la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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El Príncipe Negro Rolando Peña inaugura exposición en Estados Unidos el próximo 23 de noviembre de 2021

  




El reconocido artista multimedia venezolano Rolando Peña, El Príncipe Negro, inaugura  su exposición A Matter of Perspective en la galería Art Media de Miami el próximo martes 23 de noviembre, a las 6 pm: 350 NE 75th St., Suite 103-2. La exposición podrá ser vista hasta el 11 de febrero de 2022.

Rolando Peña es uno de los artistas latinoamericanos más reconocidos en el mundo del arte. Forma parte de la Enciclopedia Internacional del Arte Contemporáneo, la primera que existe, publicada por la editorial italiana Treccani y bautizada hace una semana atrás en la Bienal de Venecia, Italia.

Asimismo, en la Enciclopedia Británica Barsa del año 1968, el crítico de arte Stazis Gostautas escribió: “Rolando Peña (artista venezolano), fundador y director de Foundation for The Totality (grupo de arte latinoamericano, con sede en Nueva York), es el pionero en los espectáculos Multimedia-Psicodélicos, Happenings, Performance en América Latina”.

Peña comenzó su carrera artística en 1963 en un medio tan diverso como el performance y las body actions, instalaciones, grabaciones, cine, video, multimedia y tecnología de imágenes. Colaboró con destacados dramaturgos, intelectuales y curadores como Andy Warhol, Allen Ginsberg, José Ignacio Cabrujas y Pierre Restany. En 1965, Peña organizó, junto con el dramaturgo José Ignacio Cabrujas en Venezuela, los dos primeros espectáculos multimedia que tuvieron lugar en América Latina: Testimonio y Homenaje a Henry Miller.

Desde los años 80 hasta la actualidad, Peña ha creado una obra monumental con el  petróleo crudo como tema central. Su crítica a la sociedad de consumo, y especialmente a la explotación petrolera, se ha convertido en un ícono del arte contemporáneo.

Peña ha vivido en Nueva York, París y Caracas, donde ha exhibido su trabajo en exposiciones individuales y colectivas, experiencias de performance, instalaciones, en lugares cerrados y  espacios públicos.

Los premios y reconocimientos a Peña incluyen: The Guggenheim Foundation Fellowship, por la obra “Make Oil Green”, 2009; “Maestro de  Arte Contemporáneo” otorgado por  la Asociación Internacional de Críticos de Arte, Venezuela, 2010; premio “Armando Reverón” de la Asociación de Artistas de Venezuela, 2012; Tributo Especial, 3ra Bienal Internacional de Arte, Mérida, Venezuela, 2014; “Maestro del Arte Multimedia 2014” de la Asociación de Arquitectos de Venezuela; el premio “Andrés Bello” otorgado por  la Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela en reconocimiento a su   trayectoria en las artes en Venezuela y las Américas, 2016.

En 2017, Peña fue reconocido en los Estados Unidos como uno de los precursores del cine experimental en América Latina, con dos de sus películas: La Cotorra No. 2 y Diálogos con Ché, este último presentado en los festivales de cine de Cannes y Berlín, en 1969.

En 2018, Peña presentó en Pinta Miami, y por primera vez al público, Foundation for The Totality, una exposición del grupo concebido y dirigido por Peña, que recuerda las contribuciones de artistas latinoamericanos en el contexto de la escena artística y la cultura "underground" de la ciudad de Nueva York durante los años sesenta y setenta.

A fines de 2019, Peña fue invitado a participar en la celebración de los 100 años de la Bauhaus durante la Bienal de Arte de Performance Visual Performa19 en la ciudad de Nueva York, con su último trabajo Less is More - Homenaje a John Cage.

En 2020 Rolando Peña  fue presentado como un  Proyecto Especial por la Galería Baró en la Feria de Arte Contemporáneo ARCO de Madrid.






Rolando Peña: web oficial

Art Media Gallery: web oficial





CUENTOS DE LA GAVETA: BONCHE INFANTIL por Armando Africano, Caracas, junio de 2020/ Ilustración: Lisardo Rico Rattia

 



 

Yo tendría como 5 o 6 años y recuerdo con mucha ternura a Tatiana, que era mi única y gran amiga en esa etapa de mi pequeña vida, éramos muy unidos. Ella vivía a media cuadra de mi casa, estudiaba para ser bailarina de ballet, creo que tendría unos 7, 8 años, no preciso la edad porque es una dama…

