la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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La noche de los lápices y el libro de Emilce Moler: "Nunca fui joven" / entrevista de Ailín Bulletini, Página 12, Buenos Aires, 16 de septiembre de 2020

 

Entrevista a la autora en vísperas del 44 aniversario de un hito del horror de la dictadura


Emilce Moler y su nieta Juanita


Decidió escribir porque las entrevistas no le daban el tiempo para responder con profundidad, porque necesitaba contar ella su propia su historia, por la necesidad de desmitificar el rol de "sobreviviente" heroica en el que quedó cristalizada y agregarle dudas, inseguridades y dolores. Y por la "obligación" de no olvidar que se impuso desde que salió de Devoto.


Por Ailín Bullentini

 

 


 

¿Cuántas veces habrá contado Emilce Moler que fue secuestrada el 17 de septiembre de 1976? ¿Cuántas detalló que pasó un tiempo en diversos centros clandestinos del Circuito Camps antes de ser “blanqueada” a cargo del Poder Ejecutivo Nacional en la cárcel de Devoto, de donde salió bajo libertad vigilada en 1979? ¿Cuántas veces se la presentó, en entrevistas o charlas, de ésas que da año tras año a estudiantes secundarios y universitarios, como “sobreviviente” de las Noche de los Lápices? Ella se identifica más como “ex detenida desaparecida”, dice en esta entrevista con PáginaI12. En esta ocasión, una entrevista que no tiene por objeto el recordatorio de uno de los hechos que se convirtieron en hito del horror del genocidio de la última dictadura cívico militar, sino más bien revisar las razones que la llevaron a escribir, en primera persona, su versión de la historia. Y surgió un libro: “La larga noche de los lápices” (lo presentó a través de una charla vía zoom, pero circula desde hace algunas semanas). Algo que ella calificó como “un acto de reparación personal muy fuerte

 

“Desde el momento que me identifiqué, más que sobreviviente, como ex detenida desaparecida y decidí contar lo que viví para que se sepa, transité mi vida con el dilema de avanzar en lo cotidiano, de construir mi futuro, pero también de no olvidar. Como todos los ex detenidos desaparecidos que eligieron contar. Un equilibrio que hemos tratado de sostener, por momentos más fáciles y otros más complejos”, dice Moler sobre la “responsabilidad del no olvidar” y del “contar” que sintió el momento en el que salió de Devoto y miró hacia arriba y vio los árboles y el cielo y las nubes. Durante muchos años, todos hasta ahora, contó lo que le ocurrió a ella, a sus compañeros, a toda una generación, desde la oralidad: “Es decir, otros escribían lo que yo hablaba. Y fui sintiendo, con el tiempo, que había que explicar muchas cosas más de las que salían impresas para que hubiera una comprensión total de los hechos. Por otro lado sentía, que cada vez en las entrevistas había menos tiempo para explicar. Sentía que se iba simplificando la historia cuando en realidad había que complejizarla, profundizarla, para que hubiera una comprensión, un verdadero legado”.

--¿Entonces ahí decidió sentarse a escribir?

--Siempre le di mucho valor a la palabra escrita. Lo que nunca pensé es que sería yo quien escribiera  mi  historia. Siempre imaginé contarle a alguien y que otro escribiera. Tuve intentos, pero no lo sentía propio. Durante el macrismo, un tiempo de introspección  que a todos nos replegó un poco, decidí hacer un taller de letras con el objetivo de bajar lo que me pasó a un escrito. Primero fue con la idea de generar relatos para mi familia y amigos. Después devino en libro.

--¿Qué necesitaba explicar más en profundidad para que se entendiera su secuestro y el secuestro y desaparición de sus compañeros de militancia?

--Cada relato del libro responde a preguntas que me hicieron en entrevistas a lo largo del tiempo y que me resultaba imposible responder brevemente¿Cómo era la militancia de los ‘70?, por ejemplo ¿Qué sentiste cuando te detuvieron? ¿Cómo era la relación con tu familia? ¿Vos sabías lo que te iba a pasar? Si tirás del piolín de esa pregunta, uf… Por otro lado, me pasaba que a partir de una construcción que fue realizándose de los hechos, los jóvenes con los que elegí compartir mi historia (suelo dar charlas en secundarios, participar de movilizaciones y actos vinculados a la juventud), tenían una imagen preconcebida de mí en tanto militante secundaria de aquellos años, en tanto ex detenida desaparecida de La Noche de los Lápices, como si yo hubiera nacido envuelta en una bandera revolucionaria o que era la que iba al frente de todos. No tenía nada que ver con mi historia y no quería que me recordaran con características que no eran las mías. Los relatos que integran el libro intentan desarmar todos los argumentos que sirven para dar una respuesta completa y no simplificada a esas preguntas, pero también desandan las verdaderas características de mi vida, que no era rebelde, que venía de una familia antiperonista en la que no se discutía de política, y las aristas que completan a una persona que a lo largo de tantos años fue sosteniendo esta memoria y que insistió en transmitirla. ¿Qué me pasó durante todo ese tiempo? Hay un capítulo que se titula “Emilce Moler y yo”... ¿Quién fue Emilce Moler, quién es hoy? En el libro cuento cosas heroicas, que celebro, pero también todas las dudas, las inseguridades, las contradicciones, los miedos. Las broncas y las disculpas. Los dolores. Todas cosas que ayudan a comprender a los protagonistas de los procesos históricos para comprender en profundidad esos procesos.

