la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Ad Papam Franciscus epistolam, por Laureano Márquez, 4 de noviembre de 2016, Página oficial LM





Pater Sancte:
Qui dicit, est humili filius comoedum, indignos vos. Primo gratias ad cura tui in nobis (mejor sigo en español, S. S., no vaya a ser que las autoridades piensen que ando conspirando, porque acá, le cuento, todo acto de discrepancia es conspiración; toda disidencia, fascismo y toda protesta legítima, intento terrorista de golpe de Estado).
Su Santidad, el modelo político que actualmente vive Venezuela surgió enfrentando las fallas, carencias y olvidos de la democracia venezolana que tanto trabajo costó construir. Primero lo hizo a través de la violencia del golpismo y luego por la vía electoral. Ofreció mayor democracia y libertad; ofreció recuperar la dignidad ciudadana con avance y progreso para los olvidados y excluidos, pero terminó -como dice el refrán- siendo peor el remedio que la enfermedad.
Los venezolanos llevamos dieciocho años viviendo en el fracaso; nos hemos acostumbrado a vivir así. No es nuestro primer tiempo de decadencia; la hemos vivido antes, como usted sabe, conocedor de Latinoamérica como es; hemos tenido dictaduras más crueles, guerras civiles y la terrible guerra de Independencia, que fue cruenta y casi nos acaba. Sin embargo, nunca habíamos tenido un rumbo tan desatinado y peligroso, tan estudiadamente intolerante, tan pobre de ideas, valores y principios y, sobre todo, tan corrupto como el que padecemos los venezolanos hoy. Los indicadores que miden la felicidad ciudadana —que, según Bolívar, era el propósito de los gobiernos— están en el suelo: salud, seguridad, libertad de expresión, acceso a alimentación y servicios. En fin, Santo Padre, la calamidad se apodera progresivamente de Venezuela.
El concepto de derrota no es democrático, S.S. porque se supone que en democracia todos ganamos. Aquí llevamos dieciocho años viviendo en la derrota. Hemos aprendido a convivir con ella en todas sus formas. Para nuestro régimen, sus victorias no son parte de la coexistencia democrática; son operaciones militares en las que se humilla al vencido y que son usadas para cambiar las reglas de juego durante el juego. Aquí, desde hace dieciocho años, el que pierde lo pierde todo, incluso la condición de ciudadano y hasta de humano, para convertirse en apátrida, fascista y gusano.
Somos un pueblo de dura cerviz —como el israelita que adoró al becerro de oro frente al Sinaí— lentos en el aprender, con poca internalización de los valores democráticos en el espíritu. Aprendimos a vivir en la derrota, en la destrucción, pero hemos cambiado de opinión: hemos decidido no seguir suicidándonos —que también es un pecado el suicidio político—. Según todas las encuestas, alrededor del 80% de la población está muy cansada del sistema que padece. Pero resulta que, para nuestro gobierno, oponerse a él es terrorismo, recoger firmas es un delito, y solicitar el referéndum que la Constitución establece es imposible. Queremos ejercer nuestra “dignidad ciudadana” pero todos los caminos se cierran; marchamos “como corderos en medio de lobos”. Se dicen amantes del pueblo, pero en el fondo lo desprecian, sobre todo cuando éste cambia de opinión.
Como comprenderá, Santo Padre, una nación con tales padecimientos tiene desconfianza en el diálogo con quien ni siquiera cumple lo que establecen las leyes, que concentra todos los poderes y que se acostumbró al desafuero. Santo Padre: estamos dialogando, no para pedir nada que la Constitución no establezca. Por exigirlo, los ciudadanos son reprimidos, encarcelados en lugares horribles llamados “la tumba”, asesinados y encima cínicamente acusados de los crímenes de los que son víctimas. Y lo único que pedimos es votar.
Su Santidad: gracias por sus buenos oficios. Su paisano Borges amaba las etimologías. Diálogo viene del latín y en este —tomada a su vez del griego—, dicha palabra significa: dia “a través” y logos “palabra o razón”. A través de la razón que expresan las palabras, dos personas hablan y acuerdan cosas. Para ello es indispensable considerar “persona” al otro. Creo que ahí esta el quid del asunto: los venezolanos queremos ser personas nuevamente.
Servus eius,
LM


Página oficial de Laureano Márquez: LM

Foto del Papa: selección de este blog. 



Quino: “La cara del humor también está en mis miedos” /entrevista de María Esther Gilio, 2001







Menudo, con una leve sonrisa que siempre ronda su rostro, Quino podría ser un personaje de sí mismo. No sería necesario forzar muchos cambios. El niño que fue un día está presente en sus gestos. Escuchándolo es fácil comprender que esos gestos tan llenos de resabios infantiles no son más que el reflejo de cómo es él interiormente.