Nos visitábamos y jugábamos todos los días. Su casa quedaba en frente de un colegio muy grande de padres salesianos. La casa donde yo vivía estaba a una cuadra de la plaza Bolívar de Valera, era bastante grande, sobre todo muy larga. Al entrar, a la izquierda después del zaguán, había una escalera para el segundo piso, que era de madera muy gastada, donde nos recibía una especie de “salita” con dos poltronas, una máquina de coser, una vitrola, una mesita, una hamaca; al frente de esta “sala”, una gran puerta que daba a una inmensa terraza de cemento, que siempre estuvo programada para hacerse una ampliación que, creo, nunca se realizó. Y lo que recuerdo con mucha nostalgia era la hermosísima vitrola de las que se les daba cuerda y nunca olvidaré que la aguja que se le colocaba parecía un trozo de clavo pero sonaba de maravilla y nos alegraba nuestras fiestas, porque Tatiana y yo decidimos organizarnos fiestas con piñata para divertirnos en las tardes.

Los invitados éramos ella y yo, más nadie, así que, cada tantos días  que nos provocaba, la organizábamos; casi siempre poníamos los mismos discos, a pesar de que teníamos muchos de 78 revoluciones, los repetíamos, sobre todo los de música más alegre, una de las canciones que cantábamos y además la bailábamos era Sin corazón en el pecho, nos la sabíamos completica 

Yo la esperaba en la puerta de la casa, subíamos, brindábamos con refresco y poníamos la música. No sabíamos bailar -bueno- yo menos que Tatiana, pero realmente nos movíamos, cada uno por su lado, y solucionábamos; al terminar el disco nos sentábamos a hablar, podíamos tomar un poco más de refresco, paseábamos por la terraza, luego bailábamos de nuevo y venía la tumbada de la piñata.

Alternábamos nuestras funciones con la piñata, uno la subía y bajaba y el otro le daba palo hasta tumbarla, solo que había otra regla que teníamos que cumplir después de lanzarnos a recoger los caramelos: solo podíamos comernos uno, porque los demás eran para llenar otra bolsita, guindarla y comenzar de nuevo la fiesta.

La organización era muy simple, teníamos reglas que no podíamos dejar de realizar, por ejemplo, el refresco servido en vaso pequeño: solo podíamos tomar para el brindis de bienvenida, mientras hablábamos al comenzar nuestra reunión bailable, al terminar el primer baile y otro sorbo después de tumbar la piñata. Era muy importante,  siempre, tener guardadas varias bolsitas de papel marrón, de las que traía el pan que compraban en nuestras casas, que atesorábamos cada vez que estaban mal puestas, además del mecate, un palo para golpear la piñata y principalmente la música para bailar.

Nuestro evento lo repetíamos varias veces el mismo día con el mismo protocolo: al terminar la última bailada, después de la piñata, nos despedíamos. Tatiana salía para su casa, luego a los 2 o 3 minutos volvía a tocar el timbre, yo la buscaba y comenzaba de nuevo el rumbón. 

Una de nuestras rumbas, que fue inolvidable sobre todo para mi tía, fue cuando Tatiana inventó que teníamos que hacer una fiesta de carnaval y por supuesto, ir disfrazados, por lo que ella se ofreció a realizarme un disfraz.  

Me dijo: yo te hago el tuyo, uno de Cantinflas que es muy fácil, tú me traes un pantalón negro y yo le pongo remiendos, te guindas unas tiritas arriba de una franela blanca y ya está… ya yo tengo mi disfraz, tú solo  tienes que buscar trozos de tela para los remiendos del pantalón… Y comenzó mi búsqueda de los trozos de tela para que Tatiana realizara mi disfraz, busqué por todos lados, en gavetas, escaparates, debajo de las camas y nada, hasta que recordé que en el cuarto de mi tía había como una especie de closet en un rincón detrás de la puerta; raudo y veloz fui y me metí debajo a buscar en las cajas que ella guardaba y al subir la mirada  vi que estaba guindado un gran vestido largo, con enorme cantidad de tela que llamaban tul. Al ver cómo era ese amuñuñamiento de tul, ¿un vestido con tanta tela junta?,  descubrí que tenía otro tipo de tela en la falda de la parte central y de inmediato pensé, ¿cómo se va a enterar mi tía que le falta un pedacito a esta parte del vestido si está todo lleno de muchos metros de tela?  E inmediatamente busqué la tijera y procedí a cortarle un cuadro de tela y salí muy contento para casa de Tatiana a entregarle el pantalón, la franela y el trocito de tela.  

