la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Adriano y la Escritura por José Pulido





 

 


 

 

Un día estaba con los labios apretados y los ojos entrecerrados por el resplandor de la calle y parecía un recién nacido, con su cara roja y sus párpados trasnochados. Su saco sport lo contenía como cargado por una madre.

 

Pensé que miraba el mundo a través del velo rojizo que uno fabrica cuando cierra los ojos ante la luz solar, pero luego me di cuenta de que Adriano González León percibía el universo como si su cuerpo y su ánima fueran un cauce por donde obligatoriamente tiene que pasar un torrente.

 

Pasan los olores, los sabores, los chivos y los peces, las cabras y los crisantemos, la mar y el perfume de algo sublime, la radioactividad y el cosmos, las casas y las máquinas, los establecimientos comerciales y los bosques, las mujeres y la luna; el rayo, la lluvia, un cementerio y una bandada de golondrinas. Todo lo existente y más, se le vienen encima, formando una avalancha que asimila y se traga, en un segundo, porque a finales de cuentas él respira la materia y la transforma en un suspiro.

 

En aquel momento yo intentaba descifrar lo que hacía Adriano con la boca apretada en una línea horizontal y leve de camaleón dormido. Era un silencio tan breve, pero que en él parecía un siglo de mudez, porque uno está acostumbrado a que las palabras broten de su persona, sin principio ni final, de manera inagotable y hermosa.

 

Mucho después fue que tuve conciencia de lo que ocurría: Adriano González León estaba escribiendo en sus cuartillas espirituales y siguió haciéndolo cuando abrió sus ojos trujillanos y raspó los techos con una mirada que se insertó en el azul clarito y calculó la hora. Siempre anda escribiendo. Sobre todo, cuando lo atrapan los silencios como si hubieran agarrado a un turpial. Por eso es que necesita tanto conversar: para que se detenga un rato la máquina interior, que teclea con pulsaciones sanguíneas, con pálpitos acelerados, con taquicardias mitológicas.

 

Yo lo entrevistaba a cada rato, pero ese día quería hablarle de País Portátil, conversar con él sobre la novela, como cuando uno habla de un viejo amigo. Meditaba la manera de pasar la tarde leyéndole párrafos de País Portátil para verlo reencontrarse con aquellos textos y escuchar lo que tenía que decir de ese viejo compinche, de ese libro que a lo mejor estuvo meditando desde la infancia.

 

Pero no resultaba cómodo porque en aquellos días, cuando aún no había escrito Viejo, su amigo más nuevo; hablarle de País Portátil era como acusarlo de que ¿y entonces? ¿cuándo vas a escribir otra novela? Y eso que con País Portátil es suficiente para vivir siete vidas escabulléndose de los lectores, aunque usualmente sean poquitos y constituyan una minoría, sobre todo los buenos lectores, a Dios gracias.

 

Claro: aquellos que se la pasaban acosando a su Juan Rulfo particular, que si un solo libro, que si se te acabó el carburo, que si el ratón no te deja pensar, ni siquiera atinaban a comprender y a entender que Adriano González León anda escribiendo desde que nació. Desde que amanece hasta que se acuesta, a la hora que sea que ese desaguisado ocurra.

 

Y yo lo seguía por la calle, con País Portátil en el bolsillo del saco, deseando meter el diente a unas interrogantes y ansioso por degustar con el autor, unos cuantos capítulos, unos párrafos, en la barra de un bar donde las botellas absorban la poca luz.

 

Quería leerle, por ejemplo: "Ahora están allí, delante, todas las aglomeraciones del rojo y el violeta. En alguna parte los edificios se han puesto a botar humo, pintura, un almagre débil, trozos de papel para decorar, encajes, fondos transparentes de las mujeres. También en alguna parte se produce esa especie de melaza celeste que cubre la ciudad".

 

Buscábamos un restaurante: qué duda cabe. Pero cuando estábamos cerca, Adriano fue retenido por un grupo de estudiantes. Ellos nunca renuncian a que se acaben las clases de Adriano. Entonces, sin mayores esfuerzos, sin más motivación que estar rodeado de muchachas y muchachos, él soltó sus conocimientos y su poesía, desbordándolo todo, llenando de literatura el aire caluroso; Mallarmé rebotaba en un capó; Rimbaud lamía las hojas de una acacia; una metáfora entró, cual moscardón, por el oído de una muchacha y nunca se le vio salir por el otro; un acomodador de carros que estaba uniformado con chaqueta vino tinto, miró desde el frente del restaurante y gritó "¡epa, Adriano!", como si lo conociera desde los comederos de Valera. Y los ruidos y sonidos —campanas, sirenas, alarmas, bocinazos, cucharillas, tenedores y platos— que anuncian el mediodía, inventaron una jitanjáfora que sirvió como timbre para que Adriano terminara su clase magistral.

 

Hay que comprender que perennemente está escribiendo. Que él, en sí mismo, es un libro interminable, cuajado de dolores y de alegrías. Los dolores de la vida y la alegría de saber. Adriano sabe. Adriano vive cada segundo herniado de novela, mancado de poesía, afiebrado de cuentos. Él persiste en sí mismo, escribiéndose por dentro todo lo que está allá afuera.

