era manager de los Cabo Verde Show.

¿Fue en la misma época que se cruzó con Paulino Vieira [instrumentista]?
Paulino y yo ya habíamos tocado juntos en Lisboa. Él formó un grupo que fue para Francia a acompañar a Cesária.  Estuvimos juntos algún tiempo; como él tenía trabajo, tenía el disco que hizo dedicado a su padre, tuvo que dejarme. Después fue el Bau y ahora otro grupo. Este grupo no tiene nombre, es el grupo de Cesária. Son personas abiertas: hay tres cubanos y siete caboverdianos, dos técnicos de sonido y uno de luz. Ah, y Jacqueline trabaja con nosotros.

¿Es su asistente personal?
Sí. Jaqueline, conozco a sus padres antes que a ella.

¿Tiene orgullo patriótico?
Por mi parte, ¡no voy a dar ni voy a vender! La parte que me toca es mía. Y cada quien tiene siempre un pedacito allá, un pedacito de suelo de Cabo Verde.

¿Le es indiferente estar en Francia o en Portugal?
Soy la misma persona, nunca cambié. Soy sencilla, como ahora.

¿Conoce a Amalia?
Personalmente no la conozco, pero soy una gran admiradora suya hace muchos años. También me gustaba Alberto Ribeiro, Rui Veloso, Vitorino, Sérgio Godinho, Paulo de Carvalho, Carlos do Carmo, también lo conozco.

¿Le gusta especialmente el fado?
Para decir la verdad, me gusta Carlos do Carmo y Amalia Rodrigues.

También Amalia era de una familia humilde y comenzó a cantar en las calles.
Es como mi caso: comencé a cantar en los bares y en todos los rincones de San Vicente. Todo tiene un comienzo.

¿Es verdad que va a hacer una pausa en su carrera y que puede incluso dejar de cantar?
[A Jaqueline] Cuéntale, ¡al menos haz alguito! [Jaqueline responde: Ella no tiene planes de parar. En diciembre va a descansar seis o siete meses porque los últimos años han sido extenuantes. Jaqueline prosigue: Voy a tener que pedirle que pasemos a las fotos].

¿Le gusta pintarse las uñas?
Sí. Me gusta el azul no muy claro, el negro, el marrón, son tres colores que me gustan del  esmalte.

¿Va a la manicura?
Me arreglo yo misma. Cuando puedo me gusta ir a arreglar mis pies y hacerme las manitos. Cuando no puedo ir, tengo lima, tijera y hasta lámina para quitar los callos de los pies, y tengo acetona y algodón.

¿Canta siempre descalza?
Siempre fui una cantora descalza.

¿Se siente más confortable?
No se trata de estar confortable. Me gusta, me gusta estar descalza, como siempre.

En Cabo Verde pasa los días en el umbral de la puerta con las llaves depositadas en su regazo. ¿De dónde son esas llaves?
De mis cosas importantes. Tengo dinero, tengo una joya, ¿voy a dejarlas allí arriba de la mesa, en cualquier sitio?

¿Quién es la persona que más le gusta?
Es mi madre, que ya murió.  Después, mis dos hijos. Después, hermanos: y la persona que no sea de la familia y que me trate bien, yo la trato bien también.

De sus canciones, ¿tiene alguna que le guste más que las otras?
Mar Azul y Miss Perfumado son dos mornas que forman parte de la historia. Fue el puntapié de salida en Francia. Y con el pie derecho.





©Fotografía de Pedro Loureiro
©Traducción de Viviana Marcela Iriart


(Entrevista publicada originalmente en  DNa del  Diario de Noticias, en 1999. Cesária Évora murió en 2011).










¡Bravo, Carlos Giménez! Ángel Ancona, iluminador y productor: “Carlos le dio a Venezuela y a toda Iberoamérica una visión del Teatro Contemporáneo que no tenía” / entrevista de viviana marcela iriart, México D.F., 20 de noviembre de 2018








“Carlos era de esos seres luminosos que cuando ingresan en una habitación 
el lugar adquiere una atmósfera especial”





¡Bravo, Carlos Giménez! Porque Carlos (Argentina 1946-Venezuela 1993) en apenas 30 años de carrera dirigió más de 60 obras de teatro en Argentina, Venezuela, México, Perú, España y Estados Unidos, donde fue invitado por el mítico productor Joseph Papp, y creó  -entre otras - nueve instituciones culturales de gran importancia en Venezuela y Argentina.