Entre respuestas a preguntas públicas también hay respuestas a inquietudes íntimas, de sus hijos, como por ejemplo lo vinculado con su tiempo encerrada en Devoto, algo que en general le preguntaron muy poco en entrevistas o charlas. Va y viene entre el pasado y el presente. “Quisiera que se entienda que todos tienen la posibilidad de construir un camino de militancia, de hacer. No se necesitan determinadas cualidades”, sostiene.

--¿Qué significó la responsablidad de no olvidar y cuánto le costó ese equilibrio que mencionó anteriormente?

--Fue muy fuerte. No bien salí de Devoto, todavía con libertad vigilada, escribí detalles: nombres de personas que había visto, sobrenombres, cosas que había visto. No sabía bien cuándo lo iba a usar porque todavía era dictadura, pero los escribí. Sabía que servirían, de eso no podía olvidarme. Pero recién tuve la noción de cuán importante era, de para qué servirían, cuando tuve la entrevista con el Equipo Argentino de Antropología Forense, en 1985. A partir de las preguntas que me hicieron: me consultaban por la ropa de algunas personas, si recordaba… es que la ropa es una de las últimas cosas que se degradaba y podía llegar a ser un elemento de identificación. Ahí tomé conciencia de que lo que yo sabía era un legado valioso para otros, ahí me dí cuenta de que no podía olvidar. A partir de ahí empecé un ejercicio de memoria de forma permanente.... Ya habían dejado de vigilarme, ya vivía en Mar del Plata, ya tenía una hija, mi hija más grande es del ‘83.

--Era muy joven…

--Sí, pero no me sentí así nunca. Nunca fui jovenDeclaré contra Camps (Ramón Camps, el jefe de la Policía Bonaerense durante la dictadura y quien tuvo a cargo los centros clandestinos que funcionaron en la provincia de Buenos Aires, entre ellos los que transitó Emilce) cuando tenía 25, 26 años, pero nadie tituló “declaró una joven de 26 años…” Nuestra militancia la llevamos adelante con menos de 30 años, algunos menos de 20. Y nadie nos identificaba como “jóvenes”. Así que nunca fui joven: primero fui “imberbe”, luego “subversiva”, después “presa política”. Y después ya fui “vieja”.

--¿Qué le pasó cuando empezó a compartir su historia con chicos que son tan chicos como lo eras usted entonces?

--Fue arrasador. Yo tenía 17 años cuando me secuestraron. Y cuando salí en libertad me sentía muy vieja. Al poco tiempo tuve que empezar a declarar en juicios y después nos convertimos en luchadores por los derechos humanos, nunca jóvenes. El concepto de joven nunca lo experimenté. Cuando irrumpió la juventud en mi vida, a modo de espectadora, digamos, fue un quiebre. Porque yo veía las caras de esos chicos y en cada cara podía reconocer a la de mis compañeros de militancia. Y al verlos y verme, no podía creer cómo nos hicieron lo que nos hicieron. Más de una vez me quebré en esas charlas. Ahora que les jóvenes tienen su espacio, su alegría su libertad para militar, me da mucha satisfacción. Es como que pone las cosas en su lugar. Así debería haber sido, así deberíamos haberlo vivido, no como la represión y el terrorismo de Estado quiso. Nada justificó el horror que pasamos, nada justificó el horror de negarles de disfrutar la vida a mis compañeros, a mí.

--¿Cree que el libro fue un acto de justicia para consigo misma?

--Siento por un lado la satisfacción de la tarea cumplida. Me da mucha satisfacción y curiosidad  la recepción. En estos días me pasó que participé de charlas con estudiantes en relación con el libro, chicos y chicas que habían lo habían leído y que me devolvieron interpretaciones bellísimas. Me dijeron que el libro se siente contado desde una voz adolescente, intimista, se ven identificados. Ayer, por ejemplo, estudiantes del Bellas Artes, un espacio que yo describo mucho en el libro, me contaban que era como si nos estuvieran viendo por los pasillos. Haber logrado esa voz creo que ayuda a comprender que era como ellos. Una piba más, en una circunstancia política por la que llegó a la militancia y a la que le pasó la dictadura. Por otro, creo que escribir el libro también fue un acto de reparación personal muy fuerte. Fue un “acá hablo yo, ésta es mi historia con todas las complejidades, ésta es la historia que yo siento que viví. Dejarla escrita fue sumamente importante. 

 

Fuente: Página 12








Carlos Giménez: "El teatro no está en crisis sino que es la crisis, y cuando éste pierda eso, habrá muerto"/ entrevista de Javier de Pablo, diario ABC, Madrid, España, 1982

"El grupo de teatro Rajatabla (....) Su director es Carlos Giménez, un hombre que se gana la vida como realizador de televisión, aunque su verdadera vocación..."

