la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Jane Fonda y Vanessa Redgrave en Julia de Lillian Hellman/ Pentimento









La pintura vieja en un lienzo, a medida que envejece, a veces se vuelve transparente. Cuando eso ocurre, es posible, en algunas imágenes, ver las líneas originales: un árbol se mostrará a través de un vestido de mujer, un niño deja paso a un perro, un barco grande ya no está en mar abierto. Eso se llama pentimento porque el pintor, "arrepentido", cambió de idea. Tal vez sería bueno decir que la vieja concepción, reemplazada por una elección más adelante, es una manera de ver y luego ver de nuevo. Eso es todo lo que quiero decir sobre la gente en este libro. La pintura ha envejecido y yo quería ver lo que estaba allí para mí una vez, qué hay para mí ahora.





Siempre sé por lo que toca a mi memoria: sé cuando puedo confiar en ella y cuando algún sueño o fantasía entró en la vida; y el sueño, la necesidad del sueño, distorsiona lo que aconteció... Pero confío absolutamente en lo que recuerdo de Julia.







He tenido mucho tiempo para pensar en el amor que sentía por Julia, demasiado fuerte y demasiado complicado para definirlo sólo como los anhelos sexuales de una muchacha por otra. Y, no obstante, existían con toda seguridad.


No tengo notas de mi diario de aquel viaje, sino sólo el recuerdo de estar viendo una cara reconstruida que no ocultaba la herida de cuchillo que discurría por el lado izquierdo. El hombre de la funeraria me explicó que había estado intentando cubrir la cuchillada de la cara, pero que yo debía ver la heridas del cuerpo si quería ver un revoltijo que no se podía disimular. Abandoné el lugar y me quedé en la calle durante un rato.


© Lillian Hellman


Pentimento

Biografía: web


Vanesa Redgrave y Jane Fonda en Julia














Fallece la escritora Lillian Hellman, una heroína del pensamiento liberal norteamericano


Un fallo cardiaco acabó ayer con la vida de Lillian Hellman, escritora, dramaturga, una heroína para los norteamericanos de pensamiento liberal y un personaje literario en sí misma. Tenía 79 años. Falleció en un hospital de Boston (Estados Unidos), adonde había sido trasladada cuando se le produjo el ataque cardiaco. La leyenda viva de Lillian HelIman no creció sólo de sus libros, sino de su actitud vital, especialmente vigorosa en la época del macartismo, cuando ello defendió sus ideas frente al famoso cazador de brujas.
La célebre escritora y dramaturga norteamericana Lillian Hellman falleció ayer en Boston (Massachusetts) a los 79 años. La autora de Pentimento murió en el hospital de Martha's Vineyard, isla situada junto a Cape Cod donde tenía su residencia de verano, dijo un portavoz del centro médico. Lillian Hellman, conocida en España sobre todo por el libro citado, a partir del cual se elaboró la película Julia, publicó su primera obra teatral, The children´s hour en 1934.

Frente al 'macartismo'