¡Bravo, Carlos Giménez! Porqué creó  el Festival Internacional de Teatro de Caracas, junto a la entrañable y talentosa María Teresa Castillo;  el Instituto Universitario de Teatro  (IUDET), el Grupo Rajatabla, el Taller Nacional de Teatro (TNT), el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela (TNJV), el Centro de Directores para el Nuevo Teatro (CDNT), ASITEJ (Asociación Internacional de Teatro para la Juventud, Capítulo Venezuela)  y, en Córdoba,  el Festival Latinoamericano de Teatro y el grupo El Juglar cuando todavía era adolescente.

¡Bravo, Carlos Giménez! Porque cuando Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura,  vio el El Coronel no tiene quien le escriba adaptada y dirigida por ti, dijo de sus personajes: “No los reconozco, los conozco. No los había conocido, los conocí ahora. Yo me imaginaba cómo eran, pero nunca los había visto. Ahora los vi.”

¡Bravo, Carlos Giménez! Por haber llevado a Venezuela lo mejor del teatro del mundo, permitiendo que tomáramos talleres con los grandes Maestros y Maestras y ver sus espectáculos a precios populares: Tadeusz Kantor, Berliner EnsemblePeter Brook, Giorgio Strehler, Peter Stein, Lindsay KempPina BauschNorma AleandroVanessa RedgraveKazuo OhnoTomaz PandurEva BergmanEugenio BarbaYves LebretonPeter Schumann,   Antunes FilhoGilles MaheuSantiago GarcíaDarío FoEls JoglarsFranca RameEllen StewartJoseph Papp,  Andrezj WajdaDacia Mariani

¡Bravo, Carlos Giménez! Por hitos como Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias,  Bolívar y La Muerte de García Lorca de José Antonio RialMartí, La Palabra de Ethel DahbarLa Honesta Persona de Sechuan de BrechtTu país está feliz de Antonio MirandaEl Campo de Griselda GambaroLa señorita Julia de StrindbergPeer Gynt de IbsenEl Coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez…  Porque sus obras fueron ovacionadas en Europa, Estados Unidos y América Latina.  Porque su talento como director y gerente cultural fue único, extraordinario, irrepetible en la escena latinoamericana.

¡Bravo, Carlos Giménez! Porque a los 19 años gana sus primeros premios internacionales en los festivales de teatro de Cracovia y Varsovia (Polonia), uno de ellos otorgado por el Instituto Internacional de Teatro-Unesco (ITI)  y participa en el Primer Festival de Teatro de Nancy (Francia).

¡Bravo, Carlos Giménez! Porque a los 22 años recorre América Latina por tierra haciendo teatro para las hijas y los hijos de los mineros, los pescadores, las campesinas, los olvidados y olvidadas de la tierra y nunca dejó de hacerlo.

¡Bravo, Carlos Giménez! Porque fue generoso, amable, humilde y agradecido, aunque a veces la leyenda diga lo contrario. Un ser humano con todas las virtudes, defectos y contradicciones de los seres humanos.

¡Bravo, Carlos Giménez! 
Porque fue un genio.
Y me haces mucha falta.



 
“Rajatabla se hizo nuestra vida (...) 
Dando tumbos nos hemos recuperado en 
los fracasos y en los éxitos”
Carlos Giménez, Miranda, tu país está feliz, 1991 