 



Fuente:

ABC (España)

Viviana Marcela Iriart






José Pulido entrevista a Luis Beltrán Prieto Figueroa: “Para mí un poema es una cosa seria”, El Nacional, Caracas 21 de enero de 1982

 



El gigante de ochenta años se derrumba suavemente en el sillón de su casa y sus manos, grandes como águilas, planean hasta quedarse quietas esperando una orden. Un arco azul aparece en sus ojos castaños, las cejas se volvieron blancas para complementar esta transformación, aunque el gigante sigue siendo grande, derecho. Choca sus dientes y un sonido se va convirtiendo en palabra: "escribo poemas desde la adolescencia. Aún existen varios libros que no se publicaron nunca".

Luis Beltrán Prieto Figueroa ha entregado su larga vida a la lucha por un ideal político, sacrificando quizás la felicidad de dedicarse por entero a la poesía y la literatura, aunque ello no le molesta en lo más mínimo. Hoy está viviendo una etapa en la cual todo lo que hace le sabe a infancia de mar, a su isla: oye el oleaje, escucha a los pescadores, los peces se mueven en su sangre y una sirena, jamás vista, canta en las grutas de su pecho. El gigante huele a colonia de vieja barbería.

 Actualmente escribe, entre otras cosas, el poemario Islas de azul y viento.

-Los poemas míos -dice- son expresiones de vivencias interiores que me incitan a escribir. Salen, pero de la primera escritura a la última hay un trecho. A medida que va pasando el tiempo van siendo revisados y cambiados porque la autocrítica no me deja tranquilo nunca, y hay una pelea con las palabras y las formas que hacen del poema un cuerpo vivo que se defiende de las posibles agresiones que yo pueda hacerle en ese constante cambiar y revisar… para mí un poema es cosa seria.

 

Cierra los ojos y piensa un momento. Da la impresión  de que un segundo suyo es del tamaño de un minuto de los demás: así lo vive, así lo consume.

Su voz se detiene en algunas palabras y en otra avanza con rapidez. Hay palabras que disfruta de la misma manera que la boca de un niño derrite un trozo de chocolate.

 

-No tengo de la poesía un concepto ligero y circunstancial, sino que pienso, como decía Goethe que el poema puede esperar. Por eso tardé tanto tiempo en publicar versos. Mi primer libro de poemas Mural de mi ciudad se publicó cuando cumplía 73 años.


Su libro Verba mínima ha sido un libro con suerte, de acuerdo a lo que indica el doctor Prieto Figueroa: la revista italiana Spirale publicó tres poemas que figuran en esa obra.

 -¿Por qué hay poesía que no llega a la gente? -La pregunta pasa entre dos objetos que parecen tener en ese instante algún significado: una escultura humilde y fea que mira hacia la única flor abierta en la sala de estar de la casa. Una flor magenta que parece una copa o una bailarina danzando de cabeza.

-Lo que pasa con la poesía -explica-  es que algunos poetas tienen como una especie de reserva espiritual y no descubren en su poesía cuánto sienten o cuánto piensan. Se conforman con decirlo para ellos o para un reducido grupo. Para mí la poesía es un mensaje y el mensaje debe llegar limpio a las personas que lo reciben. No crítico ninguna forma de expresión poética ni me abstengo de leer a los poetas herméticos, porque aun cuando cueste trabajo llegar al fondo del pensamiento de esos poetas, siempre encontramos algo nuevo o novedoso en ellos.

 

Cuenta como ejemplo que a Neruda cuando le preguntaron en una ocasión el significado de un poema respondió "cuando lo escribí yo sabía lo que decía, ahora no lo sé".

 Prieto se ríe y comenta: "De tal manera que el poeta tiene hasta ese privilegio, de no saber lo que significan sus propios versos".

 -En la época actual ¿siente menos interés hacia la poesía?

 -No. Cada época tiene sus fórmulas y su manera de decir las cosas. El hombre siempre tiene necesidad de ponerse en contacto con el mundo que lo rodea y con las personas de ese mundo. Hay que encontrar la forma o la manera de hacerlo… no todos saben  cómo hacerlo. El manejo del idioma es muy difícil y decir lo que uno quiere es un trabajo muy serio, porque si alguna cosa es reticente es la palabra.

 

Se queda en silencio, que es un gran silencio de un segundo y prosigue porque se le ocurre que el tema tiene sus aspectos interesantes: "En Venezuela hay mucho poeta joven que escribe cosas para comunicarse con la gente de su generación. A veces forman pequeños círculos en los cuales se discute o se lee poesía… pareciera que algunos se conforman con que su grupo los entienda. El viejo refrán de que al hijo mudo la madre lo entiende parece presidir las formas expresivas. Pero mejor que ser mudo es ser hablantinoso.

 

Suelta una carcajada que conmociona su  talla de montaña, sus manos que parecen águilas se baten y la flor magenta mueve la falda de bailarina al revés.

Prieto Figueroa no está de acuerdo en que Venezuela no es un país de novelistas. Una novela es un cuento largo y quien es cuentista es novelista. Sostiene que el venezolano busca en el exterior lo que tiene en su casa, para aludir a la existencia en nuestro país de buenos, aunque pocos novelistas.

