la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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María Teresa Castillo: “A ninguna dictadura le interesa que haya libertad para expresarse” / entrevista de Isa Dobles


María Teresa Castillo y Julio Cortázar en "Macondo"




 “Ese hombre (Chávez) venía a esta casa y me pedía mi cama 
para descansar un ratico…”


Yo he sido una devota y una apasionada seguidora de María Teresa toda mi vida. Tenemos una relación hermosísima que es uno de los grandes privilegios de mi existencia humana y profesional. La he entrevistado en todas sus etapas humanas y la he aplaudido en cada una de ellas.


- Nació el 28 de octubre de 1908. Caraqueña, periodista, creadora del Ateneo de Caracas, mujer de la cultura, rebelde ante la injusticia, luchadora infatigable por la libertad y dignidad de los pueblos, casada con Miguel Otero Silva, (escritor, periodista, cofundador de “El Nacional”), madre de dos hijos…

- Yo nací en Cúa. En el Estado Miranda, en una hacienda que se llamaba “Bagre” porque mi abuelo, que era de Trujillo, se vino muy joven y se casó con mi abuela que era una Dunlock. Cuando mi padre murió, yo tenía dos años y nos vinimos para Caracas y aquí estoy desde entonces. Mi madre se dedicó a cuidar a sus hijas. Fuimos dos: Alicia, que luego se casó con Juan Pablo Pérez Alfonzo, y yo. ¡Ella era tremendísima! Y yo era el “gallo pelón” de la familia porque era muy independiente, a mí no me gustaba someterme a normas. Éramos pobres, pobrísimas. Y en mi familia había sin embargo, el afán de que figurásemos en la “sociedad” que hoy en día está tan mal parada. Pero en aquella época la sociedad estaba constituida por familias de apellidos. Yo me acuerdo que desde chiquita yo me burlaba de eso. A mi eso me chocaba, me parecía humillante pretender ser lo que no éramos…

- A los años se convertiría en la primera mujer presa por política después de la muerte del tirano Juan Vicente Gómez…

- Yo me había ido de Venezuela un año antes de la muerte de Gómez a Estados Unidos y trabajaba en una fábrica como costurera. Aquello podía parecer trágico para una muchacha tan cuidada, tan protegida, pero yo me sentía muy bien, muy independiente, sin riesgos ni peligros. Pero si soy sincera tengo que contarte un episodio lastimoso de mi vida, nunca igualado ni superado. Yo me llevaba muy bien con todo el mundo, con la gente que trabajaba, con mis compañeros. Me encantó Nueva York desde el principio. Pero uno tenía esa necesidad de expresarse, de exteriorizar todo lo que uno llevaba por dentro por tanto tiempo, y en una reunión un muchacho norteamericano muy amigo que me acompañaba, me llevaba y me traía, no soportó más mis críticas durísimas, desenfrenadas contra su gobierno y ¡zaz! ¡Me cacheteó! No me preguntes cuál fue mi reacción. Porque no podía tener otra… ¡me caí de espaldas! Pero no tenía tiempo para lamentar nada. Mis gestiones para entrar al país resultaban inútiles porque yo ya estaba señalada como revolucionaria…

LA CÁRCEL

“La vida nos tiene señalado un camino, pero cómo recorrerlo 
depende de nosotros”


María Teresa Castillo y Diego Rivera




- Excepcionalidad y rebeldía. Sin compromisos, sigue adelante en un mundo que despertaba de un letargo cruel. No eran tiempos fáciles. Venezuela, a la muerte del tirano Juan Vicente Gómez, estaba presa en una cárcel sin rejas. Ella retoma la vida aquí y allá. Su mente se regocija en imágenes, en retazos que no quiere olvidar…