Ángel, ¿en qué año y en qué ciudad conociste a Carlos?
Lo conocí en el mes de julio de 1991, en la Ciudad de Guadalajara, Jalisco. México. 
¿En qué circunstancias?
En ese año Carlos era una de las personas más poderosas  y talentosas de la cultura venezolana, ¿se le notaba el poder?
Considero que las personas con poder, al menos en el medio de la Cultura, los que verdaderamente tienen el poder, no hacen gala del mismo, simplemente se percibe ese poder. Carlos además de ser un “poderoso” del medio Cultural, estaba muy seguro del poder que ejercía con su obra, de manera que no era necesario demostrar su poderío. Carlos era de esos seres luminosos que cuando ingresan en una habitación el lugar adquiere una atmósfera especial, creo que él lo sabía y tenía muy seguro, no necesitaba alardear de poder, creo que de hecho prefería ser coqueto y guapo antes que poderoso.
¿Habías visto alguna obra suya?
Claro, BolívarEl Coronel no tiene quién le escriba, y el espectáculo sobre García Lorca, no recuerdo el nombre correcto (La muerte de García Lorca).
¿Cómo era Carlos?
Un “Tipazo”, muy claro en lo que quería ver en escena y muy preciso e incluso poético en sus instrucciones, en todo momento de lo más divertido e inteligente.
Carlos fue detenido, torturado y deportado de México en 1973, después de su exitoso estreno de Fantoche de Peter Weiss. ¿Alguna vez te comentó algo sobre esa terrible experiencia?
Claro, y no solo él, sino compañeros de él que estuvieron cerca en ese momento.
En una ocasión me dijo algo: La conflictiva de México radica en la palabra “mande”. ¡Cuando el mexicano deje de decirla será otro país! 
¿Puedes extenderte? Hay muy poca información sobre ese hecho.
Solo eso, nunca ahondamos en ese tema, de hecho creo que para él era un tema doloroso, no tenía buenos recuerdos de esa época y no contaba mucho sobre eso.

El investigador teatral mexicano Rodolfo Obregón dice: "Carlos Giménez fue quien hizo conscientes a los teatreros de que las estructuras dictatoriales que debían vencer eran las que regían a su propia comunidad".

 

Completamente de acuerdo. Por desgracia, no hay un recuerdo vívido de él y su obra en México, sin embargo los que lo recuerdan y conocieron le dan ese crédito.

 

El  también investigador teatral mexicano César López  en su artículo Cleta: Crónica de un movimiento cultural artístico independiente, dice que “la presencia en México del director Carlos Giménez” fue fundamental para la creación del Cleta. ¿Carlos es recordado en la actualidad por el movimiento teatral mexicano?

 

Se le recuerda, aunque en sí ese movimiento teatral, a pesar de seguir existiendo, se deformó y deterioró, se ve más como un fenómeno social que como una aportación teatral.

 

Hay muchas definiciones maravillosas sobre Carlos, pero no puedo citarlas a todas así que sólo citaré tres.

Para Rubén Monasterios era “un ángel furibundo.

Para Azparren Giménez  “hubo una pasión por Carlos Giménez que siempre me recordó  al personaje de Teorema, la película de Pasolini”.

Y  para Norma Aleandro era  un ser tierno, encantador, con un gran carisma y (…)  un “ÁNGEL” impresionante”, y el “ángel” lo dijo en mayúsculas. ¿A qué Carlos conociste tú o conociste a los tres?

 

Para mí, Carlos era un ser apasionado, que podía enloquecer de furia si algo no quedaba como él quería o bien podía el ser más tierno y dulce, pero una ternura y una dulzura un tanto ácida.

No era un ser de un solo matiz, abarcaba todas las tesituras, podía ir en segundos de la dulzura más tierna a la violencia más cruda, siempre con su razón y en ocasiones hasta con su trampa, actuando, ¡para lograr su objetivo! Pero sin duda, para mí al menos, un ser con una enorme soledad siempre necesitado de una mirada de complicidad, de una mano en su hombro, para sentirse amado, necesitaba sentirse amado. Su amor lo brindaba por medio de un escenario.

 

Hiciste la iluminación de la Gala Artística de la Primera Cumbre Iberoamericana de Presidentes en Guadalajara. Fue un gran evento dirigido por Carlos, con grandes artistas: Juan Gabriel,  Gal Costa, Amalia Rodrigues, Susana Rinaldi, Tania Libertad,  La Negra Grande de Colombia, Joan Manuel Serrat. ¿Cuántos días tuvieron para ensayar? ¿Tienes alguna anécdota?