 "La lucha de cada generación o de cada grupo literario por negar lo que otros hicieron gasta la energía creadora, perdiendo la literatura nacional en vez de ganar. En Venezuela se estudia muy poco la literatura venezolana, y en los trabajos que se realizan en la Escuela de Letras de la UCV se nota la ausencia de estudios penetrantes sobre la vida literaria nacional. Los jóvenes escriben sobre poetas y novelistas extranjeros porque pareciera que eso le agrega prestigio a su futura labor de escritores", expresa Luis Beltrán Prieto Figueroa.

 

En la imprenta de la ULA hay ahora un libro suyo con cuatro ensayos sobre Neruda, Paz Castillo, Luis Barrios Cruz y Andrés Eloy Blanco.


-Yo ocuparé en la Academia de la Lengua el sillón de la letra K que correspondía a Fernando Paz Castillo: esto me satisface más que el hecho de ocupar un puesto en la Academia.

 

El trabajo que editará la ULA apareció publicado como homenaje a Paz Castillo con motivo de los 88 años del poeta, quien tres meses después de la publicación del ensayo murió.

 

-En esta etapa de su vida ¿qué le ilusiona más?

 Aclara que no es lo que más le ilusiona, sino "más bien lo que me interesa más"

 -En este momento yo tengo dos clases de interés: los intereses políticos por la creación de un mundo mejor, donde la libertad y la satisfacción de las grandes necesidades del hombre puedan alcanzarse en un mundo liberado de las presiones del capitalismo agobiante. Yo aspiro a la creación para Venezuela y para todos los países de América de una democracia socialista. El otro interés es el que ahora desarrollo: trabajo intensamente en la revisión y nueva redacción de mis notas de clase y en la revisión y complementación de libros de educación. Hay algunos otros trabajos de inaplazable revisión como los originales de mi libro Teoría y táctica de la educación popular en América. Este empeño mío en terminar esas obras y en revisar otras obedece a mi propósito de servir al desarrollo de la educación y cultura en Venezuela.

 

Sostiene que se empeña en suministrar a las nuevas generaciones materiales que sirvan para la discusión y para la búsqueda de una visión más acorde con el desarrollo del país, "que nos dé significación cultural en el porvenir".

 

-La lucha política me apasiona, puede decirse que es una parte del aire que respiro, pero cada día noto que las nuevas generaciones están interesadas en lo que se ha llamado la despolitización, que no es otra cosa que una vía abierta para el enriquecimiento fácil y sin ninguna clase de compromiso con el país. Despolitizarse es apartarse del mundo contemporáneo. Hay gente que tiene reservas hacia la política y los políticos porque muchos se disfrazan como políticos para facilitar su comercio en la vida pública y enriquecerse sin hacer inversiones… Otros creen que la política es una forma subrepticia  de practicar la inmovilidad, pero ética y política nacen juntas.

 Prieto murmura un instante después: "Siempre habrá gente corrompida. No en vano Moisés, en el decálogo, prohibía el robo pero analizando ese decálogo, llegamos a la conclusión de que estaba hecho para la defensa de los intereses de la casta dominante, que en ese momento eran los criadores y agricultores, por eso el robo de ganado acarreaba la pena de muerte".

 -¿Sigue sin creer en Dios, sin verlo?

 -He visto a un hombre por ahí que se llama Dios.

 

Se pone de pie hasta arriba, riéndose. Había dicho en un momento de su conversación que la reforma del Código Civil no cambiará la posición del hombre hacia la mujer a menos que haya un cambio cultural.

 Su figura oscurece la puerta abierta e iluminada de la casa. Dice adiós con una mano de vuelo pesado. Se queda con una sonrisa que es sostenida por un oleaje de sonidos: "ajajajaj" y que no se borra, se oculta, mientras el gigante con el cerebro joven va a sus papeles, a construir con palabras ese país que tanto desea desde que sus ojos eran castaños y que alguna generación habrá de disfrutar alguna vez.

 Parece sonar entre sus dientes la palabra que tanto mastica su espiritualidad:

-Porvenir…

 

 

José Pulido

El Nacional, Caracas 21 de enero de 1982

Fuente: José Pulido



Foto de Gabriela Pulido



Nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.Vive en Génova, Italia.

En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.

Ha fundado y dirigido varios suplementos y revistas de literatura. 
Si se requiere información detallada sobre estas publicaciones, favor solicitarla a este correo: jipulido777@gmail.com


Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras.

Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. Participó, en 2012, como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En el 2018 y en el 2019 invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova.

Publicaciones más recientes:

El puente es la palabra. Antología de poetas venezolanos en la diáspora.

Compilación: Kira Kariakin y Eleonora Requena, para Caritas.

Poeti Uniti per il Venezuela, Parole di Libertà (Poetas Unidos por Venezuela, Palabras de Libertad) publicado por Borella Edizioni, evento respaldado por la Associazione culturale Orquidea de Venezuela, con sede en Milán.

Poemario Heridas espaciales y mermelada casera editado por Barralibro Editores.