–¿Usted, sus miedos, son entonces la más frecuente fuente de humor?
–Sí, encuentro la cara del humor en mis miedos y mis angustias. Esa es mi manera de exorcizarlos.
–Sin embargo, nunca vi que tomara como motivo de humor las angustias que siente cuando el chiste que debe entregar no le sale.
–Es verdad. No es mala idea. Ya me va a ver tirado en una cama arrancándome los pelos y derramando lágrimas.
–¿Eso hace cuando ve que el tiempo se le acaba y no ha dibujado nada?
–Me tiro en la cama y lloro, y digo que nunca más se me ocurrirá nada. Aunque llorar hace tiempo que lo dejé. Porque la experiencia me dice que siempre, al final, se me va a ocurrir algo. Además, es tan difícil saber qué le gustará y qué no le gustará a la gente. Uno nunca sabe eso.
–¿Por qué cree que hay tan pocas mujeres humoristas?
–Esa es una pregunta que nos hacen a menudo a los humoristas. Con Fontanarrosa hemos llegado a la conclusión de que la razón está en que la mujer es un ser mucho más fijado a la realidad que el hombre. Para ver la otra cara de la realidad, es decir el humor, hay que despegarse.
–¿Eso hace?
–Sí, yo para ponerme a trabajar trato de establecer un espacio intermedio. A la mujer le cuesta hacer esto. Por eso en los matrimonios es la mujer la que se da cuenta de las cosas.
–¿Ah, sí, usted cree? ¿De qué cosas?
–Por ejemplo, Alicia es la que se da cuenta de cómo es una persona que conocemos. Ella es la que sabe cuánto hay que gastar en tal o cual cosa y cuándo hay que esperar. En cambio me dejo influenciar por lo que se me ocurre en el momento.
–Bueno, usted tiene en la cara algo muy infantil, tiene expresión de niño.
–Sí, lo soy, lo soy.
–Entonces no sólo es la expresión. ¿En qué es un niño?
–Yo necesito que alguien se ocupe de mí. No sé moverme en eso que se relaciona con mis contratos de trabajo, por ejemplo. Todo eso lo hace Alicia.



 


–Recuerdo uno de sus chistes que tiene que ver con lo que hacen miembros de la pareja. En un ambiente prehistórico el hombre sale a cazar, pelea violentamente con una especie de mamut y vuelve a la cueva rengo, con un ojo negro y algún dedo de menos, pero feliz por haber cazado al enorme animal. La mujer lo mira y le dice...
–“Te olvidaste los rabanitos”.
–Sí, yo pensé que había allí algo de su vida cotidiana.
–Sí, claro. De pronto yo voy, con gran esfuerzo enfrento una, subo, bajo, pregunto, anoto. Cuando vuelvo, Alicia dice: “¿preguntaste por qué el mes pasado no mandaron los recibos?” No, que no pregunté.
–Descríbase a sí mismo entrando en una de esas enormes oficinas llenas de escaleras, gente que va y viene, empleados con caras de aburridos.
–Ah no, no... ¡qué sufrimiento! Por todas partes las colas con personas que llevan papeles en las manos y tras las ventanillas empleados que quieren por sobre todas las cosas distribuir gente para sacarla de su vista. “Pregunte en el subsuelo”. “Ese plazo no empezó a correr”, “Segunda puerta en el corredor de la derecha”. “Ese plazo expiró. Debe comenzar el trámite otra vez.” Son sádicos y usted también, haciéndome revivir todo eso. Por lo menos un poco sádica.
–Sí, un poco. Pero es muy gracioso. Fíjese que mientras me describía la oficina, cerró los ojos dos o tres veces y arrimó sus brazos al cuerpo como si quisiera achicarse. Convertirse en uno de esos hombrecitos que suele dibujar desbordados por la dureza del mundo.
–Sí, así están esos hombrecitos, desbordados, arrinconados.
–Y usted se siente así algunas veces.
–Muchas veces. En los restaurantes, por ejemplo. Porque allí el mozo manda y uno dependerá de él para sentirse mejor o peor. Y ni hablar de lo que pasa en el mundo médico. Ahí sí que uno se vuelve chiquitito. Se transforma en un microbio.
–Por otra parte las mujeres en sus dibujos son grandotas, dominantes.
–Se ve que se me han pegado las suegras de nuestra cultura. Las que traían Patoruzú y Rico Tipo.




 