- Regreso en febrero y Gómez muere en diciembre. ¿Y tú sabes que sentí? Que podía respirar ¡Casi treinta años de una dictadura y aquí no pasaba nada! ¡Aquí todo el mundo estaba dominado por un sistema de represión horroroso! Este país tenía que salir tarde o temprano de ese aplastamiento. López Contreras me hace presa porque estaba repartiendo propaganda subversiva. Éramos tres. Rafael Viso, D’León  y yo. Tú me preguntas hoy por qué yo estaba arriesgándome y tendría que contestarse que eso era lo que me estaba pautando hacer por la vida porque es que no podía hacer nada. Nosotros habíamos dejado el automóvil cerca y cuando nos empezaron a perseguir salimos disparados para Catia, y nos metimos corriendo en el primer bar que encontramos que se llamaba “Las Tres Lunas”. Que era realmente un cabaret de pésima muerte. Mira que han pasado años y nunca se me ha olvidado la cara de Guillermo Meneses que fue un gran amigo mío y me visitaba constantemente cuando yo estaba presa y siempre soltaba la risa y me decía: “¿Tú sabes lo que es María Teresa, que tú hayas caído fichada en “Las Tres Lunas”?…

- Confiesa que esa ha sido la época en que ha leído más. Se encontró con Marcel Proust que no conocía y que, según ella, sólo puede leerse en recogimiento y con gran penetración, en ese aislamiento necesario para aceptarlo y asumirlo en “su busca del tiempo perdido”. Confiesa riendo que hasta comenzó a enamorarse de André Maurois, el escritor francés. Y los domingos tenía visitas…

- Yo estuve en la Jefatura de La Pastora con el Jefe Civil y su esposa que se portaron muy bien conmigo. El Juez se tomó un año para dictar sentencia. No la leyó completa. Sentí una mezcla de rabia y risa cuando lo oí en las primeras líneas… “que una mujer llamada María Teresa Castillo…”. Pero lo que sí era cierto es que ya era una mujer. Y definitivamente, una revolucionaria. Yo no recuerdo cómo llegó a mis manos Maurois. Pero siempre me gustó, Y hoy lo recuerdo contigo porque tú y yo hablamos de cosas gratas. Cuando Maurois murió yo me impresioné porque me conmovió mucho. Murió el mismo día que mataron al Ché. Ese año no se me olvida. También ganó el Nóbel Miguel Ángel Asturias, después, pero ese mismo año. A veces la vida te hace cosas, “¡un nudo de coincidencias impresionantes!”…


PERIODISMO Y DICTADURA

 “La cultura es un arma contra la represión”


 María Teresa con Ernesto Cardenal y Sergio Ramirez


María Teresa Castillo, retrato de Guayasamin


 María Teresa con Porte Acero
y Carlos Giménez



- Su formación se la debe a un grupo de muchachos que conformaron el vivero excepcional de su primer conocimiento. Todos de gran sensibilidad, músicos, escritores, poetas, lo más importante del mundo cultural de su país…

- Este país pasó casi treinta años cercado por todas partes como si estuviéramos en la Edad Media. Esto era un coto cerrado del gobierno de Gómez. Aquí no habían museos, casas culturales, reuniones, ¡nada de nada! Venían cosas de afuera, pero eso de crear aquí una orquesta, un grupo teatral, eso no existía. Y yo tengo mi criterio sobre eso. A ninguna dictadura le interesa que haya libertad para expresarse. La cultura es un arma contra la represión, lo que no se esgrime de frente se insinúa en una obra de arte, en una pieza teatral, hasta en una sinfonía. Yo, como todos los venezolanos de esa época, despertábamos de una pesadilla. Comenzamos con nuestras “tenidas literarias”, reuniones semi políticas en las que de manera muy coincidente se iniciaba un proceso que habría de dar importantes frutos. Ese grupo lo llamamos “el grupo cero de teoréticos” y de allí nació la Gaceta de América que dirigía Inocente Palacios y que, por supuesto, fue puesto preso con el primer número que salió. Pero ahí un día nos llama María Luisa Escobar, nuestra insigne compositora, para una reunión que decidirá la suerte de una Casa de Cultura. Yo asistí con Antonio Palacios. Ella fue una valiosa amiga, un ser superior, como una hermana, más que como una hermana, primera mujer en ganar el Premio Nacional de Literatura, sensibilidad exquisita. Ella me acompañó, siempre respetando mis alas…