Y logramos hacer la consabida fiesta de disfraces, nuestra fiesta de carnaval, la rumba fue igualita a todas las otras fiestas, solo que al llegar fingíamos que no nos conocíamos, logramos bailar, tomar refresco, reconocernos ¿a que no me conoces? con sorpresa incluida, tumbar la piñata y hasta premiación para los “dos” disfraces, el primero y segundo lugar lo alternábamos, fueron muy divertidos nuestros desfiles frente al jurado (ella y yo),  pero el gran acontecimiento fue al día siguiente…

…Como a la 9 de la noche, yo, como buen angelito, a punto de dormir. Comenzaron unos aullidos desgarradores y todos hablando a la vez,  yo, inocente, me asomo a ver qué pasa: era mi tía, roja como tomate, pegando alaridos y con el vestido en la mano. Yo me dije, ¿será porque se nota la falta del pedacito de tela? y salí disparado a esconderme. A lo lejos oía mi nombre pronunciado a gritos con toda la rabia que podía haber causado por ese pequeñito pedacito de tela,  todos se unieron cual escuadrón en la búsqueda del pequeño niño destructor de la ida al baile de mi tía. Poco a poco ella se fue calmando,  buscó otro vestido y se fue a su baile, su carácter no le permitía estar mucho tiempo molesta.  Al día siguiente gran regaño, me castigaron muy severamente y por varios días no pudimos hacer fiesta.  

Otra de las “travesuras” que hacía era que me divertía pisando con los dedos los encajes que tenían unos muñecos antiguos de porcelana, que a ella le encantaban. 

Mi tía siempre fue maravillosa, ¿cómo se calaba todos los desastres que hacía yo?, Que no eran dirigidos a ella, por supuesto, pero como era la que siempre estaba conmigo, pagaba las consecuencias 

Un año después se casó y se fue de Valera para Brasil y dos años después a mí me llevaron a vivir a Barquisimeto. 

 En Barquisimeto tengo otro cuento. 

 

©Armando Africano

Caracas, junio de 2020

Ilustración: ©Lisardo Rico Rattia




Rosa Montero gana el Premio Nacional de las Letras de España: "El sentido de escribir es buscar el sentido de la existencia" / Infobae, 14 de noviembre de 2017





Periodista, ensayista y creadora de varias novelas que forman parte de la colección de cientos de bibliotecas en el mundo, la autora española fue una vez más galardonada por su trayectoria, profesionalismo y creatividad







"El sentido de escribir es buscar el sentido de la existencia". Puede parecer una frase más, una entre las miles que se encuentran en La Carne, de la autora española Rosa Montero, pero de alguna manera sintetiza cómo vive la literatura y cuál fue el "fuego" que la llevó, en las últimas horas, a convertirse en la ganadora de Premio Nacional de las Letras Españolas, galardón que reconoce la trascendencia de los autores y sus obras literarias.


"Su larga trayectoria novelística, periodística y ensayística, en la que ha demostrado brillantes actitudes literarias, y por la creación de un universo personal, cuya temática refleja sus compromisos vitales y existenciales, que ha sido calificado como la ética de la esperanza", señaló el comunicado del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España en relación a la labor de la autora.


Nacida en la bella y cosmopolita ciudad de Madrid en el año 1951, se graduó en la Escuela Superior de Periodismo de Madrid (1970-1975) y estudió por lo menos cuatro cursos de Psicología en la Universidad Complutense (1969-1972). Su pasión por la narración elaborada la llevó a escribir para grupos de teatro independiente, y fue dentro de este inusual contexto en el que en 1970 tuvo una importante participación de la reconocida obra Castañuela 70, un espectáculo teatral relacionado con la revista musical y el teatro bufo con una clara intención de protesta y parodia popular, una expresión muy relacionada, por oposición, que se desarrolló en los últimos años de la dictadura franquista.


Su labor como periodista no es menor ni reducida. Formó parte del staff de importantes medios nacionales y mundiales como Fotogramas, Pueblo o Hermano Lobo, y en la actualidad de El País, para el cual participa de manera periódica, aunque fue redactora jefa del suplemento dominical entre los años 1980-1981. A lo largo de su vida realizó más de 2.000 entrevistas a destacadas y célebres personalidades como Ayatolá Jomeini, Yassir Arafat, Olof Palme, Indira Gandhi, Richard Nixon, Julio Cortázar o Malala, entre otras. Su especial técnica como entrevistadora es estudiada en las universidades de periodismo tanto en España como también en Latinoamérica.