 

Él es el país. Un país portátil que es de todos y de nadie, cuyos confines sólo pueden ser contemplados en su inmensidad por el propio muchacho de Valera. Que en este momento cierra otra vez los ojos y desaparece por fracciones de segundo, yéndose a descansar a ese mundo interior suyo, que nunca nadie podrá conocer verdaderamente.

 

Porque Adriano González León llora sin saber que llora, sufre sin saber que sufre. Se ríe con la vibrante tenacidad del hombre herido. Él sabe que está condenado a escribir hasta el último aliento, inclusive durmiendo, inclusive dormido. Su esencia es la escritura. Escribe, aunque se hunda en un marasmo. Es un hombre que se vino de Trujillo, escondido tras unos lentes de concha de tortuga, que lo hicieron correr desaforadamente, porque él está poseído, irremediablemente, por todos los demonios del abecedario.

     

 



Fuente: José Pulido



Foto de Gabriela Pulido


Nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.Vive en Génova, Italia.

En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.

Ha fundado y dirigido varios suplementos y revistas de literatura. 
Si se requiere información detallada sobre estas publicaciones, favor solicitarla a este correo: jipulido777@gmail.com


Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras.

Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. Participó, en 2012, como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En el 2018 y en el 2019 invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova.

Publicaciones más recientes:

El puente es la palabra. Antología de poetas venezolanos en la diáspora.

Compilación: Kira Kariakin y Eleonora Requena, para Caritas.

Poeti Uniti per il Venezuela, Parole di Libertà (Poetas Unidos por Venezuela, Palabras de Libertad) publicado por Borella Edizioni, evento respaldado por la Associazione culturale Orquidea de Venezuela, con sede en Milán.

Poemario Heridas espaciales y mermelada casera editado por Barralibro Editores




 

 

 

 


CARLOS GIMÉNEZ, LOS FESTIVALES DE CARACAS Y YO, por ANÍBAL GRUNN, Caracas, 1 de julio 2023

 





 

Corría el año de 1975 cuando Carlos y yo nos conocimos. Yo estaba recién llegado a Venezuela y él, regresaba de Europa, después de casi dos años de exilio. Nos presentaron a la salida de una obra de teatro, en la que yo trabajaba, en el Nuevo Grupo. Sin darme cuenta comenzaba una amistad que duraría toda la vida.

Poco tiempo después, abril de 1976 se celebraba el tercer Festival Internacional de Teatro de Caracas, que Rajatabla, junto con el Ateneo y bajo la dirección de Carlos y María Teresa Castillo, organizaban. Yo, nunca había asistido a un festival de teatro, era mi primera experiencia, como espectador, claro está. Recuerdo la inauguración en el estadio cubierto de la Universidad Central de Venezuela, se presentaba un grupo sueco. Maravilloso. La obra, creo que se llamaba Exodus.

En ese mismo festival asistí a espectáculos extraordinarios. Caracas se vestía de fiesta. Lo mismo pasaba en algunas ciudades del interior: Maracaibo, Guayana. Eran las subsedes que paralelamente a la programación de la capital, llevaban agrupaciones internacionales y nacionales.

Al año siguiente, trabajando yo como actor en el teatro Las Palmas, Carlos se entera de que voy a hacer un viaje a Argentina, a ver a mi familia. Me pide que le lleve una carta al director del Teatro San Martín, el señor Kive Staiff. Yo, sin tener idea de la responsabilidad encomendada, la llevo. Comienza así una relación un poco más estrecha con el Festival y sobre todo con Carlos. La carta, era nada más y nada menos que una solicitud para la participación de alguna agrupación, en la cuarta muestra del Festival, que iba a ser el Festival de Teatro de las Naciones. Y al año siguiente se levanta el telón, en el Poliedro de Caracas. Ya se comenzaba a perfilar como uno de los festivales más importantes de latinoamérica.

Se hace bianual y es a partir del año 1981, que grandes personalidades del teatro mundial aparecen en la programación de nuestro festival. Participar como agrupación o como invitado especial del festival es un referente importantísimo para cualquier teatrero del mundo. Nombres como Vittorio Gasman, Vanesa Redgrave, Alan Bates, entre los europeos. Y Enrique Buenaventura, Augusto Boal, Atahualpa del Cioppo, Patricia Ariza, Luis de Tavira, Eugenio Barba, Santiago García, entre otros, daban prestigio con su presencia, sus charlas, conversatorios y puestas en escena.

Ya en 1983, año del Bicentenario del Natalicio del Libertador Simón Bolívar, se organiza el sexto festival de teatro. Me integro definitivamente a la organización del festival, como coordinador de sub sedes. Prestigiosos artistas plásticos trabajan en la imagen del evento. El país, el continente, el mundo de las artes escénicas se ponen de pie y desean ser invitados y participar en el Festival Internacional de Teatro de Caracas. Desde Caracas se lanzan al mundo grandes nombres de agrupaciones, actores, actrices, directores de teatro como: Tadeuz Kantor, Lyndsey Kemp, Peter Brook, Giorgio Streller entre muchísimos más.