–¿Qué tipo de situaciones le resultan graciosas? Por ejemplo, en la calle.
–Yo observo mucho, porque me hacen gracia los perros con sus amos. Un hombre va con su perro y se acerca a otro con otro perro. Los perros quieren juntarse, olfatearse, cambiar información. Pero los amos no están dispuestos a esa relación que consideran peligrosa y ambos tiran las correas con expresión de fastidio, mientras los perros con las orejas caídas, torciendo las cabezas se echan las últimas miradas.
–Hablando un poco de los personajes que rodean a Mafalda. ¿Cómo fueron naciendo?
–Después de haber hecho durante un tiempo a Mafalda y sus padres me cansé, sentí que debía enriquecer ese mundo. Ahí metí a alguien bien distinto de Mafalda, Felipe.
–¿Tiene algo que ver con una persona real?
–Sí, tiene que ver. Está basado en Jorge Timossi.
–¿El poeta? ¿Y por qué es tan distinto de Mafalda?
–Y, por lo pronto se fue a vivir a Cuba apenas llegada la Revolución.
–Cosa que no haría Mafalda.
–A Mafalda la veo menos dispuesta a jugarse por un sueño. Mafalda es una escéptica. Jorge era un poeta incluso en su actitud física. Muy alto, de movimientos lentos. Recuerdo cuando lo conocí, sentado, con las piernas cruzadas y oliendo una flor de cabo larguísimo. Era una figura hermosa y un gran poeta. Ya no tiene aquellos movimientos en ralentiseur pero sigue siendo un poeta fascinante. Y bueno: Felipe tiene que ver con él, con alguien que es capaz de apoyar con toda su pasión y con su misma vida la revolución. Alguien especial. Fuerte, lúcido, que se juega por sus creencias.
Susanita también es opuesta a Mafalda, aunque por otros motivos. Susanita acepta como “lo mejor” todo aquello que Mafalda impugna. Quiere casarse con un ejecutivo millonario y sus ideales tienen que ver con el orden y la estabilidad.
–Es la antiMafalda, como Manolito es el antiFelipe. También está el Guille que no nació por oposición a nadie. Es un sobrino mío... creo que ya hablamos de él en alguna entrevista anterior. Usted me preguntaba sobre las cosas que me movían a risa y yo le conté esto que me pasó y me resultó extraño a mí mismo. ¿Recuerda? Yo había ido a ver a mi sobrino que estudiaba en Basilea y de pronto veo en la pared de su casa la foto de un muchacho que parecía pegado con plasticola a una roca absolutamente lisa que caía a pico sobre un abismo... “¡Y este loco quién es!”, le pregunto. “Era hermano de Félix”, dice él. “¿Cómo era?” “Sí, se cayó”, dijo él. La historia era trágica, pero a mí y a Alicia nos arrancó una carcajada.
–¿Y sabe por qué las malas palabras causan tanta gracia a la gente?
–Me lo he preguntado y tampoco lo sé. ¿Usted sabe que el Guille es muy mal hablado?
–El Guille real, porque en sus dibujos nunca vi una mala palabra.
–No, jamás. Pero es que recién desde hace poco tiempo pueden decirse. El “que lo parió Mendieta” de Fontanarrosa es bastante nuevo. Ahora, usted me pregunta por qué hacen gracia las malas palabras. Fíjese lo que me pasó hace poco, con Los Midachi. Son famosísimos. Para conseguir entrada se hacen interminables colas, pero yo quería verlos, al fin y al cabo ellos también hacen humor. Me interesaban. Quería ver de qué se trataba, y fuimos. Y lo único que escuchamos durante toda la función fueron malas palabras. Pero no en el estilo Pinti, malas palabras al servicio de ideas inteligentes, sino sólo malas palabras, agresividad y ninguna idea. Se ríen de los negros, de los paralíticos, de los homosexuales, de los ciegos, de los judíos. Yo no podía creer lo que oía. Lo único que se puede decir es que no son cómicos sino mala gente. Y que explotan lo peor que hay en el público. Lo triste es el éxito que tienen. Un éxito tremendo.
–Hay un tema que usted suele tratar y que, a mí, me gusta especialmente. Me refiero al tema de la muerte. Recuerdo un viejito agonizando en su cama. La muerte se acerca. El viejito la agarra de un manotazo y se acuesta con ella. Luego aparece la muerte por ahí, con guadaña y todo, empujando un cochecito. Me sentí feliz.
–En cambio, hay gente que se angustia con ese tema. Hice una tira con viejitos que, en lugar de estar en “el otoño de la vida” están en “la primavera de la muerte”. Una señora me llamó y me dijo: “Le hablo como madre, no tiene derecho a amargarme la vida”.







 

–¿Cuál es según usted la relación entre el humor y la realidad?
–No tengo las cosas claras. Mire esta página que estoy dibujando.
–Es una boda en un laboratorio. Tendrá que ver con el sida.
–Sí, claro. El médico es quien los casa. Lo que quiero decir es que pronto será más importante la medicina que la religión. El dibujo trata de mostrar un período de transición. En un rincón está la madrina y las señoras que lloran en las bodas. Esa es la parte que subsiste aún, que todavía no cambió. Yo no sé cuál es la relación del humor con la realidad. Fontanarrosa dijo un día que los humoristas tenemos una especie de antena que nos permite ver cosas que aún no son claras.
–¿Algún día la obligación del humor a plazo fijo dejará de angustiarlo?
–A veces sueño que dibujo páginas y páginas. En el sueño todo es muy lindo y muy gracioso. Pero me despierto y no. En cambio, cuando me estoy durmiendo de pronto me asaltan buenas ideas. Enciendo la luz y las anoto. No entiendo a los que dicen que hay mecanismos que se pueden aprender y ponen las cosas en marcha.
–¿Cómo serían esos mecanismos?
–El de los Picapiedras sería un ejemplo. Pero a mí me enferman. 


© María Esther Gilio
Buenos Aires,  1 de octubre de 2001

Fuente: Página 12









Dos monólogos de Niní Marshall/ videos, entrevistas y otros textos








UN PASEO ENCANTADÓ/ NINÍ MARSHALL

¡As noches!... Seré curiosa: ¿me empresta el teléfono, si no le es molestia? Permiso. Viá llamar a mi novio (Marca), a ver si desde aquí tengo más suerte, porque hace una semana que no consigo comunicarme.¡¡¡Hola!!!¿Con quién hablo?... El señor Benedito Provolone, si me hace el osequio... De parte de Catalina Pizzafrola a sus pieses… desde hoy una amiga más... ¡Se cortó! (Cuelga) ¡Como andan estos artefatos!... (Marca) A ver si lo pesco en el garage... (Tararea una cancioncita) ¡Hola! ¿El senior Provolone?... La novia le habla... ¿Qué se fué al estranjero?... ¿Pero a cuál estranjero? ¿A uno cerca o al más estranjero de todos? ¿Ande se fue? ¿Lo qué? ¡Allí va usté, grosero!... (Cuelga) ¡Hay cada uno má de cuatro! ¡Es enútil! ... no me puedo comunicar con él. Desde el domingo, que me envitó a estrenar la camioneta que acaba de comprar, inoro su esistencia!
Me invitó a dar un paseo, y lo pasamos ragio, porque me se coló toda la familia así que en lugar de cargar sólo conmigo, tuvo que cargar con el cuerpo humano de mi amá, los cuerpo humano de los chicos y el cuerpo humano del perro. Y, sí, no lo íbamos a dejar, porque tenemo un perro guardián que cuando se queda solo, se muere de miedo, ¡pobrecito! ¡Total que contando el perro y la gallina, éramos diecisiete pasajeros en la camioneta!...