MIGUEL: EL COMPAÑERO

  Pablo Neruda, León de Greiff, Miguel Otero Silva,
Matilde Urrutia, Arturo Úslar Pietri y María Teresa Castillo


 
   María Teresa Castillo, Romulo Betancourt y Miguel Otero Silva

- Se conocían desde el año 1928. Eran muy amigos. Recuerda una vez que Marcos Castillo les regaló unos cuadros a ella y Antonia, y como ella no tenía dinero para montarlo, se lo quitó para montarlo por su cuenta. El de ella, bello, por cierto, lo tiene su hija Mariana. Miguel compartía la misma historia: conspiración, cárcel, ausencias, riesgos. Estaba… se iba… volvía. El destino daba vueltas buscando el espacio para los dos y ellos se movían en el círculo mágico de lo señalado…

- Una vez yo soñé con Miguel… antes de la muerte de Gómez. Yo me dije: “que raro… Miguel Otero”. ¡Imagínate! Él no estaba aquí. Cuando él volvió le pregunté: “Miguel… ¿y tú no te has casado por ahí? ¿no tienes novia o algo?”. Me dijo: “No, estoy soltero”. Y yo le contesté así como era yo: “¡Que bueno!” Y allí comenzó todo. El destino. Tiene que ser eso. Yo no puedo decir que al amor y a Miguel los conocí al mismo tiempo, porque yo a Miguel lo conocí siempre. Fue algo que fue madurando. Pero sí puedo decir que yo lo elegí…


EL ATENEO: LA PASIÓN




María Teresa Castillo con Pablo Milanés

- El Ateneo: Su refugio, su confidente, sus paredes amigas. Su llegada y salida. Su ida y vuelta. María Teresa Castillo ha sido durante largos años el Ministerio de Cultura permanente de Venezuela sin recibir salario ni designación de los gobiernos de su país…

- Yo siempre he estado muy clara en lo que es el Ateneo y quién es María Teresa Castillo. Yo no comprometí nunca al Ateneo o mi posición humana o mis convicciones. Yo actúo y actué fuera del Ateneo como cualquier ser humano dueño de la libertad de ser como es. Yo respeto mucho la coherencia en los principios… creo que la vida se rige básicamente por leyes no escritas. Cuando tratábamos de organizar la Federación de Ateneos y siempre, cuando hablaban conmigo, mi consejo ha sido: eviten las luchas políticas, olvídense que pertenecen a tal o cual partido, no tomen en cuenta las diferencias políticas, ustedes hacen una labor cultural y esta no puede ser agresiva… yo tengo mi pensamiento. Yo estoy con la lucha de los pueblos y cuando me necesitan yo estoy a la orden, mi nombre está al lado de ellos apoyándolos: chilenos, uruguayos, argentinos, exactamente como tú. ¿Cómo voy a ser  Presidenta del Ateneo negándome a mí misma lo que soy? Es que nunca quise imaginarme, porque me horrorizaba, alguna de esas personas diciendo después que “salió del Ateneo sin que yo la recibiera”. “¡Bueno! ¿Y para qué está allí si no es para atendernos?”. Yo no comprometo al Ateneo. Pero yo, como persona, siempre apoyo lo que es justo. Además, ¡eso me encanta!…

- Eso es ser creadora. Denme en este país cinco María Teresa y ¡hacemos realmente un gran país! Este “mundo mágico” que ella ha construido no la defiende de la áspera realidad que vivimos. Ella nunca creyó que volvería a tener esos sentimientos convulsos de sus años guerreros. Pero Hugo Chávez los resuelve inmisericordemente…

- Yo he vivido muchos horrores, nunca tanta perversidad. Pero hay que seguir luchando. Este país lo que menos necesita hoy es que seamos indiferentes, cómodos…

- En esos días reaccionaba vivamente antes lo que vivía el país. Era imposible para ella aceptar que Venezuela tuviera otra vez algo parecido a lo que había vivido con Gómez y Pérez Jiménez…