Luchadora tenaz en tiempos del macartismo, denunció a través de sus obras distintas caras de las injusticias y horrores del tiempo que le tocó vivir. La más reciente traducción al castellano de una de sus novelas autobiográficas, La mujer inacabada, relata su experiencia en la España de la guerra civil. 
Lillian Hellman fue una superviviente de la caza de brujas del macartismo en los años de 1950 a 1956. Fue juzgada y perseguida por sus supuestas actividades antinorteamericanas, acusación a la que contestó con una frase que ha sido citada tantas veces que se ha convertido en tópico: "No puedo ni quiero sacrificar mi conciencia a las exigencias de la moda de este año". Una frase que resume bien el carácter de esta escritora que a través de sus obras y de las luchas que emprendió en distintos frentes legó un ejemplo de integridad.  A raíz de su negativa a denunciar, el gobierno de Estados Unidos congeló sus bienes y los de su pareja, el escritor Dashiell Hammett, quien también se negó a denunciar y estaba gravemente enfermo. Sin dinero y prohibida, Lillian Hellman tiene que trabajar con empleada en una tienda de ropa para poder mantenerse y costear la enfermedad de Hammett. Tenía entonces 45 años y la persecución duró 6 años, hasta el fin del macartismo en 1956. Esa etapa de su vida es contada magistralmente en su novela corta Tiempo de Canallas.
Ya en 1934 Lillian Hellman había sido víctima de censura cuando se estrena su primer gran éxito teatral, The Children's hours, en el que aborda un tema prohibido para la época: el amor lésbico. La obra fue adaptada con gran éxito para el cine.  La primera versión se adaptó en 1936 con el título These three y luego en una nueva versión con el mismo título en 1962,  con  Audrey Hepburn y Shirley Maclaine, teniendo un gran éxito en ambos casos.
Lillian Hellman vivió la guerra civil española, la segunda guerra mundial, y en su país expresó su rechazo por los abusos del macartismo, su solidaridad con los judíos y las minorías raciales norteamericanas. Sin embargo, en su obra los personajes son seres algo insólitos que no reflejan esta gran inquietud política.
Durante la entrega de los Oscars en 1976, cuando la película Julia  con Jane Fonda y Vanessa Redgrave, versión de su novela Pentimento,  ganó 3 Oscars, las ovaciones del público no se dirigían a los actores y directores convocados para esa ocasión. Lillian Hellman subió al escenario ante los aplausos que los asistentes le dedicaron, puestos en pie, en señal de aprecio por esta prestigiosa luchadora liberal norteamericana.
Mal conocida en España, Lillian Hellman empezó quizá a captar mayor interés en este país a raíz del estreno de la película Julia, adaptada por Fred Zinneman. Varias de sus obras han sido llevadas al cine.Ella misma fue autora de algunos guiones cinematográficos, además de doce obras teatrales y tres obras autobiográficas.

La biografía española

Lillian Hellman nació en Nueva Orleans en 1905. A los 19 años encuentra su primer trabajo como lectora en una editorial, la de Horace Liveright, que había dado a conocer a celebridades como William Faulkner, Eugene O'Neill y Sherwood Anderson, entre otros. No le va muy bien. Más tarde se casa con Arthur Koeber, agente teatral y periodista, de quien se divorcia pocos años después. Para entonces había conocido al escritor Dashiell Hammett, con quien entabla una importantísima relación amorosa que se prolonga hasta la muerte de Hammet en 1961. 
 Los tres volúmenes de su obra autobiográfica Pentimento, La mujer inacabada y Tiempo de canallas reúnen una larga lista de anécdotas y retratos de personajes larga lista de anécdotas y retratos de personajes de su época que los convierten en importantes documentos.
La relación de Lillian Hellman con España no se limitó a describirla en la ficción de una de sus novelas. En 1931 colaboró con Hemingway y el realizador Joris Ivens en el guión de la película The Spanish Earth (La tierra española) que recientemente se exhibió en Madrid de forma excepcional. Esta película se realizó para reunir fondos para la causa republicana durante la guerra civil. Esta joven norteamericana llegó a España movida por sus intereses políticos y fue una de las seducidas por las causas que entonces defendió.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de julio de 1984