 

¡Estuvimos todos viviendo en un hotel en Guadalajara durante 10 días o más!

Anécdotas infinitas, por ejemplo cuando Juan Gabriel nos sorprendió cambiando sobre la Gala todo el repertorio que había ensayado, nos volvió locos a todos. Logramos superar el momento y sacarlo adelante, pero fue toda una anécdota, no solo artística sino política, ya que Juan Gabriel lo hizo para mofarse del presidente Mexicano en turno, Carlos Salinas de Gortari ¡y lo logró con creces!

Otra anécdota es que la cantante de fados Amalia Rodríguez estaba muy delicada de la vista, y Carlos le pidió a Roberto Stopello que se pusiera un smoking y entrará con ella a escena para llevarla a pie de micrófono, llegó un momento en que Roberto se detuvo y le dijo a Amalia que avanzara 2 pasos, ella avanzó, pero Roberto estaba parado sobre la cola del vestido y éste se desprendió y ella ni se enteró y empezó a cantar.  O Gal Costa, que se hizo acompañar de una hechicera, que hizo un ritual sobre el escenario antes de que ella cantara, etc. ¡Y así muchas más!

 

¿Y de Carlos tienes alguna?

 

Pues solo que, cuando Juan Gabriel apareció en el escenario iba vestido con un terno de lame plateado cubierto de lentejuelas y en  la entre pierna se había colocado un bulto que hacia grotesco su sexo; Carlos, por medio del intercomunicador me dice, “¡¡¡¡eso no puede ser normal!!!”

Cada artista tenía 10 minutos de participación, Juan  Gabriel ya llevaba más de 15 minutos y no tenía para cuando terminar. El número siguiente era con la Orquesta Filarmónica de Jalisco, que estaba colocada en el foso de orquesta y tenía que tocar la canción Guadalajara cuando terminara Juan Gabriel,  pero como éste había cambiado las canciones, el director de la orquesta no se atrevía a entrar. Carlos se tuvo que ir prácticamente en cuclillas, por el pasillo central de las butacas, a decirle al director que entrara y que callara a Juan Gabriel, éste lo hizo y fue la única forma de que Juan Gabriel se callara y el espectáculo terminara.

 




Placa en el Teatro Degollado. Fuente: Ángel Ancona



 

Carlos era un hombre muy generoso, de ayudar mucho a la gente tanto con dinero como con trabajo. En general tenía un carácter apacible pero cuando se enojaba estallaba como un volcán.  Yo, que trabajé con él, lo escuché gritar muchas veces pero nunca sin motivo. ¿Cómo fue tu relación con él?


Mi relación con él fue siempre de lo más cordial, me bromeaba mucho, lo vi y escuché cuando se enojaba, conmigo nunca, ¡siempre fue un caballero y un cómplice creativo de lo más generoso!