- A mí me da mucho miedo cuando me engaña alguien sin escrúpulos. La amoralidad a veces me inmoviliza. Ese hombre venía a esta casa y me pedía mi cama para descansar un ratico… ¡Esa cabeza llena de perversidad en mi almohada! Y después que consiguió lo que buscaba traicionó los principios y la confianza. Esta corrupción pesada que nos rodea. El poder sin moral es un camino directo al precipicio. Ese hombre no se conforma con lo que ha conseguido. A mí no me gusta pensar así porque huyo del pesimismo y la desesperanza, pero yo siento que lo que Hugo Chávez busca es el alma de cada uno de nosotros para humillarnos, para acabar con nosotros. Esa revancha amarga que invade nuestra vida. Yo no esperaba volver a vivir esta angustia. Este odio entre los venezolanos, este horror…


María Teresa Castillo con Argelia Laya e Ivonne Attas

  María Teresa Castillo con  Tania Sarabia y Román Chalbaud



María Teresa cultiva el respeto por sí misma tanto como el de los demás. Que desvirtúen lo que ha sido, que pongan en su boca lo que nunca diría o que la acusaran de algo que nunca podría hacer le aterra, porque ha sido muy firme en sus principios y convicciones. Eso le ha permitido crecer sin empujar a nadie, escuchar y sentir. Ella, ciertamente, le ha dado vida a sus años mientras suma años a su vida. A los 25 años lo más importante de su vida era acabar con la tiranía de Gómez, a los 45 su hogar, su familia; a los 65 el Ateneo. Es imposible resumir lo que María Teresa Castillo es y ha representado en Venezuela…


©Isa Dobles 
Fragmento del libro
“Las entrevistas de la Venezuela imborrable”
Editorial Libros Marcados,  2008

Fuente: ABC



  
María Teresa Castillo  (Venezuela, 1909). Periodista, gerente cultural, activista de derechos humanos. Luchó contra  las dictaduras de Gómez y Pérez Jiménez y por el derecho al voto femenino.  Fue presa política y estuvo en el exilo.  Fundó la Agrupación Cultural Femenina, la Asociación Venezolana de Mujeres y  el Festival Internacional de Teatro de Caracas, del que fue presidenta así como del Ateneo de Caracas y  Fundación Rajatabla.  Recibió las más altas distinciones nacionales e internacionales por su labor de promoción de la cultura y las artes en Venezuela. Desde 1990 existe la Orden María Teresa Castillo que premia las manifestaciones artísticas y culturales de Venezuela. Apoyó a Chávez cuando estuvo preso y en su campaña presidencial. En agradecimiento Chávez le quitó la sede del Ateneo de Caracas en 2009.







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Irena Sendler: La heroína que salvó a 2.500 niñ@s / entrevista de Ignacio Temiño, 2007 / El valiente corazón de Irene Sendler, película 2009







En plena II Guerra Mundial, durante la ocupación de Polonia, una mujer le plantó cara a los nazis y logró salvar a 2.500 niños judíos. Ni la Gestapo ni sus torturas consiguieron que Irena Sendler desvelara dónde estaban los pequeños. Hoy, vive en un asilo de Varsovia, donde recibe al periodista de Magazine.





La historia de Irena Sendler está repleta de heroísmo con proporciones casi míticas. Sin embargo, ha estado extraviada entre los pliegues del tiempo durante más de medio siglo. Desconocida y oculta de manera inexplicable para la mayoría de la gente, como un tesoro antiguo esperando a ser descubierto. Pero las luces de Hollywood se proponen ahora que todo el mundo conozca la vida de esta trabajadora social polaca, que durante la ocupación alemana de su país salvó la vida de 2.500 niños judíos, sacándolos a escondidas del gueto de Varsovia frente a las mismísimas narices de las tropas nazis.

Si tomamos como referencia La lista de Schindler, donde Steven Spielberg contó la vida de Oscar Schindler, el industrial alemán que evitó la muerte de 1.000 judíos en los campos de concentración, el éxito de la producción cinematográfica parece asegurado. El filme de Spielberg, aclamado por la crítica, consiguió siete Oscar en 1993.