Su trayectoria es sin dudas una verdadera pieza valiosa por el mundo de la literatura y las artes en general. En 1980 fue seleccionada como la merecedora del Premio Nacional de Periodismo para reportajes y artículos literarios y, en 2005 fue reconocida por la Asociación de la Prensa de Madrid en relación a su vasta trayectoria profesional. Algunas de sus obras fueron traducidas a más de veinte idiomas y hoy recorren las librerías de cientos de países del mundo que aprecian su capacidad narrativa y literaria.


Entre las novelas que ha publicado están: 

Crónica del desamor (1979)
La función Delta (1981)
Te trataré como a una reina (1983)
Amado amo (1988)
Temblor (1990)
Bella y oscura (1993)
La hija del caníbal (Premio Primavera de Novela en 1997)
El corazón del Tártaro (2001)
La loca de la casa (2003): Premio Qué Leer 2004 al mejor libro del año; Premio Grinzane Cavour al mejor libro extranjero publicado en Italia en 2005 y Premio Roman Primeur 2006, Francia
Historia del rey transparente (2005):  Premio Qué Leer 2005 al mejor libro del año y Premio Mandarache 2007
Instrucciones para salvar el mundo (2008)
Lágrimas en la lluvia (2011) 
La ridícula idea de no volver a verte (2013): Premio de la Crítica de Madrid 2014
La Carne (2016)

También ha publicado el libro de relatos Amantes y enemigos (1998; Premio Círculo de Críticos de Chile 1999) y dos ensayos biográficos, Historias de mujeres (1995) y Pasiones (1999), así como cuentos para niños y recopilaciones de entrevistas y artículos.




Ahhhhhh!!!! Me acaban de dar el Premio Nacional de las Letras. ¡Estoy tan emocionada! Gracias gracias gracias
Con una fina tendencia feminista y con un fuerte arraigo cultural a una sociedad española que la vio crecer como profesional en sus diversas áreas, Rosa Montero fue unas de las primeras en anunciar su tan esperado reconocimiento. Tras comunicarlo en su cuenta de Twitter, aseguró estar sumamente agradecida por el inesperado acontecimiento. Será una futura inspiración para continuar con la creación de frases reflexivas que formarán parte de la historia de cada uno de los lectores que deciden hundirse en las profundidades de sus textos.

Fuente: Infoabe



Rosa Montero: Página web / Twitter Facebook

















CUENTOS DE LA GAVETA: Y LLEGÓ EL DIA DE CUMPLIR AÑOS… ¿UNO MÁS? UNO MENOS, por Armando Africano, Caracas, 23 de octubre de 2021/ Ilustración: Lisardo Rico Rattia

 


13 de Noviembre

 

Me entero que soy un señor mayor cuando algún espejo indiscreto está atravesado en el camino, o cuando la espalda o alguna de las rodillas me lo recuerdan.

¿Cuántos serán? me preguntan y se preguntan “los demás” y yo les reconozco, claaaritoooo, sin rollos, que pasé de los sin-cuenta, porque a mí, la edad en números… no me gusta, aparte de que no la creo, las veces que me delaté diciendo mi edad en números me sorprendí… ¿son como muchos?  Mis contertulios me comienzan a hablar de usted, marcan disimuladamente distancia y su expresión cambia.

Además, como todo este  problema matemático comenzó cuando yo acababa de aterriza en este mundo, y sin ni siquiera preguntarme se comenzó a pasar el tiempo, a sumar y a acumularse los años, y nunca me enteré ni sentí cuando llegaban ni cómo estaban llegando, siempre había alguien que me decía -tipo chisme- ¡Feliz cumpleaños! ¡hoy tienes un año más! gritando o cantando, con palmada en la espalda incluida, cabezazo, abrazo y algunas veces, beso… Mi prioridad a esas edades eran muchas otras, como: jugar, soñar, buscar y dar afecto, crecer, aprender, conocer, sorprenderme de lo no conocido. Y los días, al comenzar claridad y al terminar oscuridad, llegaban y se iban, uno a uno y para mí eran casi el mismo día, pero repetido, nunca pensé que cuando llegaba uno perdía otro.

La edad en números no se dice espontáneamente, a menos que tengas la necesidad o te encuentres con algún contemporáneo y entres en confesiones, porque pienso que mi edad biológica no se corresponde con mi necesidad de vivir, solo me ocupa, o preocupa, cuando saco la cuenta.   

¿La cantidad de años reemplaza las sonrisas espontáneas de las personas que te saludan? Eso es lo que se debe celebrar, el número de personas que se alegran cuando te reconocen y te sonríen, pensar o recordar que en este año que pasó he logrado que algunas personas se sonrían con solo verme o leerme, es maravilloso, qué bonito, como diría la poetisa Rosario Flores.   