 

 

 

Una pasión francesa para Uslar Pietri, entrevista de José Pulido / El Universal, Caracas, 21 de febrero de 1997

 


Una alta y enorme ola de libros se eleva y parece a punto de caerle encima. Arturo Uslar Pietri, escritor de 91 años de edad, mencionado varias veces como candidato al Premio Nobel, va de un lado a otro de la biblioteca con una agilidad muy especial.

Podría movilizarse allí con los ojos cerrados: es el lugar donde pasa más tiempo. Busca datos, notas, párrafos, recuerdos, olores de tintas, aromas de rincones. En algún momento del día debe hablar consigo mismo preguntándose o respondiéndose inquietudes relacionadas con la existencia suya. Ha sido un hombre encerrado en una especie de fortín: Casi nunca sale de allí. Únicamente su voz y sus opiniones lo hacen. Sus libros, sus ideas, sus declaraciones: Uno solo de sus libros debe haber recorrido más calles de Caracas que él.

 

Sin embargo, en estos días tiene que salir hasta el aeropuerto y subirse a un avión. Arturo Uslar Pietri se prepara porque el miércoles 26 y el jueves 27 de febrero realizarán en París un homenaje a su persona y a su obra.

En realidad, este es un homenaje sin precedentes que ha comenzado desde hace más de un año con la traducción al francés de los libros Godos, insurgentes y visionarios y Los vencedores.  Ahora se presentará vertida al francés la obra El camino de El Dorado. Todos estos títulos han sido publicados en Francia por la editorial Criterion. El traductor de El camino de El Dorado es Philippe Dessommes Flórez, quien estará presente en los actos de París junto con otros invitados como el embajador de Venezuela  en Francia; Fernando Ainsa, director de ediciones de la Unesco; Astrid Avendaño, autora de la obra Arturo Uslar Pietri: entre la razón y la acción; Francois Delprar, Universidad de París III, presidente del Centro de Estudios de Literatura Venezolana; Gustavo Guerrero, Universidad de Amiens, secretario general del Centro; y Ghislain Ripauls, director de colecciones de la editorial Criterion.

El miércoles 26 de febrero habrá una conferencia en la Sorbona con la intervención de todas esas personalidades, quienes hablarán sobre la literatura y la vida de Arturo Uslar Pietri. El jueves, la UNESCO lo tiene como invitado de honor en un almuerzo con todas las delegaciones latinoamericanas.

 

RECONOCIDO POR EL MUNDO

 

El año de 1997 es un monstruo que a estas alturas ya se ha tragado los mangales, los caminos, el aire puro del Ávila, las flores, las matas, las arboleadas propias del valle de Caracas y también ha devorado a casi toda la gente caraqueña que nació a finales del siglo pasado y comienzos de este. Es un monstruo que rodea la zona, que ruge en torno a la casa del escritor con ganas de lanzarle una dentellada.

Arturo Uslar Pietri es el único autor venezolano que hasta los momentos ha recibido un homenaje de estas características en Francia.

 –Voy a París invitado por la editorial Criterion, por la dirección de la UNESCO y el gobierno francés. El acto central va a ser la presentación del libro, y eso tendrá lugar en la Sorbona, el jueves de la semana que viene. Es una especie de homenaje que me hacen en la Sorbona con motivo de la aparición de este libro, El camino de El Dorado, en francés.

 – ¿Qué significa todo eso para usted y para el país?

 –Lo que está ocurriendo me parece muy satisfactorio para la literatura venezolana, para nosotros que nos quejamos del poco interés que muestran hacia nuestra literatura. Esto se inscribe en un proceso intelectual muy importante que está ocurriendo en Francia.

 – ¿Podría explicarlo?

 –Después de la II Guerra mundial se inició, particularmente en Francia, por motivos de la política de enfrentamiento Este–Oeste, un movimiento con un gran prestigio intelectual que se llamó “la literatura comprometida”, cuyo campeón era Sartre. Eso trajo como consecuencia que todo el interés de las principales editoriales se volcara hacía la literatura comprometida, hacia toda la literatura que estaba a favor de la revolución mundial. Los escritores que no estábamos en eso, que andábamos preocupándonos en cosas más permanentes pasamos a un segundo plano e incluso a un plano de menosprecio.

 –Su obra ¿no fue editada antes en Francia?

 –Yo fui el primer escritor latinoamericano publicado por la editorial Gallimard, que es una de las más prestigiosas de Francia. Gallimard editó Las lanzas coloradas. Eso anunciaba un gran interés por un escritor que tenía 24 años, y acababa de publicar ese libro. Sin embargo, vino el oleaje de la literatura comprometida y el interés de las grandes editoriales por mi obra disminuyó durante años. Lo que importaba era con quién se estaba afiliado, si se estaba dentro de la onda de la revolución o no.

 –Resultó una etapa difícil para usted y para otros autores…

 –Hace muchos años, cuando comenzaba esa situación, un gran escritor francés, Julián Benda, publicó un libro que se llama La traición de los intelectuales, en el que decía que los intelectuales estaban enrolándose en una lucha política subalterna y estaban perdiendo de vista el gran papel tradicional de gestores de pensamiento, de inteligencias abiertas, de cuestionadores de lo que está ocurriendo y que eso era muy lamentable y que iba a tener negativas consecuencias. Y las tuvo.