Sí, a la batarasa también la llevamo, pa que se distrajiera, porque anda tan triste con la muerte de Gardel... ¡Sa, con la muerte del gallo, que le pusimo Gardel, porque cantaba que era la locura!... ¡Y claro, la batarasa lo estrania!... ¡Cuando el gallo falleció, ella se enfermó con una fiebre, que hasta ponía los güevos fritos, de la fiebre que tenía! Buá, siguiendo con el paseo... La primera que subió fue mi amá.Pa entrarla hubo que sacarle la puerta a la camioneta, porque mi amá pesa ciento ochenta kilo, y de los kilos más pesados. Sa, no puede adergazar, a pesar de la indicación del dotor de que coma bife con ensalada p´adergazar... ¡Y eso que la sigue con una costancia!... A la maniana, se toma su jugo de cirgüela, su café con leche, pan y manteca, su fatura con marmelada, y encima su bife con ensalada p´adergazar... Al almuerzo, se come su cacho de bondiola, sus ravioles al tuco, su estofado con papas, su queso, su fruta y encima, su bife con ensalada p´adergazar. A la tarde, se manda su chocolate con crema, sus pasteles de durce, sus masitas surtidas y encima, su bife con ensalada p´adergazar... Y a la noche ¡a la noche está que revienta!... ¡Pero no adergaza!... ¡Así que entró a los rempujones en la camioneta, y al sentarse, le dejó un ujero en el asiento, que parecía una palangana!...

©Nini Marshall



 

La muerte del Cisne
de la película  
Yo quiero ser bataclana (1941)








EL ASQUELETO/ NINÍ MARSHALL

El asqueleto de la persona viena ser el ser de gueso que tiene adentro del ser de carne todo ser humano pa sostenerlo y empedir su derrumbamiento, porque si seriamo de solo carne, sin armazón interna, pareceríamo gusanos, lo cual quedaríamos muy repugnantes. El asqueleto está compuesto por un montón de guesos, que según ande estean, toman el nombre del órgano que rellenan, como ser los guesos de la cabeza, que son los que arman el claneo, pa que uno pueda ponerse el sombrero o la peluca y que se denominan calavera . En las calaveras fallecidas se oservan unos guesitos sueltos liamados dientes, muelas y colmillos, que cuando se caen, son reemplazados por los dientes postizos, liamados prótesis, que son de sacar y poner o sea de lavar y planchar o como le dicen en ingle, de wos an guere.
Del claneo parte la columna vertebral o sea el espinazo, que empieza en el pescuezo y termina donde uno se sienta. Está formado a las especie de un coliar de carreteles enebrados por la médula o caracus, liamados también osso buco o tuétano, como la enfermadá producida cuando penetra tierra con porquería en un rajunión, y que después hay que cortar rajunión con miembro y todo pa que no suba la cangrena al corazón y el tipo reviente, todo por culpa del tuétano. En el pecho de bajo de los petorales tenemos un costillar que forma una specie de jaula, con garrotes de gueso pa proteger las entranias liamadas tambien henchuras, las cuales varían en su aspeto pues hay personas que tienen malas entranias endemientras que otras poseen lindas henchuras.
A los costados del pecho esisten las extremidades superiores o sean los brazos que contienen el omoplato, el húmedo y la radio, y otros guesos que no se me acuerdan… En vez, las extremidades inferiores se encuentran debajo de la barriga, vulgarmente liamada adomen y sirven pa rellenar las piernas y cual su nombre lo endica, pa caminar y correr, así como los guesos de las caderas sirven cual su nombre lo endica pa bailar rocanroll.
Las piernas rematan en los pieses, el pie costa del tarso, el metatarso y los dedos de los cuales el mayor es el dedo gordo, que posee un juanete y una unia encarnada.
Algunos órganos poseen dobles esqueletos, como ser el antebrazo, que a su vez tiene el cubito y la radio,  y la antepierna, que tambien tiene dos: la tibia y el peroné. En cambio otros órganos no poseen ningún esqueleto en su interior, como ser la lengua, por lo cual es liamada “la sin gueso”.
Y al propósito, dejando de darle a la sin gueso, corto aquí mi disertación, chas gracias y hasta la prosima, si dios quiere y los da salu.

©Niní Marshall


 

Y...se nos fue redepente






MINAS FIELES DE GRAN CORAZÓN: NINÍ MARSHALL 
 Alfredo Serra, Revista Gente, febrero 2012



 “Sólo fui una señora de su casa que se hizo la graciosa”

Actriz, cantante, guionista, dibujante, escritora, periodista, pintora, fue en sus más de sesenta años de carrera –desarrollada en todos los medios- la mayor humorista argentina; Chaplin con polleras, la definieron. Tuvo tres maridos, una  hija, sufrió censura y exilio y triunfo fuera de su patria, probando aquello de “pinta tu aldea y serás universal”. Gran tímida en la vida cotidiana, explotaba de energía y desenfado ante micrófonos y cámaras de cine y tevé. Muerta hace dieciséis años, a los 92, no tuvo imitadoras ni sucesoras: misión imposible.