Cuando somos adolescentes derrochamos apresuramiento por vivir, por alcanzar un número de años pensando que, a esa edad, vamos a realizar sueños que planificamos cuando nos ponemos a observar a personas aparentemente realizadas y felices, sin pensar que ese salto en años que queremos dar nos hará mucha falta vivirlo, además, es imposible, solo realizable en alguna comedia de Hollywood.   

Somos responsables de nuestro destino, de nuestra felicidad y nuestra única obligación a futuro, que deberíamos cumplir, es... ser felices. 

Hay ideas, pensamientos, resoluciones que te llegan con el tiempo, con la vida, y piensas que deberías estar aplicándolas desde hace mucho, ¿que me pasó? ¿ahora busco actitudes y acciones para mejorar mi futuro, que va de salida? ¿cómo? ¿después de tantas lunas? Pues sí, por el tiempo que dispongo para ello, tengo que reflexionar basándome en lo vivido, buscar soluciones pensándolas, aplicándolas y disfrutándolas para reencontrarme con el encanto por la vida, el encanto por las personas, por los animales y hasta por los objetos que nos rodean, disfrutarlos o cambiarlos, pero mientras estén presentes encontrarles lo positivo, que siempre lo tienen, o se lo buscamos o inventamos, para sentirnos mejor.   

Algo fundamental para nuestra paz interior es tratar siempre de rodearnos, tener cerca, a personas positiva, alegres, cariñosas que sepan decir: te necesito, te quiero, eres valioso; que puedan reconocer tus  logros y te lo digan, personas que pidan disculpas, que te hagan sentir cobijado, que al verles a la cara te des cuenta que lo que te proyecta su mirada es afecto, como tú siempre tratas de hacerlo con las personas cercanas -que te agradan- lográndolo a veces y otras no;  ejercer la reciprocidad de la forma más humilde posible, pensar “yo te doy, tú me das”,  siempre hay que recibir algo a cambio, como cariño, afecto y solo aspirar a compartir buenos momentos,  sobre todo sentir que lo satisfactorio es intentarlo; el mejor camino para comenzar debería bastar con respetarnos, hay seres que de solo recordarlos te inspiran alegrías, sonrisas, tu vida mejora, tu corazón se llena.

Reflexionemos, siempre tendremos tiempo de mejorar nuestra estancia en la vida, y pasarla mejor, busquemos y encontremos esas personas, una vez que te enteres que existen para ti y las tienes ubicadas y cerquita, selecciónalas, atesóralas y consérvalas, son necesidad vital… para cumplir años.  

Hay momentos en que lo único que importa es el camino de ida, hasta que se acabe todo, y después… quien sabe.  

La vida pasa y ya no hay tiempo de recapacitar, solo queda olvidar y perdonar.  

  

“Ayúdame a resolver lo que puedo resolver y a aceptar lo que no puedo resolver”,  frase de la Madre Teresa de Calcuta.

 

©Armando Africano

Caracas, 23 de octubre de 2021

Ilustración: Lisardo Rico Rattia

 

Pablo Neruda: Confieso que violé a una mujer… y no me arrepiento/ por viviana marcela iriart, 27 de octubre de 2017 / “Confieso que he vivido”, Pablo Neruda, Ed. Seix Barral, 2017








“Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible”



La víctima fue su joven empleada doméstica, de la casta de los parias, cuando Neruda era diplomático en Ceilán (actualmente Sri Lanka). La víctima tuvo que seguir trabajando para su victimario después del ataque sexual.

Neruda llama a la violación sexual “experiencia” en su autobiografía Confieso que he vivido (pág. 103 en Seix Barral, 2017;  pág. 132 en Losada, 1974).

El libro fue inmensamente alabado cuando se publicó en 1974.  A nadie le importó que su autor confesara ser un criminal sexual. Su poesía era más importante.  En los 70 (¿sólo en los 70?)  una mujer violada sexualmente valía menos que las poesías del Premio Nobel de Literatura.






“Mi solitario y aislado bungalow estaba lejos de toda urbanización. Cuando yo lo alquilé traté de saber en dónde se hallaba el excusado que no se veía por ninguna parte. En efecto, quedaba muy lejos de la ducha; hacia el fondo de la casa.

Lo examiné con curiosidad. Era una caja de madera con un agujero al centro, muy similar al artefacto que conocí en mi infancia campesina, en mi país. Pero los nuestros se situaban sobre un pozo profundo o sobre una corriente de agua. Aquí el depósito era un simple cubo de metal bajo el agujero redondo.