 –Las circunstancias han cambiado.

 –Con el colapso de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín ese panorama cambió radicalmente. Ya venía cambiando hace tiempo y hoy en día la literatura comprometida es cosa del pasado. En este momento hay una gran revalorización en Europa, particularmente en Francia y en España, de toda la literatura que quedó arropada por la literatura comprometida. Están buscando a los escritores que no se enrolaron, a los que pensaron por su cuenta, a los pensadores que expresaban cosas desde un punto de vista personal, individual y original.

 –Volvieron al instante en que el nombre de Arturo Uslar Pietri les llamó la atención con Las lanzas coloradas.

 –En esa búsqueda se ha vuelto a despertar el interés por mí en Francia y esta editorial Criterion, con apoyo de la UNESCO, ha venido publicando mi obra en francés: este es el tercer libro en un año y pico. Para mí es doblemente satisfactorio porque es un reconocimiento al más alto nivel, a la importancia que fuera de Venezuela tiene mi obra y es al mismo tiempo una afirmación de que la validez de mi obra es permanente. En este momento en que se ha liquidado toda esa literatura comprometida, reaparecen unos autores que estuvieron muy desdeñados.  Yo no entré nunca en la literatura comprometida, yo no me enrolé en el compromiso político de izquierda que dominó a la literatura francesa durante muchos años y gran parte de la literatura europea y de la hispanoamericana.

 –Su obra ha sido traducida a varios idiomas. Usted ha contado con un reconocimiento internacional ¿no le parece?

 –Libros míos han sido traducidos al francés, alemán, chino, checo, ruso, serbo–croata. El caso mío es muy particular. Durante muchos años hubo una verdadera antipatía por mi obra, que yo no voy a decir quiénes la sintieron ni por qué; que lo investiguen otros. Y desapareció el estudio de mi obra de las universidades. Hubo una actitud por motivos políticos locales: yo no estaba vinculado a los grandes partidos que dominaron el país, yo no tenía la simpatía de la gente que se hallaba vinculada a esos movimientos y entonces se trató de disminuir mi importancia y de mencionarme lo menos posible.

Aquí se llegó a extremos de que, a niveles muy altos del pensamiento de la docencia universitaria, se hicieron listas de los principales escritores venezolanos y a mí no se me incluía. Me han propuesto en todas partes para el Premio Nobel menos en Venezuela. Yo no he tenido familia política, no he tenido un partido detrás de mí, en todo caso ha habido desinterés puesto que no me pueden utilizar. A nivel universitario es más lamentable porque ahí no debió llegar la pasión política hasta el extremo de haberme excluido del campo de la enseñanza literaria a nivel universitario: Lo que importa son los pensadores y lo que dicen.

 –Pero Monte Ávila le publica ¿no es cierto?

 –Hay varios libros míos en Monte Ávila, que están por salir desde hace tiempo y yo espero que salgan. Casi no he editado en Venezuela. Monte Ávila ha editado algunas cosas mías, pero la mayoría de mis ediciones han sido hechas afuera, en México y España. En este preciso momento acaba de aparecer en México un libro de 800 páginas preparado por Carrera Damas, con una muestra de mi obra literaria.

 

LA SOLEDAD ES MAYOR

 

La casa de Arturo Uslar Pietri siempre ha sido un lugar rodeado de grama, de mangos, de cercas que van perdiendo el equilibrio. Adentro, los libros han ido elevándose en hileras implacables hasta tocar el techo. Es una casa que muestra unas cuantas puertas clausuradas, por donde ya no se transita. Cuando doña Isabel Braun, esposa del escritor, estaba viva, las plantas parecían más frescas, las obras de arte que adornan algunas paredes tenían un brillo de protección museística y ninguna araña osaba tejer su tela entre un libro y otro.

 

– ¿No es demasiado fuerte la ausencia de su esposa?

 –Es una tragedia horrible. Vivimos 57 años de matrimonio perfecto, nunca tuvimos ningún problema. Era una mujer admirable, pero aparte de eso yo he sido un hombre muy solitario, no he sido nunca un hombre de grupos. Pienso que la obra de un intelectual es fundamentalmente una obra en solitario, de hombre que reflexiona. Yo salgo muy poco. Durante semanas enteras no piso la puerta de la calle. Desde que nos casamos vivimos aquí. Yo he podido vivir en cualquier país del mundo, de este planeta y sin embargo me he quedado en Venezuela.

 – ¿Qué aconseja hoy a los autores jóvenes?

 –Que se enserien, que piensen más en el mundo que en la pequeña capilla literaria que los rodea. Que tengan una visión abierta de cuáles son los grandes problemas de hoy en día en América Latina, de Venezuela y el mundo y que se salgan de esa especie de parcelita en que han ido cayendo todos, encerrándose en una insignificancia evidente porque lo que están es ocupándose de cosas que no tienen más interés que para el pequeño grupo dentro del cual funcionan.

  ¿Escribe ahora en computadora?