Mientras la figura de Oscar Schindler era aclamada por medio mundo, Irena Sendler seguía siendo una heroína desconocida fuera de Polonia y apenas reconocida en su país por algunos historiadores, ya que los años de oscurantismo comunista habían borrado su hazaña de los libros de historia oficiales. «Además, ella nunca contó a nadie nada de su vida durante la II Guerra Mundial, era muy discreta y se limitaba a hacer su trabajo y a ayudar a la gente», explica Anna Mieszkwoska, autora de la biografía de Irena, La madre de los niños del Holocausto.

Sin embargo, en 1999, su historia empezó a conocerse. Y fue, curiosamente, gracias a un grupo de alumnos de un instituto americano de Pittsburg (Kansas) y a su trabajo de final de curso sobre los héroes del Holocausto. En su investigación dieron con algunas referencias sobre Irena Sendler en revistas especializadas y con un dato asombroso: había salvado la vida de 2.500 niños. «¿Cómo es posible que apenas haya información sobre una persona así?», se preguntaron entonces los estudiantes, cuya curiosidad crecía según encontraban más datos y testimonios.

Pero la gran sorpresa llegó cuando, tras buscar el emplazamiento de la tumba de Irena, descubrieron que no existía porque ella aún vivía y, de hecho, todavía vive. Hoy es una anciana de 97 años que reside en un asilo del centro de Varsovia, en una habitación luminosa donde nunca faltan los ramos de flores y las tarjetas de agradecimiento, que llegan diariamente desde todo el mundo.





Secuelas de las torturas. «Tenga cuidado, el que visita a mi madre acaba llorando», me advierte con una sonrisa Janina, la hija de Irena, antes de que entre a saludar a su madre. Dejo mi ramo de flores junto a su mesita de noche y paso los primeros cinco minutos de mi vida junto a una heroína de carne y hueso. «Yo no hice nada especial, sólo hice lo que debía, nada más», dice irritada con un hilillo de voz que se escapa a través de la ventana. Irena apenas existe físicamente, lleva años encadenada a su silla de ruedas, en parte debido a las lesiones que arrastra tras las torturas a las que fue sometida por la Gestapo durante la guerra, cuando descubrieron que sacaba escondidos a niños judíos del gueto. «Le rompieron los pies y las piernas, pero no lograron que les revelase el paradero de los niños que había escondido ni la identidad de sus colaboradores», explica la biógrafa.

Irena Sendler fue siempre una mujer de gran coraje, muy influida por su padre, un médico rural que murió cuando ella tenía sólo 7 años. De él siempre recordaría dos reglas que siguió a rajatabla a lo largo de toda su vida. La primera: que a la gente se la divide entre buenos y malos sólo por sus actos, no por sus posesiones materiales; y la segunda: a ayudar siempre a quien lo necesitase.

Así la pequeña Irena se hizo mayor y comenzó a trabajar en los servicios sociales del ayuntamiento de Varsovia, al tiempo que se unía al Partido Socialista Polaco. Corrían los años 30 y destacaba en los proyectos de ayuda a pobres, huérfanos y ancianos. «Ella era de izquierdas, sí, pero de una izquierda que ya no existe, preocupada por las personas y por su bienestar», apunta su biógrafa, quien asegura que a pesar de ello siempre se situó bastante lejos de la política activa.

En 1939 Alemania invadió Polonia y el trabajo de Irena se hizo más necesario en los comedores sociales, donde también se entregaban ropas y dinero a las familias judías, inscribiéndolas con nombres católicos falsos para evitar las suspicacias de los soldados alemanes.

Pero todo cambió en 1942, cuando las deportaciones se hicieron más frecuentes y los nazis encerraron a todos los judíos de Varsovia, unos 400.000, en un área acotada de la ciudad y rodeada por un muro. El gueto fue la tumba para miles y miles de personas, que morían diariamente por inanición o enfermedades. Irena estaba horrorizada y, como muchos polacos, decidió que había que actuar para evitar la barbarie que asolaba las calles de la capital. Consiguió un pase del departamento de Control Epidemiológico de Varsovia para poder acceder al gueto de forma legal», explica Anna. Allí entraba diariamente a llevar comida y medicinas, «siempre portando un brazalete con una estrella de David como símbolo de solidaridad y para no llamar la atención de los nazis».