Pero… siempre hay un pero. La cultura, tristemente no tiene dolientes políticos. Los únicos afectados siempre son los artistas y el público. Cinco años de un nuevo gobierno, paralizan la muestra. Todos los esfuerzos de tantos años se van desmoronando y se pierden en el largo camino de ese nuevo período presidencial.

Carlos Giménez, María Teresa Castillo y el inmenso grupo de artistas hacedores del festival, nos replegamos, pero no paramos en los intentos.

El séptimo festival llega en 1988, la fecha de Semana Santa es la fijada para darle continuidad. Se establece hacerlo bianual y en esa fecha se crea la Fundación llamada FUNDATENEOFESTIVAL, con una directiva de grandes hacedores y productores del arte teatral. Aparecen contactos en el mundo que impulsan la reaparición de la fiesta teatral más grande de Latinoamérica. Giorgio Ursini en Europa, Ramiro Osorio en México, Alberto Minero en Estados Unidos, se transforman en aliados de la programación.  Ya no soy solamente el Coordinador de las subsedes, sino también el responsable de la programación de Caracas. Y si bien, no fue un festival con las dimensiones del anterior, retomó el prestigio perdido. El mundo no se había olvidado de esa fiesta teatral. Y los dos siguientes, en 1990 y 1992 así lo demostraron.

Se crea a su vez el Festival Iberoamericano de Bogotá, en Colombia, bajo la dirección de Fanny Mikey, asociándose a Caracas. Así se comenzaron a realizar paralelamente los dos festivales. De tal forma que espectáculos que venían a Caracas, luego iban a Bogotá, o viceversa.

El 9no festival fue en conmemoración a los 500 años del descubrimiento de América. España, país homenajeado, fue también co-productor, hubo más de 150 espectáculos diferentes, unas 30 salas, más de siete espacios abiertos, solamente en la ciudad de Caracas y 14 ciudades del interior de Venezuela, se convirtieron en subsedes. Todos los países de latinoamérica estuvieron presentes. España nos trajo a Els Joglars, Comediant’s, Fura del Baus, entre otros. Francia se hizo presente con una producción llamada Cargo 92, en la cual se incluía representaciones de calle, sala y hasta un barco en el puerto de La Guaira, que se abría de noche y donde representando una calle de París, había espectáculos musicales, como el grupo de rock: Mano Negra. Y de Alemania, nos llegaba el mítico Berliner Ensable, con Arturo Ui, de Bertolt Brecht.

Ya no cabía duda, entre Venezuela y Colombia se establecieron los referentes teatrales más importantes del mundo.

La preventa de entradas se realizaba una semana antes del comienzo del festival, primero con la venta para estudiantes y luego público general. Durante más de dos días, esperaban a las puertas del Platillo Protocolar a que comenzara la preventa, durmiendo inclusive ahí mismo, para no perder su puesto en la cola.

Nunca dejaron de participar las grandes agrupaciones de teatro venezolanas, quienes tenían así, la oportunidad de mostrar sus trabajos a productores y directores de otros festivales internacionales, que le brindaban la oportunidad de viajar. El teatro venezolano se hizo importante en el mundo y no hubo festival donde no estuviera presente por lo menos una agrupación. Spoletto, Motzia, Hamburgo, El Cairo, Londres, Nueva York, San Francisco, Canadá, México, Sidney, Buenos Aires, Bogotá, Manizales, La Habana, Atenas, Cádiz, Barcelona, Madrid, Lisboa, Oporto, son solo algunos de los sitios donde era común que nuestras agrupaciones se hicieran presentes.

Y llega el año 1993, año trágico, terrible. Veníamos arrastrando la tragedia desde el 92, pero es en Marzo del 93, cuando se nos va Carlos Giménez. Nos quedamos solos, sin esa máquina generadora de proyectos. Y tres años más tarde intentamos revivir el festival, pero ya no era lo mismo. El Festival Internacional de Teatro de Caracas con Carlos Giménez fue único. Fue un festival hecho por artistas y para los artistas. Fue una escuela, una manera de aprender viendo y crecer junto a los grandes.

Fundateneofestival quiso seguir, pero la llama se fue apagando lentamente. En el 96, 98 y diría que casi hasta el 2000 se intentó, se quiso, pero ya no era un festival de artistas, era un festival sin personalidad, ya no era igual, solo importaba la taquilla, la venta de entradas. Los espectáculos se escogían por videos, por motivos muy diferentes. No importaban los artistas, había otros intereses. Dejó de existir el sentido de pertenencia. Y así despareció.

©Aníbal Grunn

En la ciudad de Caracas 1 de Julio de 2023

Este artículo forma parte del libro “EL FITC DE MARÍA TERESA Y CARLOS ERA UNA FIESTA”, de próxima aparición.