El cubo amanecía limpio cada día sin que yo me diera cuenta de cómo desaparecía su contenido. Una mañana me había levantado más temprano que de costumbre. Me quedé asombrado mirando lo que pasaba.

Entró por el fondo de la casa, como una estatua oscura que caminara, la mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán, de la raza tamil, de la casta de los parias. Iba vestida con un sari rojo y dorado, de la tela más burda. En los pies descalzos llevaba pesadas ajorcas. A cada lado de la nariz le brillaban dos puntitos rojos. Serían vidrios ordinarios, pero en ella parecían rubíes. Se dirigió con paso solemne hacia el retrete, sin mirarme siquiera, sin darse por aludida de mi existencia, y desapareció con el sórdido receptáculo sobre la cabeza, alejándose con su paso de diosa. 

Era tan bella que a pesar de su humilde oficio me dejó preocupado. Como si se tratara de un animal huraño, llegado de la jungla, pertenecía a otra existencia, a un mundo separado. 

La llamé sin resultado. Después alguna vez le dejé en su camino algún regalo, seda o fruta. Ella pasaba sin oír ni mirar. Aquel trayecto miserable había sido convertido por su oscura belleza en la obligatoria ceremonia de una reina indiferente.

Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. 

El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia.”


Confieso que he vivido (pág. 103)
Ed. Seix Barral

(Fuente del fragmento: Libros Maravillosos)






Cuando en 1978 edité la revista de cultura subterránea Machu Picchu  y publiqué en cada número un fragmento del poema Canto General de Pablo Neruda yo no sabía, porque no había leído el libro, que el Premio Nobel de Literatura había violado sexualmente a una mujer y lo contaba sin arrepentimiento en su autobiografía.

Ahora leí el libro y lo sé. Estoy indignada. Asqueada. Desilusionada.

Quisiera borrar sus versos de mi revista pero no puedo.
Lo único que puedo hacer es publicar su confesión.

Parafraseando a Oriana Fallaci: pobre Nobel, pobre Literatura, pobre humanidad.



CUENTOS DE LA GAVETA: Crónica de mi viaje en camionetica... por Armando Africano, Caracas, 18 de agosto de 2016 / Ilustración: Lisardo Rico Rattia

 





Todo comenzó cuando recibí una invitación para hacer algo distinto, ya que tenía mucho tiempo guardado en la casa, por falta de efectivo y de “ganas de ir a no sé dónde” por lo que, decidí salir de mi enconchamiento a ver gente y hacer una visita dominguera.

Y salí a tomar mi transporte colectivo que me llevaría a disfrutar de un rato diferente y agradable en casa de una familia amiga. Muy arregladito y planchadito me atravesé en una parte de la calle y comencé a aletear con un solo brazo para que una camionetica -con poca gente- me hiciera el favor de pararse y llevarme a mi destino. Lo intenté varias veces, porque las vi pasar, pero siempre totalmente llenas y hasta con personas guindando debido a la falta de unidades de transporte, algo que tuve que hacer durante los últimos meses antes de mi jubilación para poder llegar a mi trabajo: cuando por suerte se paraba una, solo lograba guindarme en la camioneta con un pie y una mano agarrado de un tubo… pero, ese es otro cuento.

Seguí en la avenida y continué levantando la mano y, después de largo rato y varios intentos, una camionetica se detuvo y logré entrar, teniendo la suerte de encontrar un asiento, aún caliente porque la acababan de desocupar, y me senté en la segunda fila de la parte que da al pasillo, para salir más pronto, buscando la posibilidad de estirar las piernas, y no quedar sentado tipo crespo. Ya sentado me di cuenta de que solo la entrada y la “acomodada” en el asiento me dejó algo retorcido, media nalga en la silla y la otra, tipo alero, en suspenso.

Una vez colocado me di cuenta que, además de la coral colectiva de voces y gritos, el chofer estaba oyendo un concierto de salsa con una orquesta que tenía todos los instrumentos al mismo nivel de volumen y, por supuesto, sonaba como una caída libre de un estante con ollas sobre una escalera… pero ya me salí de mi cuento, éste no era el cuento.

Cuando quedé medio-sentado en la primera silla de la segunda fila del pasillo, es, cuando arranca mi aventura. El chófer aceleraba, frenaba, cobraba, cantaba, gritaba, se estacionaba, y los semáforos pasaban de verde a rojo y otra vez verde, otra vez rojo, la camionetica llena de gente entre otras cosas y él esperando por más gente, mucha más… gente.