“A mí poderán convencerme por la fuerza, pero con razones… ¡jamás!”

“Fui a un concierto. Sacando la música, que arruina todo, ¡estuvo regio! 
Un melenudo empezó a aporrear el piano: ¡cómo se conoce que no es suyo! 
¡Si lo agarra Jacobo Fisher, el dueño! Sí, porque el piano tenía el 
monograma  de él… Y pa´ rematarla tocó un escuerzo:
 ¡con el asco que me dan esos insectos!”

 
“Este pescado huele mal”, me suelta. ¿Cómo va a oler mal un animal 
que se ha pasao la vida en el agua? Pero no puedo cambiarlo… 
es como pedirle peras al horno”.

“¡Ay! Si un rayo me hobiera partido el día que nací, hoy viviría feliz”


Esta nota podría continuar así hasta el infinito, pero su lectura sería casi imposible: las lágrimas de risa nos nublarían los ojos, porque Cándida (Loureiro Ramallada), esa mucama gallega que –como a tantos otros personajes – inmortalizó Niní Marshall, fue real: se llamaba Francisca Pérez y Niní la recordaba así:

“Chiquita y fea como era, entró en mi corazón para siempre. Llegó de España en busca de una casa, un sueldo, comida, y los domingos libres”.

“Nuestra Cervanta”… como la llamó María Elena Walsh, nació casi con el siglo: 1903, primer día de junio, en Caballito, hija de asturianos (…) La bautizaron Marina Esther: el Marshall sucedió mucho después inspirado por el nombre de su segundo marido, Marcelo Salgado (“Mar-Sal, y le agregué una h y un ele para que sonara más original, más exótico”).

(…) Curiosa y sabelotodo, estudia danzas españolas, canto, francés, inglés, alemán, y crea el grupo infantil Los Arribeños del Norte, pandilla ensaya y hace teatro en un sótano. Adolescente y viviendo en Barrio Norte, entra al Liceo Nacional de Señoritas. Tímida y “no muy buena alumna”, se desata en los recreos, imitando a la perfección a los profesores y sus tics. Bachiller al fin, empieza a estudiar Filosofía, pero abandona Descartes y a Kant para casarse con Felipe Edelman, ruso, ingeniero educado en Alemania, que la dobla en edad. Nace su única hija, Ángeles, y de golpe le embargan la casa: Felipe, ludópata (jugador compulsivo), pierde hasta la camisa. Se separan. Niní recala en una modesta pensión, busca trabajo, y en 1933 logra entrar como redactora y dibujante a la revista “La Novela Semanal”, y más tarde a otras líderes de esos años: Sintonía, Antena y Maribel. Inventa una columna –alfilerazos- con el seudónimo de Mitzy, y se torna popular. “Mi especialidad era tomarle el pelo a la gente de la radio. Iba, miraba, oía, y después escribía y dibujaba mis propios monitos”.  La génesis de lo que vendría.






RADIO, CINE Y FAMA

Y todo es muy rápido.  Canta en las radios Cultura, París, Porteña, Nacional, Félix, Belgrano y en Municipal hace renacer a la gallega Francisca Pérez como Cándida, escribiendo –como toda su vida- sus propios libretos.  Es, acaso sin saberlo, una aguda investigadora y socióloga de tipos nativos y de arquetipos de la inmigración. Con humor, pero sin burla. Con respeto y piedad. Sin que sus sátiras se rebajen a la crueldad, a los golpes bajos, a la grosería: jamás, durante el más de medio siglo de carrera, se permitió una palabrota. Así nacieron (…) Pero sobre todo,  Catita. Porteña, chismosa, ordinaria, reina de las metidas de pata. (…)







DIOS LOS CRIA





EL CINE Y LA CENSURA

Como bien suele recordar Pacho O´Donnell, “el país se paraba para escucharla”. Fenómeno que no tardó en tentar al negocio del cine. Tanto, que entre Buenos Aires, México D.F. y Madrid, desde 1938 (“Mujeres que trabajan”) hasta 1980 (“¡Qué linda es mi familia!”) fue estrella absoluta de 37 películas: de ellas, 28 con sus propios guiones. Además, doce programas de tevé con Gasalla, Mónica y Andrés Percivale, Pipo Mancera… Precursora, además, del café-concert desde el inolvidable sótano El Gallo Cojo (1970) con su memorable sketch “Y se nos fue redepente”, gloriosa sátira de un velorio porteño.

Pero la ceguera y la calumnia –clara forma de la envidia- la golpearon dos veces. En 1943, un absurdo general gobernante –Pedro Pablo Ramírez- decidió que los tangos y Niní “deformaban el idioma de los argentinos”, y no contento con cambiar “percanta que me amuraste” por “muchacha que me dejaste” (¡!) y otras tropelías, amordazó a Niní y a todos su personajes; sobre todo, a Catita… Pero no fue lo peor. En 1950, Ángel Mentasti, dueño de Argentina Sono Films, fue obligado a cancelar todos los proyectos que incluían a Niní, “por orden expresa de Eva Perón”, disparó.  (…) El infundió la obligó a exiliarse en México, donde actuó en 8 películas. (…)