ANÍBAL GRUNN. Actor de teatro, radio, cine y televisión, director de teatro, dramaturgo y profesor de actuación con más de 50 años en ejercicio. Graduado en la Escuela Municipal de teatro de Bahía Blanca, Argentina. Perteneció por casi una década a la Fundación Rajatabla. Productor del Festival Internacional de Teatro de Caracas hasta el año 2002, especializándose en programación y subsedes. Actualmente, productor y programador del Festival de Teatro de Occidente, Guanare Estado Portuguesa. Más de 80 obras dirigidas. Casi un centenar de obras donde participó como actor. Más de cuarenta piezas escritas y varias de ellas publicadas.

Ha recibido números premios como actor de teatro y de cine. Profesor de actuación con reconocimientos a nivel internacional.

 

 

 

 

Julio Cortázar y el compromiso revolucionario: "¿por qué me voy a sentir obligado a poner la política en cada cosa que escriba? Mi literatura, entonces, sería muy mala" / entrevista (fragmento) de Viviana Marcela Iriart, Revista Semana, Caracas, septiembre de 1979








EL ESCRITOR Y SU COMPROMISO CON LA REVOLUCIÓN

“Yo tengo una gran latitud de enfoque en el plano de trabajo de los escritores. 

Yo creo que puede haber escritores puros, que no introduzcan ningún mensaje político en lo que hacen. Creo que eso es posible, y que su obra puede ser revolucionaria si es una obra creadora, que renueva, una obra bella.

Lo único que exijo en esos casos es que la persona que hace literatura pura, muestre con su conducta personal que no es un escapista.

Que si él no pone política en lo que hace, es solamente porque -por ejemplo- su vocación es escribir un soneto en donde la política no entre. Pero él tiene que demostrar con su conducta, con su responsabilidad personal, que tiene derecho a escribir esos sonetos. 

Mira, yo me divierto mucho en escribir literatura pura... El año que viene sacaré un libro, que estoy terminando, donde hay uno o dos cuentos con contenido político, los demás son cuentos fantásticos. Y creo que tengo derecho a escribirlos, porque mis lectores saben quién soy. Entonces, ¿por qué me voy a sentir obligado a poner la política en cada cosa que escriba? Mi literatura, entonces, sería muy mala, soy muy consciente de esto. No todo hombre ha nacido para la acción, no todo hombre tiene a veces ¿cómo decirte? las aptitudes físicas para jugarse en un plano de acción. 

No todo hombre ha nacido para ser soldado de una revolución. Puede ser un hombre de una vida interior, de una timidez de carácter, que lo lleva a escribir exclusivamente una obra que canta a la revolución. Pero yo no creo que se le pueda exigir una militancia práctica a todo el mundo”.



© Viviana Marcela Iriart
Fragmento de la entrevista
Revista Semana
Caracas, septiembre de 1979.
Publicada en noviembre de 1979

Entrevista completa: pincha aquí






José Pulido entrevista a Gabriel García Márquez







Hay una elite intelectual
que considera imposible
popularizar la literatura
G.G.M.




En el epicentro de una ventolera de playa, se desarrollaba uno de los tantos congresos de escritores que organizaban en La Habana. Gabriel García Márquez era el imán que atraía a periodistas de varios continentes, pero ninguno había logrado entrevistarlo. Como vieron que yo andaba con Miguel Otero Silva y el Gabo se la pasaba hablando con él, un entreverado grupo de periodistas latinoamericanos, españoles y franceses me insistió: “¿por qué no le haces unas preguntas y las compartes con nosotros?”. Yo no cargaba grabador. Sólo una pequeña libreta. Un rato después me acerqué a Gabriel García Márquez y Miguel Otero, quienes tomaban café negro y hablaban de todo menos de literatura. Le dije al Gabo, tratando de no parecer irrespetuoso “Si usted no me permite aunque sea un entrevista pequeñita, el dueño de El Nacional, que usted conoce muy bien, me va a mandar de regreso a Caracas”. Miguel Otero asintió poniendo cara de jefe terrible, tornándose cómplice de mi planteamiento. Y así comenzó la primera entrevista que le hice a Gabriel García Márquez. Luego, gracias también a ese otro escritor fabuloso que era Otero Silva, sostuve otras emocionadas y desatinadas conversaciones con el autor de Cien años de soledad y todos los demás títulos que nadie ignora.

La entrevista

El primer lote de mil ejemplares de “Crónica de una muerte anunciada” puesta a la venta por Casa de las Américas, se vendió en La Habana en menos de dos horas.
Gabriel García Márquez firmó más de doscientos de esos ejemplares, mientras conversaba con viejos conocidos, de los que tuvieron el privilegio de ser sus amigos cuando era un pendejo que nadie quería entrevistar.

Eso ocurría en La Habana, durante los primeros días de septiembre de 1981. En una mesita apartada, García Márquez habla con Otero Silva sobre sus días de pesca con Fidel Castro y otros cubanos y se recrea explicando por qué es un furibundo admirador de Hemingway.

-Hemingway me dio los mejores consejos que me han dado para escribir –dice el Gabo.