Fuente: El País

Resistencia y entusiasmo


Cuando apareció Pentimento en el mercado editorial español, Lillian Hellman era una autora prácticamente desconocida entre nosotros. Luego llegarían otros libros y Julia, la película de Fred Zinnemann en la que el personaje de la escritora es encarnado por Jane Fonda. Claro que no era desconocida en el sentido estricto del término, que sus The little foxes (La loba) habían podido verse, si no como obra teatral, sí como filme excelentemente dirigido por Wyler en 1941, uno de esos míticos melodramas en los que Bette Davis se impone a todo. Que Lillian Hellman pasó a ser un personaje dentro de nuestro mundo cultural lo prueba el que incluso TVE se enterara de ello y emitiera una entrevista con la escritora. No recuerdo la fecha, pero sí la imagen de ella hablando junto a una ventana, sentada en un gran sofá. Según ha dejado escrito en textos autobiográficos, Lillian Hellman pretendía ganarse la vida como autora de cuentos cortos,. Sin embargo, las circunstancias la llevaron a trabajar en la Metro como lectora de manuscritos.
Cobraba 50 dólares semanales y vivía en Hollywood junto a su esposo Arthur Kober. Tenía como criada a una antigua actriz de cine mudo. La aparición del sonoro había enloquecido a los estudios, que buscaban en gente universitaria o con experiencia teatral o literaria la garantía de buenos argumentos y diálogos. Era preciso evitar que actrices como Jean Harlow pudiesen decir en un filme frases como "James, abra la ventana y deje entrar una menudencia de aire".
El retrato que la Hellman nos ha hecho de Hollywood -sobre todo en la magnífica Tiempo de canallas,centrada muy especialmente en la campaña anticomunista del senador McCarthy, que a ella y a Dashiell Hammett, su compañero, les creara tantos problemas, ya sea de libertad o dinero, de censura o de cárcel- es muy duro, pero resulta convincente. Personalidades como Horace Liveright o Scott Fitzgerald aparecen y desaparecen en la obra de Hellman, quien muestra cómo son destruidos por la gran máquina hollywoodiense.
Con la República
En 1934, con el enorme éxito de The childrens hour -que se prolongó con su pase a la pantalla con Audrey Hepburn y Shirley Maclaine-, la situación de Lillian Hellman cambió. Simpatizante de la izquierda y muy crítica con la hipocresía de cierto liberalismo -ése podría ser un tema central de The watch on the rhine (1941)-  visita España durante la Guerra Civil con el propósito de documentarse para el trabajo de guionista en The Spanish earth, de Joris Ivens. Una pulmonía la retendrá en París, aunque luego visite Barcelona, Valencia y Madrid y conozca a Dolores Ibárruri.
Antes, en Hollywood, había montado' fiestas para recaudar fondos destinados a comprar ambulalcias para la República, fiestas en las que aparecen nombres famosos, unos tratados con cariño en sus obras, otros acusados de espías, como Erroll Flynn.
En una de sus visitas a Moscú, conocerá a Sergei Eisenstein, de quien habla como de una persona encantadora. Esa amistad, sus actitudes políticas -en 1942 escribió el guión de North star (el título definitivo sería otro), un documental sobre la URSS destinado a sensibilizar al. público norteamericano sobre los problemas de los soviéticos, futuros aliados bélicos- y su valentía personal -se negó a declarar ante el Comité de Actividades Antiamericanas, el mismo que condenara a 6 meses de cárcel a Hammett- harán que su nombre figure en las listas cinematográficas a partir de los años 50. Con Julia, película que le valió un oscar a Vanessa Redgreave, Lillian Hellman logró que el cine le rindiera homenaje, que su labor como guionista y dramaturga fuera reconocida en un producto pensado para el consumo multitudinario.
Temas que se repiten en su obra son el daño que provocan la calumnia y la intolerancia. En varias ocasiones la agresividad social arranca de tabúes sexuales y amorosos, de la acusación que recae sobre dos mujeres, a las que se critica por suponerlas lesbianas. En algunas piezas, Hellman resuelve el conflicto acusando a la sociedad de mentirosa y que todo se reduce a un equívoco. En otras da un paso más y el amor de las protagonistas es reai, siendo siempre el espíritu inquisidor y condenatorio el que merece el descrédito.
La mezcla de ficción y autobiografia, así como la solidez de sus construcciones dramáticas hicieron de Hellman una autora muy importante, una figura entre toda aquella gente que quiso dignificar el mundo del espectáculo americano a base de acércalo a temas importantes y dotarlo de una finalídad social. Puede que los años y los hechos hayan desmentido el optimismo histórico de aquella generación, que las opciones culturales se hayan revelado ingenuas e inoperantes, pero los recambios posteriores no han conseguido llenar el espacio que aquella ocupaba con su entusiasmo e idealismo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de julio de 1984

Fuente: El País