Una gallega en México
México 1954

Mosquita Muerta






UN LENTO Y LARGO FINAL

Sus 37 películas, sus 14 obras de teatro, sus 12 programas de tevé, sus discos, sus libretos, sus guiones, sus giras (media América Latina, España y Estados Unidos), no sólo le valieron el apodo de Chaplin con polleras y el juicio de altos intelectuales que elogiaron su  percepción, su infinito sentido del humor, su plasticidad. Recibió, en vida desde 1937 hasta 1994 ¡50 grandes premios! Incluido el de Ciudadana Ilustre. “No caben en dos vitrinas; tengo que hacer construir una tercera”, dijo, sin soberbia y hasta con asombro, “porque nunca me propuse tanto: sólo fui una señora de su casa que se atrevió a hacerse la graciosa. Todo se redujo a caminar, mirar, oír, a veces con anteojos negros para que no me reconocieran, y captar el habla y los sentimientos de la gente, que van de lo sublime a lo ridículo”, definió. Ella, “la artista más querida” según una encuesta del diario Clarín, llegó a escribir sus memorias (1985) y una década después, casi desaparecida, sus pulmones empezaron a rendirse. Internada el 22 de enero del 96 en la clínica Bazterrica, se recuperó a medias (…) Dada de alta, el octavo día de marzo volvieron a internarla (…) Se fue diez días después, a las 11 y 5 de la mañana (…) Tenía 92 años. (…) Hoy, un teatro en el  Tigre y una calle de Puerto Madero llevan su nombre.  


©Alfredo Serra
Febrero 2012





 ENTREVISTA A NINÍ MARSHALL
Blanca Rebori, La Razón 9 octubre 1986



-¿Se preguntó alguna vez en sus comienzos profesionales acerca de la condición femenina?

-No, no.

-¿Los movimientos feministas coincidieron en algo con su estilo de vida?

-No, no. Al principio de mi carrera había una especie de resistencia. Tan es así que cuando empecé, en la década del 40, Valle -que era el director de Radio El Mundo- me dijo que mis libretos eran muy graciosos pero que yo no era una escritora conocida, por tanto iba a actuar con los que hacían los escritores de la casa. Empecé así y no me aprovechaban. Me hacían hacer cosas tan estúpidas... Como aquello de 'la mesa está servida' y cosas así. Yo me cansé y no quise hacerlo más. ¡Mire que pretenciosa! Pero realmente me sentía capaz de hacer mejor los libretos. Como no me conocían, los libretistas se apoyaban más en las figuras. Fue entonces cuando le dije a Valle: 'Mire, yo no quiero hacer esto porque no me luzco nada, ni tengo papel. Lo que me hace decir es cosa de nada. Yo me voy de El Mundo y seguiré cantando'. Le pareció bien. Sin embargo, insistí en escribir los libretos. Me escuchó y dijo que me daba cinco minutos para que hablara por radio. Era en un programa que hacía Canaro. Ya el primer día se tuvo un gran éxito. Al día siguiente me dijo que hablara cuanto quisiera. Y así empecé. Aunque sí, al principio me resistían. En ese tiempo no había ninguna mujer que escribiera libretos humorísticos.

-¿Desde los inicios existía la preocupación de Niní Marshall por reflejar personajes típicos de la sociedad argentina?

-Sí, sí. Justamente en ellos me apoyo. Soy muy observadora.

-¿Improvisaba en aquel entonces?

-Cuando alguna cosa me gustaba, pero siempre pedía permiso al director.

-Aparte de divertir a la gente, de practicar su oficio, ¿el humor era para usted una buena defensa personal?

-Sí. Cuando era más alegre, cuando era más joven, en casa se reían mucho conmigo. “Y se nos fue derepente”  lo tenía arrumbado para hacer reír en casa. Ni pensaba hacer humor negro, y menos en aquella época en que estaba casi prohibido. Era un poco peligroso hacer chistes con los muertos. Yo los escribía y los guardaba para mi casa. Todavía guardo programas que hacía en la casa de la calle Guido.






-Esos momentos fueron felices, parece. Hacía reír al otro cercano.

-Ah, sí. Eso sí. Me llenaba de satisfacción, de alegría. Sobre todo ver reía a la gente con las cosas que decía o hacía. A veces estaba en el escenario y me tentaba. Se reía la gente y me reía yo. No era pedantería reírse de los chistes propios. El escenario permite más el 'morcilleo'. Con Jorge Luz me tiento de risa porque los dos macaneamos.

-¿Son realmente caricaturas sus personajes?

-Lo son. Yo les cargo las tintas. Y les pongo de mi cosecha un montón de disparates, pero siempre dentro de lo que harían o dirían esas personas. Tengo muchísimo cuidado en eso. Me molesta mucho cuando dicen 'mirá que lindo chiste para Catita'. Generalmente contesto 'muy bueno el chiste pero no le va a Catita. Ella no sería capaz de reaccionar así'. También cuido muchísimo los acentos. Por eso son auténticos los personajes, no inventados. Creo que Catita sigue siendo el más querido de todos.

-¿Tiene usted buen humor, lo que se llama buen carácter?

-Muy buen carácter. No me enojo. Y si me enojo, callo. Aun me levanto con ganas de hacer cosas.

©Blanca Rebori
La Razón 
9 octubre 1986




 
 NINÍ MARSHALL: CAPOCÓMICA PIONERA EN ARGENTINA
Andrea Fernández Schlam
Noviembre 2010




Niní fue la primera cómica en lograr la masividad en cine con personajes caricaturescos como Cándida, Catita y la niña Jovita, escritos por ella misma.

Niní Mashall es prácticamente la única actriz cómica argentina que logró una fama masiva como protagonista en el cine argentino, principalmente en la década el 40, considerada la época dorada de la industria.