-Me enseñó que la obra literaria es como un iceberg, del cual sólo se ve una octava parte de su volumen, pero lo que sustenta lo visible son las siete partes que están bajo el agua... Me enseñó que muchos escritores se rompen la cabeza tratando de hacer diálogos que se parezcan a la vida real, porque no saben que los diálogos en la literatura sólo son reales cuando son literarios.

Vestido con bragas de mecánico y con las canas cenicientas ganándole terreno a los cabellos negros, García Márquez trata de zafarse de la firma de libros y de las entrevistas: “¿Para El Nacional? ¿Por qué no le dices a Otero Silva que me pague la entrevista?, fíjate que en Moscú me las pagan”, bromea.

Insistiendo en que es un hemingwayano, García Márquez enfatiza: “Hemingway me enseñó también que se puede hacer una literatura revolucionaria sin necesidad de pregonarlo en la misma literatura”.

Se levanta con ganas de alejarse. Está reacio a cualquier entrevista, pero accede a responder porque es como una conversación y no aparece a la vista ningún grabador. Sin embargo, desconfía de la libreta y apunta:

-Tú no vas a entender nada de lo que estás escribiendo ahí...

-¿Exactamente cuántos ejemplares se han vendido de Crónica de una muerte anunciada hasta ahora? ¿es cierto que será llevada al cine?- (preguntas desesperadas).

-En español se han vendido dos millones de ejemplares... ¿Me preguntaste si la iban a llevar al cine? Esa es una manía de los cineastas, pero hasta ahora no hay nada en concreto... es una manía perfectamente válida, por lo demás.

-¿A qué se debe el éxito de su último libro? Se ha dicho que está “hinchado” con letras grandes, que no es en realidad una novela. (Pregunta de novato patán).

El Gabo despliega su bigote de taxista, también harto ceniciento, cuando sonríe ante lo que seguramente ha sido una crítica permanente, respecto a “Crónica de una muerte anunciada”. (Si la letra es chiquita la gente se queja. Si es grande, se queja igual).

-La Crónica… está en la calle, con los cigarrillos, frente a los cines, en los estadios y los quioscos, con un precio bajo. Y la letra es grande para que la lean personas que carecen del hábito de la lectura. Yo sostengo que la literatura sí le interesa a la gente... Hay quienes se inhiben de ir a las librerías, que son como templos y cuando ven un libro así en la calle lo compran.

-Si uno se echa a la calle y escribe para muchos lectores, entonces el resultado es ese: dos millones de ejemplares vendidos en español –añade García Márquez.

Está que se va, como si le hubieran soltado las amarras, pero continúa hablando:
-Esa es la eterna lucha entre la buena y la mala literatura: disputar el mercado.

El viento entra con fuerza por un ventanal abierto, da vueltas entre cortinas y se lleva varias servilletas de las mesas como bailando un vals de Strauss. Un segundo después se ha ido. El Gabo parece recordar que no desea ser entrevistado. Pero tiene ganas de decir algo y quizá el periodista que tiene por dentro le ha hecho una pregunta.

-Hay un pequeño grupo de intelectuales de élite que considera imposible popularizar la literatura. Yo creo que lo malo es hacer concesiones para ensanchar ese mercado, pero uno no debe renunciar a estar en la onda popular... Yo estoy en esa onda...

En el Encuentro de Intelectuales, García Márquez fue el escritor más asediado y besado por las damas. A cada rato interrumpían la entrevista para abrazarlo y mancharle la cara con boquitas y bocotas de rouge. Olía a varias y distintas fragancias femeninas.

-En Europa hubo una edición “pirata” de la Crónica… y dicen que se agotó. ¿Eso es cierto?

García Márquez se ríe verdaderamente divertido por eso: “Yo soy partidario de los editores piratas porque gano lectores, que es lo que más le interesa a un escritor cuando ya tiene dinero con qué comer. Quien pierde es el editor legítimo”.

Se le pregunta respecto al comité de los siete que respaldaría la proyección cultural francesa, en la búsqueda de una estrecha relación con los pueblos latinoamericanos, y responde que a su juicio este organismo funcionará con mayor agilidad que otros.

-No será oficial, se mantendrá autónomo. Se reunirá cada año y tendrá un secretario general. Yo espero quedar en ese comité: es el sueño de mi vida.

-¿Qué ha pasado con la demanda de los personajes de la Crónica…?

El Gabo parece estar a punto de decir “no me preguntes eso”, pero comenta, desganado, que la demanda es contra unos periodistas.

 - Yo no tengo nada que ver con eso –especifica.

Ahora sí se distancia, no hay posibilidad de tirarle el anzuelo de otra interrogante, pero, sin embargo, antes de alejarse con su paso rápido, se asoma a la libreta de apuntes como un niño que desea ver lo que hierve en una olla y repite su comentario inicial, aderezado ahora con unas cuantas obscenidades de Aracataca:

-A mí me parece que tú no vas a entender un coño de esa vaina.