¿En qué era  generoso?
Se requiere de una enorme generosidad para crear como Carlos lo hizo, y no solo en la escena como director, dramaturgo, etc. sino también como creador de instituciones, por citar algunas, Teatro Nacional Juvenil de Venezuela, Festival Internacional de Teatro, Taller Nacional de Teatro, Rajatabla misma, etc. Solo un ser con una gran generosidad y capacidad de pensar en las comunidades puede llevar a cabo esta obra creativa e institucional.
Y, personalmente, compartió su generosidad creativa conmigo, me abrió las puertas y me hizo aprender y compartir la experiencia de la creación de su obra. ¡Eso es síntoma de la mayor generosidad! ¡Y no sabes cómo a la fecha le agradezco!
¿Cómo fue que te convocó para que trabajaras en Caracas con él?
Después de hacer la Cumbre Iberoamericana, coincidimos en Buenos Aires, en donde yo estaba iluminando en el Teatro San Martín, y unos meses después recibo una llamada y me invita a hacer Mozart, el Ángel Amadeus, en el Teatro Teresa Carreño, y así fue, llegué a Caracas a finales de Noviembre a iniciar una de las etapas ¡más maravillosas de mi vida!
¿En qué obras trabajaste?
Mozart, el Ángel Amadeus,  Despertar de primaveraEl campoOficina número 1, la obra de tinte totalmente comercial “Taxi” y  un recital escenificado con poesía del poeta mexicano José Emilio Pacheco. Además diseñé en esa época alrededor de 4 o 5 montajes en el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela (TNJV), en Caracas y en Valencia. 
Carlos también era iluminador y me pregunto si él te trataba de guiar tu trabajo o te dejaba crear.
Me dejaba total libertad de creación, me daba una clave, por ejemplo, “quiero que la luz solo entre a escena por las ventanas”: esa era la clave o como se dice en el argot de los iluminadores, la “Key Light”. A partir de ahí se creaba el entorno, las escenas y todo lo demás, y así en cada puesta en escena. Tan es así que me permitió el uso de filtros, que él odiaba, no como color en la luz, pero sí para lograr los cambios de temperatura. Solo era esa clave, no hablábamos más, ya en la grabación de las escenas, si no estaba de acuerdo con algo me lo hacía ver y esperaba que al día siguiente le presentara otra propuesta, pero en realidad, de lo más sencillo.
¿Alguna vez no le gustó alguna iluminación tuya y te pidió que la cambiaras?
No, nunca, solo pequeños cambios en cierta escena y lo trabajaba sobre los ensayos.
¿Estabas con él en los ensayos? ¿Cómo era dirigiendo?
Trataba de estar en los ensayos, en ocasiones yo estaba en México y llegaba una o dos semanas antes de estrenar. Tenía un sentido del humor fantástico cuando dirigía, como dije antes, tenía muy claro lo que quería, y sus indicaciones a los actores eran muy precisas y hasta muy divertidas.
Respecto a la iluminación, siempre me hablaba o pedía lo que quería en cierto tono metafórico, por ejemplo: en la obra Oficina número 1, solo me dijo, “el espacio es la sabana, 40 grados, y de ese calor que emite la luz del sol, surgirá un remolino mágico de luz que envolverá cada una de las escenas”, ¡esa fue la única indicación que me dio en todo el proceso!
¿Cuál de sus obras de teatro te impactó más? ¿Por qué?
Las que yo hice con él todas me impactaron, y me impactaron por que cada una era absolutamente diferente a la otra, en su propuesta, su temática, su estética.
¡Una delicia descubrir y hacer ver por medio de la luz, las sombras y la oscuridad, esos mundos, los mundos de Carlos, sus mundos y ser parte de ellos! Un privilegio.



El Campo. Foto: Marcelo Pont

Mozart, el ángel Amadeus.