La ausencia de mujeres humoristas

A principio del siglo XX el cine como espectáculo estaba en sus inicios y en los países como USA ya se comenzaban a producir cintas silentes con las primeras actrices de la industria. Si a fines de la década del 30 las costumbres sociales imponían a las mujeres roles exclusivamente domésticos, menos frecuente era que incursionaran en el mundo del espectáculo y menos del humor.

Niní tenía conciencia de esto y al respecto dijo: "Casi no hay mujeres humoristas, debe ser porque no tienen humor. Sobre el humor no se me ocurre ningún discurso. Yo vine con humor y eso es todo... Para mí el chiste vale cuando nace desde un personaje... Prefiero lo más cómodo: recordar. Uno recuerda lo que está hecho. Quietita como suelo estar, recordar me agita menos... Ay, en la calle me gritan cada cosa. Hay gente que me grita «¡ídola!». ¿Idola yo, tan chiquita como estoy?»".


La clave del humor

Níní se valía de distintos estereotipos femeninos sociales de la época, la mayoría inmigrantes gallegos, italianos y judíos polacos, y los caricaturizaba a partir de la exageración de sus características inherentes. Básicamente hacía una exageración de sus registros de habla, llevándolos en algunos casos a la deformación y la hibridación total.

También recurría a los monológos que ella misma escribía. No obstante se ha dicho que sus personajes estaban demasiado ligados a la idiosincracia del país de origen, razón por la cual este cine no era vendible en el exterior, salvo otros países de América Latina que hubieran tenido algunas de las mismas corrientes inmigratorias.

Los personajes de Niní Mashall

Entre los más famosos están:

Las que son familia:

"Catita"- Catalina Pizzafrola Langanuzzo: la típica "chusma de barrio" hipercrítica, vestía el clásico look de ama de casa como batón y ruleros. Sus diálogos a veces se transformaban en monólogos.

Doña Caterina Gambastorta de Langanuzzo: abuela de noventa años de Catita que conserva su acento italiano de orígen









NINI MARSHALL VISITA A SUSANA GIMENEZ




Las empleadas domésticas:
Cándida Loureiro Raballada: mucama gallega un poco exagerada que se enrolaba en causas justas y morales.

Belarmina Cueio: mucama provinciana de la Niña Jovita quien a veces la castigaba físicamente. Torpe y un poco mentirosa, el cuidado de su loro era todo su tema de dedicación.


Las oligárquicas:

Mónica Bedoya Hueyo de Picos Pardos Sunsuet Crostón: mujer de elevada posición económica y aspirante a aristócrata. Habla de un modo artificioso y rebuscado, asumiendo comportamientos y modismos de la clase alta porteña de aquel entonces ("podéme", "tarúpido", "depre", "porsu".

Miss Mc Adam (también Bárbara Mc Adam): inglesa muy fina, una lady que extravagante y "fashion". Su expresión característica era: "¡Beautilful!".


Los personajes masculinos:

Don Cosme: inmigrante italiano de voz ronca.
Mingo: hermano de Catita y el revoltoso del barrio.


Las artistas:
La Bella Loli: artista de varieté que se le pasó la edad de oro.
Giovannina Regadiera: parodia de soprano italiana.
La Loli: cupletista española obesa.


Las que tienen problemas sentimentales:

La niña Jovita y su loro Romeo: solterona que vive ilusionada con casarse y con un caballero que enamore "su corazón ingenuo de dama antigua".
Lupe: joven mexicana enamorada, es víctima de su marido Margarito, alcohólico y vago que la presiona para que trabaje.


La alumna
Gladys Minerva Pedantoni: la más estudiosa de la clase, les hace regalos a las maestras. Arrogante y desinhibida, sufre las bromas de sus compañeros.


Las ancianas:
Fruelain Frida: alemana dueña de un perro raza Dachshund.
Doña Pola: comerciante anciana judía que aprovechaba cualquier ocasión para publicitar su tienda "Los 3 hemisferios".







Una precursora
Sin duda Niní Marshall fue una precursora capocómica como todavía hoy no se ha vuelto a ver en el género, más aún considerando que ella era su propia guionista. Sus orígenes estuvieron en el teatro y en la radio pero su consagración sería en el cine y luego en la televisión.



©Andrea Fernández Schlam

Licenciada en Letras (Universidad de Buenos Aires, Argentina). Se desempeña como editora al frente de iROJO Editores, editorial especializada en textos de salud mental y literatura. Su actividad se centra en el área de crítica literaria. Ha escrito para distintos medios argentinos. Cursó también parte de la carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA) y completó la carrera de Realización Cinematográfica en la Escuela Municipal de Avellaneda (Bs. As.). Fue Responsable del Área de Comunicación Interna del Hospital Italiano de Bs. As. y editora de su house organ "Entre Nosotros". Actualmente es además editora científica para distintas publicaciones de laboratorios internacionales by Content Medicine.

Fuente: Andrea Fernández Schlam






CREADORA DE SUS PROPIOS PERSONAJES, HIZO 
REIR A VARIAS GENERACIONES
Clarín, 19 de marzo de 1996






A los 92 años, murió Niní Marshall, la dama del humor



Fue un talento único que descolló en la radio, el cine, la TV y el teatro. Autora de sus propios libretos, inmortalizó personajes cotidianos como Catita, Cándida o Doña Jovita. En 1943 tuvo que exiliarse en México porque el lenguaje de sus personajes fue considerado "una deformación del idioma". En 1989 la consagraron Ciudadana Ilustre.