Fuente: José Pulido



Foto de Gabriela Pulido


Nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.Vive en Génova, Italia.

En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.

Ha fundado y dirigido varios suplementos y revistas de literatura. 
Si se requiere información detallada sobre estas publicaciones, favor solicitarla a este correo: jipulido777@gmail.com


Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras.

Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. Participó, en 2012, como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En el 2018 y en el 2019 invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova.

Publicaciones más recientes:

El puente es la palabra. Antología de poetas venezolanos en la diáspora.

Compilación: Kira Kariakin y Eleonora Requena, para Caritas.

Poeti Uniti per il Venezuela, Parole di Libertà (Poetas Unidos por Venezuela, Palabras de Libertad) publicado por Borella Edizioni, evento respaldado por la Associazione culturale Orquidea de Venezuela, con sede en Milán.

Poemario Heridas espaciales y mermelada casera editado por Barralibro Editores




Julio Cortázar y América Latina: "En mi corazón América Latina existe como una unidad", entrevista (fragmento) de Viviana Marcela Iriart, Revista Semana, Caracas, septiembre de 1979




Julio Cortázar. Foto: Sara Facio



“Lo voy a decir de una manera sentimental, casi a lo Rubén Daríoen mi corazón, América Latina existe como una unidad. Soy argentino desde luego (y me siento contento de serlo), pero fundamentalmente me siento latinoamericano. Yo estoy en mi casa en cualquier país de América Latina, siento las diferencias locales, pero son las diferencias dentro de la unidad. Eso, en el plano personal. En el plano geopolítico, está la nefasta política de dividir para reinar, que han aplicado los norteamericanos desde hace tanto tiempo. Fomentando los nacionalismos, las rivalidades entre los países para dominarlos mejor, destruyendo el sueño de Bolívar de los “Estados Unidos de América del Sur” y creando diferentes países orgullosos, seguros de sí mismos, dispuestos a hacerse la guerra por cuestiones que no resisten un análisis profundo; eso es una realidad. 

Y yo pienso que uno de los deberes capitales de los políticos de izquierda, de los escritores revolucionarios, es intentar por todos los medios de luchar contra ese chauvinismo, que hace que un niño argentino en la escuela aprenda que él es mucho mejor y más que un niño chileno o paraguayo. Por cierto que en mi visita anterior hablé con venezolanos de la calle y su idea sobre los colombianos, su desprecio, su odio, me aterraron. Lo mismo, por supuesto, ocurre en el caso inverso. Es la prueba de que dividir para reinar funciona, que a los yankis les conviene seguir fomentándolo y que las dictaduras locales están encantadas de hacerlo”.


© Viviana Marcela Iriart
Fragmento de la entrevista
Revista Semana
Caracas, septiembre de 1979.
Publicada en noviembre de 1979

Entrevista completa: pincha aquí





UNA PASIÓN FRANCESA PARA USLAR PIETRI / José Pulido, El Universal 21 de febrero de 1997




La entrevista que le hice en 1997 cuando cumplió 91 años de edad.








Una alta y enorme ola de libros se eleva y parece a punto de caerle encima. Arturo Uslar Pietri, escritor de 91 años de edad, mencionado varias veces como candidato al Premio Nobel, va de un lado a otro de la biblioteca con una agilidad muy especial.

Podría movilizarse allí con los ojos cerrados: es el lugar donde pasa más tiempo. Busca datos, notas, párrafos, recuerdos, olores de tintas, aromas de rincones. En algún momento del día debe hablar consigo mismo preguntándose o respondiéndose inquietudes relacionadas con la existencia suya. Ha sido un hombre encerrado en una especie de fortín: Casi nunca sale de allí. Únicamente su voz y sus opiniones lo hacen. Sus libros, sus ideas, sus declaraciones: Uno solo de sus libros debe haber recorrido más calles de Caracas que él.

Sin embargo, en estos días tiene que salir hasta el aeropuerto y subirse a un avión. Arturo Uslar Pietri se prepara porque el miércoles 26 y el jueves 27 de febrero realizarán en París un homenaje a su persona y a su obra.

En realidad, este es un homenaje sin precedentes que ha comenzado desde hace más de un año con la traducción al francés de los libros Godos, insurgentes y visionarios y Los vencedores.  Ahora se presentará vertida al francés la obra El camino de El Dorado. Todos estos títulos han sido publicados en Francia por la editorial Criterion. El traductor de El camino de El Dorado es Philippe Dessommes Flórez, quien estará presente en los actos de París junto con otros invitados como el embajador de Venezuela  en Francia; Fernando Ainsa, director de ediciones de la Unesco; Astrid Avendaño, autora de la obra Arturo Uslar Pietri: entre la razón y la acción; Francois Delprar, Universidad de París III, presidente del Centro de Estudios de Literatura Venezolana; Gustavo Guerrero, Universidad de Amiens, secretario general del Centro; y Ghislain Ripauls, director de colecciones de la editorial Criterion.