En una de las múltiples paradas entraron dos gordas, una con un niñito y la otra con dos maletines y una gran bolsa. La del niñito se sentó en la primera silla de la mitad del pasillo y la otra se recostó de una de las puertas de entrada, quedando atravesada y petrificada. Las personas que trataban de entrar a la camioneta veían: primer escalón, casi al nivel de la calle; segundo escalón, con gorda; tercer escalón con maletín bolsas y algo que hasta ese momento y en ese lugar y hacía poco tiempo existió, algo llamado pa-si-llo de entrada, en la parte interna de la camionetica, a partir de las gordas y después de ellas, alrededor de 50 personas sentadas, paradas, recostadas, agachadas, abrazadas, y en la entrada los escalones, la puerta, las bolsas, el maletín y la gorda recostada de la puerta yyy...

Yo, que quedé depositado junto con los 50 “pasajeros” en un amasijo de personas, tubos, sillas, nalgas, tetas, olores, manos, puertica, sudores, maletines, paraguas, bolsas, carteras, yo, inmóvil. Y en cada semáforo realizábamos un performance, todos buscando acomodo. Innumerables veces traté de agarrarme del tubo y estaba la mano de alguien, la pierna, bolsas, maletines, carteras, tetas, un codo o una nalga; varias veces me pisaron los dedos con la… puertica, pero nadie se enteraba de eso hasta que –tipo aullido- grité ¡PARADA!

Y caminando como egipcio, saltando obstáculos, agachándome para pasar por donde estaban algunos guindados logré, restregándome con todos, llegar hasta la gorda de la puerta y sus maletines; prácticamente en puntas de pie pude bajarme, mejor dicho, me lanzaron de la camionetica. Y una vez en tierra, manoseado, pisado, mojado, estrujado, respiré, moví los brazos, miré para comprobar si era mi parada, me revisé, porque no sabía si estaba completo, o si no me habían cambiado de lugar los brazos, si estaba viendo por una nalga o se me había quedado un pie debajo de la silla… pero, di un paso… desdoblándome, di otro… luego otro… y… funcionaba… podía caminar… y… caminé… caminé… y caminé… hasta que a salvo de mi riesgosa aventura dominguera… regresé a mi hogar, yyy me metí en mi cama… en terapia intensiva

©Armando Africano

Caracas, 18 de agosto de 2016

 Ilustración: Lisardo Rico Rattia

 




"Federated Indians of Graton Rancheria Donate Paintings from Joan Baez’s Debut Art Exhibit of Social Justice Leaders 'Mischief Makers' "/ by Sonoma State University, photos by Will Bucquoy, October 2, 2017



SSU presidente Judy Sakaki with artista Joan Baez and her painting of Martin Luther King, Jr. /photos by Will Bucquoy



SSU presidente Judy Sakaki and FIGR Tribal Chairman Greg Sarris admire a  self-portrait by Joan Baez