Fue un talento único que descolló en la radio, el cine, la TV y el teatro. Autora de sus propios libretos, inmortalizó personajes cotidianos como Catita, Cándida o Doña Jovita. En 1943 tuvo que exiliarse en México porque el lenguaje de sus personajes fue considerado "una deformación del idioma". En 1989 la consagraron Ciudadana Ilustre.

Desde ayer, la risa de los argentinos tiene un nuevo motivo (y van...) para congelarse en rictus. Murió Niní Marshall, la gran payasa del siglo. La que cultivó una comicidad basada en la observación y la sátira de personajes cotidianos sobre los que no descargó jamás la crueldad o la crítica. Como, entre otros, la torpe Catita, como Cándida, la mucama gallega; como la tilinga Mónica Bedoya Hueyo de Picos Pardo Unzué Crostón o como la italiana Doña Caterina, todos dibujos exagerados de seres queribles en su ridiculez. Nacida Marina Esther Traveso el 1 de junio de 1903, Niní usó la caricatura más para la ternura que para la mordacidad.




Hija menor de los asturianos Pedro Traveso y María Angélica Pérez, desde muy chica mostró sus dotes para la imitación. En la casa natal del barrio de Caballito lideró una pandilla de chicos con los que hacía teatro casero, en el sótano de un tío tapicero. Después estudió danzas españolas y terminó el bachillerato. Se casó tres veces (Felipe Edelmann, Marcelo Salcedo y Carmelo Santiago) y de su primer matrimonio nació su única hija y compañera, Angelita. En Mis memorias (Ed. Moreno, Buenos Aires, 1985) recuerda que, para criarla, tuvo que ganarse la vida escribiendo para una revista femenina. Luego llegaría su trabajo en Sintonía (1933-34), una revista radial en la que usó el seudónimo de "Mitzi" para firmar la sección Alfilerazo.

Después, y con otro seudónimo ("Ivonne D'Arcy"), debutó en Radio Municipal como "cancionista internacional", en varios idiomas que sabía o sospechaba. Pronto llegaría Cándida, inspirada en una empleada doméstica de la casa familiar, y donde adoptó por primera vez el nombre de Niní Marshall. Compartió cartel con Marcos Kaplan, Pepe Iglesias, Tito Lusiardo o Juan Carlos Thorry, entre muchos otros. Precisamente, de tanto observar a las muchachas que iban a la radio a pedirle autógrafos a Thorry, descubrió a Catita, la chica de barrio que se transformaría en un éxito fabuloso. Escribió siempre sus propios libretos, incluso la mayoría de los diálogos de sus personajes en las 37 películas que filmó (Mujeres que trabajan, Divorcio en Montevideo, Casamiento en Buenos Aires, Luna de miel en Río, Hay que educar a Niní o Cándida, entre otras). Su talento para reproducir los rasgos del habla de distintos sectores sociales o de colectividades fue un aporte no solo para la risa sino también para la investigación filológica, y la Universidad de La Plata registró el lenguaje de sus personajes con esos fines. Pero aquellos valores fueron juzgados "una deformación del idioma" que ponía en riesgo la pureza de la lengua "para el pueblo, que no tiene capacidad de discernir", según enunciaron funcionarios del golpe del 4 de junio de 1943. Se refugió entonces en la pintura y se exilió en México.




Regreso con gloria



En 1955 volvió al país. Fueron los años de gloria y reconocimiento unánime. Sin asomo de resentimiento, en un ambiente naturalmente competitivo, se hizo usual su apoyo a otros colegas, llamando la atención de productores y directores sobre Zully Moreno, Antonio Gasalla, Enrique Pinti o Juan Carlos Altavista. Alcanzó especial repercusión en espectáculos como Coqueluche, con Thelma Biral, en ciclos de televisión y en el café concert, donde con Y se nos fue redepente (1972) resultó una intérprete de lujo para un género que nacía. Este título sería después llevado al disco en un registro hoy invalorable. Su retiro de la actividad, en 1982, fue solo fugazmente interrumpido en 1988, cuando reapareció en el ciclo de Gasalla. Ya más acá, empezarían a sucederse los homenajes. En 1989 recibía el diploma de Ciudadana Ilustre otorgado por la Municipalidad de Buenos Aires, en una tácita compensación por la censura con que cuatro décadas atrás había sido agraviada por otro gobierno del Partido Justicialista. En 1992, sus pares de la Asociación Argentina de Actores premiaron su "trayectoria honorable" con el Premio Podestá. En el 92, a iniciativa del productor Lino Patalano, la actriz argentina Marilú Marini y el también argentino director Alfredo Rodríguez Arias eligieron sus textos para montar en París Mortadela, que se estrenó aquí al año siguiente. Esa suerte de revival alentó al mismo equipo a montar en 1995 el espectáculo Niní, igualmente presentado en París y en Buenos Aires. Esta forma de regreso permitió a las nuevas generaciones el redescubrimiento de una artista genial, pudorosamente escondida tras la frágil delicadeza de su estatura mínima y su timidez. Dos señales con las que ya no va a ocultar la verdadera medida de su arte. Un arte que, a pesar de la tristeza de hoy, tiene, lo sabemos, el tamaño de la risa. O el de la felicidad. ¿No te parece bastante, Niní?





Producción y textos:
©Olga Cosentino, Ricardo García Oliveri,
Fernanda Iglesias, Néstor Tirri
y Silvina Lamazares
Martes 19 de marzo de 1996