El miércoles 26 de febrero habrá una conferencia en la Sorbona con la intervención de todas esas personalidades, quienes hablarán sobre la literatura y la vida de Arturo Uslar Pietri. El jueves, la UNESCO lo tiene como invitado de honor en un almuerzo con todas las delegaciones latinoamericanas.

RECONOCIDO POR EL MUNDO

El año de 1997 es un monstruo que a estas alturas ya se ha tragado los mangales, los caminos, el aire puro del Ávila, las flores, las matas, las arboleadas propias del valle de Caracas y también ha devorado a casi toda la gente caraqueña que nació a finales del siglo pasado y comienzos de este. Es un monstruo que rodea la zona, que ruge en torno a la casa del escritor con ganas de lanzarle una dentellada.

Arturo Uslar Pietri es el único autor venezolano que hasta los momentos ha recibido un homenaje de estas características en Francia.

–Voy a París invitado por la editorial Criterion, por la dirección de la UNESCO y el gobierno francés. El acto central va a ser la presentación del libro, y eso tendrá lugar en la Sorbona, el jueves de la semana que viene. Es una especie de homenaje que me hacen en la Sorbona con motivo de la aparición de este libro, El camino de El Dorado, en francés.

–¿Qué significa todo eso para usted y para el país?

–Lo que está ocurriendo me parece muy satisfactorio para la literatura venezolana, para nosotros que nos quejamos del poco interés que muestran hacia nuestra literatura. Esto se inscribe en un proceso intelectual muy importante que está ocurriendo en Francia.

–¿Podría explicarlo?

–Después de la II Guerra mundial se inició, particularmente en Francia, por motivos de la política de enfrentamiento Este–Oeste, un movimiento con un gran prestigio intelectual que se llamó “la literatura comprometida”, cuyo campeón era Sartre. Eso trajo como consecuencia que todo el interés de las principales editoriales se volcara hacía la literatura comprometida, hacia toda la literatura que estaba a favor de la revolución mundial. Los escritores que no estábamos en eso, que andábamos preocupándonos en cosas más permanentes pasamos a un segundo plano e incluso a un plano de menosprecio.

–Su obra ¿no fue editada antes en Francia?

–Yo fui el primer escritor latinoamericano publicado por la editorial Gallimard, que es una de las más prestigiosas de Francia. Gallimard editó Las lanzas coloradas. Eso anunciaba un gran interés por un escritor que tenía 24 años, y acababa de publicar ese libro. Sin embargo, vino el oleaje de la literatura comprometida y el interés de las grandes editoriales por mi obra disminuyó durante años. Lo que importaba era con quién se estaba afiliado, si se estaba dentro de la onda de la revolución o no.

–Resultó una etapa difícil para usted y para otros autores…

–Hace muchos años, cuando comenzaba esa situación, un gran escritor francés, Julián Benda, publicó un libro que se llama La traición de los intelectuales, en el que decía que los intelectuales estaban enrolándose en una lucha política subalterna y estaban perdiendo de vista el gran papel tradicional de gestores de pensamiento, de inteligencias abiertas, de cuestionadores de lo que está ocurriendo y que eso era muy lamentable y que iba a tener negativas consecuencias. Y las tuvo.

–Las circunstancias han cambiado.

–Con el colapso de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín ese panorama cambió radicalmente. Ya venía cambiando hace tiempo y hoy en día la literatura comprometida es cosa del pasado. En este momento hay una gran revalorización en Europa, particularmente en Francia y en España, de toda la literatura que quedó arropada por la literatura comprometida. Están buscando a los escritores que no se enrolaron, a los que pensaron por su cuenta, a los pensadores que expresaban cosas desde un punto de vista personal, individual y original.

–Volvieron al instante en que el nombre de Arturo Uslar Pietri les llamó la atención con Las lanzas coloradas.

–En esa búsqueda se ha vuelto a despertar el interés por mí en Francia y esta editorial Criterion, con apoyo de la UNESCO, ha venido publicando mi obra en francés: este es el tercer libro en un año y pico. Para mí es doblemente satisfactorio porque es un reconocimiento al más alto nivel, a la importancia que fuera de Venezuela tiene mi obra y es al mismo tiempo una afirmación de que la validez de mi obra es permanente. En este momento en que se ha liquidado toda esa literatura comprometida, reaparecen unos autores que estuvieron muy desdeñados.

Yo no entré nunca en la literatura comprometida, yo no me enrolé en el compromiso político de izquierda que dominó a la literatura francesa durante muchos años y gran parte de la literatura europea y de la hispanoamericana.

–Su obra ha sido traducida a varios idiomas. Usted ha contado con un reconocimiento internacional ¿no le parece?

–Libros míos han sido traducidos al francés, alemán, chino, checo, ruso, serbo–croata. El caso mío es muy particular. Durante muchos años hubo una verdadera antipatía por mi obra, que yo no voy a decir quiénes la sintieron ni por qué; que lo investiguen otros. Y desapareció el estudio de mi obra de las universidades. Hubo una actitud por motivos políticos locales: yo no estaba vinculado a los grandes partidos que dominaron el país, yo no tenía la simpatía de la gente que se hallaba vinculada a esos movimientos y entonces se trató de disminuir mi importancia y de mencionarme lo menos posible.