Una vez dentro, la joven trabajadora social entendió que el objetivo del gueto era la muerte de todos los judíos y que era urgente sacar al menos a los niños más pequeños para que tuviesen la oportunidad de sobrevivir. Fue así como comenzó a evacuarlos de todas las formas imaginables. Dentro de ataúdes, en cajas de herramientas, entre restos de basura, como enfermos de males muy contagiosos…, cualquier sistema era válido si conseguía sacar a los pequeños del infierno. Otra manera era a través de una iglesia con dos accesos, uno al gueto y otro secreto al exterior. Los niños entraban como judíos y salían al otro lado bendecidos como nuevos católicos.

La actividad de Irena era frenética, igual que el riesgo diario a ser descubierta por los soldados alemanes. «No hice todo lo que pude, podría haber hecho más, mucho más y haber salvado así a más niños», sigue lamentándose hoy día.





Separar a los hijos. Irena aún recuerda con amargura los momentos en que tenía que separar a los padres de los hijos. Sabían que nunca más se volverían a ver y la arrinconaban entonces con preguntas y deseos de condenado. «Por favor, asegúrame que vivirá, que tendrá un buen hogar», insistían las madres, presas de la desesperación entre los llantos de sus hijos. «Ella también era madre y sentía ese dolor tan profundo como si fuese suyo, de hecho todavía lo siente y sufre con esos recuerdos», afirma Anna Mieszkwoska.
Pero, ¿qué impulsaba a una joven madre como Irena a arriesgarse de esa manera? ¿Por qué lo hacía? «Se lo he preguntado cientos de veces. Ella simplemente lo hacía porque tiene un corazón inmenso, no hay nada más», explica su biógrafa, quien asegura que ni siquiera existían motivaciones políticas o religiosas.

Una vez fuera del horror, era necesario elaborar documentos falsos para los niños, darles nombres católicos y trasladarlos a un lugar seguro, normalmente monasterios y conventos, donde los religiosos siempre tenían las puertas abiertas para los niños del Gueto.

Irena apuntaba entonces en pedazos de papel las verdaderas identidades de los pequeños y sus nuevas ubicaciones, y luego enterraba las notas dentro de botes y frascos de conserva bajo un gran manzano en el jardín de su vecino, frente a los barracones de los soldados alemanes. Allí aguardó, sin que nadie lo sospechase, el pasado de los 2.500 niños de Gueto hasta que los nazis se marcharon.

Ni siquiera las torturas de la Gestapo lograron que revelase jamás el lugar en el que estaban ocultos ni las personas que colaboraban con ella. Tampoco los meses que pasó en la terrorífica prisión de Pawlak, bajo el atento cuidado de los carceleros alemanes, quebraron su silencio. No dijo ni una palabra cuando la condenaron a muerte, una sentencia que nunca se cumplió porque, camino del lugar de ejecución, el soldado la dejó escapar. La resistencia le había sobornado. No podían permitir que Irena muriese con el secreto de la ubicación de los niños. Así fue como pasó a la clandestinidad y, aunque oficialmente figuraba como ejecutada, en realidad permaneció escondida hasta el final de la guerra participando activamente en la resistencia.

Con el final del conflicto se desenterraron los 2.500 botes escondidos bajo el manzano, y los 2.500 niños rescatados del gueto recuperaron sus identidades olvidadas. La gran mayoría había perdido a sus padres, así que muchos fueron enviados con otros familiares o se quedaron con familias polacas, pero todos conservaron a lo largo de su vida un agradecimiento infinito a Irena Sendler. Tras los nazis llegó el comunismo y la aventura de Irena quedó olvidada entre las nuevas doctrinas. Ella, que ya tenía dos hijos, volvió a ser trabajadora social y a su vida tranquila, sólo truncada por las pintadas, en la puerta de su apartamento, en las que le acusaban con necedad de ser «amiga de los judíos» o la llamaban la «madre de judíos». Ella callaba y nunca contaba nada de su pasado «por una mezcla de modestia y de temor a que le pudiera acarrear algún problema, comenta su hija, Janina, quien asegura que aún hoy mantiene secretos y vive como si estuviese en medio de una oscura conspiración.