 –El periodismo lo sigo haciendo, pero estoy en una situación muy difícil por la falla de los ojos. Claro: no puedo escribir en máquina, que es lo que he hecho toda mi vida: sentarme ante una máquina de escribir. Muchísimo menos puedo entrar a trabajar con un procesador de palabras o meterme en Internet, de modo que todo eso se me ha convertido en una cosa inaccesible y entonces estoy limitado a dictar. Ya es una relación muy distinta, otra manera, otro medio, otra técnica de expresión que impone consecuencias, limitaciones, matices.

 – ¿Es cierto que está escribiendo otra novela?

 –Desde hace muchos años tengo la idea de una novela que no sé si voy a hacer finalmente, con todas estas circunstancias... con estos problemas. Era una novela sobre lo que fue la ciudad de Potosí en la época colonial. Esa ciudad era un mundo mágico, que además sirve bastante para explicar la formación de América Latina. Ese es un tema que me ha interesado muchos años, en torno al cual ha reunido bastante material pero...

 

Arturo Uslar Pietri corta la frase momentáneamente mientras le echa una mirada intensa a la biblioteca, a las rumas de libros, a las sombras frescas que se escurren en las esquinas de la sala y caen como oscuro caramelo en los cucuruchos de los rincones. Afuera suenan los motores del 1997 cual disparos de artillería contra ese fortín, ataques del monstruo capitalista del 1997 contra el señor que protege la última muralla del ayer. El escritor vuelve al tema diciendo:

 –He reunido bastante material, pero estoy un poco como Moisés...

 – ¿Qué ocurrió con Moisés?

 –Qué vio la tierra prometida pero no entró en ella.

 

 José Pulido

El Universal

21 de febrero de 1997

La entrevista que le hice cuando cumplió 91 años de edad.


Fuente: José Pulido



Foto de Gabriela Pulido



Nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.Vive en Génova, Italia.

En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.

Ha fundado y dirigido varios suplementos y revistas de literatura. 
Si se requiere información detallada sobre estas publicaciones, favor solicitarla a este correo: jipulido777@gmail.com


Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras.

Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. Participó, en 2012, como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En el 2018 y en el 2019 invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova.

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El puente es la palabra. Antología de poetas venezolanos en la diáspora.

Compilación: Kira Kariakin y Eleonora Requena, para Caritas.

Poeti Uniti per il Venezuela, Parole di Libertà (Poetas Unidos por Venezuela, Palabras de Libertad) publicado por Borella Edizioni, evento respaldado por la Associazione culturale Orquidea de Venezuela, con sede en Milán.

Poemario Heridas espaciales y mermelada casera editado por Barralibro Editores




 

 

 

José Pulido entrevista a Josef Szajna: “Vienen tiempos de barbarie y los artistas serán los primeros en perecer”, El Nacional, Caracas, 8 de mayo de 1983

 


Josef Szajna ama el mañana, pero le teme al porvenir


Mónica traduce. En sus ojos se han metido como dentro de un estanque las hojas flotantes de los árboles, la columna de concreto que ahora es oblicua, y un hombre blanco, desarreglado, que habla y se va convirtiendo en un joven vestido con uniforme gris.

Se llama Josef Szajna, unos soldados nazis lo empujan a lo largo de los tenebrosos pasillos de Auschwitz, como si quisieran limpiar con él las paredes. Mónica traduce. En sus ojos oceánicos Josef Szajna tiene una cifra tatuada en el antebrazo izquierdo y le encierran aparte como "peligroso representante de la resistencia polaca". Es el número 19729, tatuado con tinta azul desvaída.

 Así se escenificaba Réplika, de Szajna, en el Teatro José Félix Ribas, del Complejo Cultural Teresa Carreño. Es una de las dos obras que la representación polaca ha traído al VI Festival.

Réplika es teatro que avisa sobre una situación, es la presencia de una mentalidad que ha conocido los terrores de la guerra y de la injusticia del hombre contra el hombre.

"Me gusta cargar la llave de mi casa en el bolsillo", dice Szajna, refiriéndose a la intromisión de otros países en la vida de Polonia. Él habla, encerrado como un genio en una botella, dentro de los ojos de la traductora, quien suaviza las k y atenúa las doble v, "por la libertad sólo se puede morir. Independencia puede ser sólo una palabra".

— ¿Usted cree en el resurgimiento del fascismo? —le preguntamos, porque antes había dicho, con mucho énfasis, "soy antifascista".

—Sí creo, pero tiene otros nombres —dijo.

 Su voz es un rumor. En primer plano siempre está la voz de su traductora, Szajna dice que los militares gobiernan, y salen caros: son los trabajos mejor pagados y los papeles más importantes, aparentemente.

— ¿Qué es Solidaridad para usted?

—Significa todo, pero no se oye hoy en día esa palabra… puede ser sólo eso: una palabra. Hay que recordar que en la Revolución Francesa sonaba mucho y ¿qué pasó con esa revolución?

 

Josef Szajna se queda un instante en silencio y luego comenta que nunca haría nada que le impidiera regresar a su país. Ama Polonia más que a su existencia.