¿Qué es lo que más valoras de su trabajo y de su persona?
De su persona, su generosidad, su sabiduría, su sentido del humor, su sentido de la vida.
De su trabajo, igualmente su generosidad, su riesgo, su valor, su perfección, su percepción de la vida, de la muerte y de la escena.
¿Quieres contarme alguna anécdota que hayas vivido con él?
Son muchas, todas, muy divertidas, ¡todas de una generosidad extraordinaria!
Hay una historia en particular, muy personal,  en el estreno de Oficina número 1Yo viajaba a México al día siguiente y me pidió que le hablara a Emilio Carballido  y que le dijera de su parte “que ya todo estaba olvidado”, y que le diera los derechos de la obra “Rosa de dos aromas”.  Llegué a México, le llamé al Maestro Carballido, le llamaba y me anunciaba, claro, de parte de Carlos, nunca me tomó la llamada. Años después de la muerte de Carlos, Orlando Arocha me invita a iluminar “México Distrito federal” de Emilio Carballido, la montamos en el  Ateneo de Caracas.  El maestro Carballido viajó para el estreno, yo me topé con él en la librería que estaba en la parte de abajo del Ateneo, lo saludé y le dije: “tengo un mensaje que nunca pude darle de parte de Carlos Giménez”, le dije el mensaje tal cual me había pedido Carlos ¡y el maestro Carballido se puso a llorar! No supe más, no pregunté más, ¡algo se quedó ahí que solo ellos supieron!
Es que Carballido había contratado a Carlos para que dirigiera Fantoche y cuando a Carlos lo detienen y deportan, Carballido no lo defiende. En 1983 Carlos lo denunció públicamente en México y se armó un lío.
Pues hay versiones, para nada divertidas, que no me atrevo a contar, ya que se han ido distorsionando y además los protagonistas algunos ya han fallecido, hay historias no precisamente gratas de contar, y no me gustaría ser indiscreto.
¿Qué significó para ti la muerte de Carlos?
Todos vivíamos un profundo miedo producto de la pandemia que padecíamos, tanto en México como en Venezuela los amigos se morían, creo que no entendíamos muy bien el porqué, todo era muy rápido y vertiginoso y tanta muerte nos tenía paralizados, ¡simplemente se enfermaban y morían! Y todos temíamos morir de lo mismo en cualquier momento, así, sin más, sin saberlo, íbamos acumulando una profunda depresión producto del dolor de perder a las personas amadas ¡y el mismo miedo de morir nosotros todos! Yo mismo, en esa época, perdí a una persona a la que amaba en Caracas.
Cuando Carlos enferma el desconcierto era tremendo, y tratábamos de buscar las soluciones posibles para él y para los demás amigos. Había un médico mexicano que al parecer había descubierto un  medicamento que detenía el VIH, por cierto de ese médico no se supo más, y yo llegué a traficar el medicamentos entre México y Caracas, y también lo hacíamos en complicidad con algunos aeromozos de la entonces línea aérea AVENSA, ¡tremendo!
Al fallecer Carlos, vino una profunda depresión. De hecho, yo no he vuelto a entrar a Rajatabla en los viajes que hecho en tantos años; hasta me tocó ir a finales de los 90 a un Festival, nos presentamos en la Sala Rajatabla y no me atreví a subir.
Yo, francamente, creí que nunca más iba a poder dialogar estéticamente con un director como lo había hecho con Carlos. Tardé muchos años en reencaminar mi estética y hacer algo que realmente me gustara.  Fue tan grande la experiencia con Carlos que, después de eso, nada me era satisfactorio; finalmente se trabaja y se encuentran otras estéticas y se reinventa, pero fue en su momento terrible y angustioso.
¿Y qué crees que significó para la cultura venezolana?
Sin duda, Carlos le dio a Venezuela y a toda Iberoamérica una visión del Teatro Contemporáneo que no tenía, creando verdaderos modelos de producción y corriendo riesgos estéticos a nivel internacional que pocos tienen la oportunidad de hacer.
Carlos dio a conocer a Venezuela en el mundo y Venezuela le brindó la oportunidad, en su momento, de crecer y crear libremente, sobre todo y ante todo eso, crear libremente, la palabra libertad y el valor de crear y creer en la libertad y lo que eso significa, entregando con  la mayor generosidad la escena a un pueblo, no solo venezolano, sino iberoamericano.
Tan es así que a la fecha, amigos en común como Ramiro Osorio, Giorgio Ursini, nos encontramos en algún festival y seguimos diciendo, “cómo lo extrañamos” o “qué falta hace”.
¿Cómo se recibió en México la noticia de su muerte?
La verdad, no tuvo mucha repercusión, solamente entre la gente que lo había conocido.
En ese momento yo estaba entre Bogotá y México, y creo que en Colombia tuvo una mayor repercusión.
Si Carlos pudiera escucharte, ¿qué le dirías?
Por una parte: Querido, ¡cómo nos haces falta! ¡Te extrañamos!
Por otro lado: “Coño de tu madre, ¿en donde andabas? ya ponte a ensayar”.

20 de noviembre de 2018
México D.F.






Iluminador y productor mexicano. Coordinador del Sistema de Teatros de la Ciudad de México, Secretaría de Cultura. Ha trabajado en más de 100 obras de teatro, danza, conciertos,  en diferentes países del mundo.
Algunos premios.

2006: Reconocimiento del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Shanghai, China, por su labor en las Artes Escénicas.
2010: Reconocimiento del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Shing Tao, China, por su labor en las Artes Escénicas.
2011: Reconocimiento del Gobierno del Estado de Tamaulipas por su labor en las Artes Escénicas.