Cuando en 1999 los estudiantes de Kansas se toparon con su historia, se quedaron estupefactos. Estaban frente a una auténtica heroína prácticamente desconocida, así que decidieron escribir una obra de teatro sobre ella. Se escenificó en iglesias y salones sociales de la comarca, asombrando y emocionando a todos los que tuvieron la oportunidad de verla. Uno de estos asistentes fue un profesor judío quien, impresionado, ayudó a los escolares a cumplir su deseo: ir a verla a Varsovia y agradecerle lo que había hecho por la Humanidad. Les dio un cheque de 7.000 dólares y les hizo una petición: «Contadme todo con pelos y señales a vuestra vuelta».

A partir de ese momento los reconocimientos y las visitas fueron aumentando considerablemente. La llegada de periodistas extranjeros, los cumplidos oficiales, agradecimientos de todo el mundo, las visitas desde Hollywood y, finalmente, la nominación para el premio Nobel, propuesta hace unos meses por el presidente polaco Lech Kaczynski con el apoyo de la Organización de Supervivientes del Holocausto.

Mientras, todos se preguntan cómo es posible que esta historia haya permanecido tantos años en el olvido y oculta, pese a las veces que se ha tratado el tema del Holocausto y de las personas que lo protagonizaron. Incluso sus amigas le recriminaban que nunca les contara nada sobre su heroísmo y sus azañas de juventud. Sin embargo, ella sigue sonriendo en su silla de ruedas y enfadándose cuando alguien se atreve a decir que es una heroína. Porque Irena Sendler no es una heroína, sólo se limitó a cumplir con su deber.


«La madre de los niños del Holocausto»
de Anna Mieszkwoska


© Ignacio Temiño
15 de julio de 2007





Eliahu Toker: la poesía de Beatriz Iriart sobre el Holocausto, Buenos Aires 2008











Poemas y cuento dedicados a las víctimas del Holocausto.








 
 
 
 
 
"Estimada Beatriz,
sus textos son muy conmovedores
y de veras poéticos sobre un tema acerca del que no
es facil hacer poesía. Y no se trata de un dolor judío
sino de una tragedia simplemente humana.
Gracias por compartir esos textos conmigo."
Afectuosamente
Eliahu Toker


ANSIAS
                  A las y los sobrevivientes del Holocausto
Te he soñado tanto
en estos días
de potaje y pan.
Te he soñado tanto
con la escarcha y la hambruna
con las cadenas lacerando los tobillos
con el terror
instalado en la barraca.
Te he soñado tanto
LIBERTAD.

© Beatriz Iriart



YO ESTUVE EN AUSCHWITZ
 
                                 A la memoria de Primo Levi
                                27 de enero del 2006

Yo estuve en Auschwitz. 
Yo parí hijos 
de amargura, dolor y espanto. 
Yo anduve descalza 
en el fango de un campo con flores segadas 
al igual que las semillas frescas 
de nuestros rebaños. 
Y hoy a los 61 años 
de la liberación del campo: 
Soy una sombra
una mujer sin rostro. 
La desolación y el hambre. 
Yo... 
yo estuve en Auschwitz. 

© Beatriz Iriart
EL ESCULTOR
                               A la memoria de Anna Frank 
 
Poseer una cuchara-cuchillo 
es convertirse en ávido escultor. 
Hay que ubicar 
un pedazo de latón y que aflore 
para no desperdiciar 
ni una gota del potaje. 
Y con el cuchillo 
cortamos el pan 
para canjearlo 
por otras cosas 
más útiles. 
Sí, poseer una cuchara-cuchillo 
en estos días. 
Es todo un arte. 

© Beatriz Iriart




NÚMEROS
 
                      A la memoria de Itsjok Katzenelson

No preguntes, no esperes respuesta 
ante las "bestias" somos una cosa 
una carga 
que odian y justifican. 
La barraca está gélida 
como el invierno allí afuera. 
Sólo el recuerdo del terruño 
es cálido y es bueno para dormitar 
con ese sabor añejo. 
No hay salida 
en estos campos. 
Pero podés esperar 
una "selección" 
metamorfosearte en pájaro 
o sencillamente aguardar 
un disparo 
de "ocasión".