"Emigrar es muy fácil, pero trabajar en el hogar es otra cuestión", apunta. Otra vez regresa el recuerdo del campo de concentración. Alrededor de un iris, de dos iris, unos soldados le pegan con una cachiporra. Un oficial de la Gestapo entra a los ojos y levanta la cara golpeada de Szajna. "Es peligroso, enciérrenlo", dice el oficial nazi.

La traductora parpadea y sonríe. El reflejo de su sonrisa se esfuma en la camisa blanca del director teatral, quien ha dicho algo evidentemente gracioso.

— ¿Qué ha dicho?

Szajna responde: "En el mundo hay muchas groserías como política y burdel… la palabra burdel es más bonita. Creo que la política no es lo suficientemente digna para hablar de ella. Mandar es una debilidad de los hombres, la más grande barbarie que existe. El hombre crece y aprende cómo ganarse el pan para mantener a la familia, pero después se siente insaciable y no sólo quiere mandar a su familia sino también a los demás, ir más allá, mandar a otros. El poder está en manos, la mayoría de las veces, de personas que no tienen una interioridad grande, ni nada qué decir…".

Mónica traduce. Ha tomado aliento. El hombre de teatro sigue hablando, cada vez con más apasionamiento.

 "Estas personas establecen una oligarquía, y pueden ser de izquierda o de derecha. Después empiezan a querer ser mitos y dicen cosas tontas como aquello de que Mao nadó aquel río a los ochenta años de edad, y descubren milagros en las cosas que hacen los mitos. Mao, tal vez, en realidad sólo ensució un poco de agua, se hizo pipí en el río y el equilibrio volvió a China después de eso…".

— ¿Qué dice ahora Szajna, señorita Mónica?

—Ya ve usted, señor, que tengo rabia. Vivimos en un mundo de tecnocracia y todos los elementos humanistas se están alejando de nosotros. No hablo de mi arte: primero soy hombre y después un artista y no al revés.

— ¿Cuándo comenzó verdaderamente a ser artista?

—Yo creí que en el campo de concentración acabaron con la inteligencia que tenía, con la creatividad, y allí mismo traté de reconstruirme, de enseñarme a mí mismo. Creí que nunca podría ser un artista plástico o escenógrafo, o que no podría pasar de allí, pero pude seguir después mis estudios. Era que me sentía sólo un número en el campo de concentración. Yo sabía que a las muchachas bonitas les gustan los muchachos inteligentes y a mí me agradan las muchachas bonitas… así es que aprendí mucho y jamás veo hacia el pasado, sólo hacia el mañana, pero creo que mi primera escuela fue aquel campo de concentración. Hoy yo vivo y el oficial que dirigía Auschwitz no existe.

 Después añade:

 — ¿Sabe una cosa? Tengo miedo de acordarme de las situaciones que pasé en mi vida, por eso sólo vivo para el mañana. Hoy termino en una protesta y llamando a los artistas del mundo a unirse, porque está a punto de regresar el tiempo de las barbaries y son los artistas quienes primero perecen. La violencia, el terror, son los disfraces del fascismo. Yo pertenezco a la izquierda en Polonia, donde "izquierda" es una palabra vergonzante (como ser de izquierda marxista) pero esa no es la cuestión, no soy pro—gobierno: el arte debe estar aparte de la política, el arte es mucho más que eso. Yo estoy alertando (porque lo experimento) contra la Tercera Guerra Mundial… quizás, Réplika es algo de todo eso…

Josef Szajna se calla. Va desapareciendo de los ojos de Mónica. Ahora aparece afuera, y es de tamaño normal.

En sus ojos castaños la muchacha espera por otras palabras para traducir. Ella cruza los brazos por encima de los iris de Szajna.

 El director y autor de Polonia dice:

 —Animating Réplika I introduced actors into the already existing plastic composition… —esta vez en inglés. Quiere decir "Al aminar Réplika ha introducido a los actores en la ya existente composición plástica…".

 Mónica no traduce. Le dice: "¿Por qué no le regala un folleto?

 Entonces Szajna alarga un folleto que tiene en sus manos, el cual utilizaba como abanico. Es un catálogo del grupo Teatr Studio, de Warsaw, Polonia.

Cuando mueve su brazo, allí está, bien visible, el número 19729, en tinta azul.

 —Sí…ese era mi número —dice y continúa trabajando en la preparación de Réplika.

 Lástima. No hubo ocasión de contarle que hace unos meses, en una lujosa biblioteca, estaba un libro pequeño, colocado cuidadosamente sobre un atril. Era un libro inocente, de historia o algo así. El propietario lo había mostrado como una curiosidad: mostraba en la portada una cifra parecida a la del antebrazo de Szajna.

 —Este libro lo hallaron en Auschwitz —comentó aquel hombre.

 

   ©José Pulido

El Nacional, 8 de mayo de 1983



Fuente: José Pulido



Foto de Gabriela Pulido



Nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.Vive en Génova, Italia.

En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.

Ha fundado y dirigido varios suplementos y revistas de literatura. 
Si se requiere información detallada sobre estas publicaciones, favor solicitarla a este correo: jipulido777@gmail.com


Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras.

Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. Participó, en 2012, como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En el 2018 y en el 2019 invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova.

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