Aquí se llegó a extremos de que, a niveles muy altos del pensamiento de la docencia universitaria, se hicieron listas de los principales escritores venezolanos y a mí no se me incluía. Me han propuesto en todas partes para el Premio Nobel menos en Venezuela. Yo no he tenido familia política, no he tenido un partido detrás de mí, en todo caso ha habido desinterés puesto que no me pueden utilizar. A nivel universitario es más lamentable porque ahí no debió llegar la pasión política hasta el extremo de haberme excluido del campo de la enseñanza literaria a nivel universitario: Lo que importa son los pensadores y lo que dicen.

–Pero Monte Ávila le publica ¿no es cierto?

–Hay varios libros míos en Monte Ávila, que están por salir desde hace tiempo y yo espero que salgan. Casi no he editado en Venezuela. Monte Ávila ha editado algunas cosas mías, pero la mayoría de mis ediciones han sido hechas afuera, en México y España. En este preciso momento acaba de aparecer en México un libro de 800 páginas preparado por Carrera Damas, con una muestra de mi obra literaria.

LA SOLEDAD ES MAYOR

La casa de Arturo Uslar Pietri siempre ha sido un lugar rodeado de grama, de mangos, de cercas que van perdiendo el equilibrio. Adentro, los libros han ido elevándose en hileras implacables hasta tocar el techo. Es una casa que muestra unas cuantas puertas clausuradas, por donde ya no se transita. Cuando doña Isabel Braun, esposa del escritor, estaba viva, las plantas parecían más frescas, las obras de arte que adornan algunas paredes tenían un brillo de protección museística y ninguna araña osaba tejer su tela entre un libro y otro.

–¿No es demasiado fuerte la ausencia de su esposa?

–Es una tragedia horrible. Vivimos 57 años de matrimonio perfecto, nunca tuvimos ningún problema. Era una mujer admirable, pero aparte de eso yo he sido un hombre muy solitario, no he sido nunca un hombre de grupos. Pienso que la obra de un intelectual es fundamentalmente una obra en solitario, de hombre que reflexiona. Yo salgo muy poco. Durante semanas enteras no piso la puerta de la calle. Desde que nos casamos vivimos aquí. Yo he podido vivir en cualquier país del mundo, de este planeta y sin embargo me he quedado en Venezuela.

–¿Qué aconseja hoy a los autores jóvenes?

–Que se enserien, que piensen más en el mundo que en la pequeña capilla literaria que los rodea. Que tengan una visión abierta de cuáles son los grandes problemas de hoy en día en América Latina, de Venezuela y el mundo y que se salgan de esa especie de parcelita en que han ido cayendo todos, encerrándose en una insignificancia evidente porque lo que están es ocupándose de cosas que no tienen más interés que para el pequeño grupo dentro del cual funcionan.

–¿Escribe ahora en computadora?

–El periodismo lo sigo haciendo, pero estoy en una situación muy difícil por la falla de los ojos. Claro: no puedo escribir en máquina, que es lo que he hecho toda mi vida: sentarme ante una máquina de escribir. Muchísimo menos puedo entrar a trabajar con un procesador de palabras o meterme en Internet, de modo que todo eso se me ha convertido en una cosa inaccesible y entonces estoy limitado a dictar. Ya es una relación muy distinta, otra manera, otro medio, otra técnica de expresión que impone consecuencias, limitaciones, matices.

–¿Es cierto que está escribiendo otra novela?

–Desde hace muchos años tengo la idea de una novela que no sé si voy a hacer finalmente, con todas estas circunstancias... con estos problemas. Era una novela sobre lo que fue la ciudad de Potosí en la época colonial. Esa ciudad era un mundo mágico, que además sirve bastante para explicar la formación de América Latina. Ese es un tema que me ha interesado muchos años, en torno al cual ha reunido bastante material pero...

Arturo Uslar Pietri corta la frase momentáneamente mientras le echa una mirada intensa a la biblioteca, a las rumas de libros, a las sombras frescas que se escurren en las esquinas de la sala y caen como oscuro caramelo en los cucuruchos de los rincones. Afuera suenan los motores del 1997 cual disparos de artillería contra ese fortín, ataques del monstruo capitalista del 1997 contra el señor que protege la última muralla del ayer. El escritor vuelve al tema diciendo:

–He reunido bastante material, pero estoy un poco como Moisés...

–¿Qué ocurrió con Moisés?

–Qué vio la tierra prometida pero no entró en ella.




 ©José Pulido
El Universal
Caracas
21 de febrero de 1997



Foto de Gabriela Pulido

Nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.Vive en Génova, Italia.

En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Pre
mio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.

Ha fundado y dirigido varios suplementos y revistas de literatura. 
Si se requiere información detallada sobre estas publicaciones, favor solicitarla a este correo: jipulido777@gmail.com


Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras.

Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. Participó, en 2012, como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En el 2018 y en el 2019 invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova.

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