A collection of 14 portraits painted by singer and activist Joan Baez and inspired by a diverse group of architects of social change has been donated by the Federated Indians of Graton Rancheria to Sonoma State University in commemoration of the university’s historic commitment to civil rights and social justice.
The portraits include civil rights leaders Martin Luther King, Jr. and John Lewis, Pakistani education activist Malala Yousafzai and other well-known friends and figures Baez affectionately calls “Mischief Makers.”
That’s also the title of her first art exhibition that has made one stop at the Seager/Gray Gallery in Mill Valley through September before most of the paintings find their permanent home at Sonoma State.
“I met Joan a while back, saw the paintings and I was so moved by them,” said Greg Sarris, chairman of the tribe that owns and operates the Graton Resort and Casino near Rohnert Park. Sarris also holds the Graton Rancheria Endowed Chair in Writing and Native American Studies at Sonoma State.
“At the same time, I had been talking to President Sakaki about creation of a Social Justice Learning Center. It all came together that the Tribe could purchase the paintings of all these social justice heroes and donate them to the University to be archived permanently in the forthcoming center. I immediately went to work with my Tribal Council, and with their approval and with the support of the artist herself, we decided to make a purchase and donation for Sonoma State University. I can’t think of a better place for these paintings to be archived all in one place forever.”
Sonoma State President Judy K. Sakaki, who has made social justice a theme of her presidency since taking the job in July 2016, said the paintings will be temporarily displayed at the university’s Green Music Center, where Baez will visit on Oct. 26 at a private fundraising event for the University.
Tickets are $300, with proceeds going to help the campus create the center Sarris and Sakaki have envisioned. Information about how to secure tickets can be found at gmc.sonoma.edu.
Members of the general public can also view the paintings at two public showings scheduled for Saturday, Oct. 28, 4–7 p.m. and Thursday, Nov. 2, 10:30 a.m. – 1 p.m. They will also be available for viewing during performances at Weill Hall through Nov. 13. 
“Dr. Sarris and the Federated Indians of Graton Rancheria have provided tremendous support for the university and we are grateful,” Sakaki said. “These striking portraits of political activists known for their devotion to social justice are a wonderful addition to our campus."
“The fact that they were painted by such an iconic and beloved performer and activist at a time when so much attention is being paid to social justice issues makes the gift even more impactful and relevant for our campus and for our students.”
Baez said she was delighted that her paintings will have a permanent home at Sonoma State.
“The fate of my first art exhibit, ‘Mischief Makers,’ has developed into a high point of my adult life,” she said. “Painting each of the portraits was a joy for me, and I could never have predicted their eventual home. The fact that the collection of paintings was purchased en masse by the Federated Indians of Graton Rancheria and donated to Sonoma State's Social Justice Learning Center is nothing short of a miracle. I am grateful to all whose efforts created this perfect storm and look forward to seeing the exhibit in its new and meaningful context.”
Sonoma State has a long history promoting social justice and regularly involves students, faculty, staff and members of the community in such events as the yearly student-organized Social Justice Week, the H. Andrea Neves and Barton Evans Endowment Lecture Series held each spring and an annual Holocaust Lecture Series sponsored by the university’s 30-year-old Center for the Study of the Holocaust and Genocide.
Social justice is also a priority for Sarris. Under his leadership, the Federated Indians of Graton Rancheria has been promoting regional economic development, education, social services, and environmental sustainability for the tribe and other under-represented groups in Sonoma and Napa Counties.
Baez, whom Rolling Stone magazine called an “internationally known voice of the counterculture during the early Sixties,” has enjoyed a long and successful career as a singer and political activist. She was inducted into the Rock and Roll Hall of Fame last April, delivering a rousing speech at the time calling for greater social justice in America and throughout the world. Her fellow iconic singer, Bob Dylan, whose portrait is among those in the collection going to Sonoma State, has called her the “queen of folk music, now and then.”
In media materials prepared for her exhibit at the Seager/Gray Gallery, Baez made it clear that her paintings—like so much of her music over the decades—were designed to make a strong, and unambiguous political statement.
“In an attempt to confront the collapse and disintegration of morality being played out for us day after day, I painted portraits of people, most of whom I have known personally, who, with tenacity and courage, risk taking and resilience have made another kind of social change,” she said. “Through direct action and a willingness to accept suffering but never to inflict it, they have confronted pernicious bodies of power. Some have taken life-threatening risks, others have suffered discomfort, humiliation, separation from and fear for friends and family. All have rejected violence as their means to an end.”
The 76-year-old Baez has been painting and drawing for years, but she’s been spending more time working on her art of late after cutting back on her busy touring schedule.
The portrait collection donated to Sonoma State also includes Baez’ acrylic-on-canvas paintings of Dolores Huerta, who co-founded the United Farmworkers; author Maya Angelou; Singer and activist Harry Belafonte; two portraits of Aung San Suu Kyi, the Nobel Peace Prize winning pro- Democracy activist in Burma; Vaclav Havel, who was the first president of the Czech Republic after communism fell there in 1989; Marilyn Youngbird, an internationally renowned Native American teacher, healer and political activist; Ram Dass, an influential author and spiritual leader; David Harris, who was once married to Baez and served time in prison for resisting the Vietnam War draft; and William Barber, a North Carolina pastor and civil rights leader.


The Federated Indians of Graton Rancheria were restored as a federally recognized tribe in 2000. The nearly 1,400-member tribe consists of both Coast Miwok and Southern Pomo people. Their tribal ancestors existed for thousands of years in what is now Marin and Southern Sonoma counties. Under the leadership of its Tribal Chairman, Greg Sarris, the tribe is the owner of Graton Resort & Casino.

Founded in 1961 as a teacher education center for the North Bay, Sonoma State University is now a liberal arts and sciences university dedicated to providing high-quality undergraduate education and professional graduate programs to its 9,400 students. Dedicated to the liberal arts and sciences and known for its active use of technology, the SSU educational experience fosters intellectual, cognitive, social and personal growth. The faculty and staff of Sonoma State provide close mentoring relationships and an education that fosters ethical exploration, civic engagement, social responsibility, and global awareness combined with a solid foundation in an academic discipline. Sonoma State is the home of the Green Music Center and Weill Hall and is part of the 23-campus California State University system.


Sonoma State University
Photos by Will Bucquoy
October 2, 2017