© Beatriz Iriart
Itsjok Katzenelson nació en 1886 en Karelitz (Bielorrusia).  El 8 de septiembre de 1939, una semana después de invadir Polonia, las tropas alemanas ocuparon Lodz. En ese momento comenzó el horror que describe Katzenelson en su obra cumbre, El canto del pueblo judío asesinado. Su rastro se pierde en Auschwitz en mayo de 1944. 

LA EXPOSICIÓN
                                       “Sólo el trabajo os hará libres”
                                       (Leyenda del campo de concentración de Auschwitz)
Sacaron boleto para la próxima estación. El chofer los trató cortésmente. Intercambiaron opiniones, recuerdos y algún futuro cercano. Arribaron. Las melancólicas notas envolvían la niebla mañanera.
Pronto comenzarían las tareas en el atelier. La música se deslizaba dulcemente. Se desnudaron - la higiene era la disciplina fundamental para esa faz del arte-. Las duchas ayudarían a ello.
Los acompañaron hasta la descomunal exposición, ante el inmenso collage donde había sueños, huesos, ilusiones, miedos, pero ningún rostro.
© Beatriz Iriart




POLONIA
El "Wolf" promulga
“diseñar” meticulosamente
el campo de Treblinka
y el nazi Stangl responde.
Infinidad de almas
yacen al finalizar las “entregas”.
Cayó el telón.
La obra no es la misma
pero el atavismo sigue vigente
en otros tiempos
otros ámbitos
otros estigmas
otras esencias...
que a través de las centurias reciben
la perdurable panacea de SIMÓN:
“YO NO TE OLVIDÉ”.
©Beatriz Iriart
   
 


LA NOCHE DE LOS CRISTALES ROTOS    
                                             
Soñaron que la vida fluía.
Despertaron circundados de pogromos
escarcha, vidrios, alambrados
y tormentos.
Sus nombres ya engrosaban
la lista de los seres yertos.
©Beatriz Iriart



VARSOVIA 1943
                
A la memoria de las víctimas del Ghetto de Varsovia
Lucharon 
por la culminación  infernal
de tierra y piedras
y para que  se esfumara
el humo en la nieve
al restaurar el aliento
y la vida
en los juncos inertes
intentando ahuyentar
de las cadavéricas alcantarillas
los simulacros inclementes
de la muerte.

©Beatriz Iriart







 BEATRIZ IRIART
Nace en otoño (12 de mayo) en La Plata, Argentina.
Miembro de la "Sociedad de Escritores Latinoamericanos de California y Capítulo Internacional en Internet (SELC y CII), California, Estados Unidos.  Ha recibido premios y menciones de la S.A.D.E (Sociedad Argentina de Escritores), S.E.P (Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires), entre otros reconocimientos.
Publicó los libros:
"Perspectivas" (1977)
"Collage de Cinco" (1981)
“Extraño Linaje” (1984)
"La Muerte Quiere” (2003)
.
Su obra es publicada en ingles y portugués en varios países y en diferentes antologías en su país y en el extranjero.
Estudió cerámica y pintura.
Formó parte del movimiento underground en la década del '70, colaborando con la revista literaria"Machu Picchu".
Actualmente publica en  Estados Unidos, Canadá, España, Brasil, Venezuela, Uruguay, Argentina, Alemania, entre otros países, en diferentes idiomas.


La afamada compositora venezolana Diana Arismendi, compuso en el año 2015 la obra “In memoriam”,  para conmemorar el HOLOCAUSTO, inspirándose el segundo movimiento de la obra en el poema “Yo estuve en Auschwitz” de la poeta Beatriz Iriart. 
El concierto fue organizado por  el Espacio Anna Frank de Caracas y participó la orquesta Sinfónica de Venezuela dirigida por el maestro Alfredo Rugeles.



          Otros poemas de Beatriz Iriart